miércoles, 26 de agosto de 2020

Cintia, adicta a los Placeres Carnales...


Capítulo 1

Me tomé un buen tiempo en seguirles contando mi historia, es que durante estos meses estuve demasiado ocupada para escribir, fui mamá nuevamente y ahora tengo un varoncito que junto con mi primer nena son mi locura.

A veces pienso que ya es hora de sentar cabeza, he tenido una vida muy movida y por primera vez en años tengo una pareja estable, un amorcito que me quiere tal cual soy y me comprende... también me soporta... y de a poco nos fuimos integrando en uno: él me hizo una mujer más adulta, seria y responsable... y yo lo fui pervirtiendo con mis mañas por el sexo, haciéndolo probar el placer de nuevas experiencias y el gustito por lo que no siempre está bien visto por los demás... y que a mí me encanta!

Él fue el primero en conocer mi historia, y de sorprendido... pasó a sentirse excitado en todas sus fibras, al final terminó ayudándome a escribir esta historia. Fue un placer que compartimos juntos, él sabe que me gusta mostrarme como buena gatita provocativa... y yo sé que él disfruta compartiéndome con ustedes... después de todo, me tiene en su cama cada noche, y cada día...

Hasta allí habíamos llegado con nuestros juegos... más hace un tiempo pasamos ese límite y ocurrió algo que me hizo decidirme a seguir escribiendo.

Fue durante el bautismo de mi nene...


Ese día invitamos a varios conocidos y estuvimos festejando hasta tarde. Bebimos más de la cuenta y al final de la noche todos se fueron despidiendo y sólo quedó uno de sus amigos. Quedamos los tres solos...

Yo ya había descubierto su mirada clavada en mis pechos, los tenía hinchados y llenos de leche y sabía que se asomaban por demás tentadores en el escote de mi vestido.

Cuando bailábamos me apretaba descaradamente y yo reía jugueteándole y espiaba de reojo a mi amorcito que nos contemplaba y me asentía con la cabeza como diciendo... te gusta ser putita... Yo sé que eso lo calienta y seguí con mi jueguito, hasta que su amigo perdió la total compostura y sin dejar de frotarme su erección contra la pelvis comenzó a acariciarme el culo enloquecido de calentura... yo también estaba excitada pero sabía cuál era mi límite... busqué nuevamente la mirada de mi amorcito esperando su consentimiento... y él por toda respuesta se acercó desde atrás y me besó en el cuello bajo mi oreja... haciéndome suspirar...

Fue todo lo que recuerdo.

Después ya estaba en mi habitación... en la cama... envuelta en un coro de gemidos que mezclaban sus voces meciéndose al ritmo que el desenfreno del sexo le marcaba al traqueteo de la cama...

Montada sobre su amigo subía y bajaba enloquecida mis caderas sintiendo como me enterraba hasta el fondo la pijota y al mismo tiempo me devoraba, llenándose la boca con mis pechos, apretándolos mientras chupaba y mordisqueaba con furia mis pezones endurecidos succionándolos ávido de mi nata dulzona de nodriza..., haciendo que mi leche mojara su rostro y se derramara por mi vientre...

Mientras, mi amorcito se colocaba detrás de mí acercándose afiebrado de la calentura que le provocaba el verme coger... él también quería participar de la fiesta y deseoso comenzó a tocarme... haciéndome gritar de placer y dolor cuando metió sus dedos entre mis nalgas dilatando mi ano, preparándome... Con su otra mano ensalivaba la cabeza de su pijota endurecida... enardecido por enterrarme su erección me sujetó de la cintura para tenerme quieta antes de penetrarme de un solo golpe, para luego comenzar frenético a bombearme el culo con su verga... ohh! Siií!!

Aaahhh!!! Aaahhh!!!

¡Cómo me gustaba sentirlos a los dos así, dentro de mí llenándome a más no poder, entrechocando sus vergas en esas embestidas de machos desbocados y enloquecidos por poseerme!! Sacudiendo mi cuerpo en acometidas lujuriosas... Dándome su semen caliente en esa doble penetración!! Yo gemía... gritaba de gusto creyendo morirme nuevamente... retorciéndome en interminables espasmos de placer...

No sé cuántas veces lo hicimos ni el tiempo que duró esa locura...

Solo sé que terminé la noche extenuada... y con sus sabores mezclados en mi boca... tragándome la leche de los dos... Y recordando...

No era la primera vez...

Ya había probado esos placeres...

... Doble penetración...

Hacía mucho tiempo que no lo hacía... más ya había probado esa sensación de abandonarme por completo entregada a dos hombres... retorcerme sacudida por dos machos a dúo, mi cuerpo en el aire sujetado sólo por sus miembros... sudor, humedad y semen surtidos por duplicado... doble y placentera emoción...

Sí, podía recordarlo bien, no había llegado a cumplir quince años cuando supe en carne propia lo que era la doble penetración.

Y esta nueva experiencia hizo aflorar los recuerdos de aquella otra primera ocasión, por demás especial, que quedó grabada en mi cuerpo y en mi mente para siempre...

Y que todavía no les conté. Porque también es parte del final de mi relato.

Como sabrán, esta historia comenzó hace tiempo.

Si leyeron mis anteriores relatos de "ADICTA A LAS PERVERSIONES DEL ABUELO" sabrán ya de lo que soy capaz, si no les recomiendo que los recorran para tener una mejor comprensión, y así no se sorprenderán de lo que van a encontrar en estas líneas.

Sí, yo soy Cintia, la que se atreve a todo y a hecho de todo... así comencé mi primer relato.

