martes, 30 de marzo de 2021

De pareja a trio


Capitulo 1

La verdad que estas cosas suelen empezar poco a poco. Que si un día mi esposa dice que se va por trabajo fuera del país y empiezas a notar como su hermana te mira de forma diferente, que si habla más con ella, que si sale más con nosotros, que si nos vamos a Roma y dormimos los tres en la habitación...

Esos detalles que no sabes bien si vas, vienes, o como siempre, nada de nada.

Uno de esos días, vino a la piscina de casa, estábamos hablando los tres, ellas sentadas y yo tumbado en las piernas de mi mujer, con las gafas de sol y dejando que el sol y el murmullo del agua acabaran con el estrés de la semana, además habíamos quedado con unos primos de mi mujer, muy buena gente, y quería estar despierto y disfrutar de la noche, me apetecía desconectar del mundo.

En uno de esos momentos abrí los ojos y enfrente de mí me encontré la braguita del bikini de mi cuñada y como de ella salía un buen matojo de pelos. Tuve un doble pensamiento, el primero que como llevaba varios años sin novio, la verdad que no me extrañaba que descuidase su aspecto íntimo y el segundo, ¿me dejaría arreglárselo?, ¿y a mi mujer?, ¿y a los dos juntos?. Mi cabeza empezó a volar y a imaginarse un afeitado de coño con su posterior limpieza,... pero cuando estaba metido en mis pensamientos algo me sobresalto, era mi pene que se estaba hinchando y luchaba por salir del pantalón. Avergonzado, me tumbe de espaldas y me puse a leer una revista, pero sabía que ese vello estaba ahí al lado, acechando y no podía parar de mirar de reojo. Evidentemente mi pene, se convirtió en polla y no había ya forma de pararla, bueno realmente si había, pero digo allí en la piscina, o sea que me levante de un salto y me zambullí en el agua. La verdad que no sé si ellas se dieron cuenta.


Eran las siete de la tarde cuando nos subimos a arreglarnos para salir a cenar. Todos con nuestros bañadores mojados, el aire acondicionado hizo que los pezones de mi mujer y mi cuñada se alborotasen. No podía dejar de mirarlos. Y mi pene volvía a despertar. Mi mujer se dio cuenta y me dijo que sería conveniente que empezásemos a ducharnos. Eso era lo mejor una ducha fría, una buena paja, cenita, unas copas y dejar de fantasear. Yo me metí en mi ducha, mi mujer en la suya y mientras mi cuñada esperaba fuera hasta que una de ellas quedara vacía. Yo acabé pronto. Estaba muy caliente y no tardé mucho en correrme. Un enjabonado rápido y ya estaba listo, sin embargo ya sabéis como son las mujeres, que si un pelito por aquí, que si el suavizante, la mascarilla del pelo, el secador, .... Eternizante. Yo salí muy pronto, tan rápido que mi cuñada no se lo esperaba. Al entrar al salón me la encontré jugando con su almejita, tenía dos dedos dentro. No sabía que hacer, ¿era esta la oportunidad que siempre había deseado?, ¿qué opinaría mi mujer si nos pilla?, ¿querría mi cuñada? En mitad de estos pensamientos mi cuñada se percató de mi presencia.


- ¿desde cuando llevas ahí?, ¿estaba mirando que debería cortarme estos pelos?

Me había pillado, no sabía como reaccionar.


- Deberías ducharte se hace tarde. La mía ha quedado libre. Entretente dentro lo que quieras, que nadie te va a molestar.

- Esta bien. Pero,....te ruego me comprendas llevo tanto tiempo sin,... me entiendes.

- Yo no llevo tanto y me acabo de hacer una paja en la ducha. La piscina me ha levantado los ánimos.

- A mí también se me ha despertado algo

En eso notamos que deja de sonar el secador.


- Vamos Carmen, que se te va a hacer tarde y no te va a dar tiempo a todo. Le dije con un poco de sorna.

