miércoles, 25 de noviembre de 2020

Un Incesto Diferente


Parte 1

Nací y crecí dentro de una familia formada principalmente por mujeres, perdón se me olvido presentarme mi nombre es Cecilia, vivo con mi familia en Navojoa, Sonora, un lugar de la provincia mexicana.. Entre los dos me han inculcado una rígida educación moral, lo cual obviamente ha influido en mi forma de ser. Tengo 14 años y me considero toda una mujer, al contemplarme desnuda en el espejo observo mi cuerpo, y veo que se ha desarrollado completamente. Mis pechos y mis caderas han alcanzado ya el volumen de los de mi madre, que a pesar de los sencillos vestidos que usa, lucen exuberantes y frondosos. Nunca la he visto desnuda, aunque recuerdo que una vez, cuando era pequeña la sorprendí en su cuarto mientras se vestía, mi papá estaba a su lado, observándola absorto. Mi indiscreción provocó fuertes regaños y castigos; Quiero aclararles que hasta ese momento era virgen, al menos con los hombres, no vayan a pensar que lo he hecho con un animal, aunque lo imaginé alguna ocasión, cuando una amiga me narró cómo trató de... bueno. Pero, como les decía, soy virgen con los hombres pero me las he ingeniado para tener un compañero infalible cerca de mi todas las noches.

También, a escondidas de mis padres, he conseguido ver en Internet varias paginas porno donde he leído varios relatos en las que algunas lectoras se complacen a sí mismas o sus parejas hombres u otras mujeres les hacen el amor con consoladores o vibradores. De seguro ya lo adivinaron, perdí mi virginidad nada menos que con un trozo de manguera al que le adapté en la punta un tapón de corcho grande y redondo. Un día me llamó mi padre, me quería, como siempre, para que hiciera algo: Traer del pueblo un bulto de alimento para los pollos. Al llegar a la veterinaria y pedir el bulto de alimento vi cómo don Pancho, uno de los vaqueros, cortaba un grueso pedazo de manguera para una señora. Lo enrolló con muchos trabajos para terminar de amarrarlo con un mecate; después de un bote sacó varios tapones de corcho que la señora media hasta que uno le quedó a una botella de boca ancha. Después de pagar el bulto le pregunté a don Pancho si podía darme una muestra de esa manguera para mi padre, porque necesitábamos reemplazar una que se habla agrietado. Cortó un tramo como de treinta centímetros, sentí que las rodillas se me doblaban cuando lo tomé en las manos. Qué cara pondría que don Pancho me preguntó si me sentía bien, le contesté que sí, -es que pareciera que te vas a desmayar niña, has de estar en tus días, igualito se pone mi hija-, -Sí, ha de ser eso señor-, le contesté. Casi salía cuando recordé el tapón de corcho.


El tapón salió gratis de lo pálida que me vio salir. Con eso armé mi consolador. Al llegar a casa no podía ni hablar, apenas eran las tres de la tarde y ya quería que fueran las siete para irme a acostar y cambiar mis dedos por la gran caricia de ese trozo de plástico que haría las delicias para mí. Para colmo de males ese día fue una prima a visitarme. Fuimos al río, y mientras paseábamos me contó cómo se había ido por ahí de loca con su novio. Me contó la forma cómo le chupaba los pechos y cómo se sienten los testículos de los hombres. Eso me puso peor de lo que ya me sentía, más excitada, pero ni modo de decirle que pensaba entregarle mi virginidad a un trozo de manguera. El destino estaba de mi lado, me pidió que le guardara un paquete durante un tiempo, y lo metió en mi chamarra. En la noche, por fin, después de cenar me despedí y me fui a mi cuarto. Saqué de la chamarra el paquete que me había dado a guardar mi prima, y curiosa lo abrí. No podía creer lo que veía: eran varias cajas de condones. Me desnudé y fui a lavar muy bien el corcho y la manguera con agua caliente y jabón.

Ya me sentía muy húmeda, con el frío que hacía, los pezones se me levantaron y me los apreté... iba a hacer realidad mi sueño. No sin trabajos logré ponerle el corcho a la manguera. Ya estaba a punto de meterme a la cama con mi consolador improvisado cuando tuve una brillante idea... Recordé los condones que me había dado a guardar mi prima y decidí enfundarlo en uno.

