martes, 27 de julio de 2021

Desflore a la hija de mi prima


Esta es la mejor experiencia que he tenido en mi vida sexual y en mi vida normal. Y ocupa un lugar muy especial en mi corazón.

Como suele suceder en varias familias, siempre hay una sobrinita que se enamora de su tío, en este caso ella es hija de una prima, desde su infancia desarrolló y creció un amor por mi persona, cosa que yo no sabía la magnitud, creía que las atenciones y todo eso era cuestión de la edad. Yo soy 11 años mayor que ella, a ella le diremos Sara (ficticio). Como dije esa atracción era desconocida para mi, claro que siempre fue mi sobrina predilecta, a quien yo consentía mucho, màs que a otras sobrinas. Inclusive llegamos a dormir varias veces en la misma cama, sin ninguna malicia.

Cuando me casé a los 24 años, me contó mi tía, madre de Sara, que ella lloró casi tres días seguidos, luego estuvo varias semanas bastante deprimida. Toda la familia le habló para decirle que ya no pensara en mi, que solo era una ilusión pasajera y que ella tenía toda su vida por delante, todo esto sin que yo supiera algo de lo ocurrido.

Visité varias veces a la tía Mina, madre de Sara, sin saber todo lo que había pasado con mi sobrinita. Sara ya no era la misma conmigo y pensé que era la edad. Pasaron tres años, Sarita, como yo le digo, ya tenía 16 años, era toda una mujercita, siempre fue delgada, practicó varios años ballet, lo cual le hizo tener una linda figura, piernas largas y delgadas pero bien torneadas y duras, senos pequeños de adolescente, su traserito levantado por tanto ejercicio, cabello castaño largo. Bueno Sarita era un ángel, con una cara preciosa adornada con sus dos ojos verdes.


Mi tía Mina estaba separada, y era muy amiga de mi esposa, ellas iniciaron un negocio de ropa y planearon traer mercadería de Nueva Orleans, asi que se fueron juntas y me encargaron a Sara, yo iría a dormir a la casa de Sarita para que ella no perdiera sus clases del Colegio. No me imaginaba lo que ocurriría.

Yo en lo personal no soy feo, tengo mi atractivo, soy de pelo en pecho y en los brazos, me encanta el sexo a plenitud, lo practiqué mucho antes de casarme con varias novias, pero luego de casado senté cabeza. Volviendo al tema, realmente Sarita era una muchachita muy atractiva. El primer día me llamó Sarita a mi oficina, indicándome que su novio la llevaría a la casa, ah bueno pensé, -Sarita ya tiene novio-, le dije que estaría en la casa a eso de las cinco. Hubo una pausa y me dijo que quería pedirme un favor muy especial y que no podía negarme. –Que será- le pregunté, -Te lo diré hasta esta tarde- me respondió Sarita y colgó.

Finalmente estuve en la casa, a solas con Sarita, y aquí vino la conversación que inició todo.

• Tío, quiero pedirte un favor especial, no se si lo comprendas!- me dijo Sarita un poco timida.

• Lo que sea Sarita, ya sabes que para mi eres muy especial y siempre has sido especial-

Le respondí

• prometeme que no diras que no!- me dijo Sarita.

• Me asustas, pero.. te lo prometo- volví a responder.

Sarita se quedó callada, como no encontrándo las palabras adecuadas, -Tío, sabias tu que yo había estado muy enamorada de ti?-

Trague saliva antes de contestar –No, no lo sabía- le indiqué

• Claro que ahora ya no, no te preocupes- me dijo rápido, -todo mi mundo giraba a tu entorno, siempre tuviste un lugar en mi corazón, me dolió mucho cuando te casaste de repente, fueron los peores días de mi vida- me dijo viendome a los ojos.

• Perdón, nunca creí que yo…- quise responde, pero ella me interrumpió – pero, ya me repuse y ya casi lo olvidé, gracias, sin embargo, desde hace unos cuatro años atrás, me prometí a mi misma algo-, hizo un silencio, -què será??- le pregunté, tomó aliento y dijo -..la promesa que hice fue que tu serías mi primer hombre en la cama, en la intimidad-

Yo estaba helado, -no se que decir- le dije honestamente.

