jueves, 24 de agosto de 2023

Lujuria Incestuosa y.…, Parte 1


Viajaba feliz, después de dos años de ausencia estudiando una especialidad en una universidad extranjera, por fin regresaba a casa. Me presento: soy Miguel y tenía 22 años al comienzo de los hechos.

El ruido de los motores del avión adormecía mi cuerpo y despertaba mi mente, pensaba en mis padres, en mis abuelos y sobre todo en mi hermana mayor que no quiso estudiar y se casó muy joven, a sus 25 años ya tenía cinco hijos.


La mayor, Sofía de 7 años, Nina de 6, Telma de 4, y los gemelos Pablo y Arturo de 1 año y medio que yo solo conocía por fotos y videos en Internet.

En el aeropuerto me estaban esperando todos, besos y abrazos y una que otra lagrimita de felicidad de mi abuela y mi madre.

Sofía, Nina y Telma quisieron ir conmigo y con mis padres, mis abuelos y mi hermana con sus hijos pequeños se acomodaron en el otro coche. Hogar, dulce hogar, nada había cambiado excepto la estatura de mis sobrinas: Sofía alta para su edad, delgada y caderona y con unos ojazos claros que enamoran. Nina más infantil y gordita, muy bella también pero más cariñosa y Telma casi una bebé con su cabello en bucles era la adoración de mi papá quizá por sus hermosos ojos verdes. Transcurrieron ocho días y yo organizando mis asuntos de trabajo.

Mi padre iba algunas tardes por las niñas a la escuela para que mi hermana las recogiera luego, eso parecían un terremoto cuando me veían, que tío jugamos, que tío cuéntenos una historia, que tío queremos helado, en fin hasta ahí me llegaba el día, pero descubrí algo que me hizo pensar: Nina la de 6 años, en sus juegos siempre buscaba la forma de arrimar su vaginita a alguna parte de mi cuerpo ya sea mi rodilla, mi brazo o mi pierna y sobarse en una masturbación a veces descarada, hasta destellos de placer noté en su carita sonrojada, sin embargo a mi me gustaba eso y me causaba excitación, varias veces tuve que disimular la rigidez de mi pene porque Sofía miraba con malicia lo que hacía su hermanita pero no le decía nada.

Ese fin de semana era puente festivo y mi hermana nos invitó a su finca situada a dos horas en coche, clima cálido.

Mis padres se excusaron por otro compromiso y el esposo alegó que tenía que trabajar entonces mi hermana adelanto el viaje dos días y nos fuimos, ella con sus cinco hijos, una asistenta y yo.

Bonita finca, un área con jardines y piscina, otra con árboles frutales, otra con huerta casera y corral para gallinas, potreros para ganado y lo mejor de todo: un bosque cruzado por un río, todo muy bien cuidado por los mayordomos, un matrimonio que tenían su casa aparte y algunos trabajadores.

— Tío Miguel, nos lleva a coger mangos, suplicaron las niñas.

Mi hermana les coloco faldas largas y les aplicó repelente para insectos, Sofía me tomó de la mano y nos fuimos por un sendero.

— Aquí tío, dijo Sofia ante un árbol muy frondoso y sin ayuda se trepó como un gato, lanzaba las frutas para que yo las recibiera, un momento que mire hacia arriba, Sofía tenía un pie en una rama y el otro en otra quedando sus piernitas abiertas y ¡Ho sorpresa! no tenía bragas, se veía perfectamente su vagina con la rajita abierta, quedé lelo mirando y me comenzó una erección fulminante, en eso ella me pilló viéndola y acomodando mi pene entre el pantalón para que no se notara la erección.

— Tío, no me mire así, dijo maliciosamente, pero no hizo ningún ademán de cerrarlas,  Nina estaba con Telma cogiendo frutas en un árbol más pequeño, mi erección era tan fuerte que el pene me dolía entre la ropa interior, la seguí mirando descaradamente.

— Tío, suba hasta aquí, dijo Sofia señalando un brazo del árbol.

Obedecí como un autómata y me acomodé donde ella dijo.  Sofía descorrio la cremallera de mi pantalón y en silencio luchó por sacarme el pene, al mismo tiempo vigilaba a las niñas y que no viniese nadie por el camino a la casa.

Cuando mi pene salto libre de ataduras Sofía lo acaricio y mirándome lo cogió con las dos manitas y se lo llevo a la boca dándome una mamada que hizo vibrar todo mi cuerpo, la descarga de semen me brotó en menos de cinco minutos, la niña escasamente alcanzaba a tragar entre chorro y chorro inflando sus cachetitos y lo que sobraba brotaba por la comisura de sus labios, eran tan fuertes mis espasmos que casi me caigo del árbol.

— ¿Quién te enseño eso? le pregunté cuando me recuperé.

— Es un secreto con ellos.

Me asombro su naturalidad demostrando que tiene experiencia.

— ¿Pero quienes? me picó la curiosidad y el morbo.

— No te lo voy a decir.

Me percaté que Nina nos estaba llamando.

— Bueno, vamos que se nos hace tarde, le dije aún asustado, tenía temor a enfrentarme con mi hermana, me sentía culpable, a mis 22 años una niña de 7 cumplidos prácticamente me había violado.