Lo que sigue ya se lo imaginarán, entre el lubricante del condón y mis jugos vaginales, el tosco consolador se fue deslizando dentro de mí como un cuchillo en mantequilla. Cuando ya no me cupo un centímetro más lo saqué y volví a meterlo muy despacio, lentamente fui encontrando el ritmo, la velocidad, los movimientos, todo lo que me hacía sentir que estaba acercándome al éxtasis. Tocaba mi clítoris, enroscando mis dedos entre los vellos, tirando de ellos hasta que me vine ahogando mis gritos en la almohada.

Terminé rendida, pero no quería sacarlo, lo apreté más y me quedé dormida con él en mi interior. Desde entonces lo he usado infinidad de veces. Pero eso cambio gracias a mi tía Imelda. Nada hacía presagiar que mi yo interno me dijera que mis gustos estaban dirigidos hacia personas de mí mismo sexo. Tenia mis amigos como toda niña de mi edad pero ninguno me atraía como para pensar que me enamoraría de alguno de ellos. Varias de mis amigas, tenían sus novios, pero a mi no me quitaba el sueño tenerlo esto, no sé si por que estaba demasiado, ocupada en mis estudios.

Pero eso cambio cuando conocí a mi tía Imelda, ella es hermana de mi madre, tenia veinte años, era soltera y tenia un cuerpo muy bonito, pechos pequeños, cintura estrecha, nalguitas paradas, y sobre todo unas piernas que envidiaría cualquier actriz. Nunca le conocí novio ni amigos, la relación entre las dos era muy buena, una tarde me invito a ir de compras, no tenia ni idea de lo que ocurriría. Caminábamos por el centro de la ciudad, y nos pusimos a mirar la cartelera de un cine, la película parecía interesante, compramos las entradas y entramos. Aun no comenzaba, las luces estaban encendidas por lo que buscamos unas butacas para

ver cómodamente. Al rato las luces se apagaron. Primeramente empezaron a mostrar comerciales, en la fila en que nos encontrábamos no había nadie más, hacia adelante había por lo menos tres filas y hacia atrás otras tantas que estaban desocupadas. Ya estaba por comenzar la película. Mi tía se sentó un asiento mas allá de donde yo estaba y puso unos paquetes entre ella y yo. Después de un rato cambio los paquetes de lugar y se sentó a mi lado, yo no le di importancia hasta que empezó a poner su brazo donde yo tenía apoyado el mío, molestaba en ese pequeño espacio tener las dos el brazo puestos, el de ella y el mío. Le miraba de reojo por sí sacaba su brazo, pero ella como si nada, incluso me dirigió su mirada y se sonrío. Yo estaba muy sorprendida así que la mire y le sonreí, Con lo que me estaba sucediendo casi ni me estaba preocupando mucho de la trama de la película, trate de prestarle atención, cuando sentí que mi tía Imelda acercaba mas su brazo al mío, y después sentí que su mano se acercaba a mi rodilla. Me miro y volvió a sonreír, en realidad en ese momento me sentí cohibida, no sabia como reaccionar. Ella tenia la mirada en la película, acerco mas su mano a mi rodilla y yo trate de alejarme hacia el lado opuesto de ella, pero ella se acercó mas a mí.

Ya luego, mirándome acerco su mano y sin más la coloco sobre mi rodilla. Yo estaba temblando de miedo. Suavemente empezó a subir mi falda y tomo mi rodilla desnuda empezó a acariciarla muy suavemente su mano se dirigió hacia el interior de mi muslo, se sentía muy caliente la deslizaba muy despacio hacia mi entrepierna, yo estaba muy asustada y volteaba a ver quien se encontrara cerca. Estaba temerosa pero tan poco así nada quería ver hasta donde llegaba la audacia de mi tía Imelda para tocarme tan impunemente, me miro y sonrió nuevamente ahora paso su mano por detrás y rodeaba mis hombros al tomarme por el hombro contrario a ella, hizo que me acercara y con su otra mano, tomo nuevamente mi rodilla empezó a subir mi falda. Acariciaba suavemente mi muslo y su mano llegaba ya a mí entrepierna, yo me estaba empezando a sentir excitada ante semejantes caricias. Su mano llegó finalmente a posarse sobre mi panochita, por encima de la pantaleta, empezó a acariciarla, sus dedos expertos sabían como hacerlo. Yo trataba de mirar la película. pero esas caricias lo hacían imposible, de pronto su mano subió y se metió por entre el elástico de mi pantaleta y mi estomago, sentí su mano acercarse a la entrada de mi panocha. Revolvía mi matita de pelillos púbicos y acercaba su dedo medio a la entrada de mi panocha. Abrió mis labios vaginales y lógicamente se entero de mi humedad, sonrió y acerco su cara a mi oído y dijo: -acércate mas acá. Mi amor’- No sé si me tenia hipnotizada o que, pero le obedecí y me acerque hacia ella. Su mano rápidamente tomó firmemente posesión de mi panochita. Su dedo acariciaba dulcemente la entrada de mí panocha e ingresaba suavemente hacia el interior, los jugos de mi panocha hacían que su dedo entrara con mas suavidad Me sentía transportada hacía otro mundo, sus caricias me estaban haciendo cerrar los ojos y apretar los dientes para no exclamar ningún grito de placer. su otra mano bajo de mi hombro y se acercó hacia los botones de mi blusa, los desabrocho y acerco su mano a mi seno izquierdo, sentía mi pezón duro, excitado. Mi pecho estaba totalmente excitado,

