martes, 18 de abril de 2023

La Pesadilla


Capítulo 1

Un ruido, un » click » me despertó a media noche. La luz pública que entraba a través de los visillos, me permitía ver toda habitación, nada se movía, ni siquiera entraba un poco de aire por la ventana, nada excepto la puerta, la que se habría lentamente. ¿ Quién será? Mi papá no, me dio un beso las buenas noches y se fue cerrando la puerta. Mi hermano? No, porque el llega y entra, no importa si estoy desnuda o no. Pero del año pasado que entró y yo estando desnuda, le dije que tenía que golpear antes de entrar a mi pieza.

La puerta continuaba abriéndose y me estaba dando miedo, de pronto se asoma una cabeza negra…

– ¡Mamá! – grité lo más fuerte que pude.


La figura desapareció y llegaron en tropel mi papá, mi mamá y mi hermano. Salté de la cama y abracé a mi papá.

– Había un hombre – dije – un hombre encapuchado entrando a mi pieza  –

– Tranquila, no hay nadie  – dijo mi papá.

– Yo no vi nada tampoco y vengo de la otra pieza  – dijo mi hermano.

Mi pieza estaba entre la pieza de mis padres y la de mi hermano.

– Tengo miedo papá, quédate conmigo un rato, mientras me duermo, por favor  –

– Quédate con la niña un rato  – le dijo mi mamá.

– Hijo, a acostarse que mañana nos levantamos temprano  – le di mi mamá a mi hermano saliendo de la pieza.

Mi papá me acostó, me tapó y se sentó en la cama.

– Te vas a quedar ahí? Ven, acuéstate conmigo un ratito  – le dije abriendo la ropa de cama.

– Seria sólo un sueño? – le pregunté abrazándolo y poniendo mi cara en su pecho.

– Si mi niña, una pesadilla seguramente  –

– Se veía tan real  – dije.

– Así son los sueños, parecen reales cuando uno está en ellos  – dijo mi papá.

– Si, me ha pasado, pero cuando despierto se me olvida lo que estaba soñando. Pero éste no, recuerdo cada detalle –

– Bueno, vamos a dormir que mañana nos levantamos temprano  – dijo.

– Pero no te vayas, no antes de que me quede dormida. Si ?

– Bueno, dese vuelta  – dijo girándose hacia mí.

Me di vuelta y me abrazó cucharita, sentí un calorcito rico y una tranquilidad, que me pegué contra él. Sólo tenía puesto los calzoncillos y yo sólo una camisa de dormir corta, que me tapaba los justo cuando estaba de pie. Pero al meterse a la cama se me subía y era lo que pasaba ahora. Sentía contra mis nalgas su flacidez, pero aún así sentía su presión contra mí y me agradaba.

Me recordó que cuando chica, 6 o 7 años, en las mañanas los fines de semana, me iba a su cama y me abrazaba así y dormía desnudo. Mi mamá me retaba y me tenía prohibido hacerlo.

Puso su mano en mi estómago y se acomodó detrás mío. Hice lo mismo dejando su bulto contra mi vulva, tomé su mano y la puse en mi pecho, la sostuve hasta que me dormí.

Mi hermano me despertó a la mañana siguiente, mi papá no estaba y no lo sentí cuando se fue.

Después la rutina, la ducha, el uniforme, el desayuno y el colegio. Con mi hermano íbamos al mismo colegio, desde chica y el siempre me llevó y me trajo de la mano. Con los dedos entrecruzados incluso. A los 12, mi hermano tenía 15, le dije que no me tomara más de la mano, que ya estaba grande.

– Te molesta que ande de la mano contigo? – me preguntó.

– No, no me molesta, todo lo contrario, me gusta, eres mi hermano y te amo. Pero las pesadas de mis compañeras dicen que parecemos novios y no quiero que me molesten por tonterías –

– Pero no le hagas caso  – me dijo.

– Mira, aquí en la casa me puedes tomar de la mano todo lo que quieras  – le dije sentándose en su falda, como siempre le gustaba que me sentara.

Por lo general, la puerta de mi pieza no la cierro, siempre la dejo abierta. Quién más que mi padre y mi hermano podrían verme desnuda ? Pero esa noche la cerré y le puse un pestillo.

Me costó quedarme dormida, pensé decirle a mi hermano que durmiera conmigo. Pero no, no podía ser, me gustaría, pero ya sabía lo que podía pasar. Una vez cuando tenía 11 años y él 14, hubo un temblor fuerte y después, por miedo a otro, me acosté con él.

Me abrazó cucharita y se me quitó el susto. Comencé a sentir su dureza, ya sabía lo que era, ya lo había visto así antes, incluso se lo había tocado a petición suya, pero nada más.

– No te molesta? – me preguntó.

