miércoles, 4 de noviembre de 2020

Madre Consentidora


Capitulo 1

Desde aquel día en que entró al baño para llevarle a su hijo una toalla seca, Teresa Alcira Ramirez supo que había llegado el momento de hablar con su hijo. Alberto había crecido bastante, estaba por entrar a la adolescencia y la mujer nunca se había puesto a pensar que su chiquillo crecería y a su pesar, tendría que armarse de valor, para hablarle a su hijo consentido de los cambios por venir.

En esa ocasión descubrió a su hijo bañándose, se sorprendió de los cambios ocurridos, el cuerpo de su nenito estaba creciendo y llenandose de musculos, pero lo más sorprendente fue ver la entrepierna del chico, que ya lucía una incipiente mata de vellos y el miembro colgante ya no correspondía al de un niño, sino al de un jóven en pleno despertar de su sexualidad.
De noche en su cuarto Tere se puso a meditar sobre su vida y sobre su hijo. Su repentina viudez la había dejado con un hijo de escasos cuatro años de edad, desde entonces se hizo cargo del chiquillo ella sola y trato de compensar con cariño y sobreprotección la falta del padre, cosa que a Beto no le importó, pues siempre encontró en su madre a su más fiel e incondicional aliado, además de madre, Teresa era su amiga…

Armándose de valor una tarde llamó a su hijo y en la sala, entre nerviosa y titubeante decidió comenzar con aclararle algunas cosas.


-Escúchame Beto, quiero hablar contigo, sabes que siempre hemos sido además de madre e hijo, muy buenos amigos y nos tenemos confianza. Mira, no se como empezar, esto debería haberlo dicho tu padre, pero a falta de él pues, tengo que cargar yo con este tema. Beto ya estás creciendo y por tanto vas a experimentar cambios que al principio pueden confundirte, y ante ello quiero prevenirte de que no vayas a buscar información falsa o consejos indebidos por otro lado, ya tienes doce años y tu cuerpo está cambiando, y mucho… ¿ya te diste cuenta?, bueno, tal vez sientas ya ciertas cosas, o pienses cosas que antes no eran importantes, ¿Cómo lo de las chicas, me entiendes?, bueno, además está la cuestión del sexo, tal vez eso te inquiete..., ¿Me quieres preguntar algo ?

-Ehhh..., no sé mami, ¿Qué me pasará ?

-Hay cariño, pues te estás convirtiendo en un hombrecito, un jovencito muy guapo de dieciocho años, te van a empezar a gustar las chicas, y eso es normal, ¿entiendes…?, ver a las mujeres o a jóvenes de tu edad van a despertar en ti sensaciones que antes no tenías, decime te ha pasado algo al respecto ?

-Pues, no sé, pero a veces me da por verles las piernas a las chicas por la calle y siento cosas..., raras, algo como que me pone nervioso, y..., bueno..., como que..., como que siento calor..., además a veces..., no puedo me da verguenza mami !!

-No papito, no sientas verguenza, por eso quiero hablar contigo, para que me cuentes todo lo que te pase, yo tal vez pueda ayudarte a entender todo eso, mira eso que sientes es excitación, eso es normal..., a todos nos pasa, a hombres y mujeres, también las chicas sienten curiosidad por los chicos y se ponen nerviosas, dime, se te pone durito el… , ¿ el palito ?

-¿Palito…? -, me espetó sonriente.

-Bueno ya estas grandecito para este termino…, el pene, tu miembro.

-Si, mami, pues..., a veces… Perdona... -, se sonrojó.

-No chiquito mio !! Eso es normal entiéndelo, a ver decime, cuando se te pone dura la cosita, disculpa , …el pene, te lo acaricias ?

-Nnnno, creo que no. Bueno si, a veces siento que me gusta cuando me lo toco, pero tengo miedo... -, respondió Beto incómodo.

-No debes tener miedo de tu propio cuerpo, no es malo que a veces te acaricies, pero procura no hacerlo muy seguido, procura pensar en otras cosas, o bien invertir tu tiempo en otras actividades, hacé ejercicio, estudiá, y por supuesto conoce chicas, tal vez dentro de pronto tengas novia..., dime te gusta alguien en particular ?

-Si má, alguna por ahí…, casi no tengo amigos y menos amigas...

-Bueno no te preocupes, dentro de pronto tendrás admiradoras por montones, pero todo a su tiempo jovencito, mira cuando tengas dudas o quieras saber algo, no temas en preguntarme, entiendes ?

Bueno ya vete a dormir…

Cuando su hijo se fue a su cuarto Tere respiró aliviada, "uff..., al menos creo que no lo hice tan mal" , pensó estando en su cuarto y tratando de alejar esas preocupaciones se apresuró a meterse bajo las sábanas, pero el sueño tardó en llegar. Sin querer vinieron a su mente imágenes lejanas de sus primeros años como mujer casada, "erámos insaciables", pensó de aquellos tiempos en que disfrutó de la dicha conyugal en compañía de su esposo, cerró sus ojos y casi sin darse cuenta una de sus manos recorrió su pecho, sopesó cada uno de sus senos, llenos, redondos, con esas aureolas grandes coronadas por sensibles pezones que al contacto de sus dedos se erigieron, duros, su mano bajo a su vientre plano, sólo ligeramente combado, ahí chocó con la pelambrera de su pubis…

Su mano jugó momentáneamente con la maraña de pelos hasta llegar a su carnosa concha, la conocía bien, los labios externos gruesos, gordos, pegados entre sí, la raja apenas se adivinaba, pero presionando sobre ella, sabía Teresa que la rajita se abría, eso hizo con un dedo, recorrió la vulva y la sintió larga, profunda, cálida.

Un apagado murmullo escapó de sus labios cuando sus dedos abrían esos otros labios, los internos, delgados, suaves, que al extenderlos se le salían de la vagina, sus piernas se fueron abriendo y de pronto se descubrió acariciandose, recorriendo con dedos ansiosos su intimidad, por arriba donde ya el clítoris reclamaba la caricia, por abajo donde la pequeña abertura de la vagina resumaba ya jugos viscosos, ahí dejó uno de sus dedos, quieto, apenas la primera falange se insinuaba en la vagina, en eso un pensamiento la asaltó : "hace cuánto..., hace cuánto que no me cojen, hace cuánto que una verga no me penetra..." , no se pudo contestar, pues las deliciosas sensaciones embotaron su mente, el dedo en la vagina dejó su sitió y bajó más, hasta el apretado conjunto de pliegues, el dedito fue y vino, del culo a la raja, de la raja al culo, despacio, lentamente, la excitación se posesionaba de ella, se ayudó de la otra mano, la pasó por atrás de su cuerpo, por las nalgas, entre ellas, hasta encontrar el agujero de su culo, ahora contagiado de los jugos que el otro dedo había dejado ahí, puso ahí un dedo y le hizo círculos a su hoyito, en tanto que la otra mano ya era tragada por la raja abierta, muy abierta.

Primero fue un dedo que lentamente penetró su vagina, se sentía caliente, ardiendo y chorreando líquidos, luego fue insuficiente y dos dedos jugaban dentro de su pepa, ya para entonces el dedo del culo había hecho su entrada triunfal, los pliegues se apretaban alrededor del dedo sumergido hasta la segunda falange, lo dejó ahí dentro de ella, moviendolo apenas, en tanto que los otros dedos ya danzaban dentro de su vagina arrancándole gemidos involuntarios de placer, fueron creciendo, hasta que de pronto todo su cuerpo era presa de un orgasmo, la vulva le palpitaba y en la cresta del placer un inesperado chorro de jugos escapó de su concha, se estaba viniendo, los dedos aceleraron sus juegos, entraban y salían con furia de la gruta abierta, exageradamente abierta, hinchada, crecida.

Las oleadas de placer fueron disminuyendo, Teresa se sentía ahora invadida de una placentera sensación de saciedad, se sentía contenta, plena, satisfecha, sacó los embarrados dedos de su vagina, los llevó a su boca y la lengua golosa lamió los restos de su venida, todo su cuarto apestaba a sexo… Le daba flojera, pero debía bañarse, se levantó del lecho y con pasitos cortos se acercó al baño.

Ya bajo la regadera pensó en lo que acababa de hacer : "soy una loca, ya no estoy para estas cosas, me debo a mi nene, a mi hijo", en ese momento vino a su mente la escena descubierta aquella tarde, recreó a su hijo bajo la regadera, con su cuerpo desnudo, chorreando agua, hermoso, mojado, con su entrepierna cubierta de pelusa y el miembro, ya no de niño, sino ya casi como el de un hombre. "Este chico no es normal…, tiene un miembro grande y grueso para su edad…Por todos los Santos lo tiene más grande que algunos adultos que conocí…!!" , el pensamiento culminó en un suspiro.

Días después, mientras la mujer se atareaba haciendo la comida, descubrió a su hijo pensativo.

-Qué tenés amorcito, qué te pasa que andás tan calladito…?

-Nada ma... , vos me dijiste que me podías explicar algunas cosas que no entendiera...

-Si claro, decime qué te pasa?

-Me da verguenza, pero hoy en la escuela la maestra nos habló de la masturbación, pero entendí a medias... ¿Me explicas bien ?

-¿De masturbación habló la maestra?

Es que la portera, Doña Amanda, lo pescó a Rosales en el baño haciéndolo…y la mestra prefirió hablarnos…

-¿Espero que no lo hayas echo en la escuela?