Sentía el corazón acelerado al máximo, por todo ello echaba mi cabeza hacia atrás y me sentía transportada a las más deliciosas sensaciones -Levántate un poco!- Me pidió mi tía Imelda. Lo hice y. al instante, empezó a bajar mi pantaleta luego la sacó de mis piernas y quede cubierta sin nada mas que mi falda. Abría las piernas para que su mano acariciará mas profundamente en mi panocha. Ya sus dedos llegaban a mi culito, y aprovechando que estaba totalmente mojada, su dedo se dio a entrar por allí, sentía como ingresaba sin mucho dolor. Mi tía Imelda no resistiendo mas, se hincó entre mis piernas y se dio a lamer mí panocha. Su lengua era ardiente, lamía como una experta, me recorría entre la panocha y el ano; puso mis piernas sobre sus hombros. Lo que le dio mayor visión de mi panocha y culito.

Oooohhhh que manera de hacerlo... mmmmmhhhhh estaba tan ríiiícoooo, !Lámeme mas adentro!- Le rogaba calladamente, para no despertar sospechas entre los demás en el cine. Ella no se hacia de rogar y metía casi toda su lengua dentro de mí panocha. Chupaba mis juguitos con sumo deleite, se los devoraba

;Ahhhhhhggg... lame.., lame... lámelo... más.., más... tómalo... tómalo... ya llega... tómalo... chúpamelo mas fuerte. Aaaggggghhhhh uuuuuhhhhmmmmm, le decía quedamente y quedé totalmente exhausta con mí panocha totalmente excitada y mojada. Mi tía Imelda, arregló mi falda, se ordenó ella, me limpio los muslos con mi propia pantaleta, y las guardo en su bolso. nos levantamos y salimos del cine. Durante el regreso a la casa no comentamos lo sucedido. Ese día supe que me gustaban las personas de mí mismo sexo, definitivamente una maravillosa e inolvidable forma de saberlo, nunca olvidaré a mi tía Imelda.

Parte 2

Después de lo sucedido Con mi tía Imelda y de masturbarme con mi consolador, nuestro padre me dejó ir con mi hermana, Sandra, de vacaciones con unos parientes a Hermosillo, mi hermana Sandra es menor que Yo por 2 años, es morena, con un cuerpo apenas en desarrollo, todavía lo tiene de niña. Nos llevábamos muy bien, nos contábamos todo, incluso le conté lo sucedido en el cine con la tía Imelda, a partir de ese día ella me hacia preguntas sobre sexo, le llegue a mostrar mi consolador y le enseñe a masturbarse, recuerdo la primera vez que lo hizo.

