miércoles, 23 de septiembre de 2020

Elisa: Mi Amor


Primera Parte

"La Primera Vez"

Hola, mi nombre es Elisa, tengo 23 años y desde hace unos días, estoy viviendo en la capital de mi país. Esta es mi historia:

Nací en un pueblito del interior, en donde vivíamos casi aislados. Mi madre murió después de si alumbramiento y desde ese momento quedé al cuidado de los hombres de mi casa: mi padre Javier, mi hermano Guillermo y mi abuelo Sebastián. Se dedicaron a cuidarme y a verme crecer.

Estudié en el pueblo y a mis 14 años, ya estaba a la mitad de mi secundaria cuando llegó al pueblo un maestro nuevo. Era una persona afable y muy instruida, así que lo acogieron con beneplácito de todos los lugareños. Durante las vacaciones vino al pueblo a visitarlo su hijo, Luis quien tenia 17 años. Me pareció lindo, pero yo nunca había tratado con muchachos y menos con uno de la ciudad; mis amigos eran del pueblo y habíamos crecido juntos prácticamente.

Comenzamos a charlar, pues el iba al colegio a buscar a su padre y nos hicimos amigos. El me decía cosas lindas y me tenia ilusionada, contándome cosas de la capital y diciéndome que yo era especial… yo le creía y para mi, lo que el decía era sagrado para mi.


Cuando me invitó a pasear al lago, retirado del poblado, no tuve razones para negarme, nos fuimos allí y sentados, me tomó de la mano y me dijo que yo le gustaba, me hizo sonrojar; se acercó y me besó en los labios, mordiendo un poco mi labio inferior. Aquella caricia aceleró mi pulso y mis mejillas se colorearon de nuevo.

Puso su mano en mi cuello, para besarme de nuevo, mientras me decía que era hermosa (no soy muy alta, pero si mas que las otras chicas del pueblo. Mi estatura es de 1.70 y pesaba, para ese entonces, unos 50 kilos. Bastante espigada y desarrollada para mis 14 años. Mis pechos eran llenos sin llegar a ser demasiado protuberantes y mi trasero era redondo y respingón, como me decía el abuelo, cuando se tomaba su licor) bajó su mano muy despacio, hasta que la puso sobre mi pecho, para ese momento yo estaba embobada por las palabras de Luís y no me pareció mal la caricia. Mi miró y yo a él, pero no noté la lujuria que se apoderaba de él y la sonrisa de triunfo al tener uno de mis senos en su mano. Lentamente me abrió la camisa y acarició mis pechos con sus mano, apretujándolos un poco, presión que me hizo gemir… me agradaban sus caricias.

Durante un tiempo se dedicó a chupar y sobar mis pechos y como me gustaba lo dejé, pensando en que me quería y no estaba mal. Cuando mordió uno de mis pezones y grité, inmediatamente me golpeó el rostro con la mano abierta. Lo miré asombrada y él, tapando mi boca, me dijo:

- Si haces algún ruido te golpeare hasta dejarte sin sentido, así…

Asentí mas asustada aun y vi como se incorporaba y desabrochaba su pantalón, sacando un trozo de carne que no era muy largo, pero si algo regordete. Lo miré y moví mi cabeza negándome, lo que me valió otra cachetada. Sin ninguna compasión metió su verga en mi boca, atragantándome y haciendo arcadas por el deseo de vomitar y Luís me tomó por el cabello, tirando de él, sin pena, dejándome el cuero cabelludo latiendo y dijo:

- Mámamela, perra! Y mucho cuidado con lastimarme, porque te juro que te mato a golpes.

Yo hice lo que me decía, pues estaba verdaderamente asustada con aquello en lo que Luís se había convertido, parecía otro… Dejé que me condujera a su modo, guiándome por el cabello, mientras sentía su verga completa en mi boca, a la que entraba a duras penas. Parecía un animal en celo, bufaba y hacia una cantidad de ruidos extraños, y me decía cosas sucias:

Si… puta… así… mámamela… chúpamela… te la meto… ahhh… Te follo tu boquita… zorra… chúpala, chúpala….

