lunes, 14 de junio de 2021

La boca de Lalita


Capitulo 1

" Mi padre es el hombre mas maravilloso que he conocido. Es un hombre al que he amado y admirado desde que tengo uso de razón. Tras su belleza física , su dulzura y su comprensión se encuentra un ser increíblemente sensual. Desde los cuatro años recuerdo el placer que sentía de bañarme con papá y mamá. Los veía como a unos dioses. Sanos y bellos en su desnudez. Papá siempre fue cariñoso. Nos hacía reír y gritar a mamá y mí cuando desnudos y enjabonados nos hacía cosquillas o nos besaba las nalgas. Lo que mas le gustaba era besarnos entre las piernas, allí comenzaba la gritadera de nosotras y las risas por las cosquillas que nos producían sus labios en nuestros genitales. Nos soplaba, nos lambía. Todo se veía "normal". Nunca le veíamos una erección cuando jugaba con nosotras.

Quizás por eso Mamá tomo esos juegos como algo rutinario y nunca pensó que Papá y yo podríamos alguna vez hacer algo incestuoso. De mi parte me fascinaba tomar entre mis manos su pene fláccido y moverlo con los dedos en todas las direcciones. Una vez haciendo eso, de manera sorpresiva traté de meterme su pene dentro de mi boca para chuparlo y mi mamá me haló por una oreja y me díjo que eso no debía hacerse. Desde entonces pensé que algo anormal debía haber para que Mamá se fuese puesto tan nerviosa y asustada.


Ya cuando tenía los 9 años, un día quedé sola con Papá. Al entrar en su cuarto él venía saliendo después de haberse duchado. Como era mi costumbre corrí a abrazarlo por la espalda y empecé a darle besitos en las nalgas. Cuando Papá se dio vuelta ví por primera vez en mi vida lo era un pene totalmente erecto. ¿Qué te pasó? Le pregunté con curiosidad. ¿ Por qué se te puso así?. El un poco apenado no hallaba que responder. Se sentó en la cama para secarse los pies. Yo me coloqué a su lado sin quitarle la mirada a su miembro. Estiré la mano y se lo apreté suavemente. Era de una sensación de terciopelo, tan grueso que mi mano solo cubría menos de la mitad de su diámetro. Duro como un tubo. Lo sentía palpitar. Papá estaba sereno, sin embargo note que le agradaba lo que yo hacía. Sin decirle nada comencé a besarselo, olía a jabón de limón. No sé qué fuerza me impulso a meter la punta de su glande dentro de mis labios y comenzar a lamerlo.

Era algo mas fuerte que yo, era un placer que por nada del mundo quería perder. Papá agarró mi cabeza e introdujo mas su miembro, y comenzó a moverse hacia atrás y hacia delante. Al sentir que su pene vibraba dentro de mi boca pensé para mis adentros que era la sensación mas divina que había sentido en mi vida. Papá gruñía y se quejaba, entonces bruscamente me lo sacó de la boca, se volteó apretándose el pene y lanzó como cinco chorros de un líquido gris azulado espeso que regó pared y piso. Yo quedé durante todo el día sin borrar las imágenes de lo ocurrido.

El silencioso y asustado cada momento me recordaba que no podía contarle eso a nadie. Ni a mi Madre. Yo desde ese momento comencé a tener sueños obsesivos con mi padre. Despertaba a media noche con la toty mojada, caliente y palpitante. Chupaba mi dedo pulgar fantaseándome lo fálico. Papá comenzó a rehuirme suavemente mis acosos.

Habló conmigo y me explicó todo lo referente a la sociedad, la religión, lo prohibido. Lo tabú. Nada me convencía. Cómo un momento tan hermoso y puro como el que habíamos pasado no lo podíamos volver a repetir. Respeté su decisión. Pero eso me excitaba más. Sabía que a él le había gustado y que tenía miedo de hacerme daño. Lo que mas me sorprendía era que solo quería tener experiencia con él, para mí el único varón sobre el universo era él. Ningún otro podía tener algo tan divino que era únicamente para mi madre y para mí. Ya buscaría la forma de tenerlo nuevamente, de olerlo, de besarlo y...

Capitulo 2

La semana en que cumplí mis once años fue inolvidable. Luego de la fiesta mamá le dijo a Papá:

- Este fin de semana deberías llevarte a Lalita contigo para que no te vayas solo.

Papá era supervisor de Sanidad y tenía que viajar por una semana fuera de la ciudad. Mamá era tan celosa que no le gustaba dejarlo ir a ninguna parte sin ella o sin mí.

Papá protestó, pero eso lo que hizo fue poner a mi mamá mas persistente. En fin viaje con papá en contra de su voluntad.

Cuando caminábamos juntos sentía un gran orgullo al ver como las mujeres veían a mi padre, parecía que querían comérselo con los ojos. Alto y rubio parecía un Dios, aparentaba menos de sus 35 años. Yo me erguía y apretaba sus manotas y mostraba una sonrisa pícara.

