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jueves, 11 de marzo de 2021

El cazador


Capitulo 1

Soy mexicano tengo 40 años, me llamo Salvador, nací en una familia con muchos problemas económicos, tengo tres hermanas menores. A causa de los problemas en mi familia crecí con cierta inseguridad, me costaba trabajo relacionarme con la demás gente, pero eso cambio, y me convertí en un cazador, es decir me aprovecho de los secretos de las personas para chantajearlas y poder cogérmelas.

Todo empezó cuando cumplí 15 años mis padres me mandaron a vivir a casa de una tía, ella tenia mejor posición económica que nosotros, por lo cual su casa me parecía un castillo.

Cuando llegue a la casa donde vivía mi tía, y mi prima Anabel que tenia 13 años, me trataba con la punta del zapato, aunque intentaba granjearme el lugar que me brindaba.

Mirta, así se llamaba mi tía, era una verdadera bruja, no habla día que no estuviera jodiendo que me pusiera a trabajar, que alquilara un departamento.

Claro, como mi tía se había casado con un anciano millonario, al que le hizo creer que Anabel era su hija, y este buey le dejo toda su fortuna a mi tía Mirta por darle felicidad en los últimos días de su vida, los cuales fueron muy pocos, porque se murió al sexto mes de casarse con la vieja, que desde ese momento juro permanecer fiel a la memoria de su anciano amado, aunque la verdad, Yo dudaba mucho que mi tía no tuviera por ahí alguna movida.


Tomando en cuenta que mi tía era sumamente pasional, y que le encantaba la verga a todas horas, ya que así lo había demostrado desde antes que se casara, no podía creer que mi tía no tuviera el mismo temperamento que tenia de soltera, y menos ahora que contaba con toda la lana que quisiera para darle vuelo a la nalga como mejor le viniera en gana.

Por eso mismo deseaba romperle la madre, era una vieja metiche que en todo momento se la pasaba fregando, cantándome el cuarto y la comida que me daba. Siempre le decía Anabel que se buscara un marido que siguiera al pie de la letra aquello de que a la mujer hay que tenerla, «Bien comida, bien vestida y sobre todo, bien cogida».

Un día que regrese a la casa temprano del trabajo, por que me habían despedido, esperaba que me la hiciera cansada, pero me encontré con la oportunidad de ajustarle las cuentas a mi infeliz tía.

Entre a la casa, no escuche ruido, pensando que no había nadie, subí por la escalera hacia mi habitación, la alfombra amortiguaba mis pasos, pase por habitación de mi tía, escuche unos ruidos y creí que mi tía estaba dormida, por un momento pensé en entrar y madrearla de una vez para que no se metiera tanto en mi vida, así que tome la perilla de la puerta de la recámara.

—iAy buey!... La ruca está con alguien... pero... ¿Con quién a estas horas?. — me pregunte al momento que abría suavemente la puerta, tratando de no hacer ningún ruido que me delatara.

Aquello no era normal, ya que mi tía no acostumbra a recibir visitas de ninguna especie y sobre todo en su casa, bueno, al menos eso era lo que todos sabían. Ahora tenía que saber, ¿Qué era lo que estaba sucediendo en aquella recamara, así que me controle y metí la cabeza para espiar.

Mirta, mi tía, estaba desnuda con las piernas bien abiertas, acostada en la cama y se dejaba dar una rica mamada en su panocha, pero contra lo que se podía esperar, estaba con otra mujer. —iAh que pinché tía tan tortillera... y lo peor es que no se ve tan mal la canija!.—pensaba Yo ya que las podía ver a la perfección, descubrí que mi tía a sus treinta y ocho años, lucia realmente antojable, con todo en su lugar. Ella era morena clara, con pechos de regular tamaño, bonitos y bien formados, cintura estrecha que iba de acuerdo con su cuerpo delgado, caderas anchas y carnosas y piernas bien torneadas y acariciables, como nunca las había visto.

Un tanto excitado vi los movimientos de mi tía que llevaba el cabello suelto y lucía tremendamente atractiva y cogible. Su pareja era nada menos que mi prima Anabel, no estaba nada mal, cabello largo y ondulado, pechos grandes, cintura estrecha, nalgas duras y grandes, las cuales podía ver bien, ya que ella estaba empinada dándole la espalda para poder chupar mejor aquella panocha jugosa que tenía en su boca.

Su lengua jugueteaba con el clítoris, agitándolo, moviéndolo de un lado a otro, envolviéndolo y succionándolo, abarcando un poco de los labios menores de aquella panocha deliciosa, que tanto le gustaba probar, mientras que sus manos masajeaban los ricos pechos de mi tía Mirta. Esta la tenía firmemente sujeta de los cabellos, pero sin causarle daño, su rostro denotaba una clara excitación y lujuria desbordadas, no había duda alguna de que estaba gozando plenamente de aquella rica mamada que le brindaban, de pronto se convulsiono y su cuerpo se puso rígido, el orgasmo le estaba llegando de manera deliciosa.

Mi prima Anabel se levantó de su lugar, con la lengua se limpiaba los labios, en una abierta muestra de que disfrutaba de aquel sabor y ese fragante aroma que se incrustaba hasta su cerebro con fuerza, enardeciéndola y motivándola, sonriendo satisfecha se acostó junto a su madre.

Las dos se besaron en la boca con verdadero amor, con los labios entre abiertos y sus lenguas en plena actividad pasional, entrando y saliendo de un lugar a otro, chupándose, lamiéndose, mordiéndose con delicadeza, mientras sus manos acariciaban sus cuerpos mutuamente, la diestra de mi tía estaba concentrada en el triángulo de rizos que tenía entre las piernas su hija.

De cuando en cuando sus largas y bien cuidadas uñas rozaban el sonrosado clítoris del abultado, carnoso y apetecible sexo de Anabel

que estaba entretenida acariciándole la cintura y las ricas tetas, subiendo y bajando sus manos, proporcionándole y recibiendo placer a raudales.

