lunes, 29 de abril de 2024

La iniciación, Parte 1


Tengo un compañero de trabajo con el que juego al pádel. Enrique es un buen tipo. Siempre le gano y eso, lejos de molestarme porque no subo mi nivel, me reconforta. Él encaja con deportividad las derrotas. No hay nada personal de por medio. Debido a su sobrepeso le cuesta mucho más que a mi moverse por la pista. Debe medir 1.74 y pesar más de 115 kilos pero está fuerte, con mucha barriga pero dura. Pero al terminar el partido, cuando estamos en las duchas, yo salgo mal parado cuando comparo mi verga con la suya. Es como de unos 22 centímetros y 6 de grosor, con unas pelotas grandes dentro de una bolsa colgante aún mayor. Enrique no es consciente de su atractivo sexual. Me he dado cuenta de ello, sí. Y yo, aunque me gustan las mujeres, tengo que hacer verdaderos esfuerzos para no tener una erección cuando le veo en bolas, ya que es tan masculino y tan carente de vanidad que me impresiona que solo utilice el espejo del vestuario para peinarse porque no se mira en él nunca. Viste como un abuelo, con su pelo canoso y sus chinos oscuros con camisa de cuello y rebeca de punto con botones y zapatos de cordones, y la ropa le hace aparentar más edad de la que tiene. Varias veces, algún conocido cuando nos ha visto juntos, le ha preguntado que si yo era su sobrino.


Siempre después del partido vamos a tomar una cerveza y charlamos de todo un poco. Él tiene 25 años más que yo y un día hablando y hablando me preguntó si al vivir solo yo estaba desnudo en casa. Me extrañó esa curiosidad por su parte, y aunque soy soltero, con mis 30 años nunca he tenido tal costumbre. Al interrogarle del porqué de aquella pregunta me confesó que era nudista. Me sorprendió mucho ya que Enrique estaba casado y tenía dos niñas de 12 y 15 años además de que es muy serio, y quise saber cuando y donde lo practicaba. Imaginé que sería en una playa nudista y que quizás su mujer también lo haría, pero me dijo que practicaba nudismo en su propia casa.

Obviamente pensé en sus hijas y él me aclaró que desde muy pequeñas se habían criado desnudas en casa con su madre y con él y que para ellas era algo natural realizar actividades juntos en completa desnudez. “Deberías probarlo, es fantástico” me decía mientras nos dirigíamos a coger los autos para regresar a nuestras respectivas casas. “No sé, me sentiría incómodo creo” le contesté. “Normal, cuando te acostumbres ya no querrás estar vestido, te lo aseguro”, me replicó despidiéndose y arrancando su carro.

No quise darle importancia a lo que me había contado, pero conduciendo hacia mi casa me invadían las imágenes de Enrique e imaginaba como sería su verga en erección, cosa que me excitó tanto que al llegar no puede contenerme y me desnudé pensando en que estábamos en mi sofá viendo una porno y nos pajeábamos mutuamente. Solté borbotones de lefa que salpicaron mi delgado y fibrado torso, inundando el resto mis genitales por completo. Entonces empecé a discurrir sobre lo que Enrique me había dicho. Si eran nudistas tendría que estar todo el día follando a su mujer, supuse.

A la mañana siguiente llegué más pronto de lo habitual al trabajo y me encontré a Enrique ya allí.

¿Qué? ¿Ya te has pensado lo de despelotarte? me comentó entre risas.

¡Qué va! Ya te dije que se me hace muy raro.

Todo es cuestión de que pruebes. Si no te gusta, fuera. Mira, vente un día a casa y te será más fácil.

¿Hacer nudismo en tú casa? ¡Jajaja, que cachondo eres!

Te hablo en serio Juan, cuando quieras me lo dices y te vienes. Eso sí, avísame con tiempo para informar a mi mujer y mis hijas, ¿ok? me soltó y poniéndome su gruesa mano en mi hombro me guiñó un ojo.

Estuve todo el día pensando en aquella oferta y finalmente decidí aceptarla a pesar de lo tímido que era yo. Si me excitaba y tenía una erección por verle desnudo a él siempre podía excusarme por la desnudez de su mujer. Lo mejor sería comentarle que me gustaría hacer nudismo en su casa pasado unos días para que no notará mi nervioso interés. Se lo dije tomando una cerveza después de un partido de pádel y se mostró encantado. “Mañana te digo el día después de hablarlo en casa” me dijo aquel señor cincuentón fornido con una prominente barriga con su imagen de hombre profesional y tradicional.