Y es verdad, aunque a algunos no les guste y se refieran a mí como la putita o ramera...

No, las rameras cobran por el sexo, y yo nunca he cobrado, lo hago por gusto, lo disfruto, lo saboreo... me embriaga el placer y la sensación de débil satisfacción en la piel después de hacerlo... en la cama,... en cualquier lugar, en todas las formas, a toda hora... cuando alguien me gusta nunca he dicho que no, me entrego de lleno... y no tengo límites.

Si soy pervertida... será así entonces, pero no me arrepiento.

En mis primeros relatos les conté como siendo todavía una niña al mudarnos con mamá a la casa del abuelo Juan nuestras vidas cambiaron para siempre.

Y como descubrí en medio de la noche los incestuosos gemidos de la relación que los unía... Y la perversión del abuelo por mi cuerpito de niña en crecimiento... Y sus caricias que estimulaban mi curiosidad lujuriosa... Y mi boquita inocente conociendo la rigidez de su deseo... el sabor tibio de su hombría..., y el placer de las caricias de mamá y su piel suave... Y mi conversión a mujer, a hembrita provocativa y deseosa, que me llevaron a jugar con el abuelo hasta el borde mismo del abismo... y a terminar en medio de gemidos de placer y llanto entremezclados mientras me poseía anal y salvajemente...

Para llegar al descubrimiento final... la verdadera identidad de mi padre...

Hasta ahí había llegado milagrosamente virgen pero no inocente, y de no ser por mi aún intacto himen podría haber competido en experiencia con una ramera... y aventajarla...

Sí, ahora llegaba al tiempo de mi cumpleaños número trece, y no iba a ser una fecha más...

...En varias oportunidades estuve a punto de preguntarle a mamá la verdad sobre mi padre y confirmar así finalmente mis presentimientos sobre el abuelo y su sospechada paternidad.

Más llegado el momento me cohibía y no me salían las palabras, me quedaba atragantada con la interrogación sin saber que decir.

Hasta que un día antes de salir para el colegio junté coraje y casi parada en la puerta de la casa antes de despedirme disparé la pregunta de improviso, sin pensarlo demasiado para no dudar.

-¿ Mami,... el abuelo es mi papá???-

La tomé tan de sorpresa que no supo que decir, ni siquiera trató de negarlo, improvisó una defensa nerviosa balbuceando que no preguntara tonterías... más el brillo de sus ojos verdes iluminados por el reflejo de las lágrimas que se asomaban no hizo más que contestar mi pregunta.

No insistí más con el tema.

Ya sabía la respuesta.

Esa tarde al regresar pasé directamente por el taller del abuelo, necesitaba verlo.. estar con él.

Lo encontré atareado debajo de un auto haciendo reparaciones, y me quedé allí de pie a un lado sin hacer ruido, no me animaba a hablarle. Había sido suya, me había entregado a él casi completamente y ahora estaba nerviosa como si tuviera a un desconocido frente a mí. Después de todo nada cambiaba, fuera mi padre o mi abuelo, o ambos, era mi hombre, y en ese momento solamente eso era lo que me importaba.

Solo que ahora comprendía porqué mi cuerpo estallaba de gozo cuando me tocaba... estaba en mi sangre, en mis genes, era una verdadera herencia de familia: mi abuelo, mi padre, un abusador... mi madre una verdadera ramera entregada... yo no podía ser menos, sino la suma de todas las perversiones... y así era, la más adicta al sexo... esclava de los placeres, capaz de animarme a todo, y hacer de todo...

-Hola chiquita, ¿qué estás haciendo aquí?-

La voz del abuelo interrumpió mis pensamientos mientras se asomaba bajo el auto, y su vista golosa desde esa perspectiva se clavaba entre mis piernas por debajo de la pollerita del colegio... Le devolví una sonrisita cómplice al tiempo que poniéndome en puntitas de pie separaba aún más las rodillas dejando que se regocijara con el panorama... sí, era toda una putita bien entrenada para provocar, sabía bien lo que le gustaba, y lo que yo deseaba... y ahora deseaba estar con él, más que nunca, para eso lo había ido a buscar...

Lo tomé de la mano y sin decir palabra lo llevé al cuartito del fondo...

Sentada en el borde de la cama bajé el cierre de su overol apresurada, quería sentirlo ya, tenerlo, aspirar su olor de macho viendo asomarse su miembro embrutecido por la erección, y sentirlo palpitar en mi boca, acariciarlo con mis labios lentamente, untándolo con la saliva húmeda y caliente mientras mis manos aferraban el tronco venoso ordeñándolo cada vez más intensamente... Sí, eso me agradaba, me enloquecía... me hacía sentir oleadas de calor que mojaban mi entrepierna deseosa y latir intenso de deseo mi corazón...

Y el abuelo, mi papá, gozando de satisfacción por mi mamada complaciente y entusiasta y a medida que se enloquecía de gusto se aferraba a mis cabellos sujetando mi cabeza con ambas manos, hundiéndome con fiereza la vergota hinchada hasta el fondo de la garganta, jadeando de placer en un mete y saca desenfrenado, cogiéndome por la boca buscando saciarse...

