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viernes, 31 de julio de 2020

Jerashî gêmu (AKA Jealousy Game)



La historia de una pareja de unos 30 años y una pareja de unos 20 años, y las sutiles emociones de los cuatro  bajo el tema del intercambio matrimonial.

Japonés/Inglés

Cochlea y Eustaquia, Comix





Violé a mi padre


Esta historia, cuyo final aún no ha llegado, pretendo rememorarla para asegurarme que, en mi memoria, aún permanecen inalterables aquellos acontecimientos pues, con el paso del tiempo, éstos tienden a transformarse y cambiar la realidad tal y como se produjo. Aquellos acontecimientos desembocaron en la situación actual, acontecimientos que supusieron una auténtica convulsión emocional y afectiva que me hizo variar, de por vida, mi escala de valores éticos.

La historia comienza hace ahora 12 años, cuando yo aún tenía 16. Mi madre, por desgracia, falleció entonces de una enfermedad incurable y mi padre y yo, hija única, quedamos del todo desconsolados. Ella contaba con tan solo 35 años y mi padre 38.

En casa cambió mi vida por completo; ahora ya no tenía a mi madre que me hacía todo y yo me ocupaba, hasta donde sabía y podía, de atender un poco la casa, comprar, mas que hacer, la comida, así como del cuidado de la ropa mía y de mi padre pues, aunque él también ayudaba, su trabajo y, sobre todo, su depresión por los acontecimientos, no le permitían hacer mucho mas de lo que hacía.


Ciñéndome al suceso que pretendo relatar, comenzaré indicando que mi padre era, y sigue siendo, un hombre atractivo, de complexión atlética y deportista y muy educado, lo que le convertía en el modelo de hombre al que yo aspiraba, no encontrando en mi entorno social nada parecido, especialmente después de haber tenido una experiencia afectiva con un chico del colegio, que me llenó de animadversión hacia todos los chicos, por su estupidez y perversidad. La verdad es que yo comencé a hacerme ilusiones con él y me defraudó completamente cuando comenzó a salir con otra chica, mi gran amiga, sin darme siquiera una explicación ninguno de ellos. En fin, experiencias de colegiales, como hoy lo veo, pero que en aquel momento de mi vida, rectificó mi conducta con el resto de chicos y chicas de mi edad, a los que evité desde aquel momento, pues se me metió en la cabeza la sospecha de que se había urdido un complot contra mí y que el ridículo que había sufrido era causa de burla por mi grupo de amigos. Supongo que nada de aquello fue cierto, pero así fue como sucedió. Cuando acabó aquel curso y con mis estudios secundarios terminados, dejé de acudir al instituto y ceñí mi vida a mi casa, en donde me encontraba muy cómoda conviviendo tan solo con mi padre. El, carente de empuje por el trauma sufrido, no me insistió demasiado cuando le dije que dejaba los estudios, con la excusa de dedicarme a nuestra casa. Supongo que él también deseaba un poco de orden en su vida. También él dejó casi totalmente abandonada su activa vida social que compartía con mi madre. Ahora se sentaba largos ratos en su sillón del salón de casa a leer y pasaba horas sin abrir la boca. Eso sí, continuaba haciendo deporte, especialmente con su motocicleta que usaba todos los días para desplazarse a cualquier sitio.

Así transcurría nuestra vida, cuando mi sexualidad estaba despertando a los sentidos y con mis 17 o 18 años, comencé a aficionarme a las películas eróticas o incluso pornográficas que ponían en televisión y siempre a escondidas de mi padre, claro, actividad que me resultaba muy excitante, pero no podía evitar el involucrar a mi padre en mis fantasías eróticas, algo que mi moral rechazaba por pecaminoso, pero mis pensamientos parecían autónomos y, en ocasiones, me masturbaba con aquellas fantasías y ayudada por las imágenes de una revista o de la televisión.

Con estos preludios cuya evolución era progresiva y empeorando, yo comencé, inconsciente o conscientemente, a crear situaciones de cierta provocación, intentando atraer la atención de mi padre hacia mí, algo que distaba mucho de conseguir. Así, me solía poner ropa que dejase ver parte de mi anatomía, tales como escotes mas que provocativos, ropa ancha para que en determinadas posturas se viese mi interior, ropa semitransparante que mostrase la ropa interior que, a su vez, era del todo provocativa, batas que dejaba abiertas hasta prácticamente la braga, …etc. Pues bien, nada de esto parecía atraer la atención de mi padre quien, en ocasiones, me llamaba la atención, de forma indiferente, indicándome que me abrochase los botones o que me subiese alguna cremallera intencionadamente dejada abierta para mostrar su interior. En una ocasión, incluso, me fui al baño a ducharme y dejé abierto el pestillo de la puerta, para esperar a que mi padre tuviese necesidad de acudir al baño y, al abrir la puerta, se encontrase de frente con mi cuerpo desnudo bajo la ducha, algo que efectivamente sucedió y puso de manifiesto el desinterés que mi padre tenía en mi físico, al pedir perdón y salir dejando la puerta cerrada tras él. No hizo alusión alguna a mi descuido en cerrar la puerta.

En otra ocasión, incluso, le solicité ayuda para que me diese su opinión acerca de un supuesto dolor que tenía en la parte inferior de mi abdomen, rogándole que me palpase la zona para comprobar si notaba algo anormal. Innecesario es añadir que me había quitado previamente la braga y al subir mi camisón, dejé al descubierto mi vagina húmeda de deseo, aunque mi pudor consiguió enrojecerme al mostrarme así ante mi padre. Tampoco dio el resultado previsto, mostrando él su parte mas tierna y comprensiva al tranquilizarme diciéndome que no debía avergonzarme ante mi padre. Pues bien, tras palpar cuidadosamente la zona, incluido mi pubis a requerimiento mío, me dio su dictamen asegurándome que no veía anormalidad alguna, por lo que sería aconsejable llamar al médico. Yo, claro, le dije que no, pues ya me encontraba mucho mejor después de su "masaje", esperando se ofreciese a continuarlo, pero no fue así.

Estos episodios, narrados en dos párrafos, se distanciaron a lo lardo de casi un mes, un día con una cosa y otro con otra, pero, ya digo, los resultados, nulos.

Transcurría un día normal, cuando la hora en que regresaba mi padre habitualmente, se había pasado notablemente, hasta el punto de llegar a preocuparme y llamar a la oficina tratando de averiguar su paradero. De allí solo pudieron decirme que había salido a su hora normal, es decir, a las 1800h.

Eran ya las 2200h cuando sonó el teléfono y yo, nerviosa, me apresuré a atender la llamada, pues me imaginaba que sería mi padre diciéndome que se había retrasado por algún motivo, como efectivamente así fue, pero la razón del retraso me causó preocupación, pues me decía mi padre que había tenido un pequeño accidente con la moto y le habían tenido que escayolar pues tenía un par de huesos rotos en ambos brazos, aunque me insistía en que el asunto carecía de gravedad. Me dijo que cogiese un taxi y me acercase a recogerle al hospital, pues no podía valerse por sí solo, aunque seguía insistiendo, que estaba perfectamente y así me lo pareció por su tono de voz, completamente normal.

Me apresuré a vestirme para salir a buscarle y cuando le vi me asusté un poco, pues tenía ambos antebrazos escayolados hasta la mano pues, según me contó después, el peso de su cuerpo cayó sobre sus manos que se apoyaron en el suelo para protegerse de la caída. Al no tener guantes, las manos habían sufrido, además de la rotura de algunos huesos, diversas contusiones y quemaduras, así como su cara que, en el pómulo derecho tenía un cardenal que le llegaba al ojo y en la cadera derecha tambien había sufrido un fuerte golpe.

Nos fuimos ya tarde a casa y en el taxi, de camino, mi padre me pidió disculpas por no haberme llamado antes y por el trabajo adicional que me daría su accidente, así como los cuidados que durante los días de escayola, tendría que dispensarle, tales como su aseo personal y ayudarle en sus necesidades fisiológicas. Yo no pude evitar un pensamiento malvado y considerar que el demonio había puesto a mi alcance aquella oportunidad que me ofrecería la posibilidad de aprovecharme y hacer realidad mis mas oscuros y perversos pensamientos. Realmente me veía, en aquel viaje inolvidable, como una auténtica pervertida, pero incapaz de dominar racionalmente mis instintos mas bajos. Se me ocurrieron mil ideas y a cual mas perversa.

