martes, 5 de septiembre de 2023

Tipo afortunado Vol. 1: Mi hermanita de 9 "Los comienzos".


Pueden llamarme Andy. Soy un tipo común de 47 años (al momento de escribir esto) y vengo de una familia muy «normal» y trabajadora del de la periferia de la ciudad de Buenos Aires, Argentina.

Mi padre falleció cuando era muy joven, destrozando el núcleo familiar y cambiandolo todo para siempre.

Entonces en mi casa y desde mi adolescencia, éramos mi madre, una mujer de baja estatura, contextura física acorde, algo ancha de caderas, con un aire a Audrey Hepburn (para que se hagan a la idea), y mi hermana, 6 años menor que yo, la portadora de alegría y energía en el pequeño apartamento de 3 habitaciones en el cual nos criamos, una belleza absoluta y exhuberante desde el primer día, a la que amo con todo mi ser, y considero no solo mi alma gemela, sino el amor de mi vida.


Pues bien, mi madre trabajaba para mantenernos, y estaba todo el dia fuera de casa, lo que en definitiva ocasionaba que mi hermana y yo quedábamos solos la mayor parte de día, y a veces durante algunos dias en que ella viajaba al interior del país.

En éste relato me centraré en los primeros juegos con mi hermana. En esa época vivíamos en una torre de departamentos en el conurbano bonaerense.

Desde pequeños, siendo de distinto sexo y con 6 años de diferencia, los juegos eran diferentes, los grupos de amigos también, hasta las ibamos a dos escuelas distintas. Pero cada tanto ocurría que mi hermana se encontraba aburrida, o sin nadie con quien jugar, y me proponía algún juego. Recuerdo que a partir de algún punto, me pidió jugar a «la casita», ya que ella (típica niña de los 80’s en Argentina) tenia en su cuarto todo lo necesario para simular un pequeño apartamento, desde su cocinita, hasta sus distintos elementos domésticos, todo en miniatura, claro.

Al comienzo, honestamente creo que le seguí el juego. Yo tomaba un maletín viejo de mi padre, «llegaba a casa» entrando a su cuarto, nos dábamos un besito inocente en los labios (imitando a nuestros padres, todo pedido por ella para darle «realismo»), y nos sentábamos a charlar del día. Generalmente, terminábamos tomando una leche con chocolate en polvo, y luego ibamos a mirar TV a la sala, ya que era la hora en la que quedábamos solos por un rato, hasta que llegaba mi madre para la cena.

Hasta ahí, todo era inocente, casi un juego normal de niños.

Pero yo tenía 15 años, y ella 9. Mis intereses ya no se centraban en jugar con ella, sino que me sentía muy atraído por el sexo. Curiosidad, necesidad, las hormonas en ebullición… en definitiva andaba con una erección la mayor parte del día. Pero nunca me sentí atraído por el cuerpo de una niña, y menos el de mi hermana.

Un día, que aun recuerdo como si fuera hoy, voy a buscar a mi hermana a su escuela, y como había tenido clases de gimnasia, decidió bañarse apenas llegamos. En esa época, si no tenía prisa, lo hacía llenando la tina y aprovechando para jugar en el agua. Pero eso me producía fastidio, ya que mi madre me pedía que no la perdiera de vista, ya que era muy inquieta, y ya había sufrido una caída en el baño por ello. Es por eso que mientras ella se bañaba, yo me sentaba cerca del baño, para darle un poco de privacidad, pero a la vez atento de cualquier ruido fuera de lo común.

En un momento, noté demasiado silencio, pero a la vez un sonido repetitivo, que me llamó la atención. Entré al baño sigilosamente, y pude ver a mi hermana con las piernitas torneadas por la danza clásica abiertas de par en par, y se frotaba su vaginita con la esponja, con los ojos cerrados y gimiendo suavemente. Fue la primera vez que la vi como mujer, y me transformó para siempre. Decidí no intervenir en ese momento, que era suyo, pero mi cabeza de adolescente y las hormonas me produjeron una erección instantánea y empecé a imaginar situaciones en las cuales pudieramos hacerlo juntos, como parte de nuestros juegos.

Pasaron algunas semanas en las que mi cabeza se ocupó de otras cosas, y otros intereses románticos que tenía, hasta que una tarde, habiendo terminado mis quehaceres, me encontraba solo en el departamento. Mi hermana estaba en sus clases de danza clásica, y tenía la casa a mi disposición. Tomé algunas revistasa porno que intercambiábamos con mis compañeros de clases, y una de ellas llamó mi atención que tenía relatos en español, y uno de ellos hablaba de una relación incestuosa entre hermanos. No lo leí, lo devoré, y en mi cabeza se encendió de nuevo la chispa de lo prohibido. Así que, pensando en mi hermana, se me ocurrió hacer lo mismo, pero con un video (en esa época teniamos un reproductor VHS), y dejar que ella me descubra.

