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lunes, 31 de agosto de 2020

Scandal on the Other Side

 

Un sórdido programa de cable sensacionalista expone escándalos de comedia de situación detrás de escena con la ayuda de un grupo de papparazzi sórdidos, a medida que el presentador ninfómano del programa se obsesiona cada vez más con sus invitados.

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Parte 1
Parte 2
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Marujas al poder, Comix

 



Humedeciendo tus Nalgas...


Qué no daría por volver a dormir con mi madre..

Siempre dormí con ella en la misma cama. La pobreza fue la primera razón, en una sola cama pasábamos la noche mis padres mi hermana mayor y yo. Luego fue la costumbre, ya que los ingresos aumentaron y nos mudamos a una casa más cómoda, pero yo seguí durmiendo con mi madre.

Yo la abrazaba mientras dormíamos. Era un placer sentir sus formas, sus ricas curvas, porque mi madre era y es bonita, su cuerpo es llenito, tiene unos senos redondos y enormes, ricas tetas mamé de pequeño, además es blanquita por todos lados, quebradita, potona, y cada centímetro de su piel despedía un perfume de ensueño. Su altura es de un metro sesenta y ocho y entonces ella andaba por los 45 años. Ahora que lo pienso, monumento de mujer, deseable.

No recuerdo como empezó todo pues desde siempre he tenido licencia para jugar con sus senos. A veces ella misma para halagar el amor de madre que me tenía me decía jugando "venga mi hijo a tomar su tetita, venga mi bebé" y se descubría un seno acercándolo a mi boca. Lo recuerdo y era una broma de amor, nada de sexo, nada de morbosidad, tanto así que entonces en efecto yo le chupaba el pezón. Recuerdo también que acariciaba sus piernas mientras dormíamos. Ella al sentir mi mano en la noche se volteaba, me besaba la mejilla y me decía "ya duerme hijito mío" o "quieta esa mano", nunca un reproche.


Cuando crecí, quizá a los 8 o 9 años ya se me paraba el pene cuando la abrazaba. Cuando ella lo sentía me mandaba a orinar. Una vez le pregunté por qué se me paraba así y ella me dijo que era porque yo tenía ganas de orinar, que a todos los hombres se les para. Entonces cuando dormía con ella siempre que me sentía armado me mandaba a orinar, yo lo hacía, me acariciaba el pene un poco y volvía tan armado como había salido. Ella le restaba importancia, ignoraba mis caricias sobre su cuerpo.

Mi padre murió cuando yo tenía once. Mi hermana mayor volvió a acompañarnos en la cama, pero al otro lado de mi madre. Todos estábamos destrozados, eso nos unió más. Mi madre ya no le tomaba atención a mis erecciones nocturnas, las consentía. Yo ya no me satisfacía con acariciarle las piernas, comencé a sobarme en ellas con mi pubis. Ella se dejaba. Siempre ignoraba mis arremetidas.

Definitivamente ella sabía que la estaba paleteando. Mi pantaloneta se humedecía de tanto líquido lubricante que yo soltaba, ella sentía esa humedad, no se inquietaba, solo algunas veces retiraba su cuerpo. Muchas noches, casi como jugando me abrazaba frente a frente con ella y yo hundía mi rostro entre sus enormes senos, apretándola a mí, arrimándole el pene duro y dispuesto entre sus piernas. Ella me abrazaba cariñosa, con movimiento de madre me acariciaba la cabeza, me engreía, me besaba tiernamente.

Mi hermana no toleraba mis niñerías y me decía que yo era un aniñado, mimoso y marica, muy pronto ella prefirió volver a su dormitorio, yo me quedé con mamá, con sus senos, sus piernas, sus caricias.

Cuando cumplí trece años mi atención se sentó en sus nalgas. Su duro trasero fue víctima de mis arremetidas. Comencé a tocarlo pero mi madre tiernamente me pedía que no lo haga. Fue lo primero que me negó, aunque sí permitía que acerque mi pubis a sus nalgas. Yo empezaba a intuir que no era normal acariciar tanto a la madre, pero me gustaba. Me hacía el niño de siempre y me sobaba fuertemente, hasta donde ella me permitía, pues aveces de manera amorosa pero decidida me mandaba a estar quieto. Era gracioso pero mientras yo la paleteaba veíamos la televisión, mientras gozaba con su cuerpo comentábamos la película, repasábamos algunas anécdotas, me preguntaba sobre asuntos del colegio y hasta me decía que no olvide rezar antes de dormir. Yo para entonces ya la sobaba delicadamente, sin movimientos groseros, con respeto. Ella me dejaba hacerlo. Fue la época en que tuve mas conciencia de la carga sexual que existía en esto pues comencé a masturbarme pensando en su trasero. Aveces la espiaba, porque ella no me dejaba verla desnuda, mis ojos buscaban su culo blanco y mas de una vez la ví bañándose desnuda, vi como sus tetazas se movían en el vaivén del aseo personal. La deseaba.

El colegio es fuente de conocimiento, los compañeros de clase hablan de sexo y sus ricuras, yo aprendí que no es por el culo por donde las mujeres dan placer, sino por delante, por la chucha. Entonces empecé a fijarme en la chucha de mi madre. De noche, mientras ella dormía se la acariciaba por encima de la trusa. Yo echado a su lado bajaba mi mano a sus nalgas, sus muslos, su chucha. Sobre su calzón sentía sus labios vaginales, imponentes, su clítoris, cómo éste se hinchaba a mi contacto, la acariciaba toda. Una vez despertó de tanto toqueteo y entre dormida y despierta me dijo que me esté quieto y siguió durmiendo. Otras veces más atrevido comenzaba a meter mis dedos por entre su calzón para sentir piel a piel su sexo. Si despertaba yo sacaba mi mano y me movía de tal forma que ella piense que despertaba por mis apretadas de cuerpo entero.

No sé realmente como llegué a tanto. No hubo palabras ni consenso. No hubo comentarios ni complicidad, yo podía paletearla, poner mi pieza en sus nalgas, sobarle amorosamente los senos y besuquearla, pero siempre lo hacía fingiendo caricias amorosas, como si estos actos no tuvieran carga sexual. Parece que mi madre quería creer que no los tenían. Parece que ella gozaba de mis arremetidas pero prefería creer que eran goces de madre a hijo y no placer sexual. Pero su trasero era mío. Deliciosamente mío. Y digo esto porque una vez me vacié de tanto sobarla dormida, le mojé la trusa, los muslos. Del placer de la venida moví como loco mi pene en su raja, buscando una introducción que no podía producirse. Ella no me sintió, o no quiso sentirme y además ni se inmutó. Siguió durmiendo como si nada. Nunca me dijo nada sobre lo sucedido, supongo que la mañana siguiente notó la leche seca en su piel y en su trusa, no sé. Nuestra vida cotidiana era de lo mas normal, nos llevábamos como toda madre e hijo, no se hablaba de sexo para nada, ni un solo consejo recibí de ella, yo diría que no tenía mayor interés sexual, no tenía apetito, qué se yo.

Hubo una noche en que ella llegó de una reunión familiar con muchos tragos de más. Yo que entonces dormía desperté y celoso a pesar de mis trece años le reproché el estado en que llegaba; ella me oía mientras se desvestía y se metió en la cama. Luego me abrazó tiernamente, acalló mis reproches, me dijo cosas bonitas y se durmió. Entonces yo recién caí en que sus enormes senos estaban a pocos centímetros de mi boca. En la penumbra podía notar sus curvas con claridad, así que empecé a besárselos cada vez con más pasión. Ella no me sentía, solo despedía de su boca un aliento a licor y parranda: estaba ebria. Esta situación me llenó de arrechura, acerqué mi cuerpo a ella, mientras sobaba mi mejilla en sus tetas le acaricié el cuerpo como sabía hacerlo, toqué sus muslos con más atrevimiento, ella nada, dormida. Haciéndome su bebé con una mano repasé su nalga, sentí el calzón suelto sobre su piel, no tan tenso como en oportunidades anteriores, noté que podía meter mi mano en sus orificios, así lo hice, sobé suavemente su vulva, me atreví mas y mojé en mi boca el dedo índice de mi mano. Leve pero decididamente introduje mi dedo en su vagina húmeda, ingresó relativamente fácil, saqué mi dedo y me lo olí con placer, olor a sexo de mujer, nunca lo había sentido, rico, me chupé el dedo con enfermizo deseo pues ella era mía y así sellaba yo mi sentencia.

Por supuesto que mi pene estaba parado y buscando su cuerpo. Luego del calentamiento y goteando de ganas tomé mi pene por un lado de mi pantaloneta y estiré la entrepierna del calzón de mi madre para colocárselo allí, en su chucha. La cabeza tocó su puerta. A pesar de la inexperiencia de mis años la posición fue apropiada para colocarlo de manera agraciada en su vulva. Como había sentido un leve acomodo de mi glande en ese frondoso cuerpo no hice mas que retirar mi mano mientras mi pene no se desacomodaba. Allí, con el corazón al tope, explotando de emoción, temor y placer hundí mi rostro en sus tetas y acerqué mucho mas mi cuerpo a ella. Como no despertaba hice un leve movimiento para acercarme mas a su pelvis, ya mi rostro no estaba en sus tetas sino a la altura de su quijada. Con mi brazo sobre su talle me sujeté a ella, sentía que tenía espacio para iniciar la introducción, pero me daba miedo. Me latía el trozo de carne como pidiéndome atrevimiento, yo dudaba pero en lo rico de la posición mi glande comenzaba a resbalarse hacia dentro de su vagina; que sabia es la naturaleza, mi humedad había lubricado el camino, empujé un poquito, sí, un poquito y mientras entraba mi pequeño pene a esa deliciosa caverna me vine en un explosivo orgasmo, en un soñado placer que me hizo olvidar la delicada situación, empujé con fuerza toda mi masculinidad mientras seguía vaceándome, escupí todo mi semen dentro de ella, mi mano se aferró fuerte a su nalga para que la penetración sea total, entré fácil pues su concha era grande para mí, toda mi leche se la di, casi gimiendo me hice hombre en la chucha de mi madre.

La mañana siguiente era domingo, ella se levantó mas tarde que de costumbre, había dormido la mona, yo en cambio me había despertado tempranísimo y salí a la calle a ver a los amigotes, con un sentimiento de culpabilidad enorme, con el temor de que mi madre me increpara mi aberración. Ella no lo hizo. Diríase que nunca la había penetrado, que nunca la había llenado de mi leche. Ella era la misma, todo siguió normal entre nosotros, los abrazos acostumbrados, las licencias de siempre. Desde entonces comencé a razonar un poco mas, a creer que ella sabía lo que le hacía y lo consentía. Decidí ser más atrevido con ella, ver hasta donde estaba dispuesta a tolerarme.

