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viernes, 10 de septiembre de 2021

Celeste


El deseo casi incontenible es una característica de los inicios de la pubertad y el despertar sexual. No reconocemos mucho de moral o de morbosidad e, incluso, hasta situaciones simples y cotidianas nos provocan un grado de excitación que, las mas de las veces, salimos corriendo a darnos una paja que siempre consideramos descomunal.

Así, al menos, era o fue mi adolescencia. Desde chico siempre me gustó estar con mujeres, temprano comencé a concurrir a bailes de la escuela invitado por amigos de años superiores y eso hizo que mi interés por el sexo femenino creciera bien temprano. Ya con doce años había dado mi primer beso, manoseado alguna que otra compañera de escuela pero el sexo aun no se me daba en su plenitud.

Cumpliendo los catorce tuve mi primera relación sexual con una compañera de escuela que ya tenía su experiencia, fue una sola vez y nunca mas, ya que mi inexperiencia no le satisfizo pero yo, lejos de sentirme mal por la perdida estaba contento con mi debut sexual y quería más de todo eso.


Fue entonces que mi atención se detuvo en una mujer mayor que yo, una mujer con la que tenia un contacto asiduo pero no permanente, una mujer que no pensé antes pudiera responder (vaya que si lo hizo mas de lo que yo esperaba entonces) a mis instintos carnales. Esa mujer no fue mi madre, sino; la nueva esposa de mi padre quien estaba divorciado de mi madre hacia muchos años y que se había vuelto a casar hacia no mucho y tenido un par de hijos de ese matrimonio.

Todos los relatos que he leído cuentan o describen físicamente a las personas, yo sólo diré que ella era aun joven (de 35 a 40), cabello oscuro, piel blanca, ojos celestes y dos pechos que eran un primor y se llamaba Celeste.

La atracción no fue instantánea, ni ella demostró jamás un interés especial por mi y eso hizo mas difícil el acercamiento a esa mujer que poco a poco comenzaba a desvelarme casi al punto de ser insoportable.

Cada vez que concurría de visita a su casa ella salía a recibirme y me daba un fuerte abrazo, largo, hermoso, dejándome totalmente inmóvil aprisionado por esos brazos fuertes y hundido en sus pechos, enormes ante mis ojos y el calor de su proximidad me excitaban tanto que de solo abrazarme me comenzaba una erección que inmediatamente trataba de ocultar.

Fueron esos abrazos los que me hicieron descubrir mi atracción por ella, el deseo que tenia de tener su cuerpo para mi y con el correr del tiempo mis visitas a casa de mi padre comenzaron a ser más frecuentes, llegando incluso a ir cuando mi padre estaba en su trabajo y disfrutar de la compañía de ella a solas y aunque más no fuera solo conversando, mirando televisión o acompañándola de a ratos.

Bastaba con verla para que ya me sintiera excitado y ni que hablar si en esas visitas ella estaba con uno de sus vestidos sueltos y escotados donde le surgían esos pechos enormes del escote y mis ojos perdidos por largos minutos dibujando el contorno de sus formas o imaginando sus pezones y como disfrutaría de ellos.

No hay que decirles que cada vez intentaba acercarme más a ella, no se si ella se diera cuenta por entonces que me volvía loco, pero así era. En cada visita a la casa de mis padres no dejaba día sin dedicarle una paja en su honor e, incluso, hasta dos o tres según fuera más largo el tiempo que estaba allá con ella.

No se cuanto tiempo paso sin que yo tomara una iniciativa de mayor acercamiento pero si fue mucho, más de un año tal vez, siempre con el deseo incontenible por ella y como era lógico, poco a poco comencé a hacérselo notar sutilmente, nada directo, nada nítidamente sexual pero siempre mostrándole mi interés, mi cariño o mi agrado hacia su persona.

