viernes, 12 de mayo de 2023

Carolina y su familia: Tercera parte


No me costó nada convencer a Alberto, se fue a grandes zancadas a su dormitorio. Cuando entré en su cuarto, ya estaba desnudo sobre su cama. Tratando de sorprenderlo, yo me había desnudada antes de entrar. Me miró con ojos ansiosos. Me acosté a su lado y deslicé mi suave pierna sobre su muslo peludo. Jadeo entusiasmado cuando aferré su pene con mi mano y comencé a masturbarlo, muy pronto lo tenía gimiendo, entonces le pregunté:

—¿Disfrutaste chupando el pezón de mamá? …


Miró mis pechos con ojos ávidos y asintió. No dije nada, pero me enderecé y acerqué mis tetas a su rostro. Lamió y chupo mi pecho, sentí como un corrientazo eléctrico recorrer todo mi cuerpo, luego tomó mi pezón en su boca y disfruté de sus suaves labios chupadores. Gemí diciendo:

—¡Guau! … eso se siente bastante bueno …

Otra andanada de sensaciones se disparó por todo mi ser cachondo. Jalé su pene con fuerza y rapidez mientras mi coño comenzaba a derretirse, entonces le dije:

—¡Vamos, hermano! … acaba de una vez … córrete solo para mí … rocíame …

Alberto gimió y yo lo jalé más y más rápido, entonces lo sentí temblar, su vientre se hundió, exhaló un gemido y un gruñido, luego disparo un potente chorro de lechita caliente. Continué a masturbarlo violentamente mientras él se retorcía a mi lado gimiendo y respirando afanosamente, su espeso semen cubría mis dedos, mi palma y dorso de mi mano. Solté su polla, le di la espalda y me lleve mi mano embadurnada de semen a mi boca, lamí un poco mis dedos para saborearlo. Olía un poco fuerte, pero no era de mal sabor. Limpié los restos de mi mano con sus boxers que estaban sobre la silla, entonces él me dijo:

—Eso estuvo genial … ¿te gustó? …

Me reí y Sali de su cuarto. Fui al baño y me lave las manos. De camino a mi habitación escuche un zumbido familiar, también los gemidos de mamá eran audibles. El tono del zumbido se hizo más intenso, ella lo tenía casi al máximo, de seguro estaba muy caliente. El sonido variable del vibrador me hacía suponer que lo estaba metiendo dentro y fuera de su coño hambriento. De regreso en mi pieza, me toqué. Los eventos de esa noche giraron en mi cabeza y las imágenes de la gran polla de Alberto escupiendo esperma bastaron para hacer que me volviera a correr rápidamente.   Ya casi sin fuerzas, me cubrí con el edredón y desnuda, me quedé profundamente dormida.

Volvieron mis sueños.    Vi a Alberto follando a mamá y ambos me miraban y se reían. Me mantuve a distancia, petrificada, como pegada al piso. Mamá me hizo señas para que me acercara y palmeó la cama como invitándome a su lado. Hice como pedía.Alberto saco su inmensa polla del coño de mamá goteando copiosos fluidos.   Él se paró al lado de la cama, ella beso su cabezota chorreante y me guiñó un ojo. Entonces me hizo señas para que abriera mis piernas. Alberto comenzó a tocar mis pechos, entonces me desperté toda sudada y alguien tocaba verdaderamente mis senos.    Mi hermano estaba de rodillas a mi lado masajeando mis senos.Quise levantarme. Su sonrisa me detuvo y no pude regañarlo, vi que se llevaba un dedo a la boca. Estaba confundida y paralizada ¿qué estaba haciendo en mi habitación? ¿Por qué no puedo hablar? ¿Por qué toca mis senos? Lo escuche sisear dulcemente:

—¡Sssshhhh! … Mamá está despierta …

Todavía estaba aturdida con mis sueños. No sabía si estaba realmente despierta o todavía me encontraba en mi sueño, todo era muy confuso. Balbuceante atiné a decir enfadada:

—¿Qué estás haciendo? …

—Lo siento, hermanita … no pude resistirme … son tan hermosos tus pechos … y como tú tomas mi polla … pensé que sería justo si yo también pudiera tomar tus senos …

Me parecía sincero y sus palabras justas, además, estaba desnudo con su inmensa polla erecta a centímetros de mí. No quería regañarlo, pero debía aclarar ciertas situaciones, así que le dije:

—Nunca volverás a hacer esto en mi habitación … sí hacemos algo será en tú cuarto y solo en tú habitación … no quiero que me toques sin mi consentimiento … yo decidiré si me tocas o no … y yo decidiré lo que se hace y lo que no se hace … ¿Entendido? …

Mi tono denotaba cierto enfado y quería ser enfática en señalar todo esto, pero su mano no dejaba de magrear ese tremendo miembro suyo y no podía quitarle mis ojos de encima, era una distracción demasiado poderosa y me desconcentraba totalmente, entonces un poco enojada le dije:

—¿Puedes dejar de tocarte esa cosa, por favor? …

Soltó su polla de golpe y esta reboto en el aire como un mono porfiado, se movía y no paraba de moverse como con movimiento perpetuo. Esto hacía todo más difícil, me hipnotizaba esa polla gigantesca con vida propia. Con tono sumiso y meloso me preguntó:

—¿Puedo acostarme un rato contigo? …

Sin esperar una respuesta de mi parte, levantó el edredón y se coló bajo las cubiertas de mi cama. Embelesada con los movimientos automáticos de su pija, no pude negarme. Rápidamente se acurrucó a mi lado pasando su brazo sobre mí, bajo mis senos y su polla se hundió en mi muslo a centímetros de mi mano, me quedé inmóvil y muda, tragué saliva preguntándome ¿Cuál será su estratagema?

Se quedó quieto por un rato, pero no podía sustraerme a su polla enorme dejando gotas de semen en mi muslo, me sentí irrequieta, suspiré emocionada y él no perdió tiempo para susurrar a mi oído:

—¿Puedo tocar tus pechos? …

Sentí maripositas en mi estómago, ¿Qué podría resultar de todo esto?  ¿Quería esto realmente?  Mi propia calentura me supero y asentí sin palabras, Alberto se apoderó de mi seno derecho y rodeó mi pezón con sus dedos. Mi coño comenzó a mojarse rápidamente, fue celestialmente divino, pero no podía dejar que esta situación se nos fuera de las manos, como última instancia aduje.

—¿Y si mamá nos está buscando? …

Dije entre suspiros e incipientes gemidos. Se sentían ruidos de mamá saliendo del baño, de seguro iría a la cocina y él lo sabía muy bien.

—Es domingo y ella nos deja dormir hasta más tarde … no nos molestará …

La emoción de ser atrapada me hacía sentir excitada, pero todavía estaba inquieta, la mano de Alberto masajeando y sobajeando mis tetas se sentía deliciosa. Poco a poco la fue deslizando por mi vientre y volvió a preguntarme:

—¿Puedo tocarte? …

Me sentí aterrada y también deseosa, no sabía que responderle, no había pensado en esto, titubeaba y vacilaba sobre que decir y balbuceé un:

—¡Uhmmm! …

Alberto tomo eso como un consentimiento y su mano toco mis vellos púbicos, sentí mi coño reaccionar receptivamente, pero mi cabeza no estaba lista para eso, rápidamente puse mi mano en la suya y le dije:

—¡Detente! … ¡Y deja de restregar tu polla contra mi pierna! …

Alberto se rio y dijo confiadamente:

—Está bien … pero llegará el día que me rogaras por ella …

Me dejo perpleja, ¿Qué quiso decir con eso? ¿Qué sentido tienen esas palabras suyas?    Mientras reflexionaba, su mano se había apoyado entre mis muslos y buscaba la convergencia de mis piernas.   Mi corazón latía acelerado, como alocado cuando sentí sus dedos a contacto con mi labia vaginal, metió un dedo entre mis labios y busco mi agujerito, cuando empujó para penetrarme yo le tomé la mano.

—¡Hey! … no tan rápido … tómatelo con calma … no estoy acostumbrada a esto …

Dije gimiendo, Alberto se calmó, pero su dedo no se apartó de mi coño voraz que solo ansiaba devorar su dedo intruso. Le instruí en hacerlo delicadamente y su dedo me calentaba cada vez más, me había penetrada hasta su segundo nudillo y con su pulgar restregó mi clítoris, junté mis piernas enceguecida de placer y él empujó su dedo más adentro, abrí mis piernas para permitirle un mejor acceso y aferré su endurecido garrote con mi mano, pase mis dedos por su cálido ápice y mojé las yemas de mis dedos con su lechita, luego envolví mi mano en su tótem e hice deslizar su prepucio arriba y abajo, se sentía tan caliente, cerré mis ojos y las imágenes de su gruesa polla perforando mis rosadas, húmedas y delicadas carnes volvieron a ocupar toda mi mente. Me estremecí sintiendo que ahora movía su dedo enérgicamente hacia adelante y hacia atrás, gemí casi descontroladamente moviendo alocadamente mi pelvis. Me divertí jugando con su pija al mismo ritmo que él movía sus dedos en mi coño. Sentí que él estaba a punto de correrse otra vez, pero sus inexpertas manos no iban a lograr que yo me corriese junto a él. De seguro iba a necesitar mucha más practica para obtener el resultado ansiado. Bueno, eso sería para otra vez, ahora se sentía cachondo y para mí eso era suficiente por ahora.