Estaba enloquecido y deseoso, sacaba su vergota enorme y a punto de explotar fregándomela por la cara, mientras yo la besaba con pasión, como adorándola, era el fruto de todos mis pecados y quería más y más... me la metí de nuevo en la boca ansiosa, apresando la cabezota caliente con mis labios, reteniéndola suavemente con mis dientes para que no escapara mientras mi lengua lamía la hendidura de su punta amoratada... para volverla a succionar imperiosamente... quería más, más... me sujeté a su cintura con fuerza, como si alguien quisiera arrebatármela, tragándomela toda hambrienta, mi boquita de nena devoraba por completo su miembro de hombre, quería más y más... y el abuelo atormentado por mi boquita perversa resistió un tiempo demasiado largo para mi gusto ansioso, hasta que bramando entre gruñidos de satisfacción se descargó en mi garganta con chorros de leche espesa, cremosa, leche tibia burbujeante de vida que yo tragaba sin desperdiciar una gota, relamiendo golosa un hilito de miel que pretendía escapar por la comisura de mis labios...

Quería más y más... y ahora el sabor del semen me excitaba como el condimento de un fino bocado, quería más...

Y el abuelo también, yo lo sabía, y por eso seguía lamiendo su tronco hasta dejarlo dispuesto a complacerme, listo para la acción...

Me volteé dándole la espalda, poniéndome en cuatro patas como una gata en celo dispuesta a recibirlo, con mis manos apoyadas contra la pared completamente rendida a sus deseos...

Y el abuelo enloquecido por mi actitud de putita complaciente levantó mi faldita sobre mi cintura y ni siquiera me sacó la tanguita, la tironeó a un costado con fuerza hundiendo el encaje entre los labios de mi vagina haciéndome estremecer a su contacto y dejando libre el camino a mi colita al mismo tiempo, hundió su cara entre mis nalgas y con un lengüetazo lujurioso en mi ano humedeció el camino antes de embestir sin compasión, me penetró ansioso buscando saciarse haciéndome gritar... enardecido por completo al ver que me retorcía gimiendo... y que al mismo tiempo mis manos separaban mis nalgas abriéndome a sus deseos, facilitándole la tarea... incitándolo todavía más...

-Ahhh!! Ahhh!!!-

-Te duele putita...?? Te duele!!-

Sí, me dolía... pero ahora me gustaba... quería más, y más... ya no me importaba nada, no tenía ninguna traba que me impidiera disfrutar, solo gozar, gozar.. -

Yo gritaba y gemía disfrutando y oscilaba el culo al compás de sus embestidas, y el abuelo disfrutaba de mí sintiendo que me hacía gozar, y los dos nos embarcábamos en un círculo vicioso de placer que nos llevaba al paroxismo...

-Ahhh!!Ahhh!!!-

Mis gemidos de placer llenaban el aire, se mezclaban con los bufidos de satisfacción del abuelo en un coro enloquecido y lujurioso...

-Te gusta, perra, te gusta... -

Me decía al oído el abuelo mientras besaba y mordía mi cuello, tiraba de mis cabellos como si fueran las riendas de una yegua en servicio, girando mi cabeza a un lado para lamer mi rostro... su lengua buscaba mi lengua... sus manos apretaban mis pechos, tironeaban de mis pezones haciéndome jadear... tocaban los labios húmedos de miel de mi vagina... y su miembro llenaba mi interior sin cesar en sus embates abriéndose paso en mi esfínter dilatado, deliciosamente usado, roto..., dentro y fuera, dentro y fuera... más y más, quería más y más... y más... y él me daba más y más...

-Abu... Abuu!!! Aaahhhh!!! Aaaaahhhh!!!!!!!-

Acabé deliciosamente gritando mi primer orgasmo, todo mi cuerpo conmovido por espasmos de glorioso placer hasta casi desvanecerme, mis gritos se deben haber escuchado hasta la calle... tanto que el abuelo me tapó la boca al tiempo que me clavaba de nuevo con su vergota... enloquecida de gusto en pleno clímax lo mordí, clavé mis dientes con fuerza en su mano, solo para recibir como respuesta otra embestida aún más violenta de su miembro de semental endurecido, hundió su tremenda pija calzándome hasta los huevos en dos embestidas finales tremendas que casi me parten... y me hicieron acabar nuevamente en otro orgasmo de lujurioso placer anal...

-Mi putitaa... Puta... Putaaaa!!! Aahhhgg!!!!!

Un río de semen caliente se derramó en mi interior y desbordó de mi culo poseído, deliciosa sensación que disfrutaba con mi cara apoyada en la pared, casi desvanecida y empapada en sudor, mientras recuperaba como podía el ritmo de la respiración y me relajaba... y sentía escurrirse lentamente entre mis muslos las mieles tibias y húmedas con que me había bañado mi abuelito... o mejor dicho mi papito querido.

-Te quiero abu... te quiero... papito... -

Susurraron despacito mis labios mientras el abuelo me acariciaba mimoso y se reponía... y ponía frente a mi rostro su biberón musculoso y viril, para que yo lo lamiera hasta dejarlo limpio y lustroso en premio por haberme saciado...

Y por supuesto, volví a complacerlo...

En tres días cumplía años, y estaba segura cual iba a ser mi regalo, lo esperaba ansiosa... incluso el abuelo me había preguntado que quería de obsequio... y sin dudarlo, le susurré al oído: ...QUIERO SER TU MUJER...

Él me sonrió mientras me abrazaba y dándome un beso colocó unos billetes en mi bolsillo, para que " me compre algo lindo". ¿Qué podía ser?

Tenía de todo, ropa, vestidos, zapatos... tal vez algo que a él le gustara... que pudiéramos disfrutar los dos... Sí!! ya sabía lo que me compraría.

Lo había visto al volver de la escuela, en la vidriera de un negocio a dos cuadras de casa, una mercería con ropa femenina.

Más al entrar presentí que había cometido un error, un escozor me recorrió la piel...