-No !! En ningún lado…Bueno…

Teresa sintió que la respiración se le iba, contuvo el aliento, pero no tuvo más remedio que buscar de inmediato una respuesta, se sentó junto a su hijo y trató de explicarle:

-Mirá, masturbarse consiste, más o menos, en acariciarse el sexo hijo, los chicos cuando se siente excitados se acarician el miembro con la mano, hasta que..., hasta que..., bueno, terminan, eyaculan...

-Eyaculan, qué es eso ?

-Bueno, es que, verás, el acto sexual culmina con la eyaculación, es algo placentero, que hace que los hombres expulsen un líquido por el pene, les sale el semen, que no es orina… , eso ya te lo dijeron no ? -, dijo Teresa sientiendose cada vez más sofocada.

-Más o menos, pero mami... ¿Cómo es eso? Si los hombres no lo hacen con una mujer… ¿Cómo es eso de que les sale el semen, para eso es la masturbación?

-Pues si chiquito, algo así, es una forma de sentir placer si no se tiene con quien hacer el sexo, si un hombre no tiene pareja con quien hacer el amor, lo normal es la masturbación, dime, tú no lo haces ?

-¿Paja y masturbación es lo mismo?

-Mmmmmmmmm… Sí… -, tragó saliva.

-Ahora entiendo…

¿No haz..., eyaculado aún ?

-Noooo mami… Bueno si. Si..., a veces se me pone duro el… el…

-Pene… -, aseguró Teresa.

-Bueno… , me lo tocó, se siente lindo, me dan sensaciones raras, me asusto… y paro. Pero se queda duro, parado hasta que me duermo, después ya sabes…

-¿Qué?

-Lo de las manchas duras en el slip… ¿Eso es eyacular?

-Claro !! Hace rato que las veo cuando lavo tu ropa, pero, no te preocupes, todo esta bien…

-Pero yo no lo hago…

-No zoncito, te pasa mientras duermes, es una descarga…, puedes tocarte si quieres y lograrás que salga… Eso no es malo, pero debes hacerlo una sola vez por noche…

-¿Por qué?

-Por que es algo "adictivo", y puede frenar tu desarrollo…

-Rosales lo hace seguido y cada día está más alto !!

-Bueno…, todo a su tiempo… ahora comienza con una sola vez por noche, después veremos… -, Beto se quedó cabisbajo, -¿Qué?, decime que te pasa papito..., vamos decime...

-Es que a veces me duele ahí un poco...

-¿Dónde papito?, ¿dónde te duele, no tengas verguenza..., debes decirme todo...

-Pues me duelen los..., los..., cómo se llaman, los tes...

-Los testículos, los huevitos..., ¿te duelen...?, ¿cómo?

-Si, sólo a veces, durante el día, siento cosas, se pone duro el pen…ne y me duelen. ¿Por qué ?

-Bueno no sé Beto, deberíamos ver a un médico, pero no te preocupes, son cosas de la adolescencia, recuerda que estás creciendo..., aunque lo mejor será..., no se si deba, pero lo mejor será que te revise la… eh… el pene, por la noche te doy una miradita, si es algo anormal lo que te pasa, iremos al doctor, aceptas ?

-Bueno si vos lo decís..., Má…¿Las mujeres también eyaculan, les sale semen ?

-No… Bueno si… Las mujeres no funcionan así, ambos, hombres y mujeres cuando terminan el acto sexual, sienten un orgasmo, que es un conjunto de sensaciones de placer, en los hombres culmina con la eyaculación, en las mujeres sienten muy hermoso, tiemblan, se mojan, su sexo se moja mucho, aunque en algunas parece "leche" , pero no es semen lo que expulsan, le llaman flujo.

-Ahhh, y..., si las chicas o mujeres no tienen pareja, no están casadas, también se masturban...

-Bueno..., yo creo que si, las chicas a veces también se acarician el sexo..., es algo normal, ya te dije... -, Tere presintió la siguiente pregunta.

-Y... Mamá, vos..., vos lo hacés, te masturbás...

-Ay hijo..., no me hagas esas preguntas, ya soy una mujer madura, grande, vos sabés que desde que murió tu padre vivo sólo para ti, yo no pienso en esas cosas..., bueno basta, no preguntes, andá a lavarte, que vamos a comer.

Cuando el hijo salió de la cocina la mujer se sintió liberada, suspiró profundo meneando la cabeza…

Por la noche la mujer le daba vueltas al asunto, le había dicho a su hijo que revisaría su sexo. Ya Beto estaba en su cuarto, ella no se decidía a cumplir con su palabra y cuando finalmente se dirigió a la recámara de su hijo sintió que las piernas le temblaban.

Lo encontró ya en su cama leyendo una revista de deportes, fue hasta su lecho y se sentó a su lado:

-Bueno chiquito..., a ver dejame ver... -, se notaba en Teresa cierto nerviosismo. Quitó las sábanas con su mano y luego ayudó a su hijo a despojarse del pijama, su mirada ansiosa descubrió el sexo de su hijo, flácido, retraído, con esa pelucita incipiente, precursora de los vellos que no tardarían en llegar.

-Y bueno, a ver Beto, decime dónde te duele ?

-Abajo, ahí en las bolitas…

La mujer bajó un poco su cara, para ver mejor, se ayudó con su mano y sus dedos sintieron aquella piel suave, delicada, la verguita de su hijo, de su querido hijo, el prepucio cubriendo el glande.

Con delicadeza, apenas tocando con los dedos lo hizo a un lado, buscó la bolsa de los huevos, un ligero estremecimiento la pilló cuando sus dedos tocaron la piel suave de la bolsa que guardaba los testículos, tocó uno, luego el otro, no encontró nada anormal, pero si que se encontraban duros e inchados… Basada en sus recuerdos, dedujo que lo que tenía Beto era una explosión hormonal y que sus huevitos se encontraban fabricando esperma a destajo.

En las extendidas reflexiones, no se dio cuenta del manoséo que le propinaba al tronco de su hijo y en eso sus ojos percibieron un ligero cambio en la verga del chico, le estaba creciendo !! El miembro empezaba a endurecerse, no pudo evitar volver a tocar esa cosa, sus dedos lo recorrieron haciendo que la verga adquiriera mayor tamaño, lo sintió en camino de ponerse duro, erecto.

Incapaz de contenerse la mujer recorrió el falo duro con sus dedos, arriba y abajo, sus dedos formaron un anillo alrededor de la verga y presionando descubrió el glande, ahora mojado, despidiendo ese rico aroma del sexo, sus labios apenas se abrieron para murmurar:

-Te estás excitando bombón, es indebido lo que hago, malo, malo… ,¿sabes?

-Está lindo, sigue, no pares, me gusta, me gusta… , esto es masturbarse ?

-Si mi vida, te voy a enseñar un poquito, un poquito nada más…, luego lo harás tu solo. Esto es hacer la "paja", aprendé…

Ahora la mujer aferraba la verga erecta con toda su mano, maravillada miraba el enorme tronco en que se había convertido la ramita de su "chiquillo", de su puño aún sobresalía un cuarto de verga y la cabeza… Su hombría lucía bastante prometedora…, obviamente pensó en el futuro de su hijo con las mujeres y con suavidad recorría el cilindro desde la cabeza hasta la base, subiendo y bajando con lentitud, con suavidad, contagiandose involuntariamente de la excitación que ahora embargaba a su chiquito, siguió frotando, acariciando.

Vio la plácida expresión del rostro de Beto que ahora mantenía cerrados los ojos y con ambas manos se agarraba de las sábanas, moviendo involuntariamente su vientre, como yendo al encuentro de las caricias de su madre. Teresa murmuraba con voz queda.

-Vamos chiquito, vamos nene, papito, gozá, anda Betito, terminá, sacá la lechita, vamos, vamos, vamos hijito soltala… -, decía la mujer, mientras su mano se volvía más activa, subiendo y bajando, dejando la roja cabeza de la verga al descubierto, agitó la mano, fuerte, como tratando de acelerar la eyaculación, que no tardó mucho.

De repente el cuerpo de su hijo se convulsionó, la verga palpitó en su mano y un fuerte chorro salió del glande, el semen chocó contra su pecho, manchando su blusa gris, siguió frotando fuerte, rápido, otro chorro, otro más, más y más leche escapaba de la palpitante verga, mientras que Beto gemía entrecortadamente.

Cuando la ahora semidura verga dejó de eyacular y la mano de la mujer quedó empapada de semen, Teresa suspiró tranquila, se levantó de la cama y fue al baño a buscar una toalla, ya con ella en la mano limpió el vientre lechoso de su hijo e hizo lo mismo con su mano, su blusa chorreada de semen, que todavía lucía la viscosa lechada.

"Bueno lo hecho, hecho está… , pero no ocurriría de nuevo…ya hice mi parte", pensó. Somnoliento y mimoso Beto extendió los brazos al cuello de Teresa y la besó fuerte en la mejilla.

-Bueno… , ahora a dormir… ¿Te sientes mejor, te duelen los huevitos?

-No, ya no… Má, es muy lindo sacar leche, me gustó la paja…

-Shhhhhhhh… Beto !! Delante mio no digas así, es vulgar…

-¿Y como lo digo?

-Masturbarse… , pero no creo que volvamos a charlar de esta manera… ¿entiendes?

-Disculpa… Fue una sensación tremenda !!

