miércoles, 12 de enero de 2022

Mi Sobrina Dariela


Capitulo 1

Hace tiempo una prima no muy cercana se me acercó a pedirme un enorme favor. Su hija, Dariela, de solo 9 años, había conseguido una beca completa en una escuela muy cara y prestigiosa en la CDMX. Ellas viven solas, a las afueras de la ciudad, en una zona algo marginada y pobre, mientras que la escuela estaba del otro lado de la ciudad a más de dos horas de su casa, en una zona muy rica y privilegiada. Yo, afortunadamente, vivo a escasos 15 minutos caminando de esa escuela. Fue por eso que mi prima me pidió que, al menos durante las inscripciones y la bienvenida, las dejara quedarse en mi casa, mientras hallaban alguna solución


Al principio no estaba seguro, me joderían un poco la privacidad que tengo, a que soltero adinerado de 35 años le gustaría eso. Trabajo desde casa como programador y en ocasiones traigo a mi hembra, Victoria, de 23 años, una hermosura de cabello negro, tetas redonditas y culo más que perfecto, grande y apetecible. Con mi prima y sobrina eso no se podría.

Al final accedí, porque algo de buena persona tengo. Llegaron un lunes muy temprano y se fueron a la escuela tan pronto llegaron. Volvieron temprano y mi prima nos hizo de comer, luego les mostré sus cuartos. Mi prima dormiría en una habitación grande que tengo extra y Dariela en un cuarto algo más pequeño pero junto al mío.

Les dije que se bañaran si querían, mi prima accedió y se metió primero. Tengo dos baños, el comunal para toda la casa y el exclusivo de mi cuarto. Al ver que mi prima tardaba y que la nena estaba ya lista para el baño, desvestida, con una toalla cubriéndola y titiritando de frio, le ofrecí bañarse en mi baño para que no esperar a su mamá. Dariela es tímida, recatada e insegura. Nunca te mira a los ojos y siempre habla como temiendo que algo le pase. Levanté su barbilla, la vi a la cara y la jalé de la mano hasta mi cuarto. Con el jaloneo imprevisto a ella se le calló la toalla y pude ver su cuerpecito hermoso. Jamás me habían interesado las menores, pero esa niña era perfecta. Tetas en desarrollo, pequeñas y firmes, un culito blanco y respingón, una cinturita que podía rodear con ambas manos y sin un solo vello en su cuquita. La vi atónito, la pequeña tomó rápido su toalla, se sonrojó y se metió al baño corriendo. A partir de ese momento empecé a ver a Dariela con otros ojos y decidí que la haría mía.

Al día siguiente mi prima fue de nuevo con mi sobrina a la escuela pero al regreso la noté acongojada. Le pregunté si todo estaba bien. Fue cuando me comentó con mucha pena y viendo al piso, tal cual su hija, que en su trabajo le prohibieron más días libres, por lo que tenía que ir a partir del siguiente día y no podía llevar a Dariela al recorrido. Le dije que no se preocupara, que yo la llevaría, al final no tengo horario fijo de trabajo y puedo hacer lo que quiera. Ella me agradeció casi con lágrimas en los ojos, incluso pensé que se arrodillaría. Yo sonreí para mis adentros, tendría a Dariela más tiempo a solas y podría hacer con ella lo que quisiera.

Al día siguiente acompañe a mi sobrina a su recorrido. Ella se veía más contenta que de costumbre. No duró mucho y para las 11 AM ya estábamos camino a casa.
Al llegar le dije a Dari que se pusiera cómoda y puse una película. La abrace y pegue a mí. Al principio estaba incomoda pero tuvo que acatarse. Al final yo era su tío y estaba a cargo en ese momento. Empecé a acariciarle las piernas de forma discreta. Ella intento moverlas pero no podía ir a ningún lado. No fui mucho más de eso ese día. Pero ya no había vuelta atrás. Para las 9: 30 pm su mamá aún no llegaba así que la arropé, le pegué mi paquete a sus piernitas sin que se viera obvio y le di un beso en la frente. Apagué la luz y me fue a mi estudio. Una hora más tarde llegó su mamá, muy cansada y preocupada. Le dije que no había razón para la angustia. Que todo había salido bien, que no era molestia y que descansara. Ella respiró aliviada, fue a ver su hija y luego se metió a su cuarto a descansar.

A la 1 de la madrugada salí de mi cuarto, me metí al de Dariela y la vi semi-descubierta acostada boca abajo, con la boquita abierta. Tenía puesta una pijama de shortcito. Con esa vista me saque la verga. Nada mal, creo yo, 25 cm de largo y al menos 5 de ancho, con este pito hacia gritar hasta el llanto a Victoria, mi puta de cabecera. Me la empecé a jalar como loco aunque intentando no hacer mucho ruido, no quera despertar a Dari, mucho menos a su madre. Le acaricié las piernas y metí despacio mi mano entre su short para tocarle las nalgas. Luego metí mi dedo de en medio en su boquita semiabierta y fue ahí cuando no aguanté más y me vine en sus delicadas, delgadas y blancas piernas de niña. Al ver mi semen en ella pensé en limpiarla, pero me dio más morbo regárselo como crema. Al final puse un poco en su boca con mi dedo y me acabé por limpiar. Me fui a mi cuarto en silencio, no sin antes revisar que mi prima estuviera bien dormida.