El dueño resultó ser un compadre conocido del abuelo, un cuarentón amigo al que llamaban "el Turco", yo lo había visto pasar por el taller y mucho no me agradaba, tenía una mirada sombría, depravada...

Le gustaba manosear a sus empleadas y "cogerlas contra el mostrador... o echarlas" como le contaba al abuelo en charlas al atardecer copas de por medio.

Al verme se quedó observándome desde la caja registradora mientras su empleada me atendía. Y pude sentir de inmediato su mirada recorriendo con lujuria cada curva de mi cuerpo como evaluando la mercadería... Yo me puse roja de la vergüenza... más aún cuando le pedí a la mujer con voz baja y entrecortada ver ropa interior, me desnudó con la vista como si fuera una ramera parada en la esquina...

Un escozor me erizó la nuca cuando lo oí acercarse y pararse junto a mí... estuve a punto de salir corriendo...

¿Eres la nieta de Juan, no?-

Asentí con la cabeza mientras bajaba la vista para no cruzarme con sus ojos penetrantes y me dedicaba nerviosamente a tratar de ocultar entre mis manos un par de medias de seda de malla negra y un conjuntito de encaje con portaligas haciendo juego que había elegido...

Sí,... Juan me contó que eras muy bonita... y muy buenita... –

Y rozó suavemente mi mano sintiendo mi piel, sin dejar de mirarme fijamente.

Ese último "buenita" sonó por demás a "putita"... acaso el abuelo había comentado entre copas lo que hacíamos? Esa posibilidad me hizo ruborizar por completo, me sentí descubierta...

Pagué y salí de allí lo más pronto posible sintiendo su mirada babosa pegada en mis caderas...

El día había llegado... por fin! Mi cumpleaños número trece. Y no iba a ser de mala suerte.

Era viernes, por lo que tendría todo un fin de semana en casa para festejar... a lo grande...!!

El abuelo me despidió con un beso cuando salía para el colegio,... más tarde vendría la fiesta...

A la noche estaba arregladita como una muñeca, maquillada y con los labios y los ojos pintados tal vez exageradamente debido a mi deseo de parecer mayor. Cuando me vestía para la ocasión el solo contacto de la seda en mi piel me excitaba, soñando con ese momento anhelado me quedé recostada en la cama... tocándome lentamente... humedeciéndome... la espera me ponía por demás ansiosa...

Después de cenar todo estaba preparado para el festejo, y la atmósfera se calentaba lentamente igual que mi piel.

Estábamos con mamá, las dos nos sentamos en el sofá, una a cada lado del abuelo cuando destapó una botella y el estampido del descorche pareció marcar la largada de la lujuria y el deseo familiar.

El vino se desbordó de las copas y el abuelo acercó el pico a la boca de mamá para que mamara de la botella... como estaba acostumbrada. Entre risas dejó escapar un hilo dorado de líquido que escurrió de sus labios y se abrió camino hacia su escote, seguido por la mano del abuelo... que comenzó a tantear sus pezones, poniéndolos duros al roce y provocándola, arrancándole suspiros como ronroneos de gata.

Me paré frente a él, después de todo era mi festejo y yo debía ser el centro de la atención, así que cautivé su mirada mientras me quitaba la ropa sonriéndole, invitándolo a contemplarme, mi piel de jovencita virgen con deseos de ramera... dejé mis pechos paraditos al descubierto y me quedé solo con las bragas y las medias ofreciéndome dispuesta... y al abuelo mi aspecto de hembrita sexy lo enloqueció, podía verlo en sus ojos llenándose con mi cuerpo apenas cubierto por la seda y el encaje...

Mamá bajó su cierre y la vergota escapó libre de un salto dándole en la cara, solo para que ella la atenazara entre sus labios lamiéndola de arriba abajo, poniendo la cabezota brillante con su saliva mientras se la chupaba, y haciéndolo exhalar al abuelo un gruñido de gusto, satisfecho por la mamada hambrienta que le daba la muy perra...

Entonces yo me acerqué reclamando mi parte, me incliné y comencé a besar al abuelo en los labios, jugando con mi lengua mientras él me comía la boca, luego los pechos, mordiéndome los pezones duritos de ganas... el ombligo... para terminar baboseándome las bragas antes de arrancarlas de un tirón y meter su lengua en mi conchita húmeda y ansiosa, un lengüetazo rudo sorbiendo mis jugos y mi sabor, mi olor de hembrita en celo...

...Cojeme... abuelito... cojeme... Ya!!- alcancé a musitar entre gemidos mientras él me exploraba con su boca haciéndome perder el aliento, y loca de ganas le arrebaté el trofeo a mamá manoteando su vergota... sintiendo latir sus venas calientes... y sólo anhelé tenerlo muy dentro de mí haciéndome mujer por siempre...

Pasé mi pierna sobre el cuerpo del abuelo y decidida monté sobre él, sujetaba su pija entre mis manos como si no quisiera perderla mientras acomodaba la cabezota entre los labios de mi sexo húmedo... Quise sentarme sobre él más su tremenda y gruesa erección no me entraba... Mi vagina virgen y cerradita se negaba a recibir semejante trozo de carne palpitante y tieso como una piedra...

Aahhh!!! Aahhh!! No pude dejar escapar un grito mientras el abuelo empujaba hacia mi interior abriéndose paso, levantando su vergota hacia mis entrañas... me tenía calzada llenando mi canal de ingreso hasta donde el himen ofrecía resistencia... mis labios inflamados chorreaban jugos tratando instintivamente de allanarle el camino... pero a cada envión me dolía más y más...