Nunca advertí un rechazo de su parte y eso alimentaba mis esperanzas que algo se diera entre nosotros y cada vez que ella me abrazaba yo me aferraba a ella con fuerza, pegaba todo lo que podía mi cuerpo al suyo y cuando estaba en su casa a solas, siempre andaba rondándole, rozando su cuerpo al mío y tratando de compartir sus actividades lo mas posible para tenerla cerca.

Fue por ese entonces que a mi padre le comenzaron a encomendar en su trabajo viajes a otras ciudades por varios días e, incluso, al extranjero y yo aprovechaba esos viajes para ir de visita aunque sabia que el no estaba, me quedaba todo el tiempo posible con ella y sus hijos, le ayudaba con ellos a darles de comer, bañarlos, cuidarlos y esas cosas.

Note que mis visitas no le eran molestas y que ella era muy atenta conmigo y en esos viajes de mi padre comencé a ir por las tardes, quedarme a cenar, dormir a los niños y luego compartir ratos con Celeste en la sala de la casa viendo la televisión juntos, charlando o jugando a las cartas hasta bien tarde.

El temor de lo prohibido me paralizaba hasta el punto de no poder avanzar más y cuando la notaba que ella estaba cansada me retiraba a mi casa para volver al otro día o los siguientes y no sabía que hacer para poder expresarme, decirle lo que me provocaba o conseguir que se diera alguna situación donde se produjera un desenlace.

Como Celeste tampoco decía nada sobre lo que sucedía, más temor me daba, porque si avanzaba en la situación y era rechazado no podía imaginarme como volver a estar frente a ella y, mucho menos, que se lo contara a mi padre y por el otro, yo con mis 16 años enfrentando a una mujer con más de 35 y pensaba, "si no le gusto" o "si no me desea" o "si se enoja conmigo ya ni sus abrazos podré disfrutar" y todo ello me dejaba de una pieza de piedra sin poder mover un dedo para tener a esa mujer que por entonces ya me tenia completamente enloquecido.

Ocurrió entonces que a mi padre le dieron una comisión o viaje al extranjero por varios días y poco después de la noticia partió dejándola a Celeste y sus hijos en casa y yo otra vez reanudé mis visitas a su casa para compartir un tiempo con celeste. Ya me había decidido yo en mi interior tratar de avanzar de algún modo sobre la situación y que ese martirio terminara, si tenia que ser que FUERA y si no, ya vería como enfrentaba lo vendría a consecuencia de mis actos pero de ningún modo dejaría pasar esa oportunidad de hacerla mía.

Pocos días después de que mi padre salió de viaje llegué de visita a casa de Celeste, esa tarde ella llevaba puesto un vestido color azul profundo, ceñido a su cintura por un lazo, de gran escote que dejaba ver sus formas en plenitud y me recibió como siempre, con un gran y fuerte abrazo que yo aproveche a disfrutar más que de costumbre tomándola con mis torpes manos y atrayéndola a mi cuerpo para sentirla bien.

Pasaron las horas haciendo cosas en la casa, viendo la televisión, jugando con sus hijos y luego cenamos todos en la sala. Cuando la cena concluyó ya eran más de las 22 de la noche y ella se dispuso a dormir a sus hijos y yo me quede en la sala viendo la televisión sentado a la mesa.

Unos instantes después volvió Celeste, levanto los trastos, los llevó a la cocina y se dispuso a lavarlos. Yo fui detrás y me ofrecí para ayudarle y ella me dijo que no, que ella se encargaba de todo y que fuera a ver la televisión y yo me aleje obedeciéndola pero mi cabeza no dejaba de estar tramando como hacerle para acercarme, besarla y acariciarla como tenía propuesto.

Cuando terminó con la cocina, vino a la sala donde yo miraba la televisión sin ver nada, pues mis pensamientos corrían a mil tratando de resolver como le haría para que ahí mismo fuera mía y, por más que he intentado recordar que daban en la televisión ese día nunca lo pude saber.