-Ahhh… , no sos ningún tontito vos, eh !! Cuando los sientas duritos te vas al baño o aquí en la cama y te haces lo que te enseñé…Desde ya nunca delante mio, son asuntos privados… y no te preocupes por las sábanas, yo las cambio…Duermete, hasta mañana…

Aunque la instrucción de Beto se llevaría acabo, no sería ella quien siguiera con la misma. Resuelta y con un sin fin de recaudos, decidió comprar revistas pornográficas, para ese cometido altruista. Por supuesto cambió de barrio y ataviada con lentes obscuros y pelo recogido encaró la singular empresa. Ridícula…

La alegría y la sorpresa de Beto al encontrarse con el paquete sobre su escritorio de estudios fue manifiesta y para Teresa el alivio fue mayúsculo.

-Mirá… , estan buenísimas…

-Beto no, no quiero ver esas revistas… , las compré para vos, para que aprendas…

-Pero hay cosas que no entiendo…

-A no, no, no… , yo ya hice demasiado, aprendé solito… , estirátela vos solito, asi aprenderas…

-Pero, vos podés…

-No !!

Lo que Teresa desconocía era que esta inclinación a tener relaciones sexuales, se potencian cuando los niños y jovencitos miran mucho material con alto contenido sexual, de hecho, tienen un despertar sexual prematuro, similar al que presentan los jóvenes de tres años mayores que él.

Aunque éste acto de regalarle revistas porno para que Beto desarrollara su sexualidad onanista, a Teresa le parecía salvador, no hizo más que avivar en su hijo la llama de la lujuria. Esa llama, que momento a momento se volvía más incandescente, no sería venteada en vano… Beto, había elegido un caldero para hacer hervir… y ese caldero era el cuerpo de su madre.

Capitulo 2

Los siguientes días fueron un tormento para Teresa, se sentía inquieta, nerviosa, más cuando su mirada se cruzaba con la de Beto, entonces su nerviosismo se contagiaba a su cuerpo. Las muestras del progreso de Beto en sus prácticas ya se hacían evidentes por toda la casa, ropa interior almidonada de semen seco, sábanas manchadas de grandes lamparones lácteos, lababo con gotones frescos y espesos por la tarde, y hasta un día Teresa se percató de que su propia ropa interior era blanco de las sacudidas de su nenito. Lo consentía y ella estaba tranquila con ese "staus quo" establecido, por ende no decía nada e ignoraba todos estos deslices. Sobre todo porque ya no habían hablado de lo ocurrido aquella noche, pero con su silencio ella sabía que estaba incrementando los anhelos de su hijo, no obstante no se atrevía a comentarle nada, a fuerzas la mujer pensaba que podría reprimir sus sentimientos y sensaciones, pero era inútil, sin querer volvía a recordar aquella verga en total demostración de poderío y ella en respuesta se masturbaba en la soledad de su cuarto.

Una tarde mientras ambos, sentados en un sillón, miraban la televisión Beto se repegó a ella. El mimoso jovencito descansaba su cabeza sobre uno de sus brazos, Tere amorosa, acarició la cabellera de su hijo, mientras éste en contraataque, le pozaba la mano con delicadeza sobre su pierna. El tiempo transcurría y la aburrida película solo servía de marco lumínico a la pareja, que ya ni la determinaba, Teresa se dejó llevar hasta que sin querer se extendió más de lo aconsejable con las caricias y su mano tocó la entrepierna del chico, ahí sintió algo duro, erecto, la excitada verga del jovencito…Las caricias de Beto pasaron rapidamente a ser netas sobadas morbosas a las piernas de su madre y Teresa sin decir palabra magreó a pleno la verga de su hijo a travéz de la tela protectora del pijama, sintiendo como todo su cuerpo se contagiaba de vibraciones.

Momentos después, no supo cómo, ya su mano gozaba de la desnuda carne de la verga de Beto a pleno, y todo, a pesar de que en su mente

se repetía : "no… , esto no debe ser, estoy loca, no debo hacerlo…", sus elásticos dedos formaron un anillo alrededor del húmedo glande, desplazando con delicadeza el suave velo de piel para dejar libre la morada cabeza que resumaba gotitas.

Se aplicó acariciando aquello y empapando sus dedos de humedad y olor, hasta que, como entre sueños escuchó a Beto…

-Mamá..., voy, voy…, … voy a largaaaaarrrr lecheeee..., lechhhhh…, ahhhhh…, ahh, ahh, uhhgggggg…

-Uyyyy Betito… ¿A ver… ? Si…, si , largála....,

vamos nenito… , soltá la lechita… , no te aguantes, largálaaaaa. -, para que esto ocurriera satisfactoriamente aceleró los suaves movimientos de su mano, ahora rodeando con ella el duro tronco y frotando fuerte, de arriba abajo, desde la cabeza rubicunda y mojada, hasta el nacimiento del duro palo, pelando bien la verga.

Entonces sintió que Beto metía una de sus manos entre sus piernas más allá, bajo su bata de noche, sorprendida frenó sus avances agarrándola con su mano libre, pero sin soltar la verga que estaba por eyacular, "no podía permitir que su hijo le metiera mano, no podía…", se decía en silencio, pero sin saber cómo, el puber había alcanzado su bombacha, ella cerró las piernas pero dejó que los inquietos dedos le tocaran la vulva por sobre el calzón, en respuesta aceleró su trajinar para apurar la venida del chico.

Momentos después el cuerpo convulsionado de su hijo y los chorros que bañaban su mano, le indicaron que Beto estaba eyaculando, chorros y chorros de semen embadurnaron su bata y su mano que seguía frotando el convulso tronco de carne, hasta un chisguete llegó a impactar en su mejilla !! Beto con hondos y profundos suspiros terminó un orgasmo fenomenal. Respiraciones agitadas como únicos sonidos en el ambiente y la lánguida luz del aparato bañándolos… Amorosa, Tere besó la frente de su hijo y se descontracturó, aliviando la presión de sus muslos. Presurosa se fue al baño a lavarse las manos que chorreaban ese líquido espeso y blanquecino, antes de que con su guardia baja, Beto le perdiera la mano dentro de la bombacha. Ya en el baño, cuando levantó su mirada frente al espejo, se contempló con la bata algo abierta y sus dedos unidos por hilachas de semen rebelde y el gotón en la mejilla. Observó estos íconos atónita y hasta se permitió jugar con la sedosa substancia entre sus dedos, apuró el lavado y se tapó la cara con ambas manos, mientras lloriqueaba confundida. Estaba excitada, caliente…

Regresó y encontró a Beto todavía sentado en el sillón, no se había guardado la verga en el pantalón, que descansaba en todo su esplendor semiflácida, brillante e inofensiva, pero tentadora aún, asi que con una mirada y un gesto sargento lo instó a guardarla, luego se sentó junto a él y fingió ver la televisión. La cercanía del chico aumentaba su nerviosismo, pero lo dejó acurrucarse junto a ella nuevamente. La calma regresó y como si aquí nada hubiera pasado.

-¿Mamá...?

-¿Qué?

-¿Me dejás dormir contigo esta noche…?

Guardó silencio, sintiendo que la respiración se le iba, pero alcanzó a musitar.

-No, eso no -, Beto suspiró enojoso e insistió.

-Nada más esta noche..., ¿si?, por favor, sé buena….

-No sé Beto, ya estás grande para eso..., ya no eres un chiquito para dormir con tu madre… ¿Cómo se te ocurre?

-Pero me sentí muy bien con lo que me hiciste, dejame dormir abrazado a vos, má… Dale…Me siento bien asi…En mi cama estoy solo y te extraño…

Ella pensó, que después de la tremenda acabada que Beto había largado, su excitación estaría aplacada y satisfecha, más aún, un fuerte sentimiento de ser protegido y mimado lo envargaría, ella no permitiría que su hijo se sintiera vacío. La necesitaba.

-Beto lo de recién fue culpa mia, no volvera a suceder, te pido disculpas…

-No, ¿por qué? Yo quisiera que me lo hicieras más segui…

-Basta Beto !! No quiero que se hable más de esto…

-¿Me dejas o no?

-Esta bien, pero si prometes portarte bien..., sólo esta noche, ¿de acuerdo? Apaga todo y cierra las puertas… Ahhh, aseate y lavate los dientes…!!

Momentos después se levantó sintiendo que las piernas le fallaban y se metió a su cuarto, nerviosa se quitó la bata, el brasier y también la bombacha, como todas las noches, luego su desnudo cuerpo fue cubierto por una holgado camisón de dormir, quitó las mantas de la cama y se acostó. Conteniendo la respiración, como si fuera una virgen, esperó a su hijo. ¿Por qué sentirse asi? Qué tontería…!!

Lo sintió llegar, cerró los ojos como para evadirse, cómo para contener las ansias que la embargaban, giró sobre sí como alejándose del intruso en su cama. Después de calmado el alboroto de las cobijas, sintió el cálido cuerpo de Beto pegarse al suyo, sintió también, sus piernas desnudas frotarse contra las propias para darse calor.

El calenturiento jovencito solo se había puesto parte del pijama, sin el pantalón, el diminuto slip no era gran obstáculo para contener su renovada erección. Con amoroso brazo le rodeó la cintura hasta contener con firmeza el busto de su madre por debajo, un apagado suspiro escapó de los labios de Teresa cuando sintió entre sus nalgas la dura protuberancia de la verga del chico.

-Ahhhhhhhhh… te quiero mucho mami, mucho, mucho… -, le dijo al tiempo que se estiraba sobre el cuerpo de su mamita, tocándola toda hasta alcanzar su mejilla y estamparle un beso. Estas palabras llegaron de inmediato al corazón de Tere.