Llegados a casa, mi padre me pidió que le acostase lo antes posible, pues tenía todo el cuerpo dolorido. No quiso comer ni ir al lavabo –algo que lamenté-, así es que tras quitarle los pantalones y la camisa y chaqueta que habían quedado destrozadas con el golpe, le puse su pijama y con un analgésico y un antinflamatorio, se durmió sin más. Yo aproveché para husmear en sus interioridades y conocer que ropa interior utilizaba, siendo sus calzoncillos de estilo de slips-pantalón corto y que, como estaban relativamente bien, no quiso cambiarse, igual que de camiseta. Yo no pude pegar ojo en toda la noche esperando su llamada y cabilando sobre la forma de acceder a mis deseos aprovechando su incapacidad física. Imaginé muchas formas de lograr mi objetivo, pero todas pasaban por una parte de abuso violento, pues mi padre había dado muestras sobradas de estar completamente alejado de mis deseos, no viéndome para nada como la mujer que ya era a mis diez y ocho años aproximadamente.

El primer día de convalecencia de mi padre en casa fue el mas apasionante para mí, pues era de esperar que sus necesidades acudiesen a él desde primera hora de la mañana, siendo del todo necesaria mi colaboración para ayudarle, así es que me levanté temprano y esperé que se despertase, lo que sucedió aproximadamente a las 0800h de la mañana. Sentí que mi padre me llamó y tras indicarme que se encontraba totalmente dolorido y sin capacidad para moverse, me pidió que le incorporase y le llevase al aseo, ayudándole yo de inmediato. Había llegado el momento ansiado, así es que me pidió que le despojase de su ropa inferior y le ayudase a situarse sobre el inodoro, algo que no tardé en realizar con toda diligencia, evitando que notase mi "interés" por verle en aquella violenta situación. La camisa del pijama evitó parcialmente que tuviese una visión completa de su sexo, pero lo que alcancé a ver me llenó de excitación y deseo de asaltarle allí mismo, pero mi conciencia controló mi pasión y valoré la necesidad de esperar a que hubiese otra ocasión mas asequible y, sobre todo, esperar a que su dolorido cuerpo comenzase a recuperarse; podrían ser dos o tres días, supuse y luego ya veríamos. Durante ese tiempo debía ganarme su total confianza mostrando un control propio de un adulto responsable y que mi padre se mostrase sin reparos ante mí. Así, con la guardia baja, le tendría mas a mi alcance.

Tras pedirme pudorosamente, que saliese del baño mientras evacuaba, me requirió nuevamente para ayudarle a limpiarse, lo que hice con gran espíritu de colaboración y que fuese evidente para él que podría contar conmigo con total confianza. Después de esto, se dio la vuelta y me solicitó ayuda para desnudarse, pues deseaba ducharse; le quité la camisa de su pijama y le ayudé a acomodarse en la bañera, aunque siempre de espaldas. Yo lamenté su pudor y traté de asearle sin ponerle en aprietos, aunque sintiendo sobre mi mano sus genitales en dos o tres ocasiones cuando le pasaba la esponja por esa zona y procurando recrearme en ella. Me sentía roja de pasión y me preocupaba que mi padre lo notase, pero su honestidad personal no le hubiera permitido entender lo que a mí me sucedía.

Ese primer día transcurrió entre los medicamentos y alguna que otra queja de mi padre sobre su mala suerte. Pronto llegaría el segundo y los siguientes, a los cuales me referiré a continuación.

Con el transcurso de los tres o cuatro días siguientes, mi padre fue perdiendo ese pudor inicial y mostrándose mas confiado en mis cuidados, permitiéndome que le limpiase todo su cuerpo sin reparar en si yo le miraba mas o menos. Yo, lejos de acomodarme a la situación, cada día sentía mas necesidad de gozar del sexo con él, esperando la ocasión de hacerlo; suponía que en algún momento y tras mi frotación de sus genitales, su pene debía entrar en erección y ese sería un buen momento para poder crear el ambiente propicio. Por mi parte, me iba aligerando de ropa cada día en el momento de su baño, y con la excusa de no mojarme excesivamente, pues la ducha me salpicaba y ponía el suelo perdido de agua, al tener que mantener la cortina del baño abierta mientras le lavaba.

Por fin, aquel domingo que pensábamos salir a pasear, se levantó mi padre un poco pronto, requiriéndome para su ducha diaria, algo que me apresuré a cumplir. Me sorprendió que en aquella ocasión me diese de nuevo la espalda, pero no quise hacer ningún comentario al respecto, simplemente aproveché para quitándome el pijama, meterme en la ducha con él, con la consabida excusa de no mojarme yo ni el baño con las salpicaduras de agua, aunque apenas pude articular palabra debido a mi excesiva excitación. El habitual flujo vaginal me manchó enseguida mi braguita blanca, aunque con el agua de la ducha se disimulaba sin problemas.

Su repentino pudor me brindó la ocasión, pues simplemente con la braga-tanga que me venía poniendo ya habitualmente y esperando este momento, me colé en la ducha a pesar de sus muestras de disconformidad.

Comencé a frotarle la espalda y rápidamente y a pesar de sus quejas por mi iniciativa, le pedí que se girase hacia mí para frotarle por delante, pero se negó; me pidió que lo hiciese así, por lo que casi en un abrazo y con ambas manos, le comencé a frotar su pecho... vientre y, por fin, su pene, esta vez completamente erecto y de unas dimensiones desconocidas para mí; rápidamente pensé en salirme de la ducha, pues mi nerviosismo me impedía mantener un control de movimientos coherente y, por otra parte, reconozco que me asusté de las consecuencias de la penetración con las dimensiones de aquel miembro erecto. Mi padre, sorprendentemente, me pidió disculpas por esta situación que no podía evitar, tratando de explicarme que eso era normal en ocasiones en los hombres, viéndome yo en la necesidad de explicarle también y tranquilizándole, que yo ya era una mujer adulta y que estaba perfectamente informada de la sexualidad de los hombres y, siendo su hija, no debía tener vergüenza alguna de mostrarse en su estado natural, así es que podía darse la vuelta. El, agradeciendo mis palabras, me preguntó evidentemente violento con la situación, si yo estaba desnuda, respondiéndole enseguida que por supuesto que no y tratando de tranquilizarle, así es que con los ojos bajos se giró mostrándome su parte delantera y, con sus brazos escayolados, trataba de cubrirse sus genitales, algo que por supuesto no conseguía, pero que era irrelevante en relación con la sorpresa que se llevó al verme casi totalmente desnuda, con mis pechos descubiertos y mi tanga blanco y mojado, dejando ver al trasluz mi vello púbico apenas cubierto por su escaso material.

Mi padre, sin casi poder articular palabra, me reprendió por mi iniciativa indicándome lo inadecuado de la situación, lo violento que le había puesto con esta idea mía y por mi desnudez, impropia de una mujercita que ya era su hija. Yo traté de tranquilizarle, sin poder contener mi propia intranquilidad al ver y sentir el pene de mi padre a escasos centímetros de mi vagina y con un deseo irreprimible de apretarle contra mí, pero mantuve un control mínimo y le pedí que procurase verme como yo a él, como mi padre y sin ruborizarme por ello. Era evidente que ni yo misma me lo creía, pero mi padre trató de mantener su compostura y, ahora sí pude apreciarlo claramente, sin poder evitar llevar sus ojos a mis pechos y mi entrepierna, se dejó llevar por mi iniciativa y comencé a frotarle su pecho, cuello, vientre, ... su pene erecto, sus testículos endurecidos por la larga abstinencia, sus piernas... etc. .. en fin, cuando recuerdo esta escena aún siento escalofríos. Era mi primera experiencia.

Yo procuraba aparentar normalidad y autocontrol, incluso indiferencia, sin manosear excesivamente sus genitales y mi padre, en ocasiones, cerraba los ojos, supongo que escondiendo su vergüenza.

No pasó de aquí la cosa, aunque para mí había sido algo estremecedor. No fui capaz de llegar mas adelante, pero esta experiencia habría de ser el preludio de la espléndida relación que aún hoy y espero que por muchos años, mantengo con mi padre.

Después de aquello, efectivamente dimos un paseo por el parque cercano. Era el primer día que mi padre salía de casa después del accidente y ambos nos encontrábamos felices de sus progresos. Al menos ya no tenía dolores, aunque la escayola habría de durar aún algún tiempo... por suerte!.

Durante este paseo me preguntó mi padre si me había resultado muy violento verle desnudo y en "esas condiciones" y yo, haciendo un alarde de madurez, le dije que en absoluto, todo lo contrario, pues empezaba a ver que mi padre me mostraba la confianza que se merece una hija solícita que le atiende gustosa en una necesidad de su vida, algo que él habría hecho conmigo igualmente, pues para eso está la familia. Lo que lamentaba era haberle violentado yo a él, al meterme en la bañera para poder lavarle mejor, explicándome él que lo que ocurría era que creía que estaba desnuda y no le parecía bien esa especie de exhibición ante él, que era mi padre. No pasó de ahí la conversación y me alegré de comprobar que mi padre estaba totalmente convencido de mis "buenas intenciones", por lo que las siguientes duchas habrían de ser parecidas y, en cuanto me fuese posible, mejores aún.

