jueves, 4 de agosto de 2022

Mi sobrinita salvó mi matrimonio


Mi nombre es Mario, tengo 40 años, y voy a contar esta historia después de varios meses de meditarlo. En resumidas palabras, puedo decir que mi sobrina de 11 años salvó mi matrimonio.

Sé que, a veces, resulta tedioso, pero es importante poner un contexto a lo que me sucedió hace un año, aproximadamente.

Cómo les dije, tengo 40 años, hace 8 estoy casado con el amor de mi vida, Julia, con quien compartimos muchos momentos que son inolvidables. Por decisión conjunta, nunca tuvimos hijos. Simplemente no se dio la oportunidad ya que nos enfocamos más en nuestras vidas profesionales y disfrutar uno del otro lo mejor posible.


En cuanto a mí, soy analista de estadísticas y trabajo desde hace varios años en una importante consultora económica. Mi mujer, por su lado, es abogada y tiene su propio estudio jurídico. Podría decirse que nuestra situación económica es bastante cómoda.

En principio, tenemos una vida bastante buena y entre nosotros casi que no hay peleas, nos llevamos muy bien, salvo por una cuestión que poco a poco fue haciendo mella en el matrimonio: disfunción eréctil.

Desde hace unos tres años comencé a tener problemas de erección cada vez que tenía relaciones sexuales con mi esposa. Al principio fueron algunas veces, después cada vez se volvieron más frecuentes. Consulte algunos médicos y muchos me dijeron que la principal razón era el stress laboral y las presiones a las que muchos se ven sometidos en estos tiempos. Me dieron algunas pastillas para recomponer mi desempeño sexual que funcionaban de mil maravillas, pero cuando se acababan, volvían los mismos problemas. Los médicos me recalcaban que, lo primero que tenía que tratar, era mi cabeza para que luego el cuerpo responda.

Cómo les dije, eso me trajo algunos problemas con mi esposa a punto tal de que si yo no buscaba las pastillas, podíamos estar meses sin tener relaciones por que hasta me daba pánico intentar y fracasar luego.

Hace un año, en una cena familiar en casa de mis suegros, me enteré que la hermana de mi esposa se venía a vivir a la ciudad luego de separarse. Ella tiene una hija, Andrea, que en ese momento tenía 10 años.

A Andrea, por supuesto que ya la conocía desde que era casi una bebe, ya que venía casi siempre con su mama a la Ciudad a visitar los abuelos. Siempre me pareció una niña muy dulce, alegre y sobre todo inteligente. A punto tal que estaba preparándose para ingresar a una de las escuelas más prestigiosas que todos los años hacía un examen para la admisión de nuevos estudiantes.

Años antes, en sus frecuentes visitas y cuando aún era una niña, ella tenía una especial y sana preferencia por mi persona. Yo, por su parte, la reconocía con algunos regalos, visitas al parque de diversiones, zoológico, etc. Pero nunca, pero nunca, se me cruzo por la cabeza mirarla de alguna manera diferente a lo que realmente era: una niña.

Ese día, cuando fuimos con mi esposa a la casa de sus padres, volví a ver a Andrea después de tres años. Ana, su madre, nos contó algo que ya sabíamos a medias sobre el fracaso de su matrimonio y de cómo su ex nunca la dejó desenvolverse independientemente, así que luego de mucho tiempo decidió que era el momento de separarse y volver a vivir en la ciudad. Además, Andrea estaba en la edad justa para ingresar a una buena escuela que le daría una gran base para luego ir a la universidad.

Ese día paso sin mayores cosas, salvo que Andrea se veía algo retraída conmigo. Yo intentaba hacerle chistes, intentando rememorar, quizás, esa complicidad de antes. Muchas veces noté como me miraba y cuando yo le devolvía la mirada, ella inmediatamente le prestaba atención a otra cosa.