Esa noche nuestros padres salieron, era muy raro que nos dejaran solas, así que después de cenar, nos dirigimos a mi cuarto, me desnude por completo, Sandra no dejaba de mirarme, comencé a pellizcarme los pezones, hasta que estos se pararon, luego seguí hasta tocar mi panocha, estaba húmeda y metí un dedo, así estuve un rato, de pronto se me ocurrió una idea, - Sandra, pásame la caja que estas bajo la cama-, ella lo hizo sin preguntar y cuando me la dio, saque el consolador, abrió los ojos, luego me recosté en la cama y abrí las piernas, dejando mi panocha a su vista, -métemelo, por favor-, le dije, -pero esta muy grande, te vas a lastimar-, me respondió. Por toda respuesta la tome de la mano y la puse sobre mi panocha, la cual esta super húmeda, -no te preocupes-, ella tomo el consolador, le enseñe a ponerle el condón era el ultimo que me había dado a guardar mi prima, luego se coloco entre mis piernas y puso el consolador en mi panocha, empuje la cintura hacia arriba, metiendome un trozo, luego Sandra logra meterlo todo, comenzando un mete y saca que me hace gritar de gusto, - Aaaggggghhhhh uuuuuhhhhmmmmm, asiiiiiiiiiii, no te detengas-, le decía gritando como loca, ella por su parte lo hace mas rápido mientras Yo muevo las caderas y pellizco mis pezones, siento que me muero, por fin tengo mi orgasmo y me quedo quieta con el consolador dentro.

Cuando recupero el aliento Sandra me dice sorprendida, -estas bien-, le contesto que estoy mejor que nunca, -quieres probar-, -no eso me partiría en dos, es muy grande para mi- me responde-, -no te lo meteré, solo te enseñare a masturbarte- y sin darle tiempo de responder, tome su vestido por abajo y se lo quite, Sandra quedo en corpiño y pantaleta, la acosté en mi cama y le quite el corpiño, metí mis manos en su pantaleta, de algodón con florecitas, y se la quite, tenia su panochita libre de pelitos, le tome su mano y se la pase por sus pezones, Sandra cerro sus ojos y se dejaba llevar, pronto se le pararon, luego baje su mano por su vientre hasta llegar a su panochita, hice que se sobara el clítoris y se metiera un dedo. Pronto ella lo estaba haciendo sola, así que me senté a su lado observándola, ella gemía, -aaaaaaghhhh, mmmmmmm-, Yo por mi parte también me masturbaba, las dos gemíamos sin importarnos que nuestra hermana menor se diera cuenta de lo que hacíamos, era un concierto, -quee ricooooo es estooooo-, ella decía, nos corrimos juntas. Yo quise comerme esa panochita, hacerle sentir lo que mi tía me había hecho sentir a mi, pero en ese momento escuchamos la puerta, eran nuestros padres que habían vuelto, ella se puso su vestido y salió corriendo a su cuarto, Yo por mi parte me hice la dormida. Cuando escuche que mis padres entraron a su cuarto, tome la pantaleta de mi hermana y la olí, así me quede dormida.

Al día siguiente, mientras desayunábamos, nuestro padre nos dijo que tenia que hablar con nosotras dos, Yo creí que mi pequeña hermanita nos había delatado, nos pusimos nerviosas, el dijo-he pensado mandarla un tiempo a casa de sus tíos a Hermosillo, eso como premio de sus buenas calificaciones-, el escuchar eso nos devolvió el alma al cuerpo, nos alegramos y corrimos a preparar las maletas. En la tarde nos llevaron a la central de autobuses y nos subieron a uno, el cual estaba casi vació, nos sentamos en la ultima fila, cerca del baño, Sandra se mareaba muy fácil cuando viajábamos, el autobús comenzó andar y pronto la ciudad quedo atrás. Sandra iba mirando el paisaje, los de mas pasajeros estaban en sus propios asuntos, Yo estaba caliente todavía por lo de la noche anterior, así que se me ocurrió una idea.

Me acerque mas a mi hermana y puse mi mano sobre su pierna, Sandra se sorprendió al notar los dedos explorando sus piernas. La primera reacción de Sandra fue la de retirar mi mano de su pierna, le susurre al oído, -no te preocupes, nadie nos ve, nuestros asientos quedaban casi ocultos-, me miro directamente a los ojos, estaba a punto de decirme algo, cuando mi mano llego a su pantaleta.