– No, está bien así  – él estaba con slip y yo con una remera y calzones.

Sentía la presión intermitente de su glande. Sentía el calor, la suavidad y la humedad entre mis piernas. Me di cuenta que se había bajado los slip.

– Te puedo bajar los calzones, un poquito? – me susurró al oído.

Se sentía tan rico que lo ayudé. Ahora sentía su calor, su suavidad, su humedad y su dureza moviéndose entre mis labios vaginales. Si alguna vez me pregunté cómo se sentiría y lo hice, ahora lo estaba sintiendo.

Poco a poco la presión intermitente iba aumentando hasta que lo sentí entrar. Sorpresa porque no lo esperaba, dolor porque me dolió y tampoco lo esperaba y placer porque me gustó mucho.

En un principio eran u par de centímetros los que entraba y salía, después era todo, me penetraba a fondo, y en mi memoria me acordaba que era grande, no menos de 15 centímetros. Y ahora estaba todo dentro de mí, entraba y salía, al mismo tiempo olas de placer iban y venían. No hubiera podido imaginar nunca, aunque me lo hubieran contado con lujo de detalles, las sensaciones que recorrían todo mi cuerpo.

Finalmente hubo un estallido de placer cuando comenzó con sus estocadas a fondo, sus quejidos y su líquido llenando mi útero.

Después vino la tranquilidad, el relajo, la risa y el sueño.

– Hasta anoche era virgen – le dije a la tarde siguiente, cuando volvimos del colegio tomados de la mano. Realmente lo sentía más que mi hermano, era como mi novio.

– Yo también  – me dijo haciéndome un cariño en el pelo y besándome suavemente en los labios. También fue mi primer beso de amor. Antes no habíamos besado en los labios, pero tan sólo piquitos, como saludo o despida.

Fue la primera vez que hicimos el amor y estuvo rico.

Capítulo 2

– Me voy a acostar  – le dije a mi hermano esa noche, después de que terminó la película que estábamos viendo.

Todas las noches me da miedo cuando me voy a acostar. Había pasado más de una semana y no había vuelto a soñar con la sombra. Ya no le ponía pestillos a la puerta.

– Quieres que duerma contigo? – me preguntó.

– Te gustaría, ah ? – le dije sonriendo y sentándome en su falda. Durante toda la película me estuvo haciendo cariños, tuve que detenerlo para que no siguiera.

– Déjame ver la película  – le decía.

Hasta puso mi mano en su erección. Éso me gustaba pero bajaba mis barreras de auto protección.

– Sólo para que duermas tranquila, no te voy a hacer nada  –

– Sabes que me gustaría, pero también sabes que no puedes prometer nada que no vas a cumplir  –

– Te prometo que no va a pasar nada, sólo quiero dormir contigo  –

– Si tuvieras un condón te dejo dormir conmigo  – estaba sentada en su erección y me gustaba.

– Tienes uno? –

– No, pero ponemos una almohada entre los dos –

– No, hasta mañana y que duermas bien  – le dije dándole un beso en los labios.

Con eso de la almohada estuvo a punto de convencerme, pero no, el riesgo es muy alto.

Cerré la puerta con pestillos y me acosté. Me costó quedarme dormida pensando en que si le hubiera dicho que si a mi hermano, ahora estaríamos abrazados. Pero no, eso no puede ser.

Estaba pensando en lo rico que sería dormir con él, cuando sonó el mismo ruido de la chapa al abrirse. Pensé que era mi hermano tratando de entrar pero la puerta está con pestillos. Si insiste le voy a abrir.

La puerta comenzó a abrirse lentamente. Pero si estoy segura de que le eché pestillos por dentro, pensaba y la puerta seguía abriéndose. Me quedé esperando ver a mi hermano entrar, pero no era mi hermano. La cabeza negra se asomó y el brillo de sus ojos me aterrorizó. Comenzó a entrar sigilosamente y cerró la puerta detrás suyo.

– ¡! PAPÁ  !! – grité con todas mis fuerzas.

La sombra comenzó a caminar. Los golpes en la puerta lo hicieron desaparecer. Los golpes siguieron cada vez más fuerte. Me levanté saque los pestillos y abrí la puerta.

– Estaba aquí adentro  – dije abrazándo a mi papá.

– Pero no hay nadie – dijo mi hermano.

– Pero hija, la puerta estaba cerrada por dentro  – dijo mi mamá.

– No cierre más la puerta por dentro, no ve que no podemos entrar si necesita ayuda  – dijo mi papá.

Ya me había dado cuenta de que los pestillos no servían. Yo todavía estaba temblando abrazando fuertemente a mi papá.

– Ya, vuelva a la cama  – dijo mi papá.

– Quédate conmigo  – le dije .