-Yo también te quiero… ahora a dormir… Betito, tenés los pies helados…!!

El pétreo tronco se deslizaba entre las carnosas nalgas, por sobre la tela, a medida que el jovencito se acurrucaba para darce calor y estrechaba más el abrazo, ensamblando los cuerpos. Ella sentía claramente como la dura erección se metía entre los carnosos cachetes de sus nalgas. Su vástago no se iba a detener ahí, ella lo sabía y lo confirmó cuando con el pretexto de calentarse atenazó y frotó el cuerpo de su madre, con las manos.

La mano del calenturiento iba y venía, las piernas se enredaban y se frotaban insoportablemente, para Teresa por supuesto…, hasta que sintió arremangar con sutileza su camisón para dejar al desnudo sus nalgas, y recibir una andanada de caricias y dulces manoséos en sus muslos. Todavía con un último aliento alcanzó a decir con voz apagada.

-No Beto!! , prometiste portarte bien, en eso quedamos, no lo hagas, por favor, soy tu madre, no por favor... Saca las manos de allí… -, esto más que una suplica, pareció una invitación.

-Tengo frio… y yo solo quiero acariciarte, como vos me acariciaste a mi…

¿no me dejas?

Ante el silencio permisivo de Tere, momentos después la mano de Beto llegó hasta sus pechos para acariciarlos con dulzura. Teresa le separó con fuerza la intrépida mano y la apartó. Pero tarde se percató de que había quedado toda desnuda… Con dificultad, intentó bajar el camisón, pero no fue mucho.

-Ssshhhh…, que no me dejas dormir…!! Vamos duermete ya…, portáte bien !! -, el reto fue en vano, era ya muy tarde, el camisón de Teresa se encontraba arremangado en su cadera y a las suaves caricias se le unieron los roces provocadores del bulto de Beto, ahora en sus desnudas nalgas, y además para colmo, las imágenes en su mente de la verga de su hijo escupiendo semen. Se mojó más, un poco más aún, porque ya venía con la entrepierna resbalosa desde lo ocurrido minutos antes en el living.

En un momento el duro bulto se transformó en dura carne que se deslizaba facilmente entre sus piernas hasta alcanzar a tocar los gruesos labios de la concha materna, un hondo quejido la traicionó.

-Ahhhhhhhh… , por favor no… ahhhhgggggg… Nnnn !! -, el jovencito interpretó muy bien el sonido emitido por su madre y con instinto de macho sexual arremetió con su miembro de hierro en las morbosas nalgas.

Lo deslizó despacio, lentamente, hasta que sus cuerpos quedaron más que pegados y ella sentió como el duro glande le separaba los viscosos labios vaginales, como buscando la entrada del sexo, a consecuencia de la perfecta pose de lado que ambos tenían.

En ese momento ella intentó detener la cojida, pasó una de sus manos entre las piernas para evitar que la verga la penetrara, es más reculó un poco y el miembro puerteó el ano, que al tacto y por instinto de hembra se abrió un poco dando que un poquito de la cabezota se incrustara en él. Teresa no hizo nada más, dejó que el jovencito satisfaciera sus ansias de mujer y se abandonó.

Ahora Beto, se agarraba de las nalgas de su madre y en sincronizado compás que le daba el metrónomo de la vida, arremetía contra ella, una y otra vez, haciendo gemir a la mujer que sentía arder su entrepierna. Cuando la verga se corría y frotaba contra la vulva abierta, chocaba con su clítoris reventándola de placer, asi una y otra vez, una y otra vez…, y justo cuando el orgasmo la traicionó, sintió entre sus nalgas los chorros impetuosos del semen de su hijo, en desesperadas pulsaciones. Entonces se apretó contra él, para hacer más intensa la caricia, con una sorda murmuración, entre dientes lo alentó…

-Anda chiquito lindo, acaba, termina en las nalgas de mamá, dame tu leche hijito de mi vida, así, así, más, toda la rica lechitaaaa…

-Ooooooohhhhhhhh !! Maaaaaaaaa… maaaaaaaa, lecheeeeeeeeeeee… -, gimió Beto en la nuca de su madre.

Cuando terminaron los espasmos de la verga entre sus nalgas y la caliente respiración de su hijo, que sentía en su cuello volvieron a la normalidad, intentó con golpes de caderas separalo. ¿Normalidad? , Teresa interpretó que todo había acabado, sin embargo, el chiquillo no la soltaba, menos aún sacaba la verga de entre las enchastradas nalgas de la mujer, sorprendida una vez más, sólo sintió que él se pegó a su oido para decirle:

-Quiero meterla… ,déjame… Quiero !!

-Eso no Beto, no me pidas eso por favor -, murmuró ella.

-Tengo muchas ganas, quiero sacar leche otra vez, dejame ¿sí?, un poquito…Dale Má…

-¿Estas loquito? No chiquito, no sabés lo que decís, ya te permití muchas cosas prohibidas, pero eso no, vamos dejáme por favor…Vamos a dormir…

-No lo puedo evitar mamá, siente lo duro que está…me duele todavía, tengo los huevitos que me estallan…-, dijo Beto, con simulada dolencia.

En ese momento una mano de Tere pasó hacía atrás hasta tocar la rígida erección de su vástago, rodeó con su mano izquierda la pringosa verga erecta de su hijo y pensó : "Santo Cielo, acaba de eyacular y sigue dura, tiene muchas ganas mi vida, pobrecito…" , pero no le dijo nada y sin soltar el erecto miembro lo dirigió de nuevo hacia sus nalgas, hasta hacer que el glande chocara contra su culo ahí lo mantuvo y hasta su mente llegó el incestuoso pensamiento: "le daré mi culo para que acabe, no lo dejaré entrar en mi vagina, pero tiene derecho a un placer mayor, le daré mi culo… que se harte de culo, que para eso soy su madre…", se dijo para sí, la caliente mujer.

El jovencito entendió enseguida las intenciones de su madre, dejó que ella lo dirigiera, sintió en su glande la dura carne del agujero materno, presionó un poco, ella mantuvo el pene en el lugar correcto y le pidió:

-Despacio Betito, poco a poco, te voy a dar mi cola, mete tu miembro en mi colita, poco a poco, no me vayas a lastimar, aprieta un poco, as…, Ayyyy !! Espera, poco a poco que me rompes, uffffffffffff… Espera !! Espera…!! Haz lo que te pido por favor…, desenrieda tus piernas que no puedo moverme…Eso es…

-No… no…no entra…no entr…-, empujando y forzándola.

-Espera…!! Atiende lo que te digo. -, la voz del requerimiento era precisa, así que Beto tuvo que escuchar.

-Hay que lubricar bien antes de meterla. ¿Sabes? Refriega bien la verguita entre mis piernas, donde acabaste…bueno, donde echaste la leche, eso, allí…- para Beto se abría un panorama prometedor con esta última novedad.

-¿Aquí? -, preguntó resuelto mientras tocaba con los dedos el interior de las nalgas, embadurnado de esperma y abundante flujo. Al mismo tiempo los dedos de la mujer se llegaron hasta el mencionado sitio, recogiendo en el camino una flema de semen. Se encontró con los dedos de Beto y mostrándole la flor abierta se autopenetró un poco, lubricándose en el mismo acto.

-Si, justo allí… Si no, no podrás entrar… , la tienes bastante grande para tu edad… Eso es… , así chiquito. Refregámela otra vez, de abajo hacia arriba…lleva la leche hasta el agujerito de mi cola… Bien !!

Sigue, sigue… , no te detengas !! -, Beto entendió enseguida el jueguito y frotaba desparramando todo esa mermelada desde el clítoris hasta el ano. Sin sacar la mano de la zona y con sus dedos agrupados en forma de "V", Teresa cuidaba que en el trajín, Beto no la ensartara por la vagina, asi que, cada ves que la verga se incrustaba en los labios la desplazaba con los dedos, empujándola al ano.

En un momento, este automanoséo precipitó en Teresa la ola del orgasmo por segunda vez, lo apremió a culminar la tarea, menéandose el clítoris.

-Si, ahora… Ahora subete a mi espalda… Móntame… Intentá meterla, yo te guiaré…ahora hacé fuerza con las piernas, ahora…

Rápidamente Beto se encaramó en ese estupendo cuerpo y con mucha más confianza se movió con soltura entre las nalgas de su madre.

-Sientes como te la voy comiendo, otro poquito, Ayyy papito, se meteeee !! Ya está, entró la cabeza…Ohhhhhhh… , te tengo adentro, espera, no tan fuerte que falta, así, despacito, poquito a poco hijito de mi vida, más, más, otro poco, y.., Ahhhhhhhhhhgggggggg… , ya está…

Santo Cielo !! Me metiste un pedazote de esa vergota, cerdo…, espera, no te muevas que me lastimas, Ayyyyyyy… Me siento clavada en la cama… tenemos que relajarnos, vamos aflojate un poco, que yo me aflojo también… un poco más !!

-No quiero salirme… -, le dijo Beto.

-No te vas a salir !! Es imposible que se salga todo el pedazo que metiste… --Beto, empujá otro poco…, debes meterla toda…

-Se va metiendo…

Despacio, si despacito…, ¿a ver…? -, Teresa se aseguró al tacto que el badajo estuviera hasta las bolas ensartado y continuó –Ahora sí, aferrate con las piernas en las mías, hacé fuerza y meteme bomba…, muévete como hiciste antes…, al principio suave, muy suave Betito…bombéa lento hasta que yo te empiece a culear y acabe… -, dijo por fin la mujer al sentirse totalmente empalada por aquella verga que le oradaba las entrañas.