Luego de esa mi primera cogida me obsesioné por repetir el placer. Mi madre no llegaba borracha todos los días, pero mi pincho la esperaba siempre armado y dispuesto al delicioso paleteo. Es gracioso pero mi madre me dejaba sobarla, yo andaba casi a explotar por sus nalgas, a veces en plena risa por alguna gracia en la televisión yo aprovechaba los movimientos para sobarla con mas atrevimiento, ella como siempre no decía nada. Lo que recuerdo es que en esos días cuando ella ya quería dormir me decía "anda ya a orinar" y yo entendía que lo hacía porque quería dormir, como diciéndome que ya pare de tenerlo tan duro. Me iba al baño y cuando regresaba a la cama ella ya estaba acomodada como para negarme su trasero. El placer estaba concluido, salvo algunas noches en que estaba tan arrecho que tenía que optar por cogerla dormida. Como ella era quebrada siempre me encontraba con su trasero levantado, sus nalgas eran de esas que parecieran que se abren cuando las rodillas se juntan. De manera solapada y sin despertarla me vacié allí muchas veces, sobre su calzón, su pierna, también sobre mi mano que apretaba duramente mi miembro, y también se lo habré metido así unas diez veces, vaceándome la mitad de las veces, gozando a mil, pero, no sé si me entienden, el hombre quiere siempre más.

No basta coger un cuerpo dormido, yo quería sentir que ella se me entregue, se mueva a mi ritmo, que sea mi mujer. A pesar de mis quizá quince años, yo quería cachar como se debía con mi madre. Es por eso que cometí un exceso. Una noche en que ella dormía y luego de gozarla por buen rato llegué a colocar mi pene en la entrada de su vagina Yo superarrecho estaba empezando a clavarla cuando ella despertó, no se si realmente pero se mostró como sorprendida e impresionada, yo empujé con fuerza mientras ella movía su cuerpo como reaccionando a lo que pasaba, ingresó algo mi pene, que rico placer, ella en un movimiento mecánico empujó su trasero hacia mí y se lo insertó todito, yo me aferré a su muslo y ella pretendió levantarse, ese su movimiento no hacía mas que darme sensaciones de mete y saca profundas y creí que era adrede de su parte, me dije por fin se me va entregar a plenitud, pero no, ella quería reincorporarse para liberarse de mi arremetida, de la violación.

Ese acto fue abierto y sin disfraces, ambos teníamos claro lo que estaba pasando, mi situación era de desesperación, no quería perder el placer que estaba sintiendo clavándole mi sable a mi carnosa madre, me mostré tal y como eran las cosas, le decía "déjame, déjame" o algo así, y seguía follándola, ella gritó "no" y con fuerza trataba de liberarse, fueron segundos que duraron una eternidad para mí, sentí un extraño placer al verla que se sabía cogida, que no existían secretos, que ambos éramos conscientes que estábamos teniendo sexo. Me acomodé su culo sin reparos, de maravilla, el sentir sus movimientos agitados no hizo mas que apurar mi orgasmo, por nunca iba a quedarme con las ganas, la apretaba fuerte, pero más pudo su fuerza, su mano cogió la base de mi pene para retirarlo de su vagina y de un movimiento de cadera se liberó de la cachada que le estaba propinando, mi semen se soltó al aire, a su mano, su calzón, sus nalgas sus muslos, ella veía todo, decía algo así como "qué es esto", como si no lo hubiese sospechado nunca, como si yo fuese un depravado, como si solo había malinterpretado su cariño de madre, como si ella no se merecía ese momento. Me dijo mil cosas que no quiero recordar pero su timbre me decía que estaba furiosa pero sufriendo, tomó una sábana y se limpió su mano, su sexo y sus piernas, cubriéndose, dándome la espalda, mostrando todo su pudor, y yo me tapé el miembro con las manos, salí disparado de la habitación y lloré. Realmente no sé si lloré por lo incómodo de la situación o porque sentí rabia de ser rechazado, mi deseado culo no quería ser mío, sentimientos mezclados pero que me hicieron muy infeliz.

Prácticamente allí acabó nuestra historia. Mi madre estuvo molesta conmigo mucho tiempo, nunca más me dejó dormir con ella, extrañamente se sintió muy ofendida como madre y mujer, nunca lo entendí, acaso fue solo una ilusión mía, yo pensé que ella consentía todo los placeres que me daba pero mostró todo lo contrario, se alejó de mí. Nunca más fue la misma, yo que fui dueño de sus tetas, de su trasero, yo que la hice mía muchas veces la perdí sólo por no dejar las cosas como estaban, por no seguir poseyéndola en ese engaño que tal vez ella prefirió vivir, por querer tenerla sin disfraces, de verdad, por querer blanquear la situación, por intentar que lo nuestro sea pleno. Pero para mi mala suerte ella me mostró que, al menos para ella, lo nuestro era solo cosa mía.

Por Doctorcerebro

viernes, 28 de agosto de 2020

Indecent Behavior 3

 


Una terapeuta sexual se ve obligada a cooperar con la policía para localizar a un asesino que ha estado apuntando a otros terapeutas sexuales usándola como señuelo.

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Marujas a la cocina, Comix




Su sobrina


Este es un relato real, vivido en Medellín Colombia, la historia narra como me tire a una de las sobrinas de mi mujer en su propia casa y con toda la familia allí.

Yo llevaba un año de convivir con Enith, era una mujer de 1.75 mts, grandes tetas, un culo redondo grande y rico y sus tetas grandes y firme de pezones ricos, ella era una mujer de 18 años su cara muy linda a tal punto que fue candidata a ser reina y por demás basquetbolista lo que la hacia con unas piernas y una figura envidiable.

La familia de Enith me apreciaba mucho y como vivíamos en un poblado cerca de Medellín acostumbrábamos a ir a pasear algunos fines de semana a la casa de Amparo su hermana mayor, vale la pena decir que Amparo poseía unos rasgos semejantes a Enith y pese a sus 33 años era una mujer que levantaba sus miradas, Amparo vivía con su esposo Carlos quien tiene un mini mercado en el barrio muy cerca de la casa de habitación y dicho matrimonio tenia 3 hijos un varón de 10 años y 2 niñas Erica de cara linda y una cola envidiable que me relamía por tenerla quien tenia 15 años y a la que varias veces vi. Desnuda o en su ropa interior y tenían a Aída una morena de 12 años, con gran cola y senos desarrollados, sus piernas parecían de patinadora y una cara lindísima. Aída tenia fama desde pequeña de gustarle jugar con niños desnudos, ¡vaya que nació con un gran amor por la verga y el sexo!

La casa de la Familia era una casa sencilla pero con lujos de 3 alcobas distribuidas así: La principal para la pareja de padres, una pequeña que servia de estudio y dormitorio del niño y la otra que tenía 2 camarotes en la que dormían las niñas. Por determinación de la familia Enith y Yo dormíamos en uno de los camarotes de la alcoba de las niñas en el del frente dormían arriba Aída y al frente nuestro Erica, vale la pena anotar que esa familia me tenia demasiada confianza y tanto Amparo como la Otra hermana Patricia dormía en la misma alcoba que yo y ellas se vestían y desvestían sin prejuicios delante mió.

Con el pasar del tiempo Aída fue cogiendo confianza conmigo y yo aprovechaba cuando estábamos solos en algún lugar de la casa para decirle piropos y hacer que ella centrara su atención en mi así hasta llegar a juegos suaves de manos en la que yo "aprovechaba" y tocaba su rico culo o sus buenas tetas y de vez en cuando su rica raja.

Ese sábado había un evento cerca por lo que el trabajo en el minimercado se aumento siendo necesario que Amparo, Enith y Erica ayudaran allí a Don Carlos y el niño se fue con sus amiguitos a la cicloruta, como a mi no me gustaba meterme a aquel negocio y estaba cansado por el viaje le comunique a la familia que iría a dormir temprano y me prepare para ello. Aída estaba frente a la alcoba que ocupábamos con la puerta abierta estudiando y yo aproveche para cambiarme estando en un lugar que sabía que ella me vería. Cuando me cambiaba sonaba el timbre del mercado pidiendo elementos necesarios allí para trabajar y Aída y yo jugueteábamos a ver quien las llevaba y aprovechábamos para besarnos y toquetearnos, así una vez bajaba a llevar lo necesario la rica Aída y otra yo, hasta que les comunique que me iría a dormir ya y me dijeron que estaba bien, que descansar y pasara una buena noche.

Al llegar a la habitación me acosté y me dispuse a dormir, cerré la puerta pero no note que estaba con seguro, al cabo de 10 minutos aproximadamente llamaron a la puerta era Aída que me pedía que le abriera por que se acostaría a dormir, le abrí y sorpresa estaba con un camisón blanco casi transparente que permitía ver sus pezones negros y su tanguita brasilera de hilo color rojo, eso me encendió y de inmediato mi verga se puso dura pero sin comentarios me dispuse a regresar a mi cama cuando ella me llamo y me pidió que le ayudara a colocar la colchoneta en el piso por que hacia mucho calor, así lo hice y ella luego de que adecuo su sitio para dormir apago al luz y me dijo buenas noches, yo le respondí: -Ponle seguro a la puerta y dame el besito de buenas noches, ella no dijo nada y se levanto y cerro la puerta con seguro, luego se arrimo y me dio un beso en la mejilla buenas noches, le respondí buenas noches ven te doy el beso se acerco y fue cuando la tome y bese sus labios, le metí la lengua y ella acepto, nos dejamos por un instante y le dije te gusto y me respondió mucho. Te puedo dar otro mejor lo quieres? y me reto como cuando jugábamos a que no es mejor. Cuando dijo esto la tome y me le acosté al lado suyo besándola apasionadamente metiendo mi lengua a la vez que buscaba la parte inferior de su batola, al encontrarla la subí y empecé a buscar sus senos los acaricie y bese y ella empezó a gemir luego con la otra mano corrí su tanguita y sentí unos deliciosos bellos que apenas crecían toque su vagina y estaba demasiado mojada, le dije te Gusta y no respondió solo tomo mi cara y la llevo a sus senos.

Con mi cara y mi boca lamiendo sus senos aproveche y con una de mis manos acariciaba su rica rajita que ya estaba demasiado mojada, sin decir nada fui bajando y llegue a su rajita la empecé a besar y meter mi lengua, en ese momento escuche que empezaba a gemir y me decía sigue así méteme el dedo, le hice caso y le metí el dedo ya estaba lista para penetrarla pero deseaba que chupara mi verga, por lo que me quite y tome su mano para llevarla a que cogiera mi verga lo hizo y empezó a pajearme le dije chupala ella dijo como es muy grande y le dije haz de cuenta que es un helado y le sacaras toda la leche, así lo hizo primero la lamía, luego chupaba y chupaba parecía que le gustaba demasiado y cuando menos pensaba le solté un chorro de leche que la asusto y saco mi verga de su boquita, mi leche voló por su cara y sus pechos.