Recordé el calvario de mi debut anal... tendría que sufrir lo mismo?

Por un momento mis miedos superaron al deseo... y estuve a punto de querer huir, levanté mis caderas asustada...

Más el abuelo me sujetaba de la cintura...

Y entonces mamá, viéndome la carita de espanto que tenía en ese instante, se apretujó a mi lado dándome su respaldo y calor... besándome suavemente, consolándome como a la nena que todavía era...

Pasando su mano por detrás entre mis piernas aferró el miembro del abuelo conteniéndolo... me pregunté si ella estaría recordando su propio desvirgue por el mismo semental... y su propio dolor al hacerse mujer.

Y mientras me acariciaba con su otra mano, me recorría el sexo mansamente relajándome y preparándome para la ocasión... masturbándome delicadamente hasta hacerme gimotear de gusto... al ritmo de sus dedos... Y yo inocente me dejaba llevar hechizada por sus caricias...

Flojita... relajate... es solo un momento... – susurraba su voz en mi oído angelicalmente

Y entonces...

Ahahh!!! Grité al sentir como si una aguja se clavara en mi rincón más íntimo desgarrándome...

Por un momento no entendí que pasaba... hasta ver el dedo de mamá ensangrentado...

Ella misma me había desvirgado...

Y dejaba abierto el camino para el miembro del abuelo. Antes que yo reaccionara ella acomodó la cabezota de nuevo en mi sexo incitándolo a penetrarme.

AAAHHH!!! Mi grito fue todavía más intenso que el anterior... el abuelo me había dilatado por completo y estaba en mi interior... empujando... acomodando bien adentro su vergota... mientras mamá me sostenía y yo creía desmayarme en cualquier momento.

No sé bien cuánto tiempo pasó, para mí era una eternidad. Empujando y empujando lo sentía en mi interior llegando hasta el fondo dejándome empalada por completo con su miembro hasta los testículos... Entonces resopló tomándose un respiro y dejándome revivir... sólo para abrazarme y acomodarse mejor dándome vuelta... como si fuera una muñeca sin voluntad propia me puso de espalda contra el sillón levantando mis piernas sobre sus hombros... completamente abierta a sus deseos...

Y se tomó su tiempo para montarme como a una yegüita en servicio... me enterró bien la vergota comenzando con un mete y saca lento, incrementando sus enviones junto con su excitación y sus deseos por fornicarme... cada vez más intenso... me la metía y la sacaba solo para volver a empujar con más bríos, inmune a mis gemidos... enloquecido de gusto sacudía mi cuerpo a voluntad... hasta hartarse de tenerme y sentirse satisfecho de estrenarme.

Y ebrio de gozo sacó su pijota untada en mis jugos salpicada con manchas sanguinolentas y agitándola fervoroso se corrió en chorros de semen sobre mi abdomen, mientras la puta de mamá, como siempre complaciente, se arrodillaba a lamer la leche caliente que se derramaba por mi vientre y todavía goteaba de la cabezota morada...

Por suerte esa noche no me buscó más, estaba demasiado agotada y débil para otro encuentro cercano con su erección... y además mamá se encargó después de sacarle hasta las últimas ganas poniéndose en cuatro patas y dejándose culear sobre la alfombra... aunque mientras el abuelo se la metía y ella se retorcía jadeando como una perra, no pude evitar ver el brillo duro de sus ojos fijos en los míos: ahora éramos dos mujeres adultas en la casa... y ella bien lo sabía.

Como sucedió con mi colita... Yo ya le tomaría el gusto a los placeres del abuelo... y en ese momento la competencia sería sin reglas...

Ella bien lo sabía.

Y yo sería la favorita.

De eso podía estar segura.

Capítulo 2

Durante casi dos largos años los tres; mamá, el abuelo y yo, seguimos compartiendo la casa y la cama...

En este tiempo me volví una experta en complacer y ser complacida, y aprendí todas las maneras posibles de incitar al abuelo y convertirme en la preferida para recibir los favores de su miembro siempre dispuesto a satisfacerse... lo buscaba casi a diario, mis hormonas exultantes en plena adolescencia quinceañera necesitaban sentir regularmente de todo su grosor y su tamaño empalándome por todos mis orificios hasta dejarme contenta y extenuada.

En realidad compartía sus servicios de semental con mamá, por las noches en su dormitorio nos prestábamos a una competencia de gatas enceladas por ver cuál era la más puta y entregada a sus antojos, así que nos tenía a las dos a su disposición y hacía con nosotras lo que se le antojaba y cuando quería... También de esto yo sacaba provecho... había descubierto que los juegos de a tres podían ser el clímax ideal... no había nada más placentero que sentir la lengua de mi madre excitada... devorándome el sexo en lametones descontrolados... introduciendo sus dedos en mi vagina masturbándome... haciéndome chorrear jugos de gusto...mientras al mismo tiempo el abuelo me penetraba vaginal y analmente y me llenaba de leche... Hummm! Que delicia!!

Lengua y verga... incestuosa saliva y semen caliente torturándome de gusto.

No contenta con esas nocturnas orgías familiares muchas veces durante el día yo también pasaba por su trabajo y en el cuartito del fondo disfrutaba con el abuelo, con mi pá, acaparándolo sólo para mí...

Esas escapadas al camastro del taller más de una vez me hacían llegar tarde o estar ausente en la escuela, así que en el colegio no era precisamente una alumna ejemplar, tenía montones de faltas y estaba a punto de quedar libre por mis fugas en horas de clase.

