viernes, 29 de mayo de 2020

Juegos Prohibidos


Parece que es cierto que las nenas, tenemos mayor afinidad con nuestro padre que con nuestra madre. La verdad es que si bien, siempre tuve una excelente relación con mamá, a quien respeto mucho, nunca le he brindado el cariño o la dedicación que permanentemente he tenido con papá, y aún hoy sigo teniendo. Por suerte para mamá, mi hermano ( Martin, 3 años menor que yo ) se encargó de compensar esa falta de efusividad que yo he tenido para con ella, ya que él vive abrazándola y besándola.

Ahora que lo escribo, me pregunto si todo el esmero de Martin en cuidar, proteger y mimar a mamá, no será porque se habrá acostado con ella ? No me parece que hayan tenido sexo, pero algún día se lo preguntaré a ambos, solo para saber y sacarme la duda. Por mi parte y como ya les he respondido a algunos de ustedes, que me consultaron vía email, NO he tenido relaciones sexuales con papá, a pesar de haberlo deseado profundamente. Esa es la respuesta, siempre y cuando la pregunta sea si papá me ha "penetrado" alguna vez.

Siempre fui y sigo siendo muy cariñosa con todos, pero papá siempre fue mi debilidad. Desde chica, corría a abrazarlo cada vez que llegaba a casa y no quería nunca despegarme de él. Donde él iba, Laurita siempre iba atrás.


Desde chica, solía sentarme a caballito de papá, mientras mirábamos televisión. Generalmente con las piernas abiertas, por afuera de las de él y recostada de espaldas sobre su cuerpo. Esa posición, me hacía sentir muy cómoda y más aún cuando el apoyaba sus manos en mi panza.

A los 12 o 13 años, ya me sentía grandecita como para estar jugando con papá, pero como una fuerza irrefrenable del destino, cada vez que lo veía, necesitaba besarlo, abrazarlo y acariciarlo. Por esa edad, fue cuando comenzaron nuestros jueguitos. No recuerdo que hubiera ocurrido antes, pero hubo una noche, en que sentados como siempre, viendo TV, las manos de papá no se quedaron quietas, sino que por el contrario, jugaban en mi vientre y recorrían mis piernas hacia abajo y arriba con caricias suaves. Recuerdo que estaba con mi camisón de algodón, que por cierto lo tenía desde los 9 o 10 años, con lo cual me quedaba bastante corto, así que dejaba todo el largo de mis piernas y parte de mi bombacha al descubierto. También recuerdo que en lo mejor de sus caricias, mamá apareció en la sala y me envió a la cama. Había algo esa noche en las caricias de papá que me producían una sensación muy distinta a las veces anteriores. Sentía que quería llenarlo de besos y dejar que siguiera acariciándome todo el tiempo. Cuando llegué a mi cuarto, necesitaba mucho mas que otras veces a mi "OSO CAMILO" entre mis piernas. Camilo, mi oso de peluche, ha sido durante años, de alguna forma , mi asistente sexual.

Abrazarlo me hacia sentir mas segura cuando pequeña y cuando a los 10 años mas o menos, comenzaron a aparecer los primeros vellos en mi pubis, usaba su cuerpito para aplacar la picazón. Así descubrí que no solo Camilo me servía para rascarme, sino que sus pelos sobre mi conchita infantil, me producían un placer enorme, que por supuesto, luego supe que lo que hacía en aquel momento, no era otra cosa que masturbarme con el peluche. Pero volviendo al tema, esa noche, me metí a la cama, saqué mi bombacha y metí a Camilo entre mis piernas, fregándolo salvajemente durante un buen rato, hasta que tuve en mi cuerpo, una sensación única, como de electricidad, luego de la cual, agotada, me quedé dormida.

Evidentemente, había alcanzado aquella noche mi primer orgasmo como mujer y gracias a las caricias que me había prodigado papá. Como imaginarán, al día siguiente esta super ansiosa para volver a ver TV sobre sus piernas. Por suerte, repetimos lo ocurrido el día anterior, pero esta vez papá se atrevió a más. No solo me acarició las piernas, sino que también pasó suavemente sus manos por mis tetitas y sobre mi bombacha, pero el punto máximo de esa noche, fue cuando pasándome la mano por debajo de mi conchita, me acomodó mas arriba en sus piernas y fue allí, donde pude sentir por primera vez, la dureza de su pene en mis nalgas. Fue una sensación maravillosa y desconocida para mi hasta entonces. No sabía que hacer pero sentía mucho calor.