Luego me dijo méteme la verga le dije si la chupas de nuevo te la meteré y empezó de nuevo no se demoro para ponerme a mil y estaba yo chupando su rajita cuando decidido y sin pensarlo 2 veces saque mi verga y apunte a su rajita y la metí de una aaaaaaaggggggg que rico dijo sigue así, empecé a bombear mi verga dentro de su vaginita estaba apretada y caliente, aun no olvido esa imagen ella tirada con las piernas apoyadas sobre sus pies y su tanguita corrida a un lado y con la verga adentro diciendo que rico mas dale mas s¡¡¡¡¡¡ Y así lo hice le di mas y mas y mas y en esas sonó la puerta

Me hice el dormido y ella abrió era su hermana que recogía algo para llevar al negocio, al salir la hermana de nuevo cerro y puso el seguro alo que le dije a Aída así no me vas a dejar ven que te quiero seguir y la tome la senté en un escritorio del camarote y metí de nuevo mi verga y le di ella gemía y pedía mas luego la puse de espaldas estando de pie ambos y se la metí así me vine y le heche mi leche dentro y a dormir…..

Hoy deseo volver a ver a Aída y darle huevo.

Por efe

Foto de Familia, una historia original de Kama Taruk

Este septiembre en la compra de la revista LASCIVIA, recibe de regalo un relato de original de uno de los autores consentidos de este blog. Foto de Familia es un relato largo de incesto, abuso estupro y un sin fin de situaciones eróticas y perversas, adéntrate en la mente de uno de los autores más prolíferos de sexo de los últimos años, Kama Taruk es GARANTIA en la satisfacción de tus sentidos.

Recuerda "SOLO EN LA COMPRA DE LASCIVIA DE SEPTIEMBRE"

jueves, 27 de agosto de 2020

Dos hermanitos


Fue en verano pero pudo se en cualquier época del año, cuando mi vista empezó a fijarse en mi hermana. Empezaba en nosotros la adolescencia y con ella a descubrir los placeres que nos proporcionaba nuestro cuerpo.

Quien en esa época no andaba revolucionado con sus hormonas y se fijaba en el sexo contrario como fuente de placer.

Ya se que vais a decir que no esta bien fijarse en el cuerpo de un hermano/ hermana pero a veces tira más nuestras ganas de saciar nuestro apetito sexual que nos olvidamos de todo lo demás, de los vínculos que nos unen a la persona que nos atrae, quizás algunos nos sintamos atraídos por que lo tenemos delante nuestra y vemos ese precioso cuerpo al lado nuestro.

Y quien de golpe y sin saber empezamos a ver a nuestros o nuestras hermanas de otra manera ya no como algo familiar que estuvo creciendo con nosotros jugando al lado nuestro desde siempre.

Nosotros nos bañábamos desnudos de pequeños en la misma bañera y no teníamos recato alguno como niños que éramos en que nos viésemos desnudos.


Incluso alguna vez jugábamos a los médicos y nos bajábamos nuestra ropa interior poniéndonos a manosearnos yo le andaba por su coñito con mis inocentes manos le habría sus labios le tocaba sus bultitos hasta que me tocaba a mí. Yo acostado como antes estuvo ella no apartaba la vista de mi sexo acariciándolo y moviéndolo me bajaba y subía la piel de mi pequeño miembro se en endurecía y se hacia un poco más grande en sus manos para volver a bajarse y volver subir me decía – mira… mira como se pone se estira y se encoge jajaja. A ella le hacia mucha gracia me tocaba los huevos y me gustaba sentía placer pero no sabia porque ni para que servia lo que tenia me extrañaba como teníamos todo tan distinto. Más que nada era todo sin malicia mas bien el hecho de curiosear lo que no veíamos a menudo pero todo a esas edades no hay malicia ninguna, solo curiosidad.

Con el tiempo vamos creciendo atrás van quedando nuestros juegos infantiles, con el despertar de nuestros instintos sexuales empezamos a escondernos lo que antes nos parecía tan natura vernos desnudos sin darnos cuenta empezamos a verlo de otra manera y a asentir vergüenza.

Y digo que fue en verano cuando empecé fijarme más en mi hermana como una mujercita preciosa que era. Alta ojos claros pelo marrón claro melena y un buen cuerpo, con unos pechos bien desarrollados. Y con vaqueros ajustados o faldas cortitas, y blusas también ajustados que hacia destacar aún más sus pechos.

Los primeros días de un verano que empezamos a ir toda la familia a la playa, cuando llegamos con todo el ajetreo de encontrar aparcamiento y sitio donde situarnos, nos pusimos en ropa de baño, mire a mi hermana como se desnudaba y quede tonto del cuerpazo que tenia de las que allí estaban era la que más buena estaba, tenia 16 años pero era una preciosidad de mujer ya desarrollada, no me separe de ella en todo el momento fuimos a bañarnos juntos paseamos y yo presumiendo de ella.

Lo mejor de todo fue cuando ya nos volvíamos, como estuvimos casi todo el rato hasta que ya era tarde en el mar los bañadores los tiñamos mojados.

Y nuestros padres se querían marchar.

- venga vamos que ya es tarde y no vamos quedar toda la noche, dijo mi padre

- jo pues tengo el bañador completamente mojado, dijo mi hermana a mi madre

- pues que te ayude tu hermano, ponte una toalla encima y te cambias mientras vamos llevando las cosas al coche.

Así fue, le sujete la toalla

- no mires eh, riéndose dijo mi hermana, ahora si, que no traje ropa interior solo vine con el bañador puesto, mierda y mierda volvió a decir.

Bueno tráeme la blusa y la falda de esa bolsa haz favor.

Se la acerque, le volví a sujetar la toalla, serian ya las 21horas en esos momentos apenas quedaba gente solo algunos rezagados como nosotros que esperaban al ultimo rayo de sol y no encontrar caravanas.

Se quito la parte de arriba del bañador y yo mirando hacia otro lado pero de reojo no le sacaba la vista, creo que ella se dio cuenta aunque miraba hacia abajo para no encontrarse con la mía y no le importo, todo lo contrario hasta seguro que le gusto que la viera ya que lo mas normal seria que se diese la vuelta para cambiarse.

El sol estaba poniéndose una luz dorada apagándose se reflejaba en ella que aún la hacia parecer mas bella, su melena descansando en su dorado cuerpo.

Mire entonces esos preciosos pechos redondos, destacando su blancura con el resto del cuerpo se notaba donde había estado el bañador. Vino un poco de brisa y por un momento se le puso la piel de gallina, los pezones se le levantaron y alcanzando más tamaño, sus pechos se apretaron aún más las aureolas marrones claras que circundaban sus pezones se encogieron, cambiando a un color mas oscuro las tenia muy duras porque ni cuando se movió para coger la blusa que yo la tenia en mi hombro la muy cabrona y perdonar la expresión que no lo digo por faltarle ni muchísimo menos, se me arrimo hasta apretar sus tetas contra mi, como la cosa mas natural de mundo note dos bultos suaves y unos pitones clavarse en mi pecho.

Ni una sola vez me miro, la vista o la tenia hacia abajo o miraba alrededor como distraída mientras se iba sacando las dos prendas, como la cosa más natural del mundo.

Me sorprendí a mi mismo mirando descaradamente a mi hermana la miraba directamente, recorriendo con mi vista todo su cuerpo, mi vista no paraba en ninguna parte de su anatomía, no quería pasar nada por alto, quería llenar mi vista y grabar en mi retina la belleza de mi hermana, estaba totalmente embelesado de tanta preciosidad , que como comente con el reflejo de la luz dorada acentuaba más suavemente sus contornos redondeados, como si la hubieran esculpido o de un retrato antiguo se tratase.

Aunque en ese momento mi contemplación hacia ese cuerpo precioso no era sexual sino totalmente llenos de fascinación y asombro por la belleza femenina, por la belleza de mi hermanita, me llene de satisfacción pensando que esa mujer era mi hermanita

Nuestros padres estaban arreglando las cosas en el coche por eso no nos podían ver y la escasa gente que había estaban bastante desperdigados y distraídos preparando sus impedimentas como nosotros.

Se puso la blusa y empezó abrocharse los botones desde abajo para dejarme más tiempo mirar sus pechos mientas ella miraba hacia el mar por encima de mis hombros alternando la vista hacia sus botones para ver como se los abrochaba. Dejo desabrochado dos botones y se veía el nacimiento de sus pechos al aire levantando la blusa con sus dos buenas tetas, se le notaban sus dos pezones mirando hacia arriba..

Pero claro al ver tanta seducción, note como mi polla empezó a crecer quise hacer un esfuerzo para evitarlo tratando de pensar en mil cosas en el instituto, en el próximo curso, en que era mi hermana la que estaba delante, pero parecía que no me hacia puñetero caso seguía creciendo, usaba un bañador corto de piscina donde se marca bastante el paquete y con disimulo tuve que mover la polla hacia un lado para que no me saliese fuera del bañador aun así se notaba el bulto menos mal que me lo tapaba la toalla con que cubría a mi hermana

Empecé a mirar a los lados con miedo de que alguien se fijara en mí o incluso que bajaran nuestros padres y me miraran en ese estado, hasta me puse colorado y un poco nervioso,

Termino de abrocharse la blusa dejando dos botones sueltos usaba siempre ropa bastante ajustada y parecía que los botones no iban poder sujetar la fuerza de sus ya grandecitas y duras tetas.

Puso sus manos al lado de sus caderas y empezó a quitarse la última prenda con poca prisa por cierto, se la bajo hasta la altura de la mitad del culito, donde terminaba la blusa vi. como empezaban a salir unos pelitos marrones señal de que estaba ya cerca de su pubis

- déjame apoyarme un momento dijo ella que no quiero que se me llene de arena el bañador, poniendo una mano encima de mi hombro, fue como si me diese una descarga notar la suavidad y el calor de su mano encima de mi hombro

- si claro como no hermanita

Con una mano bajo el bañador levantando la pierna izquierda al mismo tiempo que la abría para sacarla del bañador .

Que espectáculo hice un esfuerzo para no caerme de la impresión, se le vio toda la rajita saliéndole como unos pliegues y un bulto como el tamaño de la cabeza del dedo meñique, rodeada de un pubis cortito con los pelos marrones claritos. Hizo lo mismo con la otra pierna exagerando un poco más y por unos instantes pude ver sus interioridades, sus labios, el bultito que le sobresalía de sus labios vaginales y un coñito rosado y brillante en el final como una fruta fresca esperando comérsela. Falto poco para echarme encima de ella y meterle toda mi polla en su coño llenándola de leche.

Termino de ponerse su faldita corta.