Mi cuñada es cinco años mayor que nosotros y yo supongo que estaba curada un poco de espanto. Vi como se metía a ducharse en el baño de mi mujer. Mientras yo me puse a ver un partidito de fútbol en la tele mientras las mujeres acababan. Al poco tiempo me acerque a la cocina a por una Coca-Cola y al pasar por la puerta del baño, pude escuchar a las dos partiéndose de risa. ¿se lo estaría contando?, ¿de que estarían hablando?, ¿la habría cargado?,... Bueno, no era tiempo de preocuparse por el futuro cuando todavía no había llegado.

Acabaron de arreglarse, las dos impresionantes, y salimos a cenar. Llegaron sus primos, realmente era su primo y la novia de él. Cenamos muy a gusto y nos fuimos de copas. Mi cuñada no hacía más que beber, se acercaba a mi mujer, cuchicheaban, me miraban y se reían. De vez en cuando mi mujer me hacía señales como si me fuese a dar unos azotes. Yo sonreía, por no salir corriendo.
La noche iba pasando hasta que su primo y la novia se retiraron a su casa y nos quedamos los tres. Estaba acojonado.. Mi mujer, Bea, me miró y dijo:


- Creo que debemos irnos nosotros también.
- Como tu quieras cariño.

- Mi hermana esta muy mal, hay que llevarla a su casa.

- Pero si está a 35 kilómetros de la ciudad. Mira es mejor que duerma contigo en la cama y yo dormiré en el sofá.

Nuestra casa tiene dos baños y dos habitaciones, pero en la otra habitación hicimos un despacho, o sea que no había más camas que la nuestra.


- Me parece bien, dijo Bea.

Lo dijo en un tonillo, que no supe descifrar en ese momento. La verdad es que estaba acojonado.

Llegamos a nuestra casa, Carmen iba un poco borracha y yo sabía que mi mujer la tendría que desnudar. Entre a mi habitación cogí un pantalón corto del pijama, me cambie en el baño y me tumbe en el sofá para dormirme. Tumbado desde el sofá, te quedas enfrente de la puerta de la habitación principal, y fue allí y no en otro sitio donde mi mujer empezó a desnudar a su hermana. Carmen quedaba de espaldas a mi y yo veía la cara de mi mujer. Primero la fue desabrochando los botones de la camisa, después el sujetador, quedando la espalda de Carmen desnuda ante mi, Mi corazón empezó a bombear sangre a un ritmo infernal y mi mente sólo podía pensar en las vistas que mi mujer tenía en ese momento. Se me empezó a poner tiesa. Después la desabrochó la falta, dejándola caer al suelo. Estaba flotando, por qué mi mujer me haría sufrir así. ¿Pensaba acaso que no su hermana no era mujer ni yo un hombre? Otra vez su voz disperso mis pensamientos.

- ¿ Me vas a ayudar?, ¿o tengo que hacerlo yo sola?
- Espera ya voy.

Todavía no sabía a que tenía que ayudarla, a vestirla, a acostarla. Pero me levanté, con la polla bien dura y me acerqué a la espalda de Carmen

- ¿A que te ayudo?
- No te hagas el tonto, has dejado a mi hermana a medias esta tarde y ahora tenemos que ayudarla a acabar lo que empezó.

- Eso, dijo Carmen, no podéis dejar que me acueste en estas condiciones. Y se echó a reír

No sabía donde meterme, ¿me estaban vacilando?

Mi mujer se acercó a mi y me empezó a dar un beso muy húmedo. Carmen estaba aprisionada por nosotros dos y Bea empezó a meter la mano entre las bragas de su hermana y el culo, rozándome mi polla.

Yo cogí a mi mujer por el culo y empecé a bajarla su pantaloncito del pijama.

- Las braguitas de mi hermana son feas, hazla lo que haces con las mías.