Dio un respingo, en ese momento supo que no era buena idea negarse. La mire a sus ojos, brillaba el deseo. Mis dedos le masajeaban la panocha con delicadeza aunque con insistencia. Sus labios estaban húmedos. Seguro que la excitaba mi forma de hacerlo. -Por favor... -, Fue casi un susurro, mientras que cerraba sus piernas lo más que podía de poco servía, pues mi mano estaba bien enterrada en su panocha, mis dedos frotaban una y otra vez su clítoris a través de la pantaleta. Su vulva, comenzó a hincharse, como cuando se masturbaba. Me miró furtivamente, Yo parecía ajena a todo lo que mi mano hacía, mirando hacia otro lado. Pero mis dedos seguían el ritmo que habían iniciado. La sensación de calor empezó a hacerse más fuerte, ya no podía negarlo: estaba excitándose, y de una forma que nunca antes había experimentado. Desesperada se movió, sus piernas se abrieron más. No se dio cuenta de que las tenía completamente separadas, mi mano insidiosa obraba con total libertad. Miró a su alrededor. La mayoría dormitaba, el resto no miraba ni remotamente en nuestra dirección, solo rostros aburridos. Comprendió que no había de que preocuparse, y dejó que mis dedos de fuego siguieran frotando su pantaleta, mojada ya por sus propios fluidos.

Sandra empezó a mover la cintura adelante y atrás, muy suavemente. Por un momento empezó a gustarle aquella situación, le gustaría venirse bajo la masturbación a la que la sometía. Su excitación era demasiado intensa. Nada importaba, solo seguir sintiendo mis dedos en su gruta. Siguió moviendo su cintura. La mire por un breve instante. Una fugaz sonrisa de comprensión apareció en sus labios, luego volvió a hacerse la desinteresada, aunque la intensidad y rapidez de los movimientos de su cintura aumentó. Sandra pasó de una reacción inicial de rechazo a una aceptación y atrevimiento total, mientras mis dedos se movían sobre su panocha. De repente hizo algo que me sorprendió, llevo sus manos a la cintura y alzando su falda tiro hacia abajo su pantaleta, la tenia ahora en las rodillas, rápidamente se la bajo hasta los tobillos acabando por quitársela, metió en su bolso y se sentó. Nadie se había percatado de lo que había hecho, Nadie excepto Yo, por supuesto, que sorprendida, contemple de reojo la operación.

Sandra abrió las piernas, invitándome a proseguir el juego. No la hice esperar, mis dedos ahora empezaron a hurgar en su interior, mojándose a medida que la frotación continuaba. Emitió un suspiro inaudible, empezando a moverse de nuevo. Aquello era el delirio. Nunca había imaginado que pudiera ocurrir algo así, pero ahora no quería que acabase nunca. Se movía cada vez más rápido, como mis deditos juguetones, que pasaron a moverse de forma circular, rápidamente, con los movimientos exactos que la propia Sandra utilizaba para llegar al éxtasis cuando se masturbo. El orgasmo no se hizo esperar, llego en lentas oleadas de placer intenso, húmedo y caliente al mismo tiempo. Empezó a temblar de gusto. Muy pronto se derramo sobre mi mano tan cachonda que apenas podía controlarse. Mordiéndose los labios para no gritar de placer, apretando entre sus puños su falda, se vino como nunca en su vida lo había hecho. Sintió el orgasmo empezando en su vagina y expandiéndose por todo su cuerpo. Otro gemido involuntario que no pudo impedir escapó de su garganta en el momento en que pequeños chorritos de flujo vaginal escapaban de panocha, dejando bañados mis dedos que se movían velozmente sobre su jugosa fruta. Casi perdió el conocimiento por el intenso placer.

Poco a poco se fue relajando, mis dedos aflojaron la presión, hasta separarse definitivamente de ella. Entre suspiros, limpie mis dedos en un pañuelo mientras me relamía los labios ante lo que había provocado en ella. Nos miramos, ahora tranquilas. Una mirada de comprensión, de agradecimiento mutuo. Sandra me dio las gracias y un beso en la boca, que me calentó mas, mis pezones se marcaban en mi blusa, me dolían por la caliente que estaba, mi pantaleta estaba muy húmeda, Sandra quiso hacerme lo mismo pero le dije que ya tendríamos tiempo, Yo traía puesto un pantalón, además quería comerme esa panochita y que ella hiciera lo mismo, mientras olía el pañuelo con sus jugos. Nos quedamos dormidas hasta que llegamos a Hermosillo.