• No te preocupes, no quiero comprometerte, Yo tengo novio- me dijo Sarita para romper cualquier acercamiento. –Y desde hace unos meses hemos querido tener relaciones sexuales, pero yo le he dicho que ya no soy virgen, pero que esperemos, y lo que quiero es entregarte a ti mi virginidad, para liberarme de esa promesa y estar luego con mi novio las veces que queramos- me dijo en forma seria.

Iba yo a decir algo, ya que estaba sorprendido de tal confesión.

• No me puedes decir que no tío, me has quedado mal todo el tiempo, por favor-

En mi cabeza pensaba, que tan prudente era tener sexo con mi sobrina, estando ya casado. Pero por otro lado era una chiquilla espectacular, y virgen.

• Esta bien Sarita, entonces será solo sexo- dije, -Sí tío, solo sexo, nada más que eso-.

Aunque no lo crean, quedamos que sería en mi habitación, a las 9:00, asi de frio. A pesar de todo, mi instinto de hombre predominaba, el solo hecho de tener sexo de esta forma con mi sobrinita, me excitaba, pero estaba muy nervioso, por las consecuencias, ya me hacía penetrándole su virginal cuquita.

Nada quitaba la atmosfera de nerviosismo que se respiraba en toda la casa. Me dí un baño, oí que también Sarita se daba uno, me apliqué loción, me rasuré la barba y lo único que me coloqué de ropa fue unos boxer. A cada rato veía el reloj, el tiempo no pasaba, por fin las nueve!, diez minutos después, tocaron mi puerta, era Sarita, dije adelante y ella apareció solo con ropa interior, un sujetador de adolescente y un calzoncito tipo bikini, todo de color rosado. Todo estaba preparado, para la desfloración de Sarita, pero un sentimiento de culpa me embargó, estando allí parada ella, le dije que lo pensara bien, que no era justo ni para ella ni para mi, ni para su novio. Que esto podía terminar mal.

Se le llenaron de lágrimas los ojos y abandonó la habitación. Yo me quedé paralizado, no sabía si seguirla para contemplarla o quedarme allí sin moverme, opté por hacer lo segundo. Media hora después apagué la luz de la habitación y traté de dormir.

Al día siguiente me levanté como de constumbre, noté rápido que Sarita no estaba, ya se había ido al Colegio, más temprano, era obvio el por qué, traté de entenderla, sin embargo un gran sentimiento de ternura invadió mi corazón. Al medio día tomé la decisión de buscarla en el Colegio y llevarla a almorzar, fue un gran susto para ella verme en la dirección, la llevé a ese tipo de restaurante tipo juvenil, poco a poco fue abriendose al diálogo, al principio callada, pero rápido volvió a ser ella.

Durante el diálogo, me pidio que la llevará a su clase de Ballet, no tuve inconveniente en hacerlo, ya que había indicado en la oficina que no regresaría, fuimos a la casa por sus implementos y luego a la academia. También me pidió que me quedara durante las clases, cuando Sarita salió de los vestidores, parecía un angel caído del cielo, era la más bella de todas las alumnas, ella resplandecía dentro del grupo, tenía una habilidad innata en esa disciplina, su cuerpecito cubierto por el traje, se pegaba como una segunda piel, dejaba ver sus piernas largas y duras, la cintura plana, su pequeños senos y el cabello recogido hacia atrás, su caderas con curvas de adolescente, en fin era un sueño verla allí danzando.

Cuando terminó la clase más de una después, Sara estaba sudando excesivamente, la llevé tomar un helado, en la calle, ella me tomó de las manos para caminar, por un momento parecíamos enamorados, en la heladería, también ella me daba a comer de su helado y yo del mio, lo que hicimos fue espontaneo, lo escribo ahora por el relato, pero ese día y a esa hora, mi alma y mi corazón me demostraron que es el cuerpo el que envejece, más no los sentimientos.