Después de almorzar nos metimos todos a la piscina a gozar la tarde de sol, Sofía como si nada hubiera pasado me buscaba juego, yo haciéndome el enojado con ella si no me decía quien.

La que aprovechaba la ocasión era Nina, se me acercaba con la confianza adquirida por que yo dejaba que se hiciera las pajitas infantiles contra mi pierna, a veces cuando se excitaba mucho tenía que retirarla porque había alguien cerca. Así pasamos toda la tarde.

Mi hermana me asignó la habitación de huéspedes con vistas a los frutales, inclusive distinguí el árbol donde sucedió todo y pensé en el incesto, el pecado más antiguo del mundo, pero que también ayudó a sobrevivir a los clanes primitivos librandolos de la extinción.

La cena sencilla y a descansar, el trajinar de mi hermana acostando los niños y los ruidos de las señoras en la cocina lavando trastos fueron remplazados poco a poco por el golpeteo rítmico de la lluvia sobre las tejas dando paso a mis pensamientos; imaginé que Sofía hacia cosas con los compañeritos del colegio pero descarté esa idea, pues todos son niños de 7 u 8 años y no eyaculan todavía y a ella le gusta el semen, por tanto había un adulto implicado, ¿pero quien?

De todas maneras esos pensamientos me excitaron y empecé a planear la forma de averiguar, aunque eso me condujera al incesto pedófilo que por primera vez estaba experimentando.

A mi hermana no podía preguntarle porque eso me llevaría a tener que decirle que había eyaculado en la boquita de su hija mayor.

Estaba en esas cavilaciones cuando noto que la puerta se abre lentamente, en la penumbra veo que es Sofía, la erección que tenia se acrecentó viéndola cerrar la puerta con seguro y con pasos cortos acercarse a mi cama.

— Tío….tío…tiooo, me llamó creyendo que dormía.

— ¿Que quieres? Susurré.

— Yo si le digo quien me enseñó pero me consiente un poquito.

— No, tu mamá nos puede pillar.

— Mi mamita está dormida, por el cansancio del viaje y la pastilla que se tomó no la despierta nadie, tío yo le hice esta mañana ahora le toca a usted.

Dichas éstas palabras la levanté de la cintura y la acosté a mi lado, pero la verdad, por la falta de experiencia en estos casos no sabía que hacer ni hasta donde llegar, ella de espaldas me miraba fijamente esperando; me resolví… le mandé la mano a la vagina bruscamente, sin caricias previas ni nada, torpemente le hacía apretones por encima de la bata que tenía puesta, pero cuando Sofía se levantó la bata para sacarla por la cabeza quedó completamente desnuda, ví sus pezonsitos duros sobresaliendo en la mancha de sus areolas y su vagina tersa como piel de manzana con delicados labios rosados y su linda rajita, la lascivia me embargó.

Por instinto animal me lancé a mamar sus teticas, aún viendo que era más plana que una tabla.

— Tío, sin ropa es mejor, susurró.

Me desnudé, y de una vez me le monté, traté de meterlo logrando encajar el inflamado glande.

— ¡¡Haaaa, nooo!! frena, frena jadeo Sofía colocando sus dos manitas en mi pecho, así no se hace tío.

— ¿Entonces como?

— Hay que untarle cremita para que no me duela, usted lo tiene muy grande.

— Pero yo no tengo cremita.

— Yo si tengo ahí, en el cajón del nochero, dijo señalando, porque yo aún la tenía entre mis piernas.

Mientras Sofía lubricaba mi pene vi tan pequeña su vaginita y en toda ella esos deseos casi inocentes pero lujuriosos que me hicieron recapacitar, era mi sobrina y haciendo cuentas solo tenía 7 años 3 meses y 18 días, eso me llevó a tratarla con delicadeza, con amor, roto el freno de los prejuicios disfrutarla y hacerla disfrutar.

— Tío, a mi me gusta que me chupen la moñita primero, dijo levantando las piernitas y abriendo lo más que pudo los complacientes muslos, dejando ver en su bajo vientre el montecito de Venus lampiño y su preciosa hendidura de labios vaginales gordos, pero justo a la entrada de su gruta se notaba una sombra oscura señal de que ya la habían follado, ¿cuántas veces, no sé, ni quién.

Clavé mi lengua tiesa en ellos tan profundo como pude, tenían un sabor y un olor especial que no conocía, encontré el botoncito del clítoris y succione con deleite largo rato, Sofía sacudió su cuerpo de niña con espasmodicas contracciones de placer y se mojó con unos orines dorados.

No aguanté más y me le volví a montar, jamás en mi vida olvidaré la sensación de mi pene deslizándose entre las paredes vaginales de una niña, llegarle hasta la matriz, sentir el calor, la humedad, las palpitaciones de su vaginita apretando mi pene y lo más hermoso: verle la carita de placer con todo mi chimbo adentro, conteniendo los gemidos en el mete y saca del coito, las palpitaciones de mi verga hinchada más fuertes, más seguidas le causaron el segundo éxtasis y nos corrimos juntos sin palabras, solo gemidos.

Este fue el principio de una noche tan loca que se me olvidó preguntarle quién la había desvirgado.

A las tres de la mañana del jueves llevé furtivamente el cuerpo de mi sobrina dormida a la alcoba que compartía con Nina, yo regrese a mi cama casi desmayado a tratar de dormir.

CONTINUARA…..

Por Nandincesto45

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