Mi tía la besó con mayor pasión y sin separarse de ella se le encimo, como si fuera un macho, Anabel abrió las piernas para que su madre pudiera acomodarse sin problemas, en ese momento mi tía comenzó a chuparle el cuello, recorriendo con la punta de su lengua todo lo que encontraba a su paso hasta que llego a los sabrosos y ricos pechos, los cuales paladeo con toda su lujuria, llenándose de placer y contagiando a su hija de deseo que hacia que su vagina palpitara.

Ayudada con las manos, mi tía abrió sus propios labios mayores para tener mayor contacto con la rajadita de mi prima Anabel, cuando se acomodó a satisfacción, comenzó a moverse rotatoriamente, sus clítoris se besaban y se acariciaban con aquel movimiento, provocando en ambas múltiples y agradables sensaciones eróticas.

Mientras el movimiento se efectuaba, la boca de mi tía Mirta volvió a apoderarse de uno de los pezones de Anabel y comenzó a mamarlo con deleite, al tiempo que sus manos se deslizaban bajo las ricas y carnosas nalguitas y las apretaban acariciándolas, de esa manera la mi prima no se quedo pasiva, sus labios besaron y chupetearon el cuello de su mamá, sus manitas recorrían las nalgotas de la tía y por momentos clavaba su dedo medio en el estrecho culo que se contraía más con los piquetes que le daban y que aumentaba su lujuria.

Juntas llegaron al orgasmo, pero no rompieron su abrazo, ni los movimientos de sus cuerpos, aunque ya no lo hacían con lujuria, continuaban abrazando con ternura, dejando que sus pieles se identificaran plenamente, así permanecieron durante unos segundos, luego la mi prima Anabel se levantó con tranquilidad y mientras se vestía, con voz dulce y melodiosa le dijo a mi tía Mirta que si le iba a dar el dinero que le había pedido para irse de viaje con unas amigas.

Sonriendo, mi tía se levantó y le dio varios billetes. Yo me encabrone al ver aquello, ya que mi pinché tía no me daba ni los buenos días cuando se los pedía.

Las vi besarse para despedirse, y sin hacer ruido cerré la puerta, deprisa me fui a mi habitación y allí espere, tenía que dejar que mi prima Anabel se fuera para realizar su plan, sí, ya estaba bien de tantas fregaderas de parte de mi tía, ahora le iba a enseñar que no era un pobre pendejo como ella lo creía y me llamaba con frecuencia.

Deje pasar un tiempo razonable y salí de la habitación, caminé hasta la de habitación de mi tía y escuche con atención, pegado a la puerta, no se oía nada pero espere un poco más, luego, con sigilo, abrí la puerta y entre, mi tía estaba acostada sin taparse, mas hermosa que nunca, durmiendo plácidamente después de la rica tortillita que se había aventado con la mi prima Anabel.

Camine hasta el mueble donde ella guardaba la lana, lo abrí y saque los billetes que encontré, me los guardo deprisa, estaba por tomar unas joyas que descubrí, cuando de repente oigo que mi tía me dice;

—¡Esto es lo único que me faltaba, desgraciado!... ¡Te di techo y no bastándote ahora me robas, infeliz poca ropa!.—gritó mi tía desde su cama.

—¡Cállese el hocico, pinché vieja o se lo rompo a fregadazos!.—amenacé decidido.

—Mira pendejo... si crees que me vas a asustar, la estás regando, a mi me vale gorro lo que digas. No eres capaz de moverte sin mi permiso.

¡Y mofles!... que le suelto dos cachetadones que hasta estrellitas la hice ver. Con eso mi tía se sacó mucho más de onda.

—¡Soy más cábula de lo que sé imagina, tía!- y para demostrárselo le voy a quitar lo lesbiana con una buena parchada.—Yo ya estaba decidido a todo pues sabia que estaba valiendo gorro.

Muy a su pesar, ella retrocedió en la cama asustada, nunca lo había visto así, tuvo miedo, su voz se quebró al decirme con debilidad.

—No... no sabes lo que dices... no te me acerques... iNo me toques!-.

Con mayor seguridad en mis actos, la vio burlón, mi verga se levantó con fuerza, listo para la pelea carnal que se iba a presentar. Me desabotone el pantalón y lo bajo dejando al descubierto mi verga, la cual es mide 16cms, cabeceando al aire.

Mi tía Mirta no pudo evitar que sus ojos se clavaran en mi verga, tenía mucho tiempo que no veía una pistola masculina, porque en realidad, ella las dio con varios, pero desde muchos años atrás, y estaba segura de que ninguno con los que parchara tenía una verga tan grande y grueso como el que ahora contemplaba. Sintió punzadas en su panocha, como clara señal de que quería sentirla hasta lo más profundo de su vagina.

—¿No es una reata hermosa?-. Pues ya verá lo que le hace tía.

con la verga en la mano, comencé a deslizarla por el rostro de mi

tía, haciendo que ella experimentara sensaciones hasta aquel momento desconocidas, luego pase la punta de la verga por los labios de ella, con suavidad, sin prisa, gozando enormemente con aquello, sin poderse contenerme, mi tía abrió la boca un poco y su lengua se asomó para también recibir la deliciosa caricia. empuje la cadera y la cabeza de la verga penetró en la boca femenina por completo, mi tía comenzó a chupar poniendo intención y deseo en su boca.

—iAsí. así tía, chúpemela sabroso!... ya vera que no la defraudo y la hago feliz—. decía con sincera pasión, ya que estaba disfrutando tanto o más que mi tía con aquel acto de amor oral.

Y mientras ella chupaba la verga con deleite, mi mano bajó por el vientre de mi tía hasta detenerse en el triángulo de vellos. mi dedo medio busque la panocha y me detuvo en el clítoris, el cual comencé a masajear con suavidad, aumentando la excitación de mi tía Mirta. Los jugos íntimos comenzaron a emanar por la panocha, la boca de ella que tenía casi por completo mi verga.

