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viernes, 19 de marzo de 2021

Primeras veces


Capitulo 1

La mayoría de las personas que han relatado su primera vez, dicen haber tenido un día o una noche de fantasía, de grandes expectativas, que puede dar como resultado, un momento encantador o frustrante, según sea la experiencia del amante en turno que tenga la suerte de ser elegido para tal fin.

Se me dificultaba recordar cual fue mi primera vez... Es como querer recordar que fue lo que sentiste al disfrutar tu primer alimento o al realizar tu primer baño corporal, la primera vez que hiciste de tus necesidades sin un pañal. Es algo que en la actualidad realizas frecuentemente y de forma natural; es muy difícil recordar esas sensaciones por el simple hecho de ser la primera vez. Lo que si puedes recordar nítidamente son ciertos momentos especiales, agradables o no, que por primera vez te afectaron de manera significativa. Por ejemplo, no recuerdo la primera vez que comí tostadas, pero recuerdo la vez que las estaba comiendo y se me atoró un pedazo en la garganta, ese día me asusté mucho y lo tengo bien grabado en mi mente. Así, con estas tonterías en mi cabecita, jaja; llegué a la conclusión de que yo no tuve una primera vez, sino muchas primeras veces, jiji; de hecho, cada día, cada hora, sigo teniendo mis primeras veces. La felicidad completa no existe en esta vida, pero si momentos felices, esos son los que hay que atesorar y recordarlos con alegría... Y con morbo cuando se refiere a experiencias sexuales.


1) Mis primeros tocamientos, experimentando con sensaciones prohibidas

En aquellos tiempos tenía ocho años, ¡ah, que delicia! Sin preocupaciones, solo diversión, jaja. Vivía en una especie de vecindad, ya que varias familias eran inquilinas de mi madre (Ya lo he contado antes ¿no?), mi padre se la pasaba trabajando en los Estados Unidos. Mi mamá trabajaba en las mañanas, salía muy temprano y regresaba como a las tres de la tarde. A mi hermanito (En ese entonces solo tenia uno, ahora tengo tres) lo dejaba con mi tía Ernestina (Hermana de mi papá), Yo me quedaba en casa solita, snif, porque tenia que hacer mi tarea y prepararme para ir a la escuela en la tarde, pero antes pasaba a casa de la tía a comer. Mi madre al regresar del trabajo pasaba a casa de mi tía para recoger a mi hermanito.

Nosotros teníamos mucha comunicación con mi tía Ernestina y su familia, la cual la complementaban, mi tío Pablo (su esposo), y mis primos, José Luis (8 años), Beto (10), Juan (6) y Gerardo (13) Con José Luis y con Juan me llevaba de maravillas, Beto y Gera se pasaban la mayor parte del tiempo jugando fuera de casa, así que no tenia tanta comunicación con ellos como con mis otros primos. Ellos vivían a cinco casas de la nuestra. Me gustaba mucho estar en casa de mi tía (Ella me quería mucho, me trató como a la hija que nunca tuvo) jugando con mis primos o con mis amigas de la vecindad. Recuerdo que en aquella época nuestros juegos eran muy inocentes, acordes con niñas de esa edad, hasta que llegó a la vecindad Rosita, Una niña de 11 años, era la mayor de todos los que nos juntábamos.

Un día estábamos jugando a las escondidas y al tratar de escondernos, Rosita me tomó de la mano y me dijo:

-Ven, escóndete con nosotros –Estaban con ella mi primo José Luis y Rubén (7 años) uno de nuestros vecinos-.

Nos escondimos dentro de uno de los baños que quedaban algo retirados de donde estábamos jugando. Yo miraba insistentemente hacia fuera para ver si no nos descubrían. Cuando escuche la voz de Rosita que le decía a José Luis:

-Ándale, ya sácatela.

Mi primo se me queda viendo, y luego le dijo que tenía miedo que yo le dijera a mi tía lo que iban a hacer.

-No va a decir nada –Dijo Rosita-. Rubén que se coja a Martha. Ándale Rubén, sácatela y métesela.

Yo no sabia de que estaban hablando, hasta que Rubén se bajó el short que traía y nos enseño su pene que ya estaba paradito (Como que ya tenían días haciéndolo los condenados y a mí ni me invitaban, jaja)

-Ándale José Luis, ya bájate los pantalones. Y tu Martha, súbete el vestido y bájate los calzones, así como le voy a hacer yo, después abres las piernas y de agachas, mira como le hago.

-No, yo no quiero –dije-. Es algo malo, si quieren ustedes háganlo, que yo no le digo a nadie.

José Luis ya se había bajado el pantalón y se lo volvió a subir y dijo:

-No, si Rubén no se coge a mi prima yo no hago nada, después va con el chisme con mi mamá.

-¿Saben qué? –Dijo Rosita enojada-. Si Martha no se deja, le decimos a su mamá que Chuy (Otro vecinito) se la ha estado cogiendo varias veces, para que le peguen.

-Pero si yo no he hecho nada malo –respondí ingenuamente y muy asustada-.

-No nos importa –Dijo enérgica Rosita-. Además tu mamá nos va a creer mas a nosotros porque somos más que tú. ¿Te dejas o no?