Celeste se sentó en la sala en un sofá detrás mío como a dos metros y donde para verla tenía que sacar la vista del televisor para dirigirme a ella y se quedó allí, pasados unos segundos cruzó sus piernas y apoyó su cabeza en una de sus manos recostando el codo en el posa-brazos y pude notar como el tajo del frente de su vestido dejaba ante mi vista sus largas piernas. No era una posición insinuante, pero yo la vía en la pose mas sensual que había visto a una hembra y mi deseo ya estaba logrando calentarme sólo de pensar en la situación.

Cada tanto la miraba, cruzábamos algunas palabras y seguíamos viendo la televisión, cada uno desde su ubicación y sin que nada se insinuara. Entonces, no se porque, le pregunte ¿Estas cansada? ¿Querés que me vaya ya, es tarde? Y ella me respondió: No esta bien así.

Fue entonces que tome el coraje no se de donde y me decidí a lanzarme al abismo, esos dos metros me parecían todo un continente que nos separaba uno del otro y como pude me levante y me dirigí hacia su sillón que estaba en medio de la sala y me coloqué por detrás, puse mis manos en sus hombros a cada lado y diciéndole "Pobre, estas muy cansada" comencé a darle un masaje suave con mis dedos.

Todo parecía una escena normal en familia, nada sexual, pero en cabeza no era así, desde mi ubicación podía ver a escasos 50 cms. sus dos pechos insinuándose bajo el amplio escote del vestido azul.

Yo seguí dándole el masaje en sus hombros y pregunte: ¿Te sentís mejor? Y ella me respondió: Si, mucho mejor, gracias.

Tome esa frase como un asentimiento y continué dándole el masaje aprovechando la situación para correr levemente la parte superior del vestido y darle masaje directo sobre su piel, cerca del cuello y por los hombros.

Con el movimiento de mis dedos sobre su piel y sentir el contacto de su cuerpo y mis manos mi verga comenzó a hincharse y yo seguí mi actividad tratando que ella diera alguna señal para que avanzara pero nada hizo. Mis manos se movían solo de lado sobre sus hombros y yo seguí con mi vista clavada en esos pechos que quería aferrar con fuerza y clavarle mis dientes en esa carne y solo logré ver que ella llevaba un sujetador color blanco, de un blanco tan claro como jamás he vuelto a ver otro así.

Estuve como unos 10 ó 15 minutos dándole el masaje en los hombres y entonces paso, ella hizo un movimiento, fue sutil y sencillo pero eso me hizo tomar el coraje suficiente para avanzar más allá de aquel limite sin retorno, de lanzarme al abismo y darme contra el suelo o caer sobre esos pechos que ya eran mi obsesión por entonces. Ella simplemente reposo su cabeza en el respaldo del sillón mientras tenia los ojos cerrados y con ese movimiento mejor podía verle esas tetas que tanto deseaba.

No pudiendo masajear mucho sobre su espalda y viendo la ocasión deslice mis manos más hacia el frente y seguí mi tarea. Pensé entonces que si ella reacionaba le diría que la posición no me dejó seguir haciéndolo sobre los hombros y comencé una suave caricia con la yema de mis dedos sobre su cuerpo sobre los dos pechos y tratando a cada movimiento de abarcar mas abajo.

Celeste no dijo nada y yo tome eso como la expresión de su deseo y me aventure más en ese camino sin retorno, bajando mas mis manos, comencé una suave caricia sobre sus pechos por sobre la tela del vestido azul. Lo hacía de modo suave, sin brusquedad, casi de forma imperceptible y ella me dejo hacer, quedo inmóvil en la misma posición y yo empecé a deleitarme con ese parte de tetas carnosas, grandes y que ya estaban bajo mis dedos.

Habré estado dos o tres minutos acariciando sus pechos con la punta de mis dedos y aflojando la mano inicia a sobarlos con la palma de la mano, tomándolos suavemente como si uno pesara algo con la mano o intentara medir con ellas un objeto y allí pude darme cuenta que no cabían enteros bajo mi palma, que le sobraba por los costados y más quise aferrarlos.