Charlando con mi mujer, nos reíamos por que si bien estaba recién por cumplir los 11, ya comenzaba a mostrar las típicas actitudes adolescentes. Su cuerpo se había desarrollado bastante desde la última vez que la vi. Ahora era alta, en promedio a las chicas de su edad, tenía el pelo largo y rizado y unos pechos incipientes que ya necesitaban de un pequeño corpiño. Sus piernas eran largas y estilizadas, pero hermosas y formadas ya que desde chica practicaba danzas. A todas luces, Andrea se encaminaba a ser una hermosa mujer.

Esa noche nos despedimos hasta la semana entrante, que justamente celebrariamos el cumpleaños número 11 de Andrea. Sin embargo, en la semana un día Julia me llamó por teléfono contándome que su hermana, Ana, le había comentado muy preocupada que había recibido los materiales de estudio para que la pequeña Andrea rinda en un par de meses el examen de admisión en la escuela. Su problema, más que nada, lo tenía con las matemáticas. Ella era muy inteligente y autodidacta en muchas cosas, pero los cálculos no eran su fuerte.

Vos podrías darle algunas clases, verdad? – me dijo Julia al teléfono
Mira – respondí – yo no tengo problema, pero tendría que ver en que horario lo hacemos. En esta época esta complicado el trabajo con algunos informes que me pidieron desde la oficina.
Bueno, el sábado en el cumple de Andrea lo charlas con Ana, ella no va a tener problemas para encontrar un horario acorde.
Así fue que el sábado siguiente, volvimos a ir a la casa de mis suegros. Andrea cumplía 11 años y se festejamos más que nada en familia ya que la mayoría de sus amigos estaban en el pueblo donde habían vivido hasta hace un par de semanas.

Mario, te estaba esperando – me abordo Ana, la madre de Andrea ni bien llegue – creo que Julia ya te comentó nuestros problemas, es muy importante que Andre entre a esa escuela este año por que a estas alturas ya no tengo vacantes en otras escuelas para inscribirá.
Si si – respondí – no te preocupes. Le decía a Julia que estoy con los trabajos de fin de año que me piden de la oficina, por suerte todo eso lo puedo hacer desde casa así que tengo más tiempo disponible. Sobre todo por la tarde.
Genial! Y que día podría ir? Le urge ir entendiendo esa parte del programa
Te parece que martes? – le dije tratando de calcular los tiempos libres que tengo – ese día a las 15 tengo una reunión por video llamada, pero no va a durar más que un par de horas. Después no te preocupes que Julia o yo la traemos aquí si se hace de noche.
Hay que bueno! – respondió Ana – la verdad es que no sabes como me sacas un peso de encima, por que pagar a un profesor se me hace imposible.
Después de eso seguir hablando de otras cosas. Me contaba que Andrea se había vuelto muy rebelde, que le costaba mucho hacer que estudie algunas horas de corrido y pasaba mucho tiempo sola en su habitación. La separación de sus padres le había afectado el comportamiento.

Un rato más tarde, cuando Andrea había terminado de hablar por video llamada con sus amigos del pueblo, me acerque a ella a entregarle su regalo: un hermoso reloj inteligente que Julia había conseguido por Internet.

Bueno, menos mal que te desocupaste – le dije en tono de broma – así que ahora vas a ser mi alumna.
Ella apenas me miraba, era como que tenía vergüenza.

Te aviso que soy muy estricto como profe, así que más vale que vayas preparada – agregue.
Eso pareció romper un poco el hielo y una sonrisa se dibujo en la comisura de sus labios. Note que eran hermosos y carnosos. No dejaba de pensar que levantaría suspiros por todos lados cuando creciera, sin notar conscientemente que yo empezaba a suspirar por ella también.

Cómo dije, ni antes, ni en ese momento, se me ocurrió verla de otra forma. Tampoco con otras chicas de su edad. En ese sentido, siempre tuve en claro esa cuestión. Pero algo se gestaba por dentro y cada vez le prestaba más atención a su forma de hablar, de moverse, a su risa que me quedo grabada con unos labios hermosos.