- Bueno ahora te toca a ti

- Yo casi prefiero ir así le dije-

- pero hermanito si lo tienes completamente mojado, no pensaras ponerle el pantalón para mojártelos.

- es que tampoco traje slip.

Yo estaba acojonado de que me viera con mi polla empalmado, no es por presumir porque no tengo que mentir sobre ello pero tengo una polla que no es pequeña la medí una vez empalmado y tiene 18cm

Yo no me atrevía a sacarme el bañador porque estaba completamente empalmado tenia vergüenza de que me pudiese ver en ese estado

- y yo que??

Me contesto Voy jeje.. se sonrío si nada por debajo, o vamos tener vergüenza a estas alturas. Concho que somos hermanos Manuel

ella recogió la toalla y yo el pantalón.

Me saque el bañador y salio mi polla completamente tiesa con la cabeza arriba. Mi hermana en ese momento se río y mostrando una mirada picara

- jajaja como estas Manuel jajaja te pico algún bicho.

- jo no sabia que fuesen tan grandes y perdona lo que te digo que no es por mal que somos hermanos y hay confianza, a otro chico ni me atrevería a vérsela jeje. volvió a decir

Me puso completamente colorado.

- No seas vergonzoso hombre que somos hermanos, además recuerda cuando éramos pequeños que nos la mirábamos y no pasa nada, ahora la diferencia es que la tienes más grande, jajajaa… guiñándome el ojo y ladeando la cabeza al mismo tiempo.

Terminamos de vestirnos y recoger todo lo que quedaba y nos fuimos al coche (yo con la bolsa tapando el paquete), donde nuestros padres acababan meter todo dentro

El coche arranco, mi hermana llevaba su faldita cortita y yo solo pensar que no tenia nada más puesto me ponía a cien.

Las piernas las llevaba completamente abiertas, su corta falta al sentarse la subió tanto que me enseño su pubis por un instante volviéndola a bajar un poco.

No entendía como mi hermana ese día hizo todo eso la verdad que nunca me lo hubiera pensado, si a ella le sobraban los hombres, para que fijarse y provocara a su hermano. Pero las cosas parecen unas veces que no tienen sentido

Esa noche trate de no pensar en ella pero me fue imposible me venían a la mente las imágenes de la playa: sus preciosas tetas sus piernas el pubis…. Los pezones tocándome el torso

Tuve que hacerme una paja cuando me metí en cama de lo caliente que estaba al principio tratando de pensar en otra no en ella pero la cabeza se me iba siempre a mi linda hermanita, volvía a despejarla, y al poco tiempo volvían las escenas.

Hasta que me rendí y empecé a recordar su cuerpo en la playa, fantaseando que saltaba sobre ella la tumbaba en la arena y le hundía mi polla, de una sola investida sin piedad mientras le comía las tetas y ella se corría de gusto enseguida me corrí pensando en ella, fue una de mis mejores pajas sino la mejor. Que tuve que repetir a media noche.

Al día siguiente como era lunes mis padre se fueron a trabajar nosotros como estábamos de vacaciones nos quedamos en cama.

Me fui a la ducha al acercarme escuche el agua correr y dije vaya ya se me adelanto Sandra,

Me iba dar la vuelta para volver después pero pudo mas el deseo de volverla a ver y retrocedí acercándome muy despacito y sin hacer ruido con la esperanza de que no cerrase de todo la puerta, como no estaban nuestros padres y seguramente ella pensaría que que yo estaba durmiendo me acerque sigilosamente para que no notara mi presencia.

La puerta estaba entreabierta me relamí de gusto pensando en que podía mirarla en pelotas otra vez. Me acerque a la puerta me agache y la vi desnuda en la ducha de la bañera, quede mirándola, aproveche de que se daba la vuelta para coger la esponja con los ojos cerrados y abrí muy despacito un poco más la puerta. Me eche hacia atrás para verla mejor y que no me viese ella.

El cuarto de baño tiene un espejo que esta frente a la ducha sin entrar busque el ángulo mejor para mirar sin que se diese cuenta, la mampara es de cristal transparente, pude verla completamente desnuda, que cuerpazo tenia se pasaba la esponja por sus pechos su barriguita hasta llegar a su sexo ahí se detuvo y empezó a tocarse con la mano que no tenia la esponja, escuche un uf uf mientras su mano seguía abajo no podía ver lo que estaba en realidad haciendo porqué el espejo no llegaba hasta debajo de todo, pero sin embargo miraba su brazo como se movía tenia los ojos cerrados y la boca entre abierta se apoyo en las baldosas arrojando la esponja, su mano empezó a recorrer todo su cuerpo, apretaba sus tetas, pellizcaba sus pezones solo sacaba su mano de su sexo para agarrar las tetas con las dos y apretarlas, las aplastaba contra ella, las separaba, las volvía a juntar con los dedos hacia círculos en sus pezones y volviendo a bajar la mano acariciando su precioso cuerpo hasta encontrar su coñíto y seguir masturbándose.

Nunca había visto a una mujer masturbándose. parecía un volcán, y tenia más perfección en darse gusto que yo mismo, que ya hacia tiempo que ya me pajeaba.

Me saque la polla del pijama y me puse a masturbarme también sin apartar la vista,

Por un momento estuve a punto de desnudarme y entrar para ver que pasaba, pero no fui capaz, tenia miedo que se acabase el espectáculo y se enfadara con migo.

De vez en cuando bajaba su otra mano para ayudarse con las dos, subían sus manos acariciando todo su cuerpo hasta llegar a los pechos, los levantaba y los atraía donde esperaba su ardiente boca, como tenia unas buenas tetas con la lengua llegaba a sus pezones donde le pasaba la lengua y la movía con velocidad hacia los lados. Dios que espectáculo el que me estaba dando. Claro había quedado caliente de la playa y ahora se estaba dando ella sola el lote.

Puso una pierna encima del borde la bañera para acceder mejor a su coño mientras su espalda seguía recostada y el agua bajaba por su cabeza y hombros fue cuando vi. lo que hasta ahora estaba deseando y no podía por la altura del espejo, como su mano tocaba su rajita sonrosada, pellizcándolo en el comienzo del coño como hacía con sus pezones.

Yo cada vez le daba más fuerte a mi mano la piel de mi polla me iba hacia abajo y hacia arriba cada vez con mayor velocidad, tocándome al mismo tiempo los huevos

Se metía un dedito pero no todo, después supe que era virgen, ( pero esa es otra historia) y no podía meterse mas sin desvirgarse.

Cada vez empezó a jadear más rápido, ah ah uf uf . así decía, así cielo follame en voz baja clávame la polla desvirgame hermanito soy tuya, aha ah lléname de leche

Ya abrí un poco más las piernas y empecé a meterme un dedo por el culito al mismo tiempo que me masturbaba quería darle la misma marcha que a ella como si la estuviera follando. El oír como se masturbaba a cuenta mía me volvió aún mas caliente de lo que estaba.

Dejo de tocarse y salio de la ducha casi me sorprende me agache y me fui hacia atrás.

Estaba cogiendo algo del mueble, era un cepillo que usaba ella para el pelo, de uno de los cajones saco un botito al fijarme mejor vi que era vaselina unto todo el mando del cepillo y y metió el dedo en el botito para sacar una generosa cantidad, se fue otra vez para la ducha con todo ello volvió a apoyarse en las baldosas puso un pie encima del respaldo de la bañera y se metió el dedo untado de vaselina en su culo. Suavemente varias veces hasta el fondo.

Acto seguido empezó a meterse el mango del cepillo en un principio solo unos pocos centímetros

- que rico decía ella

siguió metiéndose más el mango hasta el final

ahhhh duele duele ah ah si si…. sigue cariño sigue hermano querido, rómpeme el culito, rómpeselo a tu hermanita querida decía mientras hundía todo el mango en el culo

Su mano libre se puso a tocar sus tetas para bajar al coño y empezar a tocárselo como más rapidez que antes.

El mango del cepillo salía casi hasta el final y volvía a entrar lo quitaba lo metía, mientras con la otra se masturbaba caca vez con mayor frenesí

Mientras se retorcía de placer yo le estaba dando tanto movimiento a mi polla que tuve que parar para no correrme antes que ella quería llegar al mismo tiempo, corrernos los dos juntos pero me estaba costando esperar.

Saco el mango del culo lo puso en la entrada de su vagina y apretó un poquito pero sin llegar a meterlo lo empujaba suavemente su otra mano se entretenía en su clítoris,

Su dedo corazón lo hacia andar a toda velocidad.

- casi estoy decía ah ahaa que bueno, otra vez por el culito.

Se volvió a meter todo el mango en el culo para moverlo hacia atrás y hacia delante lo sacaba hasta la mitad y lo volvía clavar todo cada vez más rápido. Se lo estaba clavando en el culo repetidas veces sin parar mientras su otra mano seguía masturbándose en el clítoris cada vez con mayor rapidez.

Ah que gusto que gusto decía ella en voz baja me voy aha aha, así ahaha uf uf uf ag ag ag, ya no puedo más me corro cielo me corro jadeaba ella sola.

No aguante más agarre la polla con fuerza y empecé a masturbarme como un loco

- si que te follo vida si que te follo ah aha toma toda mi polla. Te voy a llenar de leche toda decía yo mientras ya me empezaba a correr.

Unos chorretones de leche con la fuerza fueron a parar a la pared mientras seguía masturbándome, quería sacar toda la leche de mis huevos

- ah aha ya me voy ya me voy decía mi hermana empezó a mover sus caderas hacia delante y a bajar el culo cada vez que se clavaba el mango empezó a moverse con tanta fuerza y tan rápido que las tetas empezaron a saltar y a moverse en todas direcciones totalmente descontroladas.

Uff… me voy meeee voy me corro aha ah… no puedo más aha ah uf…. Pego un movimiento hacia delante con sus caderas quedándose como parada en el aire, poco a poco se fue calmando, poco a poco sus movimientos se hicieron más lentos hasta que paro, se saco el mango de su culito, se sentó en la bañera y descanso un poco, limpio con agua el mango y se termino de duchar.

Yo me había corrido y había manchado aparte de la pared el suelo de semen, con el slip lo limpie y me fui como había llegado muy sigilosamente.

Pero esto fue una serie de tantas que nos llegaron a pasar.

Por ELMISMO

miércoles, 26 de agosto de 2020

Cintia, adicta a los Placeres Carnales...


Capítulo 1

Me tomé un buen tiempo en seguirles contando mi historia, es que durante estos meses estuve demasiado ocupada para escribir, fui mamá nuevamente y ahora tengo un varoncito que junto con mi primer nena son mi locura.

A veces pienso que ya es hora de sentar cabeza, he tenido una vida muy movida y por primera vez en años tengo una pareja estable, un amorcito que me quiere tal cual soy y me comprende... también me soporta... y de a poco nos fuimos integrando en uno: él me hizo una mujer más adulta, seria y responsable... y yo lo fui pervirtiendo con mis mañas por el sexo, haciéndolo probar el placer de nuevas experiencias y el gustito por lo que no siempre está bien visto por los demás... y que a mí me encanta!