Después de una bonita mañana y tras el paseo, nos fuimos al bar de la esquina de nuestra manzana, a tomar el aperitivo, algo que hacía antes con mi madre. Allí tomamos dos o tres riojas –yo también, a solicitud de mi padre, quien me dijo que ya era una mujer hecha y derecha-, y los pinchos habituales, alcanzando por mi parte un nivel de euforia desconocido pues, a decir verdad, era la primera vez que bebía y no quería quedar mal ante mi padre. Tambien a él se le veía contento y saludando a sus amigos a quienes hacía tiempo no veía.

Presumía ante sus amigos de su hija y enfermera que tan bien le atendía y decía que cada día le recordaba mas a mi madre. Yo estaba francamente mareada y me ponía nerviosa perder un control que hasta ahora me había llevado a tan buenos resultados.

El día transcurrió sin novedad.

A la mañana siguiente, nuevamente mi padre me pide que le duche y nuevamente yo me dispongo a la labor, preparando todo. Este día ya no aprecio reparo alguno en su disposición para seguir mis instrucciones, dejándose desnudar por completo y subiendo a la ducha él mismo. Me decepcioné al comprobar que su pene mostraba un aspecto triste y de mirada "baja". Llegué a pensar ayer que yo era el motivo de su animación, pero hoy no parecía lo mismo. En fin, decidida a seguir con mi plan, yo tambien me quité mi camisón y, tan solo con un tanga negro que llevaba debajo, me metí con mi padre en la bañera, y le pedí que se sentase, para bañarnos en lugar de darnos la ducha de siempre, pues es mas relajante y no teníamos prisa ninguna. Yo esperaba conseguir mejores posturas para "acercar posiciones", de modo que me situé de rodillas sobre él, que quedó debajo de mí y comencé a pasarle la esponja por todo su cuerpo y cuando llegué a sus genitales, dejé la esponja y con la mano, comencé a manosearle suavemente, notando como poco a poco aumentaba de tamaño, algo que me tranquilizó, al comprobar que todo iba según lo previsto. Con cierto nerviosismo me dijo que ya estaba bien y que deseaba salir de la bañera, rogándole yo que esperase un momento, pues yo iba tambien a aprovechar para asearme. Casi en la misma horizontal su pene semierecto y mi vagina, y sin darle tiempo a reaccionar, metí mi mano aún caliente de sus testículos, bajo mi braga y comencé a frotarme y descubriéndome en parte ante su mirada asombrada. Tratando de evitar una alarma innecesaria, seguí frotándome el resto de mi cuerpo y haciendo especialmente paradas en mis pechos y mi sexo. Mi padre seguía sin reaccionar, aunque su pene sí lo había hecho.

Yo, decidida a terminar con aquel sufrimiento mío, me quité el tanga tratando de aparentar normalidad y evitar actuaciones anormales y de tensión y puesta a horcajadas sobre él, esta vez desnuda, comencé a lavarme la cabeza, dejando caer el jabón sobre mis ojos, lo que me permitió ausentarme de aquella tensa situación y permitiendo a mi padre que disfrutase libremente de sus miradas y de sus actos, si es que se decidía. Yo había puesto todo lo necesario para que él, casi con un leve esfuerzo, y hasta casi sin él dadas las dimensiones de su pene, pudiese ponerlo en contacto con mi vagina, y era lo que yo esperaba, tanto si era decisión suya como si la madre naturaleza ayudaba un poco alargando lo necesario el pene de mi padre.

Tras un par de minutos de espera, sin que mi padre dijese ni una palabra ni yo tampoco y viendo que el suceso no acontecía, comencé a agacharme suavemente buscando el encuentro deseado, algo que se produjo al instante, aunque sin mucha precisión, ya que no conseguí que la punta de su pene tocase al menos, las puertas abiertas de par en par de mi vagina húmeda. No mostré ninguna alarma por el "pequeño accidente" y, sin reacción alguna de mi padre, me propuse otro intento, esta vez mas acertado, pues pude notar, con toda mi sensibilidad a flor de piel, ese ansiado contacto, ese pene erecto y tan deseado, tocando a las puertas de mi pasión. Ya no me era posible mantener la normalidad, pues comenzaba a fluir el jugo lubricante de mi interior a raudales, cayendo sobre el pene de mi padre que, esta vez sí lo notaba, iba penetrando lentamente dentro de mí y por su propia iniciativa, o la de mi padre, pues yo no miraba ni quería estropear el momento.

Con un temblor descontrolado y escalofríos por todo mi cuerpo, dejé caer mi peso sobre el firme pilar que mi padre había puesto entre mis piernas, pues éstas ya no me sostenían. Solté las manos de mi cabellera y las apoyé sobre el pecho de mi padre, dejándome caer sobre él y sintiendo una pequeña resistencia en mi interior que no llegó a suponer dolor alguno, pero sentí mi cuerpo lleno del miembro de mi padre, a quien oía jadear y notaba un suave movimiento de sus caderas subiendo y bajando rítmicamente y proporcionándome un placer muy intenso. Para mí era la primera vez, de modo es que apenas sabía lo que tenía que hacer, pero la madre naturaleza nos dotó de un instinto básico y no tuve problema alguno para adaptarme al ritmo que marcaba mi padre.

En unos segundos, o al menos así me lo pareció a mí, note que mi padre daba un gran empujón hacia arriba y tuve que abrir mis ojos para ver que ocurría, viéndole con el rostro desencajado y sus dientes apretados, suspirando agitadamente y noté en mi interior, con una fuerza inesperada, una gran eyaculación y unos espasmos que acompañaban cada chorro ardiente que caía dentro de mí. Yo me asusté al ver a mi padre así, pensando si eso era o no normal, pero lo cierto es que en unos segundos volvió a la normalidad y me pidió que me levantase y le sacase de la bañera. Me resistí inicialmente y continué yo el movimiento, pero el miembro de mi padre perdió todo su vigor y cayó pesadamente sobre su pierna izquierda saliendo por completo de mi cueva palpitante aún y dejando salir una gran cantidad de semen que tambien cayó sobre los genitales de mi padre. Le protesté levemente recriminándole que se retirase sin dejarme disfrutar a mí tambien, pero no quise llevar muy lejos una discusión de ese tipo. No me es posible contar lo que no sucedió, tal y como he visto en otro relatos que me suenan a algo realmente anormal por la duración, repetición de orgasmos, dimensiones de los genitales, … en fin, creo que la realidad no es así, al menos la mía no lo fue y se quedó en lo que acabo de contar; eso sí, fue el inicio de unas experiencias mucho mejores y mas intensas, pero no tan espectaculares como las de los relatos que leo en ocasiones en las páginas de Internet que aún sigo visitando. Me gustaría contar una de esas historias en las que ambos disfrutan enloquecidamente durante horas, pero no fue así.

Yo me había quedado sin disfrutar del todo y fue una especie de decepción inicial, pero estaba muy satisfecha con el resultado de mi iniciativa y, sobre todo, el haber conseguido romper los prejuicios de nuestro parentesco, lo que me permitía suponer que la situación se prolongaría en el futuro.

Le saqué de la bañera y me pidió perdón con lágrimas en los ojos, algo que me provocó un trauma interior al comprender mi entera responsabilidad y hasta donde había forzado y doblegado la voluntad de mi padre, el cual se consideraba responsable del suceso.

Me pidió que le perdonase, que no volvería a ocurrir y que él era el único responsable por no haber previsto esta posibilidad. Que contrataría a una enfermera a partir de ahora y no volvería a suceder otra vez lo mismo. Me pidió que le llevase a un amigo suyo médico a solicitarle una receta para comprar en la farmacia una píldora anticonceptiva que debía tomar antes de 24 horas y así lo hicimos. Me sorprendió su control de la situación a pesar de la traumática experiencia, pues yo no había pensado en un posible embarazo y me tranquilizó comprobar que mi padre seguía pendiente de todo.

No hubo problema y, en cuanto a la posibilidad de un embarazo no deseado, todo estaba resuelto, pero el problema de conciencia no sería fácil de superar… para él.

Solo añadir, en éste punto, que mi padre trató de exculparme a mí del suceso y achacarse por completo la responsabilidad, insistiendo durante los 2 o 3 días siguientes casi de una manera enfermiza.