Después de esa noche nos despedimos. Andre al final había tomado más confianza y se acercaba bastante a mi para charlar, eso me alegro por que, además de que la quería mucho, viéndola como futura alumna, lo ideal es que ella tenga confianza para poder aprender bien y evacuar todas las dudas.

El martes siguiente tuve un montón de trabajo, eso me sirvió un poco de distracción, pero desde que me levante por la mañana pude notar que estaba nervioso. Si bien era una época de mucho trabajo y estrés, ya estaba un poco acostumbrado.

Después de un rápido almuerzo, me avisaron que la tele conferencia iba a comenzar, eran las 14.32. Me acuerdo perfectamente de la hora por que ese día estuve pendiente todo el tiempo del reloj. Justo a esa hora se escucho el timbre y era Ana trayendo a Andrea.

Perdón la hora, Mario, se que me dijiste que tenias una reunión, pero me llamaron justo para una entrevista de trabajo y no tengo con quien dejar a Andre, Julia me dijo que la podía traer ahora.
No hay problema – le respondi a Ana, algo ofuscado la verdad. Luego mirando a Andrea, continúe: – Andre, si queres podes ver televisión en la sala, yo acostumbro a irme con mi laptop al jardín para la conferencia.
Muchas gracias, Mario – interrumpió Ana – te prometo que Andre se va a portar bien, no es así mi amor?
Hay si, mama – respondió la niña haciéndole a su madre una cara de enojo – ya estoy grande, no voy a molestar al tío mientras trabaja – esto último lo dijo mientras me miraba buscando mi aprobación.
Anda tranquila, cuñada que Andrea se va a portar bien. Por la tarde te la llevamos a casa cuando llegue Julia… y suerte con la entrevista! – le dije.
Luego de un par de intercambios más de palabras, donde Ana se deshizo en disculpas y agradecimientos, ella se fue y quede solo con Andrea. Hasta ese momento no había prestado mucha atención en ella. Tenía una blusa blanca con unos bordados en naranja y debajo, una pollera suelta y tableada que le llegaba hasta la mitad del muslo dejando ver gran parte de sus piernas.

Le dije que se ponga cómoda en la sala, le indique como usar la tv y con mi laptop fui rápidamente al jardín a conectarme por que me avisaron que ya había arrancado la reunión. En realidad, me gusta ir al aire libre a trabajar por que ahí puedo fumar, ese maldito hábito que no puedo eliminar.

En el jardín me senté en un juego de mesa y sillones que tengo en una galería, casi al lado de la ventana que da a la sala donde Andrea ya estaba haciendo zapping en la tv. Se había acostado en el sofá y desde donde estaba veía como la pollera había subido dejando ver mejor sus muslos. No preste mucha atención en ese momento, tenía que comenzar con mi presentación.

35 minutos más tarde, después de exponer mi trabajo y responder algunas preguntas de mi jefe, repare en Andrea nuevamente. Gire mi cabeza para mirar a la sala y no la vi. En realidad no me preocupe mucho en ese momento, pero 20 minutos más tarde seguía sin aparecer.

Puse pausa a la video llamada y entré a la casa. Andrea no estaba en la sala de estar, ni en el living o la cocina. Subí las escaleras hacia los dormitorios y tampoco la encontré. Toque las puertas de los dos baños y tampoco estaba. Me preocupe, hasta que recordé a donde podía estar.

Julia le había comentado que teníamos un cachorro de golden retriever de 4 meses y como el perro era un torbellino, lo deje en el patio de invierno para que no molestara mientras tenía mi conferencia.

Me dirigí hacia la cocina nuevamente y ahí pude escuchar unas risas y ladridos de cachorro que venían del patio. Para no asustarla, apenas me asome por la ventana y quede pasmado en ese momento.

Se veía al cachorro que iba y venía con un juguete en su boca y a Andrea en cuatro patas tratando de quitarle la pelota al perro mientras reía como loca. Lo que me impacto en realidad es que por el juego se le había subido la pollera y dejaba ver sus nalgas y ropa interior.