Me quedé asustadísima, sabía que si le decían a mi mamá, me regañaría o tal vez llegará a pegarme.

-Esta bien. –respondí nerviosa-. Pero no le digan nada a mi mamá.

Ándale, ya bájate los calzones –dijo Rosita ya mas calmada-. Vas a ver como te va a gustar, se siente bien rico, ¿verdad muchachos?

-Sí. –Respondieron los dos-.

José Luis se bajó el pantalón y mostró su pene ya excitado, estaba pequeñito aún, pero a mí se me hacía muy grande, era un poco más largo y grueso que el de Rubén. Rosita ya tenía los calzones en los tobillos, separó las piernas, se agachó y se separó sus pompis con las manos. José Luis se puso atrás de ella y se empezó a mover. Yo imité a Rosita y me puse en la misma posición, Rubén se puso atrás de mí y sentí su pene muy caliente y suavecito. Me abrió mis nalguitas y lo colocó en la entrada de mi colita y se empezó a mover igual que José Luis. Me apretaba de la cintura y me aventaba hacia el frente, yo, para mayor comodidad apoye mis manos en la pared.

Así estuvieron un rato, y luego se intercambiaron, mi primo se puso atrás de mí y Rubén atrás de Rosita. Las sensaciones que sentía son difíciles de describir, no me disgustaba, se podría decir que me estaba gustando, aunque no me la metían si me estaban estimulando mi colita y el sentir esa cosa suavecita y caliente en mi parte posterior me proporcionaba un cosquilleo extraño. De lo que sí estoy segura, es que fue la sensación de hacer algo prohibido lo que me excito de una manera extraordinaria, el peligro de ser descubiertos, fue lo que me motivo a seguir permitiendo que en días posteriores tanto mi primo como mis vecinitos me siguieran cogiendo.

2) Empezando a dar besitos

Rosita era el líder del grupo, a cada una de mis amiguitas "Las convenció" de que se dejaran cojer por mis primos y vecinos, de la misma forma que me convenció a mí. Mis primos José Luis y Juan y todos mis vecinitos me habían frotado su pene en mi colita varias veces. Jugando a las comiditas nos hacia que nos besáramos simulando que éramos los papas y las mamás (ya saben cosas de niñas, jaja)

Con el pasó del tiempo fuimos experimentando cosas mas atrevidas, Rosita empezaba a darles besitos en el pene (se los chupaba, pero se lee medio vulgar ¿no?) a los muchachos y quería que nosotras también lo hiciéramos. Yo me metí el pene de José Luis en la boca pero me dio mucho asco y ya no quise hacerlo, pero Rosita era persistente.

Un día trajo una botella de mermelada y se la untó en el pene a José Luis y me hizo que se la chupara (Les digo que se lee vulgar, jiji) Al principio lo hice con recelo, ya que pensaba que me iba a dar asco, pero el sabor a fresa era mi favorito, sabía riquísimo, lo hice con tantas ganas que José Luis empezó a gritar: "Huy que rico, que rico" Se la dejé limpísima y me paré justo a tiempo, porque empezó a temblar, parecía que se iba a tener un orgasmo, pero estaba muy chico todavía y solo se orinó.

José Luis fue el primero, después siguió mi primito Juan y luego los demás. A todos les di besitos en su pene, al principio les ponía su mermelada, jaja. Pero después empecé a prescindir de ella.

3) Mi primera introducción

Rosita y su familia se cambiaron, ya sin ella, nuestros juegos prohibidos, fueron cada vez más escasos (Antes eran a diario, ahora eran cada mes o cada tres semanas) Nos volvimos muy descuidadas ya que no teníamos la picardía de Rosita (Todavía éramos muy inocentes) y un día llegó lo que más temía... Ser descubierta.

Estaba con Carlitos (Otro de los vecinitos) jugando en su casa, su mamá estaba cociendo. En eso se va la pelota para debajo de la cama, me meto para sacarla y Carlitos también, ya abajo, me dice:

-Bájate los calzones que quiero cojerte.

-No. Tu mamá esta aquí y nos va a descubrir.

-No se da cuenta, además lo hacemos rápido.

Y sin mas que me bajo los calzones, y el se saca su pene, sabía que era muy peligroso, pero eso era realmente lo que me excitaba, no tanto el que me frotara mi colita. Así estuvo un rato hasta que llegó mi mamá y me sacó a punta de cinturonazos. La mamá de Carlitos al ver que no salíamos de debajo de la cama, se asomó, nos vio y se fue a darle el chisme a mi mami.

Me pegó muy fuerte ese día, me dejó marcadas mis pompis con los golpes del cinturón. Y me dijo muchas cosas muy feas y ya no me permitió salir a jugar con mis amiguitos.

Y así me la pasé encerrada hasta la edad de 18 años que fue cuando me empecé a rebelar y conseguí salir a divertirme un poco... Pero me estoy desviando de lo que quiero contarles.

Como les decía estaba muy vigilada, y la única persona en que mi mamá confiaba para cuidarme cuando ella no estaba, ¿Adivinen quién es?... Correcto, Mi tía Ernestina. (Me llevó a la boca del lobo, jaja.)