La verdad es que hubo de pasar algún tiempo hasta conseguir que mi padre volviese a dejarse seducir por mí, pero era del todo inevitable ante la situación de imposibilidad de contratar a nadie para ayudarle, pues el costo era muy elevado y su estado de necesidad de ayuda externa para valerse, le hacía totalmente dependiente de mí, así es que supe esperar, eso sí, masturbándome cada noche con el recuerdo de aquella, mi primera experiencia, algo insatisfactoria. A pesar de ello, yo ya veía a mi padre como un amante, y él, aunque se resistiese, el haber probado el fruto prohibido habría de condicionarle necesariamente.

Para ahorrar este lapso de tiempo muerto, de 20 o 30 días, entre la primera y la segunda ocasión que se me presentó, solo decir que mi padre me prohibió que me desnudase cuando le fuese a duchar, así es que tuve que diseñar una estrategia de provocación diferente. Decidí ponerme unos camisones que usaba para dormir, de tejidos y telas muy finas, sin ropa interior debajo, de tal modo que cuando se mojaba, se me adhería al cuerpo y se hacía semitransparente, mostrando mi anatomía al completo.

A mi padre ya no le era posible ignorar mi cuerpo como antes, sobre todo después de haberlo probado, de tal forma que yo veía reaccionar su pene ante mis provocaciones. No obstante cuidaba los momentos de su ducha evitando las mañanas y, además, distanció la frecuencia de su ducha diaria, de tal modo que ahora las hacía coincidir en ocasiones con la noche. Además, raramente me mostraba su frente desnudo, procurando que le asease vuelto de espaldas, aunque yo siempre le palpaba sus genitales y comprobaba su estado, a pesar de sus reticencias. Esto me excitaba lo indecible. Me estaba haciendo sufrir lo inimaginable.

Finalmente la situación se presentó, o mas bien tengo que decir que la provoqué, un día en el que mi padre me informó que tenía que ir a la clínica para ver si ya le quitaban las escayolas que llevaba y, en todo caso, para una revisión que tenía programada. Aquello me alarmó de tal forma que pensé que si llegaba a valerse por sí solo, perdería toda ocasión de repetir la experiencia, pues he de decir que mi padre tenía un control, para mí incomprensible, de modo es que tenía que actuar con rapidez, pues si lograba que me hiciese el amor de nuevo, sería definitivo, lo presentía. Aquel día me pidió que le duchase por la noche, y me decidí a no demorarlo mas, así es que, a pesar de su cuidado en controlar la situación yo, descaradamente, le manoseaba los genitales, frotando su pene y apretándome contra él por su espalda. A pesar de que amenazaba con salirse de la bañera, no podía defenderse, pues sus manos aún estaban anuladas. He de decir que a pesar de su resistencia heroica, conseguí que su pene alcanzase una erección total y ya le notaba algo menos resistente, así es que con mucha suavidad comencé a masturbarle, hasta sentir, con mi cabeza apoyada en su espalda, como su corazón se aceleraba notablemente. No me interesaba esta rapidez, así es que forcé su voluntad y le giré hacia mí y yo, agachándome, me metí su pene en mi boca ante su sorpresa y a pesar de que hizo un intento de retirarse, yo no le dejé y comencé a succionar, chupar y lamer, manoseando sus testículos a la vez.

Le oía repetir, "por favor…", "Dios mío, no puedo.." En fin, exclamaciones mas de éxtasis que de reproche, así es que continué suavemente frotando con mi boca y mi lengua su pene que ardía, hasta que sentí que sus frases se convertían en sonidos quejumbrosos y respiración agitada, por lo que paré de esta actividad y me levanté, quitándome el camisón que llevaba y pidiéndole que se sentase en la bañera, a lo que accedió sin poner reparo alguno. Yo, como era de esperar, tenía mi sexo ardiendo y deseando clavarme la estaca de mi padre hasta el fondo de mis entrañas, así es que me senté nuevamente sobre él y coloqué su pene en la puerta de mi sexo, introduciéndolo lentamente, sintiendo cada milímetro de su piel rozando las paredes interiores de mi vagina, volviéndolo a sacar para introducirlo otra vez lentamente… mi padre se dejaba llevar sin oponer resistencia alguna y yo disfrutaba cada segundo controlando como una experta la situación y aprovechándome a tope del momento. Poco a poco y con intensidad creciente, comencé a hacer flexiones rítmicas sobre mi padre, con todo su pene en mi interior, pero tratando de evitar que alcanzase el orgasmo antes que yo, aunque me pareció observar que ahora mi padre también colaboraba en este empeño, así es que cuando yo iba alcanzando una velocidad "de crucero", mi padre reaccionó y me pidió que parase un momento; creí que quería parar, pero pronto comprendí que quería tomarse un respiro para conseguir que yo alcanzase esta vez el mejor y mayor orgasmo de mi vida.

Me levanté de mi posición sintiendo un tremendo vacío en mi interior y seguí impulsiva e inconscientemente frotando mi clítoris con mi mano, pero mi padre me pidió un momento para colocarse y se tumbó sobre el fondo de la bañera, pidiéndome que me pusiese en cuclillas sobre su boca... ¡aquello era de locura!, ¡me lo pedía él!.

Pronto acerqué mi sexo a su boca y comenzó a pasarme su lengua por toda la zona mas sensible de mi cuerpo hasta centrarse en mi clítoris, que localizó sin dificultad, pues he de decir que en mi caso es bastante grande. Yo alucinaba y me parecía imposible lo que estaba viviendo, pero no quería pensar en nada y solo disfrutar de lo bien que sabía hacérmelo mi padre. Durante un rato, creo que bastante, yo gozaba sin parar, pero sin alcanzar el orgasmo pleno; creo que me lo impedía la situación tan atípica que vivía. Reconozco que sentía cierta preocupación por lo que pasaría a partir de entonces, pues conocía a mi padre y me parecía imposible que estuviese colaborando activamente en aquello. Llegué a pensar que era otro de mis sueños eróticos.

De mi vagina manaba un flujo incesante que pedía la penetración profunda que había sentido antes, pero mi padre no me soltaba y yo no tenía fuerzas para reclamar nada, pensando que podría arrepentirse, así que me mantuve en esa posición retorciéndome literalmente cuando sentía que el éxtasis se aproximaba. Recuero que en aquellos instantes me preocupaba si mi padre podría sentir repugnancia por lo que le caía sobre la boca, pero no parecía importarle.

En unos minutos, no muy cortos a decir verdad, supongo que 10 o máximo 15, alcancé el mayor placer que había sentido hasta entonces en mi vida y, sin poder contener un grito alargado y tenso, disfruté de los espasmos mas convulsos que se puedan imaginar.

Dejé pasar un rato después de correrme en la misma posición y mi padre proseguía una succión suave y placentera sobre todo mi sexo que aún sufría unas contracciones intensas, esperando que yo disfrutase de ese post-orgasmo intenso que estaba teniendo. El lo sabía y no me apresuró a terminar. Solo me dijo al levantarme :"Qué tal hija? ¿Lo has disfrutado hoy?" Creo que la expresión sonriente de mi rostro le dio la respuesta y entonces pensé que él aún no había terminado. De hecho, miré hacia atrás y vi su enorme verga aún erecta con una dureza extraordinaria. Comprendí que aún él esperaba algo, así es que me giré y me agaché sobre su pene comenzando a chuparle yo a él, con toda la delicadeza y cuidado de era capaz, pero me pidió que me sentase sobre su pene otra vez, pues lo que no quiso antes es correrse dentro de mí, para evitar embarazos indeseados, pero que ahora, durante unos minutos, podría controlar la situación, así es que podría penetrarme con cierta tranquilidad y mañana, compraría definitivamente píldoras anticonceptivas y podríamos disfrutar sin temor alguno.

Yo me alegré sobremanera comprendiendo que mi objetivo lo había logrado: por fin mi padre se había convertido en mi amante y tendríamos todo el tiempo del mundo para disfrutar de ese placer y del amor, sí, amor real que, yo al menos, sentía por él.

Me dispuse a darle un poco mas de actividad a mi sensible vagina y esta vez, ya mas tranquila con mi pasión satisfecha, me centré en devolverle a mi padre todo el placer que él me había dado a mí minutos antes, así es que suavemente comencé a introducir su pene en mi vagina y a subir y bajar con lentitud. Pronto comprendí que podría volver a alcanzar otro orgasmo sin dificultad, si mi padre tenía un poco de aguante y parecía que hoy iba la cosa muy bien. Al cabo de unos minutos y ya ambos sincronizados en un movimiento rítmico y sensual, yo me acoplaba totalmente sobre mi padre, viendo desaparecer totalmente dentro de mí, su magnífico ejemplar, tan dentro que sentía casi dolor interno cuando me dejaba caer por completo sobre su miembro, pero era un dolor que me hacía sentir la conciencia del tremendo placer y desconocido para mí, que estaba sintiendo. Aquello era mucho mejor que todo lo que había visto en las películas y en revistas… aquello era real!!