Era una visión idílica, tenia una bombachita blanca con unas florcitas en rosa y desde donde yo veía, se le había metido un poco en sus nalgas dejando ver su hermoso culito y lo mejor, ese bultito chico pero bien distinguible que conformaba su pequeña vagina.

No se cuanto tiempo habré estado, seguro fueron unos segundos donde me olvide del trabajo y sobre todo, de que era mi sobrina de apenas 11 años recién cumplidos. En ese momento note algo que hacía rato no me sucedía, una erección comenzaba a formarse dentro de mis pantalones.

La sensación era excitante y sorprendente a la vez. Desde que mi disfunción se había acentuado, me costaba inclusive tener una erección en alguna situación con ribetes eróticos, pero ese día, en ese momento y viendo a Andrea en cuatro patas con su culo mirando directamente hacia donde estaba, hizo que me pene comenzara a endurecerse como hacía mucho tiempo no pasaba.

Mientras estaba absorto en esos pensamientos, escuché que Andrea me hablaba

-Tío, es hermoso el perrito! – todo esto mientras forcejeaba con el cachorro por un juguete – me encanta, es un divino!

No recuerdo que balbucee en ese momento a modo de respuesta con una sonrisa fingida. En realidad mi preocupación paso inmediatamente a evitar que Andrea viera mi bulto en crecimiento mientras entraba nuevamente a la cocina. Me disculpe en ese momento y le dije que tenía que volver a trabajar, yendo rápidamente al jardín. Lo primero que hice fue prender un cigarrillo. Mi cabeza daba vueltas con miles de pensamientos que no debería tener en ese momento.

Mi sobrina, la dulce Andrea, esa con la que paseábamos de niña…  ahora la veía como una mujer…  pero no lo era! Me repetía todo el tiempo que aun era una niña, que mi mente estaba enferma.. Me aborrecía a mi mismo por haber tenido una ereccion con una niña de 11 años…. Pero se sentía tan bien tener el pito duro por primera vez en mucho tiempo.

Intente volver al trabajo, me senté frente a la laptop, me puse los auriculares y mecánicamente me disculpe con mis compañeros de trabajo. Trate seguir el ritmo de la conversación pero mi mente solo giraba alrededor del culito de Andrea.

Ahora sus ojos color miel eran alimento para mi, si boca un volcán de dulzura y sus piernas una autopista que llevaba directo al cielo. Todo eso en una fracción de segundo que en realidad me pareció una eternidad.

Seguí odiándome por un rato largo. Toda clase de pensamientos cruzaban por mi mente. Sentía como en los dibujos animados, un angelito recalcando todos los principios morales habidos y por haber, y del otro lado, un diablito que me recordaba lo que había visto y me hacía imaginar cosas increíbles.

La reunión se extendió por una hora más, al principio no prestaba mucha atención, pero ante el requerimiento de que explique algunas variables de mi trabajo, poco a poco fui centrándome en eso y Andrea pasó a un segundo lugar…  al menos durante ese tiempo. Eso sí, terminada la conferencia, se me volvió a aparecer esa imagen que tanto me perturbada, no tanto por lo visual, sino por cómo reacciono mi cuerpo. Y todavía tenía que sentarme junto a ella a enseñarle algunas fórmulas aritméticas básicas. Sería difícil.

Entre nuevamente a la casa y ya estaba Andrea sentada en la mesa esperándome para comenzar a estudiar. Ahora la situación era al revés. Ella totalmente suelta hablándome de mil cosas juntas, donde la mayoría eran sobre mi cachorro, mientras mi mente vagaba por otros lugares sin prestar atención. Y por qué no, con mucha vergüenza, temiendo que ella se diera cuenta de lo que estaba pensando.