Estaba claro lo que quería. Introduje mis manos entre las bragas y su coñito. Las tenía empapadas. Fue muy fácil romperlas por la costura y dejarla sólo los tres elásticos, uno en la cintura y los otros en cada uno de sus piernas. En ese momento empezó a respirar más intensamente. Estaba tan expuesta que no dude en agacharme y empezar a mordisquearla el culo. Tenía las dos manos en sus caderas y empecé a notar que las estaba moviendo lentamente. Quería que me la follara. Pero después de tanto tiempo esperando algo así tenía que aprovecharlo lo máximo posible. ¿Hasta donde estaban dispuestas a llegar? Esa era mi pregunta en ese momento y debían de responderla.

Desplace mis manos hacia mi mujer y la quite las bragas, ella entendiendo mis actos se quito la camisetita de tirantes del pijama. Sólo quedaba yo vestido con el pantalón corto y mis shorts. Introduje la mano derecha entre las piernas de Carmen y empecé a masajear los labios a mi mujer. Con el antebrazo notaba la humedad del coñito de mi cuñada. Era un roce premeditado pero que no quería que fuese directo. La otra mano agarraba fuertemente el culo de mi cuñada mientras la mordía. Poco a poco empecé a desplazar mis dedos hasta que uno de ellos se paro en la entrada de su ano. Carmen lo noto y dio un respingo.

- Mételo. No te pares ahí.

Me dijo mientras se frotaba contra mi antebrazo. Me chupe el dedo gordo y se lo metí en el culo.

- Dios. Tienes otro agujero. ¡aprovéchalo!
- Carmen ¿Qué pasa?
- Tu marido que es un cabrón y me esta metiendo un dedo en el culo. No sabes como me gusta.

- Pues a mi nunca me ha apetecido pero viendo tu cara lo voy a probar. Metemelo a mi también Carlos.

Iba a ser la primera vez para mi mujer, si quería volver a repetirlo no tenia que hacerla daño. Metí el dedo corazón en el coño de Carmen. Viéndose masturbada empezó a moverse de un lado para otro, yo seguía agachado a su espalda, oliendo sus fluidos y notando que se iba a correr. Empezó a correrse entre unos espasmos que la daban y pude ver como salía como una bocanada de jugos de su coño, manchando el suelo, dejándolo pringoso no dejada de jadear. Saque mis dedos, arrugados por la humedad, y le introduje uno a mi mujer en el ano. Carmen se apoyo en los hombros de mi mujer quedándose inclinada y ofreciéndome su chorreante coño. Empecé a chuparselo, mientras estrenaba el culo de mi mujer con uno de mis dedos humedecido por su hermana. Prefería no pensar en lo que estaba ocurriendo.

- Túmbate en la cama. Te vas a dislocar el cuello. Además quiero que me mordisquees el clítoris y así no llegas bien. Dijo Carmen

Me tumbe en la cama, comiéndole aquel manjar a mi cuñada que no paraba de humedecerse. Mi mujer se puso enfrente de ella y empezó a restregar sus pechos con los de Carmen. Y yo la introduje un dedo de cada mano en el culo, la notaba muy excitada, por lo que cambie de coño y le di a mi mujer un masaje con la lengua. Se retorcía cada vez me le hacía círculos alrededor del clítoris. Carmen lo notaba y empezó a chuparla los pezones. Beatriz empezó a masturbar a Carmen por lo que me centre el coño de mi mujer. Nunca lo había notado así. Iba a cumplir otro de mis deseos y mi mujer lo sabía.

- Cariño, prepárate que este va por ti.

Empezó a contraerse y expandirse sus paredes, saque la lengua, abría la boca y empecé a degustar los jugos de mi mujer. Eran impresionantes, saque la lengua para chupar mi cara. Las dos se pusieron a mirar mi cara de placer.

- Ahora te vas a follar a mi hermana. Necesita una polla. Dijo Bea.