Cuando llegamos a Hermosillo nos estaba esperando nuestros tíos, después de los saludos de rigor nos dirigimos su casa, durante el trayecto nos preguntaron que si como había estado el viaje, Sandra y Yo nos volteemos a ver y nos sonreímos, fue una sonrisa de complicidad. Cuando llegamos a la casa, nos enseñaron el cuarto que nos habían preparado, el cual era amplio y quedaba algo retirado de las demás habitaciones, nuestro tío no dijo –disculpen esta muy retirado, pero creo que se la pasaran mas cómodamente, además tiene baño propio-, claro que ha nosotras nos encanto, luego nos dejaron sola para que pudiéramos descansar. Sandra dijo que le gustaría bañarse primero, mientras ella lo hacia Yo acomode la ropa, cuando termine me dirigí al baño, justo cuando entré ella salía de la ducha y se secaba con una toalla blanca. Me saludo con picardía y me quedé pasmada al verla tan de sensual, solo envuelta en esa toalla.

Mientras se secaba me dejó ver sus bellísimos pezones parados, su cabello mojado le caía sobre los hombros y jugaba con la toalla para no dejarme ver mucho.

-¿Te gusto? -me preguntó.

-Estás buenísima -no pude contenerme en responderle y me acerqué decidida a todo.

-¿Te provocó? -insistió.

-A que te beso -le respondí y la tomé por los cabellos como para besarla.

Fue entonces cuando mis instintos me dominaron. La tenía tomada por lo cabellos por lo que la bese justo en la boca. Ella no opuso resistencia, se me entregó en un beso apasionado. Nuestras lenguas se entrelazaron descubriendo cada rincón de nuestras bocas. Seguí por su cuello hasta llegar a sus senos. Olía divino, sabía a pasta dental y respiraba entrecortado. Así nos recostamos en la cama y ya encima de ella besé sus pezones deliciosos. Sé que Sandra estaba tan excitada como yo. Se me salió el instinto lésbico y con mis uñas la rasguñé suavecito por el vientre. Ella me abrazó duro y me besaba locamente, nos empezamos a acariciar con lujuria y a saborearnos todo. ¡Qué senos más ricos, cabía casi todo y mi boca se daba un manjar que no quería abandonar!

Ella estaba entregada. disfrutándome, chupaba mis senos, metía sus manos bajo mi pantalón buscando mis nalgas. Me desvestí en dos movimientos, nadie impediría experimentar esa fantasía que tanto me rondaba por la cabeza. no aguante más y me fui a chupar esos labios que empezaban a destilar ese flujo rico donde flotaba su clítoris hinchado. Por pura inercia nos envolvíamos en un 69 fantástico. Le metí la lengua suavecito hasta el fondo. Con mis dedos le abrí la concha y le pasaba la lengua por esos lugares que la hacen a una gemir de puro placer, Yo como mujer sabía bien dónde y como la haría venir. Mis toques delicados y certeros la hacían contonearse de placer a la vez que intentaba darme batalla metiendo dos dedos en la panocha con firmeza y ritmo, eso fue riquísimo. Así estuvimos cambiando de posiciones, la puse de espaldas y chupe sus nalgas, clavé mi lengua justo en su ano, mientras le saboreaba su panocha caliente.

Sandra aullaba de placer, -aaaaaugggggg, queeeeee ricoooooo, sigueeeee, no te detengasssssss hermanita, me matas-, mientras Yo seguía gozando de sus dedos en mi panocha.

Seguimos experimentando poses, caricias, mordidas y besos, hasta que nuestros sexos se pegaron uno contra el otro con las piernas entrecruzadas, moviéndonos como locas, presionando con fuerza. Subíamos y bajábamos ya gritando de placer para terminar en un éxtasis orgásmico que duró casi un minuto entero.

Así quedamos abrazadas una con la otra, por un rato no hablamos nada, luego Sandra me dijo que le había parecido increíble lo que había sentido. Yo le confesé que así también había sido mi primera vez, y que además estaba dispuesta a hacerlo con ella las veces que quisiera y sin ningún tipo de rollos ni prejuicios, además de seguir siendo su hermana y amiga.

No vestimos, y fuimos a cenar, esperábamos que alguien no digiera algo, que a lo mejor nos hubieran escuchado, pero le cena transcurrió normal, con excepción de que nuestra prima no estaba en casa, se había quedado a dormir con una amiga. Nos despedimos u nos fuimos de nuevo a nuestro cuarto, vimos un poco la televisión. Le dije a Sandra que ahora me tocaba a mi darme un baño, que falta me hacia, me dijo que si quería me acompañaba con una sonrisa picara, nos desvestimos y después comenzamos a besarnos y terminamos haciendo el amor otra vez pero ahora en el baño, bajo el agua tibia, tocando nuestros clítoris con la intensidad exacta para venirnos juntas en el suelo, llorando de placer y restregando nuestros cuerpos húmedos uno contra el otro en busca de más placer, cosa que no fue difícil porque la tercera venida fue la mejor de todas.