A la mañana siguiente su mamá le dio el desayuno a Dariela y se fue antes de que yo si quiera me levantara. Me mandó un mensaje avisando la hora a la que debíamos llegar a la escuela. Llevé a Dariela sin contratiempos y volvimos a casa a la 1 de la tarde. Le di de comer pizza, y luego le dije que debía bañarse. No me interesaba si estaba sucia o no, pero quería ver ese cuerpecito de nuevo. Ella aceptó sin más. se metió a mi ducha, y cuando oí la regadera, abrí lentamente la puerta y la alcancé a ver. Pude ver su cinturita delicada e infantil, sus pezones rozados y su vagina blanca e inmaculada. No podía esperar más, me saqué la verga y me la empecé a jalar, estaba a punto de abrirla por completo, correr el cancel del baño y cogérmela ahí mismo sin miedos. Pero entonces sonó el teléfono, era mi prima. Sali del baño sin que se diera cuenta la niña. Contesté y mi prima me dijo que como había ido todo:

-Bien, prima, no te angusties, en serio. Yo no tengo problema.
-Gracias Esteban… tengo que abusar… de verdad perdona
-No entiendo, ¿Qué pasó?
-hoy salgo hasta las 11:30 del trabajo. Mi jefe… me dijo que tenía que pagarle los días que no fui por acompañar a Dariela. Voy a trabajar dos días seguidos hasta 12 horas corridas, quizá más. No podré llegar a tu casa, queda muy lejos, tendré que quedarme en la mía…
– No, no prima, no te preocupes. En serio, tranquilízate. Yo entiendo. ¿No quieres que te mande un UBER?
-Eres muy amable pero no podría, de todos modos tendría que volver muy temprano y… ¿podrías quedarte con Dariela? ¿Explicarle todo?
-Por supuesto que sí, tranquila. Yo la cuido. Quieres que te la pase?
-Sí por favor
Llame a la niña que seguía en el baño pero ya secándose, salió, tomó el teléfono y la escuché aceptar la situación con resignación y colgar el teléfono.
-Dice mi mamá que mañana de todos modos no hay cita en la escuela. Pero que si me das de cenar por favor
-Oh nena, sin duda te voy a dar mucha leche hoy…

………

Dari se puso su pijama que me resultaba tan sexy. Vimos una película de nuevo y luego la senté a la mesa y le serví un poco de cereal y un sándwich que hice. la veía con lujuria, esa misma noche la haría mía sin nadie que se interpusiera. Mi corazón latía de la emoción y no hacía más que mirarla con completa lascivia. Cuando acabó, le dije que fuera a mi cuarto, que tenía algo especial para ella.

Así, ella se metió a mi cuarto y yo la seguí, le dije que se acostara en la cama. Por mi trabajo, tengo muchos celulares. Es como si los coleccionara. Tomé uno que tenía, de poco uso pero que recién había salido, y se lo di. Como Dariela nunca había tenido un celular antes se emocionó y me vio con cierta incredulidad y sorpresa

– ¿En serio es mío?
-Tuyo nena. Por haber sido tan linda estos días
-Ay gracias tío
-Hay mejores formas de agradecer ¿sabías? Sobre todo para nenas tan… lindas como tú.
– ¿Cómo?

Empecé a acercarme más, me acosté junto a ella y le hice el tirante del pijama a un lado

-Nenas tan lindas como tu pueden conseguir lo que quieran, pero deben de encontrar a un hombre que se los de. A cambio, ellas tienen que satisfacerlos.
-No entiendo, tio. ¿Crees que soy linda?
-Muy linda. Y hoy, en agradecimiento a este celular, tendrás que satisfacerme.

Acaricié su barbilla con una mano y apreté sus piernas con la otra. Iba subiendo de a poco queriendo llegar a su cuquita limpia y virgen.

-Y, ¿Cómo se hace eso de… satisfacerte?
Preguntó con tartamudez.
-Sencillo, muy sencillo nena.

La besé del cuello y ella se puso tensa. Intentó hacerse de lado, bajarse de la cama, pero la tenía bien contra mí y no podía hacer mucho.

– ¿Tío? ¿Cómo se hace eso?
– Solo sé dócil perrita. Yo te enseñaré como satisfacer a un hombre.

Tomé a Dariela y empecé a besarla con pasión. Ella intentaba moverse, se quejaba.

-Ya tio, espera, qué haces.

La besé en la boca, a lo que ella reaccionó más. Le empecé a quitar la blusa del pijama y no traía nada abajo.

-Ah! Así me gusta perrita.

Le empecé a besar los pezones y ella solo se retorcía e intentaba empujarme.

-Cuando acabe contigo, me vas a pedir más. Te harás adicta a la verga.