Intente con todas mis fuerzas dejar de lado esos pensamientos y me concentre en las clases. Funcionó, a los 20 minutos estaba totalmente absorbido por esa fascinación que tengo de enseñar. Ella me miraba muy atenta y no dejaba de preguntar sus dudas. Las clases iban bien, hasta que de la nada, en medio de la explicación sobre que representaba “x”en una ecuación, me lanzó la primer pregunta:

Tío, vos a que edad tuviste tu primera novia?
Desconcertado, me quedé pensando unos segundos. Suele pasar cuando tu mente está muy ocupada en algo y de repente tenes que cambiar totalmente el hilo de tus pensamientos.

Creo que fue a los 14 – dije instintavemtne, en realidad no me acordaba de mi primera novia tan exactamente – pero fue más un amor de verano
Y se besaron?
Emmm si, pero eran apenas algunos poquitos – respondí intentando no dar mucha importancia.
Andrea volvió su vista al cuaderno e intento seguir con el ejercicio que le había dado, pero apenas unos segundos después, dijo:

Yo tuve novio, pero mi mama nunca me dejó darle un beso – y como si yo le hubiera preguntado, siguió – era un chico de la escuela, me gustaba mucho y el gustaba de mi, pero era muy chiquita para darle besos
Y si, tiene razón tu mama…
Ahora ya no soy chica – me interrumpió – tengo 11 años y ya uso sostén, puedo darle besos a quien yo quiera
No creo que tu mama piense lo mismo – replique divertido
Igual, ella no tiene por qué enterarse – esto último lo dijo mirándome fijo, como queriendo dar otro mensaje. Mi. Corazón dio un vuelco – además quiero aprender por que si alguna vez tuviera un novio y no se dar besos, me muero de la vergüenza!
Jajaja, pero lo tuyo es un problema sin respuesta – le dije riendo – por que queres aprender a besar antes de tener novio, pero necesitas novio para poder besar y aprender – mi lógica no era buena, pero para la situación la crei suficiente.
Hay tío, que anticuado que sos… desde cuando para besar necesitas que el otro sea novio? Puede ser cualquiera, si es para aprender… y yo soy re buena alumna, no?
Su lógica, por supuesto, era mucho mejor que la mía. No dije nada y me hice el desentendido para dar por terminada la conversación mientras ella volvía a sus ejercicios. Pero, para ser sinceros, su mirada y palabras me quedaron grabadas. Estaba jugando conmigo? Eran simples pensamientos de una mente inexperta e inocente? Sería yo el que en realidad estoy interpretando mal apenas unas simples preguntas hechas en confianza? Me decante por esto último.

La siguiente hora y media siguió igual. Cuando miro el reloj, me di cuenta que ya eran como las 19 horas y estaba por oscurecer. Le dije que ya era tarde y que lo mejor es que la lleve a su casa. Me miró con esa cara de picardia que últimamente había notado que me volvía loco y me alcanzó su teléfono móvil. Había un intercambio de mensajes con Julia, mi mujer, donde ella le pedía que se quedara a comer y dormir. Luego de eso, me mostró otro mensaje donde su mamá le daba permiso.

Termine de leer y dijo:

Quiero pizza y helado, Tío – mientras se reia.
A decir verdad me divertía bastante esa actitud, así era cuando era apenas una niña (aún lo es, sigo pensando) y buscaba la complicidad mía o de Julia para que la malcriemos. Acepte con gusto la propuesta y le pedí que elija los sabores de helado que más le guste.

La tarde continuo tranquila, ya habíamos dejado de estudiar y ella se dedico a acostarse en el sofá a ver algo en la tele. Yo me senté nuevamente en mi laptop a ver algunas cosas del trabajo que me habían enviado, para comprobar el pésimo trabajo que había hecho uno de mis dependientes con unos gráficos que le pedí, así que agarre mi teléfono y lo hable para explicarle como debería haber hecho el trabajo.

