miércoles, 8 de mayo de 2024

Richard, el amigo de mi hermano


Hace poco cumplí 22 años, pero lo que contaré me sucedió a los 13 años de edad. Fue cuando crucé al segundo año de secundaria, en ese momento tenía a muchos chicos buscando hacerse un espacio en mi mente, algunos otros mayores de preparatoria igual venían a mí con la intención de robarme un beso. Antes de seguir, diré qué soy una chica de cabello oscuro y en ese tiempo lo llevaba hasta la espalda, de piel tersa y blanca.


Como decía, vivía en una zona tranquila, donde podía salir con mis amigas sin preocuparme de los delincuentes. Mi madre era una mujer de casa, y mi padre un hombre que viajaba mucho. Tenía un hermano mayor de 22 años en ese entonces, que ya había entrado a la Universidad y volvía a casa en vacaciones como fue ese verano, pero a diferencia de otras veces; llegó con un amigo, pasarían algunas semanas con nosotras. Al verlo me sentí emocionada, pues Richard era un muchacho muy alto, más qué mi hermano Gregor, tenía un cuerpo fibroso y fuerte, la sudadera parecía estirarse en él. Tenía un cabello muy oscuro y cejas similares, con ojos grandes de color azul brillante. 

Pero lo que más me gustó fue su sonrisa, era muy bonita. Se presentó con cordialidad, incluso estuve con ellos cuando deshacía las maletas con lo necesario, los chicos no parecían necesitar mucho aparentemente. En fín, pasó una semana rutinaria, donde Gregor llevaba a Richard a conocer las locaciones donde creció. De vez en cuando solía entrometerme en su habitación para oír sus charlas, pero mi hermano solía correrme pues hablaban de cosas de adultos que yo ya comenzaba a descubrir por mi cuenta. Richard tenía una novia en la Universidad con ellos, y parecía extrañarla, eso me conmovió un poco; así que lo invité a pasear un sábado temprano, técnicamente nos escapamos porque sabía que mi hermano y madre se molestarían.

Me gustó charlar con él, era divertido y fluir la conversación era sencillo. Desayunamos en una cafetería por cortesía suya, supongo que nos veían como a un par de hermanos, pero en el camino encontré a una de mis amigas que estaba saltado en la distancia al ver lo apuesto qué era Richard, él ni se enteró. Yo iba con una playera de seda, y una falda tableada de color naranja, sentí que todos los varones que dejaba atrás pegaban su mirada a mis piernas, pero me sorprendí cuando Richard hizo lo mismo en ciertos momentos, aunque claro disimulando cuando lo descubrí. Eso provocó una sensación de cosquillas en mi vientre. Los siguientes días Richard se mostraba un poco tímido conmigo y otros días era espontáneo y gracioso. Pero había cambiado algo, solía posar sus manos en mi espalda baja, en mis hombros cerca de mis senos voluptuosos, era muy sutil pero evidente.

Un fin de semana llegó y mi madre fue a una cita con el doctor en la ciudad, por ello le pidió a Gregor cuidarme y se marchó, mi hermano no estaba feliz y se fue con Richard desde la tarde llegando hasta casi media noche, los oía desde mi habitación acostada en mi cama, traía un vestido hasta media rodilla y el cabello recogido en una coleta tensa. Obviamente estaban borrachos porque tiraban las llaves y otras cosas al caminar.

No salí ni me moví, estaba un poco nerviosa, no me gustaba estar cerca de un hombre ebrio. Parecieron horas hasta que no oí más escándalo, vi mi reloj sobre la televisión: las dos de la madrugada, cerré los ojos para dormir, y casi lo conseguí, pero entonces la puerta de mi habitación fue golpeada ligeramente, apenas se oyó, pensé que lo había imaginado hasta que se repitió. Bajé descalza al suelo, y abrí un poco la puerta, Richard estaba en la pared del pasillo traía una camiseta y sin pantalón. Dijo «Hola niña» sin moverse, salí buscando a mi hermano, pero no estaba en el pasillo.

—Richard, vete a dormir _dije en voz baja, creo que no me escuchó porque preguntó.’