Además sorprendida y horrorizada, retumbaba en su cabeza lo que acababa de confesar…"hasta que te empiece a culear y acabe…"

Ambos se quedaron quietos un poco, los dos sintiendose completamente unidos, los dos sintiendo el dolor de la penetración, hasta que poco a poco el apretado anillo de carne se fue distendiendo, el culo de Teresa se aflojó generosamente, haciendo que la dolorosa presión amainara, entonces ella con una mano frenética en su concha masajeando su clítoris, alcanzó a decir:

-Ahora muevete bombón, anda, mi culo es todo tuyo, ¿Ves como me muevo yo? Te estoy culeando y vos me tenés que culear a mi…

-¿Asi?

-Cuando yo reculo vos metela para adelante… cuando yo me alejo sacala un poquito y volvé a empujar fuerte…, intenta seguir un ritmo…siiiiii… bien, sigue el ritmo… dame bomba y acabá mucha leche…, terminá dentro de tu mamita, echame la leche en mi culo… nenito lindo de mi vida.

Entonces se inició la furiosa lucha, el violento entrechocar de las carnes, las rápidas arremetidas y el incesante bombéo de Beto. El cuerpo de la mujer brincaba sobre la cama al sentir el fuerte choque del cuerpo de su hijo contra ella y sobre todo, el grueso ariete que le llenaba las entrañas una y otra vez, lo dejó hacer, se dejó llevar por las deliciosas sensaciones y cuando todo su cuerpo se convertía en un volcán en erupción con el furioso orgasmo que esta vez no la tomó por sorpresa, sintió dentro de su intestino los espasmos, chorros y chorros de semen le llenaban el culo y le transmitían las delciosas sensaciones de la cogida.

Volvió a venirse, no lo pudo evitar, se pegó a su hijo, apretó el ano como para no dejarlo escapar, las palpitaciones siguieron, más pausadas pero igualmente deliciosas.

-Pará, pará…!! Nnnno…, mássss bommmm…baaaa, metela tooooddaaaa…Quietooooooo, ahhhhhgggggg…, ahhhg, ahhhg, ahhhhhhhggggg…, qued…te… pega…i…to, Bet…

Los dos se quedaron pegados, hasta que poco a poco ella sintió que la dureza del miembro disminuía, la verga se aflojaba y sin querer Teresa lo expulsó, como si fuera un pedazo de excremento, sin embargo no se separaron, ambos se quedaron dormidos, ahítos de placer, fuertemente abrazados.

Cuando a la mañana siguiente, las tenues pero insistentes luces del alba la despertaron, embotada de placer y agotamiento Teresa remoloneó satisfecha, hasta que la sensación de placer en su ano la trajo a la realidad. Asustada descubrió junto a ella el cuerpo desnudo de su hijo y presa del pánico se levantó corriendo arrastrando la colcha para tapar su denudes. Beto ni se enteró.

A los tumbos, por sus mermadas fuerzas y por arrastrar la colcha, recorrió el pasillo y se metió en el baño, ya bajo la regadera trató que el agua se llevara no sólo los restos de su incestuosa relación, sino también los sentimientos de culpa que la asaltaban. Imposible.

Capitulo 3

Ni ese día, ni los siguientes volvieron a hablar de lo sucedido entre ellos aquella noche, un hielo cortante se había establecido entre ambos y hasta en los dos primeros días, Teresa acercó solo la mejilla y tomó distancia con su cuerpo cuando Beto la besó para irse al colegio. Al pasar la semana, la propia dinámica hogareña no les dejó mucho margen para la "no colaboración" entre madre e hijo, asi que la relación se normalizó un poco, pero la tirantés de parte de Teresa al contacto físico con su hijo era evidente.

Una tarde fría, en que compartían la estancia en el living, Teresa tejía serenamente, abstraída en su titánica lucha en lo profundo de su conciencia por erradicar los recurrentes recuerdos de la noche de sexo con su hijo y Beto en sus taréas escolares, la observaba sin perder ni un milimetro del cuerpo de su madre, imagiándola desnuda y más…, él pensaba en lo placentero que resultaba eyacular dentro de su culo.

El caliente jovencito intentó un nuevo asalto.

-¿Mamá…?

-¿Qué querés? -, contestó con desdén.

-¿Me dejás volver a dormir contigo ? Por favor…, dejame estuvo lindo… , me gustó…

-¿Quéeeee…? –, respondió Tere con cara desencajada apresurando el tejido hasta dar puntadas nerviosas e incoherentes.

-Me gusta mucho hacerte eso…, en la cola… ¿A vos no te gusta que te lo haga?

-Estas loco !! Callate !!

-No, quiero hacerlo…

-¿Beto podés callarte…? -, Teresa dejó caer el tejido al piso e inició una fuga por el living, al tiempo que Beto se incorporó de su silla y se le acercó, cortándole el paso. Ella, sin mirarlo se detuvo frente a la ventana, dándole la espalda.

-¿Si o no? -, apremió Beto.

 

-Estoy segura que si te dejara estarías todo el día dando y dando en mi trasero… ¿no? -, refunfuñó nerviosa, murmurando y rumiando las palabras sin apartar la vista de la ventana y del mundo que pasaba frente a ella.

-¿Y por qué no? -, le respondió Beto abrazándola y depositando temerariamente ambas manos en sus nalgas. Al comienzo por sobre la tela y al instante las deslizó por debajo de la falda, intentando colarlas por dentro de la bombacha.

-Te dije que estoy segura de "eso", pero es imposible… No !!

-¿Qué, no te gusta? Yo estoy seguro de que te gustó…

-No, no me gusto…

-No me mientas, mamá !! -, le increpó con firmesa su hijo mientras las manos habían traspasado el elástico y los dedos ya invadían las nalgas de la mujer.

-Esto es una locura…, claro que me gusta "eso" , pero…, bueno si, pero no…, no debemos…, no, no… Noooo !!

-Quiero culear, quiero meterla otra vez, echarte la leche adentro, está buenísimo !!

-¿Meterla…? Jajajajajaj… Ni lo sueñes…"Debut y despedida" cariñito, no puede ser…

-Pero…

-Te dije que no !! No debemos hacerlo más !! Nunca Más… !!

-Mamá lo necesito… ¿No entendés?

-El que no entiende sos vos…Nunca más, lo lamento…

-Vos me dijiste que las mujeres también acababan…, se mojaban , y yo te vi acabar dos veces esa noche…te salió tanto que me mojaste toda la panza…

Sentiste tan lindo como yo sentí…te gustó, yo lo sé…

-Basta Beto !! -, con un rápido movimiento se libró de las manos que le acariciaban morbosamente el culo, éstas ya habían llegado temerariamente a su entrepierna, a los tirones se fue a sentar al sillón.

-Es que… -, replicó Beto siguiéndola.

-Basta !! Y no me toques nunca más el culo !! ¿Entendiste? !!

Me voy a volver loooocaaaa… !! -, sollozó.

-Pero…

-Bastaaaaaaaa… !!

Teresa se puso de pie y esgrimió la mano para pegarle, pero se contuvo…, la mirada y el grito fueron brutales. El hambiente se tensó al máximo y ya no hubo más que decir, pero en el fondo, su hijo decía la verdad.

En ese momento la mujer se dejó caer furiosa en el sillón donde momentos antes estuviera para ocultar su culo de las activas manos de su hijo y se hechó a llorar. Luego de un instante de angustioso llanto y justo cuando Beto intentó disculparse, Tere emprendió una huída hacia su cuarto, cerrando con llave la puerta tras de sí, repitiendo :

-Disculpame hijo, disculpame por favor…Todo es mi culpa…

A la mañana siguiente, luego de una noche insufrible de desvelo, Teresa comprendió que entre ella y su hijo todo había cambiado, él quería hacer sexo, meterle la verga, y ella, en callado deséo, quería lo mismo.

Con que cara lo iba a reprender, si Beto tenía sobradas pruebas de su goce esa noche…

Ella había tenido dos fuertes y evidentes orgasmos, ella también, le enseñó lo de "culear" y ella permitió que ambos fueran muy lejos con el asunto… ¿y ahora qué…? ¿Intentaría volver atrás proponiéndole que solo lo masturbaría para aliviarlo? Estúpido. Si ella misma ardía de deséo, y por más que intentaba torcer en su mente las intenciones de su vástago, nunca podría negar que le encantó que le diera duro por el culo. Beto, que con su creciente enojo y rebeldía hacía que la vida fuera imposible para ambos, le confirmaba que tenía que ceder y darle al jovencito lo que quería, así había sido siempre, nunca se había negado a sus infantiles deséos y berrinches. ¿Por qué ahora? Beto aplicó todo el hielo que pudo generar desde su calentura, suena loco pero fue así y para dos personas que convivían juntas y se tenían la una a la otra, se hizo difícil.

Teresa lo único que hizo fue retrasar lo inevitable, y calladamente se fue preparando. Ante todo tenía que evitar el inesperado embarazo, sabía que no faltaría mucho para que en los revolcones Beto se la hincara en la concha…Teresa era muy conciente que desnuda y caliente se transformaba y se entregaría a lo que fuera, todavía era una mujer fértil y suponía ciertamente, por las lechadas espesas, que su hijo ya podría engendrar. Por ello empezó a tomar anticonceptivos.