En esta ocasión fue distinto, pues efectivamente él controlaba la situación. Mi lívido iba subiendo nuevamente estimulada por tan placentera actividad y ya no pensaba sino en alcanzar otro orgasmo lo antes posible, sin preocuparme de las consecuencias; todo me daba igual. Ardía nuevamente de pasión y no quería, por nada del mundo, estropear el momento, pero mi padre tenía otras intenciones. Me pidió parar un momento y colocarnos de forma que pudiésemos acabar con la boca. La verdad es que me estropeó un poco la fiesta, pues no me ha gustado demasiado esas variantes, pero accedí en mi ánimo de no contrariarle y facilitarle cuanto desease, así es que nos situamos en posición adecuada y comenzamos cada uno con nuestra labor.

La penetración, para mí, es incomparable, pero he de reconocer que mi padre sabía hacer disfrutar a una mujer con el sexo oral, mejor que nadie, así es que nuevamente mi pasión me hacía arder y no creo que pudiese aguantar mucho mas. La verdad es que era incapaz de controlar lo que le hacía a mi padre, pues mi cuerpo sufría de convulsiones y espasmos y carecía de control alguno sobre mis movimientos.

Os puedo asegurar que nuevamente tuve un orgasmo tremendo, quizá con mas intensidad que el anterior, hasta el punto de que recuerdo que brotaron lágrimas de mis ojos. Al cabo de unos segundos reaccioné y traté de continuar la labor que a mí me correspondía, pues mi padre seguía armado y a la espera de su parte, aunque él seguía lamiendo mi sexo incandescente y enrojecido, mas por el placer sentido que por la frotación física.

Cuando aún sentía las contracciones de mi orgasmo, largo e intenso, sentí un borbotón de semen en mi boca que me sobresaltó y me hizo retirarme por un segundo, pero rápidamente reanudé mi actividad y procuré hacerle a él algo parecido a lo que él me había hecho a mí, así es que me aguanté ese punto de repugnancia que confieso sentí en aquel momento y le procuré todo el placer que pude. También él ahora se retorcía debajo de mí y su lengua ya no controlaba los restregones que aún me daba por mi zona sensible.

Le pedí que nos fuésemos a la cama a hacer el amor tradicional, pero él, con buen criterio, me aseguró que no podría ponerse sobre mí pues no podía aguantar el peso de su cuerpo con sus brazos, y que, además, quería comprar píldoras anticonceptivas al día siguiente para poder hacerlo con toda tranquilidad. A pesar de eso, aquella primera noche que dormí con mi padre, fue algo inigualable; le abracé tiernamente y le pedí que me tomase como su amante para siempre, pues yo siempre le había deseado y no quería entregarme a ningún otro hombre. En fin, creo que sentamos las bases de una sólida relación de futuro y, por ahora, todo permanece dentro de una estabilidad absoluta. Ambos estamos completamente satisfechos y practicamos el sexo casi a diario… he de añadir que casi siempre a requerimiento mío, pues mi pasión continúa siendo como en aquellas primeras experiencias.

A pesar de lo relatado, os puedo asegurar que los día siguientes fueron tremendos: las sesiones de sexo eran a diario y aunque sin demasiadas repeticiones, al menos una o dos veces cada día disfrutábamos de nuestro amor.

Ambos aprendimos a satisfacer a nuestra pareja y ese era nuestro objetivo.

Especialmente los dos o tres días siguientes a la utilización de la píldora, fueron extraordinarios, algo que pienso relatar en otra ocasión para, al menos, mi propia satisfacción y la de aquellos a los que gusten de estas experiencias, sobre todo si son tal auténticas como la mía.

Por Fermina

miércoles, 29 de julio de 2020

También bailo desnuda


Mi nombre es Anabell, tengo 22 años y soy asidua lectora de los relatos que se publican en esta extraordinaria pagina, es la primera vez que me atrevo a escribir un relato de mis experiencias personales estimulada por el relato publicado hace unos meses en esta web.

En el relato referido narra situaciones con las que me identifico de manera asombrosa de tal suerte que bien pudiera ser mi historia, o que me lo estoy "fusilando", sin embargo existen algunas diferencias que a la vez lo hacen totalmente distinto, a mí también me encanta bailar desnuda, me excita sobre manera y me pone muy cachonda, deseosa de sexo, y me inspira a entregarme a los placeres de la carne con el primer hombre que aparezca en esos momentos.

Las diferencias principales que existen con el relato mencionado son, que yo no bailo desnuda en lugares públicos, aunque no es nada mala la idea de intentarlo, lo hago solo en mi casa. Mi audiencia no es numerosa o ante desconocidos, solo lo hago para dos personas, mis hermanos mayores, de 26 y 27 años respectivamente. No consumo "éxtasis" para reforzar mi lujuria, solo fumo la mariguana que acrecienta mi placer sexual. Aunque tengo deseos de hacerlo, no me entrego a los placeres con cualquier chico o chicos que conozca ocasionalmente, solo lo hago con mis hermanos y separadamente con mi novio en turno, quien por supuesto ignora que lo hago con mis hermanos y acostumbro cambiar de novio constantemente. Mi confidente no es mi prima sino una amiga que haca lo mismo con su hermano.


En fin que esta narración verídica empezó hace ya casi cuatro años, cuando descubrí que no les era sexualmente indiferente a mis hermanos y como en casi todas las familias ellos me espiaban cuando me bañaba o me cambiaba de ropa, y se hacían la ya tradicional masturbación con mi ropa intima sucia, me desnudaban con la mirada y no desaprovechaban cualquier oportunidad de mirarme las piernas y las pantaletas, que por cierto me fascina la lencería pequeñita y atrevida, todo eso me ponía muy caliente haciendo que me masturbara fantaseando que era cogida por ellos y en múltiples ocasiones me volvía a poner las pantaletas con las que ellos se habían frotado la verga para imaginar que tenia ésta entre mis piernas aprisionándola contra mi vulva, así que les facilitaba esas excitantes tareas dejándome ver y poniendo a su alcance mi ropa interior sucia fingiendo no darme cuenta de nada.

Como lo dije antes me fascina bailar desnuda y me pone caliente aunque siempre lo hacia a solas en mi recamara o al estarme bañando, pero cuando bailo en alguna fiesta o antro imagino que estoy desnuda, me pongo extremadamente cachonda y mojo las tanguitas. Cuando descubrí que era espiada por mis hermanos la excitación se acrecentó de manera incontenible y bailar desnuda ante su furtiva mirada me llevaba al orgasmo al saber que estaba siendo deseada sexualmente por ellos.

Un día que estaba sola puse música a todo volumen y bailaba con erotismo en la sala de la casa manteniendo los ojos cerrados fantaseando estar desnuda en un lugar publico, no me di cuenta cuando mis hermanos entraron y se dedicaban a verme sin hace ruido, cuando me di cuenta deje de bailar pero ellos insistieron en que continuara, ya estaba lo suficiente caliente y les complací sin dejar de mover mi cuerpo con lascivia, ellos me devoraban con la mirada seguramente imaginándome en ropa interior o encueradita, tal como acostumbraban a verme cuando me espiaban.

Esta situación se repitió de manera reiterada a petición expresa de ellos diciéndome que lo hacia muy bien y les gustaba verme para aprender algunos pasos, yo sabia que era mentira y que lo que realmente querían era verme moviéndome con lujuria y excitándose pues de reojo les veía con se formaba el bulto de su erección bajo sus pantalones, lo que me ponía muy deseosa y lo hacia con total complacencia e intención de excitarles tanto como yo lo estaba.

Un buen día empezaron a palmear las manos y en son de broma decían "mucha ropa" o repetían "tubo, tubo, tubo" como si estuvieran ante una desnudista en un "table-dance", lo que me excitaba aun más y a ellos también pues su erección era mas que evidente, yo también fingiendo que era en son de broma me empezaba a levantar la ya de por sí corta falda o minivestido mostrándoles mis muslos casi en su totalidad y de vez en vez procuraba que me pudieran ver las pantaletitas o por la parte posterior una porción de mis nalgas pues como acostumbro usar tangas éstas me meten entre mis nalgas dejándolas al descubierto.

Semanas después, un día, ya de noche, llegué de casa de unas amigas en donde se había celebrado una fiesta y donde habíamos estado tomando licor y fumado mariguana, así que venia muy caliente con el deseo de que mis hermanos me pidieran que bailara frente a ellos, aprovechando que mis padres se habían ausentado y llegarían tarde. En efecto al llegar lo primero que hicieron mis hermanos fue pedirme que bailara para ellos, aun bajo los efectos de la droga accedí de inmediato, los gritos de " mucha ropa y tubo, tubo" no se hicieron esperar, estaba dispuesta a complacerlos y experimentar sus reacciones al dejarles ver mas de lo acostumbrado.