La seguí besando y acariciando con rudeza de todo el cuerpo. Yo gemía con pasión y deseo. No podía resistirla. Su rico y juvenil cuerpo me volvía loco. Me quité los pantalones y empecé a frotar mi grande verga en su diminuta cuquita.
Ella pataleaba y cada vez hacia más fuerza. Pero no era un problema. Bajé el short del pijama y le arranqué el calzón de un tirón, acto que le hizo gritar con fuerza. Eso hizo que yo me pusiera más caliente. Su vagina estaba ya húmeda y mi verga completamente erecta. Era el momento.
La tomé de los hombros. La besé en los labios y me empecé a meter en esa pequeña niña de 9 años. Estaba muy apretada. Gritaba con fuerza y desesperación

-Duele, ¡duele mucho! No ¡¡Tío no!! ¡¡AAAAAH!! ¡¡Tío!! Para, ¡¡por favor!!

Esa última suplica la hizo con algo de lágrimas en los ojos. Bajé a su oído y le dije

-Todo saldrá bien Dari, a partir de hoy serás mi perrita y nada te va a pasar.

Clave más mi verga, enterrándola a la mitad, pero supe en ese momento que esa niña no aguantaría más. Así que le empecé a dar con mi verga metida en su vagina solo a la mitad. Lo estaba disfrutando como nunca. Una vagina de esa edad y en una hembra tan perfecta como Dariela, no es un gusto de todos los días. Como un buen vino o un poco de caviar, había que disfrutarla.
Iba cada vez más rápido y duro, pero sin meterla por completo.

Los gritos de mi niña no me importaban, solo disfrutaba ese momento. Levanté sus piernas, sus tobillos apenas alcanzaban a mi pecho. Apretaba sus piernitas delgadas sin dejar de darle. Le besaba los muslos y las tetitas. Disfrutaba al máximo de este pequeño pero suculento manjar. Se la saqué, golpee la punta de mi verga contra su vagina enrojecida, y le voltee. Admiré por un instante esas ricas nalgas perfectas. Le di un beso a cada una, las abrí, y volví a meter mi verga en su estrecha vagina. Noté como había una mancha de sangre pero no me importó y seguí.

La tenía como a una perra con las nalgas bien paradas. Tomaba su cintura y se la metía con fuerza. Ella sudaba y yo sudaba. Sus gritos fueron cesando, y para el momento en que las embestidas aumentaron de velocidad en esa posición, empezó a gemir. Era una puta, solo hacía falta que lo mostrara. Sin dejar de perforarla me acerqué a su oído y le dije

-Eres una puta. Ahora dilo
-Soy una puta
-Más fuerte pendeja
-¡¡Soy una puta!!
– ¡Así me gusta pinche zorra!
Le empecé a dar como si fuera una mujer de 20 años. Ella gimió con más fuerza y le grité
– ¿A quién le perteneces?
– ¡A ti tío!
– Así, así pinche guarra. ¿Quieres que te siga cogiendo?
-¡¡Sí tío si por favor!!
-¡¡AAAAAAH!! ¡¡Puta!!
En ese momento me vine con al menos 6 chorros de semen dentro de ella. Le di un último empujón para meterle bien mis mecos y la solté. Caí en la cama, ella igual.
-A partir de hoy eres una mujer, eres mi mujer ¿Entendiste?
-Sí tío. ¿Qué significa eso?
-Puedes pedirme cosas, regalos, y te los daré, pero no te pases. Y me perteneces, nada de novios, enamorados, y nadie te puede tocar como yo ¿está claro?
-Vale tío.
Dormimos juntos, ella había entendido bien su rol. Pero yo quería más. Ahora quería compartir a ese manjar con mi hembra, mi Victoria.

Capitulo 2

Por la mañana del sábado desperté y Dari seguía acostada, desnuda. Su calzón roto estaba tirado a un lado al igual que toda su ropa. Vi sus nalgas perfectas pero algo enrojecidas aún. Sentí como mi verga endurecía de solo verla, y pensé que a su boquita le hacía falta verga. Así que la desperté, la tomé de la cabeza y jalando su cabello le metí mi verga en su boca. Ella sin despertar bien solo hizo lo que le indiqué. Le movía la cabeza arriba y abajo mientras sus ojos se iban abriendo cada vez más. Le di un par de cachetadas leves para que despertara más rápido. Mi nena se fue despabilando y yo me sentía en la gloria. Su boquita de puta me estaba haciendo una mamada increíble. Algo torpe, claro, pero espectacular tomando en cuenta que era su primera vez.

-Así nena así. Así es como a los hombres nos gusta despertar, putita.
Gemía con fuerza y la hacía subir y bajar cada vez más rápido.
-Así guarrita así ¡¡AAAHH!!

De pronto sonó mi teléfono. Era su mamá, preguntando por su pequeña. Si supiera lo que estaba haciendo.

-Está algo ocupada
– ¿Ocupada? ¿En qué?
-Desayuna, salchicha, ahorita le doy también huevos

Intentaba ocultar mis gemidos así como unas ligeras risas inmaduras por estar en esta situación.