El día del encuentro llegó. Yo lógicamente estaba muy nervioso como si fuera a tener mi primera cita. El domicilio se encontraba en un residencial con piscina. Al cabo de unos segundos de tocar en el timbre de la puerta, Elsa, que así se llamaba su mujer, me abrió la puerta con una amable sonrisa y completamente desnuda. Me invitó a pasar y a sentarme en el sofá del salón donde Sofía de 12 años y Lola de 15 veían la televisión a ambos lados de Enrique, todos desnudos. La pequeña estaba recostada sobre el pecho de su padre y este la sujetaba por su torso. Noté que el tamaño de su verga era mayor de lo que jamás la había visto y me senté en un sillón individual.

Enrique me presentó a las nenas, muy guapas y algo nerviosas por mi presencia se acercaron y me dieron un beso volviendo después con su padre. “Bien Juan, ahora desnúdate aquí o si prefieres hazlo en el dormitorio y vuelves” me indicó aquel macho imperativamente señalando la dirección del mismo. Le di un buen trago al whisky que me había servido Elsa y tímidamente me quité la ropa. La mujer de Enrique sentada en el otro sillón frente al mío miraba la pantalla como si nada ocurriera. Eso me dio confianza y vi como Sofía se incorporó frente al corpachón de su padre rodeando con sus bracitos su ancho cuello. Enrique la acarició y besó repetidamente en la frente y en la mejilla de forma paternal, pero ella empezó a rozar su rajita por la enorme panza de su padre mientras le buscaba la boca para darle picos. Enrique se dejó hacer y eso hizo que su verga se pusiera dura…grande. “Papá te quiero, me haces feliz, eres mi robot” le dijo a la vez que se puso de pie en sus grandes muslos besándolo y rozando su rajita sin nada de vello con el barrigón redondo de su papi. Era impresionante ver como aquel hombretón dotado y grueso era adorado por su hijita pequeña toda entregada a complacerle sin que este le indicara nada. Enrique sólo sonreía y la acomodaba en su regazo acariciando su culito, y su polla estaba muy gorda y dura llena de venas con glande rosado en forma de hongo que tenía debajo justo del coño de la cría. Noté que le latía de lo hinchada que estaba, aunque no había atisbo de excitación en su semblante serio.

Yo tuve una erección inmediata que intenté disimular, pero Enrique me tranquilizó diciéndome que no intentara ocultar nada porque era algo natural y que si me excitaba podía tocarme o hacer otra cosa. Eso me excitó mucho más y mientras me tocaba pude ver a Elsa con una pierna arriba del sillón excitando su clítoris y mirando a su marido y a sus hijas. En eso Susana la de 15 ya le masajeaba a Enrique la enorme bolsa de los huevos con una mano y con la otra intentaba agarrar aquel tronco de polla descomunal con su manita que por supuesto no abarcaba. Las niñas eran delgaditas y la pequeña aun no tenía pechos.

Enrique apartó de su cuerpo a Sofía dándole un beso en los labios y cogiendo a Susana por las axilas la levantó como si fuera una pluma con aquellos gruesos y fuertes brazos y, la sentó sobre su regazo de espaldas a él a la vez que ella arqueaba su espalda por el volumen de la barriga de su papá y este retorcía los pezones de la nena que gozaba y gemía mientras se masturbaba el coño con la mano. Entonces percibí algo de lujuria en la mirada de su progenitor que sin embargo continuaba casi alexistímico. Elsa pareció reaccionar a la escena acercándose a besar en la boca a su hija. Después de un gesto con la mano de su marido, ella sentándose a su lado le ayudó a colocar su enorme badajo en la entrada del ojete de Susana que se encontraba con el culo en el aire ya que su padre la tenía alzada por los muslos y recostada en su tetudo y duro pecho. Poco a poco se la fue introduciendo ayudado por su mujer ante los gritos mezcla de placer y dolor de la adolescente. Cuando ya las nalgas de la nena alcanzaron los huevos de su padre Elsa y Enrique se besaban y este último empezó a subir y bajar el cuerpo de su hija montado en su pollón. Él estaba serio y excitado, pero no gemía ni emitía sonido alguno. Sólo besaba a su mujer y después miraba como entraba y salía su polla del ano rojo y dilatado de su retoña. Penetraba a Susana y cerraba los ojos recostando su cabeza en el sillón durante la follada mientras Sofía acostada al lado viendo la escena con las piernas bien abiertas se tocaba la rajita empapada de flujo.

Yo no pude aguantar más y solté unos buenos chorros de semen ante aquella morbosa visión, pero Enrique ni me miró. Siguió cogiendo a su hija tranquilamente como si aquello fuera algo cotidiano. Muy al contrario, Susana calculo que se habría corrido ya 3 veces. Esa niña estaba loca del placer que su papa le estaba proporcionando y, la polla, los enormes huevos, y los muslos de su padre brillaban bañados por sus líquidos. Se estaba poniendo en evidencia que “Susi”, como la llamaba su papá, era sexualizada como una mujer adulta y como tal procuraba rendir pleitesía a la potencia sexual de su padre que sin muchos aspavientos la estaba convirtiendo en una autentica zorra.