Pusieron música y se sentaron frente a mí, empecé el baile y de inmediato mis movimientos exteriorizaban mi cachondez, a medida que la música tocaba mis movimientos se volvían cada vez más frenéticos y provocativos, el ajustado minivestido que lucia se subía por mis muslos sin que yo hiciera nada por bajarlo, antes al contrario poco a poco lo iba subiendo mas de tal suerte que mis piernas estaban totalmente expuestas a su libidinosa mirada.

Las peticiones de "mucha ropa" se repetían sin cesar, ya sentía que mis pantaletas estaban muy húmedas y con la total desinhibición que me provocaban los efectos de la mariguana les advertí que me quitaría el vestido pero que "solo ver pero no tocar", ellos aceptaron jubilosos, el respectivo bulto que hacían sus vergas erectas bajo su vestimenta era por demás evidente y no trataban de ocultarlos, lo que acrecentaba aun más mi apetito venéreo.

Así que dejándome llevar por la lujuria que se había apoderado de mí, mi baile se hizo más erótico y me subía lentamente el vestido hasta la cintura dejándoles ver mis minúsculas pantaletas y nalgas a través de las pantimedias y momentáneamente pasaba las palmas de mis manos por mis muslos, nalgas y senos ante los comentarios de mis hermanos que me animaban a seguir adelante mientras que instintivamente se acariciaban sus vergas y las acomodaban dentro de su pantalón sin perder de vista mi cuerpo que seguía contoneándose con una carga de erotismo difícil de describir.

Me sentía al borde del orgasmo, y sin pensarlo mas me despoje del vestido quedando solo con el sostén de media copa, las pantaletitas ambos de color rojo y las pantimedias, luciendo mi candente cuerpo al compás de la música para deleite de mis hermanos que no perdían detalle y seguían acariciando su endurecido falo.

En el éxtasis de la lujuria me olvidé un poco de la música y me dediqué a exhibirles mi cuerpo con total descaro acercándome a ellos para que me pudieran apreciar a plenitud, el mayor de ellos aprovecho la cercanía y paso su mano por vez primera encima de mis nalgas, sin tratar de evitarlo y sin retirarme solo le repetí "ver pero no tocar" y seguí enseñándoles mi caliente humanidad forrada en mi ropa intima ante sus solicitudes para que me quitara las pantimedias.

Sentía que mis pantaletas escurrían de los flujos vaginales que emanaban de mi sexo y estuve muy, pero muy cerca del orgasmo, creo que si en ese momento me hubieran propuesto cogerme lo hubiera aceptado. Para nuestra desgracia en esos momentos escuchamos que se abría la puerta del garaje y entraba el auto de mi padre por lo que súbitamente terminamos la exhibición nos fuimos presurosos a nuestras respectivas recamaras en donde procedí a masturbarme soñando que mis hermanos me cogían, seguramente ellos estarían haciendo lo mismo.

Pasaron algunos días sin que se repitiera la experiencia y sin comentario alguno de lo sucedido, todo siguió "normal", me seguían espiando cuando me bañaba o me cambiaba de ropa, me seguían desnudando con la mirada y aprovechando mis "descuidos" al sentarme para verme las piernas y las breves pantaletas, así como el evidente manipuleo de mi ropa interior sucia.

Pero llegó el fin de semana y como de costumbre mis padres se irían a alguno de sus acostumbrados y aburridos eventos sociales, contra mi costumbre ese viernes por la noche no salí a ningún antro, mis hermanos tampoco, con ansiedad todos esperábamos la exhibición que esa noche habríamos de tener y para lo cual elegí la ropa más sexi que se me ocurrió, seria un coordinado de pantaletas tipo tanga y brassiere de media copa en color blanco totalmente trasparente, no llevaría pantimedias, un minivestido de lickra ajustable y una sandalias destalonadas confeccionadas en corcho sólido. Estaba cachonda solo de pensarlo y dispuesta a exhibirles a mis hermanos mi cuerpo desnudo y con ello hacer realidad uno de los sueños eróticos más deseados.

Esa noche aun antes de que mis padres se fueran empecé a coquetear con mis hermanos, contoneaba mi cuerpo de manera exagerada cuando pasaba frente a ellos, al sentarme permitía que el reducido vestido se subiera mostrándoles las piernas y separando un poco éstas les dejaba ver con descaro, al fondo de mi entrepierna, mis pantaletitas y a través de su transparencia mi abundante vellosidad pubica, todo ello acompañado de sonrisas picaras y miradas provocativamente lúbricas.

Mis padres se fueron y sin mayor tramite mis hermanos pusieron la música con el volumen alto, bajaron la intensidad de la luz y sirvieron unos tragos de ron, mientras ingeríamos el trago ellos me pedían que bailara y ensalzaban mis atributos físicos y la pretendida facilidad para el baile, me hice del rogar por unos minutos y luego fingiendo que me habían convencido les pedí que me esperaran un poco y me fui a mi recamara con un caminar extremadamente sensual dejándoles ver en mis nalgas el borde de las pantaletitas que se marcaban bajo el ajustado minivestido.

En mi dormitorio saqué un cigarrillo de mariguana y le di algunas fumadas, suficientes para ponerme "locamente cachonda" y volví a la sala en donde con ansiedad mis hermanos me esperaban desnudándome anticipadamente con la mirada, el bulto que formaban sus respectivos penes endurecidos bajo el pantalón me indicaban que ya están calientes y ello contribuía a mi propia cachondez.

Por fin me coloqué en el centro de la sala y empecé a bailar con erotismo desbordado, como ya se había hecho costumbre empezaron a repetir " mucha ropa y tubo, tubo", a consecuencia de mis sensuales movimientos el reducido vestido se me iba subiendo hasta el borde de mis nalgas poniendo a su vista la totalidad de mis desnudos muslos, momentos después pasaba mis manos por mis pierna subiéndolas por toda la extensión de los mismos y arrastrando el vestidito hasta la cintura en donde permanecía debido a lo ceñido que me quedaba.

Me di media vuelta quedando mis nalgas plenas a su vista ya que las pantaletitas estaban incrustadas entre mis glúteos, el movimiento de mi cadera invitaba a que acariciaran mis nalgas pero aun no me acercaba a ellos que incesantemente se frotaban la verga aun bajo su pantalón, seguían las manifestaciones de "mucha ropa" y en un movimiento decidido me saqué el minivestido arrojándolo al piso, mis hermanos enmudecieron al verme prácticamente desnuda ya que aun cuando todavía conservaba el sostén y la tanguita eran tan trasparentes que no dejaban absolutamente nada a la imaginación sobresaliendo el manchón negro de mis numerosos vellos pubicos, seguía bailando pero ya no muy de acuerdo a la música pues mas bien me dedicaba a posar para ellos exhibiéndoles mi cuerpo casi desnudo y mis partes intimas a través de la transparencia de mi ropa intima.

Me pedían que me quitara el brassiere y las pantaletas, pero me animé a decirles que lo haría siempre y cuando ellos también me mostraran su órgano viril, más rápido de lo que lo escribo mi hermano mayor se sacó el pene en total erección y mi hermano menor de plano se bajo el pantalón hasta los tobillos dejándome ver su verga bien parada, ahora fui yo quien se quedó muda y momentáneamente inmóvil, me habían impresionado las vergas de mis hermanos, eran verdaderamente enormes, tal vez no tanto como la mas grande que haya tenido dentro de mi cuerpo, pero no hay duda están muy bien dotados mis hermanitos, en pocas palabras eran unas vergas divinas que ansiaba tener dentro de mí por alguno de mis orificios, ambas circundadas y cada una precedidas de enormes y sabrosos güevotes en los que, después sabría, almacenan gran cantidad de esperma.

Más cachonda que nunca ante la excitante presencia de las macanas de mis consanguíneos reanude el baile meneando morbosamente mi cuerpo con toda la lujuria de que soy capaz, me bajé los tirantes del brassiere con lo que permitía que se me viera la aureola que rodea mis pezones y amagaba con sacar de las copas del sostén mis senos, pero opté por empezar a bajarme las pantaletas muy lentamente y cuando éstas descubrían mis partes intimas las volvía a subir de un solo golpe, a petición reiterada de mis hermanos las dejé enrolladas en la parte superior de mis muslos y me acerqué a ellos pidiéndoles que me desabrocharan el brassiere, mi hermano mayor fue quien procedió a quitármelo mientras mi hermano menor me acariciaba las nalgas aun cuando le decía aquel estribillo de "ver pero no tocar", pero no hacia nada por evitarlo ya que me estaban fascinando las caricias de sus manos en mi trasero a consecuencia de la enorme calentura que en esos momentos estaba posesionada de mi cuerpo y mi hermanito me despojo por completo de las pantaletas dejándome totalmente encueradita.

