martes, 11 de julio de 2023

Mi hermana y sus hijas


Al igual que la mayoría de la gente, inicié mis primeras experiencias sexuales con mis primitas cuando tendría yo 7 años; recuerdo que mi pito si se paraba, pero aún se doblaba y era imposible lograr penetrar a mis primas.


Hoy soy un soltero irredento de 36 años de edad, mi hermana Esperanza tiene 31, sus hijas 5 y 8 recién cumplidos. La primera vagina en donde de verdad metí la verga fue precisamente en la de mi hermana cuando ella rondaba los 6 años. Dado que fue ella quien me lo propuso, entiendo ahora que alguno de mis primos la desvirgó unos meses antes. Por aquella época, regresamos a la ciudad después de pasar una larga temporada en el norte de país. No habíamos comprado casa y de manera temporal, mis abuelos nos habían prestado un pequeño departamento de dos recamaras, en donde se escuchaba todo. Esperanza y yo dormíamos en una pequeña cama, mis padres aparte para poder coger a gusto.

Esperanza me propuso jugar a los esposos, en donde yo tenía que meterle mi pipí en su cosita, pero lo hacíamos frente a frente y de costado, es decir, que no era nada eficiente, pero si muy caliente pues le agarraba una nalga con la mano. Me pedía que nos besáramos como lo hacían mis padres; en la boca y con mordida. Después de algunas noches le pedí que se acostara viendo al techo y que abriera sus piernas, yo encima y de esta manera si se perdió mi verga en su conchita. Por ser algo de verdad nuevo, yo trataba de buscar mi verga con la mano para acomodársela, pero ella me dijo que ya estaba adentro. Ya se la habían dejado ir completa. Pero su pepa era una delicia y sus besos mi perdición.

Seguimos cogiendo de manera regular hasta que mi madre dedujo lo nuestro y con el cambio a la casa nueva, nos separó y pretendía vigilarnos a toda costa. Mi padre casi nunca estaba en casa y ella se largaba por las tardes a hacer sus compras o a visitar a parientes o amigas. Era en esas horas cuando cogíamos, pero lo hacíamos ahora de forma intermitente, pues yo tenía actividades escolares y deportivas que me alejaron de ella. No obstante, cuando llegué a la adolescencia, la verga se me ponía de verdad dura y grande, me urgía volver a jugar a los esposos con ella. La llevé a la recamara de mis papás y le pregunté si recordaba lo que hacíamos al jugar a los esposos, dijo que si y le propuse que jugáramos pero que ahora mantuviera los ojos cerrados, pues no quería que se asustara al ver ahora mi verga transformada en algo grande y diferente.

La acosté, le bajé sus calzoncitos y le metí la cabeza del pene. Ella resintió en tamaño y la falta de costumbre pues nuestro juego se había suspendido por mucho tiempo. Me asusté y lo saqué pidiéndole que se vistiera y que no dijera nada. Así lo hizo, pero algunos días después y sin vigilancia alguna ella me pidió volver a jugar y dijo que le gustaba mucho que nos besáramos y que la tocara por todo el cuerpo. Evidentemente que acepté y en plena sala de la casa, la tiré a la alfombra, levanté su vestidito, le quité sus pantis y la empecé a dedear despacito, ella se dejaba y se movía acompasadamente con mi dedo y me pedía no terminar nunca. A esas alturas, yo ya estaba super caliente y me saqué la reata para clavarla en su pocito.

Mi verga entro con cierto grado de dificultad y produciéndole dolor a ella, mismo que después de unos momentos de estar dentro de ella, finalmente lo asimiló y empezó a gozar las limadas que de manera instintiva le estaba yo dando a su coñito. Dentro de mi euforia, aceleré el ritmo y la di mayor profundidad a mis embestidas. Un extraño furor y una endemoniada pasión hicieron que le enterrara todo el miembro y experimenté una fuerte eyaculación que no quería que sucediera dentro de ella. Me angustié, pero aún así no le saqué la verga hasta que la misma se puso flácida y Esperancita me pidió que me levantara para lavarse la “chis” (orina) que según ella le había echado encima.

Ella se casó con un gringo de Houston Texas y tuvieron dos niñas muy hermosas. El gringo era muy dado a las apuestas y en una mala noche fue asesinado por deudas de juego; dejando en la desgracia a mi hermana y a mis sobrinas. Mi profesión y la herencia de mis padres, me han dado un nivel de vida más que desahogado. Decidí traerme a mi familia tejana y reiniciar nuestro juego de esposos; dicho sea de paso, un juego que hemos practicando toda nuestra vida y ahora con mayor lujuria pues la degradación de ambos cundió hacia sus hijas (pinches gringuitas tan más cachondas y perversas)

Esperanza siempre ha sido hermosa y su físico es una delicia, muy buena nalga, tetas normales y una pepa muy apretada y de labios delicados. Es un primor; sin embargo, la pena de haber perdido al marido, la hizo aficionarse a la bebida y ocasionalmente se pierde y deja a la deriva sus responsabilidades. Sharon (8) y Romina (6) son aún muy pequeñas para lidiar con esto, por lo que tuve la necesidad de internar a mi hermana en una clínica de desintoxicación.