-Ah vale. Pues ahorita que acabe me la pasas ¿sí?
-No, sabes qué. Si puede hablar. Te la paso.

La escena me estaba volviendo loco. Saqué mi verga de su boca y le puse el teléfono al oído.

– ¿Mamá?
-Sí, hija. ¿Cómo estás? ¿Tu tío te está cuidando bien?

Le embarraba la punta de mi verga en sus labios como si de un labial se tratase. Dariela jadeaba ligeramente por lo que alejé el teléfono un poco.

-No le vayas a decir nada a tu mamá ¿Entendiste? -Le dije a mi Dariela- Dile que estabas comiendo.
-…
– ¿Hija?
– Sí mamá. Estoy muy muy bien.
– ¿Te cuida bien tu tio?
– Sí, mamá. Me regaló un teléfono.
– ¿Qué? ¿En serio?

Interrumpí a la nena y me puse el teléfono al oído.

– Disculpa, creo que debí preguntarte antes…

Volví a poner a Dariela a mamarme el pito

– ¿Está bien si se queda con el teléfono? Yo tengo muchos y… mmmm aaah, no es problema
– Ah ¿estás bien? Te pegaste o algo

Intentaba ocultar los gemidos por la mamada que me daba la pequeña

– Sí sí, me golpee con la tarja.
– No es un problema que lo tenga. Solo que no baje redes sociales. Ya sabes, mucho pervertido. Muchas Gracias por ser tan esplendido.
– Es un placer.
– Bueno, hablamos más al rato.

Colgó la llamada y Dari me seguía dando una increíble mamada. No aguanté más y me corrí en su boca

– ¡¡¡AAAAAAHHH!!! Pero que bien mamas pinche puta ufffff

La niña quería escupir mi mecos pero la hice tragárselo

– Come come, no sueltes nada perrita. Así así. Esto lo comen las mejores hembras para estar cada día más buenas y bonitas.

Dariela se lo comió a regañadientes. Luego le dije que fuera a darse un baño, que ahorita la alcanzaba. Se levantó y le di una nalgada.

– Estas te las doy por sabrosa, son un halago, te deben gustar.
– Vale, tío.

Cambié las sábanas. Llamé al restaurante Los Canarios Santa Fe y pedí algo para desayunar. Luego me metí al baño con Dariela. Ella seguía tímida. Se tapó al entrar. Le quité las manos y la besé en los labios mientras el agua caía. La volteé, restregué mi verga entre sus nalgas pero no la metí. Solo estimulé su rica vagina para dejarla deseosa. Luego le dije que acabara de bañarse, salió y se fue a vestir. Yo me di una buena ducha igual.

Llegó la comida, desayunamos. Fuimos al centro comercial y le compré lo que ella quiso. Un par de juguetes, mucha ropa, fundas para su nuevo celular. También se comió un helado y hasta le compré unos aretitos de oro. La traté como una princesa. Al volver ella estaba contentísima. Ni parecía la nena tímida que llegó a mi casa.

– ¿Y cómo se dice Dariela?
-Muchas, muchas gracias tío. Eres el mejor
Dari se bajó el tirante de su vestidito y me quiso tocar la verga pero la detuve.
-Ufff muy bien nena, se nota que eres lista y aprendes rápido. Así se agradece. Pero ahora no, ¿qué tal si te mides la ropa y estrenas tus juguetes?
La nena me vio con sus ojitos de conmiseración, tomó las bolsas con sus nuevas cosas y se fue al cuarto.

Recuerdo que luego de eso, me serví una copa de vino y recibí una llamada. Pensé que sería de nuevo mi pinche prima, pero no, era mi hembra, mi hermosa mujer, Victoria.

-Hola, papi. No me dejes sola tanto tiempo…
– Te dije que mi prima y sobrina estarían aquí, hermosa.
– Sí pero ¿y yo?
– Tranquila, ya tendrás lo que tanto quieres culona. Pero tendrás que esperar
– Pero Esteban es que…
– Oh carajo. ¿No me oíste pendeja?
– Sí, sí, disculpa.
– Mañana te hablo. Mantente atenta.

Colgué sin esperar que me respondiera y caminé con mi vino al cuarto de Dariela. Al abrir la puerta me encontré con esa magnifica escena, una escena de una niña aún inexperta y bobita, que no sabía mucho sobre ser mujer, pero que yo la haría una hembra hecha y derecha. Se quitaba uno de sus vestiditos nuevos que le había comprado. Llevaba calcetas altas, y un corpiñito que tapaba sus crecientes tetitas infantiles. Al verme se sonrojo y se intentó tapar. ¿Lo pueden creer? Después de todo lo que me hizo aún tenía algo de pudor la guarrita.

– Pruébate las pantis y los tops que compramos.