Me quitaron la ropa me tumbaron boca arriba y Carmen se metió la polla entre suspiros. La muy cabrona seguía empapada. Mi mujer se sentó detrás de ella rozando su pubis contra el culo de su hermana. Si hubiese tenido polla se la hubiera metido, sólo había que verla la cara. Bea cogió los pechos de su hermana desde abajo, como si los sujetase y empezó a rozar sus pezones con los dedos gordos. Estos estaban bien duros. Carmen para no caerse, se sujetaba en el culo de Beatriz. Mi mujer la dijo algo al oído que yo no pude escuchar. Carmen echo para más hacia atrás uno de sus brazos, al rato mi mujer dio un respingo. Creo que la estaba metiendo el dedo por el coño. El otro brazo lo levanto, agarro a mi mujer por el cuello y empezó a besarla. Sus lenguas se salían de la boca. Carmen empezó a acelerar mas el ritmo, y mi mujer también. Bea estaba estirando uno de los pezones de su hermana. Estaba seguro que se iban a correr cuando Carmen se saco mi verga, totalmente lubrificada y se la metió por el culo. Mi mujer lo vio y metió uno de sus dedos en el coñito que acababa de estar vacío. Me iba a correr. No podía aguantar más. Mi cuerpo se estaba tensando. Había llegado al punto sin retorno y me vacié en el culo de mi cuñada, al notarla la muy cabrona cogió la mano de mi mujer para que se esforzase más en su labor. Mi mujer ya la tenía tres dedos dentro y no paraba de chuparla las tetas. Carmen se corrió otra vez. Mojándome mi ombligo, se saco la poya y empezó a chuparmela. Mientras mi mujer empezó a comerse el semen que chorreaba del culo de Carmen. Me quería morir, jamás en mi vida hubiera imaginado que mi mujer era así de guarra. Me encantaba esta faceta descubierta.

Cuando acabó se sentó en la espalda de su hermana, que parecía que quería desgastarme la polla a lametazos.

- Carmen, creo que deberíamos dejarlo ya, echar un pis y dormirnos.

- Como quieras

Carmen dejo de chuparme la polla y se quedo fijamente mirándome a los ojos, con una sonrisilla malévola. De repente empecé a oír un sonido, un fuerte olor se apoderó de la habitación y algo caliente caía sobre mi pene y mis piernas. Mire la espalda de Carmen y estaba llena de orina cayendo por sus costados, resbalando por los pechos y saltando desde los pezones. Sin apartarme la mirada me dijo:

- ¿Y tú?¿no tienes ganas?

Me cogió de la polla y apunto a su estomago.

- Meame, humíllame y dejare que me des por culo cuando quieras.

La verdad, es que no podía aguantarme, entre la bebida de la cena, las copas y el sexo tenía la vejiga a estallar. Vi como salía de mi y como Carmen la movía para que la regase. Mi mujer aplaudía y las sabanas se iban empapando. Yo notaba como caía mi orina sobre mi tras rebotar en los pechos de Carmen.


- Eso es, sigue así, no dejes nada dentro. Y ahora me toca a mi. Túmbate hermanita que esto te lo dedico por dejarme a tu maridito. Empezó a mamarla mientras intentaba masturbarme de nuevo. Pero si os soy sincero ya era demasiado para mi. Recogimos las sabanas. Pusimos unas limpias en el suelo y nos quedamos dormidos.

Capitulo 2

Después de nuestra comunión conjunta con el sexo, era bastante frecuente que mi cuñada Carmen se quedase a dormir con nosotros. Esto se empezó a repetir con bastante frecuencia y como no podía deshacerme del despacho optamos por comprar una cama de 2 m de ancho, así podíamos dormir sin molestarnos, y si queríamos guerra, estábamos siempre los tres juntos y no hacíamos de menos a ninguno. Vamos que tenía mi pequeño harén.

Todo iba estupendo. Nadie sospechaba de nuestra otra vida en común.

Una noche, para ser más exacto, el 4 de enero de 2.003, estábamos los tres tumbados, desnudos, sobre la colcha y empezamos a planificar la cena de la noche de Reyes, que si nos íbamos a vestir de una forma especial, lo que íbamos a cocinar, que nos traerían los Reyes,….

De repente algo me bajo de mi noche perfecta.