Luego fue acercándose poco a poco a él, tratando de volver a ganárselo con mimos y cariñitos. Beto notó el cambio, pero sabiamente se hizo el difícil, hasta que ella cedió.

Una noche, cuando ambos miraban la televisión Teresa le habló y rompió el hielo :

-Beto, sé perfectamente por qué estás enojado conmigo, pero debes entender que lo que hicimos fue algo indebido, ¿lo entendés?, tener sexo entre familiares, o peor aún, entre madre e hijo, como tú y yo, es algo antisocial, prohibido, algo que va contra la moral y la ética, ¿comprendés? No, no creo que puedas entenderlo…, lo único que sentís es el irrefrenable deséo, ese deséo profundo, animal que te hace vencer barreras y tabúes… Pero eso no disculpa nuestros actos hijo mio, sabés que yo nunca te he negado nada, siempre nos hemos llevado bien y te quiero mucho... no sabés cuánto…, eres mi único tesoro… Además convivimos juntos y solos…

Beto escuchaba el sermón con atención, pero sin dejar de acariciar las piernas de su madre, lo lejos que llegara con las caricias le darían la pauta de que tanto su madre hablaba en serio.

Teresa continuó con aplomo en la voz y decidida, cuando la mano franqueó la bata de noche y se adentró por la cara interna de su muslo llegándo hasta su íntima prenda. Dio un respingo cuando sintió el suave tacto en el monte de Venus.

-…Por eso te voy a dar lo que querés, haremos sexo, no se como va a terminar esto, pero quiero que entiendas muy bien que lo hago porque te quiero mucho, vamos ya… , metela si lo deseás…meté la mano por debajo de la bombacha…tocame bien… -, le dijo abriendo las piernas mientras lo miraba cariñosa, sonrojándose sin querer al descubrir la mirada de sorpresa y de lujuria de su vástago, pero al estar sentados frente a frente se le hacía incómodo abordar la bombacha. Teresa lo besó tiernamente en la mejilla y se atrevió también a un dulce beso en la boca. Con una amplia sonrisa lo tomó por los hombros y se acomodaron en el sillón, siguieron con la vista fija en el televisor, viendo sin ver, Teresa callada y nerviosa, Beto ansioso ya se había acurrucado al cuerpo de la mujer, y como sin querer queriendo una de sus manos volvió por entre las piernas de su madre.

-¿Me vas a dar todo lo que quiero? -, preguntó Beto.

-Si…

-¿Desnuda en la cama?

-Desnuda, donde quieras…

-¿Y vos?

-¿Y yo que? -, contestá Tere.

-¿Vos querés o solo lo vas a hacer por mi?

-Shhhhhhhhhh…, vos ya lo sabés…, no preguntes…, no seas tonto… -, por respuesta Beto recibió la suave mano de su madre buscándole la verga dentro del joggin, para acto seguido estrechar su abrazo, hasta hacer que el rostro del jovencito quedara pegado a sus tetas, más bien a su teta izquierda. Así estuvieron cosa de momentos, quietos ambos, nerviosos los dos, hasta que los dedos de la juvenil mano empezaron a subir los carnosos muslos blancos, la prenda siguió descubriendo más cosas a los abiertos ojos del mocoso, quien sentía como su miembro se ponía bien erecto, en la mano de Tere. Su madre, incapaz de contenerse, maniobró hasta colocar su mano dentro del slip, aferrandose en aquella carne prohibida, la mujer sofocada sentía temblar todo su cuerpo, cerró los ojos con fuerza, como si con ello alejara de su pensamiento aquellas sensaciones que poco a poco iban apoderándose de ella, como si con aquel gesto eliminará de su mente aquella jovén mano que llegaba impunemente a meterse por su bombacha.

Desde su posición Beto miraba extasiado el bajo vientre de su madre, ya que la bata se abrió de par en par, observó la comba del monte de venus bajo la blanca bombacha de algodón, los muslos inmaculados y carnosos que se abrían a su antojo, sentía la respiración agitada de su progenitora, pero sobre todo sentía pegada a su cara la tibia carne, la suave calidéz de las tetas de Teresa.

Por su parte la madre, que sentía arder su cuerpo, a la vez que se percataba de los intentos de su hijo por explorar su sexo, exhaló un profundo suspiro, en señal de aceptada rendición, y sus piernas se aflojaron lentamente, abriéndose a pleno a la inquieta mano que insistentemente trataba de llegar al sexo; cuando lo hizo, inmediatamente Beto pudo recorrer la protuberancia que abultaba la bombacha de su madre, sintió la mullida carne de la concha, pero sobre todo los rebordes del felpudo piloso de su progenitora. Cuando el jovencito perfiló sus dedos a la vulva húmeda la mujer suplicó:

-Betito, suavecito, por favor…

-Quiero ver ahí, quiero tocarte, se siente tan lindo...

Oir aquello derrumbó las últimas barreras de la mujer, se sentía caliente, excitada, sumamente cachonda, como nunca lo había estado, recordaría después.Por ello separó el trasero momentáneamente del sillón, alzando su cuerpo con delicadeza para con ambas manos despojarse de su prenda íntima, la que fue bajando hasta quedar hecha un grotesco rollo bajo sus rodillas; de esa forma pudo abrir completamente los muslos y recargándose sobre el respaldo del sofá orilló su cuerpo como para que Beto pudiera explorar a sus anchas sus más secretas intimidades…

Así colocada se dispuso a ser juguete erótico de su nene que con los ojos abiertos miraba el ansiado sexo materno, la prolija y recortada mata de pelos cortitos cubriendo la raja; y más allá entre las nalgas, donde se perdían pelos más largos.

Esa carne parecía más oscura que el resto, y entre esa pelambre de vellos largos, apenas vislumbrando, el anillo anal que tanto placer le había dado anteriormente. Volviendo la vista al frente, la secreta boca por la que años atrás él hubo de haber salido, se ofrecía abierta como una flor y brillosa por sus jugos derramados.

De inmediato la mano derecha del precoz jovencito fue a meterse entre aquellas carnes hasta alcanzar la húmeda y caliente raja, aunque tal vez por falta de práctica arrancó un inesperada queja.

–Aaay !! Betito, despacio nenito, me lastimas… , despacito mi calentón… -, él se refrenó un poco, sintiendo cómo sus dedos se empapaban de aquella viscosa carne, la sintió caliente, grande, gorda y de penetrante olor; parecía que le faltaba mano, que necesitaría más dedos para abarcar todo aquello; en tanto que la sofocada mujer emitía apagados gemidos, como si Teresa disfrutará de aquello, eso le dio la inesperada idea.

-¿Me dejas besar tus tetas…?

La respuesta de la mujer llegó enseguida, sus temblorosas manos deshicieron el cordel y terminaron de abrir la bata, descubriendo las rotundas tetotas aprisionadas por el insuficiente sostén, hecho esto, Teresa volvió a cerrar los ojos y a gemir, a sollozar murmurando bajito.

-Betito, por favor, excitame bien… -, en tanto que Beto, que tenía ya metidos todos los dedos dentro de la ardiente caverna materna y con su boca pegada a la teta izquierda, por sobre el sostén.

-¿Te hago daño?, ¿te duele ?

-Ayyyyy Betito, lo haces muy bien, siempre, siempre tenés que calentarme bien antes de culear…, quiero que me cojas de vuelta por la cola…

Ayyyy, por todos los Santos !! Estoy reloca…

-¿Vas a enseñarme más…?

-Claro que si…!! Callate, no hables por favor… !! Seguí, seguí…

-¿Lo hago bien?

-Siiiiiiiiii…Si, si, si, si, siiiii…, hacéme lo que quieras…-, murmuró.

Teresa, abandonó su cabeza sobre el respaldo del sillón, cerró de nuevo sus ojos y volteó el rostro como para ver lo que hacía su hijo; esa actitud dejó el campo libre para el calenturiento jovencito, que ya removía los dedos, dentro del sexo materno, descubriendo cada parte, cada recoveco de la vagina de Teresa, Beto aprendió de inmediato, había dado con la secreta abertura de la vagina, ahí donde sus dedos parecían ser succionados por una ardiente fuerza interior, ahí sus dedos eran tragados por completo; pero arriba, donde apenas iniciaba la concha y los vellos eran más ralos, ahí había otra cosa, la pequeña carnosidad, algo duro, muy sensible, pues al pasar por ese lugar sus dedos Teresa casi brincaba sobre el sofá, a la vez que gemia entrecortadamente.

No supo cuantas veces recorrió la raja abierta de su madre, pero si se percató de la abundante humedad que le pegoteaba los dedos, y de los apagados gemidos de su madre; hizo algo más, en tanto seguía con su caliente pasatiempo, con su mano restante fue bajando el corpiño, liberándo un seno de Teresa, su teta izquierda y ahí se pegó el mocoso con boca succionante, el efecto fue inmediato.

-Aayyy, chiquito !! , ¿ qué hacés… ?, No parés, hijo de mi vida que me vengo !! Me vengo… Acaaaaaaboooooo !! -, entonces todo el cuerpo de la mujer brincó sobre el sofá, una y otra vez, - Ya..., ya..., me viene hijito de mi alma..., me sacas..., me sacas la vida, me voy..., acaaaaaboooooo, siiiiiii..., al cielo..., seguí papito lindo..., seguí matando a tu mamita puta, vamos Beto chupa más fuerte..., mueve tus lindos dedos en la conchita que..., ay madre, por todos los Sannnnnnn… tooooooooos… Aaaacaaaaboooooo…!!