La niña asintió con la cabeza y obedeció lo que le mandé. Se empezó a quitar sus calzoncitos feos de 10 pesos del supermercado, y se puso las nuevas panties. Mucho más lindas y femeninas. Seguía siendo de niña, pero al menos tenían más clase. Se veía exquisita poniéndose y quitándose la ropa. Podría tener apenas 9, pero ya se le marcaban esos lindos pechos. Se veía que sería tetona la escuincla. Y a pesar de haberle dado una gran follada menos de 24 horas antes, esa vagina se veía aun perfecta, cerradita y blanquita.

De tanto ver como se vestía y desvestía, me puse al 100. Me acabé el vino, dejé la copa a un lado y mientras Dari se terminaba a de poner uno de los vestidos, la levante sin que se lo esperara y la arrojé a su cama.

-Oh nena, siente cómo me pusiste.
Puse su mano sobre mi pantalón para que sintiera mi verga dura
– Te encanta ponerme así ¿verdad? No puedo creer lo puta que eres
– Ah tío pero yo no he hecho nada
– Sí, sí, nena, pero mira cómo me pones.

Bajé hasta su cuquita, le alcé el vestido, le quité su nuevo calzoncito y le empecé a devorar la vagina. Olía a nueva la condenada. Metía mi lengua y probé esa deliciosa cuquita. La nena gemía y gemía, me apretaba la cabeza y pataleaba sin saber bien qué hacer. No sabía cómo disfrutar aún, pero en ese momento yo le enseñaría.

Metí primero un dedo, luego dos a su vaginita rosadita. Al mismo tiempo le lamia el clítoris y se lo estimulaba con el pulgar. La nena quería pararse y salir corriendo, no entendía lo que sentía la muy estúpida, y entonces, mientras yo estaba comiéndole todo eso, tuvo un orgasmo.

La nena gritó, se retorció, parecía tenía un ataque, incluso por un momento me asusté. Pero cuando vi que estaba como ida (hasta parecía desmayada pero con los ojos abiertos) aproveché. Y le metí poco más de la mitad de mi verga de golpe.
Lo admito, se lo hice con algo de malicia, le sonreí, ella gritó y con ese vergazo acabó por despertar del trance. Me apretó de los brazos, hasta clavó sus uñas y se arqueó. Intenté metérsela más pero no podía, seguía muy cerrada y apretada. No importaba, con el tiempo se amoldaría y con eso era más que suficiente para gozarla.

Empecé las metidas. Me encantaba como se veía con ese vestido, era amarillo, con flores. Traía puesta una diadema en la cabeza y su carita se iba poniendo cada vez más roja. La niña volteaba a ver su vagina en busca de alguna explicación o alguna respuesta para que entendiera por qué le dolía tanto. Pero su vestido no la dejaba verse. Yo por otra parte, tenía una vista privilegiada. No solo veía su carita de cachorra, sino que veía como su diminuto puchito se devoraba de alguna forma mi miembro. Ahora estoy seguro que comerse a una nena así, es uno de los máximos placeres de la vida.

Le seguí dando con más fuerza y autoridad, acabé por quitarle el vestido que, aunque me fascinaba, no podía chuparle las tetitas. Así que lo aventé al piso, le saqué el corpiño y me las empecé a comer.

La nena no dejaba de gritar
– ¡¡Ya tío ya por favor duele más que ayer!!
– Pero ayer te encantó perrita
Le decía yo sin dejarla de bombear.

– AAAAAAH!!!!! TIO!!! Oh Dios por favor!!!

Sus gritos me hacían tenerle más ganas. La tomé fuerte de la cintura. Sentía como mi verga iba metiendo se cada vez más aunque no alcanzara a meterse completa. Su vagina era como un guante de piel hecho a medida. Sentía como cada vena de mi pitote era envuelta a la perfección por su estrecha y rosadita vagina.

– Gime, gime perrita que me encanta!!
– No tío así no. AAAAAAH!!! Le diré a mi mamá

Eso me enojó. Quien se creía esa escuincla.

– Si tú le dices algo a tu mamá, no solo no te va a creer; te va a dejar en la calle igual que yo, por mentirosa e hipócrita. O me dirás que ayer no estaba gimiendo de placer ¡¡PUTA!!!

Le empecé a dar con especial coraje a lo que la niña se resignó pero no dejó de gritar y gemir.
– Entonces, ¡¡¿quieres que te lo saque no pendeja?!!
– No, no, tío, no, perdóname, perdóname!!!!
– Así está mejor. Así me gusta!
– AAAAHH! AAAAH Tiiiooooooo!!! Gracias por tus regalos
– Eso eso. Si tonta no eres. Aaaaaah!! ¿Quieres estudiar en esa escuela de ricos?
– Sí sí
– Pues tendrás que ser mi hembrita. Ten ten ten!!!

En algún momento le di un par de cachetas mientras ella gritaba sin control. Le tomé fuerte de la cintura, la apreté con ambas manos.
– AAAAAHH Tío ya me empieza a gustar
Sentía que era una muñeca
– Yo sabía que te harías adicta a la verga solo es cuestión de tiempo
La levanté solo un poco pero su cabecita parecía no tener sostén
– WAOOOOOOOO Me orino tio aaaahh!!