Así fue, una noche de viernes después de cenar, y aprovechando que estábamos solos ya que nuestra madre estaba de viaje todo el fin de semana, decidí poner en marcha el plan. Mi hermana estaba jugando en su dormitorio antes de dormir, y yo miraba TV en la sala, así que puse un video bien guarro, una vieja porno italiana en la que había de todo: oral, vaginal, anal, lluvias, etc.

Me senté y le di play al video, estaba justo en una escena en la que a una rubia la estaban enculando entre dos, yo me la estaba jalando tranquilo, sin prisa. Siento una presencia detras mio, y al girarme, veo a mi hermanita parada con los ojos abiertos de par en par mirando la pantalla. Por el ángulo, no llegaba a ver que yo llevaba puesta solo una camiseta, y mi verga dió un salto por la excitación…

Ella tímida, con un dedo en la boca, y su otra mano en la entrepierna, me mira, sonrie, y me dice:
– qué estás viendo?
– una porno -contesté.
– una qué?… pero… qué le estan haciendo a esa chica? -preguntó sin salir de su asombro.
– están teniendo sexo, es algo normal… bueno justo ese tipo de sexo no es tan «normal», pero como ves se puede tener sexo con más de una persona -dije, mientras en la pantalla cambiaban de posición, y uno de los hombres le seguia rompiendo el culo mientras el otro posicionaba su verga en la boca de la chica para una buena fellatio.

Mi hermana rodeó el sofá, y se sentó en el borde, atenta a todo lo que pasaba en la pantalla, sin retirar su mano de su entrepierna.
– estás bien? -pregunté.
– s… si -respondió, cortante sin querer perder detalle, tanto que aun no se había percatado que yo estaba desnudo con la verga en la mano, 100% erecta, a media jalada. Cuando muevo mi mano más rápido, ella se gira y ve mi verga, y exclama:
– nene! qué haces desnudo?
– me hago una paja, como las que vos te haces en la tina con la esponja… -respondí, sonriendole.
– QUÉ??!! vos me espiás cuando me baño? -dijo queriendo ofenderse.
– A veces… pero porque tengo miedo que te caigas y te lastimes, pero por lo que vi la última vez, parece que disfrutás de tu cuerpo como yo del mio ahora -dije, sin dejar de jalarme.
Ella turnaba su mirada, entre la TV y las imágenes de la mujer masturbándose con dos vergas en la cara que la llenaban de leche, con miradas a mi verga dura y llena de precum.
– y eso que les sale qué es? -preguntó inocentemente
– viste cuando mamá te explicaba que los hombres tenemos una semillita que ponemos en la vagina de la mujer y de ahi vienen los bebés? bueno, no siempre es necesario tener bebés, entonces los hombres a veces terminamos en otros lugares. Hay mujeres a las que les gusta tragarlo… -dije, con ilusión de generar su curiosidad.
– se… se la toman?? -preguntó mientras la mujer en la pantalla tomaba una profusa corrida en su boca, y la tragaba, para luego pasar a la otra verga y repetir el proceso.
– si, algunas si, otras les gusta en el pecho, en la espalda… en el culo…
– en el culo??? pero por ahi sale la caca, no es sucio?
– si se lava bien, no. Y es muy placentero para algunas -dije, honestamente alardeando de un conocimiento que no tenía, pero ella no lo sabía.