Yo lo hacia y cada vez que llegaba su polla al fondo de mi garganta sentía las ganas de vomitar pero eso a él parecía no importarle. Con la otra mano, retorcía cruelmente mis pezones, estirándolos tanto, que pensé que quería arrancármelos… las lágrimas corrían por mis mejillas sin que yo pudiera evitarlo y parece que eso lo enardecía más, pues empujaba con mas velocidad su verga en mi boca.

Si bien yo nunca había estado con nadie, no era desconocedora del tema del sexo, pues siempre se hablaba de eso y una escuchaba así que sabía perfectamente que era lo que Louis hacía, pero lo que no entendía era que por que yo… En ese preciso momento, paró y yo lo miré aterrada, pues ahora pellizcaba mis senos con sus dos manos y con una crueldad que no lo podía creer. Se ensañaba con mis pezones, retorciéndolos y mordiendo mis pechos hasta hacerles moretones.

Me arrastró del cabello hasta unos matorrales y allí me levantó la falda, para arrancar de un tirón mis bragas. Se bajó mas los pantalones y me separó las piernas, en aquel momento forcejeé y el volvió a cachetearme dejándome medio ida, por el golpe. Metió su mano en mi entrepierna, mientras la otra seguía su trabajo en mis pechos, que ya no sentía, de golpe metió un dedo dentro de mi vagina, eso me hizo gritar y el grito me costó un nuevo golpe. Sentí como hurgaba dentro de mi, yo estaba seca, lo que lograba que el dolor fuera insoportable y muy asustada y llorando le supliqué:

-No! Por favor… déjame… si quieres yo te la sigo chupando, todo lo que tu quieras, pero no me lastimes.

- Cállate – me grito y de nuevo golpeó mi rostro.

Se acomodó entre mis piernas y de un solo empujón me dejó ir todo aquel gordo pedazo de carne, que se veía hinchado por el tiempo en que se lo había mamado, justo cuando iba a gritar al sentir como rompía mi virginidad, metió mis bragas en mi boca y comenzó a entrar y salir de mi, con su mano continuaba martirizando mis senos, pero yo ya no los sentía, pues la carne se había dormido de tanto maltrato. Él, que no paraba, decía entre jadeos y gemidos:

Si… ahhh…. Que rica cuca…. Esta apretada y caliente… zorra… tus tetas son riquisimas… si… te la meto toda…. Te cojo…

Aceleró su movimiento de mete y saca, lo que no le costaba tanto, pues parecía que estaba lubricada, apretó mis pechos de manera brutal y tensó su cuerpo, dejando escapar los chorros de su leche dentro de mi. Bramó como loco y luego cayó encima mío, mientras sus manos no soltaban mis tetas, de las que aferraba los pezones como si quisiera arrancarlos… Cuando se incorporó, pude ver su sonrisa de triunfo, sacó mis bragas de mi boca y se limpio el semen y la sangre con ellas y luego me las tiró en la cara. Subiéndose el pantalón, mientras retorcía de nuevo mis pezones con crueldad y me golpeaba de nuevo, esta vez porque quiso me miró y me dijo:

Espero que seas inteligente y te calles… de todas maneras nadie te creerá y yo me voy esta tarde. De todas maneras siempre puedo volver y hacerte pagar si abrieras la boca.

Después de sus palabras se marchó silbando, yo me quedé allí y por fin rompí a llorar. Me incorporé un poco y vi mis muslos llenos de sangre y de semen, me limpie con mis bragas, cerré mi blusa y me encogí, preguntándome por que había pasado aquello. Así me encontró Doña Ester, que luego de llevarme a su casa, mandó a llamar a mi familia.