Y en eso la nena tuvo otro orgasmo abundante que me hizo acabar a mí también, llenándola toda de semen en el interior de su cuevita.
– Ten ten carajo ten!!
Como de costumbre, le di un par de metidas más para dejarle mi leche bien adentro.
Le beso en los labios, acaricié su frente y me tiré en la cama.

– Te estás haciendo más mujer. Pero no puedo solo con la chamba de enseñarte eso. Para eso, conocerás a Victoria.

Capitulo 3

Dariela jadeaba y me tocaba la vagina. Se notaba que le dolía. Pero el cansancio de la cogida terminó por hacer que se durmiera. Esa nena era de verdad sobresaliente. 9 años solamente y ya estaba aguantando cogidas casi tan intensas como las que tenía con hembras de 23 años.

Me levanté y dejé a Dari dormida. La cubrí con una sábana ya que seguía desnuda. La había pasado increible pero necesitaba aprovechar cada minuto con ella. Su mamá (mi prima) volvería al siguiente día y no estaba seguro si con ella en mi casa, podría disfrutar a Dariela. Así que llamé a mi hembra:

– Victoria, vente para mi casa. Necesito que me ayudes.

– Voy ahora mismo ¿pero a qué?

– No preguntes. Solo vente, hermosa como siempre.

Colgué y me di un baño. El agua que caía de la regadera me relajó mucho. Y a pesar de no tener ni una hora de haber estado con Dari, mi verga se empalmó solo de pensar en lo que le acababa de hacer a esa niña.

La ducha igual me había servido para pensar. Al salir del baño fui a revisar el cuarto de Dari. Su mamá aún no sabía qué hacer. Cómo moverse desde su casa en Ecatepec hasta la escuela en Santa Fe. Pero yo sí. Lo tenía clarísimo. Le diría que la niña se podía quedar el tiempo que fuera. Que las rentas en esa zona son muy caras para que pensara en moverse, sobre todo con el salario tan miserable que mi prima ganaba, y que yo la podía cuidar. Que ella podía venir a ver su hija los días y veces que quisiera. Esa niña era muy exquisita para dejarla ir, para tenerla solo un fin de semana.

No sabía si la mamá accedería. No sabía que tanta confianza de verdad me tenía. Lo que sabía es que en su situación no tenía muchas opciones, y que por más que buscara soluciones, la mejor era dejarme a la niña.

En eso oigo la puerta, es mi Victoria entrando. Era una hembra en todo su esplendor. Una Diosa consumada de 24 años. Pelinegra, de tez blanca y rostro redondo y angelical Venía vestida con un jean que le marcaba sus esplendidas y enormes nalgas, producto de ir constantemente al gimnasio. Traía una blusita que le dejaba ver su cintura delgada y que marcaba bien sus tetas. No enormes, ni pequeñas, simplemente perfectas y redondas. Se acercó a mí y me dio un beso.

-¿Cómo estás? ¿Cómo está tu sobrina? – Me preguntó con ternura y genuino interés.

– Bien. Ella está dormida. Creo que debería platicarte algo… Pero antes, ¿cómo te fue con los renders de tus planos? ¿Aceptaron su propuesta de proyecto?

Me seguía besando en al cuello, acariciaba mi pecho y con la otra mano bajó hasta mi verga.

-¿Y si platicamos luego? Es que hace 5 días que no me das y me urge, amor.

No podía contrariarla. Ese escote me la estaba poniendo durísima y al apretar sus nalgas firmes con mis manos me acabó de convencer.

La llevé a la sala, me senté en el sillón, y le ordené:

– Tráeme una copa de vino

Victoria me sonrío y obedientemente fue por la copa. Me la dio y se arrodilló en el piso frente a mí.

Le di un sorbo.

Vicky me desató la bata y mi verga salió como resorte. La tomó con ambas manos y la vio como una niña ve una paleta. Estaba por chuparme el tallo desde la punta pero le puse mi mano en la frente.

-Primero mis huevos, putita.

Di otro sorbo

Vicky me vio desde abajo, y sin decir nada se hundió más y empezó a comerme los huevos. Lamia cada pliegue, me lubricaba bien los huevos mientras me la jalaba lentamente. Con una mano yo empujaba su cabeza hacia abajo y la otra la ponía en mí nunca para disfrutar al máximo y dejarla hacer su trabajo.

Se notaba mucho la experiencia de Vicky al mamar. Ya estaba bien entrenada, sabía cuál era su trabajo para con su macho y la mejor forma de hacerlo.

-Ahora sí tienes permiso de chuparme la verga, zorra.

Le acaricie la cara, tomé un poco más de vino y le metí toda mi verga de golpe. Se atragantó por un momento e intento salirse. Empujó con sus manos mis muslos pero no la solté por unos segundos. Cuando vi que ya no aguantaba más la dejé respirar. Respiró hondo y se la volvió a meter. Jugaba mi verga con su lengua, combinaba movimientos de manos y apretaba rico con sus labios. Era grandiosa. Yo gemí de gusto.