Durante los primeros meses de internamiento de Esperanza, sus hijas se quedaron solas conmigo y con mis tremendas calenturas por el incesto. Durante la primera noche sin su mamá, Sharon no podía dormir por lo que la invité a mi cama para que ahí pasara la noche, se acostó con un camisón corto de florecitas, lo que me permitía ver su ropa interior y el tamaño y forma de sus carnes. Para las 10:00 de la noche, estaba perdida en su sueño y aproveché para levantar su camisón y quitarle los calzones. La hice girar de costado, de manera tal que sus nalguitas me quedaron a la altura de mi abdomen, empecé a tocar esos hermosos cachetes y a meter por delante mi mano para acariciar su rajita. No manifestaba incomodidad ni se despertó, por lo que decidí darle una buena mamada de culo. Su anito recién lavado por el baño nocturno olía a loción infantil. La puse de frente y al abrirle las piernitas ella abrió los ojos, al sentirse desnuda me preguntó que le hacía y solo alcancé a murmurarle que era para ayudar a su mamá a través de una nueva oración, y que para que funcionara mejor, ella tenía que sentir bonito y por eso se hacía esas caricias.

Me dijo que si, que le estaba gustando rezar así y que le hacía cosquillas muy ricas. Sin mayor pérdida de tiempo, empecé a chuparle su clítoris y a besar sus labios vaginales, ella nada más jalaba aire y pedía más. Un ratito más y terminamos de “rezar”. Le pedí que se lo platicara a su hermanita para que ella también rezara con nosotros.

La noche siguiente, empezamos a besar entre los dos a su pequeña hermana y la chiquita se fascinó. Le pedí a Romina que abriera ahora las piernas porque iba a hacerle cosquillas especiales. La mamadita que le di, fue algo verdaderamente morboso y delicioso. Ya pronto iban a probar la verga por todos sus orificios. Ah niñas putas, cómo se envilecieron, eran unas viciosas sin llenadera.

Hicimos ese juego dos veces al día para que su mamá saliera rápido de la clínica. Para después de la primera semana, a Sharon le tuve que meter la verga de apoco cada noche pues toda de un jalón podría lastimarla y asustarla. En la primera ocasión, le lamí la conchita ensalivándola de más para que mi verga entrara en esa virginal panocha, y para que se excitara más le enseñé a besar con lengua y a acariciarme el pene, ya puesta a tono y con la verga a punto de reventar, le acomodé la bichola en su entradita y la clavé despacito, pero de manera firme hasta más allá de la cabeza del glande, no protestó ni pidió que ya se acabara, solo sangró y la limpié a lengüetazos para que ella no lo notara ni se alarmara. Para el quinto día, a eso de las 5:00 de la tarde, le dejé caer todo mi instrumento hasta el fondo, creando en su estomaguito un abombamiento con el pene, su bizcocho era muy agradable y caliente. Empecé a darle mete saca de manera acompasada y deteniendo los impeles a fin de disfrutar de su angostura ¡ufff qué rico apretaba esa conchita!

Durante las mañanas, a la hora que Sharon iba al colegio, le mamaba la cola y la pepa a Romina quien solo cerraba los ojitos y reía, decidí que ya era el momento de darle fierro por el coñito. Le unté lubricante en toda su partecita y me puse en todo el pene una generosa cantidad. La jalé a la orilla de la camita y le apunté el glande en su rajita, pum pa´dentro la mitad de mi reata. Ella lloró y gritó muy fuerte, se la saqué y en unos minutos más se la volví a clavar, la niña perdió el sentido y se la metí hasta que topó contra sus partes internas; seguí ahí adentro y con lujuria que me causaba, le di fierro limándola sabrosamente hasta que le aventé los espermas.

Cuando despertó, ya la había limpiado del semen con sangre que se había combinado en su pocito del amor. Le compré dulces y una muñeca y se le pasó el mal momento.

Para cuando se iban a cumplir dos meses del ingreso de Esperanza en la clínica, las dos niñitas ya se aguantaban toda mi verga y sabían mamar y entregar el culo para coger. Recuerdo que antes de ir a recogerá su madre, a la menor la tenía bien ensartada por el ano en el sillón de la sala y a su hermana esperando a rezar conmigo para que su mamá pudiera regresar ese mismo día. A Romina le eché la leche muy adentro de su ano y a Sharon me la llevé a la boca para mamarle la cuca una vez más. Ya la volvería a moquear a mi antojo.

Hoy cogemos entre los cuatro a cualquier hora, y mi hermana más o menos se ha recuperado, pero no de manera completa pues le gusta clavar borracha y disfruta ver cómo me degenero con mis sobrinas.

Son unas putas, pero solo son mis putas.

Por ZOORROMEXICO

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