Llegamos a la casa, fue ahora Sarita quien se metió a la cocina y me preparó la cena rápidamente, cenamos, pláticando de nuestro día, en ningún momento alguno de los dos recordaba lo sucedido la noche anterior. Hoy era otro día.

En mi mente todavía está fresco, lo sucedido esa noche anterior. Sarita se estaba bañando, yo estaba recostado en mi habitación viendo la TV, oi que ella me llamaba por mi nombre, llegué a su habitación, luego a la ducha, Sarita me pedía la toalla para salir, el morbo me envolvió en un instante, ella desnuda detrás de la cortina del baño. Fui a buscar la toalla a la habitación de la lavandería, tomé alguna y regresé, -Aquí está!!- dije, Sarita corrió la cortina de baño, estaba frente a mi!, en cueros!, la aprecié asi en los siguientes 20 segundos creo, su lindo cuerpo delgado, sus muslos también delgados pero desarrolados y macizos por el ejercicio, sus tetas era dos lindos volcanes en crecimiento, con un boton rosado que eran sus pezones, su vulvita casi libre de vellos, sus labios mayores formando un pequeño cañon donde sobresalía el capuchon de su clitoris.

• Quieres darme la toalla?- estaba diciendo Sarita, fue lo que me despertó de ese bello sueño. Pero aún asi mis piernas no se movían, ella salió de la ducha desnuda y llegó a donde yo estaba, no se si estaba temblando o no, pero ella me tomó de las manos y sus labios se posaron en los mios, sus labios tomaron los mios por asalto, yo empecé a dar señales de vida, la abracé fuerte y nuestras bocas entraron en una dulce batalla, su lengua y mi lengua retorciéndose como serpientes en celo. Mis manos, como si tuvieran vida, tomaron sus redondas nalgas y las aprisionaron con deseo.

Mientras eso sucedía, mi boca se desprendió de la suya, para besar y lamer su cuello, luego mis labios buscaron su primera meta, sus lindos senos, los coparon, los chuparon deseperadamente, la succión fue con tanta pasión que Sarita gimió fuertemente, pero no impidió que hiciera lo mismo con su otro pezón. Mis manos cambiaron de objetivo, dejaron de acariciar sus nalgas para deslizarse con dirección a su cuquita, mis dedos resbalaron entre sus labios vaginales, a la segunda vez que pasaron por allí, detectaron que Sarita estaba lubricando su vulvita, luego mis dedos se mojaron completamente de ese preciado nectar intimo.

Sarita estaba a mil revoluciones, mientras le manoseaba su cuquita, nuestros labios se volvieron a encontrar, esta vez con besos más mojados. De pronto Sarita me retira las manos de su vulvita mojada y comienza a bajar el cierre de mi pantalón, luego los botones, metió su mano y sintió mi pedazo de carne duro, erecto, se hincó en el piso y bajó mis pantalones, pude ver en sus ojos el asombro de tener un pene adulto frente a ella. Me vió la cara primero levantando su mentón, luego trato de actuar con naturalidad y lo comenzó chupetear por todos lados del tronco sin engullirlo, luego le pedi que lo metiera en su boquita, lo hizo y chupó mi glande en forma delicada pero deliciosa, su inexperiencia en el sexo oral me endurecía más la pija.

El baño no era el mejor lugar para los dos, asi que luego de unos minutos pare la felación que me daba y cargué su liviano cuerpo y me dirigí con ella en brazos hacia la cama, la coloqué encima y aún con ropa, y con la pija por fuera, me subi sobre ella para besarle en el orden, sus labios, sus mejillas, su delgado cuello, mi lengua rozaba tu tersa piel blanca/rosada; Sarita gemía reprimidamente, casi inmediatamente llegué a su preciosos senos de nuevo, tomé uno con la mano y lo sujete mientras mis labios mamaban su rosado pezón, el cual se erectó cuando mi lengua lo degustaba, luego hice el mismo tratamiento con su otro seno; me quedé mamando sus tetas un buen rato, Sarita abría y cerraba los ojos, viendo al vacío y abriendo su boquita para emitir pequeños quejidos.