Mientras lo masturbaba violentamente, él perdió totalmente el foco en mi coño. Comenzó a estremecerse y a gruñir. No tardo en correrse rociando su semen sobre nuestros cuerpos, como pude traté de que no manchara mi edredón. Cuando terminó le dije que dejara mi coño en paz y se fuera a su habitación. Me miró sorprendido y se anduvo molestando cuando le dije que todavía tenía mucho que aprender para satisfacer a una mujer, se levantó con su orgullo herido y se fue farfullando a su cuarto un tanto irritado.

***

Un par de semanas después, pleno verano, el clima era realmente hermoso. Mamá estaba acostada en su tumbona preferida disfrutando del sol. Alberto y yo estábamos recostados sobre una toalla en el césped. El sol león quemaba y Alberto no iba dejar pasar esta oportunidad, se ofreció de espalmar protector solar sobre la espalda de mamá. Hasta ahí nada especial. Mamá se volteó boca abajo y Alberto roció abundante crema en su espalda, cuando comenzó a esparcir la crema sobre su lisa piel, le dijo:

—Mami … los tirantes de tú sujetador molestan …

Mamá metió sus manos en su espalda y los desató, Alberto tenía ahora toda su espalda desnuda para masajearla, eso fue lo que hizo, pero no le bastaba, los bellos senos de mamá sobresalían por sus flancos y él comenzó a masajear los costados de sus pechos esplendidos, mamá no dijo nada. Cuando terminó, se tumbó de espaldas a mi lado, la protuberancia en su bañador era enorme y no fui yo sola a verlo, mamá lo miraba con los ojos entreabiertos.

Me amodorré con el fuerte sol y me quedé dormida. Perdí la noción del tiempo, cuando abrí los ojos, Alberto estaba apoyado en sus codos y observaba a mamá que estaba acostada boca arriba, su sujetador cubría sus senos, pero los tirantes colgaban desatados a sus costados. Sus grandes pechos lucían como dos suaves colinas redondas con un puntiagudo ápice.  Alberto se deslizó hacia ella y habló con mamá, mamá de su propia voluntad le pasó el bronceador y le indicó que le espalmara un poco de frente. Los observe con los ojos semicerrados, de repente Alberto roció a mamá con el protector, evidentemente era en exceso, mamá reclamó:

—¡Hey! … ¿Qué haces? …

Él le puso las manos en el vientre y comenzó a frotar el cremoso líquido, mamá riéndose le dijo:

—¡Chico! … yo puedo hacer eso por mi cuenta …

Pero Alberto ya no la escuchaba embelesado a acariciar la suave piel de mamá, además, tenía la respuesta pronta como siempre:

—Lo siento, mami … creo que me excedí … déjame arreglar este lio …

La escuche solo suspirar pacientemente y le dejo que la frotara, pero como era de esperar, sus manos viajaban siempre más y más arriba, hasta tocar la base de sus senos, lo que hizo que ella volviera a llamarle la atención:

—¡Hey! … cuidado … basta hasta allí …

Pero Alberto empecinado le replicó:

—Yo combiné este desastre … me toca a mi solucionarlo … déjame … espera un poco y termino …

Ahora estaba frotando todos los alrededores de sus pechos. Repentinamente se volteó a mirarme y yo cerré mis ojos y me quedé quietecita respirando calmadamente, algo me decía que estaba preparándose para algo más y no me equivoqué, le escuché decir:

—Mami, Carolina duerme … tengo las manos grasientas … déjame limpiarlas en ti …

Mamá se movió y me miró y para mi sorpresa asintió con su cabeza y dijo a baja voz:

—Bueno … pero que ella no se de cuenta …

Mi ritmo cardiaco se aceleró ¿Para dónde iba todo eso?Seguí haciéndome la dormida observándolos con mis ojos parcialmente cerrados. Alberto metió las manos bajo su sujetador y roció otro poco de protector solar directamente sobre los senos de mamás, la sentí suspirar, pero no dijo nada, muy pronto las codiciosas manos de mi hermanito viajaban amasando y sobajeando las esplendidas tetas de mamá, deteniéndose a jugar con sus pezones que parecían dos pitorros endurecidos. Mamá sin abrir sus ojos le dijo:

—¡Hmmmm! … lo estás haciendo bastante bien, cariño … ¿Te excitan mis pechos? …

—Sabes que sí, mamá … tienes unos senos preciosos … ¿No crees que sea normal que se me ponga duro? …

—Ja-ja-ja … sí lo sé … Tienes un bulto enorme en tus pantaloncitos …

Esos comentarios de mamá con su respiración afanosa, gemidos y su voraz mirada a la pija de Alberto, me hizo entender de que ella estaba bastante caliente, él solo se reía y continuaba a manosearla, mamá tenía las plantas de sus pies ligeramente encorvadas y apretaba sus piernas, lo mismo que me sucede a mí cuando me siento arrecha, melosamente le preguntó:

—Hijo … ¿Te vas a masturbar luego? …

Alberto asintió otra vez y ella continuó:

—¿Y vas a pensar en los senos de mamá? …

Continuaba a mover sus piernas estrechamente como si su coño estuviera en llamas, pero no cesaba de alentar a Alberto:

—¿Quieres que mami venga a verte mientras te duchas? …

Su voz era extrañamente ronca, Alberto aprovechó inmediatamente la propuesta de mamá:

—¡Oh, mamá! … ¿Deveras podrías hacer eso? …

—Sí, cariño … pero Carolina no tiene que vernos … lo haremos cuando ella no esté … ¿De acuerdo? …

Ya nada me sorprendía, pero me molesto un poco que me dejaran de aparte, también a mi me gustaba mirar a mi hermano cuando se pajeaba.  Alberto le cuchicheó algo inentendible, mamá asintió y le dijo:

—Está bien, cariño … ahora dame un beso y vete …

Alberto apoyó sus pectorales en los mullidos senos de ella y le dio un beso en los labios, luego se puso de pie y me miró de reojo, sus pantalones estaban inflados al máximo.

Me quedé pensando cómo podría hacer para espiarlos subrepticiamente, me adormecí por un rato, cuando me desperté, pensé que me estaba perdiendo algo, entre sigilosamente a la casa, mamá estaba en la cocina preparándose una bebida, Alberto al parecer estaba en su cuarto, entonces se me ocurrió algo:

—Mami … voy a la casa de patricia … tiene un videojuego nuevo … regresaré más tarde …

—Anda, querida y diviértete …

Rápidamente me puse unos shorts, remera y tomé mi bicicleta, me despedí de Alberto que aún no se duchaba y estaba haciendo ejercicios en su cuarto, le advertí de que estaría fuera por algunas horas y me dirigí a la puerta, antes de que saliera de su cuarto, él me preguntó:

—¿Dónde está mamá? …

—En la cocina preparándose algo de beber …

Le dije y me fui hacia la puerta principal, antes de salir le escuché que gritaba:

—¡Mamá! … me voy a la ducha …

Di un par de vueltas por las calles cercanas a casa y luego me devolví y entré por la puerta de atrás. Sigilosamente llegué al pasillo, mi plan había dado resultado, los escuché reírse y hablar, ya estaban en el baño. Subí lentamente las escaleras y vi que la puerta del baño estaba abierta, se escuchaba el ruido de la ducha, lo que jugaba a mi favor, porque las viejas escaleras crujían de tanto en tanto. Me oculté en mi habitación desde donde tengo una privilegiada vista del baño y esperé en silencio. Pude ver que la pija de Alberto estaba semi dura y mamá estaba en topless, conservaba la parte inferior de su bikini, ella le preguntaba:

—¿Esta rica el agua, hijo? …

Alberto miraba ávido los senos de mamá, aferro su polla y comenzó a magrearla delante de ella, entonces mamá le dijo:

—Parece que sigues tan excitado como antes, ¿verdad? …

Él dijo que sí y mamá se llevó las manos a sus pechos, metiéndolos en muestra para él y le dijo:

—¿Te gusta cuando acaricio mis pechos? …

—Mami, tus senos son esplendidos …

—Y tu pene es muy lindo y grande, hijo … ¿Cómo es que está así? …

—Es por ti, mami … tus tetas son super excitantes … ¿Puedo tocarlos mientras jalo mi pija? …

No escuché decir nada, pero aparentemente mamá accedió, porque Alberto estiró una de sus manos y se los toqueteo suavemente.

—¡Uy, mami! … Creo que pronto me correré … ¿Quieres mirar cómo me corro? …

—Sí … adelante …

Dijo mi madre mirando fascinada la enorme pija de Alberto que parecía seguir creciendo.

—Mami … estoy tan caliente … no te molesta, ¿verdad? …

—Es normal, hijo … tampoco mami es de piedra …

—¡Uy! … ¡Qué rico, mami! … ¿Deveras te calienta mi pija? … ¡Dímelo, mami! … ¡Dímelo fuerte! …

—Sí, hijo … tu polla me tiene terriblemente caliente …

—¡Ay, mami! … ¡Acerca tus tetas! … ¡Quiero correrme en ellas! …

Vi que mamá acudía casi de rodillas, presentando sus hinchados pechos a la cabezota amoratada de Alberto y le decía:

—¡Vamos, chico! … ¡Dispara! … ¡Mami quiere ver! … ¡Córrete en mis tetas, hijo! …

Fueron como palabras mágicas, los senos de mamá hicieron que se produjera el encanto, gruesas hebras de nacarado semen volaron y aterrizaron sobre los exuberantes pechos de mamá y comenzaron a fluir sobre su delicada piel, deslizándose algo por su vientre y el resto al piso de azulejos, mamá se esforzaba también por atrapar algo en sus dedos.