Por cierto, dijo Carmen, una amiga mía me ha dicho que si podía venir a cenar con nosotros. La pobre está sola y siempre esta noche la ha pasado con su familia.

Cómo iba a decir que no. Miré a mi mujer con cara de resignación y acepté. Que remedio.

Al día siguiente estuvimos preparando la cena, sin mucho entusiasmo de mi parte.

Y llegó la maldita hora. Sonó el timbre y al abrir la puerta apareció una mujer bastante más joven que nosotros, sobre los veintiséis calculé. Pelo moreno largo y rizado, una amplia sonrisa, un amplio escote y dos enormes tetas de las que no podía apartar la mirada. Aunque si me percaté que llevaba una mochilita. Si tenía intenciones de quedarse a dormir lo llevaba claro. Ya no entrábamos más en la única cama, o sea que si traía esas intenciones la tocaba dormir en el sofá.

Besos de rigor y presentaciones.

Se llamaba Gloria. Joder, pensé, parece que le han puesto el nombre sabiendo que iba a ser una maciza de cuidado.

Empezamos a cenar y tenía que hacer grandes esfuerzos para apartar mi vista de sus tetas. Mi mujer se dio cuenta y me dio un pisotón. Vale, reconozco que me estaba pasando, pero es que ni mi mujer ni mi cuñada, ni las tetas de las dos juntas hacían las de Gloria. Bueno, puede que esté exagerando, pero eran como yo siempre las había deseado. Grandes, pero no enormes, redonditas, su juventud las mantenía erguidas,… en fin que los platos iban pasando sin que los prestase mucha atención.

Llegaron los postres, el café y la entrega de regalos.

He de confesar que por cumpleaños y reyes preferimos cosas practicas, ropa, … y para aniversarios u otros días no marcados regalos más especiales.

Sacamos los regalos. Mi mujer y yo regalamos juntos. Para Carmen un abrigo que necesitaba. Lo típico: pruébatelo, para ver como te queda. Para Gloria unos guantes y una bufanda, no sabíamos como era y hubo que comprarlo deprisa y corriendo. Para mi mujer una chaqueta: ¡qué se la pruebe!, ¡Qué se la pruebe!. Otro para mi mujer, una falda: ¡qué se la pruebe!. Lo hace encima de los pantalones y la quedaba bien. Para mi una jersey que también me lo pruebo y unos zapatos. Nosotros tres ya habíamos repartido nuestros regalos y quedaban los de Gloria.

Chicos, me habéis hecho muy feliz esta noche acogiéndome en vuestra casa, decía ella. Os he comprado estos detallitos para correspondeos. Espero que os sean de utilidad y os hagan un poco más felices.

Qué considerada, pensé.

Toma Carmen este es para ti.

Carmen lo desenvuelve muy despacio. Es una caja y cuando lo abre saca un consolador plateado.

Gloria: ¡qué se la pruebe!, ¡qué se la pruebe!

Dios, ¿Dónde me he perdido?. Miré a mi mujer y Bea encogió los hombros. ¿estabamos haciendo una especie de fiesta toga y yo no lo sabía? ¿en mi casa? Y lo que más que remordía. ¿Había algún tipo de relación sexual entre Gloria y Carmen? ¿Lo tenían pactado? ¿Carmen la había contado nuestras experiencias?

Demasiados pensamientos. Todos ellos fueron atropellados por una imagen. Carmen se pegó un lametazo en la mano, se bajo la falda, las medias y las bragas y empezó a humedecerse el coño. Con la otra mano mojaba el consolador para que estuviese más resbaladizo. Un lengüetazo más.

Mi polla empieza a crecer, mi mujer a descojonarse de la risa, yo creo que de los nervios.

Carmen cierra los ojos y se empieza a meter el consolador.

Gloria nos mira con cara pícara. Nos desnudaba con la mirada. Era evidente que sabía nuestro secreto.

Todos en silencio, conteniendo la respiración y Carmen abriendo más las piernas para meterse el consolador. No tiene bastante y apoya los pies en la mesa. Se agita cada vez más. Se va a correr. Y yo tenía que tener una cara de gilipollas, creo que hasta babeaba.