Ya estaba yo allí tocándole esas tetazas descomunales y no lo podía creer. Dentro de mi pantalón la erección era completamente evidente y ella seguía ahí, como si estuviera dormida pero ambos sabíamos que no lo estaba y que algo comenzaba a ocurrir entre los dos.

Con movimientos circulares sobre los pechos mis manos jugaban a placer en su cuerpo y note como el pezón se le hizo evidente bajo la tela del brasier y el vestido, como se le estaba erectando o endureciendo del placer que sentía y más fuerte frote mis manos para que siguieran creciendo.

No resistí más el deseo y me dispuse a deslizar mis manos bajo el vestido, necesitaba sentir esos pechos en mis manos libres de ropas, necesitaba el contacto de esa piel no podía volverme para atrás.

Instintivamente, sin dejar de admirarla recostada en el sillón, con su cabeza hacia atrás y a pocos centímetros de mi verga bien dura, metí mis manos en un solo movimiento por bajo el vestido y comencé a estrujar esos pechos de manera casi incontrolable.

Ella no hizo movimiento alguno, sólo me dejo hacer a mi placer y, entonces, el deseo irrefrenable de besar sus labios me llevó a reclinarme sobre su cara. Al acercarme pude otra como por lo bajo gemía del placer que le estaba causando con mis caricias y seguí acercándome a su rostro hasta que puse mis labios sobre los de Celeste.

Primero fue un beso de labios cerrados, con la ansiedad que me sacaba el corazón por la boca y el miedo de que me hubiera equivocado y ella reaccionara mal a lo estaba haciendo. Contrariamente a lo que pensaba, ella seguí ahí y abrí mi boca tocando con la lengua sus labios y su reacción no se hizo esperar, ella abrió su boca dejando entrar mi lengua que comenzó a recorrerla por todos lados cambiando roces con la suya y fundiéndonos en ese instante en el deseo mutuo de uno por el otro.

Celeste seguí sin moverse de su posición, las piernas cruzadas, los brazos a cada lado en reposo, la cabeza sobre el respaldo del sillón y, mientras tanto, mis manos jugaban ya descaradamente con sus pezones entre mis dedos y mi lengua se enredaba con la suya prolongando el éxtasis de ese momento tan desea por mi y como luego supe, por ella también.

Pasaron unos minutos en esa posición y decidí sacar mis manos para comenzar a abrir su vestido y, cuando me encontraba haciéndolo mientras la besaba, ella se apartó de mi boca, abrió sus ojos y de un solo movimiento se puso de pié. En ese instante sólo atiné a pensar que hasta allí me dejaría llegar, que me reprendería por mi osadía diciéndome que era la mujer de su padre, que era un puerco y tantas cosas más pero me sorprendió al dar la vuelta sobre el sillón, acercarse a mi y decirme.

Si tu padre se entera de esto me mata. NOS MATA (exclamó).

Ahí me hizo dar cuenta de nuevo de quien era la mujer con la que estaba, en un instante me imagine lo peor y ella sólo se pegó más a mi, me abrazó y volvió a buscar mi lengua con su boca y nos volvimos a besar. Ella se separó de mi y sin decir palabra me llevó a su habitación, encendió una pequeña luz de mesa de noche y se sentó en la cama quedando yo de pie a su lado.

Sola abrió su hermoso vestido azul dejándome ver sus tetas tras el brasier blanco, lo dejó caer a su espalda y desabrochó la ropa interior para luego sacársela por completo. He ahí la visión más espléndida que recuerdo de una mujer, mi segunda mujer, con sus dos pechos balanceándose armoniosamente ante mis ojos, la piel de color blanco pálido, sin marcas de traje de baño (era invierno) y dos grandes aureolas color Rosado suave que cubrían casi todo el frente de unas tetas como nunca había visto jamás.

Solo con sus calzones de color blanco puestos, se estiro hasta tomarme de la parte de atrás de mi cabeza con una mano y mientras sostenía uno de sus pechos con la otra me fue acercando para que se la comiera toda. Ni que decir que no me hice rogar y cai de inmediato de rodillas junto a ella y mi boca comenzó a succionar ese pezón con lujuria.