Se me hace que mi mamá algo le contó porque en un principio mi tía me vigilaba mucho y no permitía que sus hijos jugaran conmigo a solas, pero con el tiempo todo se olvida y además ella me quería mucho y pronto empezó a confiar en mí.

Mis primos Beto y Gerardo nunca estaban en casa de mi tía, era muy raro que coincidiéramos y cuando eso sucedía, se portaban muy bien conmigo, me querían como a una hermana, no así sus dos hermanos menores, que buscaban cualquier oportunidad para cogerme o para que se les diera besitos (en su pene), pero cada vez fue más difícil hasta que ya no lo hicimos. En parte porque nunca estábamos solos y luego en ese tiempo llegó mi Papá y estuvo unos años con nosotras y para cuando se volvió a ir a los Estados Unidos, yo ya tenía trece años.

En aquel entonces estaba un poco rellenita, no mucho, pero si lo suficiente para verme mas desarrollada que mis compañeras. En aquel tiempo se usaban las faldas más cortas que ahora. A las demás muchachitas de mi edad se les veían muy naturales... Pero a mí, se me veían algo vulgares, se me veían unas piernotas bien torneadas, jaja y mi busto estaba ya muy desarrollado; cuando salía con ese tipo de faldas y vestidos (Ya que quería estar a la moda, jaja) a los hombres se les salían los ojos, y sobre todo a los hombres mayores.

Me acostumbré a los comentarios vulgares que me dirigían en la calle (Cuando iba a la escuela o a la tienda) Una vez alcancé a escuchar a un muchacho ya grande (mas de 25 años) que le decía a otro, cuando me vio pasar a la tienda:

"¡Ya viste! Pinche guerca, nadamás la veo y se me para la verga"

¡Uf! Me puse toda colorada. Yo hacia como que no los escuchaba, pero me sentía orgullosa que me dijeran esas cosas. Me di cuenta que despertaba el deseo en la mayoría de las personas... Por aquellos días muchos vecinos estaban a la expectativa para saber cuando me iba a bañar para observarme, muchos se hacían los descuidados y me enseñaron su pene y algunos hasta tuvieron el atrevimiento de rozármelo.

Me empecé a obsesionar por verles el pene a las personas mayores, ya que no se comparaban en nada con los que yo conocía por aquellos días, estos eran grandes y gordos, calientes y duros. Pero me volví a desviar de lo que les estaba contando.

Pues les decía, tenía trece años, todavía estaba muy mensa para muchas cosas, era muy descuidada, en mi forma de sentarme, al jugar, etc. Sin querer les enseñaba mi ropa interior y les digo que era descuidada, porque lo era, pero si me hubiera dado cuenta que eso les excitaba, pues lo haría de todos modos, jaja.

Un día estaba jugando con mis primos. Había perdido todas mis canicas (Si ya sé que eran juegos de hombres, pero recuerden que mis primos eran los únicos autorizados para jugar conmigo) Me había dado cuenta que al estar jugando, ellos no perdían detalle de verme mis piernas cuando me agachaba, a veces me sentaba en cuclillas y ellos se ponían adelante para verme mis calzones.

-¿Pues que tanto me ven? –les dije-.

-¿Te acuerdas cuando jugábamos a los papás y mamás y a las escondidas? –dijo José Luis-..

-Si me acuerdo –le dije- ¿y eso qué?

-¿Te acuerdas cuando te cogíamos y nos la chupabas?

-Si –Respondí, estaba muy avergonzada, no sé por qué pensaba que lo habían olvidado- pero eso hace ya mucho tiempo.

-¿No quieres que te cojamos como antes? Pregunto Juan..

-No.

-¿Porqué no?.

-Porque no quiero.

-Ándale, que te cuesta... A ti te gusta ¿o no? Y a nosotros también nos gusta, que tiene de malo hacerlo.

-No sé, antes lo hacia porque era una niña, pero ahora estoy más grande y eso no esta bien.

-Sí. –Dijo José Luis-. Antes estábamos mas chicos, pero ahora estas más buena, tienes unas nalgas bien grandotas, se va a sentir más rico hacerlo ahora, además la tenemos más grande, mira.

Se sacó el pene. Y lo puso cerca de mi boca. Estaba mucho más grande que antes, aunque no tan gordo y grande como el de mis vecinos (personas mayores), pero estaba muy apetecible, ya tenía el glande descubierto, ya no lo cubría la piel como cuando éramos pequeños.

-Órale Martha, -dijo, haciendo un movimiento de pelvis y colocando la punta de su pene en mis labios-. Aunque sea danos una chupada.

-Ya les dije que no. –Estaba muy nerviosa, mi cuerpo gritaba que lo hiciera, pero en mi mente estaban muy grabados los golpes que me dio mi mamá. Y me levanté-.

-No seas mala Martha. –suplicó mi primo Juan-. ¿A poco ya no te gusta?

-Si me gusta –respondí- pero se pueden dar cuenta y la ultima vez que lo hice mi mamá me pegó mucho.

