martes, 19 de septiembre de 2023

Fantasía Parte 1


Era una fiesta familiar, el cumpleaños de mi tío Hugo, esposo de la hermana de mi mamá.

La casa estaba llena de gente, parientes, amigos y compañeros de trabajo de mi tío.

Habíamos ido nosotros 3 a la fiesta, mi esposo, que en esa fecha tenía 33 años, mi hija de 8 y yo con mi recién cumplidos 28 años.


De repente se produce una revuelo, estaba bailando con mi esposo cuando llega un tipo joven, guapo, de unos 30 años. Todos corrieron a saludarlo, no lo conocía y yo conocía a casi todos. Después de los abrazos de los demás me mira y me sonríe – a éste qué le pasa que me coquetea abiertamente? – me pregunté. Caminó directamente hacia a mí, comencé a retroceder unos pasos.

– No te acuerdas de él? – alguien me preguntó.  Lo miré bien, me parecía conocido pero no podía ubicarlo.

– Es el Leo, tu primo  – fue como si se hubiera descorrido una cortina. Era él, el Leo, mi primo, mi amor de toda la vida.

Corrí hacia él y hacia mí, nos abrazamos fuertemente, sentía su corazón latir fuertemente junto con el mío. Su pecho, su estómago y su pelvis pegado a los míos. Hubiera llorado pero no podía, era tanta la emoción que lo besé repetidas veces en la mejilla y él a mí. No recuerdo si nos besamos en los labios, seguramente porque sentía mis labios húmedos.

– Toma Leo sírvete un trago  – dijo mi mamá pasándole un trago con una mano mientras con la otra nos separó. Me di cuenta que todos nos miraban.

– Tantos años sin verte que no te reconocí  – le dije separándome de él y sintiendo calor en mi cara.

– En cambio tú estás igual, más hermosa de lo que recordaba  –

La fiesta había vuelto a su curso normal, mientras yo busqué un trago porque tenía la boca seca y un nudo en la garganta.

– Salgamos al patio – le dije caminando delante de él. Adentro hacia calor, mucha gente, mucho ruido y la música.

– Cuanto hace que no nos veíamos? 20 años? – le pregunté.

– Si, 20 años, pero nunca te olvidé  – me dijo.

– Yo tampoco, te extrañé mucho, soñaba contigo  –

Acarició mi pelo, se me acercó y me besó en los labios, devolví el beso con mucha pasión.

– Mamá, mamá  – era mi hija, me había olvidado de ella.

– Hola mi niña, te presento a tu tío Leonardo. Él vive en Canadá y hacia muchos años que no lo veía – Ella es mi hija Jessy  –

– Hola, eres muy linda, igual a tu madre  – le dijo besándola en la mejilla.

– Es como un hermano para mí, nos criamos juntos – le dije – Ahora vaya porque tenemos mucho de qué hablar  – y mi hija se fue.

Nos sentamos en la terraza juntos mientras nos tomábamos el trago en silencio. Había tanto que decir y sin saber por dónde comenzar. Su mano tomó mi mano y la acarició suavemente, mi corazón latía rápidamente, le devolví las caricias y lo miré a los ojos.

– No sabes cuanto te amaba y todavía te amo  – me dijo.

– Yo también te amaba y todavía te amo  – le dije acariciando su mano.

– Vamos a otro lugar a conversar  – me dijo dejando su vaso en la mesita. Hice lo mismo y lo seguí. Dimos la vuelta por el costado de la casa y salimos por una puerta lateral al estacionamiento.

– Un amigo me prestó su auto  – dijo abriendo la puerta del copiloto para que me subiera. Él se dio la vuelta y subió por la otra puerta. Nos miramos y nos besamos, y nos volvimos a besar, su mano acariciaba mi pierna y luego subió a mi busto. Usaba una blusa sin sostén, por lo que sentía sus dedos suaves que recorrían mis pezones. Mi mano se fue directo al bulto comprobado que tenía una erección total.

Con la cantidad de autos que habían llegado a la fiesta y él que era el último, el suyo había quedado a media cuadra de la casa. Nos besamos con pasión, con deseo y con ternura.

– Salgamos de aquí  – dijo echando andar el motor. Se dio la vuelta y nos alejamos de la fiesta.

– A dónde podemos ir ? – preguntó.

– Sigue derecho  – le dije mientras apoyaba mi mejilla contra su brazo y mi mano acariciaba su erección.

– Sácatelo  – le dije cuando se detuvo en un semáforo. Se lo sacó y era hermoso, lo acariciaba suavemente, con mucho amor.

– No sabes cuánto soñé haciendo esto mismo  –

– Espera, no puedo manejar así –

– Tienes que andar más lento  – le dije. Se detuvo en un semáforo, me agaché y lo metí en mi boca, succionando y disfrutando el momento.

– Ahora por donde sigo  – me levanté y le indiqué que siguiera hasta la autopista. Diez minutos después llegábamos a un motel.

– Solía venir aquí con mi esposo antes de casarnos – le dije.

Entramos besándonos, él me quitaba la ropa y yo a él. En la cama nos envolvemos en un abrazo de amor. Hacíamos el amor como si fuera primera vez. Lo miraba a los ojos mientras me penetraba, quería estar segura que era él, sentirlo llenar mi cuerpo y mi mente. Nada más existía sólo él y yo. Sus embestidas a fondo se repetían sin cesar, el ruido de la cama y el golpe de su pelvis contra la mía más me excitaba. Llegó el momento esperado pero que no quería que llegara, pero mi cuerpo convulsionó y mi garganta dejó escapar sonidos que hacía años que no emitía. Luces y burbujas de colores llenaron la habitación mientras mi Alma salía por mi vagina dejándome sin fuerzas.

Continuara…

Por RISEVA

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