—¿Estabas dormida? No puedo dormir, además tu hermano habla dormido —dijo riendo sin alzar la voz demasiado.

—No puedo dejarte entrar a mi habitación —dije apenada, él hizo algo qué me sorprendió; con una mano alzó su camiseta, y vi su estómago lleno de vello hasta el pecho marcado, y luego metió la otra mano dentro de su boxer rascando lo qué ahí había, pero parecía no darse cuenta de lo que provocaba con eso, se comportaba como un niño. Debía medir 1,90 de altura.

— Vamos, un par de minutos estará bien. ¿Somos amigos no?

Lo pensé demasiado, pero me aparté dejándole entrar. Richard caminaba casi normal, a excepción del golpe qué se dio contra la pata de mi cama. «Mierda!» se quejó, yo reí un poco por su torpeza.
Me senté de un lado y él del otro, había encendido una lámpara tenue, comenzó a divagar de cosas de la Universidad, cosas qué no me importaban realmente.

—¿Tienes novio Sindy?

Por fin puse atención, tenía un poco de sueño. Respondí con la verdad.

—No, los hombres son idiotas —luego me di cuenta de que hablaba con uno. Pero Richard simplemente rió.

—Eso creo, si. Creía qué yo te agradaba, pero está bien —dijo mientras se acostaba boca arriba y mantenía una pierna arriba del colchón.

—Lo siento.

—¿Acaso no sientes algo cuando vez a un hombre? —preguntó viendo hacia mí_ Eres muy bonita, y tienes pechos grandes.

Me levanté enojada, también asustada.

—Vete de mi cuarto o le diré a mi hermano —dije agarrando el pomo de la puerta, Richard se levantó y aunque se disculpó yo no le dirigí la palabra, se fue y los siguientes días no quise hablar con él. Mi hermano ni siquiera le importó la hostilidad qué mostré, a ambos.

Pero desde esa noche comencé a soñar con Richard, a veces tocando mi cuerpo, otras sin playera y besando mi cuello, pero un viernes soñé que me mostraba su cuerpo desnudo, su torso blanco lleno de pelos oscuros en abundancia, y también su pene, sus genitales también estaban llenos de vellos gruesos. Despertaba ansiosa, con el cuerpo lleno de sudor.

Estaba en mi habitación haciendo tarea cuando mi hermano me dijo que iría a comprar algo de cenar, Richard se daba una ducha y mi madre fue con una vecina a tomar el té. Casi enseguida qué el auto de Gregor dejó de oírse, Richard tocó mi puerta ya abierta. Vestía un pantalón suelto, y una camisa de lunares que le hacía ver muy apuesto, más qué otras veces.

—Hola, como estas Sindy?

—Ocupada —respondí dándole la espalda.

—Sigues molesta? Creo qué dije algo inapropiado, en realidad no recuerdo mucho. ¿Qué dije?

—¡Basta! Sabes lo qué dijiste.

Él se acercó y se agachó a mi lado, quedando de una rodilla sobre la alfombra peluda; viéndome con una expresión de niño regañado, no pude evitar ver sus manos enormes sobre mi escritorio, también llenas de vello sobre la piel blanca.

—Pero es verdad —dijo_ Eres muy bonita, y tienes pechos grandes y bonitos. Cualquiera quisiera hacerte el amor.

Estaba demasiado sorprendida por su falta de tacto, se acercó para besar mis mejillas, viendo qué no me moví se acercó a mis labios, fue un roce al principio, pero luego sacó su lengua. Sentí como apretó uno de mis pechos, se apartó y me sonrió mientras con ambas manos separó mis piernas, las recorrió lento porque veía si me asustaba, yo temblaba, pero accedí. La falda le permitió tocar mi vagina sobre mi ropa interior, creo qué suspiró al hacerlo.

—Puedes guardar el secreto Sindy? Prometo qué te gustará.

Yo asenti, y sus dedos hicieron a un lado la delgada tela para tocar la piel de mis labios vaginales, luego llevó los mismos dedos a su boca, y los regresó a mi entre pierna.

—Puedo lamer? — preguntó ansioso, vi qué acarició su pantalón donde se alzó su pene, tenía curiosidad por verlo, pero no me atreví a pedirlo. 