—Es hora de que sienta el placer de una verdadera verga como esta.—le dije al tiempo que retiraba mi verga de su boca.

——No, por favor, me va a doler mucho yo lo sé.— protestó débilmente ella, que en sus anteriores experiencias con los hombres sufrió por lo estrecho de su vagina y la brutalidad con que la trataron, traumándola, aunque su marido fue diferente.

Yo no le hice caso y me monte sobre de ella, su verga apuntaba a la

Panocha de ella. Ayudándome con la mano, lo colocó a la entrada de la panocha y su boca buscó la mía, le correspondí, la excitación de su cuerpo era mayor. Apretaba los muslos tratando de cerrar así su panocha, pero mientras la besaba, le acariciaba los pechos, así que la vieja se fue relajando, aflojando para dejar abierta la puerta de su intimidad húmeda.

Sin prisas, comencé a penetrarla suavemente, milímetro a milímetro, sin que mi tía Mirta experimentara dolor en su panocha. Fue hasta que la mitad de aquel enorme garrote estuvo dentro de ella, cuando notó que le estaba gustando mucho. Sin poderse contener, me sujeto de las nalgas, al tiempo que me decía ansiosa y cachonda:

—Métemela toda! Mi rey... hazme sentir feliz, quiero toda esa verga en mi, muévela rico para que goce como nunca, quiero ser dichosa-.

Sus manos jalaban mi cuerpo más hacia el frente, mientras que su cadera empujaba hacia adelante para recibir mayor cantidad de carne dentro de su panocha caliente.

Empuje con determinación clavándole por completo la verga. Mi tía lanzó un fuerte gemido de placer y dolor, pero comenzó a rotar sus nalgas, como lo hacia con mi prima, para obtener y dar placer. También me movía rítmicamente, deslizando toda mi verga dentro de la panocha, mientras que con las manos le sujetaba las carnosas nalgas y con la boca chupaba y mordisqueaba los pezones, provocando con esto que la ruca estuviera aullando de placer y lujuria, de tal manera que de pronto, y con verdadera desesperación, me clavó las uñas en la espalda, sintiendo que el momento tan esperado estaba muy cerca de llegar. Comprendí aquello y me levante un poco para darle unas cachetadas, de ida y vuelta. El dolor inesperado, fue algo vicioso y placentero y en esos momentos, senti que algo dentro de su cuerpo estallaba y sus jugos íntimos fluían con intensidad, empapando mi verga que tenía dentro. Un profundo suspiro brotó de la garganta de tía Mirta, anunciando la llegada del orgasmo. Yo la volvió a cachetear en dos ocasiones más haciéndole probar el sabor de su propia sangre al tiempo que le gritaba con desprecio y coraje:

—¡Es usted una puta caliente... No sabe ni lo que quiere!. ¿No que le iba a doler y que es lesbiana, pinche vieja? —sin contener mi enojo, saque mi verga de la excitada panocha y poniéndome de rodillas le ordene:

—¡Quiero que se empine!... Deseo ver sus nalgotas apuntándome.

Mirta se me quedó viendo fijamente con sincera sorpresa:

—¡No jodas!... Te estás pasando de vivo y te arrepentirás.—protesto ella, y no se movió de su lugar, así que le di un gancho a las costillas y le volví a ordenar que se empinara de a perrito. Ahora sí se movió ella obedeciendo, motivada por el miedo que le despertaba, al que nunca habla visto en aquel plan.

Puesta en cuatro patas, exhibió sus macizas nalgas y redondas, las cuales acaricie y masaje, para luego morderlas con lujuria. Decidido, con ambas manos le separe los carnosos cachetes traseros y clave la lengua en el cerrado orificio, jugueteando un poco, despertando la pasión nuevamente en ella. Chupe cada pliegue del culito de mi tía y recorrí con la lengua su panocha, una y otra vez, como si estuviera reafirmando esa línea que dividía todo ese lugar de placeres insospechados. Cuando la tuve gimiendo solita, me incorpore y con la mano coloque la punta de mi verga en el culo de mi tía, marta se hizo a un lado, tratando de evitar el estreno, pero le golpee las costillas nuevamente que le hizo comprender que esa vez perdería la pureza de su culo.

Al verla sumisa, le abrí con fuerzas las nalgas y después de haber acomodado mi verga clave la mitad, desgarrando la piel del fruncido culito, rompiendo algunos vasos sanguíneos que de inmediato comenzaron a sangrar. Excitado por lo estrecho de la puerta de salida, empuje otra vez aventando el resto. mi tía estaba cachonda, le dolió, pero le gustó y se dejó manejar durante el vaivén. Primero lo hice lentamente, después frenético, como si estuviera poseído, mientras que tía Mirta clavaba las uñas y los dientes en la sábana para disminuir un poco el dolor y gozar con la excitación que poco a poco se apoderaba de ella.

Estuvimos limando así, por unos minutos, y de pronto, senti que mi verga, se ponía más gorda y dura, hasta que un potente chorro de leche caliente invadió su recto, inundándolo por completo. Fue tan agradable la sensación, que ella pudo llegar al orgasmo por segunda vez. Me separe con la verga aún dura y cabeceante, escurriendo la leche en gotas, y ella se desmadejo en la cama suspirando sin fuerza, plenamente satisfecha. La mire con desprecio mientras me subía los pantalones con firmeza.

—Me caí que no es usted un mal taco, tía , lo que pasa es que esta mal envuelta. La neta que me gusto parchármela, deliciosa, rica y sobre todo muy caliente, pero ahora que ya se su secreto me tendrá que dar todo lo que le pida, sino pues a chingar a su madre que no me hace falta, y además les contare a todos que se coge a su hija.

—No... no... espérate tantito, Chava—.me dijo ella al ver que me daba la vuelta decidido a largarme de aquella casa—. Mira mi rey, todo lo que tengo es tuyo, hasta mi hija, si tu la quieres para parchártela no hay bronca, pero no vayas a decirle a nadie;, te aseguro que la vas a pasar de lujo con nosotras. No pierdes nada con probarlo.