Por fin nos acostamos y nos quedamos dormidas, seguras que esas vacaciones gozaríamos mas, además todavía no habíamos visto a mi prima, por cierto es la que medio a guardar los condones, así que ya se imaginaran cuanto deseo tenia de verla.

Parte 3

Como les conté en los relatos anteriores, Yo era una chiquilla muy caliente que me divertía con un consolador que fabrique, luego mi tía Imelda me inicio en las relaciones lésbica, eso me animo a seducir a Sandra, una de mis hermanas. Pero ahora quería cogerme a mi prima Laura.

Laura era la prima que me dio a guardar los condones, y que me platicaba lo que hacia con su novio, durante las vacaciones no tuve oportunidad de estar con Laura, por que ella estaba en cursos de verano debido a que andaba mal en los estudios. Así que apenas tuvimos tiempo de platicar, le conté lo del consolador y lo de la tía Imelda y lo de Sandra, eso la puso muy caliente, quería saberlo todo con lujos de detalle. Al día siguiente Laura me confeso que esa noche se masturbo pensando en lo que le conté. Quería saber que se sentía con una mejer, ella lo había hecho con su novio, bueno exnovio. La oportunidad se presento un fin de semana en que mis padres vinieron a hermosillo, planeaban ir a Tucson, Arizona, de compras. Mis tíos también se animaron, en eso Laura dijo que ella no podía ir por que tenia que estudiar, ella mi guiño un ojo, Yo por mi parte dije que quería quedarme con ella para no dejarla sola, mis padres no estaban del todo de acuerdo, pero mis tíos los convencieron diciéndoles que ya estábamos grandes y nos cuidaríamos además que solo seria un fin de semana. Sandra intento quedarse, sabia lo que pasaría, pero no la dejaron.

Cuando nuestros padres se fueron, Laura me dijo que estudiaría un rato y se fue a su cuarto, Yo me quede viendo la tele casi todo el día, luego ella salió diciéndome que tenia que ir a la casa de una amiga, Yo comencé a creer que ella tenia miedo de estar a sola conmigo, pero estaba equivocada. Cuando Laura regreso traía un película, Yo estaba en mi cuarto, me hablo a la sala y me preguntó si estaba lista para comprobar lo que le conté,

-Hasta pálida te pusiste, querida-, exclamó con una sonrisa de oreja a oreja, "vamos a ver si todo lo que dices es cierto o se trata sólo de mentiras-.

Al sentarme en la sala noté que el televisor estaba encendido, comenzaron a aparecer rayas, luego las barras de colores de las películas. Era una cinta porno, muy porno, apenas si había tenido contacto con ellas. Era una cinta de bisexuales.

Se me cayó la mandíbula al ver lo que se hacían dos mujeres con largos penes de hule introduciéndolos por sus panochas y después llenando sus culos con bolitas ensartadas mientras le chupaban el pené a dos actores muy guapos y bien dotados.

De pronto apareció una escena grotesca en la que una mujer, de espaldas sobre una mesa, era penetrada por la boca y por atrás por dos hombres, lógico, pero lo más increíble era que el que se la metía por el trasero era penetrado por otro hombre. Ni siquiera podía moverme del sofá, era como si una fuerza invisible me mantuviera pegada al asiento.

Entonces sentí la presencia de Laura. Al voltear hacia arriba tenía su cara encima de la mía. la bese en la boca y no pudo resistir corresponderme, sus besos eran mejores que los de Sandra.

La lengua de Laura llegó a tocar mi garganta, eso me encantó, mis manos tomaron delicadamente su rostro, su cuello y se deslizaron por encima de sus pechos, entonces trato de retirarlas. Laura tenia puesto una blusa y un pantalón entallado, le quite la blusa y el brasier y pude ver sus senos. Sus senos eran mucho más grandes que los míos, más firmes y sus pezones eran de un color canela mientras los míos estaban teñidos de rosa pálido.

Laura reclinó mi cabeza sobre el respaldo del mueble y puso sus pechos encima de mi boca. -Chúpalos-, dijo excitada, -chúpalos -, Sus palabras me causaron excitación, la obedecí en el acto. Me sentí como un bebé, manso y hambriento.