Caminamos hasta la cama, mi mamá y mi hermano se fueron a acostar. Mi papá me abrazó por atrás y su mano sobre uno de mis senos, donde yo la había puesto, acariciando mi pezón con el dedo pulgar. También comencé a sentir su erección y me acomodé en ella. Con mi papá estaba segura.

Hasta comencé a tener un sueño erótico. Desperté justo antes del orgasmo, estaba sola, no recuerdo de qué se trataba el sueño, pero estaba mojada, muy mojada.

– Estás bien? – me preguntó mi hermano mientras íbamos caminando al colegio.

– Si, ya sé me pasó todo  –

–  Te dije que durmieras conmigo  –

– A la noche, pero compra un condón  –

– Sí, cuando salgamos pasamos a la farmacia.

Esa noche el me mostró el condón mientras veíamos televisión, mi mamá estaba limpiando la cocina y mi papá acostado. Me puse nerviosa, no es que no quisiera acostarme con él, pero estaba claro lo que iba a pasar, íbamos a acostarnos a tener sexo. Así de simple.

Antes de acostarme fui al baño, como todas las noches, hice mis necesidades, me lavé y me cepillé los dientes.

Dejé la puerta abierta, me desnudé y me acosté. A los 5 minutos llegó mi hermano, se sacó los slip y se acostó a mí lado. Comenzamos con besos y caricias, para que no fuera tan en frío.

– Te gustaría chupármelo? –

Hacia años desde la última vez, ahora lo tenía más grande, bueno ahora tenía 18 años, ya era todo un hombre.

Me puse en 4 vuelta al revés y poco a poco fui avanzando. Primero le di besitos, después pasé mi lengua por su glande. El metió su cabeza entre mis piernas y comenzó a lamerme. Se sentía tan rico que quería comérmelo todo, lo tragaba hasta mi garganta y él me chupaba todo, metía su lengua en mi vagina y me hizo explotar de placer. Tragué con ansias toda su leche y quedé flotando.

La última ves que hicimos el amor estuvo rico, pero lo de ahora estuvo genial. No recuerdo haberme sentido así cuando antes me la chupaba. Era rico y me gustaba que me la chupara. Yo se lo pedía. Sería porque todo el día estaba esperando el momento?

– Te amo, hermanita  – me dijo al oído después de que me acosté a su lado de nuevo.

– Yo también te amo, hermanito  –

Sonaba rico, excitante que me lo dijera y no sólo que lo dijera, sino cómo me lo decía. Con amor, pasión y deseo. Nos besamos largo rato mientras lo acariciaba.

– Ponte el condón, te necesito adentro  –

Me acomodé de espaldas expectante. Hacia tres años que no lo hacíamos. Se puso el condón, me levantó las piernas y yo lo ubiqué a la entrada de mi vagina.

– Estas lista ? –

– Si, pero despacito  –

Lentamente comenzó a entrar, estaba tan mojada que no hubo ningún problema en la penetración, fue lenta y suave. Me tapé la boca con la mano para ahogar un quejido mientras nos mirábamos a los ojos. Que sensación más deliciosa, no sentía lo mismo a los 11 años. Ahora con 15 años era muy diferente, lo gozaba centímetro a centímetro. Me volví loca, impetuosa llena de deseos.

– Quiero más, dame mas  – le decía al oído. Nada importaba, no existía nadie más que nosotros dos. No pensaba que podían escucharnos o vernos haciendo el amor y tampoco me importaba.

El orgasmo final fue a toda orquesta, como dicen. Él me lo sacó, se sacó el condón, lo ató y lo botó. Nos abrazamos, nos dijimos cosas lindas y nos quedamos dormidos.

Al otro día de nuevo al colegio. Sólo que esta vez, nuevamente íbamos tomados de la mano. Yo lo miraba de reojo, mi hermano es un muchacho grande, bien parecido, con un buen estado físico, me amaba y yo a él.

No hablamos nada, no había nada que decir y cualquier cosa nos las decíamos con la mirada. Me sentía feliz.

Capítulo 3

Pasaron varios día y la sombra no volvió. Mi hermano compró un pac de tres condones. Ocupábamos uno cada vez y no era todos los días.

La puerta la cerraba si pestillo. No podia no cerrarla porque estaba todo el rato mirando hacia la puerta. Habían pasado 10 dias de la última aparición. Ya dormía más tranquila.

– Hija, estás durmiendo bien? No has tenido más pesadillas? – me preguntó mi papá.

– No, no han vuelto –

– Estas durmiendo con tu hermano? – la pregunta me pilló de sorpresa.

– No, si, aveces cuando me da miedo  –  dije algo turbada.

– La otra noche me levanté al baño y fui a ver cómo estabas y los vi a los dos acostados  – nos habrá visto? Me pregunté.