—¡Oh, chico! … pero mira cómo me bañas toda …

No sonaba para nada a un rapapolvo, por el contrario, era como una positiva observación. Sus dedos embadurnados de esperma mamá los sobajeó sobre sus pezones que brillaron cómo luceros. Estaba estupefacta mirando como mamá se comportaba ¿me costaba creer lo que estaba viendo?   Tenía los ojos bien abiertos y mis oídos trataban de captar cada mínimo suspiro o gemido, la escuché muy claro decir:

—Estoy hecha un desastre … creo que me tengo que duchar …

Sacó un rollo de toalla absorbente y limpió el semen de su cuerpo. Luego salió del baño y entró en su habitación. Alberto terminó rápidamente de ducharse, se secó y se colocó unos shorts de gimnasia. Al cabo de un rato mamá volvió al baño, hizo caer su bikini sobre la alfombra y se metió a la ducha. Alberto estaba allí cómo un perrito faldero a hacerle compañía, entonces le dijo:

—Mami … siento haberme corrido en tus pechos …

—No es tu culpa … yo hice que eso sucediera …

—¿Entonces no estás enojada? …

—¡Estás loco! … ¡Es lo mejor que me ha sucedido en años! …

—¿Te gustaría que lo volviéramos a hacer? …

Mamá titubeó, pero con indulgencia agregó:

—Bueno … me gustaría mirar cuando te masturbas otra vez …

La vi pasarse las manos por sus pechos mientras se enjabonaba. Todavía tiene que estar cachonda, pensé, luego Alberto le preguntó:

—¿Te gustó como toqué tus pechos, mami? …

—Sí … me encantó … puedes volver a hacerlo siempre y cuando no esté cerca Carolina …

—¡Oh!, sí … por supuesto, mami …

Dijo Alberto sonriendo complacido.

Me las arregle para salir inobservada de la casa, me fui a casa de una amiga. Cuando volví esa tarde, estaba todo tranquilo como si nada hubiera pasado, mamá estaba en la cocina y Alberto a jugar con su portatil.

***

Días después, estando solo él y yo en casa, lo confronté sobre lo que había visto, se sorprendió mucho:

—¡Así que estabas en casa! …

—Sí y escuché todo …

—¡Okey! …

Dijo él pensativamente, pero en ningún momento se sintió atrapado, entonces dije:

—También a mi me gusta que mamá juegue contigo … pero quiero saber y ver cuando lo hacen … no pueden deshacerse de mí …

—Bueno … pero esto es solo entre mamá y yo …

Me dijo Alberto y supuse que él quería algo de mí, así que tenía que negociar con él:

—¿Qué deseas? … ¿Qué quieres? …

Pregunté sin más ni más, lo vi sonreír astutamente y vio su oportunidad y repentinamente me dijo:

—Quiero que me la chupes …

—¡Pffff! … olvídalo …

Tenia curiosidad de sentir su polla en mi boca, pero no estaba preparada para ello, me parecía ir demasiado de prisa. Me retrucó inmediatamente:

—Entonces no …

No podía dejarme vencer tan fácilmente, así que le ofrecí casi en un murmullo:

—Bueno … ¡Ehm! … yo … podría … podría darle un besito …

Listo de mente me respondió:

—Si le das un besito ahora … podría contarte lo que hacemos ella y yo … pero si me lo chupas … no te acusaré si te veo espiarnos …

No podía vencerlo, así que un poco ofuscada dije:

—¡Está bien, imbécil! … ¡Mamaré tu pija si logras algo con mamá! … pero de ahora en adelante tendrás que contármelo todo y avisarme para mirarlos …

No me respondió de inmediato, solo se bajo sus pantalones y boxers, me quedé contemplándolo atónita, como no me movía me dijo:

—Me debes un besito …

Con un poco de desgano, me incliné hacia adelante y le di un rápido beso sobre su glande:

—¡Oh, Carolina! … ¿A eso le llamas un beso? …

Se quejó, entonces le dije:

—Asegúrate de hacerme ver algo hermoso y entonces obtendrás el resto …

Le dije saboreando el gustillo de su pija en mis labios. Afortunadamente él aceptó. Al cabo de algunos días me dijo que planeaba manosear a mamá en la cocina mientras cocinaba. Fingí salir de casa, me escondí a observarlos:

Él se colocó detrás de ella y le rodeó la cintura con sus brazos. Mamá se volteó a mirar a su alrededor buscándome, pero yo estaba bien escondida en las sombras. Alberto la tranquilizó diciéndole que yo había salido y ella pareció relajarse. Alberto metió sus manos dentro de su vestido y sacó sus pechos, los lamió y chupó sus pezones, ella le dejó hacer cerrando sus ojos. Él que sabía donde yo estaba, me miró triunfante y me guiñó un ojo. Hubo momentos en que mamá se sintió tremendamente excitada, pero no le dejó ir más allá.