– Ah tu sí que sabes cómo mamar, perra.

Se la sacó un momento y le preguntó

– ¿Cómo que yo sí sé? ¿Alguien más te ha…?

Se la volví a meter para que se callara. Y empecé a mover mi torso para que no pudiera sacársela. Apreté fuerte tu cabeza. Me la estaba cogiendo por la boca. Ella se quedaba sin aire y me intentaba golpear los muslos pero no podía.

Entonces me relajé un poco y dejé que ella siguiera su chamba. Ya no me hizo más preguntas.

Tomé otro sorbo de vino y vi como mi sobrina Dariela salía lentamente, curiosa pero temerosa, de su cuarto. Me vio a la cara, pero no alcanzaba a ver a Victoria. Le hice una señal con el dedo para que se acercara. Sonreí. «Ahora sí mi niña» dije.

Victoria no se había dado cuenta, estaba muy ocupada con mi verga. Mientras, Dari se acercaba y empezaba a ver cómo tenía a Vicky mamándomela. Al principio se asustó y quiso irse. Pero la tomé de la mano y la guie hasta donde estaba Victoria. Dari necesitaba aprender a ser mujer.

Fue hasta que Dari se arrodilló junto a Victoria que esta última se dio cuenta de su presencia y gritó y saltó sorprendida

-¡Niña que haces aquí!

– Ssshh  sshhhh. Tranquila Vicky. – dije yo

La hice arrodillarse de nuevo.

– No Esteban, esto no…

– No te estoy preguntando, pinche puta, tú eres mía y harás lo que yo quiera. Y ahora quiero que le enseñes a mi sobrinita cómo mamar. ¿Está claro?

– Estás loco yo no…

Le di una cachetada y la apreté del rostro. Al mismo tiempo metí la mano en su blusa, le apreté esas ricas y grandes tetas que se carga, y sus delicados y pequeños pezones.

– Que sí está claro, Victoria

Vicky no era estúpida (la mayoría del tiempo, al menos) y sabía que para ser plena como hembra, debe tener un macho. Sin mi verga, sin mis tratos, sin mí, ella no era nada, no podía ser feliz ni estar satisfecha. Así que agachó la cabeza, y respondió

– Sí, papi.

Acerqué a Dari a mi verga. Eran suficientemente grande para tener a Vicky mamando una parte y a Dari la otra.

– Haz lo que Victoria haga, Dariela. Copia sus movimientos.

Dejé que Victoria me la chupara con calma y Dari, mostrando su inteligencia, siguió exactamente lo que la otra hacía. Era maravilloso. Una maldita locura que nunca me imaginé. Una hembra echa y derecha, perfecta en cada parte de su cuerpo, mamándomela; mientras mi pequeña sobrina, apenas madurando, aprendía de ella. Ambas hembras perfectas, ambas necesarias. Un hombre no puede estar solo con una mujer, de eso me di cuenta en ese momento.

Bajé a Dariela a comerme los huevos mientras Vicky intentaba meterse mi verga entera a la boca. Estuvimos así un rato. Dari aprendió mucho de solo ver. Vicky estaba más relajada. Viendo la situación les quité la verga de sus bocas y les dije.

– Un beso

Vicky se acercó a mí y la detuve

– No, tonta. Entre ustedes.

Vicky me vio con extrañeza y sin saber qué hacer. Dari solo estaba quieta. Mi hembra de 24 años se acercó a la nena de 9 y con dulzura, le dio un bonito beso acariciando su rostro.

– Así, sigan.

Me jalaba lentamente la verga y ellas seguían besándose. Dari tomaba la manos y muñeca de Victoria, que no dejaba de apretar suavemente su rostro. Parecía que ahí había cierto cariño. Quizá Victoria empatizaba con Dari de alguna forma. Se vieron a la cara. Creo que por un segundo hasta se olvidaron que estaba yo ahí. Victoria le dijo casi con susurros.

– No muevas tanto los labios, solo deja que pase.

La volvió a besar y Dari cerró los ojos y se relajó. Luego, sin que nadie se lo pidiera, acarició los pechos de Vicky. A su vez, Vicky empezó a tocar la vagina de la nena y empezaron a gemir. La escena me volvió loco. Levanté a ambas. Cargué a Dari en brazos y tomé a Victoria de la mano para llevarlas a mi cuarto.

 

………

 

Besaba a Victoria mientras Dari solo nos veía. Lea acabé por quitar la blusa y el sostén. La aventé a la cama y le quité el pantalón y su tanguita. La vi desnuda y exquisita. Veía como se le formaba una perfecta «V» entre las piernas. Estaba bien depilada, suavecita. La hembra me veía deseosa, deseaba que le devorara la puchita. Pero en lugar de eso, hice que Dariela se subiera a la cama y ella misma le diera la mamada. Al principio Dari no quería, pero cuando Vicky la acerco, la acaricio y sobó su cabecita, la niña aceptó.