Cómo tenía que darle algunos números que previamente había hecho, subí las escaleras hasta el estudio para buscarlos. En mi casa, el segundo piso no ocupa toda la superficie de la casa, así que cuando uno sube las escaleras, hay un pequeño balcón que da a la sala. Desde allí la vi a Andrea que, acostada en el sofá, estaba conversando con amigas por WhatsApp, hasta que, unos segundos después, cuando yo estaba a la espera que mi dependiente buscará unos datos nuevos, estaba todo en silencio y comencé a escuchar lo que evidentemente era un video porno con gemidos. El volumen estaba bajo, era apenas audible, pero si hay algo bueno que tengo, es un excelente oído.

Lentamente me acerque a la barandilla y un poco camuflado detrás de una columna, me asome hacia donde estaba Andrea. Nuevamente se me paro el corazón.

Seguramente ella habrá pensado que estaba hablando por teléfono en el estudio y se puso a ver un video (que después me enteré, le había mandado una amiga suya) de dos personas teniendo sexo. Andrea estaba recostada en el sillón, con el teléfono en su mano izquierda mientras con la derecha rozaba lentamente sus muslos, subiendo centímetro a centímetro hasta llegar al tableado de su pollera, la que fue levantando y permitiendo que sus dedos comiencen a tocar su entrepierna por arriba de la bombacha.

El espectáculo era hilarante y excitante a la vez. Me quedé en silencio, mirando a escondidas como con su mano comenzaba a tocarse la conchita, de manera circular y cada vez más rápido. Sin pensarlo, colgué la llamada que tenía en curso, no me importaba en lo las mínimo. Seguí mirando y pude observar como sus labios se entre abrían y comenzaba a respirar de manera agitada. Su espalda se arqueo unos segundos, el video ya había terminado y su teléfono descansaba en el sillón, mientras que con la mano izquierda tocaba sus pecho. Andrea, una niña de 11 años, estaba a punto de llegar a un orgasmo y estaba seguro que no era el primero.

Mi teléfono sonó, el volumen estaba alto y me asuste. Andrea escucho y automáticamente saco su mano de debajo de la pollera y se sentó, muy asustada. Yo, en tanto, del susto fui casi corriendo al estudio para contestar el teléfono que tenia en mis manos. Cuando la llamada terminó, baje nuevamente a la sala, intentando que todo parezca normal y la vi sentada en el sofá, en la misma posición en la que había quedado, con cara de entre asustada y miedo. Se dio cuenta que la observaba.

Está todo bien? – le dije. No contesto, solo me miraba – por que esa cara? – seguía sin contestar.
Fui hacia la cocina a servirme un vaso de agua, un poco por que tenia sed y otro poco para bajar la calentura por que mi pene había vuelto a cobrar vida y con una fuerza inusitada. En eso me doy cuenta que ella se acercó hacia donde estaba.