—Ora le, a ver si es cierto que me cumple con todo lo que me está ofreciendo en este momento.

Capitulo 2

Transcurrieron varios días después de la noche en que me cogí a mi tía. Me atendía a cuerpo de rey y procuraba que no me faltara nada, me compró ropa, me complacía en todo lo que le pidiera, así que me sentía todo un garañón.

Ya me había puesto de acuerdo con mi tía de que tendríamos una encerrona con mi prima Anabel. Me excitaba de sólo pensar en lo que disfrutaría teniéndolas a las dos en la cama parchando al ritmo que quisiera imponerles, no veía la hora en que la encerrona se produjera.

La noche señalada se llego, cuando mi prima Anabel regreso de su viaje, yo me encontraba con mi tía en su recámara, cuando llego Anabel, con seguridad penetro en ella dispuesta a todo.

Un saludo se heló en su boca al encontrarme tendido en la cama y a su lado a mi tía Mirta en bata transparente, sin otra prenda cubriendo su hermoso cuerpo, yo tampoco estaba vestido, por un momento no supo que hacer, estaba por dar media vuelta para salir de aquel lugar pero mi tía la detuvo llamándola por su nombre y levantándose de la cama.

—¡Ven Anabel!... No tienes nada que temer, tu primo Chava es discreto y además un excelente amante, ya veras lo que vamos gozar las dos.

—Pero es que yo...

—Si, ya sé que tu tienes mucho miedo de no llegar virgen al altar, pero te aseguro que con tu primo será genial perder tu virginidad.

Mi prima pareció dudarlo un momento, el miedo era mayor que su curiosidad, pero no se atrevía a dar un paso como ese, tía Mirta con una mayor experiencia ese tipo de situaciones la sujeto por los hombros y la beso con toda su pasión. Sus labios entre abiertos se posesionan de los carnosos y dulces de la Anabel, los succionaron al momento mismo que su lengua penetraba en la tibia y delicada boquita de mi prima, que se dejo llevar.

Mientras sus bocas se chupaban y se daban lengua a placer, las manos de mi tía Mirta, comenzaron a trabajar sobre las ropas de mi prima, encuerándola delicadamente, sin prisa alguna para no precipitar las cosas. Primero le quito su camiseta, luego su pantalón, dejándola con su brasier y pantaleta azules, le quito el brasier y los pechos de mi prima se veían antojables, le bajo su pantaleta y pude ver sus nalguitas cubiertas por una fina capa de sudor y uno que otro vello pubico.

Yo permanencia tranquilamente sentado en la cama, observándolas viendo aquellas caricias que se prodigaban ya que Anabel llevada por la pasión que su madre despertaba en ella, ahora le acariciaba los pechos con ambas manos.

Pronto las dos mujeres quedaron completamente desnudas, paradas frente a frente besándose, sus pechos se restregaban, pezón con pezón, rozándose delicadamente para aumentar la lujuria que en sus cuerpos brotaba con toda la fuerza de sus temperamentos ardientes.

La boca de mi tía fue bajando por el cuello de Anabel, dándole pequeños chupetones, mientras que sus manos se apoderaban de las carnosas nalgas, las cuales apretaba y sobaba con toda su lujuria, tratando de despertar en su hija las más bellas sensaciones eróticas.

Tía Mirta ataco los hermosos pechos de mi prima Anabel y con su lengua los recorrió, cacheteando insistentemente los pezones, envolviéndolos, chupándolos, mordisqueándolos con toda la lujuria que la motivaba a continuar con el agasajo marinero que le daba.

Sentía que mi verga se ponía completamente dura y decidí que era el momento de participar en aquel movimiento sexual, me levante de la cama justo en el momento en que mi tía se colocaba de perrito en la orilla de la cama. Sus nalgotas apuntaban hacia Anabel, tenia las piernas abiertas y sus codos contra la cama, de tal manera que el culo y la peluda panocha quedaban completamente abiertos, invitadores a lo que su hija quisiera hacerle.

Anabel comenzó a sobar aquellas nalgas soberbias, masajeándolas, cerrándolas y abriéndolas, para luego con sus labios chuparlas suavemente, deslizándose por todo et contorno en un viaje directo al centro del placer y del deseo, dejando la huella de su lengua por su recorrido.

Se sujeto firmemente de las nalgas y abriéndoselas con firmeza clavo su lengua en el centro mismo de la rajada, con la punta recorrió desde la unión de los labios mayores hasta el aún fruncido ano, arrancando gemidos de lujuria en su experimentada madre, que apretaba las sábanas y movía su trasero rotándolo para que su hija siguiera castigándola dé aquella manera deliciosa que tanto placer le proporcionaba.

Yo ya estaba que los tiraba de tanto deseo acumulado en mis huevos, así que viéndola empinadita con las piernas bien abiertas, se fui acercando a su espalda y poniéndome de rodillas me sujete del rico culo de Anabel, que enardecida por la chupada que realizaba, no le dio importancia, en ese momento estaba viajando en las olas del mar de la pasión.

Imitándola comencé a chupar y a lamer la rajada de ella, mi prima gimió gustosa y trato de imitarme el ritmo, realizando en la rajada de esta lo que le hacían en la de ella, siguiendo el mismo patrón, formando la cadena de lujuria más perfecta y bella que pudiera desearse en ese momento.

Yo chupaba, lamía, succionaba, aquella rajada, al tiempo que le acariciaba los pechos carnosos a Anabel que ya había entrado en confianza y se dejaba hacer todo, pero no suspendía su labor sobre la panocha de su madre, que estaba al borde del éxtasis supremo, gozando como enajenada de aquella rica mamada.