Gritos entre el silencio. Carmen con los ojos cerrados. Se corre, saca el consolador y empieza a lamer sus jugos del consolador.

Mientras, Gloria seguía con su juego. Regalo para Bea. Se lo da con cara de pilla. Mi mujer me mira acojonada, mira a su hermana pero Carmen sigue chupando su vibrador, absorta del mundo, relamiéndose sus jugos.

Lo abre. Otro consolador, pero este dorado.

Bea, pruébalo. Dijo Gloria.

Bea se baja los pantalones y las bragas muy decidida, como una colegiala deseando aprender algo nuevo.

Mi mujer me da un largo beso húmedo, me coge la mano y la lleva hacia su conejo. Estaba empapado. Coge el vibrador dorado y se lo empieza a meter.

Espero que a mi no me regale otro vibrador, ¿qué me habría comprado?, La curiosidad me podía más que ver a mi mujer masturbándose y mirando lujuriosamente a Gloria. La apetecía follarsela.

A todo esto Gloria seguía impasible, sólo se le notaban los pezones erectos dentro de su vestido negro. Después de llevar observando sus tetas toda la cena estaba seguro que no llevaba sujetador.

¡Ah! ¡Ah!, Mi mujer se estaba corriendo y todas las miradas fueron a parar a Gloria a después a mí. Estábamos todos expectantes.

Gloria se levantó, se desabrocho el vestido y lo dejó caer. Vestía bragas de lencería negras, medias negras y ligueros a juego con todo. Mis sospechas se confirmaron. Dos preciosas tetas se mostraban ante mí sin sujetador. Se arrodilló ante mí, me bajo pantalones y calzoncillos me abrió las piernas y se introdujo en medio. Lamió sus manos y se extendió la saliva en el canalillo. Luego escupió en mi polla, la masajeo un poco para que se extendiese la saliva. Envolvió mi pene entre sus tetas. Mi corazón bombeando sangre a todo mi cuerpo y mi polla recibiendo e hinchándose más.

Esto es lo que querías, ¿verdad?. La cabrona de mi cuñada le había contado que me moría por una buena cubana hecha con unas buenas tetas.

Mi mujer y mi cuñada se aproximaron a mi mirar. Gloria subiendo y bajando las tetas. Yo estaba a cien y la verdad es que me corrí enseguida.

Uy, espero que luego aguantes más, dijo Gloria.

¿Luego? ¿Es que hay más?

A partir de ese momento tomó el protagonismo el bolso de Gloria, me recordaba al de Sport Billy, no sé si os acordáis de esa serie.

Vosotras dos, de pie, acabad de desnudaos. Y tú también. Ordenó Gloria. Entre el acojone y la curiosidad la hicimos caso.

Sacó varias telas largas con las que ató las muñecas, por detrás de la espalda, y tobillos de las hermanas. A mí me ató a una silla.

Ella se quitó todo menos las bragas, se sentó en la mesa con una de cada hermana enfrente de cada pierna. Las obligó a chuparla los dedos de los pies. Descorchó la botella de cava que quedaba sobre la mesa (nos habíamos bebido otra durante los postres), y empezó a derramarlo sobre sus piernas, para que las hermanas bebieran de sus pies.

Mi polla ya estaba en acción.

Se mojó también los pechos y el coño. Mientras me miraba. Llenó algunas copas hasta que quedó la botella vacía. Las puso en cuclillas y las obligo a follarse las botellas.

Mientras se acerco a mí. Se escupió la mano y empezó a hacerme una paja con mucha fuerza.

Córrete cabrón, no me vas a servir de nada, ni a ellas, mira como se follan las botellas, no vales para nada. No me lo podía creer me excitaba que me humillase. Echa tu semen, no vales para nada, lo ves se están corriendo otra vez sin ti. Hoy no te vas a follar a ninguna, no aguantas ni una paja de mierda.

Me la empieza a chupar a mordisquear. No aguanto más y me corro sobre su cara, cuello y pechos.