Ya desnuda me separé de ellos y reanude el baile, pero ahora me dedicaba mas a exhibirles mis partes intimas que bailar al son de la música, abría las piernas y les enseñaba mi peluda vulva separando los labios de mi vagina, así como separándome las nalgas les mostraba mi culito, me tiraba en el suelo y adoptaba poses cual si me estuvieran cogiendo y de vez en vez me frotaba mis partes a manera de masturbación, ellos seguían atónitos viendo el espectáculo sin dejar de frotar sus excelentes camotes.

Me puse de pie y me acerqué nuevamente a ellos quienes se lanzaron sobre de mí, el mayor se dio a la tarea de chuparme las chichis mientras que el menor arrodillado me besaba las nalgas y metía su rostro entre ellas buscando con su lengua mi culito, por la pose en que estabamos solo le alcanzaba a sobar el pene a mi hermano mayor, era delicioso ser cachondeada por mis propios hermanos.

Me levantaron en vilo llevándome al sofá donde me recostaron, besaban y chupaban cada porción de mi cuerpo haciendo delicioso énfasis en mis partes erógenas volviéndome loca de placer, no supe en que momento les empecé a hacer la felación, cuando me dí cuenta ya les estaba chupando alternadamente el camote a mis hermanos mientras ellos disfrutaban con manos y boca de mi cuerpo, hasta que me llevaron a un intenso y delicioso orgasmo, y ellos eyacularon sobre mi cuerpo y rostro bañándome con su tibia y espesa leche.

Los tres fines de semana siguientes, incluyendo viernes y sábado, repetimos los actos cachondos de sexo oral incestuoso narrados, solo avanzamos en que eyaculaban en mi boca y yo golosa tragaba el semen de ambos, pero al cuarto fin de semana, el sexo oral entre mis hermanos y yo fue rebasado e inevitablemente me empezaron a coger entre los dos dándome la doble penetración en todas sus formas, boca-vagina, boca-culito y culito-vagina.

Desde entonces cada fin de semana soy cogida por mis hermanos, entre los dos o bien solo por uno de ellos, pero también entre semana recibo en mi recamara la fraterna visita de alguno de los dos que desea disfrutar de mi cuerpo y yo lo gozo como loca.

Anonimo

martes, 28 de julio de 2020

Dan Oniroku onna biyoshi nawa shiku (AKA Female Beautician Rope Discipline)



La estilista Misa conoce a Ippei, entusiasta de S&M, y está convencida de probarlo. Luego, más tarde, la ex esposa de Ippei, que resulta ser una de las clientas de la tienda de belleza de Misa, comienza una relación sexual con ella. El asunto de las lesbianas también se ve acentuado por algo más de S&M.

Japonés/inglés

Instituto Pene Negro 1, Comix





The Strokes, Discografía





01 Is This It 
02 Room on Fire 
03 First Impressions of Earth 
04 Angles 
05 Comedown Machine 


06 The New Abnormal 



The Strokes es una banda de rock originaria de Nueva York Estados Unidos formada en 1998 por el vocalista de la banda Julian Casablancas. Tras el lanzamiento de su álbum debut Is This It en 2001, muchos críticos nombraron al grupo como: «Los salvadores del rock». Han vendido más de 8 millones de copias en todo el mundo. Su canción mas exitosa es Reptilia del álbum Room on Fire.

lunes, 27 de julio de 2020

In the Heat of the Click



El Dr. Fez (John Lazar) pierde el dispositivo nuevamente, esta vez ante dos novias, Linda (Gabriella Hall) y Alsacia (Leslie Olivan), que también están buscando un collar mágico.

Inglés


Bizarre Comix 8, Comix





Mi hermano, el primero


A primeros de ese año mis amigas me descubrieron cómo jugar con el coño. No es que me enseñaran nada que no hiciese ya intuitivamente o que no supiese que se podía hacer, es que gráficamente explicado por las más avispadas de nosotras, el conocimiento de las distintas posibilidades y tomar consciencia de que nada me impedía hacer lo podía hacer, hizo que fuese imposible dejar de tocarme en todo el invierno. Pero llegó la primavera y tras ella el verano... y la autosatisfacción desenfrenada se había instalado como un vicio incontrolado. Solía frotarme el clítoris frenéticamente en cuanto me veía sola, incluso en los aseos de clase. Otras veces, pocas, me deleitaba usando objetos con cierta forma fálica. Jugando con un pato de goma acabé rompiéndome el himen, dándome tal susto que estuve casi una semana sin tocarme. Me dio tal gusto tras ese período de descanso, que me pase el día entero encerrada en mi cuarto, en la cama simulando una indigestión. Pensé que con el tiempo se me quitaría el calentón, deseaba que así fuese. No podía hablar con mis amigas de eso porque no confiaba en su discreción, pero al final del día, cuando atendía por tercera o cuarta vez al reclamo de mi irritado coño, me sentía un poco culpable.

Lo que tenía que ocurrir alguna vez, ocurrió, y en verano me pillaron con la mano metida dentro del bañador. Fue en casa, en el trastero, muerta de calor y envuelta en un sudor que me caía por los brazos, haciendo que los dedos resbalaran maravillosamente por mis labios menores y el clítoris. Estaba en plena faena cuando mi prima abrió la puerta. Me di un susto tremendo y ella reaccionó saliendo al instante, pero se lo pensó antes de alejarse y volvió a entrar. Empezamos a hablar, con humor, sin dramas. Me dijo con cierto apuro que me había visto en otra ocasión en la misma actividad, recomendándome a continuación que intentara ser más discreta. Estuvimos hablando muchísimo sobre sexo en general y la masturbación en particular. En ese espacio tan cerrado y con el olor de mi coño de fondo, al fin pude desahogarme con alguien.


Mi prima había llegado ese verano hecha una mujer súper sexy. Nandi nunca había hecho buenas migas con mi hermana la segunda, pero sí con Tomás, el mayor. Mi otro hermano, Alberto, iba a lo suyo, como siempre. Ese año ella fue el centro de atención de propios y extraños. Me di cuenta de que mi padre y Alberto le miraban el culo en cuanto podían. Me resultó difícil asimilar la sexualidad desnuda de los miembros de mi familia, sobre todo por mi padre. A Alberto lo llegué a ver tocándose disimuladamente el pene en la playa mientras ella estaba a cuatro acomodándose en la toalla. Lo de mi padre sí que me sorprendió más, sobre todo por los comentarios tan poco sutiles que intercambiaba con mi tío a cerca de si Nandi tenía novio, noviete o amiguete, usando expresiones que ellos creían sutilmente picantes pero que realidad eran burdas obscenidades. Tomás, en cambio, estaba totalmente absorbido por Nandi y no se daba cuenta de que no era el único que bebía los vientos por ella. Y ahora esa Nandi, la Mujer, se abría ante mí y se volvió como una especie de mentora, resolviendo dudas y preguntas que rondaban por mi cabeza.

No censuró mi vicio, al contrario, le pareció divertido. De vez en cuando me daba pistas sobre cómo ampliar horizontes, como por ejemplo orinar en la ducha mientras me masturbaba, algo que se convirtió en costumbre. Empecé a ver normal que los amigos de siempre y que los hombres de la casa mirasen a mi prima de esa forma tan sexual.

Después de aquella primera charla con ella, había observado que Nandi y Tomás desaparecían en la casa durante mucho tiempo, y en cuanto tuve la oportunidad le pregunté al respecto. Al principio no me dio alguna respuesta satisfactoria, pero acabó confesando que realmente se escondían y que mi hermano se tocaba delante de ella. Aquello me pareció asqueroso y muy friki. Ella se puso a la defensiva y empezó a contarme detalles escabrosos para hacerme cómplice de sus perversas travesuras. Me contó que le insinuaba las tetas, incluso el coño, y que para ella era muy morboso tener la polla de Tomás al alcance de la mano, una bonita verga bien proporcionada. Fue adornando tan bien sus encuentros que acabé mojando la braguita, haciendo que desde entonces pensara en el pene de Tomás como un objeto que podía usar en mi imaginario sexual. Por sus detalladas descripciones no me quedó claro si había habido contacto entre ellos o no.