Fue unísono el gemido profundo e intenso que lanzaron las dos mujeres al momento mismo en que llegaban a la cima del orgasmo y se dejaban arrastrar por él en ese profundo laberinto de placer infinito. No obstante ninguno se atrevió a suspender sus lamidas, tía Mirta no podía permanecer impasible, así que se dejo caer en la cama y moviéndose se coloco entre los muslos de su hija Anabel, haciéndola que se empinara en la cama y volviera a atacar su panocha empapada por los jugos íntimos que emanaban a chorros.

Yo las vi en aquel perfecto 69 y sin pensarlo un momento abrí las ricas nalgas de mi prima Anabel, y sin sujetar mi garrote, lo centre hacia la panocha de ella, cuando la cabezota de mi verga hizo contacto con la empapada panocha de Anabel, esta intento fruncirse, pero la lengua de tía Mirta que seguía trabajando activamente la detuvo, ocasionando que se relajara y que soportara aquello.

Yo empuje un poco mi cadera y la verga avanzo, abriéndose paso en la estrecha vagina, que era virginal hasta ese momento, el delicioso dolor que sintió Anabel, lo aminoro clavando su boca en la panocha de su madre, chupando con mayor intensidad ya que estaba despertando en ella una lujuria incontrolable y desquiciante.

La vagina se aflojo un poco más y mi verga pudo seguir avanzando, hasta que sentí la metía toda, mis huevos chocaron contra sus nalgas; sentí que la panocha se contraía involuntariamente dándome pequeñas mordidas a mi garrote, así que permanecí un momento sin moverme, gozando de la estrechez de aquella deliciosa panocha.

La lengua de mi tía Mirta ahora se alternaba lamiendo de la rajada de su hija hasta mis huevos, sin dejar de mover su cadera, restregándolo en el rostro de su hija, su panocha peluda. Anabel estaba delirante de lujuria, su boca llena de las mieles de su madre y su panocha atascada de mi verga, en ese momento inicie mi vaivén. Tía Mirta se vino en un estrepitoso orgasmo, en ese momento, gimiendo con toda la potencia de sus pulmones, levantando sus nalgas para que Anabel no perdiera contacto con su panocha.

Me agarre firmemente de las nalgas de mi prima, me movía como un poseído, logrando que Anabel obtuviera su primer orgasmo que me baño la verga completamente, mientras que las paredes de si panocha me apretaba, como queriendo ordeñarme toda la leche de mis huevos.

Me deje caer a un lado y mi prima a otro, mientras que mi tía Mirta se montaba sobre mi verga, ensartándosela toda de un limpio y firme sentón. Anabel se monto sobre mi cara, exhibiendo su peluda panocha abierta y palpitante, queriendo mas placer.

Voltee a ver el espejo que estaba a un lado de la cama, y la imagen me puso mas caliente, veía a mi tía moviéndose telúricamente, gozando con mi verga que la penetraba hasta lo mas profundo, mientras sus manos se apoderaron de las nalgas de su hija, para que pudiera disfrutar plenamente de su panocha.

Por su parte Anabel hacia gala de flexibilidad y con su boca chupaba los enardecidos pezones de su mamá, alternando sus caricias de uno a otro, sin despreciar a ninguno, gozando intensamente. Mientras que con una mano acariciaba mi verga que entraba y salía de la panocha de ella, al tiempo que masajeaba su clítoris con intensidad y ritmo.

Por mi parte no desaproveche esa oportunidad y comencé a paladear el rico sabor de la ardiente y empapada panocha de mi prima Anabel, que gemía sin soltar el bocado que tenía, todos estábamos disfrutando y gozando plenamente con aquel movimiento de nuestros cuerpos que nos llevaban al delirio supremo de la lujuria.

Mi tía Mirta y mi prima Anabel se estremecieron por enésima vez, justo en el momento en que alcanzaban un nuevo orgasmo, ya no sabían cual de todos ellos era el mejor, no podían precisar con cual habían gozado más y sobre todo que era lo que disfrutaran mejor de todo aquel intercambio de caricias, besos, chupadas y metidas, todo era fantástico y no deseaban que terminara, aunque sus cuerpos ya daban claras muestras de cansancio.

Ambas mujeres se desmontaron de sus lugares y vieron con placer mi verga endurecida que aún apuntaba hacia arriba, altiva, completamente empapada por los jugos mezclados de ambas, la cabezota palpitaba con verdadera arrogancia, como buscando un contrincante para continuar con el combate al que le hablan sometido.

Las dos se tendieron en la cama y con sus manos me acariciaban los muslos, los huevos y la verga, sentí que todo mi cuerpo se estremecía ante lo inesperado de las caricias, pero me mantuve quieto.

Las bocas de ambas mujeres se lanzaron al ataque, mientras una recorría, con la punta de su lengua, desde los huevos hasta la cabeza, la otra me chupaba lo que podía, dándome pequeños mordiscos, luego cambiaban de actividad y en esos movimientos sus lenguas y sus bocas se encontraban de tal manera que podían besarse y mamar mi verga.

No considere buena idea quedarme quieto mientras que ellas realizaban aquel trabajo, así que mis manos se deslizaron en busca de las nalgas de ambas, las cuales acaricie y masaje a mi entero gusto, Mirta y Anabel, se movieron acomodándose para que pudiera acariciarlas mucho mejor, así que como todo un garañón metí mis dedos en las panochas empapadas de ellas, donde los moví con frenesí, sintiendo que la leche se me agolpaba en los huevos amenazando con salir a borbotones en cualquier momento.

Las dos aumentaron su actividad y pronto lograron su objetivo, la verga se me endureció aún más y arrojo su tibio contenido, Anabel recibió el primer chorro en la boca y lo trago con verdadero placer, disfrutando de su sabor y de su calor. Mirta al ver aquello la hizo a un lado, justo en e momento en que otro potente chorro brotaba, también trago y disfruto paladeando de aquella miel.