Mientras le chupaba sus pequeños senos, mis dedos hurgaban su vulvita, sus pocos vellos castaños eran suaves al tacto, raro en el vello púbico de las mujeres, acaricié sus labios mayores y menores, quedando mis dedos a la orilla de la entrada de su vagina, los gemidos de Sarita se intensificaron, ella se movía sobre la cama al ritmo de su climax, pronto mis labios bajaron a su vientre, lamí el orificio de su ombligo, luego chupé toda su piel camino a su intimidad, ella lloriqueaba gimiendo, a veces diciendo monosilabos, que delataban que la estaba pasando muy bien.

Abri más, con mis manos sus delgados muslos para que su vulvita se abriera otro poco, dándome espacio para meter mi cara, mis labios atraparon rápidamente sus labios vaginales, ella se estremeció y jaló sin fuerza mis cabellos, mi lengua recorrió todo el contorno de su pequeña vagina, pude saborear alguna pequeña cantidad de eyaculación temprana, eso me excitó mucho, sentir el nectar de su cuquita, usé mis dedos para abrir su fruta intima y lamí todo lo que encontré con la punta de mi lengua, incluido su pequeño clitoris. –Ahhhh, mi amor, ahhhh- , fue lo que dijo Sarita antes de entrar a un rico orgasmo, se llevó sus manitas a la cara y a la boca y gimió reprimidamente el efecto de su venida.

La excitación me llevó a abirle más sus muslos y sumergirme hasta lo máximo en su rajita rosada, la cantidad de saliva que le administraba en su cuquita era excesiva que parecía que estaba mojada con algún linimento. Metí mis manos por debajo de sus pequeñas nalguitas y la levanté unos centímetros de la superficie de la cama, suficiente para bajar mi lengua y ahora degustarle su ojito del culo, pequeño, arrugadito, con olor al jabón que había utilizado minutos antes en la ducha. Nuevamente ella me tomó de los cabellos cuando sintió mi húmeda y caliente lengua en su pequeño orto, lamiéndolo y haciéndolo mio.

Entre lamidas y chupones de culito, poco a poco la fui volteando, de modo que finalmente me quedó ella boca abajo, lo cual facilitó que siguiera mamándole sus partes intimas, sobre todo su lindo culito y los pequeños globitos de sus nalgas. Mi verga estaba tan dura y erecta que pequeñas gotas salían de mi glande. Ya no pude soportar más asi que mientras le daba pequeños mordiscos a sus nalguitas, me fui sacando la ropa, sobre todo los pantalones, quedé desnudo de la cintura para arriba, tomé una pequeña almohada de la cama y se la metí debajo de su vientre, siempre boca arriba de modo que su trasero se levantara mostrando toda su vulvita. Me subí sobre ella y mientras empezaba a lamerle el cuello, fui acomodando mi verga entre sus nalgas, buscando su lubricado y virginal orificio. Terminé de colocar mi pene con la mano, pude sentir sus labios mayores abriendose por la presión de mi carne dura, Sarita gimiò, y solo se limitó a bajar la cara y a cerrar sus ojitos, seguí empujando lentamente mi verga, por la lubricación ésta se fue acomodando entre sus labios menores, sentí su orificio dilatarse y dejar entrar al nuevo inquilino, Sarita se quejó varias veces mientras yo seguía empujándo mi falo.