Él fue el primero en conocer mi historia, y de sorprendido... pasó a sentirse excitado en todas sus fibras, al final terminó ayudándome a escribir esta historia. Fue un placer que compartimos juntos, él sabe que me gusta mostrarme como buena gatita provocativa... y yo sé que él disfruta compartiéndome con ustedes... después de todo, me tiene en su cama cada noche, y cada día...

Hasta allí habíamos llegado con nuestros juegos... más hace un tiempo pasamos ese límite y ocurrió algo que me hizo decidirme a seguir escribiendo.

Fue durante el bautismo de mi nene...


Ese día invitamos a varios conocidos y estuvimos festejando hasta tarde. Bebimos más de la cuenta y al final de la noche todos se fueron despidiendo y sólo quedó uno de sus amigos. Quedamos los tres solos...

Yo ya había descubierto su mirada clavada en mis pechos, los tenía hinchados y llenos de leche y sabía que se asomaban por demás tentadores en el escote de mi vestido.

Cuando bailábamos me apretaba descaradamente y yo reía jugueteándole y espiaba de reojo a mi amorcito que nos contemplaba y me asentía con la cabeza como diciendo... te gusta ser putita... Yo sé que eso lo calienta y seguí con mi jueguito, hasta que su amigo perdió la total compostura y sin dejar de frotarme su erección contra la pelvis comenzó a acariciarme el culo enloquecido de calentura... yo también estaba excitada pero sabía cuál era mi límite... busqué nuevamente la mirada de mi amorcito esperando su consentimiento... y él por toda respuesta se acercó desde atrás y me besó en el cuello bajo mi oreja... haciéndome suspirar...

Fue todo lo que recuerdo.

Después ya estaba en mi habitación... en la cama... envuelta en un coro de gemidos que mezclaban sus voces meciéndose al ritmo que el desenfreno del sexo le marcaba al traqueteo de la cama...

Montada sobre su amigo subía y bajaba enloquecida mis caderas sintiendo como me enterraba hasta el fondo la pijota y al mismo tiempo me devoraba, llenándose la boca con mis pechos, apretándolos mientras chupaba y mordisqueaba con furia mis pezones endurecidos succionándolos ávido de mi nata dulzona de nodriza..., haciendo que mi leche mojara su rostro y se derramara por mi vientre...

Mientras, mi amorcito se colocaba detrás de mí acercándose afiebrado de la calentura que le provocaba el verme coger... él también quería participar de la fiesta y deseoso comenzó a tocarme... haciéndome gritar de placer y dolor cuando metió sus dedos entre mis nalgas dilatando mi ano, preparándome... Con su otra mano ensalivaba la cabeza de su pijota endurecida... enardecido por enterrarme su erección me sujetó de la cintura para tenerme quieta antes de penetrarme de un solo golpe, para luego comenzar frenético a bombearme el culo con su verga... ohh! Siií!!

Aaahhh!!! Aaahhh!!!

¡Cómo me gustaba sentirlos a los dos así, dentro de mí llenándome a más no poder, entrechocando sus vergas en esas embestidas de machos desbocados y enloquecidos por poseerme!! Sacudiendo mi cuerpo en acometidas lujuriosas... Dándome su semen caliente en esa doble penetración!! Yo gemía... gritaba de gusto creyendo morirme nuevamente... retorciéndome en interminables espasmos de placer...

No sé cuántas veces lo hicimos ni el tiempo que duró esa locura...

Solo sé que terminé la noche extenuada... y con sus sabores mezclados en mi boca... tragándome la leche de los dos... Y recordando...

No era la primera vez...

Ya había probado esos placeres...

... Doble penetración...

Hacía mucho tiempo que no lo hacía... más ya había probado esa sensación de abandonarme por completo entregada a dos hombres... retorcerme sacudida por dos machos a dúo, mi cuerpo en el aire sujetado sólo por sus miembros... sudor, humedad y semen surtidos por duplicado... doble y placentera emoción...

Sí, podía recordarlo bien, no había llegado a cumplir quince años cuando supe en carne propia lo que era la doble penetración.

Y esta nueva experiencia hizo aflorar los recuerdos de aquella otra primera ocasión, por demás especial, que quedó grabada en mi cuerpo y en mi mente para siempre...

Y que todavía no les conté. Porque también es parte del final de mi relato.

Como sabrán, esta historia comenzó hace tiempo.

Si leyeron mis anteriores relatos de "ADICTA A LAS PERVERSIONES DEL ABUELO" sabrán ya de lo que soy capaz, si no les recomiendo que los recorran para tener una mejor comprensión, y así no se sorprenderán de lo que van a encontrar en estas líneas.

Sí, yo soy Cintia, la que se atreve a todo y a hecho de todo... así comencé mi primer relato.

Y es verdad, aunque a algunos no les guste y se refieran a mí como la putita o ramera...

No, las rameras cobran por el sexo, y yo nunca he cobrado, lo hago por gusto, lo disfruto, lo saboreo... me embriaga el placer y la sensación de débil satisfacción en la piel después de hacerlo... en la cama,... en cualquier lugar, en todas las formas, a toda hora... cuando alguien me gusta nunca he dicho que no, me entrego de lleno... y no tengo límites.

Si soy pervertida... será así entonces, pero no me arrepiento.

En mis primeros relatos les conté como siendo todavía una niña al mudarnos con mamá a la casa del abuelo Juan nuestras vidas cambiaron para siempre.

Y como descubrí en medio de la noche los incestuosos gemidos de la relación que los unía... Y la perversión del abuelo por mi cuerpito de niña en crecimiento... Y sus caricias que estimulaban mi curiosidad lujuriosa... Y mi boquita inocente conociendo la rigidez de su deseo... el sabor tibio de su hombría..., y el placer de las caricias de mamá y su piel suave... Y mi conversión a mujer, a hembrita provocativa y deseosa, que me llevaron a jugar con el abuelo hasta el borde mismo del abismo... y a terminar en medio de gemidos de placer y llanto entremezclados mientras me poseía anal y salvajemente...

Para llegar al descubrimiento final... la verdadera identidad de mi padre...

Hasta ahí había llegado milagrosamente virgen pero no inocente, y de no ser por mi aún intacto himen podría haber competido en experiencia con una ramera... y aventajarla...

Sí, ahora llegaba al tiempo de mi cumpleaños número trece, y no iba a ser una fecha más...

...En varias oportunidades estuve a punto de preguntarle a mamá la verdad sobre mi padre y confirmar así finalmente mis presentimientos sobre el abuelo y su sospechada paternidad.

Más llegado el momento me cohibía y no me salían las palabras, me quedaba atragantada con la interrogación sin saber que decir.

Hasta que un día antes de salir para el colegio junté coraje y casi parada en la puerta de la casa antes de despedirme disparé la pregunta de improviso, sin pensarlo demasiado para no dudar.

-¿ Mami,... el abuelo es mi papá???-

La tomé tan de sorpresa que no supo que decir, ni siquiera trató de negarlo, improvisó una defensa nerviosa balbuceando que no preguntara tonterías... más el brillo de sus ojos verdes iluminados por el reflejo de las lágrimas que se asomaban no hizo más que contestar mi pregunta.

No insistí más con el tema.

Ya sabía la respuesta.

Esa tarde al regresar pasé directamente por el taller del abuelo, necesitaba verlo.. estar con él.

Lo encontré atareado debajo de un auto haciendo reparaciones, y me quedé allí de pie a un lado sin hacer ruido, no me animaba a hablarle. Había sido suya, me había entregado a él casi completamente y ahora estaba nerviosa como si tuviera a un desconocido frente a mí. Después de todo nada cambiaba, fuera mi padre o mi abuelo, o ambos, era mi hombre, y en ese momento solamente eso era lo que me importaba.

Solo que ahora comprendía porqué mi cuerpo estallaba de gozo cuando me tocaba... estaba en mi sangre, en mis genes, era una verdadera herencia de familia: mi abuelo, mi padre, un abusador... mi madre una verdadera ramera entregada... yo no podía ser menos, sino la suma de todas las perversiones... y así era, la más adicta al sexo... esclava de los placeres, capaz de animarme a todo, y hacer de todo...

-Hola chiquita, ¿qué estás haciendo aquí?-

La voz del abuelo interrumpió mis pensamientos mientras se asomaba bajo el auto, y su vista golosa desde esa perspectiva se clavaba entre mis piernas por debajo de la pollerita del colegio... Le devolví una sonrisita cómplice al tiempo que poniéndome en puntitas de pie separaba aún más las rodillas dejando que se regocijara con el panorama... sí, era toda una putita bien entrenada para provocar, sabía bien lo que le gustaba, y lo que yo deseaba... y ahora deseaba estar con él, más que nunca, para eso lo había ido a buscar...

Lo tomé de la mano y sin decir palabra lo llevé al cuartito del fondo...

Sentada en el borde de la cama bajé el cierre de su overol apresurada, quería sentirlo ya, tenerlo, aspirar su olor de macho viendo asomarse su miembro embrutecido por la erección, y sentirlo palpitar en mi boca, acariciarlo con mis labios lentamente, untándolo con la saliva húmeda y caliente mientras mis manos aferraban el tronco venoso ordeñándolo cada vez más intensamente... Sí, eso me agradaba, me enloquecía... me hacía sentir oleadas de calor que mojaban mi entrepierna deseosa y latir intenso de deseo mi corazón...

Y el abuelo, mi papá, gozando de satisfacción por mi mamada complaciente y entusiasta y a medida que se enloquecía de gusto se aferraba a mis cabellos sujetando mi cabeza con ambas manos, hundiéndome con fiereza la vergota hinchada hasta el fondo de la garganta, jadeando de placer en un mete y saca desenfrenado, cogiéndome por la boca buscando saciarse...

Estaba enloquecido y deseoso, sacaba su vergota enorme y a punto de explotar fregándomela por la cara, mientras yo la besaba con pasión, como adorándola, era el fruto de todos mis pecados y quería más y más... me la metí de nuevo en la boca ansiosa, apresando la cabezota caliente con mis labios, reteniéndola suavemente con mis dientes para que no escapara mientras mi lengua lamía la hendidura de su punta amoratada... para volverla a succionar imperiosamente... quería más, más... me sujeté a su cintura con fuerza, como si alguien quisiera arrebatármela, tragándomela toda hambrienta, mi boquita de nena devoraba por completo su miembro de hombre, quería más y más... y el abuelo atormentado por mi boquita perversa resistió un tiempo demasiado largo para mi gusto ansioso, hasta que bramando entre gruñidos de satisfacción se descargó en mi garganta con chorros de leche espesa, cremosa, leche tibia burbujeante de vida que yo tragaba sin desperdiciar una gota, relamiendo golosa un hilito de miel que pretendía escapar por la comisura de mis labios...