Otros dos chorros brotaron estrellándose en las mejillas de ellas que no pudiendo contener su propio temperamento se vinieron nuevamente, apretando con sus panochas los dedos que las invadía, pero ya no pude disfrutar de esa grata sensación ya que al venirme estallo en un profundo gemido, haciendo ruidos guturales que invadieron todo el lugar, que después se vio envuelto en un profundo silencio. Los tres yacíamos en la cama relajándonos, tratando de que nuestras respiraciones se normalizaran para poder hablar con tranquilidad.

—fue realmente fabuloso!.—dijo Anabel con una amplia sonrisa al tiempo que volvía a agarrarme la verga que aún no perdía toda su dureza—. Esta verga me ha hecho gozar como nunca lo imagine. Ahora me doy cuenta de todo lo bello y rico que es y que yo me he pido.

—Te lo dije, tu debes de confiar en mí, este cabrón sabe hacerlo bien y creo que es lo único que sabe hacer, pero no importa, lo vamos a tener aquí para nuestra satisfacción y te aseguro que vivirás momentos verdaderamente deliciosos en sus brazos.

—¿Y qué va a pasar con mis padres si quieren que regrese?.—pregunte yo viendo a mi tía y sintiendo los ricos apretones que la manita de Anabel le daba a mi verga.

—¡Bah!, Por ellos no te preocupes, con su trabajo y sus ocupaciones tardaran un tiempo en que quieran que te regreses, además nosotras solo te utilizaremos toda la semana.

—¿Y si yo quisiera aventarme una rica parchada con él a solas?.—preguntó Anabel haciendo un gesto pícaro y lleno de inocencia.

—¡Ah!, Pues entonces te pones de acuerdo con él, no creo que salvador se niegue a darte ese pequeño capricho.

—claro que no!... las veces que quieras primita, ya sabes que mi verga siempre esta lista para entrar en acción cuando se trata de una panocha tan sabrosa como es la tuya.

De aquella manera obtuve paz en aquella casa, mi tía Mirta ya no volvió a presionarme para que trabajara, los tres nos llevábamos de maravilla. Anabel estaba feliz con aquellas parchadas que le daban.

Capitulo 3

Después de haber estado con mi tía Mirta y mi prima Anabel las cosas cambiaron, tenia dos mujeres para mi solo. Lo que aproveche a lo máximo sobre todo con mi prima Anabel. De esa manera cuando a mí me gusta una chica y le traigo ganas, se lo comente a mi prima, y si ella la conoce y puede influir para que la chica en cuestión afloje aquellito y no se haga del rogar, pues me echa una mano y así resulta más fácil la conquista, de esa manera me he aventado a algunas de sus amigas que son buenos tacos aunque estén mal envueltas pero calman el hambre. Fue por eso que no pudo negarse a realizar lo que quería y que estaba en sus manos cumplírmelo.

Resulta que a mi se me había antojado cogerme a una chica a la que ella conocía y que me atraía mucho, ella estaba en la escuela con Anabel, de la que me entere se llamaba Brenda, tenía el cabello largo y ondulado, pertenecía a otra religión por lo que usaba faldas largas y ropa muy holgada, pero aun así se le ponía notar que poseía un buen cuerpo, Ella es una morena, trigueña, con unos senos grandes, lechosos, duros, bonitos y bien formados, una cintura estrecha que va de acuerdo con su cuerpo delgado, caderas anchas, delineadas, carnosas y abultadas, piernas esbeltas y bien torneadas, haciendo que todo en ella fuera magníficamente atractivo, aun cuando se vestía de aquella manera, me volví loco verla y en un par de ocasiones me había masturbado alucinando con ella.

Así que planeamos todo, Anabel la invitaría a la casa para hacer un trabajo escolar, luego ella la seduciría y cuando estuvieran en plena acción, yo me aparecería y podía cogérmela. El sábado cuando llego Brenda mi tía Mirta no estaba, y yo dije que saldría para que ellas pudieran estar solas y hace su tarea a gusto. Salí pero volví a entrar por la puerta de atrás y ver como se desarrollaban las cosas. Al principio todo transcurrió normal, luego Anabel comenzó a decirle que ella tenia muy bonito cuerpo, que por que no se vestía de una forma más moderna, Brenda se puso roja y explicaba que en su casa no la dejaban por la religión, Anabel insistió tanto que la convenció de que se probara unas ropas de ellas.

Se dirigieron a su habitación, yo las espiaba por la cerradura, Anabel saco sus minifaldas más sexy así como sus blusas, como Brenda no se animaba a quitarse la ropa delante de mi prima, fue ella la que tomo la iniciativa, Anabel se quito su blusa y su pantalón quedando solo en un brasier, que apenas y si cubría sus senos, y pantaleta, tipo bikini, Brenda se le quedo vio y entonces Anabel aprovecho para quitarle su falda, la blusa que traía Brenda eran tan grande que solo dejaban ver sus bien formadas piernas, luego comenzó a desabotonar la blusa, Brenda se animo y termino por quitársela ella, traía un brasier que le cubría todo sus senos y una pantaleta que era capaz de enfriar al mas calenturiento, era un monumento a lo anti erótico.

Brenda le dio un beso en la boca y le quito el brasier, los senos saltaron libres, tenia unos pezones sabrosos rodeados de una aureola blanca, luego le quito la pantaleta y dejo a la vista una panocha con mucho vello púbico, la llevo a la cama y Anabel termino por desnudarse, yo estaba súper caliente, comenzaron a besarse y cachondearse, se habían olvidado de todo por lo que aproveche para entrar al cuarto sin hacer ruido y sentarme en una silla lejos de la cama.