Llegó el viernes por la noche, Alberto apareció en mi habitación. Cerró la puerta y me miró diciéndome:

—Quiero intentar hacer lo mismo que hice el otro día con mamá … si finges de ir a visitar a una amiga, sería magnifico … tal vez logre que ella me masturbe …

—¿Deveras crees lograrlo? …

Para mí era una incógnita la estrategia de Alberto, pero visto que normalmente se salía con la suya, todo me hacía pensar que también esta vez lo lograría, lo miré inquisitivamente y el trató de explayarse:

—Bueno … mamá está muy cachonda porque está en sus días … tú sabes … a ella le encanta cuando empujo mi pija dura contra sus posaderas … tiene que ser ahora … ¿me entiendes? …

Me sonaba lógico su raciocinio, así que dije:

—Bueno … supuestamente yo iré a visitar a una amiga … pero tú, no te vayas a olvidar de dejar la puerta del baño bien abierta …

Alberto inmediatamente estuvo de acuerdo. Durante la cena le encontré la razón a él, mamá despreocupadamente acariciaba sus senos y se los ofrecía a él, no decía nada cuando él la tomaba y frotaba su polla en su trasero. Después de cenar le dije a mamá que iría a casa de una amiga a un pijama party, me dio las bendiciones y me acompaño a la puerta. Media hora después estaba de regreso subiendo las escaleras en modo silente y subrepticio; rápidamente me escondí en mi habitación.

No tuve que esperar mucho tiempo. Alberto saltó a la ducha desnudo, mamá lo seguía de cerca vestida con su vestido delgado. Que Alberto estuviera desnudo no era ninguna novedad, pero me sorprendí cuando mamá aflojó los tirantes de su vestido y lo dejo caer al piso, no llevaba ni sujetador ni bragas, ¡¡Mamá estaba desnuda!! Alberto inmediatamente dijo:

—¡Oh, mami! … eso es totalmente caliente …

Mamá se rio condescendiente, todo lo que hiciera Alberto estaba bien para ella, él tomó su pija y comenzó a jalarla lentamente, mamá tomó sus senos en sus manos y los empujó uno contra el otro, estaba montando un espectáculo cachondo para su hijo. Tiró de sus pezones y luego los retorció entre su índice y su pulgar. Alberto se movió un poco hacia ella y ella también se movió hacia él y no se detuvo hasta tocar su pija con sus tetas, ninguno de ellos retrocedió. La gruesa polla de Alberto se metió entre las duras tetas de mamá y este dijo:

—¡Genial! … esto se siente fantástico …

Él comenzó a follar sus senos. Mamá miro hacia abajo y vio la gruesa cabezota del miembro de su hijo deslizándose gallardamente en medio a esas exuberantes montañas de suave carne. Mamá miró a Alberto a sus ojos y le preguntó:

—¿Te gusta esto? …

Tenía atrapada la polla firmemente entre sus carnosos y cálidos pechos, él respondió:

—¡Hey, mami! … Nunca había hecho nada igual … mami, esto es el cielo …

Alberto siguió follando sus pechos empujando adelante y atrás, su enorme glande aparecía y desaparecía en esas inmensas mamas de mamá.

—Hijo … eso se siente muy cachondo … me gusta …

Dijo mamá riéndose y disfrutando la afelpada pija de Alberto entre sus suaves senos. Pero Alberto siempre quería más. Él acarició sus pechos sin que mamá se lo pidiera. Mamá dio un respingo y Alberto no le dio tiempo a pensar, le dijo:

—¿Puedo correrme otra vez en tus pechos, mami? …

Ella lo miró a la cara y luego a su pene, que prácticamente estaba bajo su barbilla, podría hasta habérselo besado si lo hubiera deseado, pero ella dudaba y se resistía, dijo:

—¡Ehm! … ¿No es demasiado esto? …

Me parecía divertido notar que ella todavía tenía remilgos y resistencia a dejarse ir con su hijo. Luego como en un murmullo llegó a mí:

—Esto no es lo que las madres deberían estar haciendo con sus hijos … no es normal …

Pero Alberto no le iba a dar tregua:

—Mami … tus pechos son tan suaves … deliciosos …

Su voz era ronca y suave, al parecer estaba a punto de correrse. Logró sacar a mamá de su estado de animo y la volvió a excitar. Viendo todas estas escenas cargadas de sexo, me hizo sentir la cachondez también a mí, empujé el borde de mis shorts a un lado y deslicé uno de mis dedos en medio al surco bañado de mi cuquita lo que me hizo gemir suavemente. Mamá acorralada en su calentura, dijo sin titubeos:

—¡Vamos! … ¡Hazlo entonces! … ¡Salpica mis senos con tu lechita! … ¡Adelante! … ¡A qué esperas! …

Alberto no necesitaba de ulteriores invitaciones, rápidamente se movió entre sus pechos, arriba-abajo cada vez más rápido. Gimió profusamente, y aumentó la velocidad de sus movimientos. Mi dedo se deslizaba dentro y fuera de mi coño frenéticamente. Mamá se rio lujuriosamente y apretó la polla de Alberto con más ahínco. ¡¡Jesús!!, esto sí que estaba cachondo. Alberto gritó y gruño empujando su gruesa pija entre sus pechos, vi una confiada sonrisa en su rostro cuando un denso chorro de esperma salió disparado de la verga de Alberto, mamá lo siguió con la vista y dijo:

—¡Carajo! … ¡Está en todas partes! …

Uso una mano para apartar algunas gruesas hebras de semen de sus pechos. Alberto todavía le follaba los senos. Luego pasó el dedo por la cabezota que rezumaba lefa caliente y como si no fuera nada especial se lo llevo a la boca, pensé le iba a chupar la pija, pero no lo hizo. Alberto gimiendo le dijo:

—¡Qué lindo es eso, mami! …

—Sí, querido … ¿Te gusta cuando lo froto? …

Alberto asintió afirmativamente, ella lo frotó un poco más, luego curvo sus dedos alrededor de su pija y la apuntó contra sus pezones, uno a la vez, embadurno de esperma sus duros pitorros marrones.

—¡Oooohhhh! … ¡Ssssiiii! …

Fue lo único que pudo decir Alberto. Ella azorada, de repente intento retroceder, quizás con una pizca de arrepentimiento le dijo:

—Lo siento Alberto … creo que me dejé llevar … ve a tomar una ducha fría ahora …

—Está bien, mamá … quiero que sepas que me gusto mucho … podemos hacerlo más a menudo si quieres …

Mamá no respondió, solo se agachó a recoger su vestido y se fue a su dormitorio. Noté que no se lavó antes de irse. Apenas pude me escabullí fuera de la casa. Regresé media hora después, no había ninguna señal de lo que había sucedido entre mamá y Alberto. Él me dijo que no había vuelto a verla, pero la había sentido ir a la ducha. Cuando se encontraron más tarde, todo había vuelto a la normalidad, mamá le había dicho que lo había disfrutado, pero no debía decírselo a nadie.

***

Un sábado por la noche estábamos en la sala de estar a mirar la televisión. Alberto ahora se había convertido en un habitué de los senos de mamá y vivía alrededor de ella para tocarlos o simplemente apoyar su cabeza en ellos. Una cosa llevaba a la otra, él adicto a sus senos y su enorme pija siempre en evidencia bajo sus shorts de gimnasia. Él tenía su propia teoría, me había dicho que no usaba a menudo ropa interior, para permitir a su pene sentirse libre y continuar a crecer, en realidad yo no sabía si eso era correcto, pero imaginaba que esa cosa estaba creciendo desmesuradamente y esto no solo me intrigaba, sino que me producía maripositas por todo mi cuerpo. Le dije que se veía genial y que ciertamente me estimulaba a mí y seguramente también a mamá, me sonrió feliz.

Entonces ahí estaba él con su enorme garrote bajo sus pantaloncitos de suave y delgada tela, lo manoseaba sin tapujos delante de nosotras y ese coso crecía y crecía a vista de ojo. Y yo no era la única que se percataba de este hecho. Mamá también le lanzaba frecuentes vistazos a esa cosa que se movía casi como una culebra con vida propia. A un cierto punto mamá se levantó para ir al baño y Alberto se acercó a mí discretamente, tenía un plan. No se explayó mucho, pero me dijo que deberíamos meternos en la cama de mamá a la mañana siguiente. Yo debería buscar una excusa y acostarme con ella, luego él se nos uniría y acostaría en medio a nosotras. Me dio risa su osadía y su ingenio, pero me di cuenta de que podía resultar en algo cachondo. Estuvimos de acuerdo y me fui a la cama ansiosa esperando la mañana siguiente.

Figuraba en sus planes el excitarla ahora y mandarla a la cama lo más caliente posible. Cuando mamá volvió del baño, Alberto se acomodó a su lado y casualmente apoyó su mano en el muslo de ella e inicio a acariciarla disimuladamente. Nada demasiado atrevido, solo algo afectuoso y dulce.  Mamá puso su mano sobre la de Alberto y le acompaño en las caricias, de tanto en tanto moviendo sus muslos un poco irrequieta, imaginé que sentía cosquilleos en su panochita al igual que los estaba sintiendo yo.

Nos fuimos todos a nuestros respectivos dormitorios, Alberto me guiñó un ojo mientras cerraba su puerta. Me acosté y otra vez soñé de sexo. Está vez Alberto me venía a pedir que cumpliera mi promesa de darle sexo oral, frotó su pija enorme frente a mí y la hizo crecer monstruosamente, sentí miedo de meter esa cosa enorme en mi pequeña boca, pero él insistía en que debía cumplir mi palabra, pensé que iba a morir si esa cosa se atascaba en mi garganta, mis sueños no fueron de los más dichosos tratando de rehuir de ese enorme pene que me amenazaba de introducirse entre mis labios. Era el miedo a lo desconocido.