-Mi mama fue al mercado. –Dijo José Luis-. Se va a tardar varias horas, ándale, vas a sentir bien bonito y nadie va a saberlo.

-No sé...

José Luis me empezó a levantar el vestido y metió su mano debajo de mi calzón. El sentir sus manos en mis pompis desnudas, sentí un calor que se me subió a la cabeza, él trataba de bajármelo, y yo luchaba sin mucha convicción.

-Si te dejas –me dijo casi al oído, mientras me besaba en el cuello-. Te doy todas mis canicas.

-Mmhh, -empecé a ronronear al excitarme con sus caricias-. ¿Cuántas son?

-Son más de veinte.

-Bueno, pero que Juan nos eche aguas por si viene tu mamá

-¡He yo también quiero cojerte!

-¿Tienes 20 canicas?

-No.

-Cuando las consigas me dejo contigo, pero ahora solo José Luis.

Juan no quería hacerla de vigilante si no tenía participación y yo no quería hacerlo sin obtener nada a cambio. Así estuvimos hasta que algo le dijo al oído José Luis, y a regañadientes se fue a la puerta principal.

Me bajé mis calzones, me levanté el vestido y me puse en la posición que siempre utilizábamos.

-Quítate el vestido –me dijo- quiero tocarte las chiches (así les llamaban ellos a mis bubis)

-A ver, quítate la ropa tu primero.

El se desnudo en un santiamén, la tenia muy parada, casi se le pegaba a su vientre, tenía poquitos vellos al igual que yo. Me desnudé, él me abrazó y me beso en la boca, con sus manos masajeaba mis pompis, su pene lo sentía en mi vientre, suavecito y muy calientito. Me dio muchos besos en la boca, en el cuello y después suavemente me separo y me contempló con la boca abierta.

-Estas bien rica primita.

Sus manos no abarcaban mis pechos.

-despacio –le dije-. No me las aprietes tan fuerte.

Me las empezó a besar, se metía un pezón a la boca, lo chupaba y luego se pasaba al otro, con una mano me apretaba mis pompis y con la otra me empezó a meter un dedo en mi conejito.

Yo me sentía en la gloria, y me olvide de todo, ya no me preocupaba si nos descubrían o no, solo quería seguir sintiendo esas caricias que me estaban excitando como nunca antes había sentido. Los movimientos bruscos de su dedo dentro de mi conejito me volvieron a la realidad, me lo había metido todo y me estaba doliendo. Le sujeté la mano y hice que me lo sacara.

-Me duele. -Le dije-. Ya cógeme y no pierdas tiempo.

-Chúpamela.

-No, ándale, estas perdiendo mucho tiempo.

-Un ratito nada mas.

Me hinqué ante él y me la metí en la boca.

-Sabe rara.

-¿A que? No esta sucia porque me bañe hace rato

-No sé. Sabe a algo salado.

No sabía que estaba degustando el liquido preseminal de los chicos, jiji.

-Mmhh, siento bien rico; llénala de saliva y empínate para metértela.

Hice lo que me dijo, abrí mis piernas, me agaché y con mis manos me separe mis pompis, él se puso atrás de mí, con sus brazos me sujeto de la cintura y zas, que me mete un buen pedazo.

-¡Ay! ¿Qué estas haciendo? -le dije al momento que me zafaba y se escuchaba un ¡plop! cuando salió su pene de mi colita-. Me dolió.

-Te la estoy metiendo –Me dijo sonriendo-. Ahora mi verga esta más grande y te llega más adentro.

Me sobé mi colita y lo miré a los ojos, se sentía orgulloso por haberme causado daño. Me gustaba mucho lo que estábamos haciendo, pero el sentir dolor es algo que no estaba planeado.

-¿Cada vez que me cojas me va a doler?

-Dicen que nomás la primera vez te duele, ya después no sientes nada. Vale más que te duela ahora y no cuando estés más grande, porque te va a doler más.

-¿Y como antes no me dolía?

-La teníamos más chiquita, no siempre vas a cojer con niños de ocho años... Órale, empínate (Recuerdo muy bien que siempre utilizaban esa palabra para decirle a una que se agachara) ¿O no quieres las canicas?

¡Qué! –pensé-. Después de todo lo que me había hecho ¡Ah! Eso sí que no, jaja.

-Esta bien, pero hazlo despacito para que no me duela mucho.

Me volví a agachar o empinar, jiji. El se escupió el pene (Guacala) y me la volvió a colocar en mi hoyito trasero. Empujo y...

-¡Ay! –grité-. Te dije que despacio.

Se quedo quitecito, a mí me palpitaba mi colita, me abrazó de mi cintura y me la fue metiendo despacio pero sin detenerse hasta que estuvo toda adentro. Yo nomás pujaba y pujaba y de vez en cuando se me escapaba un gritito pero aguante como buena chica.

-No te mueves, espérate. –le dije-.