Bueno pues sobre la amplia y mullida cama, estaba mi prima Anabel, se encontraba sobre el colchón totalmente desnuda y con las piernas abiertas, mostrando su intimidad de manera impúdica, no es por dárselos a desear pero mi prima posee una panocha de campeonato, peludita, se moja con facilidad y destila un aroma inigualable, siempre huele rico y sobre todo excitante, ahora al verla así, sentí que la verga se me levantaba y se paraba con fuerza, estaba pasiva con sus bellas piernas abiertas y se dejaba mamar la rica panocha con sincero frenesí y moviéndose en la cama de manera cachonda demostrando que estaba disfrutando de aquella estupenda mamada en todo su delicioso y acariciable cuerpo. Desde el sillón donde me encontraba sentado, las podía ver a la perfección, mi prima, Anabel estaba verdaderamente cogible, por donde quiera que se le viera, y de eso podían dar testimonios todos los vecinos de la colonia en donde vivíamos, quiénes al verla por la calle se detenían para verla pasar moviendo su rico trasero y gozando con el delicioso bamboleo de sus grandes chiches.

Por un momento estuve tentado a dejar mi sillón y acercarme a ella para complacerla, pero no era eso en lo que habíamos quedado y no estaba bien que yo violara nuestro acuerdo, así que continúe sentado, viéndolas, con la reata bien dura y palpitante, dispuesta a entrar en acción si era necesario, debo reconocer que hasta los huevos me dolían de lo caliente que me sentía de estar viendo a ese par de hermosas mujeres disfrutando.

No era la primera vez que yo estaba con dos mujeres en un mismo cuarto disfrutando del sexo, pero ahora yo no participaba de manera activa como siempre lo había hecho y eso me tenía tenso, no sabía que hacer mientras las veía, era como disfrutar de una película pomo, pero en vivo y a todo color.

Con verdadera atención, vi los movimientos de aquel par de bizcochos, ya que, la amiga de mi prima también era un verdadero cromo, sólo que contrastaban totalmente en el color de sus pieles pero en general estaban a la par.

Berta estaba empinada, apuntándome con su rico culo, mostrándome lo carnoso de sus labios vaginales y lo tupido de los pelos que rodeaban aquel lugar, con la cabeza metida entre las exquisitas y deliciosas piernas de Anabel.

Desde mi lugar podía ver con claridad que su lengua jugueteaba incansable, con el endurecido clítoris, mientras sus manos inexpertas masajeaban los redondos y abundantes pechos de mi prima, quién la tenía firmemente sujeta de los cabellos para que no se saliera de aquel sitio y siguiera con la rica mamada que le brindaba con toda cachondez.

Empujaba con firmeza la cabeza de la mamadora, pegándola más a su papaya, que en ese momento parecía una fruta madura, exquisita y dulce que la otra disfrutaba con plenitud, pero, aunque Anabel apretaba fuertemente, no le hacía daño alguno, y movía sus nalgas empujándose más hacia esa boca que la enloquecía y la hacia reptar sobre el lecho que las albergaba y les servia de cómplice, en donde tantas veces la había llevado yo al paroxismo del placer y la lujurie, y en ese mismo lugar en donde le quite la virginidad hacia algunos meses.

El rostro de mi prima, denotaba la bella excitación que vivía en ese momento tan especial y cargado de lujuria, su boca se abría para jalar aire, tenía las mejillas enrojecidas y sus pezones como dos chocolates en su punto exacto, parados, duros y ricos y eran masajeados por los hábiles dedos de su amiga que se llenaba de ellos retorciéndolos. De pronto, vi que el maravilloso y sensual cuerpo de Anabel se convulsionó, y sus músculos se pusieron rigidos, en una señal inequívoca de que el primer orgasmo le estaba llegando con plena intensidad sacudiéndola por completo y obligándola a abrir más sus piernas, dejando que su amiga pudiera moverse con mayor libertad ella lo comprendió así y por eso intensifico el movimiento de sus labios y de su lengua dándole un placer adicional a mi cachonda prima.

Berta se sostuvo unos minutos más en su sitio, lamiendo y besando aquella rejada sabrosa que se había abierto por completo a sus antojos, pero unos segundos después, con la cara llena de esa delicada miel emanada de las entrañas de mi prima, se levantó de su lugar y se recostó junto a ella, las dos se besaron en la boca con verdadero amor, mientras sus manos acariciaban sus bellos cuerpos, mutuamente, conocedoras de ellos.

Anabel estaba concentrada en el triángulo de abundantes rizos dorados que su amiga tenía entre las ricas piernas, dejando que por momentos sus largas y bien cuidadas uñas acariciaran el sonrosado botoncito del clítoris que sobresalía claramente del abultado sexo, de labios mayores, gruesos y carnosos, de su juvenil y caliente y deliciosa amiga.

Berta, por su parte, se encontraba entretenida acariciándole la cintura y las chichotas, subiendo y bajando su mano, por todos los contornos de aquel cuerpo que tan perfectamente conocía, incluso hasta las dos nalgotas prietas y llenas, fueron masajeadas, proporcionando y recibiendo placer a raudales.

Anabel la besó con infinita pasión, vi sus bocas abiertas estrecharse una con la otra, casi podía notar sus lenguas enredándose mutuamente, chupándose y mordiéndose, esculcando todos y cada uno de los rincones de sus cachondas y mojadas bocas.

Mientras sus manos se acariciaban mutuamente, con ternura infinita, y se deslizaban sobre aquellas pieles sedosas y tersas, apenas tocándose, como si quisieran impregnar sus manos de ellas, tratando de llenarse de la esencia y del calor que emanaba desde el fondo de sus pechos, era algo sublime el poder verlas en ese momento tan especial.

Sin separarse de la boca de Berta, Anabel se le encimó, la muchacha abrió completamente las piernas para que su cabalgante pudiera acomodarse sin problemas. Ayudada con sus manos, mi prima abrió los labios mayores de la deliciosa pucha de su amiga, para así poder tener mayor contacto con la húmeda rajada y ardiente de su cachonda compañera.

Cuando por fin se acomodaron a su entera y completa satisfacción comenzaron a moverse rotatoriamente, sus clítoris se besaban y se acariciaban con aquel movimiento, provocando en ambas múltiples y agradables sensaciones, al tiempo que sus pelos se enredaban y se empapaban con aquella mezcla de sus jugos íntimos que emanaban de manera abundante y aromática, llenando toda la alcoba de aquel hermoso aroma que tanto me gustaba y que me excitaba hasta el delirio total con solo aspirarlo.