El cabezón de mi glande fue el primero que penetró su cuquita, Sarita mordió la sabana, posiblemente de dolor, mientras mi falo recorría sus suaves y estrechas paredes vaginales, el interior de su vagina estaba hirviendo, mi verga fue separando por vez primera sus paredes uterinas, ya había metido al menos la mitad de mis siete pulgadas de verga en su rajita. En eso, nos quedamos un rato quietos, tanto ella como yo, degustando la desfloración, ella arqueó su cabeza para poder besarnos, nuestras lenguas se entrelazaron mientras mi verga terminaba de entrar en su cuerpo virgen. Luego comencé el normal vaivén, entraba y sacaba mi duro pene de su rajita, al principio solo unos cuantos centimetros, pero, el vaiven y el bombeo iba en aumento, en eso sentí que ya la había penetrado hasta el fondo y mi testículos se pegaban a sus rosadas nalguitas, use mis brazos como apoyo en la cama para levantar mi torax y comenzar a culearla con más fuerza, Sarita gemía, se quejaba, colocando su cabeza hacia abajo, pero era notorio que si en algún momento había sentido dolor, eso ya no existía en este momento, estaba gozando al máximo su desvirgada.

Después de varios minutos follándola en esa posición y de otro orgasmo suyo, se la saqué y la coloqué ahora boca arriba, ella abrió instintivamente su piernas para recibirme de nuevo, ahora en la posición del misionero, me puse entre sus piernas, busque sus labios, nos besamos de nuevo mientras mi falo la penetraba de nuevo, ella gimió cuando la sintió toda adentro de su rajita mojada, con los brazos le doble las piernas para que abriera más su cuquita, y la comencé a pistonear con más fuerza que en la posición anterior, el roce de nuestros sexos era audible, sobre todo cuando se friccionaban con deseo, el sonido era como un leve chapoteo de agua.

Yo estaba llegando a mi limite, estaba por chorrearme, aún tuve tiempo para pensar donde terminar, sin embargo mi deseo era echarle toda mi esperma en su virginal orificio, y asi lo hice, contra el sentido común, empecé a pistonearla frenéticamente, me estremecí y solté varios chorros intermitentes de esperma en su rajita, yo exclamé cualquier cosa, me quejaba mientras mi pene disparaba semen por toda su cavidad vaginal, la satisfacción era enorme. Su cuquita no fue capaz de retener toda mi venida, asi que se comenzó a escapar por entre sus labios vaginales.

Hasta que mi pene dejó de latir dentro de su rajita se la saqué, me puse a un lado de la cama aún gimiendo, ella estaba fatigada, era apenas su primera relación sexual y algunas gotas de sudor aparecieron en su frente. Hubo un silencio por un par de minutos, por la experiencia, me acerqué a ella y la abracé, le dije que me sentía muy honrado de ser el primero en su vida y que si hubiera escogido a alguien entre varias a quien desflorarla hubiera sido a ella. Sarita abrió sus ojitos y me vio, se sonrió y dándome un tímido beso en la mejilla, me dijo que lo había estado guardando desde pequeña solo para mi y por fin su deseo se hizo realidad.

Sarita se levantó con su cuquita llena de mi lechita y entró al baño, yo me quedé descansando en la cama, aún diciéndome lo afortunado que había sido de desflorar a una hembrita tan linda como ella. Al rato salió y se colocó su calzoncito tipo bikini y se subió a la cama conmigo, ahora yo fui quien se levantó para ir al baño a hacer pis, cuando me lavé la verga en la ducha, observé que la cantidad de sangre que encontré fue mínima, me acordé que en alguna revista había leído que las mujeres vírgenes que practican algún deporte como gimnasia, ballet u otro donde deben desgonzarse, ellas mismas pierden su himen en sus ejercicios, y debía ser el caso de Sarita a quien encontré super estrecha pero que su sangrado fue casi nada.

Cuando salí, me acomodé un calzoncillo también y fui con Sarita quien me esperaba con unos ojos de chica enamorada, nos besamos otro tanto tiempo, yo acariciaba su sexo sobre su bikini, ella me puso su manita sobre mi paquete que no estaba del todo flácido, lo acarició tiernamente. Nos dijimos ciertas palabras bonitas, pero ella evidenciaba que estaba realizada con el hecho de haber perdido su virginidad conmigo.

Por Anónimo 

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