Quería más y más... y ahora el sabor del semen me excitaba como el condimento de un fino bocado, quería más...

Y el abuelo también, yo lo sabía, y por eso seguía lamiendo su tronco hasta dejarlo dispuesto a complacerme, listo para la acción...

Me volteé dándole la espalda, poniéndome en cuatro patas como una gata en celo dispuesta a recibirlo, con mis manos apoyadas contra la pared completamente rendida a sus deseos...

Y el abuelo enloquecido por mi actitud de putita complaciente levantó mi faldita sobre mi cintura y ni siquiera me sacó la tanguita, la tironeó a un costado con fuerza hundiendo el encaje entre los labios de mi vagina haciéndome estremecer a su contacto y dejando libre el camino a mi colita al mismo tiempo, hundió su cara entre mis nalgas y con un lengüetazo lujurioso en mi ano humedeció el camino antes de embestir sin compasión, me penetró ansioso buscando saciarse haciéndome gritar... enardecido por completo al ver que me retorcía gimiendo... y que al mismo tiempo mis manos separaban mis nalgas abriéndome a sus deseos, facilitándole la tarea... incitándolo todavía más...

-Ahhh!! Ahhh!!!-

-Te duele putita...?? Te duele!!-

Sí, me dolía... pero ahora me gustaba... quería más, y más... ya no me importaba nada, no tenía ninguna traba que me impidiera disfrutar, solo gozar, gozar.. -

Yo gritaba y gemía disfrutando y oscilaba el culo al compás de sus embestidas, y el abuelo disfrutaba de mí sintiendo que me hacía gozar, y los dos nos embarcábamos en un círculo vicioso de placer que nos llevaba al paroxismo...

-Ahhh!!Ahhh!!!-

Mis gemidos de placer llenaban el aire, se mezclaban con los bufidos de satisfacción del abuelo en un coro enloquecido y lujurioso...

-Te gusta, perra, te gusta... -

Me decía al oído el abuelo mientras besaba y mordía mi cuello, tiraba de mis cabellos como si fueran las riendas de una yegua en servicio, girando mi cabeza a un lado para lamer mi rostro... su lengua buscaba mi lengua... sus manos apretaban mis pechos, tironeaban de mis pezones haciéndome jadear... tocaban los labios húmedos de miel de mi vagina... y su miembro llenaba mi interior sin cesar en sus embates abriéndose paso en mi esfínter dilatado, deliciosamente usado, roto..., dentro y fuera, dentro y fuera... más y más, quería más y más... y más... y él me daba más y más...

-Abu... Abuu!!! Aaahhhh!!! Aaaaahhhh!!!!!!!-

Acabé deliciosamente gritando mi primer orgasmo, todo mi cuerpo conmovido por espasmos de glorioso placer hasta casi desvanecerme, mis gritos se deben haber escuchado hasta la calle... tanto que el abuelo me tapó la boca al tiempo que me clavaba de nuevo con su vergota... enloquecida de gusto en pleno clímax lo mordí, clavé mis dientes con fuerza en su mano, solo para recibir como respuesta otra embestida aún más violenta de su miembro de semental endurecido, hundió su tremenda pija calzándome hasta los huevos en dos embestidas finales tremendas que casi me parten... y me hicieron acabar nuevamente en otro orgasmo de lujurioso placer anal...

-Mi putitaa... Puta... Putaaaa!!! Aahhhgg!!!!!

Un río de semen caliente se derramó en mi interior y desbordó de mi culo poseído, deliciosa sensación que disfrutaba con mi cara apoyada en la pared, casi desvanecida y empapada en sudor, mientras recuperaba como podía el ritmo de la respiración y me relajaba... y sentía escurrirse lentamente entre mis muslos las mieles tibias y húmedas con que me había bañado mi abuelito... o mejor dicho mi papito querido.

-Te quiero abu... te quiero... papito... -

Susurraron despacito mis labios mientras el abuelo me acariciaba mimoso y se reponía... y ponía frente a mi rostro su biberón musculoso y viril, para que yo lo lamiera hasta dejarlo limpio y lustroso en premio por haberme saciado...

Y por supuesto, volví a complacerlo...

En tres días cumplía años, y estaba segura cual iba a ser mi regalo, lo esperaba ansiosa... incluso el abuelo me había preguntado que quería de obsequio... y sin dudarlo, le susurré al oído: ...QUIERO SER TU MUJER...

Él me sonrió mientras me abrazaba y dándome un beso colocó unos billetes en mi bolsillo, para que " me compre algo lindo". ¿Qué podía ser?

Tenía de todo, ropa, vestidos, zapatos... tal vez algo que a él le gustara... que pudiéramos disfrutar los dos... Sí!! ya sabía lo que me compraría.

Lo había visto al volver de la escuela, en la vidriera de un negocio a dos cuadras de casa, una mercería con ropa femenina.

Más al entrar presentí que había cometido un error, un escozor me recorrió la piel...

El dueño resultó ser un compadre conocido del abuelo, un cuarentón amigo al que llamaban "el Turco", yo lo había visto pasar por el taller y mucho no me agradaba, tenía una mirada sombría, depravada...

Le gustaba manosear a sus empleadas y "cogerlas contra el mostrador... o echarlas" como le contaba al abuelo en charlas al atardecer copas de por medio.

Al verme se quedó observándome desde la caja registradora mientras su empleada me atendía. Y pude sentir de inmediato su mirada recorriendo con lujuria cada curva de mi cuerpo como evaluando la mercadería... Yo me puse roja de la vergüenza... más aún cuando le pedí a la mujer con voz baja y entrecortada ver ropa interior, me desnudó con la vista como si fuera una ramera parada en la esquina...

Un escozor me erizó la nuca cuando lo oí acercarse y pararse junto a mí... estuve a punto de salir corriendo...

¿Eres la nieta de Juan, no?-

Asentí con la cabeza mientras bajaba la vista para no cruzarme con sus ojos penetrantes y me dedicaba nerviosamente a tratar de ocultar entre mis manos un par de medias de seda de malla negra y un conjuntito de encaje con portaligas haciendo juego que había elegido...

Sí,... Juan me contó que eras muy bonita... y muy buenita... –

Y rozó suavemente mi mano sintiendo mi piel, sin dejar de mirarme fijamente.

Ese último "buenita" sonó por demás a "putita"... acaso el abuelo había comentado entre copas lo que hacíamos? Esa posibilidad me hizo ruborizar por completo, me sentí descubierta...

Pagué y salí de allí lo más pronto posible sintiendo su mirada babosa pegada en mis caderas...

El día había llegado... por fin! Mi cumpleaños número trece. Y no iba a ser de mala suerte.

Era viernes, por lo que tendría todo un fin de semana en casa para festejar... a lo grande...!!

El abuelo me despidió con un beso cuando salía para el colegio,... más tarde vendría la fiesta...

A la noche estaba arregladita como una muñeca, maquillada y con los labios y los ojos pintados tal vez exageradamente debido a mi deseo de parecer mayor. Cuando me vestía para la ocasión el solo contacto de la seda en mi piel me excitaba, soñando con ese momento anhelado me quedé recostada en la cama... tocándome lentamente... humedeciéndome... la espera me ponía por demás ansiosa...

Después de cenar todo estaba preparado para el festejo, y la atmósfera se calentaba lentamente igual que mi piel.

Estábamos con mamá, las dos nos sentamos en el sofá, una a cada lado del abuelo cuando destapó una botella y el estampido del descorche pareció marcar la largada de la lujuria y el deseo familiar.

El vino se desbordó de las copas y el abuelo acercó el pico a la boca de mamá para que mamara de la botella... como estaba acostumbrada. Entre risas dejó escapar un hilo dorado de líquido que escurrió de sus labios y se abrió camino hacia su escote, seguido por la mano del abuelo... que comenzó a tantear sus pezones, poniéndolos duros al roce y provocándola, arrancándole suspiros como ronroneos de gata.

Me paré frente a él, después de todo era mi festejo y yo debía ser el centro de la atención, así que cautivé su mirada mientras me quitaba la ropa sonriéndole, invitándolo a contemplarme, mi piel de jovencita virgen con deseos de ramera... dejé mis pechos paraditos al descubierto y me quedé solo con las bragas y las medias ofreciéndome dispuesta... y al abuelo mi aspecto de hembrita sexy lo enloqueció, podía verlo en sus ojos llenándose con mi cuerpo apenas cubierto por la seda y el encaje...

Mamá bajó su cierre y la vergota escapó libre de un salto dándole en la cara, solo para que ella la atenazara entre sus labios lamiéndola de arriba abajo, poniendo la cabezota brillante con su saliva mientras se la chupaba, y haciéndolo exhalar al abuelo un gruñido de gusto, satisfecho por la mamada hambrienta que le daba la muy perra...

Entonces yo me acerqué reclamando mi parte, me incliné y comencé a besar al abuelo en los labios, jugando con mi lengua mientras él me comía la boca, luego los pechos, mordiéndome los pezones duritos de ganas... el ombligo... para terminar baboseándome las bragas antes de arrancarlas de un tirón y meter su lengua en mi conchita húmeda y ansiosa, un lengüetazo rudo sorbiendo mis jugos y mi sabor, mi olor de hembrita en celo...

...Cojeme... abuelito... cojeme... Ya!!- alcancé a musitar entre gemidos mientras él me exploraba con su boca haciéndome perder el aliento, y loca de ganas le arrebaté el trofeo a mamá manoteando su vergota... sintiendo latir sus venas calientes... y sólo anhelé tenerlo muy dentro de mí haciéndome mujer por siempre...

Pasé mi pierna sobre el cuerpo del abuelo y decidida monté sobre él, sujetaba su pija entre mis manos como si no quisiera perderla mientras acomodaba la cabezota entre los labios de mi sexo húmedo... Quise sentarme sobre él más su tremenda y gruesa erección no me entraba... Mi vagina virgen y cerradita se negaba a recibir semejante trozo de carne palpitante y tieso como una piedra...

Aahhh!!! Aahhh!! No pude dejar escapar un grito mientras el abuelo empujaba hacia mi interior abriéndose paso, levantando su vergota hacia mis entrañas... me tenía calzada llenando mi canal de ingreso hasta donde el himen ofrecía resistencia... mis labios inflamados chorreaban jugos tratando instintivamente de allanarle el camino... pero a cada envión me dolía más y más...

Recordé el calvario de mi debut anal... tendría que sufrir lo mismo?

Por un momento mis miedos superaron al deseo... y estuve a punto de querer huir, levanté mis caderas asustada...

Más el abuelo me sujetaba de la cintura...