– Ah, sí, seguramente. Debo haber estado asustada  –

– Estas tomando anticonceptivas ? – no supe qué responder.

– Está bien, yo te voy a comprar, pero que no sepa tú mamá. No quiero que te embaraces a lo 15 años  – estaba claro que sabía todo, tiene que habernos visto cogiendo.

– Gracias papá, te amo  – tomé su cara con mis dos manos y le di un suave beso en los labios, después lo abracé y nos quedamos un ratito así.

Al otro día me entregó una caja con píldoras para un mes.

– Es una píldora diaria, no significa que pueden coger todos los dias. Tienes que seguir las indicaciones de la caja  – me lo dijo como lo más natural.

Comencé a tomar las píldoras, no le dije nada a mi hermano, iba a querer acostarse todos los días conmigo.

Un ruido me despertó, era el click de la chapa de la puerta. Me quedé mirando la puerta y la sombra asomó la cabeza.

Quise gritar, llamar a mi hermano, pero la voz no me salía, la sombra siguió avanzando, me tapé la cara con la sábana. Me la arrancó de un tirón. Se sacó su miembro y me lo mostró. Crucé mis brazos y mis piernas. Me tapó la boca y la nariz, luché para que me dejara respirar, en la lucha ya estaba entre mis piernas penetrándome con fuerza. La cama rechinaba y se azotaba contra la pared, traté de empujarlo pero era muy fuerte, puso una mano en mi garganta y comenzó a apretar.

– Despierta, estás bien? – era mi hermano el que me abrazaba.

– Me iba a matar, me estaba ahorcando  – le dije llorando.

– Está bien, ya pasó, yo estoy aquí  – me dijo.

– Qué pasó? Porqué lloras hija? – me preguntó mi papá.

Lo abracé y le conté el sueño. Era muy real para mí, pero era un sueño. De eso estaba segura.

– Quédate con ella  – le dijo a mi hermano y se fue.

Mi hermano se quedó, me abrazó y me hizo cariño hasta que me quedé dormida. Después de la experiencia que tuve en el sueño, no quería nada más y él lo entendió. Dormimos abrazados y a pesar de su erección, no me penetró, cosa que le agradecí.

En la mañana desperté con su erección entre mis piernas, se sentía rico.

– Vamos a ducharnos  – dijo

Hacia años que no nos duchábamos juntos, me lavó y yo lo lavé. Salimos de la ducha nos secamos  y cada uno fue a su pieza a ponerse el uniforme del colegio.

– Hola hija, cómo estás? Me contó tu papá que habías tenido otra pesadilla  –

– Hola mamá, si fue terrible, por suerte llegó Iván y me salvó  – le dije dándole un beso en la mejilla.

Cuando íbamos caminando con mi hermano de la mano al colegio, le di las gracias.

– Era sólo un sueño, sólo te desperté  –

– Si, pero dormiste conmigo y no me penetraste  –

– No te voy a decir que no me dieron ganas, pero me aguanté, no tenía condones –

– Así que sólo por éso? –

– No, estoy bromeando, no lo hubiera hecho ni aunque hubiera tenido condones, estabas muy asustada y complicada. Otro día será con mejores condiciones –

– Por eso te amo, estoy tomando anticonceptivas  –

– Y no me habías dicho nada? –

– No quería que porque estoy tomando anticonceptivas, me hagas el amor todos los días  –

– De donde las sacaste? – me preguntó.

– Me las compró mi papá, nos vio cogiendo y me dijo que no quería que me embarazara. También me dijo que no significaba que podíamos coger todos los días  –

– Sólo cuando tú quieras  – dijo él.

En la noche estábamos viendo la televisión sentados en el sofá haciéndonos cariños.

– Vamos a acostarnos  – le dije.

– Puedo acostarme contigo? –

– Si, te necesito y no quiero tener otra pesadilla  –

Nos desnudamos completamente, nos acostamos, nos besamos, nos acariciamos y nos chupamos.

Después hicimos el amor, tiernamente y con mucha pasión y deseo después.

No controlé mis quejidos y seguramente mi papá me escuchó y pensó que me pasaba algo.

Claro que me pasaba, me hermano me cogía con fuerza y profundamente. Miraba a mi papá parado en la puerta mirándome, mi hermano no se dio cuenta. No se si fue mi hermano o que mi papá me viera cogiendo con mi hermano, comencé a tener un orgasmo y no podía dejar de mirar a mi papá a los ojos.

Lo siento papá, pero no puedo evitarlo,  le decía mentalmente. Hasta estire una mano hacia él. Pero desapareció de la puerta. Terminé mi orgasmo con convulciones como nunca había tenido. Eso fue muy extraño.

Después dormí plácidamente abrazada por mi hermano que me daba seguridad.

Por RISEVA

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