Tío… recién, me viste, verdad? – se le caía la cara de vergüenza. Intenté la evasiva
Ver que?
En serio, tengo un problema… se que me viste cuando yo estaba acostada en el sofa – probé la evasiva con otro enfoque
Que problemas tenes?
Me viste o no me viste? – eso ya fue un ultimátum
Si, te vi desde arriba – dije también con un poco de vergüenza – pero no me pareció nada malo
Si que es malo, mi mama siempre me reta, pero no puedo evitarlo… hace un tiempo que me pasa, me gusta mucho – había verdadera pena en sus palabras, como si masturbarse fuera lo peor del mundo. Esa represión que tenía impuesta, no era buena. Fuimos hasta la sala de nuevo, le serví un vaso de jugo de naranja.
Tu cuerpo esta cambiando – arranque la explicación – y cada vez estas más cerca de dejar a la niña que eras para convertirte en adulta, y eso implica algunos cambios hormonales. Cosas que antes no te importaban o no te gustaban, ahora comienzan a ser atractivos para vos
Cómo el sexo? – fue directo al grano
Si, como el sexo. Eso es algo que cada vez te va a llamar más la atención, y tocarse es una forma de experimentar con el sexo, por eso es normal…
Vos también te tocas? – me pregunto
Si, a veces – mentí, la verdad es que desde que tengo disfuncion, ni siquiera intenté masturbarme – eso lo hacemos todos
Julia también? Se tocan entre ustedes? Por que vi un video una vez donde un hombre y una mujer estaban tocandose entre ellos. Es normal? – se notaba que tenía miles de preguntas
No hay que decir si algo es normal o no, la gente lo hace por que le gusta. También existen personas que no quieren tener sexo – abría los ojos como dos platos – y otra gente que tiene sexo con hombres y mujeres de manera indistinta
Cuando te dije que no pude darme un beso con mi novio era cierto, pero si me besaron una vez – sentí curiosidad y una inquietud a la vez… celos?
Con quien te besaste? – pregunte
En realidad me besaron – su tono había cambiado, se la notaba más relajada – fue una compañerita del cole en el pueblo, somos muy amigas pero en la puerta del baño le dio un beso sin que yo me diera cuenta
Y vos que hiciste?
Nada, la empuje y le dije que no me gustan las mujeres, pero… – dudo un poco – no se, después me di cuenta que me gustó el beso…. Pero no me gustan las mujeres! – lo dijo apresuradamente, como queriendo atajarse
Igual, Andre, si te gustan las mujeres tampoco habría problemas. Después con el tiempo vas a aprender a elegir tu propia sexualidad, según lo que más te guste.
Con el tiempo? – inquirió inmediatamente – pero yo quiero saber ahora esas cosas. Me canse de leer sobre eso en Internet, las páginas que lo explican me parecen súper aburridas y… y los videos como ese que vi… no se, me gustan pero no se si realmente será así.
La pornografia es una expresión artística, es cine… acaso cuando vez que en una peli de acción el protagonista cae de un techo, se levanta y sigue corriendo, no te parece irreal – asintió con su cabeza – bueno, el porno es así, tienen sexo de verdad pero todo es muy actuado y las posiciones son difíciles e incómodas – comenzó a reírse…
Incómodas? Seguro probaste alguna con la tía Julia, no?
Jaja… puede ser que alguna vez intentaramos algo de eso
Se quedó pensativa unos segundos. Luego pregunto

Y el sexo duele?
Al principio puede que si, pero si se hace bien la primera vez puede ser muy placentero – no se por que, pero se me cruzaron muchas cosas por la cabeza en ese momento
Me gustaría probar – dijo casi para si misma – aunque sea a dar besos… tío, te puedo dar un beso a vos? No conozco a nadie con quien pueda practicar…
Mi mente quedó en blanco, no sabía que contestar. Ahí estaba mi sobrina, Andrea, con 11 años recién cumplidos pero que por dentro era un torbellino hormonal, preguntándome sobre sexo y pidiendo practicar besos conmigo. Si alguien estuviera viendo esto desde arriba, pensaría qué es una enorme broma. No conteste

Dale, porfi… te juro que no le digo nada ni a mi mama ni a la tía Julia – me hizo acordar a cuando era una niña y me pedía por favor que le compre helados cuando su mama no la dejaba comer muchas cosas dulces. Me siguió insistiendo – es para probar nomas, al principio tenía vergüenza de preguntar… pero ahora no.
Vergüenza, yo soy quien se muere de la vergüenza ahora.

Andre… tengo 40 años, vos 11… soy re viejo para andar dándote besos, eso no esta bien
Viejo es el abuelo Coco, vos no sos viejo, tío – me decía con ojos casi suplicantes. Yo por dentro tenía unas ganas bestiales de abalanzarme sobre esos labios y comerle toda la boca, pero no podía, no estaba bien
Ya te dije que no, esta mal…
Mientras estaba por comenzar un sermón casi sobre por qué estaba mal que yo le de un beso, ella se abalanzó y me dio un rápido beso que llegó antes de mi reacción, así que fue a parar a la mitad derecha de mis labios. Después, me miró nuevamente con esa cara de pícara de siempre… me quedé mirándola unos segundos que parecieron eternos y algo hizo un clic en mi cabeza en una fracción de segundos.

