martes, 12 de diciembre de 2023

Descubriendo el sexo con mi hermano, me vuelvo su mujer


Cuando mi hermano, Matías y yo teníamos unos 11 años sucedería algo que cambiaría para siempre nuestra relación, pero antes de eso, me permito darles contexto que les permita entender lo que sucedió. Nuestros padres en ese tiempo tenían una vida bastante ajetreada, mi padre se había ido del país y mi madre que es enfermera tenía turnos muy extensos, en vista de que ya teníamos una edad razonable, nos dejaron solos sin mayor supervisión. Esto nos dio mucha libertad para hacer lo que quisiéramos y como niños que aún éramos comimos mal, hicimos travesuras leves y por supuesto solíamos quedarnos hasta altas horas de la madrugada viendo películas o jugando videojuegos.


En una de esas noches, mi hermano y yo nos divertíamos con la play mientras comíamos unas deliciosas frituras. Yo llevaba un pijama rosa de algodón que me abrigaba bien y él solo unos shorts y el pecho al aire. Jugábamos a un juego de peleas y yo me frustré porque él solo apretaba un botón y no me dejaba levantarme para seguir luchando. Le dije que ya no quería jugar más y él siguió un rato más sin hacerme caso.

Matías: «Mari, busquemos algo en la televisión, ya me cansó este juego”

Yo: «Yo voy a lavar los platos, ve buscando algo en lo que vuelvo.”

Al volver me eché en el sofá, sintiendo el suave cojín bajo mi cabeza. Mi hermano estaba sentado a mi lado, con el control remoto en la mano, cambiando de canal en canal sin prestar atención a nada. El televisor mostraba imágenes borrosas y sonidos distorsionados, como si no hubiera nada bueno que ver. Estábamos así de tranquilos cuando de repente, en uno de los canales, vimos algo que nos llamó la atención. Era algo que nunca habíamos visto antes, algo que nos hizo abrir los ojos y quedarnos sin palabras. Eran las 12 o la 1 AM y en un canal vimos en primer plano como una mujer rubia y hermosa tenía un pene en la boca y lo chupaba con avidez, sujetaba al chico de las nalgas y se tragaba su carne, para ese momento yo ya sabía como se veía un pene porque alguna vez había tenido que encargarme de el cuidado de un bebé. Pero lo que no me imaginé nunca es que  esa cosa sirviera para lo que estaba viendo en ese momento, por alguna razón sentí vergüenza y quería que mi hermano quitara eso.

Yo- “Matías por Dios quita esa cochinada”

Matías- “no hay nada más que ver, tengo curiosidad por saber qué es eso”

Yo- “Mi mamá nos va a regañar y no nos va a dejar ver televisión”

Matías- Tranquila Mari, ella no va a saber que estamos viendo, ella llega por la mañana”

Con ese argumento, me quedé callada y seguí viendo con atención. La chica estaba de rodillas y, el chico la ayudó a poner en pie, posteriormente este bajó, le tomó una pierna abriéndola y le comió la cuquita, la chica gritaba y se revolvía entre grititos de placer, tomándolo fuertemente de los cabellos y atrayéndolo hacia sus genitales. Minutos después se pondría  de pie y haría que la chica se pusiera en pompa, dejando expuesta su cuquita con el ángulo perfecto de inclinación, así le daría una senda cogida, al ver esto, mi hermano me preguntaría.

Matías- “¿qué crees que está sintiendo ella?”

Yo- “No lo sé, pero creo que le gusta, no parece que le esté haciendo daño.

Matías- “¿Te gustaría que jugáramos, así como ellos?”

Yo- “no lo sé, me da miedo que mi mamá se de cuenta y se enoje conmigo”

Matías- “Pues hagámoslo y si no te gusta no lo hacemos más”

En ese momento Matías se acercaría a mi y me trataría de besar y, yo le recibí el beso, fue incómodo porque ninguno de los dos tenía experiencia y yo decidí retirarlo un poco porque lo que estaba haciendo no se sentía muy bien. De esa forma Continuaría, bajándose sus shorts    y sacando su pene que estaba parado y mojado, en reacción se lo tomé como había visto a la chica hacerlo momentos atrás, Matías daría un brinco y su pene crecería un poco más. Ese pene no era nada impresionante, 12cm quizá, talvez menos, no obstante, me gustó su color blanquito y rosadito y por eso cuando me tomó de la cabeza no puse mucha resistencia.