En charlas con mis compañeras solía horrorizarlas y aleccionarlas con mis experiencias en el sexo, por supuesto les inventaba otros amantes para encubrir mis relaciones incestuosas... si hubieran sospechado con quienes compartía la cama!

Una tarde estábamos escondidas en el baño fumando un porro mientras yo les aconsejaba sobre la forma de hacer una buena mamada de verga, como chuparla y degustar el semen... puajj! Una de mis amigas ponía cara de asco de solo imaginarlo...

Yo me reía de su inocencia... hasta que se abrió la puerta y vi entrar a un celador!

Y por supuesto, como conocida cabecilla pervertidora de la clase me llevó del brazo a la rectoría.

Por el pasillo le suplicaba que me perdonara, que no lo volvería a hacer... Con mi mejor carita de nena inocente le rogaba que me dejara libre, que me expulsarían... y al mismo tiempo con mi cuerpo de nena nada inocente me le apoyaba y le frotaba los pechos descaradamente... Era un hombre de unos treinta años, y si algo había aprendido era a manejar a un tipo con mis artimañas de gatita.

Más él solamente me miró fijo un instante... y sin decir palabra siguió adelante. Creí que era mi fin, ahora además de por fumadora me echarían por puta! Pero al llegar a la rectoría pasamos de largo...

Me guio hasta el final del pasillo, doblando hasta enfrentar la puerta de un pequeño cuarto oscuro...

Allí estaba atestado de cosas, había guardados muebles, mapas y colchonetas de gimnasia.

Entonces cerró la puerta con llave...

- No voy a amonestarte... - dijo mirándome con ese brillo en los ojos que ya había conocido en el abuelo...

...Si me das las gracias... –

Y por supuesto terminé agradeciéndole... arrodillada sobre una de las colchonetas puse en práctica lo que le enseñaba a mis amigas y lo que sin duda él había escuchado...

Cuando volví a casa me sentía mal, ni siquiera podía mentirme a mí misma recordando la escena...

... Estaba agitada, nerviosa, viendo como el hombre se bajaba los pantalones hasta la rodillla y ponía su miembro erguido frente a mi cara... era la primera vez que no era la verga del abuelo, y sin embargo no lo había dudado, bastó que me tomara de los cabellos y la metiera deseoso entre mis labios forzándome a abrir la boca para que primero lo mamara lentamente, como sintiéndolo, reconociendo esa nueva pija regordeta y en curva que me llenaba la boca... para comenzar a sentirme excitada, mojada, a medida que chupaba con más fuerza el ardor interno me dominaba... me incitaba más... para terminar succionándolo furiosa, alocada de gusto... hasta hacerlo detonar gimiente en un borbotón caliente y tragarme su leche espesa, sintiendo su sabor fuerte de macho... por Dios! Cómo me gustaba!!

Tanto que me me incorporé, y de pie contra la puerta me dejé coger, me la metió levantándome las piernas... me perdí por completo gozando con el vaivén de sus arremetidas... me enrosqué a su cuerpo mientras me dejaba hacer... hasta que recordando que no me estaba cuidando le pedí que no me acabara adentro...

... hazlo en mi boca, le gemí al oído en plena acción, hazlo en mi boca...

Y cuando él me desmontaba para complacerme y regarme la cara vi su verga completamente alzada y empapada en mis jugos... y fue más mi deseo por sentirla nuevamente dentro que saborearla... así que me di vuelta contra la pared y aferrando su miembro palpitante lo guié entre mis nalgas... y el tipo delirante de gusto por el regalo inesperado que le ofrecía me la metió enloquecido y en dos o tres bombeos se descargó en mi culo apretado resoplando de satisfacción.

Y ahora estaba frente al abuelo y me sentía más putita todavía... más de lo que incluso él sospechaba.

Aún podía sentir la leche humedeciendo mis muslos... y esta vez no era su leche... y la verdad era que esa pequeña y no muy forzada infidelidad me había encantado. Eso no podía negarlo. Después de todo él me compartía con mamá... porqué yo no podía estar con otros hombres?

Esa idea me brilló en la mente... y al mismo me hizo sentir remordimientos por la forma en que le había fallado a mi papito entregándome a otro.

Así que tomándolo de la mano y pidiéndole íntimamente perdón en mi pensamiento lo llevé al cuarto... y el sabor de su semen ayudó a borrar lo que había hecho un rato antes.

Esa tarde noté algo en el abuelo que al principio no pareció ser importante, sin embargo fue una muestra de lo que vendría.

Después de acabar se quedó en la cama, masajeándose suavemente el estómago como si le doliera. Pensé que se trataba de algo pasajero.

Más en los días siguientes volví a notar que lo aquejaba esa molestia, cada vez con más frecuencia. Él era demasiado terco y orgulloso como para consultar a un médico y no le daba mayor importancia, y con mamá le decíamos que podía ser una úlcera o algo parecido y que tenía que cuidarse.

Lo que más me asustó fue el darme cuenta que hasta en la cama no rendía como antes, y eso en él era algo impensable, contrario a su naturaleza. Cada día lo notaba más cansado... y los dolores aumentaban, aunque él no quería reconocerlo.

Una tarde fui a buscarlo al taller y lo encontré arrodillado, casi desvanecido, tomándose el vientre con ambas manos... Salí corriendo a pedir ayuda... más ya era tarde, demasiado tarde.

Los estudios en el hospital no dejaron dudas.

Era algo inevitable, algo sin cura. El solo nombrarlo me daba miedo...

Cáncer.

Y demasiado extendido para tratarlo. Sólo era cuestión de tiempo.

Así de simple.