Al día siguiente, muy temprano por la mañana, salí de mi cuarto para orinar. Me encontré a mi padre masturbándose mientras miraba a través de la ranura de la puerta donde dormían mis primas. Con la mano dentro de los calzoncillos, llegué a tiempo de presenciar las últimas sacudidas, y unas gotas de semen cayeron al suelo sin que él se diese cuenta del rastro que estaba dejando. Sin percatarse de mi presencia, se alejó al cuarto de baño. Entonces me acerqué a la puerta y me asomé también. Mis primas dormían plácidamente, pero Nandi estaba boca arriba, con los brazos en cruz y las piernas un tanto abiertas. Sus pechos se desparramaban en la camiseta de tirantes blanca, de forma que uno de ellos se había salido por una axila. Dormida, acarició ligeramente con un dedo su sexo y, en cuanto arrancó un gemido, volvió a reposar la mano. Me alejé antes de que me viese mi padre a su regreso. Me acordé de la gota de semen en el suelo y la busqué. Me mojé los dedos en ella y limpié el resto con mi propia camiseta. En mi habitación todo me daba vueltas. Había visto eyacular a mi padre, aún tenía su semen en mis dedos. Lo olí, lo probé. Acabó lubricando mi primera paja de la mañana. Nandi, y su hermana, eran como unas hijas para mi padre, una hermana para Tomás y nosotros. Terminé corriéndome comprendiendo que tenía carta blanca a la hora de focalizar mi deseo, pues en mi fantasía era la lengua de Nandi la que lamía con furia mi coño, mientras ella era penetrada por Tomás y mi padre, que la follaban violentamente mientras los tres miraban cómo me retorcía de placer.

Horas después, cuando me levanté, me pasé el resto del día espiando a mi hermano y a mi prima. Estaba muy excitada, deseando participar en sus juegos. Al fin los pillé. Estaban en uno de los cuartos que nos sirve de almacén. Abrí la puerta en silencio y me asomé, estando ellos tan ensimismados que no se dieron ni cuenta. Mi hermano se masturbaba frente a Nandi y ésta estaba sentada en una posición realmente sensual. Sin mostrar nada, se podía recorrer perfectamente su cuerpo y sus bonitos atributos. Entré y al fin me vieron. Mi hermano se tapó rápidamente con una toalla. Yo cerré tras de mí y me senté junto a Nandi. Sabía lo que estaban haciendo, pero quería que me lo contaran para que no tuvieran alguna razón para echarme. Tomás estaba visiblemente incómodo, con ganas de irse o de que me fuese. Empezó a molestarme aquello, me sentía como una imbécil al haber pensado que podía ser una más en el juego. Si Nandi podía, ¿por qué yo no? Empecé a decir estupideces que no hacían más que empeorar la situación.

Nandi nos calmó a todos. Tenía esa habilidad. Me susurró al oído que si me hacía la invisible podía quedarme, que no me preocupase. Su aliento en mi oreja me había erizado la piel y no quería que dejara de hablarme. Mientras, la polla de Tomás se movía bajo la toalla, pero no era su mano la causante. Nandi pidió a Tomás que continuase. El retiró la toalla y vi su pene empalmado. Los nervios hicieron que se me escapara una risa que me avergonzó al momento. Era una polla hermosa, como me había dicho Nandi. Mi prima me hablaba de ella al oído y no sólo me volvió a erizar la piel, sino también los pezones. Busqué el contacto de sus carnosos labios, me mojé mientras mi hermano jugaba con la piel de su polla, llevándola arriba y abajo. En un momento dado, Nandi se bajó los tirantes para mostrar sus grandes y puntiagudos pechos, haciendo que Tomás abriese totalmente los ojos. Nandi pegó una teta a mi brazo, haciendo que sintiera su pezón aplastado en mi piel. Yo me derretía por momentos y mi hermano empezó a masturbarse frenéticamente.

Tomás estaba llegando al límite y preguntó a Nandi si seguía o no, a lo que ella le dijo que sí. Yo no me lo pensé y tomé posesión de su polla. Era mi primer pene y lo rodee con mis manos, sacudiéndolo al mismo ritmo que lo había estado haciendo Tomás. Mi hermano me miraba como suplicándome que parara. Pero si Nandi jugaba con él, yo también tenía derecho a hacerlo. Además, Tomás sólo tenía que pedirme que lo dejase, pero era tan incapaz de pedírmelo como yo de soltarle la verga. Me acaloré y me quité la camiseta. Nandi tenía un cuerpo arrebatador, pero Tomás miraba mis pechitos. Aprendí más de sexualidad en esos minutos que en toda mi vida anterior. De pronto Tomás se tensó y tras unas primeras salpicaduras que casi me dan en la cara, empezó a brotar semen. Había mucho, no dejaba de salir, y yo seguí bombeando hasta que él me hizo parar. Cuando me di cuenta, estaba tan mojada que parecía que también me había corrido. Tras limpiarnos, salimos. Ya nada fue igual desde entonces.

Buscaba a Tomás, le metía mano en el pasillo, en el coche. A veces se dejaba manosear el pene y me interrumpía cuando iba a correrse. Lo que me molestaba era que él no me tocase, los escrúpulos que tenía conmigo. Un día le pedí ir al cuarto donde solía verse con Nandi. El se sentó en suelo, como solía hacer. Me puse en cuclillas sobre él y lo empecé a masturbar. Sabía que en ese lugar seguiríamos hasta que la aparición de su leche diese por terminado el encuentro. Lee tapé los ojos con un pañuelo y lo hice tumbar. Me situé en equilibrio sobre él, y me mojé el índice y el pulgar, haciendo después un círculo con ellos que puse sobre la gorda cabeza de su pene. Lo bajé, apretando el círculo, arrastrando la piel mientras su espalda se tensaba. Lo hice así varias veces y a continuación probé mi primera polla con la boca. El no supo exactamente qué estaba haciendo, pues el único tacto que recibía de mí era el que tenía en la verga, así que Tomás no tenía ninguna referencia ni de dónde estaba yo ni de lo que hacía. Cuando comprendió que lo estaba lamiendo con los labios y la lengua, gimió y dijo un "ufff" que me puso a cien. Su pene estaba hecho a medida para mi boca, con mi lengua ligeramente aplastada. Estaba muy mojada y tenía todo el cuerpo a flor de piel. Sujetaba firmemente con el índice y el pulgar la base de la verga mientras movía la cabeza para recorrer el tronco todo lo que podía. Lo malo es que a pesar de mi excitación, mi inexperiencia me hizo ser incapaz de replicar esas divinas mamadas que había visto tantas veces en el porno. Me sentí ridícula y desistí.

Sin soltar la base de la verga, me puse en cuclillas sobre ella, apunté y me dejé caer. Nunca había tenido nada así en la vagina. A pesar de estar tan mojada y que mi cuerpo resbalase sin resistencia, sentía su polla abriéndome en canal. Era rígida y carnosa, cálida. Nada que ver con otros objetos que mi coño había engullido. Empecé a moverme apoyada en el suelo y en mis rodillas, subiendo y bajando el culo, evitando tocarle y emitir gemidos. No tardó en darse cuenta que aquello no era ni boca ni manos y se quitó la venda. Puso sus manos en mi trasero, ayudándome en el movimiento y aguantando mi peso en el descenso. Ahora podía dejar mis manos apoyadas en sus muslos. Embelesada bombeando la polla en mi coño, no me había dado cuenta que Nandi llevaba un tiempo sentada de rodillas junto a nosotros. No sabía desde cuándo estaba allí, pero ella tenía una mano dentro del pantalón, tocándose y la otra en el muslo, así que me giré y se la cogí, pero tuve que soltarla pues me caía. Tomás empezó a apretarme las nalgas y comprendí que estaba llegando, así que aumenté el ritmo. Cuando mi hermano dejó de gemir, su pene empezó a disminuir y se salió.

Joder con mi hermano en cualquier rincón se convirtió en costumbre, varias veces al día si hacía falta. El, o yo, me lubricaba el coño con saliva y me la metía sin protocolos. A pelo. Era todo muy sucio, guarro, excitante, sin límites. Pero en la última charla que tuve con mi prima, ésta me advirtió que sería difícil de explicar si nos veía alguien jodiendo, pero más aún el que me quedase embarazada de mi propio hermano. Me dio un pánico atroz y esperé ansiosa mi siguiente menstruación, que afortunadamente llegó como un reloj. A partir de ahí Tomás usó condones y al terminar el verano ya me había convertido en una experta felatriz.

Por Zupa

viernes, 24 de julio de 2020

Das Mädchen mit der heißen Masche (AKA French Pussycat, Loves of a French Pussycat)



Rolf (Michael Cromer), columnista de consejos sexuales y lecher, tiene relaciones con numerosas mujeres, pero nunca una relación permanente. Suzanne, una de sus ex amantes, se ofrece a apostar que ninguna mujer puede lograr que Rolf le proponga matrimonio, una apuesta que su novia Andrea (Sybil Danning) acepta con entusiasmo. Pero hay una trampa: para ganar la apuesta, Andrea debe hacer que el mujeriego Rolf se comprometa a casarse sin antes acostarse con él.

Inglés/Alemán 

Ironwood, Comix