No me parecía oportuno, meter mi mano debajo de la bombacha para tocarme, pero era lo que realmente hubiera hecho en ese momento. Apoyándome sobre las rodillas de papá, subí mas mi cuerpo sobre el suyo, como para que su dureza, me diera justo donde mi cuerpo me la pedía...y sentir esa dureza en mi conchita, produjo un placer, que nada igualaba hasta el momento. Por supuesto que Camilo, tuvo que hacer las veces de consolador luego, porque esa calentura ( ahora sé que eso era una terrible calentura ) no podía dejarme dormir, a no ser que la apagara con una terrible paja. Esa posición, fue la que utilizamos durante las noches siguientes para ver tele: yo apoyada con los codos en sus rodillas y sentada justo sobre el pene erecto de papá, mientras me acariciaba la espalda y a veces, un poquito la cola.

En otras oportunidades, me tiraba en el sillon, de costado y apoyaba la cabeza sobre las piernas de papi, y sentía la dureza en el costado de la cara. Los jueguitos terminaban generalmente porque mami me mandaba a la cama o porque papi o yo, decidíamos irnos a dormir. Cuando yo, supuestamente decidía irme a dormir, era porque en realidad, la calentura no me permitía seguir y recurría a Camilo o siendo un poquito mas grande, a mis dedos y otros objetos que fui encontrando utiles para hacerme una buena paja ( aún hoy, tengo en mi mesa de luz, un envase del pegamento escolar...por las dudas...). Y la verdad es que los primeros tiempos, suponía que cuando papi decidía irse a dormir era porque tenía sueño, pero luego supe que él también recurría a sacudirse una paja o a cogerse a mamá.

Esto lo supe, porque me moría por saber como era su pene. Conocía el de mi hermano, porque de pequeños nos bañaban juntos, pero la curiosidad de ver un pene adulto en erección, era mas fuerte que yo, así que llegué a espiar a papá en mas de una oportunidad...( es decir...mas de cientos de oportunidades...) en los que lo ví, boca arriba en su cama, pajeándose o cogiéndose a mamá. Su pene era hermoso, erguido y grande ( hoy me doy cuenta que su pene no era tan grande como yo lo veía en aquel momento, pero en ese entonces, me parecía gigante y que eso nunca podría caber en mi interior, por mas que nos esforzáramos ) y las veces que lo veía pajearse, las sábanas de mi cama terminaban húmedas y enredadas. No así cuando lo veía coger con mamá. La verdad es que me daba mucha envidia, pero comprendía que así era como debía ser y no conmigo ( creo que mamá, debería haberme dado mas los gustos, si hubiera sabido que era su nena la que le ponía el pene duro a su marido, para que ella lo disfrutara ).

Hubo mas juegos, mas roces, mas caricias que nos produjeron grandes calenturas, pero creo que esto puede ser un breve resumen de mi relación con papá.

Como ya les he contado, desde mis 16 años, tengo el mismo cuerpo que ahora. ( Para los que no se conformen con verme en la foto, pueden leer mi primer relato, donde figuran mi peso, altura, y medidas ) Claro que en todo este tiempo, ha habido algunos cambios de look. A veces estuve un poco mas flaca, otras un poco mas gorda, he tenido pelo lacio, mas largo, mas corto, con pubis rasurado, peludo y bueno...cambios normales de la edad, pero en definitiva, siempre bastante parecido. El asunto es que desde que desarrollé y adquirí mi tamaño actual, ya no me he permitido continuar con los jueguitos que tenía con papá...por el bien de ambos y de la salud familiar ( claro que si me llego a enterar que Martin tuvo sexo con mamá, quien les dice…me saco las ganas que siempre le tuve a papá ).

Por Lau

No hay comentarios:

Publicar un comentario