La primera noche que estábamos en el hotel, el corazón parecía que se me iba a salir del pecho. Cuando se iba a duchar no aguante la emoción y le dije que quería bañarme con él. Pensé que me iba a decir que NO, como lo había hecho los últimos dos años. Sin embargo me dijo que SI. De la sorpresa y de la alegría que esto me produjo me dieron entonces unas ganas inmensas de hacer pupú, ya papá estaba desnudo dentro del baño. Y le dije que saliera para yo evacuar, dijo que no importaba, que hiciera mientras el se bañaba. Me senté en la poceta y comencé a vaciarme, al ver el pene de papá como que se me alborotaban mas los intestinos y mi esfínter flojito expulsaba gas y sólido hasta quedar con una dilatación sostenida divina que no quería desaparecer. Luego de asearme me fui donde papá, su cuerpo mojado y su pene fláccido me esperaban. Me pegué a su cuerpo, el trató de separarme pero yo lo apretaba duro, note como se abultaba su miembro, mi cuca comenzó a sudar algo espeso y caliente. El me dijo: ¿ nunca se te va quitar esa calentura? Y yo le dije que No.

Entonces se transformó. Como molesto, me agarró por la espalda y me metió bajo la regadera, comenzó a enjabonarme bruscamente, sus manos gruesas restregaron entre mis nalgas de arriba abajo. Luego sus cuatro dedos comenzaron a frotar mi cuca con rudeza. Mis labios menores se abrieron, mi clítoris se abombó. Comencé a jadear y a respirar hondo. Volví en mí cuando sentí agua en mi cabeza y en el resto del cuerpo. Me cargó, yo casi sin fuerza me pegaba mas a él. Me colocó en la cama boca abajo y comenzó a mordisquearme suavecito por el cuello, la espalda y las nalgas. Yo parecía un erizo. El placer me hacía solo gemir.

Casi enloquezco cuando comencé a sentir su lengua recorriendo entre mis nalgas, buscando el huequito de mi culo. Saqué las nalgas para pegarlas de su boca, con mi mano derecha empecé a frotar mi clítoris. Sentía que me moría y comencé a llorar desenfrenadamente. El se asustó y se detuvo. Yo casi sin hablar solo le dije : - No te pares, sigue, sigue, sigue.

Entonces me volteó y me separó las piernas, chupaba mi clítoris, y luego introducía su lengua contra mi himen, hasta allí supe de mí, comencé a temblar de manera incontrolable, no me sentía el cuerpo el cual estaba vibrando sin control, quedé muerta. Felizmente muerta.

Respirando con dificultad volví mis ojos hacia él. Se acercaba a mí con su inmenso pene entre sus manos, venía masturbándose, tomó mi cabeza y empezó a restregar su glande contra mis labios, abrí la boca para recibir aquel biberón blanco con punta rosada, y comencé a mamar como una bebé, lo apreté con las dos manos, un chorro de semen cayó en mi garganta, y una avalancha mas inundó mi boca, comencé a toser y a botar semen por la nariz, por más que tragaba aún había mas. Me lo dejó en la boca hasta que volvió a quedarse tibio, gordito y blando dentro de mis labios. Los suspiros de papá me corroboraban de que el también había gozado. Ojalá que lo volvamos a hacer, ojalá que no me rehúya mas, ojalá Dios mío que esto nunca se acabe. Ojalá el fuera mío nada mas. Lo amo, lo quiero, es lo mas bello del mundo, por él daría mi vida, sin él no quiero vivir en éste mundo.

Pero eso tardó para volverse a cumplir. Sería al cumplir mis trece años que definitivamente él se daría cuenta que la única mujer al que quería montar era a mí. Lograría mi sueño, lamentablemente a costillas de la infelicidad de mi Madre.

Capitulo 3

La hermosura de mi padre cada día tenía a mamá con mas celos. Por lo tanto cada vez que él viajaba por motivos de trabajo lo obligaba a que me llevara.

Eran viajes deliciosos donde mi papi y yo disfrutábamos el inmenso placer de tener sexo oral. Ya dos de sus inmensos dedos entraban fácilmente en mi coño y en mi ano. Sin embargo el nunca me penetraba. Por mi parte ya mi cuerpo de doce años deseaba mas acción y quería penetración.

En mi calentura, mas de mil veces le rogaba que me clavara, pero él mas controlado se conformaba de acabar en mi boca, entre mis nalgas, entre mis piernas o en mi cara.

Fue en un viaje a Aruba donde ocurrió lo indetenible.

Papá cada día daba signos de desearme más.

Estábamos en una playa muy concurrida en Aruba, mientras nos bañábamos en el mar y nos acariciábamos disimuladamente ante centenares de personas. Sentía su erección contra mis nalgas. Me tenía abrazada desde atrás, y suavemente apartó mi hilo dental hacia un lado y fue introduciendo su miembro dentro de mi vagina, esta se lubricó inmediatamente pero cuando ya comenzaba a sentir el gusto, varios chorros de semen cayeron en mi coño. Allí se acabó todo, y quedé realmente frustrada. Solo la pegajosidad entre mis piernas empapando de semen mi traje de baño me daban una felicidad pasajera.