Cuando llegaron yo estaba como ida, no decía nada y mi mirada estaba perdida, sin mirar a un punto preciso, eso me contaron luego. Mi padre y mi hermano me abrazaron y mi abuelo, tenía el ceño fruncido y sus manos en el cinto el cual sostenía un revólver. Mi hermano, acarició mi cara, pasando sus dedos por mis labios hinchados y me preguntó:

- Elisa… hermanita, dinos quien te hizo esto… no te calles, dinos quien fue para poder hacer algo.

Mi padre me miraba asintiendo, pero yo solo bajé la cabeza, recordando las palabras de Luís.

Papá… Guillermo… Abuelo… por favor, llévenme a casa…

Ellos se miraron, le dieron las gracias a Doña Ester y nos fuimos. Guillermo me llevaba en brazos, mientras besaba mis cabellos con ternura…

Segunda Parte

"Aprendiendo cosas nuevas"

Luego de aquella "maravillosa" primera vez, ya las cosas no volvieron a ser iguales. Mi padre se la pasaba trabajando y casi no paraba por casa, el abuelo- siempre de mal genio – estaba todo el tiempo en los campos y mi hermano Guillermo, decidió dejar de ayudar en los terrenos un tiempo, para que yo no estuviese sola y me reponía de lo que había sucedido.

No quería yo salir de casa, ni siquiera de la habitación y mucho menos ver a alguien, pasaba las horas con Memo, que leía o charlaba conmigo, tratando de distraerme, yo le respondía con simples monosílabos.

Elisa… hermanita… háblame, pequeña… cuéntame lo que sucedió. No estas bien, desahógate y te sentirás mejor.

Yo negaba con mi cabeza y solo me recostaba en la cama, tratando de taparme, pero Memo no me lo permitía. No dejaba de acariciarme y yo no podía olvidar el maltrato de Luís. Recordaba como me había obligado a chuparle la polla, recordaba el sabor que -reconociendo para mi misma – no me había desagradado en absoluto. Recordaba cuando había succionado mis pezones, antes de su ataque, esas sensaciones me habían agradado… me había gustado lo que había sentido. Me sentía culpable, pues no me explicaba como podía pensar esas cosas cuando el había sido un bestia conmigo, pero si, así era… me había encantado lo que me hizo sentir, antes de los golpes y lo demás. Pensaba si había sido mi culpa y eso no me dejaba en paz, haciendo que me aislara.

Guillermo sufría, porque estaba mucho mas cercano a mi, que los demás y yo al verlo así, sentía que el corazón se me partía, de la pena. Lo miré y me quedé pensando en que si hubiese sido alguien como Guillermo, todo sería diferente; Guillermo era tierno, dulce y sobre todo me amaba. Siempre estaba al pendiente de mi, para darme lo que yo pudiese querer y para consentirme siempre que tenia la oportunidad. Las manos de mi hermano eran grandes y fuertes, capaces de lidiar con el ganado, levantar troncos y hacer muchas cosas que para otro hombre, serían difíciles, pero para Memo no… era un hombre muy apuesto y muy fuerte… me hubiera gustado que las cosas que sentí, me las hubiese hecho sentir Guillermo… Al pensar en algo así, mis mejillas enrojecieron y mi hermano se dio cuenta, tomándome de la barbilla, me preguntó:

- ¿Qué tienes Eli? Por que te has puesto así? Cuéntame pequeña, deseo ayudarte.. Me volveré loco su no me dices que tanto fue… necesito saber Eli…

Bajó su mano por mi brazo y sin querer, rozó uno de mis senos, lo que me hizo gritar. Me miró algo alarmado y yo me encogí, entonces él me habló de nuevo:

Que tienes Elisa? Por que has gritado? Te he rozado sin querer, no fue a propósito…

No, Memo, lo se; es solo que…

Que, hermanita, dime que es?