Mientras yo le paré la colita a Dari y también me puse a comerme su coñito. Le nena no podía lamer el coño de Victoria mientras yo le lamia el suyo. Gemía y se levantaba. Pero Vicky la empujaba contra su vagina.

La nena era algo torpe pero esa inocencia me excitaba muchísimo. También noté que Victoria lo empezaba a disfrutar.

Le dije a Dariela que parara y se acostara boca arriba. La jalé al filo de la cama, alcé sus patitas infantiles y se la empecé a meter. Ya estaba apretada de nuevo. Sentía que  estaba aún más apretada que antes. Empuje con fuerza y la nena empezó a gritar.

 

-AAAAHH!!! Tio!

– Aguanta, aguanta!!

 

Empujé más. Apenas llevaba la mitad pero sentía ya no aguantaba más. Parecía ser que nunca podría acabar de metérsela entera a mi hembrita, y acabar de hacerla mujer. Pero, al ver lo que pasaba, Victoria se acercó a la niña, la beso, le acarició los pechos y la tranquilizó.

– Las buenas hembras son lindas como tú, mi niña. Pero las mejores aguantan a su hombre sin importar nada

La nena asintió con lágrimas en los ojos y pensé «es ahora!»

Le metí todo lo que faltaba hasta que su estrecha rajita toco mis huevos. Gemí con fuerza

– AAAAHH!! SIIII!! Putita mía!! AAHHH!!!

– Oh por Dios oh por Dios!- Gritaba la pequeña Dariela.

Victoria se enfocaba en acariciarla. Se puso de rodillas detrás de ella y colocó la cabeza de la nena sobre su regazo.

Le daba fuerte sin parar. Mis huevos chocaban contra la niña, ella gemía y gritaba pero ahí estaba Vicky para calmarla.

– DIOOOOS esa es la verdadera sororidad carajo. – gritaba yo con fuerza a la vez que tomaba a Dari de la cintura sin dejar de darle, completamente desbocado.

La niña le daba sus manos a la mayor y yo sudaba y gemía sobre ella. En un momento se la saqué. La pequeña se abrió por completo y descansó.

Jalé a Victoria, la puse de perrito, me subí a la cama y apunté a su colita. Quería que Dari viera como una mujer de verdad, aguanta bien por la colita. Se la metí despacio y Vicky gemía.

– UFFFF Esteban!!

– Dime que no te encanta y te la saco

– No la saques. Hazme lo que quieras pero no la saques.

Acabé por meterla y empecé a bombear. Rápidamente alcancé una alta velocidad en mis metidas. Le daba nalgadas fuertes. Primero con una mano, luego con la otra, ambas nalgas se le estaban poniendo rojas como jitomates. Se la saqué un instante, le mordí ambas nalgas y le volví a meter la verga entera de golpe.

– AAAAAHH!!! Cabrón qué me haces!!

– Que Dari vea como actúa una mujer de verdad

Dariela veía acostada y recuperándose. Le daba con locura y desesperación a Vicky, sacaba toda la energía que no podía con Dariela. Dariela se lamía el labio. Se acariciaba la puchita. Por Dios, la niña estaba excitaba de ver cómo le daba a Vicky.

Eso me puso más caliente, tomé a mi hembra del cabello, la jalé hacia atrás y con la otra mano estrujé sus tetas sin dejar de taladrar esas preciosas y perfectas nalgas.

– AAAAHHH Papi soy tu zorra!! – Gritaba ella

– Sé que lo que eres pinche guarra.

Se la saqué del culo y se la metí por la vagina, y repetí lo mismo. Se la metí por el culo, luego por vagina, y de nuevo al culo, y por último bien ensartada en la vagina.

Victoria no podía del placer y el dolor. La niña solo veía fascinada.

– Ven – Le dije

Ella se acercó, luego de sacar mi verga de la vagina de Vicky, le dije a mi nena que la probara. La pequeña abrió grande su boca y se la devoró casi por completo. Con jugos de mi hembra mayor y míos. Me la chupo hasta dejarla limpia. Le dije a Victoria que se arrodillara. Al mismo tiempo puse a Dari a lamerme las bolas y a Vicky mi falo. Me la jale rico. Sentía sus lenguas devorando mi verga. Veía sus ganas por tomarse mi leche. Aumenté el ritmo y me vine copiosamente sobre sus hermosos rostros de ambas. Las bañé bien. Les cayó en toda la carita y las hice besare. Mis mecos se embarraban por sus bocas y los compartían. Ambas eran mis hembras. Y Dari era cada día más mujer. Vicky me ayudaría a enseñarle los menesteres de la feminidad.

El único problema sería la madre de Dariela. Pero eso ya me ocuparía.

Hoy la pequeña es más grande y hay mucho más que contar. Pero con esto acabaría la primera parte de la historia con mi hermosa, tímida e inocente sobrina Dariela. Ya les contaré más de ella, de cómo se enamoró perdidamente de mi verga y de mi Vicky. Y de cómo llegaron más mujeres bellas a su vida.

Anónimo

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