Apenas estuve al nivel de su pene procedí a abrir la boca y me metí la punta, sabía salada y a pipí, pero extrañamente en ese momento no le daría importancia y continuaría con la faena unos segundos hasta que me quitó de su pene.

Matías- “Me está lastimando con los dientes, ponga cuidado Mari que me está lastimando.

Yo “Perdón hermanito no lo vuelvo a hacer”

Después de eso, bajé de nuevo y puse mis labios alrededor de mis dientes, como si comiera un helado y movería la cabeza de arriba abajo, tragándome su carnita rosada y linda. De un momento escucharía como un gruñido o un quejido y me tiraría su semen en la boca, yo de inmediato lo escupí en el piso con mucho asco, en ese momento yo me emputé

Yo- “Matías porque me orinó en la boca, no sea cochino que asco, que pereza con usted

Matías- “no me oriné perdón, no se que pasó de verdad perdóneme por favor, la estaba pasando muy bien”

Al ver más detenidamente al piso vi que no era orina y me tranquilicé un poco. Entonces ya más tranquila le pregunté que si el me quería lamer la cuquita y el respondió afirmativamente. Imitando a los del video, yo me quedé parada mientras él se ponía de rodillas y, apenas hubo bajado me bajó los pantalones de pijama  y el calzón y así se dedicaría a pasarme la lengua por la cuca, al principio sentiría toda babosa mi cuquita y no me estaba gustando, pero después de un rato, empezaría a tener cosquillitas que harían que la cuca se le alejara de la cara a mi hermano con cada movimiento que daba. El al ver esto, me sujetaría de la cintura contra su cara, empleando buena fuerza y me haría gritar un poco.

Matías- “que bonita la tiene Mari, no sabía que las mujeres tenían todo eso entre las piernas, que larga es, le va desde aquí arriba hasta la colita”

Yo- “(me reiría de su tonto comentario)  estoy sintiendo rico, por favor lámeme más que me gusta mucho”

Posterior a esto, se cansó y tenía de nuevo su pene paradito, tomando la iniciativa le dije que me gustaría hacer lo del programa y quería tener su pene en mi chochita pequeñita y rosadita. El sin vacilar, me dijo que me pusiera agachada con las manos en el sofá y así lo hice, dejando expuesta y vulnerable mi intimidad.

El estuvo, lo que me pareció largo rato, tratando de encontrar mi entrada, finalmente lo ayudé y como era delgada y tenía la cuca con babitas pudo entrar una pequeña sección de su punta, al sentir que ya estaba en el objetivo, inocentemente le dije que la metiera y él, actuando de buena fe la metió hasta la mitad, al mismo tiempo, yo daría un alarido y le pediría que me la saque, que me está lastimando la cuquita y no me gusta, el por otra parte sentía delicioso y me dijo.

Matías- “perdón hermanita, no quería que lloraras, lo hice muy brusco ¿le puedo hacer pasito? Te prometo que no te va a doler más, por favor.

Ante esto yo seguí llorando en silencio mientras el metía la mitad pasito, pronto no estaba disfrutando, pero tampoco me disgustaba lo que me estaba haciendo, entonces me quedé ahí mientras el me taladraba con su verguita. En unos 10 minutos llegó a su orgasmo, dejándome llena de semen la vagina y con un ardorcito leve, cuando vi que su pene estaba rojo me asusté y pensé que me había roto algo, los dos fuimos al baño, el lavó su pene y yo me eché agüita  en la vagina, mirando que no tuviera una hemorragia  o algo así. Terminamos la noche con mi hermanito curándome la cuquita con besitos muy tiernos y desde ahí nos volvimos muy unidos, no solo por el sexo, sino por el amor y respeto que sentíamos mutuamente. A esa experiencia le siguieron varias más que fueron cada una mejor que la anterior.

Aunque cada uno a tenido sus parejas siempre nos sabemos cómplices y amantes, sabemos que por mucho que amemos a nuestros novios o novias, no encontraremos nunca alguien que nos brinde tanto amor como podemos brindarnos en nuestra tierna intimidad.

Por MARIGONZALEZ 28

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