Mientras le besaba y chupaba los pezones, Laura me desabotonó el vestido, colocó mis pechos encima de las copas del sostén y agachó la cabeza para hacer lo mismo con los míos; después, con movimientos ansiosos me quitó el bikini y comenzó a acariciarme suavemente el pubis, rozando mi clítoris inflamado. Para ese momento yo estaba totalmente húmeda, excitada, y cuando, tirando de mis labios mayores, me dio delicados pellizcos con sus afiladas uñas, yo lo único que deseaba era que me metiera uno de sus dedos, lo que finalmente hizo al tiempo que me daba un profundo beso en la boca. Gemí ante su invasión y le apreté un pezón, ella también hizo un ruido de gusto.

Estando desnudas las dos, tome la iniciativa, la tumbe en el piso y le bese los muslo hasta llegar a su panocha virgen, en el terreno lésbico, y mame su clítoris, Laura cerro sus piernas sobre mi cabeza mientras que gemía de gusto –aaaaoooo, uuughhh, que rico, primita me matas-, le hice tener un verdadero orgasmo, no como los que tenia con su exnovio.

Creí que eso seria todo, pero ella se levanta y me dijo, -primita me hiciste tocar el cielo, no se como pagártelo-, sonreí mientras le dije –creo que Yo si se como puedes pagármelo-, y le señale mi panocha, ella sonrió. Me puse en cuatro patas sobre el sofá y Laura se puso detrás de mi, con sus manos abrió mis nalgas y paso su lengua por el canal que las divide, toco mi culito y hizo que mi piel se enchinara, siguió hasta llegar a mi panocha y comenzó a mamar como una experta, tuve que morder el sofá para que mis grito no se oyeran hasta la calle, -mmmm sigueeeee, quiero massssss- caí desfallecida después de mi tercer orgasmo, no podía ni moverme, estaba con los ojos cerrados cuando Laura me dijo que todavía faltaba una sorpresa mas, se dirigió a su cuarto, cuando regreso traía un consolador pegado en su cintura, se parecía al de la película, media como 20 cms y parecía una verga verdadera, aunque Yo todavía no había visto una en persona.

Se coloco de manera que la verga se puso en la entrada de mi panocha y comenzó a meterla lentamente poco a poco, eso me dolió –ahhhhh, eso duele, sácamelo, Laura por favor sácamelo-, pero ella no me hacia caso al contrario lo metía mas, -aguanta, Cecilia, luego te gustara-, y me lo metió todo. Sentí que me partía en dos pero luego cuando comenzó a meterlo y sacarlo le agarre el gusto, luego me puso en cuatro patas y me penetro por atrás mientras que me picaba el culo con sus dedos, los gritos se debieron de oír en la casa vecina, -ouggggg, queee ricooooo sigueeeeee-.

El placer que sentía en ese rato en inenarrable; la verga de hule en mi panocha, los dedos de mi prima Laura en mi culo y los míos en mis pezones. Tuve como cinco orgasmo seguidos, cada uno mas intenso que el otro.

Laura me pidió que la hiciera gozar, y me coloco el arnés, queriendo cobrarme el dolor inicial se lo metí en el culo de un solo golpe, pero cual seria mi sorpresa que se le fue como cuchillo en mantequilla, ella me dijo luego que su novio se la había metido por ahí. Ella comenzó mover la cintura en círculos mientras que Yo metía y sacaba la verga de su culo, entonces me dijo algo que no creía.-primita nalguéame, pégame-, así que le comencé a dar de nalgadas, cada vez mas rápido y fuerte, hasta que las tenia completamente rojas y alcanzo su décimo orgasmo. después de eso caímos rendidas y nos quedamos dormidas hasta la mañana siguiente.

Cuando nos despertamos estábamos adoloridas y mas que satisfechas, nos bañamos y luego salimos a pasear, Laura me llevo a conocer a mis otras primas, bueno primas lejanas, casi todas estaban de muy buen ver. Al día siguiente llegaron nuestros padres y creí que tendría que regresar a Navojoa, pero entre mi prima Laura y Yo convencimos a mis padres para que me dejaran y así poder estudiar la prepa. Sandra quiso quedarse pero le dijeron que no, por que nuestra otra hermana se sentiría muy sola.

Por Ana Cecilia Cordova

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