Lo que sentía era muy extraño, por una parte quería que mi primo se saliera de mí lo más rápido posible y no sentir ese ardor en mi sufrida colita; y por otro lado, estaba toda mojada de mi conejito, es como si mi espíritu se saliera de mi cuerpo y desde afuera contemplara la escena, allí estaba yo, desnuda, con mis nalgas en pompa, José Luis con todo su pene metido en mi colita y Juan observando excitado y en silencio las muecas de mi rostro, siendo testigo de mi primer desgarre anal. Ese cuadro erótico que veía mi espíritu y la sensación de lo prohibido era lo que me tenia súper-excitada y hacia que aguantara a tambor batiente los embistes de José Luis cuando la empezó a meter y sacar frenéticamente. Mordí mi labio inferior fuertemente, mis bubis se movían como locas para un lado y para otro hasta que mi primo me las sujetó con ambas manos al momento que lanzaba un grito de satisfacción. Se quedó quito un momento y luego se volvió a escuchar ese dulce sonido: ¡Plop! Cuando salió su pene goteando aun esperma.

-¡Me manchaste! –le dije enojada- ¿Qué me echaste?

-Fue semen (le dio otro nombre, algo parecido a mocos), es lo que nos sale a los hombres cuando cogemos.. Ten límpiate (dándome un pedazo de papel)

José Luis se vistió rápidamente y se fue a la puerta a vigilar, ya que Juan había regresado a mi lado y tiernamente me estaba ayudando a limpiarme.

-Te sacó sangre –Me dijo un poco temeroso, al ver algunas lagrimas en mis ojos-. Yo también te quiero coger, José Luis me dijo que te amenazará con decirle a tu mamá en caso de que no quisieras... pero yo no quiero que llores, si quieres ¿Cuándo junte las canicas lo hacemos?

Asentí con la cabeza, mientras observaba el papel manchado de semen y poquita sangre. Estaba asustada, cansada, adolorida, pero muy excitada e inmensamente feliz

Capitulo 2

4) Mi primera masturbación

Como les comenté en la primera parte, en aquella época tenía trece años cumplidos. Mi mamá salió hacia su trabajo, me dio un beso de despedida. Al quedar sola, aun sentía ese sopor que uno siente al despertarse y que le dan a uno ganas de seguir en la cama. Mi mente empezó a recordar los hechos vividos el día anterior con mi primo José Luis (13 años), mi cuerpo sintió un cosquilleo delicioso en todo el cuerpo y mis manos sin pensar se fueron hacia mi conejito. Lo empecé a acariciar sintiendo oleadas de un calor maravilloso, sin pensarlo, me quité mis calzones y empecé a masturbarme cadenciosamente. Me desnude por completo, con mi mano izquierda empecé a dar un dulce masaje a mis bubis, sujetaba mis pezones con las yemas de mis dedos, los apretaba, los estiraba; mientras mi mano derecha arremetía contra mi puchita con movimientos circulares metiendo levemente la punta de mis dedos.

A medida que pasaban los minutos las sensaciones placenteras eran más continuas, las cobijas cayeron al suelo, mis movimientos se hicieron más veloces y empecé a jadear fuertemente y de mi boca surgió un grito, el primer grito de placer cuando me vino mi primer orgasmo. Mi corazón latía fuertemente, lentamente abrí los ojos y contemplé mi cuerpo sudoroso, mis piernas estaban flexionadas (como cuando una va a tener un parto) mi mano derecha seguía dando masajes suaves a mi conejito y mi mano izquierda aun sujetaba mi bubis derecha. Se escuchó un ruido que me sobresaltó, y pude ver a través de la ventana, la sombra de un hombre (Uno de mis adorables vecinos que continuamente me espiaban) que fue testigo de mi frenético y primerizo orgasmo. Una sonrisa se dibujo en mi rostro y así, desnuda, como Dios me trajo al mundo, volví a sumergirme al mundo de Morfeo.

5) Mi primera orgía

Varios días mi colita estuvo adolorida, así que me abstuve de permitir que me la volvieran a meter, la abstinencia duro como quince días, mientras tanto me hice aficionada a las masturbaciones matutinas, se corrió el rumor entre mis admiradores y cada día tenía a varios rondando por mi ventana tratando de observarme en esos menesteres, no le bastaba con ventanearme en las tardes mientras me bañaba, jaja.

Como una semana me estuvo rogando Juan (11 años) para que accediera a saciar sus bajos instintos, jiji. Ya había logrado juntar las 20 canicas, y como ya había perdido las que obtuve con tantos sacrificios, acepté.

Me sugirió hacerlo en mi casa, cuando mamá saliera, pero lo que él no sabía era que había muchos fisgones rondando las ventanas de mi casa, así que le dije que ahí no.

Fue en su casa donde lo hicimos, mi tía salió al centro a realizar algunas compras. Juan imitó a su hermano en todo. Hizo que me desnudara, me besó en la boca, en el cuello, en mis bubis, y me la metió, pero con él no sentí dolor, ya que no la tenía tan desarrollada como la de su hermano, se desanimó un poco al ver que no gritaba de dolor (pobrecillo, si supiera que disfrute más con él que con José Luis), no me mancho de semen, no se si ya le salía o no, pero el caso es que esa vez no le salió. Lo hicimos hasta que él se cansó y se dio por bien servido. Yo me quedaba muy caliente, ya que le decía como me gustaba que me acariciara mi conejito y lo hacia de maravillas, pero no lo suficiente como para tener un orgasmo.

