martes, 15 de junio de 2021

Mi padrastro


Mis padres naturales se separaron a mis 3 años y mi madre tuvo después de mi padre natural a unos cuantos novios. Hasta llegar a mis 12 años en que conoció a este padrastro mío que resulto especial.

Me llevaba a matar con mi padrastro. Me caía muy mal porque tenía yo una idea como de que había venido a robarme a mi madre o algo así. Tenía a diario con él, miradas asesinas y hacía yo continuamente cosas para de alguna manera joderlo. Pero él no contraatacaba sino que tenía la actitud correcta. Se comportaba hacia mí con comprensión después de tan inhabitual infancia que tuve al separarse mis padres tan temprano.

Así pasaron los años y con el abandono de mi niñez, también abandoné mi agresiva actitud ante mi padrastro.

Mis hormonas del desarrollo sexual hicieron su summum entre mis 14 y 15 años. Mis pechos tomaron un tamaño envidiado por todas mis compañeras del colegio. Adquirieron ese superior desarrollo a los de mis compañeras, ayudados porque yo nunca he sido muy delgada que digamos. Tenía 15 años y gastaba una 95 de sostén.


El ideal actual de chica guapa es de una mujer delgada pero con el culo y los pechos grandes. Yo creo que eso es antinatural, o eres delgada o estas rellenita y tienes los pechos grandes. Esto naturalmente tiene excepciones, existiendo monumentales mujeres que pesan 50 kilos pero gastan una 120 de sostén, pero repito que son excepciones y que si quieres tener los pechos grandes, tienes que comer un montón, como yo jeje.

Pero volvamos al tema, el desarrollo sexual tuvo efectos en mi físico y en mi psíquico. El ser odioso que había sido representado por mi padrastro, se convirtió en una persona con sus pros y sus contras. Del que sacaba defectos y virtudes. Pero que en resumen, apetecía a conocerlo.

La agresiva actitud que había tenido siempre con él, no desapareció. Pero se hizo diferente, ahora nos lo pasábamos bien peleándonos y las peleas se convirtieron como en un juego. Peleas/juegos como tocarnos los pies debajo la mesa de comer o apresarnos las manos. Con las manos debajo la mesa intentando coger al otro y cuando lo hacíamos la apresión se alargaba, haciéndose delicada.

Progresivamente sus manos recorrían mi brazo y se posaban en mis muslos que repasaban tiernamente. Pasamos de tener una actitud huidiza el uno del otro, a estar buscándonos prácticamente a cada momento. Aunque íbamos con cuidado, porque no queríamos que nadie de la casa supiese de esta complicidad que nos unía.

Cada vez que nos tropezábamos por casa nos dirigíamos una especial atención, yo le sonreía y él me pellizcaba el trasero y cosas similares.

Acabó llegando un primer beso que tuve con él. Yo estaba en la cocina preparándome un bocadillo de nocilla cuando noté que me cogía la cintura por detrás por sorpresa. Yo me pegué un susto porque no lo esperaba en ese momento.

Me dijo que me estuviese tranquila porque estaba temblando. Me besó el cuello mientras sus manos que no se separaban de mis costados se metieron por dentro de mi camisa. Yo estaba nerviosísima porque en ese mismo momento estaba mi madre y mi hermano en casa. En un momento me giró y me planto un beso en los labios, apenas se tocaron nuestras lenguas porque escuchamos los pasos de alguien que quizá venía a la cocina y nos separamos de inmediato. Yo volví a preparar el bocadillo y él abrió la nevera para simular que buscaba algo. Mi madre entra a la cocina y me dijo no sequé, ya ni me acuerdo pero que no se husmeó lo que acabábamos de hacer.

Después de esa ocasión, nuestro seguimiento hacia el otro se hizo mucho más intenso. Yo trataba de evitar a mi madre cuando me decía de acompañarla, para quedarme en casa con él.