Me desperté toda sudada, alguien había llamado a mi puerta. Miré mi despertador, poco pasado de las ocho. Alberto asomó su cabeza en el vano de la puerta y luego entró sin más ni más. Mis ojos se fueron de inmediato a ese amenazador miembro suyo que se bamboleaba irrequieto bajo los boxers con que dormía.

—¿Estás lista? …

Preguntó entusiasta, apunté a su gigantesca erección y bromeando le dije:

—Bueno … al parecer no tan lista como tú …

Me sonrió y luego me instó a ir al cuarto de mamá. Mamá dormía cuando entré a su cuarto, delicadamente me metí debajo de las cubiertas de su cama acostándome a su lado. Un poco accidentalmente le di un codazo y ella se despertó:

—¡Hey! …

—¡Hola, mami! … quería acostarme aquí un rato contigo …

Ella me sonrió maternalmente y acarició mis cabellos.

—¡Oh qué lindo! … mi nenita quiere a su mamá …

Me arrastré un poco más cerca de ella, yo vestía mi camisón, pero ella estaba desnuda en la cama, pero no me dijo nada, yo miré sus senos esplendidos y le pregunté:

—Mami … ¿Cómo eran tus senos cuando tenías mi edad? …

Aparté las sabanas y me subí el camisón, ella escrutó mis pechos detenidamente y luego dijo:

—Bueno … de tamaño similares … pero tus areolas son más pequeñas y tus pezones todavía deben crecer un poco … probablemente cuando tu también seas mamá, tus pechos crecerán tan grandes como los míos …

—Mami … ¿Es normal que los chicos siempre te miren los senos? …

—Mi niña … los hombres son básicos … todos se asemejan … todos se vuelven locos por los pechos de una mujer … en el colegio, yo era una con los senos más grandes … había siempre un puñado de chicos a mi alrededor mirando mis pechos …

—¿Y eso no te molestaba? …

—No siempre … era algo que me rendía especial … única … y eso también daba satisfacción … los chicos siempre querían tocarlos … en las fiestas ellos siempre querían bailar conmigo …

—¡Oh, mami! … eso es verdad … me sucede lo mismo … ellos te aprietan cuando bailan para sentir la forma de tus senos … al rato tu siente esa dureza característica de ellos en sus pantalones …

Le dije con una sonrisa juguetona y luego nos reímos juntas, aprovechando el tema le pregunté:

—Mami, a propósito de pollas … a veces veo a Alberto en calzoncillos y aparentemente él tiene una pija grande … ¿es solo idea mía o tú también te has dado cuenta de ello? …

Mamá entró como en un dilema, miró hacia el infinito perdida en sus pensamientos. Me pregunté si estaba visualizando la gigantesca polla de Alberto en medio a sus tetas, luego respondió:

—Bueno … creo que él tiene los genes de su padre … él también tenía un pene enorme …

Puso ojos ensoñadores y me sonrió con complicidad.

—¿En serio? … ¿Papá la tenía como la de Alberto? … ¡Guau! …

—¡Así es! … Tu padre y yo disfrutamos mucho haciéndolos a ti y a Alberto …

Me dio risa imaginando a mamá trabajando la gran polla de papá para hacerme a mi hermano y a mí.  Nos quedamos en silencio y en ese momento entró Alberto. Me imagino que habrá estado escuchando detrás de la puerta, sin muchos preámbulos dijo:

—¡Hey! … están aquí … me pareció escuchar voces …

La protuberancia en sus pantalones era notoria y mamá al igual que yo, se fijó inmediatamente en esa bestia que se movía ahí abajo. Luego se subió a la cama y se acostó entre nosotras diciendo:

—No puedo perder esta oportunidad de acostarme en medio a dos bellas chicas …

Mamá y yo nos reímos de sus ligeros halagos, luego él preguntó:

—¿De qué hablaban? …

Me quedé callada, pero mamá dijo.

—Sobre papá … de lo bueno qué era antes de que nos peleáramos …

En tanto Alberto se había medio girado dándome la espalda y había pasado un brazo por la cintura de mamá, parecía no molestarle el hecho de que ella estaba desnuda. Y le preguntó:

—¿Y porque se pelearon? …

Mamá se quedo un momento pensativa y luego dijo:

—Bueno … digamos solo que mami tenía necesidades diferentes a las de papá … por eso discutíamos frecuentemente …

No lo entendí e ingenuamente pregunté:

—¿Otras necesidades, mami? … ¿Cómo sería eso? …

Mamá se ruborizo y no sabía que decir, pero luego dijo algo que no me aclaró nada:

—Sí … mamá quería más que papá y esto a veces irritaba a papá …

Entonces Alberto tan delicado como siempre, dijo sin rodeos:

—¡Sexo! … ¿Verdad mami? …

Mamá guardó silencio y solo entonces entendí, mamá era una mujer caliente y Alberto y yo teníamos sus genes. Me dio que pensar mientras Alberto se acurrucaba más y más a mamá.

(Continuará …)

Por Juan Alberto

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