Me sentí feliz de que al cogerme Juan, no me doliera mi colita, y tontamente creí lo que me había dicho José Luis, que solo la primera vez duele, para las otras ya no. Así que volví a hacerlo con él, me volvió a doler, y me sacó sangre de nuevo, pero ya no lloré y me aguanté como las meras hembras, jaja.

Me empezó a gustar el sexo, sentía rico, un poco de dolor, pero las sensaciones eran maravillosas, me hacían muchos regalos (canicas, yoyos, baleros, panes, tostadas) a cambio de que disfrutaran de mi cuerpo y yo gustosa aceptaba pues también lo disfrutaba enormemente.

Cierto día que estábamos jugando a las canicas, yo traía mi faldita (minifalda) de tablones. Ese día estaban Gera (18 años) y Beto (15 años) observándonos, y durante todo el juego estuvieron muy interesados en como jugaba, (Ahora sé que lo hacían para verme las piernas y mi ropa interior) Después organizaron un torneo de lucha. Beto y Gera contra José Luis, Juan y Yo. Primero se encargaban de rendir a mis primos y luego entre los dos me tumbaban y hacían unas llaves muy raras, jiji. Siempre acababan poniéndome sus duros bultos de la entrepierna, ya sea en mi cara, en mi conejito o en mi pompis, además de llevarme una buena agasajada, tanto de mi colita como de mis pechos, jaja.

Tanto a Gera como a Beto se les notaba (Y se sentía) un pene inmenso, se les formaba un bultote en su entrepierna y estaba durísimo y muy caliente, me encantaba que me repegaran sus cosotas, que se excitaran así conmigo, ya que los dos estaban guapísimos y tenían unos cuerpazos.

Ya no teníamos tanta privacidad para hacer nuestras sesiones de sexo entre mis primos y yo. Si no estaba mi tía, estaban Gera y Beto, ya no se iban a jugar a la calle, se empezaron a juntar mucho con nosotros, eso no les gustó a José Luis y a Juan, pero Beto y Gera decían que les gustaba mucho jugar conmigo y a mi también me encantaba.

Ya teníamos como quince días, sin nada de nada, en aquellos días estaba muy caliente y ni mis frecuentes masturbaciones matinales podían calmarme, sobre todo por los juegos, siempre me manoseaban o me repegaban su cosota hermosa, jiji.

Recuerdo muy bien ese día, toda la noche estuvo soñando cosas muy eróticas, así que me desperté muy caliente. Estaba impaciente por empezar mi masturbación matinal. Mi madre se estaba bañando, hacia calor, me imagino que a ella también le gustaba que la observaran ya que podía hacerlo en el baño, pero al igual que yo, prefería hacerlo en la cocina de a botecito. Me asomé por la ventana y si, ahí estaban dos de mis vecinos espiándola. Y me dije: ahora va ser su día de suerte, y le grite a mi madre:

-Ma, déjeme tantita agua, para bañarme yo también.

-Y ora, ¿porqué te despiertas tan temprano?

-Es que tengo mucho calor.

Ver a mi madre desnuda y arreglarse poco a poco me llenaba de orgullo, tenia un cuerpo hermoso, era muy bonita y era natural que calentara como toros a los vecinos que tenían la dicha de espiarla, ya que no se retiraban de las rendijas de la puerta o la ventana hasta que terminaba de vestirse y pintarse.

Mientras me desnudaba, mi madre me dijo:

-Bueno mija, se porta bien, al rato viene su tía para llevársela y me espera en su casa.

-Si mami.

Los ojos de las rendijas desaparecieron por un instante, mientras tanto me metía al baño de aluminio y me empecé a tallar el cuerpo... oí cuando mi madre cerró la puerta, después de un corto tiempo, los ojos de los vecinos volvieron a aparecer en las rendijas de la ventana, ya había terminado de bañarme, pero permanecí mas tiempo en el agua, dándome vueltas de vez en cuando para que pudieran apreciarme bien

Bien, llegó el momento –pensé-. Me paré, me eché el resto de agua limpia que había en la tina, me hice el cabello hacia atrás, separé mis piernas, con mi mano izquierda sujeté mi pecho derecho como calculando cuando pesaba, apreté suavemente mi pezón, y mi mano derecha se fue hacia mi cuevita y empecé una rica y cadenciosa masturbación, afuera se escuchaban los ruidos de los vecinos como queriendo abrir la puerta y murmurando "anda bien caliente la guerca", pero para ese entonces ya no me importaba nada, cerré mis ojos y empecé a sumergirme en las oleadas de ricas sensaciones que mi cuerpo experimentaba, empecé a jadear fuertemente y de mis labios surgieron unos sonidos guturales y extraños, desconocidos hasta entonces "ah, ah, ah" que a cada segundo se hacían más fuertes, mi cuerpo fue sacudido por una intensa vibración y temblé de pies a cabeza a medida que se acercaba el orgasmo, afuera los ruidos, las voces... ¿qué decían?... No lo sé ni me importaba, estaba próxima a venirme, ya no eran gemidos los que producía mi boca sino auténticos alaridos, mi manos se movían a velocidad supersónica, en eso... Unos fuertes toquidos en la puerta principal me sacaron bruscamente del éxtasis. Abrí los ojos asustada, afuera se oían unas pisadas que corrían, eran mis vecinos que huían ante la presencia de alguien. Volvieron a tocar fuertemente.