Primero lo succione un rato, notando como se endurecía más entre mis labios, luego abrí mi boca y comencé a jugar con mi lengua en círculos sobre el pezón y mientras lo hacia podía sentir como las dos manos de ella me tomaban por la cabeza guiándome para pasar de un pecho al otro, llevándome por donde ella quería sentir mis caricias.

Tome sus pechos con mis manos y mientras uno lo chupaba, mordía, succionaba, el otro lo estrujaba y pellizcaba con las yemas de los dedos, lo estiraba y lo retorcía haciendo que no perdiera la dureza en ningún momento.

Mientras yo jugaba con sus pechos ella comenzó a sacarme la ropa. Me ayudo con la camisa desabotonándola y retirándola, aflojo mi cinturón y cuando ya no podía seguir me hizo parar para bajar mis pantalones de tela jean y dejarme sólo con mis boxer puestos y mi verga que latía completamente hinchada bajo ellos.

De pie frente a ella y Celeste sentada a la cama, sus manos fueron directo a acariciar mi pene sobre la ropa interior, lo apretó entre sus dedos, deslizó la mano como midiéndolo y metió sus dedos por la abertura del rente hasta apretarlo todo en su mano sin sacarlo de debajo de la tela. Hizo un par de movimientos de sube y baja y retiro la mano para poder quitar la ropa que quedaba.

Primero se quito sus bragas en un movimiento ágil y rápido y luego con las dos manos estiro de la tela de los boxer hacia delante y los bajo con suavidad, dejando mi miembro completamente listo frente a su cara para luego dejarlos caer a mis pies.

Sus manos recorrieron mi cintura, fue primero para atrás y me acaricio las nalgas y luego llevó una hacia delante hasta tomar entre sus dedos mi verga, corrió toda la piel para atrás dejando que saliera la cabeza completamente roja e hinchada y empujándome desde atrás con la mano que sostenía mis nalgas se la acercó a la boca.

De una sola vez la introdujo toda en su boca, lo mas hondo que podía y lento comenzó a retirarse mojándola toda con su lengua y saliva para dejarla lubricada y brillante y con la mano que la sostenía acompañaba el movimiento de su boca comenzando a pajearme suavemente con su boca y mano al unísono.

Yo estaba en la gloría, no me lo podía creer, casi sin mediar palabras entre nosotros estábamos en su cuarto, ella dándome la primera felatio de mi vida, la más sensual y dulce que yo recuerde de todas y yo, como en el cielo, estaba teniendo sexo por segunda vez a mi temprana edad con aquella hembra descomunal, con un cuerpo que me parecía la locura y a quien le había dedicado cada paja del último año y medio.

Ella siguió con sus artes, cada movimiento de su boca sobre mi verga me hacían aflojar las piernas y parecía que iría a caer ahí mismo, ya no era una mano la que tomaba mi pene, sino que con ambas juntas le daba un movimiento de arriba y abajo indescriptible. Su lengua recorría primero en círculos la cabeza hinchada para luego bajar por las venas del costado, surcándolas, hasta alcanzar mis testículos y con una leve succión meterse uno y jugar con el dentro de la boca con la lengua y luego soltarlo para seguir el camino inverso hasta aferrarse a la punta otra vez.

No resistí mucho en esos menesteres, ello lo hacía como ninguna otra, era una experta y le gustaba demasiado como luego me lo dijo. Ella succionaba con fuerza, su lengua parecía atravesarme por completo a cada movimiento y desde debajo de mis testículos comencé a sentir la electricidad que produce el instante previo a la eyaculación.

Le avise que no aguantaba más lo que me hacia y le dije:

Celeste, esto es increíble. No resisto más, voy a acabar. Y ella respondió:

Si Francisco (así me llamo yo), damela, la quiero toda aca, quiero sentir tu leche ahora.