Con cuidado me retiró las bragas, estaba ya con un brillo en sus ojos azules al verme así, me cargó hasta la cama y nuevamente separó mis piernas, se pegó a ellas, dando besos y su rostro se escondió en medio, quise gritar cuando su lengua intentó meterse en mi interior, era grande y caliente. Richard estaba lamiendo con intensidad, como si fuera la última vez qué haría algo así. Me cubría la boca para no alertar a los vecinos, pero Richard alzó mi pierna hasta encontrar mi ano, no parecía querer detenerse. Pero entonces se apartó, comenzó a quitarse la playera, luego el pantalón, y por último la ropa interior; lo vi completamente desnudo, su pene se pegaba a su estómago, era largo y marcado por múltiples venas hasta la cabeza rosa. Era tal como en mi sueño: muy largo y bonito.

—Te gustaría lamerlo? Por favor, me harías muy feliz —dijo sentándose a mi lado, algo transparente salía de la punta. 

Richard esperaba ansioso, así qué acepté. Quedando invertidos: su largo miembro estaba frente a mí, y él frente a mi vagina. Agarré su pene duro con las dos manos, vi la cabeza rosa antes de lamer con timidez. Pasaron los minutos en los que intenté hacer lo posible por meter más de su pene, pero me era difícil, además Richard ya metía sus dedos en mi vagina y su otra mano estrujaba mis glúteos. Pero luego Richard se levantó y me dijo que no habría mucho tiempo, me preguntó si deseaba continuar, y yo no respondí, él separó mis piernas y agarró su duro pene y lo acercó con lentitud. El glande tocó mi vagina con suavidad, dando punteadas cómo midiendo la capacidad. Me miró fijamente e intentó meterse en mí, sentí aquello tan duro como un metal y tan suave al mismo tiempo, el glande se introdujo y luego un poco más. Me dolía, mucho pero no grité, Richard ya sudaba un poco y su olor llegó. Me estaba penetrando de a poco, cuando la mitad de su miembro traspasó me cubrí la boca. Puse mis manos sobre sus caderas, intentando sacarlo de mí, porque me estaba desgranando, pero era muy pesado. Él hizo un esfuerzo en confortar mi mal momento, empezó a mamar mis senos, lamiendo y estrenando.

Me sentí eufórica, nunca imaginé qué dolía así pero no quería que Richard se apartara, metió la cara en mi cuello y comenzó a lamer y besar mi piel mientras su cadera bajaba más. Agarró mi mano y la llevó a la hendidura entre mis piernas, su grosor parecía demasiado para mi vagina de adolescente, él ya era un muchacho y muy grande, y ahora mismo me terminó de penetrar.

—Lo ves? No estuvo mal —susurró cerca. Envolvi mi brazo a su cuello, aspirando una y otra vez para calmarme, empecé a llorar en silencio, no supe bien porqué. Y Richard no lo notó. Pero todo tomó un nuevo rumbo y aterrador cuando mi hermano llamó a la puerta, con ese acento torcido de la bebida.

 Cuando entró y prendió la luz, Richard dio un salto fuera, me tape con las sábanas, pero ya era tarde.

_Qué mierda? _dijo aturdido, con un tono calmado. Richard balbuceaba sobre estar demasiado borracho, y pidiéndole a mi hermano recordar sus experiencias en la Universidad. Gregor seguía en la puerta, yo esperaba por recibir una bofetada y sus reclamos.

_Sólo está vez —oí de mi hermano, por lo que Richard se calmó, quitando sus grandes manos de su erección. Lo que ocurrió después me sigue sorprendiendo, las luces fueron apagadas, pero con las lamparas encendidas. Richard me pidió descubrir mi cuerpo frente a Gregor, que comenzó a retirarse la playera, también se ejercitaba, y tenía el vientre tatuado.

_No le dirás a mamá, ¿verdad?