Y entonces mamá, viéndome la carita de espanto que tenía en ese instante, se apretujó a mi lado dándome su respaldo y calor... besándome suavemente, consolándome como a la nena que todavía era...

Pasando su mano por detrás entre mis piernas aferró el miembro del abuelo conteniéndolo... me pregunté si ella estaría recordando su propio desvirgue por el mismo semental... y su propio dolor al hacerse mujer.

Y mientras me acariciaba con su otra mano, me recorría el sexo mansamente relajándome y preparándome para la ocasión... masturbándome delicadamente hasta hacerme gimotear de gusto... al ritmo de sus dedos... Y yo inocente me dejaba llevar hechizada por sus caricias...

Flojita... relajate... es solo un momento... – susurraba su voz en mi oído angelicalmente

Y entonces...

Ahahh!!! Grité al sentir como si una aguja se clavara en mi rincón más íntimo desgarrándome...

Por un momento no entendí que pasaba... hasta ver el dedo de mamá ensangrentado...

Ella misma me había desvirgado...

Y dejaba abierto el camino para el miembro del abuelo. Antes que yo reaccionara ella acomodó la cabezota de nuevo en mi sexo incitándolo a penetrarme.

AAAHHH!!! Mi grito fue todavía más intenso que el anterior... el abuelo me había dilatado por completo y estaba en mi interior... empujando... acomodando bien adentro su vergota... mientras mamá me sostenía y yo creía desmayarme en cualquier momento.

No sé bien cuánto tiempo pasó, para mí era una eternidad. Empujando y empujando lo sentía en mi interior llegando hasta el fondo dejándome empalada por completo con su miembro hasta los testículos... Entonces resopló tomándose un respiro y dejándome revivir... sólo para abrazarme y acomodarse mejor dándome vuelta... como si fuera una muñeca sin voluntad propia me puso de espalda contra el sillón levantando mis piernas sobre sus hombros... completamente abierta a sus deseos...

Y se tomó su tiempo para montarme como a una yegüita en servicio... me enterró bien la vergota comenzando con un mete y saca lento, incrementando sus enviones junto con su excitación y sus deseos por fornicarme... cada vez más intenso... me la metía y la sacaba solo para volver a empujar con más bríos, inmune a mis gemidos... enloquecido de gusto sacudía mi cuerpo a voluntad... hasta hartarse de tenerme y sentirse satisfecho de estrenarme.

Y ebrio de gozo sacó su pijota untada en mis jugos salpicada con manchas sanguinolentas y agitándola fervoroso se corrió en chorros de semen sobre mi abdomen, mientras la puta de mamá, como siempre complaciente, se arrodillaba a lamer la leche caliente que se derramaba por mi vientre y todavía goteaba de la cabezota morada...

Por suerte esa noche no me buscó más, estaba demasiado agotada y débil para otro encuentro cercano con su erección... y además mamá se encargó después de sacarle hasta las últimas ganas poniéndose en cuatro patas y dejándose culear sobre la alfombra... aunque mientras el abuelo se la metía y ella se retorcía jadeando como una perra, no pude evitar ver el brillo duro de sus ojos fijos en los míos: ahora éramos dos mujeres adultas en la casa... y ella bien lo sabía.

Como sucedió con mi colita... Yo ya le tomaría el gusto a los placeres del abuelo... y en ese momento la competencia sería sin reglas...

Ella bien lo sabía.

Y yo sería la favorita.

De eso podía estar segura.

Capítulo 2

Durante casi dos largos años los tres; mamá, el abuelo y yo, seguimos compartiendo la casa y la cama...

En este tiempo me volví una experta en complacer y ser complacida, y aprendí todas las maneras posibles de incitar al abuelo y convertirme en la preferida para recibir los favores de su miembro siempre dispuesto a satisfacerse... lo buscaba casi a diario, mis hormonas exultantes en plena adolescencia quinceañera necesitaban sentir regularmente de todo su grosor y su tamaño empalándome por todos mis orificios hasta dejarme contenta y extenuada.

En realidad compartía sus servicios de semental con mamá, por las noches en su dormitorio nos prestábamos a una competencia de gatas enceladas por ver cuál era la más puta y entregada a sus antojos, así que nos tenía a las dos a su disposición y hacía con nosotras lo que se le antojaba y cuando quería... También de esto yo sacaba provecho... había descubierto que los juegos de a tres podían ser el clímax ideal... no había nada más placentero que sentir la lengua de mi madre excitada... devorándome el sexo en lametones descontrolados... introduciendo sus dedos en mi vagina masturbándome... haciéndome chorrear jugos de gusto...mientras al mismo tiempo el abuelo me penetraba vaginal y analmente y me llenaba de leche... Hummm! Que delicia!!

Lengua y verga... incestuosa saliva y semen caliente torturándome de gusto.

No contenta con esas nocturnas orgías familiares muchas veces durante el día yo también pasaba por su trabajo y en el cuartito del fondo disfrutaba con el abuelo, con mi pá, acaparándolo sólo para mí...

Esas escapadas al camastro del taller más de una vez me hacían llegar tarde o estar ausente en la escuela, así que en el colegio no era precisamente una alumna ejemplar, tenía montones de faltas y estaba a punto de quedar libre por mis fugas en horas de clase.

En charlas con mis compañeras solía horrorizarlas y aleccionarlas con mis experiencias en el sexo, por supuesto les inventaba otros amantes para encubrir mis relaciones incestuosas... si hubieran sospechado con quienes compartía la cama!

Una tarde estábamos escondidas en el baño fumando un porro mientras yo les aconsejaba sobre la forma de hacer una buena mamada de verga, como chuparla y degustar el semen... puajj! Una de mis amigas ponía cara de asco de solo imaginarlo...

Yo me reía de su inocencia... hasta que se abrió la puerta y vi entrar a un celador!

Y por supuesto, como conocida cabecilla pervertidora de la clase me llevó del brazo a la rectoría.

Por el pasillo le suplicaba que me perdonara, que no lo volvería a hacer... Con mi mejor carita de nena inocente le rogaba que me dejara libre, que me expulsarían... y al mismo tiempo con mi cuerpo de nena nada inocente me le apoyaba y le frotaba los pechos descaradamente... Era un hombre de unos treinta años, y si algo había aprendido era a manejar a un tipo con mis artimañas de gatita.

Más él solamente me miró fijo un instante... y sin decir palabra siguió adelante. Creí que era mi fin, ahora además de por fumadora me echarían por puta! Pero al llegar a la rectoría pasamos de largo...

Me guio hasta el final del pasillo, doblando hasta enfrentar la puerta de un pequeño cuarto oscuro...

Allí estaba atestado de cosas, había guardados muebles, mapas y colchonetas de gimnasia.

Entonces cerró la puerta con llave...

- No voy a amonestarte... - dijo mirándome con ese brillo en los ojos que ya había conocido en el abuelo...

...Si me das las gracias... –

Y por supuesto terminé agradeciéndole... arrodillada sobre una de las colchonetas puse en práctica lo que le enseñaba a mis amigas y lo que sin duda él había escuchado...

Cuando volví a casa me sentía mal, ni siquiera podía mentirme a mí misma recordando la escena...

... Estaba agitada, nerviosa, viendo como el hombre se bajaba los pantalones hasta la rodillla y ponía su miembro erguido frente a mi cara... era la primera vez que no era la verga del abuelo, y sin embargo no lo había dudado, bastó que me tomara de los cabellos y la metiera deseoso entre mis labios forzándome a abrir la boca para que primero lo mamara lentamente, como sintiéndolo, reconociendo esa nueva pija regordeta y en curva que me llenaba la boca... para comenzar a sentirme excitada, mojada, a medida que chupaba con más fuerza el ardor interno me dominaba... me incitaba más... para terminar succionándolo furiosa, alocada de gusto... hasta hacerlo detonar gimiente en un borbotón caliente y tragarme su leche espesa, sintiendo su sabor fuerte de macho... por Dios! Cómo me gustaba!!

Tanto que me me incorporé, y de pie contra la puerta me dejé coger, me la metió levantándome las piernas... me perdí por completo gozando con el vaivén de sus arremetidas... me enrosqué a su cuerpo mientras me dejaba hacer... hasta que recordando que no me estaba cuidando le pedí que no me acabara adentro...

... hazlo en mi boca, le gemí al oído en plena acción, hazlo en mi boca...

Y cuando él me desmontaba para complacerme y regarme la cara vi su verga completamente alzada y empapada en mis jugos... y fue más mi deseo por sentirla nuevamente dentro que saborearla... así que me di vuelta contra la pared y aferrando su miembro palpitante lo guié entre mis nalgas... y el tipo delirante de gusto por el regalo inesperado que le ofrecía me la metió enloquecido y en dos o tres bombeos se descargó en mi culo apretado resoplando de satisfacción.

Y ahora estaba frente al abuelo y me sentía más putita todavía... más de lo que incluso él sospechaba.

Aún podía sentir la leche humedeciendo mis muslos... y esta vez no era su leche... y la verdad era que esa pequeña y no muy forzada infidelidad me había encantado. Eso no podía negarlo. Después de todo él me compartía con mamá... porqué yo no podía estar con otros hombres?

Esa idea me brilló en la mente... y al mismo me hizo sentir remordimientos por la forma en que le había fallado a mi papito entregándome a otro.

Así que tomándolo de la mano y pidiéndole íntimamente perdón en mi pensamiento lo llevé al cuarto... y el sabor de su semen ayudó a borrar lo que había hecho un rato antes.

Esa tarde noté algo en el abuelo que al principio no pareció ser importante, sin embargo fue una muestra de lo que vendría.

Después de acabar se quedó en la cama, masajeándose suavemente el estómago como si le doliera. Pensé que se trataba de algo pasajero.

Más en los días siguientes volví a notar que lo aquejaba esa molestia, cada vez con más frecuencia. Él era demasiado terco y orgulloso como para consultar a un médico y no le daba mayor importancia, y con mamá le decíamos que podía ser una úlcera o algo parecido y que tenía que cuidarse.

Lo que más me asustó fue el darme cuenta que hasta en la cama no rendía como antes, y eso en él era algo impensable, contrario a su naturaleza. Cada día lo notaba más cansado... y los dolores aumentaban, aunque él no quería reconocerlo.

Una tarde fui a buscarlo al taller y lo encontré arrodillado, casi desvanecido, tomándose el vientre con ambas manos... Salí corriendo a pedir ayuda... más ya era tarde, demasiado tarde.

Los estudios en el hospital no dejaron dudas.

Era algo inevitable, algo sin cura. El solo nombrarlo me daba miedo...

Cáncer.

Y demasiado extendido para tratarlo. Sólo era cuestión de tiempo.

Así de simple.