Sin más, comencé a derramar mi semen en ese instante, era como si me dieran latigazos en el cuerpo y la vida se me fuera por la punta de la verga y un ser angelical la tomara toda para si. No hace falta decirle que se la bebió como salió de mi y que aun habiendo terminado yo de eyacular ella no dejaba de succionar y jugar con la punta que brillaba bajo la luz del foco tenue de la mesa de noche.

Al cabo de un instante, ella se hizo para atrás y se dejo caer acostada en la cama con sus piernas bajando por el lado y me dijo:

Francisco, es mi turno, dame una buena chupada que ya no me aguanto de tenerte.

Ni lerdo ni perezoso, me arrodille a sus pies y comencé a besarle las piernas y ella se abrió aun más y con sus manos comenzó a frotar su sexo y a abrirlo para mi. Yo por primera vez chupaba una concha y mi inexperiencia se hacia notar por si sola y ella al darse cuenta poso sus manos en mi cabello y comenzó a atraerme hasta que tuviera contacto con su sexo y mi boca.

Hablándome con suavidad, me dijo: "no te preocupes, lo harás bien, ya veras. Celeste te ayudara y enseñara para que seas el mejor". "abre tu boca y saca la lengua. Luego sigue tu instinto y deseo con la lengua y ya veras que bien se esta con eso"

Yo la obedecí en todo, saque mi lengua y la pase rápido de abajo para arriba todo a lo largo de su sexo y ella me corrigió "suave, mi bebe, más lento, para que te sienta como lo haces" y yo volví a hacerlo lo mas lento que podía y ahí note como ella que no soltaba mi cabeza comenzaba a pegarme mas a su vagina incrustándome como queriendo meterme dentro.

Volví a pasarle la lengua pero esta vez de arriba para abajo y al final pude sentir la entrada de su vagina y me aventure a meterle por ahí la lengua. La reacción de su cuerpo no se hizo esperar y noté como los flujos comenzaban a lubricarla y desde su boca salió un suave gemido "aaahhhaaa, siiii que lo haces bien mi bebe" e inmediatamente inicie un juego de mi lengua en ese lugar, primero daba vueltas en círculos para luego simular que mi lengua era una verga y darle con ella en punta como penetrándola.

Yo estaba ahí jugando en su sexo cuando advertí que sus manos ya no sostenían mi cabeza y que ahora con una se abría los labios vaginales y con la yema de un dedo de la otra mano se acaricia y frotaba justo en la parte superior de su sexo. Subí besando y succionando los jugos que se le escurrían por la vagina hasta donde ella tenia sus dedos todos brillosos de sus propios líquidos y entonces descubrí lo que es el clítoris, el botón de placer de las mujeres y comencé a pasarle mi lengua por ahí.

Como se puso Celeste con aquello, ya su cuerpo se contorsionaba a cada movimiento que daba en su sexo, sus manos se aferraron a las sabanas y mientras yo jugaba con ese botón comenzó a jadear y gemir ya en un tono más alto que me hizo temer que los hijos de ella se despertaran.

Intente parar por temor a que los niños nos vieran ahí de esa forma y ella, inmediatamente hizo un movimiento levantando la cabeza para verme y tomándome con las manos la cara, me dijo: "Ni pienses que vas a dejar. Terminaras todo lo que comenzaste y no te preocupes que no pasa nada malo, me das mucho placer bebe."

Yo volví a succionar su sexo y con un movimiento de las manos me llevó otra vez a jugar con su clítoris y cuando empece de nuevo pude sentir que dijo: "Sii, ahí, ahiii es, sigueee bebee. Ahhhhaaaa siiii quiero sentirllooooo. Siiii ufff" y yo comence a darle mas fuerte con mi lengua en ese sitio.

Su orgasmo no se hizo esperar mucho y cuando se vino en mi boca torrentes de sus flujos comenzaron a salir de la vagina y yo me los bebió todos con lujuria, le pasaba la lengua recogiéndolos todos, metiendola en el interior de su cueva y volviendo a pasarla hasta bien arriba donde jugaba otra vez con su clítoris.