Oí. Gregor se acercó a la cama, abriendo el cierre de su pantalón, dudando un poco antes de liberar su pene, medirá al menos 20 centímetros, curvada a la izquierda con una extraña anchura en la base y su glande en una punta inusual. Subía sobre mi cuerpo, agarrando esa cosa enorme. Sin decir más, Gregor bajó y su pene se acomodó entre mis piernas, entrando despacio. Gemi, notando como empezaba las embestidas lentas. Me sentí estúpida al no poder reaccionar, me dejé ser tomada por mi embriagado hermano. Richard se acomodó a mi lado, guiando mi cabeza a su pene. Lo metí a mi boca con cuidado.
Al poco tiempo Gregor salía, y Richard me posicionó al borde de la cama, separando mis piernas y diciéndome que yo hiciera el resto. Lo que hice fue tomar su pene, y hundirlo en mi vagina, aguantando el dolor, pero también disfrutaba de todo, de cómo Gregor se acostaba y nos veía mientras jalaba su entrepierna medio dormido.

_Ya es mi turno _dijo Gregor quitándose por completo los calzones, sacudiendo su erección. Richard me soltó, y me acerqué a m hermano asustada. Subí sobre su pelvis, rozando su glande con mis nalgas y me acomodó de forma que mi vagina lo recibió más fácil.

_Lo estás disfrutando? _me preguntó Gregor, demasiado serio. Subía la cadera, haciendo que yo cerrara los ojos cuando los 20 centímetros terminaban dentro. Richard gateaba tras de mí, escupió en su mano y con ella froto mi ano. Me aterró imaginar el dolor.

_No, no quiero eso _supliqué.

_Vamos a intentarlo, te gustará. El dolor es sólo al principio…

Gregor me dijo eso, sacando su VERGA, (Como me pidió llamarle.) El primer dedo entró con cuidado, entrando y saliendo hasta ser algo soportable. El segundo duró dentro más tiempo, y cuando tres de sus dedos ya me causaban cierto placer; Richard dijo…

_Allá vamos Cindy_

El glande se deslizó dentro, tomándome de la cintura me presionó hacia él, parecía interminable, era insoportable, pero Gregor me regaño diciendo que pasaría. Por suerte Richard estuvo conforme con dejar su largo pene dentro, quedándose quieto por varios minutos. Las manos de Gregor y las suyas iban de mis pechos a mi vagina lampiña, metiendo los dos sus dedos al mismo tiempo.

_Ya es suficiente — dijo Gregor a Richard, me apartó un poco y procedió a penetrar mi vagina. Volví a llorar, sintiendo a los dos muchachos moverse dentro de mí. Lo más insoportable era por detrás, nunca experimenté un dolor así.

_Ya cállate _me dijo Gregor, no parecía disfrutar, o sentir remordimiento por lo que me estaba haciendo.

_Vamos preciosa, aquí me tienes. Yo la estoy pasando increíble — murmuró Richard pegado a mi oreja, jadeaba y separaba mis glúteos. No había prisa en sus movimientos, lo cual agradecía. Cerré los ojos, soportando como podía. Después de varios minutos así, mi entrada se relajó hasta ser yo la que tomó impulso, algo suave.

_Daté la vuelta —me dijo Gregor, Richard se apartó, me separé y mis orificios ardían. Con las piernas temblando, giré, sintiendo la punzada del miembro de mi hermano ir de a poco entre mis nalgas blancas. Richard se apuró a ubicarse delante, ocupando mi vagina, la sensación de su pene enorme entrando casi me hizo gritar, de dolor y de placer. Tuve que moverme, ambos gruñian y me tenían agarrada con mucha fuerza, creo que dejaron marcas de sus dedos en mi cintura y hombros.

Gregor indicó que nos movieramos, terminando ellos de rodillas frente a frente, conmigo atrapada entre ellos. Richard me sostuvo la mandíbula, pegando sus bonitos labios a los míos, después Gregor hizo lo mismo, fue muy extraño, su aliento y su lengua causaron escalofríos en todo mi cuerpo. Cuando salieron casi al mismo tiempo, su semen golpeó mi vientre y mi espalda baja.

Se vistieron en silencio, con sólo los pantalones salieron y todo terminó. Yo me apresure a limpiarme, esperando para asomarme y correr al baño para darme un baño largo.

Por JOSEP 24

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