El jovencito apenas era capaz de mantenerse pegado al cuerpo de su madre, la teta brincaba en su boca, Teresa, toda ella, brincaba sobre el sofá, gimiendo, gritando, aprisionando entre los muslos la mano del hijo que le estaba sacando un orgasmo fabuloso, uno o varios, no lo supo, pero los estremecimientos, las pulsaciones de su vagina al venirse fueron intensas, intermitentes, deliciosas, hasta que poco después la respiración de la madura mujer fue apaciguándose, relajándose.

Beto se quedó quieto, pensando qué lo que le había ocurrido a su madre, era que había acabado, como cuando él eyaculaba leche.

Todavía con el pezón erecto de su madre dentro de la boca, ella fue aflojando el cuerpo dejando libre la mano del crío, que al sacarla se fascinó por qué la tenía empapada de líquido viscoso y sumamente oloroso, a la vez que sentía dentro de su pantalón la dolorosa erección de su verga, esperó algunos minutos, mientras le lamía los pezones con suavidad, antes de pedirle lo que deseaba.

A sabiendas del efecto que causaría se bajó presto los pantalones y su slip, y en instantes blandió su verga ante sus ojos.

-Mami, tengo ganas de largar leche, y la quiero meter…, quiero meterlo ahí adentro, en tu cosa, tengo muchas ganas de acabar…Enseñame todo, como en las revistas… Quiero culear como en las revistas !!

Al escuchar la incestuosa petición la mujer sintió renacer sus ganas, de nuevo sintió al aguijón picante y caliente del deséo, lo tomó por la verga, tironeó y lo acercó a su regaso, una ves entre sus piernas lo beso suavecito en la boca y Beto respondió a los besos. Sin dejar de pajearlo, Teresa se liberó de todas sus ataduras sociales y le enseñó en el acto el morboso jueguito de los besos de lengua.

-Me preguntaste si te voy a enseñar… -, y su respuesta la sorprendió, o más aún a su hijo, o bien a ambos, -…por supuesto…claro que te voy a enseñar. Vamos vení, conmigo… Vamos a mi cama. -, dijo ella al momento de levantarse del sillón y caminar unos pasos vacilante, sosteniendo con una mano la bombacha subida a medias por sus piernas, cosa muy incómoda, que la llevó a realizar algo impensado meses atrás.

Levantó la bata hasta la cintura y con felino movimiento se agachó para sacarce la prenda completamente, exponiendo su carnoso culo a la libre contemplación de Beto, que al momento se pegó al lujurioso trasero acomodando la verga entre los labios vaginales de su madre.

-Epa chiquito…!! No te apures… , vamos a la cama…en la cama me la metés… -, le dijo Tere con un gesto provocador del rostro y meneándole el culo atormentando su verga un instante. Ella lo sintió seguirla tocándole la babosa concha todo el camino.

Cuando la mujer llegó hasta la cama y empezó a quitarse la bata y descubrió a su hijo parado junto a la puerta, como esperando, con aquella ostentosa erección entre su mano masturbándose con suavidad, disfrutando al verla quitarse el corpiño. Entonces ella con dulzura lo aleccionó :

-¿No vayas a largar leche eh?, guardala para cuando me la metas…

Ella, que sentía arder de nuevo todo su cuerpo, coqueta le siguió el juego sin dejar de verlo, se fue despojando poco a poco del brassiere, y fijando su vista en la de él, vió el creciente deseo del adolescente.

Ya sin ropa, de pie junto a la cama se expuso ante su hijo, con las pendulantes tetas de rosadas aureolas, que casí cubrían la mitad de cada una de sus senos, la comba del vientre, la pelambrera que le cubría el sexo, y las redondas y bien formadas piernas llenaron la mente y los ojos del jovencito; y más cuando lentamente

Teresa giró su cuerpo para mostrale su trasero, ese par de suculentas nalgas, redondas, llenas; luego volvió a estar frente de él, como esperando… Inmutable tomó asiento en la orilla de la cama.

Las miradas fijas de ambos se comunicaban el mismo irrefrenable deseo, el insano y caliente deséo, aunque tal vez la mujer rememoraba otros eventos sexuales con su difunto esposo, naturalmente, la primera noche de bodas, la realidad es que se sentía deseada mirando aquel infantil cuerpo con aquel voluminoso tronco en la entrepierna; en tanto que para el jovencito el incestuoso agijón carnal había transformado a su amorosa madre en una hembra en quien podía satisfacer sus nacientes e impulsivos deseos carnales.

Los instantes se alargaron, se hicieron más intensos hasta que Beto con paso vacilante fue acercándose a la madre, pero se detuvo al escuchar la leve voz.

-Apaga la luz por favor… -, eso hizo el adolescente en ciernes, en tanto que la madura encendía las dos lámparas de los buroes de su cama; la atmósfera se hizo más sensual, lo miró caminar y detenerse de pie frente a ella, lo miró despojarse de su ropa, primero la remera y luego el pantalón, que para poder quitarse tuvo que forcejear con las zapatillas; toda esa operación sin que los dos despegaran los ojos entre si, por fin fue bajando el calzoncillo de algodón y cuando el muchacho sostenía en su mano la prenda la mirada ansiosa de la madre había cambiado: de la expectante mirada llena de sensualidad al asombro al descubrir la enorme erección de su hijo, que ahora estaba parado frente a ella, luciendo el parado miembro frente a sus ojos, a escasos centímetros.

Teresa temblando toda, miraba lo que tenía frente de sí, asombrada miraba como el pene de su hijo en máxima erección casi oscilaba frente a su cara, sentía además el suave aroma a macho y la cristalina humedad que escapaba ya por el meato, signo inequívoco de la casi irrefrenable excitación de Beto.

Como autómata la madre llevó su mano derecha hasta agarrar aquello que la atraía y esta vez se escucho con claridad su admiración.

-Qué grande, qué hermosa es… -, con delicadeza sus dedos rodearon el tronco de la verga, Beto tembló, y más cuando Teresa recorría sus dedos hechos anillo sobre la longitud del miembro, apretando ligeramente, presionando, yendo arriba, casi hasta el glande cubierto de piel; yendo hasta abajo, donde el tronco se unía con la carne del bajo vientre de su hijo, repitió la operación de nuevo, pero ahora hasta la cabeza, donde sus dedos desplegaron la suave piel que cubría el mojado glande, lo descubrió suavemente, disfrutando del excitante aroma, del amoratado color y el olor a macho.

Beto sólo miraba desde arriba cómo sin querer la cabeza de su madre se inclinaba hasta casi tocar con su cara el miembro, pero no alcanzaba a ver el rostro que con la boca abierta trataba de reprimir los deseos de llenar de besos la verga erecta, o de llenar su boca con esa dura carne, o ambas cosas.

Esas eran las intensiones que la mujer trataba de reprimir, deseaba besar la verga de su hijo, meterla en su boca y mamar, disfrutar del sabor y olor de un miembro, hasta que temblando su cabeza se pegó en el vientre de Beto y como de pasada Teresa besó el tronco heniesto de su hijo, quien sólo sintió y oyó gemir a su madre.

El jovencito no hizo nada, no lo entendía, sólo disfrutaba sin comprender como desde lo más hondo de su ser nacía un desconocido sentimiento por su madre, se quedó tieso como su pene; sus manos acariciaron el pelo de su madre, como consolándola, como tratando de compartir lo que la mujer sentía en esos momentos, en tanto que Teresa sintiendo el amoroso gesto, sin soltar el erecto palo, trató de reprimir su llanto y resignándose a su papel de puta del hijo alzó la vista…

-Te quiero Beto, quiero ser toda tuya !!

De lo que siguió ambos recuerdan poco: Teresa dijo que se levantó de la cama para besar a Beto a boca abierta en sus pequeños labios; Beto recordó que ella se prendió de su verga y la chupó como poseida, la madre confesó que se tiró en la cama, con las piernas abiertas, llamándolo -Betito, vení mi amor, montame…!! -, él la defendió diciendo que cuando estaban de pie besándose, fue él el que le metió un dedo entre las carnosas nalgas hasta acariciarle el ano y penetrarlo. Eso, fue luego que ambos cayeron en la cama entrelazados; la madre consentidora insistió en que fue ella quien le pidió que se la metiera en el culo, en fin así fue, o casí, así me lo contaron ellos; primero lo dijo Beto, o Tere, o ambos…

Sólo trato de reconstruir la historia, Alberto era, y es mi amigo…

Lo seguro fue que cuando ella estaba sobre la cama, todavía sin hacer, o sea todavía con el cubrecama, Teresa estaba de espaldas, Beto entre sus piernas, ella aferrada al miembro, como jalándolo para que la clavara, como urgiéndolo para que la poseyera; él de rodillas entre los blancos muslos de la mujer, que sostenía en su mano derecha el garrote que la volvería a hacer mujer, luego el calenturiento cayó sobre su madre, que soltó la verga para abrazar el cuerpo de su hijo, sintió la estocada, imperiosa, casi violenta, pero el pene no entró, sólo resbaló por la raja carnosa de la vulva de Teresa.

-Betito, espera papito, me lastimas, hummm, espera, dejame a mi...