Mas tarde al llegar al cuarto del hotel venía dispuesta a desquitarme. Me desnudé y lo abracé por la cintura, al momento que le bajaba el traje de baño. Su pene estaba semi abultado. Me agache y comencé a mamarlo con delicadeza. El me llevo al centro de la cama me levantó las piernas, mis rodillas quedaron pegadas de mis hombros. Se colocó ante mí, untó saliva en la punta de su huevo y empezó a meter centímetro a centímetro la codiciada presa.

Lo disfruté plenamente hasta el momento en que sentí una dureza dolorosa debajo de mi ombligo. Sus bolas pegadas de mis nalgas y su vello rasurado pegado de mi coñito afeitado. Se quedó inmóvil, solo movía su pene, era un animal vivo dentro de mí. Baje las piernas y enganche sus muslos con mis talones. Pase mis brazos bajo sus axilas y lo aferré de los hombros.

Con cada empuje sentía que me abría divinamente en dos. Mi coño secretaba lubricantes que hacían mas rica las embestidas. Un dolor tolerable y agradable en mi vientre cuando el lo afincaba todo dentro del hueco. Estaba en éxtasis cuando de repente lo sacó y me colocó al borde de la cama, atravesada. Me dio dos almohadas para que las abrazara. Pegó mis rodillas de mi pecho, boca abajo con el culito al aire y la cara sobre la almohada. Mamó mi orificio humedeciéndolo con saliva. Sacó vaselina y untó mi ano, introdujo sus dos dedos de la mano izquierda en mi culo, en el espejo se reflejaba como se engrasaba el asta con la mano libre, al tiempo que retiraba los dedos, presentaba la cabezota de su huevo en el hueco. Poco me dolió cuando entró la punta. Me dijo que pujara. Y mandó todo aquella masa gruesa de un solo envión hacia adentro de mis intestinos. Grité como una gata, me dieron ganas inmensas de cagar aquel intruso. El inmóvil vibraba solo su pene, que me daba sensación de corrientazos cada vez que lo movía. Comencé a golpear mi clítoris con mi índice y a mover las caderas. El me tomó por los hombros. Inició el jueguito de sacarlo bruscamente y dejar tintineando mi hueco abierto, luego lo incrustaba de nuevo. Lo repitió incansablemente, yo tenía la fuerza perdida, perdí toda sensibilidad en mis piernas y brazos, solo sensación había en mis pelvis. Afincó todo su peso sobre mí y quedé con los brazos y piernas abiertas sobre el colchón, el puyaba y puyaba cada vez con mas fuerza. Mis nalgas comenzaron a sonar con el contacto de sus muslos. Ya el culo lo tenía rodando libremente. La verga entraba y salía sin piedad fácilmente. Yo iba cayendo en un barranco profundo sin fondo. Comencé a temblar involuntariamente, y un quejido de placer salió de lo mas profundo de mi pecho. Presentaba un orgasmo fabuloso y largo que me dejó desmayada y casi sin respirar. Solo la verga de papá taladrándome me hacía regresar a la realidad, el gruñó y comenzó a acabar en mi culo, las contracciones peneanas me hicieron acabar de nuevo, allí si no me pude recuperar mas. Estaba noqueada.

Papá y yo nos enamoramos mas aún. Nos cogíamos después en cada oportunidad que teníamos.

Mi cuerpo inmediatamente tomó forma en una soberbia hembra que llamaba la atención de todos, los próximos tres años fui la autentica mujer de papá, quien cogía a mamá mas por cumplir que por querer.

Recuerdo la vez en que mamá cumplió años y estaba muy ebria. Yo con un gusano de curiosidad le dije a papá que quería ver cómo clavaba a mamá.

Este me complació, yo me oculté tras la cortina y observé como mamá hirviendo, mamaba huevo, y cómo a horcajadas se montó sobre aquel tolete rosado. Me gustó la maravillosa forma como culeaba, era buenísima en eso. Luego comenzó a subir y dejarse caer con fuerza sobre el asta de hierro, acabando entre gritos y quedándose dormida profundamente.

Yo me había masturbado mientras los veía, pero eso no me calmaba. Así que salí detrás de papá cuando este se iba a lavar su verga. Yo quería olérsela, y así se la mamé. Sintiendo el sabor de una hembra sobre su miembro.

Mamá salió embarazada a los tres meses y de allí no le parió mas a papá.

Yo le parí a mi viejo tres hijas. Desde los quince años que nació la primera y papá y yo nos escapamos sin rumbo conocido. Hoy en día vivimos felices. Yo lo celo arrechamente.

Y creo que nunca lo dejaré de amar. Aunque cada día lo veo mas viejito, aún me coge con mucho placer.

Por Martin Soto

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