Ay, Memo, me da pena decirte

Eli… soy yo, Memo. A mi puedes decirme lo que sea, si sabes que te adoro y lo único que deseo es hacerte olvidar todo este terror… yo sería incapaz de lastimarte Eli…

Eso lo se, Guillermo, lo se

Entonces? Hagamos algo… no me digas nada, mejor muéstrame

Me levanté la playera lentamente y el abrió los ojos horrorizado: Mis pechos estaba llenos de cardenales y los pezones sangraban en algunos lugares en donde la costra se había despegado.

¡Pequeña! Que clase de monstruo es capaz de hacer algo así?

Memo… por favor… no le digas nada a nadie. A duras penas soporto la playera y el dolor es horrible.

Mi hermano se levantó y salió un momento de la habitación y cuando regresó, traía el botiquín de primeros auxilios. Cerró la puerta con seguro, para que nadie entrara y me indico que me recostara. Lo obedecí, con los ojos llenos de lágrimas y el me limpio los pechos con una loción antiséptica, para luego ponerme un ungüento en los pezones. Mientras hacías esto, me hablaba muy bajito, sin dejar de mirar lo que hacia:

Ya hermanita… veras como pronto te aliviaras… así esta mejor verdad¡ cierra tus ojos y déjame a mi…

Si, Memo, se que me cuidaras… siempre lo has hecho

Perdóname Elisa… yo…

NO, Memo, perdóname tu a mi, les fallé

No digas eso, nunca mas lo digas. Esto jamás debió pasar y no fue tu culpa. El que te hizo esto no es normal.

Pensé que yo tampoco lo era entonces, pues las manos de mi hermano habían logrado excitarme y lo notaba porque mi entrepierna la sentía húmeda.

Limpió mis pezones con suavidad, hasta quitar toda la sangre reseca. Yo mordía mi labio inferior, no por el dolor precisamente sino por el placer que mi hermano me estaba dando. Me miró, me pregunto si estaba bien y yo asentí; él se quedó mirándome unos minutos y luego regresó a mis pechos.

La pomada la aplicaba a conciencia, muy lentamente, acariciando con sus dedos las puntas de mis pechos, que parecían piedras de lo duros que estaban, el se dio cuenta y se sonrojó y yo me hice la que no entendía. Luego aplico la pomada en su mano y la aplico en todo el seno, recorriéndolo con su mano una y otra vez… No aguanté más y dejé escapar un suspiro que lleno la habitación, mi hermano me miro y sonrió:

Perdóname, Memo

Ah!!! Eli, no te preocupes eso es normal, te estoy prácticamente acariciando y no eres de piedra.

NO, no lo soy… tu si?

A que te refieres?

Que si tu… no sientes algo cuando me acaricias así?

Claro que si, pero eres mi hermana…

Si, claro pero soy una mujer también… o no?

Si, y muy hermosa

Gracias

Bah… olvidemos esto… es normal que sientas lo que sientes

Normal, Memo… no debería después de …

Olvida eso, no todos los hombres somos bestias como ese maldito.

Yo lo miré pero mis ojos fueron directo a su entrepierna y pude ver el bulto que se formaba debajo de su pantalón. Me miró algo incómodo, pero no dijo nada. Yo me le acerque así, sin playera y acaricié su cara mientras le daba un beso en los labios y mi mano fue directo a su paquete

- Eli… yo…

Memo… me dijiste que no todos los hombres son como ese infeliz… muéstrame como eres tu

Pero Eli…

Memo, por favor… bórralo todo, si? Bórralo… - le dije con las lágrimas corriendo por mis mejillas