Las convulsiones de su cuerpo fueron fuertes, sus piernas se estiraron y apretaron aprisionando mi cara contra su vagina y sus dedos entrelazados a mi cabello jalaban haciendo que me incrustara en su cuerpo como un clavo en la madera joven.

Tras las últimas convulsiones, ella se relajo de espaldas en la cama y yo me subí sobre su cuerpo recostándome encima de ella. Ya mi verga había recobrado todo su vigor y estaba listo para otra vez y deseaba más que antes el penetrarla por fin.

Celeste se dio cuenta de mis intenciones y dijo: "Vaya, Vaya, había olvidado como son Ustedes los Jóvenes, siempre listos y nunca descansan" y hecho a reir. Yo la bese en sus labios y ella respondió abrazándome y pegándome a su cuerpo.

Mis manos buscaron sus caderas y sus piernas volvieron a separarse dejándome que mi pelvis se juntara a la suya haciendo que mi verga rozara su sexo que otra vez estaba todo empapado.

Ella se giro hacia un lado haciendo que mi cuerpo cayera junto al suyo, se soltó del beso y otra vez volvió a chuparme la pija que ya estaba dura como piedra.

Me miró y me dijo: "No termines así, yo también te quiero sentir dentro" e inmediatamente tomo la verga con sus labios y manos y comenzó como antes un sube y baja infernal. Mis manos apartaban su cabello oscuro para poder verla comerme la pija de esa manera y ella, mirando de reojo, cada tanto dejaba escapar una sonrisa mostrando sus dientes y jugando con la lengua en la punta hasta volver aprisionarlo todo y meterlo hasta su garganta.

No tarde nada en sentir que me vendría y se lo hice saber. Ella de inmediato dejo de chuparme, hizo un par de movimientos de sube y baja y cruzando las piernas sobre mi cuerpo se monto sobre mi de frente y sin soltar la verga ni un instante.

De cuquillas sobre mi, mirándome al rostro acomodó la verga en la entrada de su vagina y se fue dejando caer lentamente, suave, haciendo que la penetrara como tantas veces lo había soñado.

Podía sentir el calor de cuerpo alrededor de mi pija, la humedad de las paredes de la vagina aprisionando mi miembro, tragándolo por entero, la misma humedad que escurria por sus dedos hasta mi pelvis y ella descendiendo todo lo largo de mis 18 cm hasta quedar ensartada como una espada en la carne.

Cuando todo estuvo adentro, saco su mano y se apoyo con las dos en mi pecho y comenzó un movimiento de caderas en sube y baja, suave, lento, como tratando de lubricar al máximo mi pija y suavemente comenzaba a jadear.

Mis manos buscaron en forma automática esos pechos que ahora se balanceaban en círculos opuestos frente a mis ojos y comencé a amasarlos otra vez. Sus pezones reaccionaron de inmediato endureciéndose y por primera pude advertir como la aureola de los pezones se contraía en tamaño a medida que se le ponían duros como piedras entre mis dedos.

El clima de la relación comenzaba a aumentar, ella misma hacia sus movimientos cada vez más rápidos. A cada movimiento de sube, al final, ella se dejaba caer cada vez con mas fuerza hasta chocar con mi pelvis y otra vez vuelta a subir para repetirlo. Busque con mi boca uno de sus pechos y comencé a morderlo suavemente y ella entonces me pidió "muerdelo, muerdelo bebe, clava tus dientes que me gusta".

Yo lo hice y temí lastimarla pero al cabo de un instante ya no me podía controlar y ella comenzó a decir cosas ininteligibles y exclamar en voz alta: "Dame fuerte, no seas marica Francisco, como todo un hombre dale a esta puta" y yo tome otra vez el pezón con mas fuerza y ella aulló: "Siiii, assiiiii, vamos Francisco dale a esta puta como le gusta".