En dos meses el abuelo se consumió, toda su vida y su vigor se reducían a diario invadidos por el cáncer y el contemplarlo luchando contra la enfermedad y los efectos de las drogas me destrozaba, al punto que íntimamente pedía entre llantos que terminara ya su sufrimiento, no podía continuar soportando el verlo así, apagándose poco a poco.

Él, que me había dado la vida y había sido todo para mí, mi abuelo, mi padre, mi hombre y mi amante.

El último día en la sala de terapia del hospital fue una procesión de lágrimas esperando lo inevitable.

Mamá salió llorando llevando en brazos a mi hermanito y yo me quedé tomando su mano, en un gesto desesperado por brindarle mi calor se la deslicé por debajo de mi pollera y la acuné entre mis piernas, abrigándola allí donde él me había convertido en mujer. Su mujer.

Él me sonrió con esfuerzo agradeciéndome con su mirada como despidiéndose...

Su amigo, el Turco, nos interrumpió sin quererlo al entrar a la habitación y no dijo palabra por lo que había visto. Yo estaba segura que desde hacía tiempo él ya conocía que la relación que me unía al abuelo era algo más que familiar, y aunque eso le hacía desearme como una fruta prohibida nunca había avanzado más de devorarme con sus ojos.

Yo era del abuelo, de su amigo, y él lo sabía.

Así que los dejé para que él se despidiera y salí al pasillo ahogada en llanto. Necesitaba estar un momento sola.

Esa noche el abuelo, mi papá, falleció.

Lo sepultamos un día nublado, al caer la tarde, era como si la penumbra del poniente que avanzaba aumentaba mi tristeza y pesadumbre por saber que de allí en más estábamos solas con mamá.

Sin embargo no lloré, me comía las lágrimas y las guardaba, tratando de recordar el rostro del abuelo abrazándome, haciéndome el amor. Y no podía. En verdad no podía.

Mi mente y mi corazón no lograban retener esa imagen, pensaba que la había perdido o que mi amargura la había enterrado en un lugar aún más profundo.

Durante días me quedé en casa sin salir, encerrada en mi congoja, abatida, ya sin sentir la presencia del abuelo y en el silencio de las noches el familiar rechinar de la cama, reemplazado ahora por los sollozos ahogados de mamá contra la almohada.

Una semana más tarde debía volver al colegio, más no tenía el menor estado de ánimo para hacerlo. Salí de casa con el uniforme de la escuela y comencé a caminar por el barrio, me detuve frente al taller ahora cerrado y en donde tantos momentos inolvidables había compartido con el abuelo y sentí mi corazón desfallecer... seguí vagando sin rumbo, sola, más sola que nunca... buscando sin sentido...

Ya era tarde, cuando me paré ante aquella puerta y golpeé sin saber bien porqué lo hacía...

El hombre me atendió sorprendido y me hizo entrar sin decir palabra.

Dejé las carpetas sobre una mesa... y seguí adelante guiada por una mano sobre mi hombro, transitando paso a paso hacia una habitación apenas iluminada por la luz que se filtraba entre las persianas... y que dejaba distinguir una gran cama al centro, que parecía esperarme...

Me quedé de pie, inmóvil, sintiendo como el hombre detrás de mí se apretaba contra mi cuerpo y comenzaba a tocarme, corrió mi cabello hacia un lado para besar mi cuello y lamerlo saboreando el perfume de mi piel trémula, mientras sus manos se movían desprendiendo los botones de mi camisa... tironeaban del corpiño liberando mis senos... para palparlos ansioso, apretándolos, sobándolos y acariciando mis pezones... endureciéndolos al roce...

Yo me dejaba hacer... extrañaba que me acariciaran, que me tocasen... extrañaba al abuelo...

Y las manos ahora se perdían bajo mi pollera, entre mis piernas... que yo separaba ligeramente entregándome a ese tacto ávido... vehemente... sintiendo los dedos escurrirse debajo de mi braga humedecida... haciéndome suspirar rendida a ese manoseo libidinoso, a ese bulto endurecido que se frotaba lascivo contra mis nalgas... haciéndome añorar otras entregas... otros amados momentos familiares de debilidad carnal...

Mi faldita y las bragas cayeron al piso... y las manos me llevaron hacia la cama...

Me recosté boca abajo... sumisa... dócil y obediente... cerrando los ojos para imaginarme que era el abuelo quien me tomaba... que era su verga y no la de otro hombre la que me penetraba, que era el peso de su cuerpo el que me montaba y arremetía entre bramidos de gozo... embistiendo con furia contenida y ahora liberada... hundiéndose en mi vagina una y otra vez... tironeando de mis cabellos hasta hacerme gritar al ser poseída tan salvajemente... más como buena perra que había aprendido a gozar respondí alzando mis caderas... abriendo más mis piernas para recibirlo mejor, empujando mis muslos hacia atrás al sentir su acometida para aumentar la violencia del goce... al ritmo del sonido de su miembro inflamado de deseo chapoteando en mi flujo complaciente... y los gemidos.. y los gritos de placer al ser servida... y los chorros de semen caliente inundando mi interior... y mis propios jugos revueltos estallando en el clímax del orgasmo...

Quedé con la cara hundida entre las sábanas, respirando agitada recobrándome del momento vivido... mientras el hombre me volteaba... cuando me dio vuelta apartó mis cabellos y quiso besarme... y yo espantada esquivé su rostro... despertando de mis propios ensueños.

No, no era el abuelo.


Era el Turco, él me había acogido... y cogido en su cama.