Mi hermano me abrazó y busco mis labios, besándolos lentamente, separándolos con ternura e invadiendo mi boca con su lengua. Le devolví el beso y acaricié su mejilla; por un momento se separó de mi y mirándome, se quitó su camiseta, quedando con el torso ancho, bronceado y perfecto al descubierto. Lo atraje y lo llené de besos. Se pegó a mi lentamente, abrazándome sin lastimarme y volvió a besarme esta vez diferente… su lengua se movía con la mía y respiraba agitadamente. Me desnudó despacio, acariciando mi cuerpo, besándome en los rincones que le parecían hermosos y así me lo decía. Mordía mis labios con suavidad, tirando de ellos para luego volver a besarme; sus manos recorrían mi cuerpo, llenándolo de caricias tibis y llenas de amor. Sus manos se posaron en mis senos y los acaricio, con dulzura, encerrándolos en sus manos grandes y fuertes, son su dedo índice y pulgar jugaba con mis pezones, muy suavemente pues aun estaban lastimados, pero el los besó y los cubrió con caricias de su lengua, llenándolos con su saliva… Succionaba el pequeño botón que estaba muy duro y lo atrapaba entre sus labios, para tirar de él suavemente.

Mis manos comenzaron a acariciarlo, primero en su cuello, mientras le buscaba los labios y gemía dentro de su boca. Mi cuerpo se arqueaba hacia él, pero se estaba tomando su tiempo. Mis uñas se clavaron en su espalda lo que lo pegó mas a mi, comprimiendo mis pobres pechos, pero me gustó la sensación. Acaricié sus cabellos, mientras el continuaba chupando mis pezones, eso me enloquecía y parecía que él se daba cuenta. Las caricias de memo, su dulzura y su ternura, me hacían olvidar los maltratos de Luís.

Memo me miró y acariciando mi mejilla, mientras volvía a morder suavemente un pezón, me preguntó:

Eli, estas segura de…?

Si, Memo… tu me tratas con amor… hazme tuya, Memo, borra los malos recuerdos y las sensaciones horribles… lléname de ti, hazlo por favor…

Asintió e incorporándose, se quito el resto de la ropa, botas, pantalón y slip, quedaron en el suelo. Su polla estaba dura y apuntaba al techo, era grande… gruesa… de un color rojo perfecto… me encantó verlo así, desnudo con la verga parada y con el deseo que se reflejaba en sus ojos. Yo ya no era su hermanita… era una mujer a la que Guillermo se iba a coger y eso me excitaba aun mas… mis jugos mojaron mi conchita y sentí el calor en mi entrepierna, abrí mis brazos y él se metió en ellos, aprisionándome con su peso, contra el colchón. Levanté mis piernas y rodee su cintura, haciendo que mi concha quedara pegada a su pubis, sentí la verga palpitando y eso me gustaba… Con sus manos aprisionó mis tetas y apretándolas un poco succionó los pezones de nuevo, esta vez algo mas fuerte pero jamás haciéndome daño, separó mis piernas y me rozó la cueva de mi concha con su polla y la metió un poco, se deslizó con facilidad pues estaba muy mojada y eso le agradó. Gemí al sentirlo y me apreté a él, adelantando mi cadera para sentirlo mejor. Me llenaba por completo y eso que solo me había metido la mitad de esa verga grande y gorda, me miró y besándome, me dijo:

Eli… me vuelves loco… estas… calientita… se siente tan bien…

Si Memo… es por ti… tu me has puesto así… hazlo Memo, penétrame, llena mi cuerpo con tu verga… hazlo, por favor…

Si, Eli… que rica estas…

Apenas dijo eso, se hundió completo en mi, hasta que sentí sus huevos rozando mis nalgas. Se quedó un momento quieto y luego comenzó el mete y saca, de una manera lenta que me enloquecía. Yo no dejaba de acariciarlo y el no paraba de besar mis tetas, chupando los pezones y agarrándolas fuerte y firme, pero sin dañar. Se movía dentro de mi, yo sentía como me llenaba, como ocupaba todo el interior de mi concha y lo acariciaba, con mis piernas, mis manos mi boca, mordiéndolo un poco, enterrando mis unas, gimiendo a su oído.

Eli, me vuelves loco… esto no esta bien… se que no debería sucede esto, pero no puedo ni quiero parar.

No lo hagas Guillermo, así contigo dentro de mi, me siento bien… te adoro hermanito…

Y yo a ti, Eli… pero esto de que somos hermanos…

Olvídalo… es mejor Memo, quien mejor que tu para hacerme feliz y para consentirme y amarme?