Hasta que llegó la tarde en que nos quedamos solos. Él se levantó de echar la siesta y vino a mi cuarto donde dormitaba yo. Se sentó a mi lado y puso su mano en mi barriga, me miro a los ojos un largo rato hasta que se decidió a besarme. Nuestros besos se alargaron un largo rato, por primera vez en mi vida tuve el placer de gozar cuanto quise la lengua de un hombre. Nos recreamos largamente porque no había nadie en casa y no estaba previsto que viniese nadie. Me desnudó completamente y él también se desnudó. Tuve también el gusto de saborear su pene al igual que él que me comió el sexo.

Llegó el momento que me dijo si estaba dispuesta a hacerlo. Yo le dije que no estaba segura pero que lo deseaba mucho. Él decidió por mí. Ante mi mirada se puso el preservativo y se estiró encima mío. Me la empezó a meter y yo la notaba entrar unos centímetros cuando me asaltó la sorpresa que maldije por mucho tiempo.

Mi padrastro había desconectado oportunamente el timbre. Pero ante la falta de respuesta de sus llamadas al timbre, de mi amiga Débora. No se estuvo por irse sin encontrarme y me llamó a gritos por la ventana de mi cuarto que daba justo a la calle. Quizá hubiésemos podido ignorarla y seguir con lo nuestro pero el susto ya estaba hecho y yo salí a mi ventana, con la camisa del pijama puesta por encima, a decirle que me esperara unos minutos que bajaría enseguida.

Este mismo día se me mancho un poco de rojo el papel higiénico en el lavabo al asearme. Supuse que aunque corto, había perdido ese día la virginidad. Pero digamos que se podía mejorar mucho, por lo que esperé muy atenta a cualquier oportunidad que apareciese para quedarme sola en casa con mi padrastro.

La segunda oportunidad no tardó en llegar. Fue una mañana que a mi madre le tocó turno de trabajar. Yo sabía desde el día anterior que esa mañana me quedaría sola con él y nada más oír cerrar la puerta por mi madre que se iba, ya me dispuse a contar los segundos que tardaría en llegar él.

No tardó ni 3 minutos en entrar en mi cuarto. Al entrar encajó la puerta dejando solo la luz que entraba por la persiana medio cerrada. Se sentó a mi lado y volvió a besarme un largo rato, yo estaba con el pijama y sus manos se notaban más cercanas a mi cuerpo cuando lo recorría. Yo había estado rezando la noche anterior para que no pasase ese día, lo ocurrido la vez anterior. Y Dios debió escucharme pues ese día nadie nos molestó.

Después de un sensacional prologo en que no faltó el sexo oral. Se puso el preservativo para metérmela y esta vez entro de lujo, me dolió un poco pero se fue al instante. Estuvo metiéndola y sacándola un rato sensacional, yo coreé su nombre entre mis gemidos pues me hizo vivir ese día, el placer oculto a los niños.

Tuvimos encuentros secretos similares, un montón de veces. Alguno de ellos, especiales, como una vez que me lo hizo en plena ducha.

Cuando nos quedábamos solos en casa nos íbamos directos a mi cuarto y aún estando gente en casa, si nos cruzábamos en el pasillo, nos besábamos y magreabamos.

Nuestros toqueteos en la mesa de comer, se hicieron 10 veces más deliciosos. En ocasiones me metía la mano entre pierna y pierna, y me sobaba tan bien que tenía que reprimir mis gritos, sentada en la mesa con mi madre delante.

Pero al final mi madre se empezó a oler algo respecto a qué hacíamos cuando nos quedábamos solos en casa.

Hubo a partir de que se lo empezó a oler, mal rollo. Nos lo preguntaba a él y a mi pero los dos lo negábamos. Incluso quería que yo fuera al ginecólogo para saber si era virgen.

Con el tiempo las cosas empeoraron mucho y mi padrastro se fue de mi casa, peleado con mi madre. Yo también me tuve que ir con mi padre natural y ahí acabo todo. Tuve con mi padrastro unas cuantas conversaciones telefónicas pero no nos hemos vuelto a ver.

Por Sombrero

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