En dos meses el abuelo se consumió, toda su vida y su vigor se reducían a diario invadidos por el cáncer y el contemplarlo luchando contra la enfermedad y los efectos de las drogas me destrozaba, al punto que íntimamente pedía entre llantos que terminara ya su sufrimiento, no podía continuar soportando el verlo así, apagándose poco a poco.

Él, que me había dado la vida y había sido todo para mí, mi abuelo, mi padre, mi hombre y mi amante.

El último día en la sala de terapia del hospital fue una procesión de lágrimas esperando lo inevitable.

Mamá salió llorando llevando en brazos a mi hermanito y yo me quedé tomando su mano, en un gesto desesperado por brindarle mi calor se la deslicé por debajo de mi pollera y la acuné entre mis piernas, abrigándola allí donde él me había convertido en mujer. Su mujer.

Él me sonrió con esfuerzo agradeciéndome con su mirada como despidiéndose...

Su amigo, el Turco, nos interrumpió sin quererlo al entrar a la habitación y no dijo palabra por lo que había visto. Yo estaba segura que desde hacía tiempo él ya conocía que la relación que me unía al abuelo era algo más que familiar, y aunque eso le hacía desearme como una fruta prohibida nunca había avanzado más de devorarme con sus ojos.

Yo era del abuelo, de su amigo, y él lo sabía.

Así que los dejé para que él se despidiera y salí al pasillo ahogada en llanto. Necesitaba estar un momento sola.

Esa noche el abuelo, mi papá, falleció.

Lo sepultamos un día nublado, al caer la tarde, era como si la penumbra del poniente que avanzaba aumentaba mi tristeza y pesadumbre por saber que de allí en más estábamos solas con mamá.

Sin embargo no lloré, me comía las lágrimas y las guardaba, tratando de recordar el rostro del abuelo abrazándome, haciéndome el amor. Y no podía. En verdad no podía.

Mi mente y mi corazón no lograban retener esa imagen, pensaba que la había perdido o que mi amargura la había enterrado en un lugar aún más profundo.

Durante días me quedé en casa sin salir, encerrada en mi congoja, abatida, ya sin sentir la presencia del abuelo y en el silencio de las noches el familiar rechinar de la cama, reemplazado ahora por los sollozos ahogados de mamá contra la almohada.

Una semana más tarde debía volver al colegio, más no tenía el menor estado de ánimo para hacerlo. Salí de casa con el uniforme de la escuela y comencé a caminar por el barrio, me detuve frente al taller ahora cerrado y en donde tantos momentos inolvidables había compartido con el abuelo y sentí mi corazón desfallecer... seguí vagando sin rumbo, sola, más sola que nunca... buscando sin sentido...

Ya era tarde, cuando me paré ante aquella puerta y golpeé sin saber bien porqué lo hacía...

El hombre me atendió sorprendido y me hizo entrar sin decir palabra.

Dejé las carpetas sobre una mesa... y seguí adelante guiada por una mano sobre mi hombro, transitando paso a paso hacia una habitación apenas iluminada por la luz que se filtraba entre las persianas... y que dejaba distinguir una gran cama al centro, que parecía esperarme...

Me quedé de pie, inmóvil, sintiendo como el hombre detrás de mí se apretaba contra mi cuerpo y comenzaba a tocarme, corrió mi cabello hacia un lado para besar mi cuello y lamerlo saboreando el perfume de mi piel trémula, mientras sus manos se movían desprendiendo los botones de mi camisa... tironeaban del corpiño liberando mis senos... para palparlos ansioso, apretándolos, sobándolos y acariciando mis pezones... endureciéndolos al roce...

Yo me dejaba hacer... extrañaba que me acariciaran, que me tocasen... extrañaba al abuelo...

Y las manos ahora se perdían bajo mi pollera, entre mis piernas... que yo separaba ligeramente entregándome a ese tacto ávido... vehemente... sintiendo los dedos escurrirse debajo de mi braga humedecida... haciéndome suspirar rendida a ese manoseo libidinoso, a ese bulto endurecido que se frotaba lascivo contra mis nalgas... haciéndome añorar otras entregas... otros amados momentos familiares de debilidad carnal...

Mi faldita y las bragas cayeron al piso... y las manos me llevaron hacia la cama...

Me recosté boca abajo... sumisa... dócil y obediente... cerrando los ojos para imaginarme que era el abuelo quien me tomaba... que era su verga y no la de otro hombre la que me penetraba, que era el peso de su cuerpo el que me montaba y arremetía entre bramidos de gozo... embistiendo con furia contenida y ahora liberada... hundiéndose en mi vagina una y otra vez... tironeando de mis cabellos hasta hacerme gritar al ser poseída tan salvajemente... más como buena perra que había aprendido a gozar respondí alzando mis caderas... abriendo más mis piernas para recibirlo mejor, empujando mis muslos hacia atrás al sentir su acometida para aumentar la violencia del goce... al ritmo del sonido de su miembro inflamado de deseo chapoteando en mi flujo complaciente... y los gemidos.. y los gritos de placer al ser servida... y los chorros de semen caliente inundando mi interior... y mis propios jugos revueltos estallando en el clímax del orgasmo...

Quedé con la cara hundida entre las sábanas, respirando agitada recobrándome del momento vivido... mientras el hombre me volteaba... cuando me dio vuelta apartó mis cabellos y quiso besarme... y yo espantada esquivé su rostro... despertando de mis propios ensueños.

No, no era el abuelo.


Era el Turco, él me había acogido... y cogido en su cama.

Era él el que ahora besaba mis pechos... y seguía tocándome... preparándose para la segunda vuelta...

Era él el que se arrodillaba a mi lado, acercando a mi cara su verga todavía goteante de la mezcla de semen y jugos... y yo sin poder dejar de mirarlo comencé a lamerlo... obediente... sumisa... pero a mi propio deseo, a mi propia naturaleza de gata emputecida... mamé de esa pija hasta endurecerla, aferrada a su cintura chupé como una nena golosa de su nuevo biberón poniéndola nuevamente dura a mi servicio...

Y empeñada en mi tarea de mamar y tragar con los ojos entornados disfrutaba de sus caricias... de sus manos que me tocaban... me recorrían desde la piernas subiendo por mis muslos... envolvían mi cuerpo multiplicándose...

Abrí los ojos sorprendida... sin soltar la verga de entre mis labios... y entonces me di cuenta sobresaltada que no estábamos solos...

Había dos hombres más allí, junto al lecho, un tanto más jóvenes... desnudos y con sus miembros en plena erección... excitados por la visión de mi persona expuesta a todas sus miradas...

No temas - susurró el Turco...

Son mis hijos... y quieren conocerte... -

Y mientras se subían a la cama él me sujetaba suave pero firme de los cabellos, reteniéndome con su verga en mi boca, moviendo mi cabeza lentamente atrás y adelante indicándome que continuara con mi tarea oral...

Y yo... entorné nuevamente los ojos... y le hice caso...

Él sonrió mirando a sus hijos... y me presentó entre suspiros de satisfacción con mi mamada...

Esta es Cintia... y valió la pena esperar para conocerla... -

Luego fue todo un revoltijo de cuerpos que se arremolinaron sobre mí... y en esa larga noche se turnaron en poseerme, en tenerme como se les daba la gana... como perros alzados me servían a su antojo... mientras uno me tomaba otros se corrían en mi cara...puesta en cuatro patas me daban por el culo al tiempo que yo seguía chupando...y tragando...

Y para el final de la fiesta... cuando tenía a uno entre mis piernas... el Turco con lascivia le dijo: Dala vuelta... y mientras uno de sus hijos me penetraba por adelante... él se colocó detrás de mí intentando penetrarme por el culo...

Me retorcí toda...

-¡Nooo! Los dos no... por favor..-

Más mis gemidos lastimosos parecieron acrecentar su excitación...

-Sujeta bien a esta putita- le dijo a su hijo...

-Esto te va a gustar... te vamos a coger como nunca... ahh-

Y mientras su hijo me abrazaba para tenerme quieta él me penetró dilatando mi ano...

AAAHHH!!! Creí morirme sintiendo como me llenaban por completo, estirando la piel de mi interior al empuje de sus dos vergas endurecidas, que se frotaban entre sí en la doble embestida... estuve a punto de desmayarme al vaivén de esa doble penetración... y entre mis gemidos me sentí una verdadera perra... usada, poseída... más también una indiscutible puta concebida para gozar... porque sí, luego de un momento de acostumbrarme a esa nueva sensación descubrí que me estaba dejando llevar... me estaba gustando... solo faltaban los pechos lechosos de mamá en mi boca para que fuese perfecto! Pero tenía la pijota del otro hijo a mi alcance, y como si leyera mis pensamientos me la metió en la garganta para que mis labios de putita chuparan ávidos de su otra leche!!

Y entre gritos y gemidos seguimos con la fiesta... así ...sin parar en esa desbocada triple iniciación terminamos la noche, y mientras ahora eran sus dos hijos los que me penetraban al unísono el Turco se descargaba hasta la última gota en mi cara...

Me quedé tendida en la cama, agotada... cubierta de semen... con el sabor del sexo de los cuatro mezclado en mi boca... y mechones de mi cabello pegados a mi rostro con la esperma y la transpiración...

Y juro que en ese momento, a través de esa visión borrosa de gotas de sudor y colgajos de semen que opacaban mis ojos... pude ver allá... en lo alto de la habitación... contemplándome desde un rincón oscuro... al rostro del abuelo...de mi pá... esa imagen que buscaba en mi memoria ahora estaba allí haciéndose presente y me sonreía...me daba su consentimiento...

Después de todo yo era su creación, su pupila... su putita malcriada... y ahora parecía aprobar mi desempeño con otros hombres...

Me sentí liberada...

Igual nunca más volví a la casa del Turco.

Eso sí... con los años conocí a muchos otros hombres... no podía evitarlo, estaba en mi natural tendencia el ir a la cama... y entregarme.

A los diecisiete años me fui a vivir en pareja por un tiempo, y como estar atada a un solo hombre no resultó, volví a casa con mamá... llevando a mi primer hijo.

Con ella no volvimos a compartir la cama, supongo que lo único que nos había unido... y separado, era el abuelo.

Tampoco hablamos más de lo vivido, siempre pienso que ella fue lo bastante hipócrita para nunca reconocer su parte en lo que los tres habíamos hecho.

Ella alquiló el taller y allí se instaló una empresa de taxis, y con el tiempo terminó casándose con uno de los dueños.

Yo también trabajaba, hacía de telefonista, en la misma oficina que anteriormente fuera el cuarto donde retozaba con papá.

Y para no perder la costumbre más de una vez terminé consolando algún chofer en el camastro que todavía seguía allí... o en el asiento trasero de un auto...

Pero bueno... esas son otras historias y tal vez algún día si quieren se las cuente.

El resto del relato ya lo conocen.

Soy Cintia... y me atrevo a todo.

Y no me arrepiento.

Por Cintia