Vaya mierda de tío. Vosotras, chupas esto, que me ha manchado el cerdo. Y lavadle bien la polla.

Y allí estaban las dos chupando sus labios, su cuello, sus pezones. Intercambiando mordiscos y lametazos.

Demasiado sexo para mí. Tenia que ir al baño, pero no podía levantarme. Gloria se dio cuenta.

Méate aquí cerdo, si eres un animal. Y lo hice no tenía elección.

Os he dicho que me dejéis esa polla limpia.

Mi mujer y mi cuñada empezaron a limpiármela, atadas de manos, al igual que yo.

De la bolsa, saco algo pequeño que yo no pude ver.

Abre la boca.

Me metió una pastilla.

Espero que ahora sirvas para algo. Y vosotras, que sois también unas cerdas. , Limpiad mi coño y mi ano.

Ella de pie, masturbándose y Bea y Carmen limpiando sus agujeros.

Os estáis portando muy bien, si seguís así os voy a dar un regalito.

Carmen empezada a gemir y estremecerse.

¡Parad!. Ordeno. Se acerco a la bolsa y sacó un consolador doble. Las puso culo contra culo y se lo introdujo por la vagina.

Follaos perras.

Y yo me volví a empalmar. Se acerca a mí. ¿Qué querrá ahora?.

Me han dicho que te gusta romper culos. Tu mujer lo ha limpiado para ti. Follame el culo.

Se unto lubricante en dos dedos y se los introdujo en al ano. Luego me puso lo sobrante en la polla. Y empecé a darla por culo.

Menos mal, creía ya que no me iba a dejar follarmela. Mis manos se perdían entre esas tetas que me habían cautivado.

Con mis empujones, nos acercamos donde estaban Bea y Carmen. Gloria las desató las manos para que pudieran joder mejor.

Carmen se quitó el consolador doble, y mientras se lo metía a su hermana, con la otra mano se asía a sus tetas, mamándoselas como nunca. Estaba desquiciada. Bea, introdujo dos dedos en el conejo de su hermana.

Gloria empezó a chupar el culo de Carmen. Era lo que más cerca tenía. Cuando se separaba yo podía ver como el ano de Carmen se contraía y extendía solicitando acción. Para Gloria tampoco pasaba desapercibido y lo calmaba metiéndole la lengua.

Gloria volvió a ordenar.

Parad todos y limpiadle la polla. No quiero algo tan sucio dentro de mi coñito.

Y las dos hermanas volvieron a obedecer y me chuparon la polla y los huevos.

Ya esta bien, que la vais a desgastar. Folladme todos.

La tumbamos boca arriba. Yo la metí la polla, mi mujer la mordía el clítoris como podía y Carmen la pellizcaba y mordisqueaba los pezones, empezó a gemir y arquearse.

Soy una puta, folladme cabrones, soy una mala puta.

Puta de mierda, cómeme el coño. Dijo Carmen.

Y tú a mi también hermanita, replicó Bea.

Y allí estábamos. Bea chupándose sus propias tetas, de pie, su hermana, de rodillas, cogiendo el culo de Bea con ambas manos y chupándole el coño. Mi posición no me dejaba ver si algún dedito estaba en el culo o no, pero a mí me daba igual, yo pensaba que sí.. Y Gloria, tumbada, comiéndole el coño a Carmen mientras yo me la tiraba.

Tuvimos un orgasmo en cascada, primero Bea, luego Carmen, el de gloria que fue un poco escandaloso, la tuvimos que tapar la boca. Y luego yo, dejando mi semen en los labios vaginales de Gloria, para que mi mujer se lo comiera.

La verdad, es que no estuvo mal la noche de Reyes, y eso que al principio pintaba mal.

Gloria es uno más de la familia ahora. Tanto que nos estamos planteándonos hacer un viaje a Latinoamérica este verano. Cuento con vuestra ayuda para escribir otro relato a la vuelta de vacaciones. Si antes no me ocurre algo.

Por Scorpio26

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