Mientras se aventaban aquella tortillita, deliciosa, la carnosa boca de Berta se apodero de uno de los endurecidos y achocolatados pezones de las ricas chichotas de Anabel y comenzó a mamarlo con deleite al tiempo que sus manos se deslizaban bajo sus nalgas y las apretaban acariciándolas plenamente mientras que sus panochas se tallaban con una suavidad y firmeza increíbles, ni yo en mis mejores momentos era capaz de tener semejante ritmo y estilo.

Anabel no se quedó pasiva, sus labios besaron y chupetearon el cuello de su amiga, sus manos recorrían de la cintura a las nalgas carnosas y ricas, las cuales eran apretadas, sobadas y estrujaba con infinita pasión, incluso, por momentos clavaba su dedo medio en el estrecho y fruncido culo que se con- traía más aún al contacto de la caricia que el fino dedo le provocaba en su recto.

Aquello sólo tenía una finalidad, y pronto llegó, el orgasmo simultáneo y placentero, sin embargo ellas no rompieron aquel abrazó, así permanecieron durante unos segundos.

Yo no sabía que hacer, la verdad es que todo aquel espectáculo me había gustado de sobremanera, pero mi verga estaba endurecido totalmente, no sabia si sacármela y chaqueteármela delante de ellas que ni me pelaban o si lanzarme a la cama y ensartar a la que estuviera más cerca, de una o de otra manera yo tenía que hacer algo y pronto.

Descarte las dos opciones ya que no era propio de mi actuar de esa manera presumía de tener mucha disciplina y lo tenía que demostrar hasta en esos momentos tan críticos y complicados, no importaba lo que viniera, no podía ir contra lo que tanto había predicado delante de mi prima, ya que de otra manera ella no volvería a creerme nada.

De pronto Anabel se separo de su amiga y con un dedo me hizo la señal para que me levantara de mi lugar y fuera a la cama, la vi con un gesto de asombro, pero ella sonríe complaciente y cachonda, así que ya no tuve que pensarlo dos veces, completamente vestido como me encontraba fui a la cama.

En cuanto me subí las dos se lanzaron sobre de mi como fieras en celo y comenzaron a quitarme la ropa, pero sin prisa alguna, con suavidad, al tiempo que masajeaban mi cuerpo acariciándome por donde querían o deseaban hacerlo, con lo caliente que estaba no podía perder la bella oportunidad que se me presentaba, así que estire mis manos y comencé a acariciar todo lo que quedaba a mi alcance, sobe chiches, piernas, nalgas, panochas, todo era maravilloso y rico.

Finalmente me quitaron los pantalones y los calzones no duraron mucho tiempo en su lugar, y al ver mi verga completamente endurecida y cabeceante, las dos la sujetaron y comenzaron a mamarla, alternándose para brincarme ese placer maravilloso e inigualable, mientras una chupaba la cabezota de mi verga, la otra besaba y lengüeteaba mis huevos.

Mis manos estaban en franca actividad, y mientras a Anabel le sobaba las nalgas, con los dedos de mi otra mano acariciaba la pucha de Berta, sus bocas trabajaban de manera coordinada, mientras una chupaba mis huevos la otra mamaba la verga y luego cambiaban y luego se lanzaban al mismo tiempo sobre la verga mamando primero una y luego la otra.

No me pude contener y raptando sobre la cama me fui acomodando entre los carnosos y sabrosos muslos de Berta y al ver su peludo mono frente a mi cara, lance la bocanada y me apodere de su pucha.

Comencé a mamar con toda la pasión que estaba sintiendo en ese momento, mis manos se apoderaron de aquellas ricas nalgas y las abrí para tener un mejor margen de acción.

Mi lengua cachonda y experta recorría desde el centro de su culo hasta la punta de su clítoris, de ida y de vuelta, quería paladear plenamente aquella pucha que desde que la viera me pareciera maravillosa y antojable.

Al quedar suelta, mi prima se coloco entre mis piernas y acomodo sus ricas tetas sobre mis testículos de esa manera comenzó a apretar con sus tetas mi verga, mientras tanto, Berta chupaba la punta del fierro y mamaba con toda la lujuria que yo le trasmitía a través de su pucha. De cuando las bocas, de mi prima y la de Berta se encontraban en un pasional o cachondo beso que las llenaba de lujuria y las enardecía más de lo que ya estaban. De pronto sentí que Berta se estremecía bajo las caricias de mi lengua en su pucha, señal inequívoca de que estaba llegando al orgasmo, mi prima ayudo a que esa sensación fuera más intensa ya que en ese momento comenzó a mamarle las chiches con toda su pasión.

Al terminar de venirse, Berta se desmontó y antes de que yo pudiera preguntar sobre lo que seguía, mi prima tomo su lugar en mi boca y yo seguí mamando, ahora con un sabor diferente y una emoción insuperable.

Mi placer aumenta al momento en que sentí que Berta se montaba sobre mi verga y de un firme y contundente sentón se ensartaba todo el garrote en su pucha y comenzó a moverse como péndulo de reloj hacia el frente y hacia atrás restregando su pucha sobre mi pubis, yo seguía mamando y gozando de aquella sensación dual, tanto en mi boca como en mi verga. Y mientras las dos mujeres gozaban de lo que yo les brindaba con mi boca y con mi verga, ellas se besaban y se acariciaban con toda la pasión que estaban experimentando en ese momento.

Pero aún me tenían más sorpresas, de pronto y sin que yo me lo esperara, ellas cambiaron de lugar, mi prima en la verga y Berta en mi boca, estuvieron por unos minutos y nuevamente cambiaron.

Esa noche fue maravillosa e inolvidable, pero no fue solo una sino varias noches. Por que a partir de ese día Brenda cambio no solo en su forma de vestir sino de ser.

Por El cazador

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