Y así fue, la amorosa mano se metió entre los cuerpos para dirigir el erecto garrote al sitió correcto, Beto sintió la maravillosa sensación de penetrar esa caliente caverna, lentamente, toda, completa, con la exacta perfección de una funda que apretara su verga de forma justa y cerrada; así se quedaron, pegados. La mujer sintiendo la masculinidad de su hijo completamente dentro de su vagina, Beto recreándose de la deliciosa sensación de poseer a su progenitora, él con su cara pegada a las buenas tetas suaves de su madre, ella agarrada con ambas manos a las nalgas diminutas de su hijo, como urgiéndolo a que la penetrara más.

Luego él se movió un poco, ligeramente, sólo un instante, sacando parte del miembro de la cueva ardiente de su madre, quien sólo gemía quedamente. Luego Beto se metió dentro, sacó su verga y volvió a meterla, tal vez con torpeza, pero con fuerza, con urgencia; fueron sólo tres arremetidas, el chico no pudo más, a su pesar sentía que su palo se vaciaba, se le salía la leche, ella sintió el miembro palpitar dentro de su vagina, luego los chorros intermitentes y exhaló un profundo suspiro.

-Beto, ay Betito, estas acabando, lo siento… Ayyyy papito lindo me estás dando leche, Huuuuuuyyyy !! Hijito dame leche, la quiero toda, toda, toda, sigue, sigue...

Pero Beto ya no podía, desfalleciente sobre su madre dejó que su verga terminara de palpitar, sintiendo sobre su cara el caliente aliento de Teresa al gemir y los involuntarios movimientos de la vagina, que lo apretaba, que lo succionaba, que trataba de sacarle más semen.

Tal vez fueron minutos o segundos, pero cuando la mujer abrió sus párpados con ojos amorosos vió a su hijo mamarle las tetas, primero una, luego la otra, las dos con los pezones duros, erectos, como de piedra, volvió a gemir quedamente acariciando el pelo de Beto con su mano, alentándolo y sintiendo como dentro de ella el miembro todavía conservaba su fuerza, todavía estaba metido totalmente dentro del pasadizo viscoso de su raja jugosa, entonces se abandonó a la cogida, abriendo más sus piernas, formando ahora un compás, semiflexionadas, facilitando las arremetidas, sollozando…

-Así Betito, culeáme, dame toda tu linda verga, lléname toda, la quiero toda, más, más, dame más, más verga, toda tu verga hijito de mi vida…dame fuerte… -, los intermitentes gemidos estertóreos de Teresa se mezclaban con el incesante chapalear del miembro al entrar y salir de la vagina abierta y anegada de jugos y semen, y cuando por fin su hijo volvió a sentir que estallaba su miembro, los gemidos de su madre se hicieron gritos…

-Ay, ay Betito, me..., me..., me vengoooo, me vengo papito de mi vida, me sacas el..., me la das, uuuuuuuhhhhhhh…, me llevas al cielo hijito, más, quierooooooo lech…eeee, to…da… tu lech…eeeeeeee… -, entonces Beto acabó como un potro, eyaculó chorros, sincronizando sus lechadas con los vivaces gritos de su madre, orgasmo perfecto, simultáneo y perfecto…Cuando las palpitaciones de miembro y concha se espaciaban, aún se la escuchaba a Teresa balbucear en estertores…

-Má…aaaassss, todaaaaa, tooooooda, tod… , todoooo tuuu sem…eeeeen, dámmmm…eeeeeloooo ttttt… odo…

Luego ambos quedaron desfallecidos, ahítos de placer, semi dormidos, todavía entrelazados, todavía pegados los cuerpos, uno dentro del otro, verga flácida dentro de esa carne aguada y llena de semen.

Sería de madrugada cuando Teresa fue sacada del pesado sueño, estaba boca abajo sobre la cama, desnuda, mostrando a la penumbra del cuarto sus carnosas y suaves nalgas. Beto estaba sobre ella, sigiloso y ardiente, se montó sobre su espalda. Teresa se sobresaltó solo una milésima de segundo, luego recordó y gozó… , y lo gozó más todavía, cuando escuchó las palabras de su hijo susurrándole al oido:

-Quiero cojer mamá… , ¿ puedo ? -, el apagado -Siiiiii… por donde quieras…Dale !! -, le salió a Teresa desde lo más profundo de su ser. Sintió la dura poronga de su hijo resbalar entre sus nalgas; aflojó el cuerpo, la verga llegó a la raja de la vagina, pero se metió y salió, volvió a intentar y sólo resbaló entre los gordos labios de la concha, para ir más arriba, comprendió Teresa entonces que su hijo quería su cola, quería meterle el miembro en el culo.

Suspiró, tal vez por la torpeza de Beto al no acertar en el sitio correcto, pero esa torpeza también la excitaba, entonces lo ayudó pasando su mano bajo su cuerpo, hasta alcanzar el inició de sus nalgas, agarró entre sus dedos la cabeza de la verga y la colocó sobre su ano, duro, cerrado.

-Cariñito todavía no… mojame el culo… ¿Recordás lo que te dije?

Hay que lubricar primero…

-La leche en tu "cosa" esta seca… -, murmuró Beto.

-Escúpe un poco justo en el agujero…inúndalo de saliva…untalo bien con un dedo… adentro… asiiiiii siii…, y no es "cosa" es "concha", llámala como corresponde… -, el chico entendió, y realizó lo que se le pidió, luego volvió a encaramarse a su espalda.

-Despacio Beto, sin lastimarme, que esto me gusta mucho, mucho, pero anda con suavidad… , despacito hijito lindo, sólo aprieta, me abriré sola, solita mi cola te comerá… Cómo me gusta por el culo… !!

Y así fue, el muchachito sintió sobre su glande la dolorosa sensación del culo al abrirse, sintió el anillo de carne ciñéndose sobre su miembro; la mujer gemía dolorosamente, sintiendo como su intestino se llenaba de dura carne, poco a poco, con lentitud eterna, hasta que quedó toda dentro. Beto estaba ya sobre su madre refregando con su vientre las carnosas nalgas maternas, luego se movió, adentro y afuera, ella también, pero a los lados, despacio; luego ambos, cuando el ano dio de sí, y el miembro entraba y salía, no todo, pero casi, en una danza a contrapunto, Teresa sintió la deliciosa placidez de la cogida anal.

El jovencito llenándose de placer anticipado en su mente, sin querer empezó a verter ríos de semen dentro de su madre, quien sólo gemía, sollozaba quedamente, hasta que el orgasmo concluyó y ella pudo protestar apenas.

-Espera Beto, tonto !! Me dejaste a medio camino… Si sos apurado, quítate por favor, suéltame por lo que más quieras. Desencúlame hijito…Quería acabar y me cortaste…,debés esperar que acabe yo primero… tenés que aprender !! Anoche te portaste mejor…

Beto lanzó una sutil carcajada en el oido de su madre y con la fuerza de sus doce años le hizo sentir el rigor de su verga clavada en el acogedor ano, bombeándola suavemente y con renovada destreza.

-Mami, acaba cuando quieras… , no pienso volver a acabar hasta que vos lo hallas hecho muchas veces… Acaba mamita…No voy a irme jamas de adentro de tu culo…Lo hice para lubricarlo mejor, como vos me enseñaste…

-Betito !! , mi vida…sigue, sigue… Me está viniendo…, me vieneeeeee

Cómo te quiero mi amoooorrrrr…!!

Cuando la entrada mañana los sorprendió ambos estaban todavía sobre la cama, abrazados, él con su cara sobre las caderas de Teresa, ella acariciandole el rostro infantil. Es que en la tórrida madrugada Tere le había enseñado a "limpiarle" la vajina y el ano con su boca y los últimos desvastadores orgasmos antes de rendirse al descanso, habían sido por las lamidas y chupadas de Beto. De tanto en tanto Teresa rozaba con su rodilla la dormida "daga" de su hijo, para serciorarse y estar atenta cuando ésta despertara y se irguiera, reclamando su funda. Lo atrajo a su pecho, entre sus tetas y Beto se acomodó complaciente para luego darle unos amorosos besos henchido de placer y de orgullo por haberla poseido, mimoso dormitaba apacible magreádole las tetas. A su vez, su madre dejaba que sus lágrimas resbalaran por su rostro y no terminaba de comprender lo que había pasado, se había convertido en la puta de su hijo, y le gustaba enormemente…

Reflexionó sobre el inmenso placer que había sentido, ese placer que la subyugó por partida doble, por ella y por su hijo, era increíble !! Desde un poco más de las diez de la noche anterior hasta esa hora a mediamañana, Beto la había agasajado con cinco lechadas y ella misma había doblado olgadamente ese número de climax.

Jamás en su vida gozó tanto y tan intensamente y durante el raconto mental su mano inconcientemente buscó el cetro del placer, con marcada fascinación lo acariciaba con las llemas de sus dedos obsevándolo.

Para Beto su jóven edad le permitía tener erecciones vespertinas, aún después de haberse prodigado tanto, entonces el suave y delicado roce, se transformó en una plena masturbación para vigorizar aquel miembro que la hacía delirar de lujuria. Esta vez al requerimiento de la madre, el hijo una vez más, se acomodó entre sus piernas.

-Betito…amor , dame, metémela, vení a culear… , vamos… , vamos, cojeme fuerte…culeáme un ratito largo hijito… -, el ahora somnoliento pero aplomado amante, se hubicó y refregó su verga por la raja húmeda y dispuesta para hacer centro…, tres refregadas y adentro.

Se enterró bien en ella y Teresa sin dudar lo encerró con sus piernas por la cintura, clavándole los talones en su culito, para placer infinito de ambos. Después de todo era una madre consentidora…

Por Pilusón Negro

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