Toda esta conversación se dió mientras ella frotaba suavemente su vaginita, apenas cubierta por una bombachita muy tierna con personajes infantiles, y su otra mano pellizcaba su pezón derecho, mientras claramente su cara se ponía cada vez mas roja.
– yo… yo me toco como esa chica, me hace cosquillas, me gusta mucho, pero cuando siento que me voy a hacer pis, paro. Vos ya hiciste algo así? -preguntó mirando directo a mi verga con una mirada más hambrienta que curiosa.
– si… con algunas amigas lo hicimos -dije, como demostrando experiencia que no tenía. Y agregué.
– no deberías parar cuando sentis que te vas a hacer pis, es normal, y se llama orgasmo. Deberías probar, se va a sentir muy muy rico. Te lo aseguro.
– pero me da verguenza, acá? con vos? -dijo, sin dejar de mirar mi verga, cuando a todo esto el video habia terminado y claramente nos estabamos masturbando juntos, salvo que ella aun tenia su bombachita puesta.
– por qué no? somos hermanos, no hay nada de malo -dije.
– no se… te puedo decir algo?
– si claro, decime.
– el otro dia encontré unos cassettes de video en tu cuarto, y se me ocurrió poner uno, porque estaba aburrida. Y era «un porno» (dijo con la ternura de intentar usar palabras correctas pero sin saber como), en la que una chica abria las piernas y el tipo le chupaba su cosita… -dijo, ya con su mano dentro de la bombacha y acomodándose de lleno en el sofá, con ambos pies sobre él, y las piernas bien abiertas.
Me estaba muriendo de excitación, viendo a mi hermana masturbarse a mi lado, mientras yo también lo hacía. Y dije:
– querés que lo busque y lo vemos?
– s…si… podemos? -dijo sonriendo ilusionada.
– si mi vida, ya vengo -dije bromeando, mientras me ponía de pie con la verga muy dura, y caminaba frente a ella bajo su atenta mirada. Ella rió, y se mordió el labio mirando mi verga, tanto que se irguió en el sofá para mirarme caminar. Fui rápido a mi cuarto, tomé el video que creía que sería de más ayuda, que tenía una escena clave.

Al regresar, mi hermanita tenía los ojos entrecerrados, y se frotaba su vaginita con fuerza, gimiendo suavemente.
– acá está, creo que es este, no? -dije mientras llegaba, disimulando que la había visto.
– a ver? ponelo… -dijo sacando la mano de su bombacha.

Le di play, y apareció el final de una escena de un tipo acabando en el vientre de una mujer mayor. La película era Taboo 2, cuyo guión (si es que las porno tienen guión) muestra a una familia en la que el hermano y la hermana tienen sexo, bueno… básicamente todos tienen sexo con todos… pero no es el punto.

La siguiente escena, cayó como anillo al dedo. Dos chicas tienen una escena lésbica en el jacuzzi, que termina en un sofá, y en un momento el hermano de una de ellas interviene y… la convence a su hermana de tener sexo, mientras su amiga observa.
Mi hermana preguntaba qué decian, ya que los diálogos eran en ingles, y yo le leía los subtítulos. Entonces dijo:
– ves? pero es el hermano! eso… ESO! le come la cosita… cómo se sentirá? -me dice, mirándo mi verga. Yo estaba como loco, pero trataba de disimular mi calentura. La chica en la pantalla se retorcía de placer mientras el hermano se aprestaba a penetrarla.
– uy… le va a meter todo eso? -dijo asombrada.
– querés saber cómo se siente? -dije, apostando todo a la suerte.
– p… pero… sos mi hermano. No está mal?
– será nuestro secreto, aparte no vamos a hacer nada malo. Yo te amo como a nadie en el mundo, y sé que vos me querés mucho. No? -dije.
– si, yo te quiero mucho, pero qué tiene que ver eso?
– que tener sexo con alguien a quien uno quiere mucho, se le dice «hacer el amor», porque es la máxima expresión del amor que esas dos personas se tienen… -dije, sonando académico.
– bueno… no se… si no me gusta parás, está bien? -dijo, poniéndose seria.
– te lo prometo -dije, sin saber que hacer exactamente.
– bueno… qué hago? -preguntó sonriendo.
– primero, sacate la bombacha que está de más -dije, y ella obedeció, y se sacó su calzoncito rápidamente, para taparse de nuevo con la manita.
– me da verguenza…
– ya te vi desnuda, y yo tambien estoy desnudo, no? mirá, me quedo todo desnudo -dije poniéndome de pie, sacandome mi camiseta y tirándola graciosamente, todo mientras mi verga se sacudía frente a ella que reia.
– sos un tarad… -empezó a decir y su mirada se fijó de nuevo en mi verga dura y brillante, mientras su manita presionaba su entrepierna.
– entonces… querés o no? -pregunte. Y ella abrió las piernas diciendo:
– si no me gusta, parás eh?
– si si…

Fui acercando mi cara a su vagina, aun cubierta por su mano. Era clara su excitación, ya que se veía la humedad en sus dedos, y una pequeña mancha en el sofá. ¡estaba empapada!
Aspiré su aroma, quería recordar cada momento, y puedo asegurarles que quedó grabado a fuego en mí cuando al fin quitó su manita… ¡qué belleza! Una vagina perfecta, lampiña, brillante por sus jugos, con aroma a jabón de niños y un dejo ácido, típico del flujo vaginal y algo de orina.

Si bien me estaba muriendo de ganas de comerla entera, no quise ser bruto, porque de verdad la amo con locura, tanta que quería realmente darle todo el placer que me fuera humanamente posible.