-¿Quien? –grité-.

-¡Somos nosotros prima!, ábrenos

-¡Ya voy!, estoy terminando de bañarme.

Tomé una camiseta grande, me la puse y fui a abrir.

-Mamá no pudo venir –Dijo Beto- fue al centro, de compras, y nos mando a nosotros para llevarte a la casa.

A Beto lo acompañaban Gera y José Luis. Los tres vestían con ropas deportivas, o sea, short y camiseta de fútbol. Gera y José Luis no me quitaban los ojos de encima ya que al estar mojada y ser la camiseta blanca, se me traslucía todo.

-Bueno, pasen –dije, un poco frustrada por lo que acababan de interrumpir-. Nada más me cambio y nos vamos.

Al estar buscando la ropa que me iba a poner, ellos empezaron a jugar a las luchas, y me decían que participara.

-Ándale Martha, ayúdame –decía José Luis, mientras luchaba contra sus hermanos-. No puedo yo solo contra ellos.

-Espérame, es que solo tengo puesta esta camiseta, no me dieron tiempo ni de ponerme calzones.

-Así vente, que tiene –Dijo Gera-.

-Ay si, después al estar luchando me van a ver todo.

-Nosotros tampoco tenemos calzones, mira –Dijo José Luis, al tiempo que se baja el short y me enseñaba su pene que estaba ya excitado.

-Asi es primita –Dijo Beto, bajándose también el short-. Mira, solo estamos en short, además, ya te vimos desnuda, se te transparenta todo... Ven a jugar así como estas.

Y ahí estaban mis tres hermosos primos, dos de ellos con la verga de fuera y Gera con un bulto enorme en su entrepierna, y yo, con una calentura de los mil infiernos. Al ver el pubis peludo de mi primo Beto, mi conejito empezó a segregar gran cantidad de jugos, estaba hermosa su vergota, llena de venas, colorada, dura, y hacia unos sensuales movimientos de arriba hacia abajo sin que nadie lo tocara... En mi cara se dibuja la lujuria y mire el hermoso rostro de mi primo Gera un poco avergonzada de que se me notara la calentura que tenía. Pero el dulcemente me dijo: "Ven, vamos a jugar".

Beto gritó: "Yo soy con Martha" y se abalanzó sobre Gerardo. José Luis se me echó encima, derribándome en la cama, y sin perder tiempo empezó a manosearme, yo forcejeaba muy poco, dejándome hacer, cuando oí que Beto se rindió. Gera se unió con José Luis y entre los dos trataban de rendirme. Sentía sus manos por todo mi cuerpo, me apretaban mis pompis, mis bubis, la bata ya la traía enrollada por el cuello y sentía sus penes calientes y duros por todas partes. Todos fingíamos, ellos dizque a hacerme llaves y lo que hacían era darme una tremenda agasajada y yo a resistirme y lo que realmente hacia era disfrutar de los roces, los apretones, las caricias, y el morbo de estar casi desnuda delante de ellos.

Creo que fue muy obvio lo que hacíamos, y de pronto ya no estaban dispuestos a fingir... En un momento dado, José Luis se bajó el Short, y saltó su pene parado como resorte, me agarró de la cabeza y sin miramientos me la metió en la boca. Me sacó de onda, ya que no me lo esperaba, y apenas iba a protestar cuando sentí la lengua de Gera en mi puchita, eso me desarmó... Con lo caliente que estaba, y Gera, un cuerazo, haciendo algo que nunca me habían hecho, y que sentía riquísimo, mucho más rico que cuando me cogían, eso fue la bomba que explotó y desencadenó todo lo demás.

Le sujeté su hermosa cabeza con mis muslos, le agarraba de los cabellos y me lo restregaba en mi conejito, quería metérmelo, a pesar de tener el pene de José Luis en la boca, empecé a gritar de gusto, hasta que Beto dijo: "Dame chanza hermanito, deja que también me la mame a mi" y me metió ese pedazote de carne en la boca, mientras José Luis se dedicaba a besarme los pezones de mis pechos. Ya no podía gritar pero lanzaba unos gemidos bestiales, mientras me venia mi primer orgasmo.

Asi duramos unos minutos, sentía oleadas de un calor abrazante, y gemía y gemía, mientras Gera regañaba a Beto, diciéndole: "métesela bien para que no grite guey". Y Beto me la incrustaba hasta el fondo de mi garganta, sentía los vellos púbicos hacerme cosquillas en la nariz. Mi cuerpo tembló violentamente mientras era presa del segundo orgasmo, al momento que Beto se venía en mi garganta, dos chorros se fueron directos a mi esófago, y uno se quedó en mi boca, al momento que retiraba el pene, pero siguió lanzando chorros de semen, y estos caían en mis ojos, en mi nariz y en mis labios, y empecé a gritar con todas mis fuerzas:

-¡Ay! ¡Que rico! ¡Que rico siento! ¡Ah! ¡Ah!