Ella estuvo como por 10 minutos montada sobre mi cuerpo y yo comiéndole esos pechos increíbles hasta que sola se bajo de sobre mi y colocándose en cuatro patas sobre la cama me dijo, "dame como lo que soy, como tu perra"

Yo me vine por detrás de ella y primero le frote mi verga todo la lo largo de su sexo y al bajarla se la calcé otra vez en la vagina y de un solo envión se la metí hasta el fondo. Ella me dejo entrar y reclinando su cabeza hasta la almohada ahogó ahí un grito gutural que en ese instante exhalo. Jadeo una o dos veces y volvió a erguirse para mirarme y decirme: "Vamos, a que estas esperando, Cojéeme que quiero volver a acabar como recién cuando lo metiste".

Mis caderas comenzaron a moverse haciendo que entrara y saliera mi verga en toda su extensión dentro de su vagina, primero eran movimientos largos, pausados, lentos, sintiendo como entraba y salía cada centímetro para luego comenzar ella a empujar su culo para atrás a cada estocada acelerando los movimientos hasta ser completamente instintivos, como de animal.

La situación era mejor de lo que la había imaginado en tantas pajas y comencé a decirle: "Celeste, te voy a llenar con mi leche" "cuantas veces me hice la paja soñando con esto, mi amor" y ella entonces me dijo: "Si, quiero que me des esa leche que decís y no te imaginas hace cuanto quería que me cogieras de una buena vez".

Las manos mías aferraban su precioso culo, abriéndolo, haciendo que cada penetración fuera mas hondo a cada embestida y ella busco con una de sus manos mis caderas y comenzó a acompañar mi ritmo y tirando de mi para que entrara mas en ella. Tan fuerte me agarraba de mis caderas y nalgas que sus uñas se comenzaron a clavar en mis carnes y la mezcla de dolor y placer que me causaba esa situación me embriagaba a punto tal de que ya me daba cuenta que no tardaría en eyacular de nuevo.

Ambos nos movíamos de forma frenética, sus gemidos y sonidos se confundian con mis jadeos y la respiración se aceleraba a cada segundo y entonces le avise que estaba por terminar "Puta, toma mi leche" "ahí tenes toda la que querías putita mia, ahí te va" y me descargue sin siquiera pensar en las consecuencias de ello.

Ella al sentir como los chorros de semen le golpeaban en las paredes de su vagina, solo grito "AHHHHAAAAHHHHH......." y luego dijo: "Sos un hijo de puta" "No, no sos mi hijo, pero que puta me haces sentir así..." y se dejo caer hacia delante apretando mi pene en el interior de su vagina y el cuerpo de ambos temblando de las convulsiones del orgasmo que juntos estábamos teniendo.

Quedamos echados en la cama por varios minutos, sin decirnos palabra, yo besando su cuello, sus hombros, sus mejillas hasta que mi verga sola se escurrió de dentro de su vagina al perder su erección y luego nos tiramos uno junto al otro, abrazados, besándonos y acariciándonos mutuamente.

Al cabo de unos instantes, la mire a su cara y dije: "espero que te haya gustado y que me dejes volver a estar contigo" y ella luego de besarme, respondió: "Por lo pronto, tu padre regresa en más de dos semanas y tu volverás mañana y mañana y mañana hasta que él llegue y me tendrás cada vez que lo desees", nos volvimos a besar y luego acotó "Ahh, no sólo me gusto lo que hemos hecho, lo deseaba hace más de un año".

Quedamos en la cama otro rato, volvimos a hacerlo una vez más y como a la una de la madrugada me duche para volver a mi casa, ella me despidió en la puerta con su bata y un suave beso y diciéndome "mañana, como a las 10.30 de la noche que los niños ya duermen te espero aquí para que me des mi ración de leche calientita" y me fui.

Así fue mi experiencia, o mejor dicho comenzó mi experiencia de incesto, la que duro por algo más de 18 años, hoy el que tiene más de 35 años soy yo (Francisco) y hace algunos años que ya no veo a Celeste pero cada instante que hemos vivido nuestro amor ha sido tan mágico e intenso como aquel primer día e, incluso, aun le dedico alguna que otra paja en su recuerdo.

Por Paco_Gerte

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