Ahhh Eli… estas divina… te penetro hasta el fondo y me encanta como te siento… si sigo así, me correré, me excitas pequeña

Hazlo, memo… soy tuya… córrete déjame disfrutar de tu cuerpo, de tu amor y de la manera en como me posees

Espera lo saco, puesta casi…

No! Déjalo adentro, no lo saques… quiero tu leche dentro de mi. Prefiero mil veces que seas tu, Guillermo, hazlo, dame tu leche

Si, Eli… ya viene… no aguanto mas, me sujetas tan fuerte con tu concha que me pones mas cachondo aun…

Hazlo, lléname con tu leche, dámela toda dentro de mi… si… hazlo… hazlo hermanito… te adoro, mi amor…

Y yo a ti bella, si… ahora…. Ahhhhhhh

MI hermano comenzó a correrse en mi interior y cuando sentí el chorro de leche caliente eso me terminó de excitar y comencé con un orgasmo espectacular… Levantaba mi cadera para acentuar mas el contacto y así, sentir a Memo muy dentro de mi, el seguía acariciando mis tetas, mientras yo sentía los espasmos de su verga dentro de mi conchita y tuve un orgasmo maravilloso con el que aprisioné la polla de Memo y le saqué hasta la ultima gota de leche, que quedó dentro de mi. Mientras duraba el orgasmo, el succionaba mis pezones, que habían crecido… había un buen trabajo con mis tetas y eso me encantaba. Cuando ya todo pasó, el trató de levantarse pero no lo dejé:

- Memo…quédate así, dentro de mi… me arada sentirte así

- Segura Eli? No te peso?

- No, me gusta… te quedas?

- Me quedo – dijo

- Bueno… Memo?

- Si, Eli?

- te pido algo…

- Lo que quieras Eli…

- Que esta no sea la última vez… me ha gustado Memo, tu me has gustado…

Quiero ser tu mujer, Memo… que me cojas siempre y que me hagas tan feliz como ahora lo he sido… Si?

Estas segura?

- Si, Guillermo, jamás había estado tan segura de algo, como lo estoy de esto… es que…¿Tu no quieres?

Si Eli… también quiero…

Nos besamos y el volvió a acariciarme y yo le correspondí. Me tomó en sus brazos y me llevó al baño, en donde nos bañamos y besamos, sin dejar de acariciarnos. Cuando regresamos a la habitació.

Tercera Parte

"Memo me celebra mis 15 años…"

Guillermo se instaló en mi habitación, que desde aquel momento pasó a ser "nuestra". Él alegó que yo necesitaba cuidados constantes y que mejor que el estuviese la pendiente, así pues nadie objetó nada, aunque mi padre me miraba de manera extraña, desde que ocurrió la violación. El abuelo no opinó nada, como seguía molesto, pues terminó por mudarse a la casita que tenia en el pueblo vecino y aprovechaba para ver algunos negocios. La casa quedó prácticamente para Guillermo y para mí. El tiempo transcurrió y nosotros estábamos más juntos que nunca.

Las caricias de mi hermano me enloquecían, mis pechos habían crecido y sospechábamos que pudiese estar embarazada, cosa que resultó ser cierta. Cuando se lo dije a mi padre, no pudo evitar llorar y abrazándome, me dijo que lo sentía mucho y que no me preocupara pues a mi hijo no le faltaría nada, pero eso yo ya lo sabía, pues con Guillermo habíamos hablado sobre el tema, acordando que cuando el bebé naciese, iríamos a la capital para que le practicaran la prueba de paternidad y que, fuera hijo del que fuera, el lo amaría igual.