Estaba como loca, jaja. Y era gracioso (al recordarlo tiempo después) como me tapaban la boca los tres para que no gritara, jaja... Ellos fueron los primeros que lo hicieron (El taparme la boca) pero no los últimos, incluso hoy en día mi esposo lo hace, pero es que soy muy gritona, jaja.

José Luis volvió a ocupar el lugar de su hermano Beto, mientras Gera seguía enviándome al paraíso con esa lengua maravillosa y traviesa. Gera le gritó que me tapara la boca al tiempo que se empezaba a comer mi colita, me metía la lengua en mi hoyito trasero y sentía maravilloso, empecé a temblar de pies a cabeza y jadeaba terriblemente al sobrevenirme el tercer orgasmo, me sentí desfallecer, pero los movimientos violentos de José Luis me volvieron a la realidad, sacó su pene de mi boca y empezó a venirse, su semen me manchó las mejillas y mi cabello.

No sé si era por lo caliente que estaba, pero el semen de mis primos me sabía delicioso, lo degustaba golosamente, limpiaba el semen de mi rostro y me lo llevaba a la boca... Mmh, como me gustaría tener una fotografía de esos momentos, y ver esa mirada lujuriosa que tenía, esa mirada diciendo: "Quiero más, mucho más". Mire hacia mi entrepierna y apareció el bello rostro sonriente de mi primo Gera, diciéndome "Te gustó Marthita".

-Si –Contesté, con una voz grave, desconocida, pero llena de sensualidad-. Me gustó mucho, fue divino.

-Pues ahora te toca a ti hacérmelo.

Se quitó el short y apareció un hermoso y poderoso pene, era igual o más grande que el de las personas mayores que me había tocado ver. Se veían unas pequeñas gotas cristalinas en la punta, las hermosas venas rodeaban ese portento haciéndolo ver poderoso y fuerte, lo sujeté con la mano izquierda desde su base, se sentía divinamente suavecito y muy caliente, mi mano derecha empezó a acariciar sus músculos abdominales que se marcaban hermosamente.

El me sujetó de la nuca y me la empezó a meter en la boca, era gruesa y me cansaba un poco al tener la boca tan abierta, pero hice lo mejor que pude para darle al menos un poco del placer que el generosamente me obsequio. Metérmelo todo en la boca era imposible, pero lo hacia hasta que chocaba en mi campanilla, lo presionaba fuertemente con mis labios tratando de que no rozaran con los dientes, besaba su glande, le daba pequeños mordiscos en la base y chupe sus hermosas bolas... Esa fue la primera vez que disfruté el sexo oral.

Terminó con un torrencial flujo de semen, (Como les gustaba tirármelos en mi rostro) el cual trataba de que la mayor parte se quedaran en mi boca, porque como dije anteriormente me gustaba saborearlo.

José Luis ya estaba listo para volver a las andadas, y volteándome me la incrustó en mi colita, esta vez no me dolió nada, ya que estaba muy bien lubricada. Yo seguía jugueteando con el pene de Gera tratando de que se le parara nuevamente. Beto se acercó y me la metio nuevamente en la boca

José Luis, se vino en mi colita, Beto me limpio con una toalla y también me lo metió por atrás, con él, me volvió a dolor, pero solo un poco, sentía riquísimo como me taladraba el trasero, pero lo que mas me gusto fue lo que me decía cada vez que me la metía... Frases como "Que hermosas nalgas tienes Martha, siempre te quise ver así, empinada y con mi verga adentro, estas para cogerte todos los días, déjame te agarro las chichotas que tienes, si así, mueve mas las nalgas que me voy a venir" y así se la paso hasta que se vino... Me encantó que me dijera todas esas cosas, con él también tuve varios orgasmos.

Al terminar, le dije a Gera:

-¿Tu no me quieres coger?

-¿Tu quieres que te coja?

-Si.

-Pues ven, que yo te quiero para mi solito... Y me llevó a la cocina y con el agua con la que me había bañado anteriormente, me volvió a bañar, lo hacia con dulzura, con amor, fue hermoso, me secó, me cargó en sus brazos y me llevó a la cama.

(¡Ay, se esta haciendo tarde y no acabo, ya me canse de escribir!... Lo voy a ser mas corto)

El no me cogió como mis otros primos, el me hizo el amor... con el perdí la virginidad, fue maravilloso, divino, hermoso... El me dejó gritar mis orgasmos, fue una posesión salvaje, animal, lujuriosa pero llena de amor, dulzura... Nunca supe si mis queridos vecinos fueron testigos de mi primer orgía, nunca supe si las manchas de semen que estaban afuera de la puerta las hicieron antes o durante ésta.

A partir de ese día, jamás volvieron a cogerme mis primos... ¡Nunca!... A partir de ese día y durante los dos años siguientes hasta la llegada de mi Padre de Estados Unidos, fui yo, la que me los cogía... Una, dos y a veces tres veces por semana; durante dos años, mis adorables primos satisficieron mis deseos.

Fin.

Por Martha

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