Sin pensarlo me acerque a ella y la comencé a besar. Al principio suave, pero fue Andrea la que abrió más la boca y comenzó a jugar con su lengua dentro de la mía. Era evidente que era la primera vez que lo hacía pero era muy excitante. Hice lo mismo, mi lengua se introdujo profundamente en su boca y con mi mano izquierda sostuve su cabeza. Ella hacía cerrado sus ojos y se notaba que se empezaba a excitar, me rodeo con sus brazos y me empujaba hacia ella. Yo no me quedé atrás y mi mano derecha empezó a subir por sus piernas, llegando a la cintura, su espalda y poco a poco a sus pechos.

Si bien tenía sostén, se notaban unos pechos nacientes y de un lindo tamaño para su edad. Mi mano rodeo su pecho izquierdo y lo abarco completo, mientras se lo masajeba, ella cada vez se calentaba más. Su respiración ahora era agitada.

Mi mano comenzó a bajar despacio, desde su pecho hacia su abdomen. Toque con la yema de mis dedos su vientre, su ombligo y un poco más abajo también. No estaba seguro si seguir bajando, pero una mano de ella tomó la mía y la guió, muy despacio, hacia el nacimiento del elástico de su pollera.

Mi pene estaba que exploraba, nunca había sentido una excitación de esa magnitud. Brotaba de mis pantalones, quería salir a toda costa y se notaba el bulto.

Correspondiendo a su gesto, agarre su mano y la guíe hacia mí entrepierna. Como si sus manos tuvieran hambre, aprisiono mi pene por encima del pantalón, de una forma que casi me hace acabar inmediatamente. Mientras tanto, mi mano había llegado hacia su conchita, pude comprobar que estaba un poco húmeda, quizás de cuando se masturbo hacia un rato.

No se cuanto duró todo eso, para mi el tiempo se había detenido por completo. Estaba besando a una niña de 11 años que estaba hambrienta de sexo, mientras me tocaba mi pene y yo exploraba su entepierna. Parte de mi todavía no entendía que estaba sucediendo. Muy cerca estuve de empujarla hacia atrás para que se acueste en el sillón, sacarle su ropa interior y penetrarla así sin más, pero sucedió algo que casi nos deja en evidencia, escuché como el auto de mi esposa ingresaba a la cochera de la casa.

Me despegue de inmediato de Andrea, ella entendió todo, se levantó del sillón y fue rápidamente al baño. Cuando voltee la cara para verla, pude observar que se le había enganchado la pollera por encima y volví a ver ese culo hermoso. Se percato que la miraba y me hizo una sonrisa complice. Yo, llevando mi dedo a la boca, le hice un gesto de que no siga nada. Lanzo una risita y siguió camino al baño.

Para cuando Julia entró a la casa después de estacionar el auto , yo me hacía el que leía un libro. Llegó, me dio un beso y preguntó por Andrea.

Acá estoy tía! Dijo justo apareciendo desde el baño
Cómo estás mi amor? Estuviste estudiando con tu tío?
Siiii, es un genio explicando, hoy aprendí muchas cosas.
La muy traviesas me miraba mientras decía eso. Yo intentaba evadir

Que Bueno Andre… espero que no hayas sido malo con ella mientras le ensañabas – dijo mirándome, yo mientras, fingía estar distraído con mi libro
No para nada, además, Andre es una excelente alumna, tiene muchas ganas de aprender – si, me prendí un poco en ese juego.
Luego de eso comimos unas pizzas, tomamos helado y muchas veces se cruzaron nuestras miradas el resto de la noche. Al final, nos fuimos a dormir.

Esa noche, sin necesidad de pastilla, le hice el amor a Julia como hacía años no pasaba. Ella estaba tan sorprendida como yo.

Pero no sabía en ese momento que todo recién comenzaba, aunque lo pude sospechar cuando después de casi una hora seguida de tener sexo con Julia, vi hacia la puerta de la habitación y unos ojos nos espiaban desde la rendija.

¿Continuará?

Anónimo

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