Mi abuelo no regresó del pueblito y mi padre cada vez estaba mas ausente, parecía que no quería ver como me crecía el vientre, cosa que no sucedía con Memo. Le encantaba acariciarme la panza y sobre todo abrirme las piernas y meterme la polla mientras acariciaba el vientre y chupaba mis tetas… sería hipócrita decir que a mi no me gustaba, es mas me trastornaba sentir como succionaba mis pezones y como los mordía estirándolos… era una deliciosa tortura… Mi hermano y yo teníamos todo el tiempo del mundo; salía en la mañana – ya habíamos cogido tanto que el podía marcharse a sus quehaceres mas tranquilo, aunque siempre me daba una que otra sorpresa- y regresaba al caer la tarde y entonces no nos separábamos mas. La mujer que hacia la limpieza, se marchaba no bien el llegaba, dejando todo listo, lo demás bueno ya lo leerán.

Estando embarazada cumplí mis 15 años, que hubiesen pasado sin pena ni gloria, a no ser por Guillermo; lo celebramos de una manera muy particular que de solo recordarla hoy en día y años después, siento como mi conchita se llena de jugos y me dan ganas de repetirlo todo de nuevo. Yo era la mujer de mi hermano, lo amaba y lo que mas feliz me hacía y a él, era complacerlo en todo. Mi pancita apenas se comenzaba a notar, pues iba a cumplir los 5 meses en dos semanas.

Mi sorpresa fue ver aparecer a Memo con un gran paquete en las manos, envuelto en papel regalo y con un gran moño de color rojo. Me lo entregó, con el respectivo "Feliz Cumpleaños, mi amor" y yo le agradecí colgándome de su cuello y metiendo mi lengua en su boca, mientras frotaba mis tetas contra su pecho. Me dijo que lo había encargado a la capital y que justo había llegado hoy. Cuando lo abrí, saque un juego de camisa y bata de dormir, transparente delicado y de un color blanco con cintas azules y Memo me dijo:

Es para cuando des a luz, Eli

Gracias Memo, esta precioso

Pero no es todo, tengo otra cosa para ti, pequeña

Si? Que es? Déjame ver, por favor – lo miré emocionada

Me dio otra caja, era mas pequeña, pero igual envuelta y adornada con otro moño, cuando la abrí, exclamé por la sorpresa: era un hermosísimo "negligé" de color rojo, transparente que se sujetaba con cintas; venia un calzoncito estilo bikini con cintas para amarrarlos a ambos lados de la cadera y unas pantuflas de esas que tienen la punta y el talón descubierto, adornadas con una piel suave y peludita de color rojo igual:

Esta precioso Guillermo, gracias

Preciosa eres tu, Eli… ¿póntelo si? Quiero verte

Si, Memo, en seguida

Me desnudé allí mismo, delante de él y lentamente, el no dejaba de mirarme y sus ojos brillaban, yo estaba excitada pues presentía que ese seria el mejor cumpleaños que hubiera celebrado jamás, cuando ya estaba vestida con aquella prenda tan erótica, me di cuenta que no tapaba nada. Se veían mis pezones, que ya estaban duros y muy parados, se veía mi conchita, prolijamente acicalada al gusto de Memo; es mas, el mismo cuidaba de ella, recortando los pelitos y rasurando por los bordes hasta que quedaba como a él le gustaba. ¿Qué como lo se? Porque después buscaba mi botoncito con avidez y se pegaba allí horas chupando, mordiendo, estirándolo hasta que me hacia gritar pues ya no podía con un orgasmo mas.

Al ver como mi hermano me miraba, mi conchita se humedeció de forma inmediata, cuando me dijo que esa noche celebraríamos de manera "especial" yo ya sentía mis jugos bajando por mis piernas y solo veía el momento de tenerlo sin ropa y sobre mi.