Era él el que ahora besaba mis pechos... y seguía tocándome... preparándose para la segunda vuelta...

Era él el que se arrodillaba a mi lado, acercando a mi cara su verga todavía goteante de la mezcla de semen y jugos... y yo sin poder dejar de mirarlo comencé a lamerlo... obediente... sumisa... pero a mi propio deseo, a mi propia naturaleza de gata emputecida... mamé de esa pija hasta endurecerla, aferrada a su cintura chupé como una nena golosa de su nuevo biberón poniéndola nuevamente dura a mi servicio...

Y empeñada en mi tarea de mamar y tragar con los ojos entornados disfrutaba de sus caricias... de sus manos que me tocaban... me recorrían desde la piernas subiendo por mis muslos... envolvían mi cuerpo multiplicándose...

Abrí los ojos sorprendida... sin soltar la verga de entre mis labios... y entonces me di cuenta sobresaltada que no estábamos solos...

Había dos hombres más allí, junto al lecho, un tanto más jóvenes... desnudos y con sus miembros en plena erección... excitados por la visión de mi persona expuesta a todas sus miradas...

No temas - susurró el Turco...

Son mis hijos... y quieren conocerte... -

Y mientras se subían a la cama él me sujetaba suave pero firme de los cabellos, reteniéndome con su verga en mi boca, moviendo mi cabeza lentamente atrás y adelante indicándome que continuara con mi tarea oral...

Y yo... entorné nuevamente los ojos... y le hice caso...

Él sonrió mirando a sus hijos... y me presentó entre suspiros de satisfacción con mi mamada...

Esta es Cintia... y valió la pena esperar para conocerla... -

Luego fue todo un revoltijo de cuerpos que se arremolinaron sobre mí... y en esa larga noche se turnaron en poseerme, en tenerme como se les daba la gana... como perros alzados me servían a su antojo... mientras uno me tomaba otros se corrían en mi cara...puesta en cuatro patas me daban por el culo al tiempo que yo seguía chupando...y tragando...

Y para el final de la fiesta... cuando tenía a uno entre mis piernas... el Turco con lascivia le dijo: Dala vuelta... y mientras uno de sus hijos me penetraba por adelante... él se colocó detrás de mí intentando penetrarme por el culo...

Me retorcí toda...

-¡Nooo! Los dos no... por favor..-

Más mis gemidos lastimosos parecieron acrecentar su excitación...

-Sujeta bien a esta putita- le dijo a su hijo...

-Esto te va a gustar... te vamos a coger como nunca... ahh-

Y mientras su hijo me abrazaba para tenerme quieta él me penetró dilatando mi ano...

AAAHHH!!! Creí morirme sintiendo como me llenaban por completo, estirando la piel de mi interior al empuje de sus dos vergas endurecidas, que se frotaban entre sí en la doble embestida... estuve a punto de desmayarme al vaivén de esa doble penetración... y entre mis gemidos me sentí una verdadera perra... usada, poseída... más también una indiscutible puta concebida para gozar... porque sí, luego de un momento de acostumbrarme a esa nueva sensación descubrí que me estaba dejando llevar... me estaba gustando... solo faltaban los pechos lechosos de mamá en mi boca para que fuese perfecto! Pero tenía la pijota del otro hijo a mi alcance, y como si leyera mis pensamientos me la metió en la garganta para que mis labios de putita chuparan ávidos de su otra leche!!

Y entre gritos y gemidos seguimos con la fiesta... así ...sin parar en esa desbocada triple iniciación terminamos la noche, y mientras ahora eran sus dos hijos los que me penetraban al unísono el Turco se descargaba hasta la última gota en mi cara...

Me quedé tendida en la cama, agotada... cubierta de semen... con el sabor del sexo de los cuatro mezclado en mi boca... y mechones de mi cabello pegados a mi rostro con la esperma y la transpiración...

Y juro que en ese momento, a través de esa visión borrosa de gotas de sudor y colgajos de semen que opacaban mis ojos... pude ver allá... en lo alto de la habitación... contemplándome desde un rincón oscuro... al rostro del abuelo...de mi pá... esa imagen que buscaba en mi memoria ahora estaba allí haciéndose presente y me sonreía...me daba su consentimiento...

Después de todo yo era su creación, su pupila... su putita malcriada... y ahora parecía aprobar mi desempeño con otros hombres...

Me sentí liberada...

Igual nunca más volví a la casa del Turco.

Eso sí... con los años conocí a muchos otros hombres... no podía evitarlo, estaba en mi natural tendencia el ir a la cama... y entregarme.

A los diecisiete años me fui a vivir en pareja por un tiempo, y como estar atada a un solo hombre no resultó, volví a casa con mamá... llevando a mi primer hijo.

Con ella no volvimos a compartir la cama, supongo que lo único que nos había unido... y separado, era el abuelo.

Tampoco hablamos más de lo vivido, siempre pienso que ella fue lo bastante hipócrita para nunca reconocer su parte en lo que los tres habíamos hecho.

Ella alquiló el taller y allí se instaló una empresa de taxis, y con el tiempo terminó casándose con uno de los dueños.

Yo también trabajaba, hacía de telefonista, en la misma oficina que anteriormente fuera el cuarto donde retozaba con papá.

Y para no perder la costumbre más de una vez terminé consolando algún chofer en el camastro que todavía seguía allí... o en el asiento trasero de un auto...

Pero bueno... esas son otras historias y tal vez algún día si quieren se las cuente.

El resto del relato ya lo conocen.

Soy Cintia... y me atrevo a todo.

Y no me arrepiento.

Por Cintia

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