Me acerqué más, ya estaba casi sobre ella, la saboreaba… saqué mi lengua y rocé donde intuía que estaba el clítoris, ya que su cuevita estaba cerradita por encima, y logré abrirla con mi lengua y presionar el punto exacto, lo que hizo que ella se arquee violentamente, me tome con sus manitas en mi cabeza y me hunda en su sexo. ¡qué placer! El sabor, la textura… si tuviera que compararlo, creo que lo que mas se parece es un pedazo de carne de salmón rosado… un manjar!

Comencé a lamerla suavemente, ya no tanto enfocado en su clitoris, sino en su vaginita completa, mojándola bien, y abriendo levemente su cuevita con la punta de mi lengua, a lo que ella se retorcía de placer.

Hice una pausa, para tomar aire, y ella suspiró «más… dame más… ay… me encanta…». Sus ojos estaban en blanco, se pellizcaba un pezon por debajo de la camiseta, estaba flotando.

Reanudé la faena, intentando ser firme, aunque delicado. Estaba casi seguro que era todo lo que pasaría esa noche, porque relegué mi placer para dárselo a mi hermanita. Ella lo estaba disfrutando mucho, así que aceleré mis lamidas, cubriendo toda su hermosa vagina de besos, lenguetazos, y mis manos, que solo estaban sosteniendo mi peso, se posaron naturalmente debajo de su culito, levantándolo hacia mi boca.

Hágase a la idea, querido lector, de la imágen:
Un adolescente de 15 años y 70 musculosos kilos, desnudo en cuatro patas frente a un sofá de tres cuerpos, con la cara hundida en la entrepierna de una nena de 9 años, comiéndole el sexo con fervor, con propósito.

Los movimientos se aceleraban, mis dedos si bien sostenian su cuerpo en el aire, jugaban con su conchita, su culito, la cubrian entera. Y ella gemía «ah ah ah si más más MAS». Temí por un momento que algun vecino del edificio nos escuchara, pero a la vez no me importaba.

Comenzó a jadear más fuerte… «ay… ay… ay… me meo… me meo!!!» gritó, y la lamí aun con más fuerza, hasta que cerró violentamente sus piernas y se tapó la boca con la mano, tensándose entera, temblando…

Estuvo así un momento que pareció eterno… y de pronto se desplomó, rendida. Lentamente abrió sus piernas, aun temblando, con un dedo aun en la boca, abrió los ojos y solo pude escuchar un susurro que decia «…amo… much…».
– qué decis? -dije, curioso.
Me tomó de la cabeza y tomándome de la cara, me llevó hasta quedar frente a la suya y dijo algo que jamás olvidaré:
– que te amo… mucho. Idiota. -y se me antojó besarla. Como nunca besé ni volví a besar a nadie en mi vida entera. Nos fundimos en un beso, que al dia de hoy recuerdo y me hace emocionar. Era torpe, inexperto, pero a la vez era puro, inocente, verdadero.

No importaba que estaba en una posición privilegiada, con mi cuerpo sobre el suyo, entrelazados en un abrazo, pegados con un beso genuino, instintivo, y con nuestros sexos casi rozándose, al punto que cuando hicieron leve contacto por la propia postura, ella gimió y empujó para dejar el tronco de mi verga cubriendo su mojada cueva. Casi acabo con ese roce…

Perdimos la noción del tiempo… la realidad es que ¿a quién le importaba eso? Cuando dejamos de besarnos, nos quedamos mirándonos, yo calculo que con mi habitual cara de idiota, y ella con una sonrisa que solo he vuelto a ver algunas veces, y solo en su rostro.

Si, queridos amigos: de una mera calentura, y por el morbo que me daba la idea de tener sexo con mi hermanita, me sentía pleno por haberme transformado en el dueño de su primer orgasmo. Me sentí feliz, por primera vez en mucho tiempo. Ya no sentía la necesidad de follarla por mi propio placer, sino que sentía la obligación de hacerla felíz.

La alcé en mis brazos, y la llevé hasta su dormitorio.
– a dónde me llevas? -dijo en mi oido, con su cabeza en mi hombro. Su cuerpo estaba flojo.
– a tu cama, por? -respondí.
– no… quiero dormir con vos… puedo? -susurró, y besó mi mejilla, haciendo que una lágrima de emoción rodara.
Y nos fuimos a acostar a mi cama, así, desnudos, abrazados como dos amantes plenos que quieren estar juntos cada instante de sus vidas.

Hasta aquí, la primera parte.

Por TIGREMORBOSO

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