Enrique reposó las palmas de sus manos sobre los cojines del sofá puesto que no era necesario ya ayudar a la niña, que cabalgaba de espaldas a él como una autentica amazona. Así que se relajó y se dejó hacer poniendo aquel tremendo miembro a entera disposición de su hija mayor que con la ayuda de su madre se desmontó para darse la vuelta hacia él y abrazándolo en señal de gratitud empezar a besarlo en la boca apasionadamente. Esta vez no hizo falta la ayuda de Elsa porque su marido agarrándose la polla fuertemente con una mano la penetró por el coño agarrándola por la cadera hacia abajo. Susana se acostó sobre el gran corpachón de su padre y este empezó un mete saca lento pero muy profundo cuando su culito chocó contra los enormes y flácidos huevos del hombre de la casa. Así estuvieron un rato mientras al lado su madre tenía a la pequeña tumbada en el sofá haciéndole un cunnilingus que Sofía disfrutaba con estertoreos grititos y gemidos hasta que Susana soltó un alarido que indicó que había tenido un tremendo orgasmo consecuencia de la erótica cogida que le procuraba su padre al que impregnó de líquidos copiosamente.

Entonces la cría cayó agotada sobre aquel enorme tiarrón canoso y este siguió penetrándola despacio, pero con firmeza agarrando sus nalgas y haciendo sonar sus testículos contra su culo, hasta que, al besar la cabeza de la nena, en silencio convulsionó su cadera y se vino dentro de ella inundándola de semen y clavándosela hasta el fondo, pero de manera tranquila.

Entonces Enrique soltó un suspiro de alivio contenido ya que durante la follada permaneció en silencio y, desmontó poco a poco el abierto y enrojecido coño de la adolescente Susana y la acostó a su lado algo desmayada. En busca de aquel gordo y gran sable embadurnado de líquidos mezcla de semen, flujo vaginal y algo de sangre, acudió Elsa complaciente arrodillándose.

Separando los enormes bolos que tenía Enrique por gemelos, abrió bien sus piernas y se recostó más en el sofá con las manos detrás de la cabeza para que su mujer le dejara bien limpia la polla con una breve pero intensa mamada. Yo empecé a pajearme al ver aquel portentoso hombre en aquella posición con la verga igual de dura que antes de correrse.

Elsa se metió el badajo de su marido hasta la mitad y lo saboreó con devoción. Enrique la miraba cerrando los ojos a ratos y la dejaba mamar a su antojo. En esto me percaté que Sofía chupaba el coño de su hermana mayor que yacía acostada al lado de su padre con sus piernas abiertas de par en par. Susana empezó a gemir de placer otra vez y a retorcerse los pezones. Enrique vio a las nenas satisfaciéndose y con sus gruesos dedos hurgó en el culito de Sofía y esta le facilitó la acción poniendo el culito en pompa hasta que le introdujo el dedo índice.

Yo seguía pajeándome incapaz de hacer nada más debido a la enorme admiración que estaba sintiendo por el amor de mi compañero hacia con su familia y, porque físicamente Enrique era una mole con gran barriga.

Mi amigo agarró la cabeza de su mujer con una mano empezándola a hundir consecutivamente en su gruesa polla durante un par de minutos y dando una convulsión se corrió en su boca provocando que Elsa vomitara parte del abundante semen, tragando todo lo que pudo. Susana se levantó y limpió el resto de leche esparcida por los genitales de Enrique que continuaba introduciendo su dedo en el ano de su hija pequeña.

Cuando Susana terminó de chupar los restos, Elena le dijo que la ayudara a traer hielo y refrescos de la cocina a lo que yo me ofrecí también dejando solos en el sofá a Sofía y a Enrique que no paraba de follar a la nena con su gordo dedo, la cual respiraba aceleradamente y miraba hacia atrás.

Estando en la cocina oímos un grito de la nena y Elsa fuimos corriendo al salón por si se había dado con un mueble o algo así. No. Enrique la estaba haciendo mujer. La sujetaba por su cuerpito y la subía y bajaba por aquel pollón que parecía no cansarse y, la nena lloriqueaba y, a la vez gemía de placer y lo besaba en los labios. Hasta que aquel macho gordo la preñó estuvimos masturbándonos y observando la iniciación de Sofía totalmente entregada a la potencia sexual de mi compañero de trabajo.

Continuará

Por SSSS

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