Preparó una cena deliciosa, con los platillos que más me gustaban y para terminar trajo un pastel de crema. Me pidió que pidiera un deseo y yo lo hice:

"Deseo ser la mujer de Guillermo por siempre y complacerlo en todo lo que él desee"

Lo miré y sonreí y él me besó en los labios, un beso hondo en el que nuestras lenguas pelearon por acariciar más, por hundirse más profundamente. Memo saboreó la crema del pastel que había en mi boca. Tomó un poco de esa crema con su dedo y la puso sobre cada uno de mis pezones para luego chuparlos así, sobre la tela y doblándome hacia atrás mientras el me sostenía. Otra vez mi coñito estaba encharcado y palpitando, pidiendo en su lenguaje la verga de Guillermo.

Me abrazó y sentí sus manos en mis nalgas, apretándolas posesivo; el sudor de su cuerpo, humedecía mi cuerpo y eso me gustaba; me encantaba el olor de Guillermo, olía a macho y eso me ponía mas cachonda aun. Me atrajo hacia su cuerpo y apretó mi cadera contra su zona púbica y sentí su gloriosa polla, que estaba ya lista para meterse dentro de mí. Amenazaba con reventar el pantalón y viendo aquel martirio, me arrodillé frente a él, abrí el pantalón y su verga salio disparada, apuntando al techo. La tomé con mi mano y la acaricié, bajando el cuerito para luego besarle su ojito, que ya rezumaba el líquido transparente que me encantaba recoger con mi lengua. Memo gimió y hundió su verga en mi boca y yo empecé a mamársela; me encantaba su olor, su sabor, su textura.. se notaban las venas que parecían iban a reventar. Después de un rato, él me levanto y besándome de nuevo, me dijo:

Ven, me vas a hacer correr y aun no quiero… tenemos toda la noche.

Asentí y su mano de nuevo fue a mi culo, esta vez para meter la parte de atrás de la bikini entre mis nalgas y tirar de ella hacia arriba, con eso me rozaba mi agujerito y la sensación me encantó:

Vamos… Memo… me pones mal, mira como me tienes.

Tomé su mano y la llevé a mi concha para que sintiera mi humedad, el gimió y cargándome, me llevó a la recámara; me tendió suavemente en la cama y se arrodillo, mientras separaba mis piernas. Yo lo miraba y acariciaba mis tetas, pellizcando mis pezones para que él lo viera, volvió a gemir y enterró su cara entre mis piernas para lamer mi cuquita frenéticamente. Lo hacía por encima de la tela y la sensación de la tela y lengua sobre mi clítoris era bestial… me enloquecía… Jugó con mi clítoris durante largo rato, acariciando mis nalgas, metiéndome un dedo en mi cueva e incluso hubo momentos en que masajeó mi culito, que sensación divina, me encantó que hiciese eso… Los jugos de mi cuquita salían y Memo los recogía para no perder ni gota, me encanta su respiración caliente en mi coño y así se lo hacia saber, gimiendo como una perrita.

Se incorporó y sin dejar de mirar como me masturbaba, apretando mis tetas y pellizcando mis pezones que parecían que iban a estallar, el se quito su ropa, quedando desnudo. Se acostó a mi lado y comenzó a toquetearme las chichis… le encantaban, me lo decía y al verlas mas grandes eso lo ponía peor, succionaba mis pezones y me acariciaba el culo, metiendo un dedo para tocar mi agujerito, eso me descolocaba y le pedía entre jadeos que lo hiciera…

Ven, Eli… súbete

Si, Memo, lo que tu quieras… eres mi dueño, eres mi hombre y eres mi amor

Súbete, pero mirando mis pies, Eli

Quieres que te la chupe?

Tu quieres, Eli?

Si, Memo… quiero y además hacerte feliz.

Entonces hazlo, mi princesa

Me subí sobre el poniendo mi concha cerca de su boca, mientras que con la mía buscaba la polla maravillosa que comencé a chupar de inmediato, quería sacarle la leche y sentirla bajar por mi garganta. Recogí el liquido transparente con mi lengua y chupé, mientras Memo, había metido un dedo entre la bikini y mi piel y corriéndola a un lado, se dedicaba a succionarme el clítoris de una manera tal, que hasta mi culito se estremecía y él lo podía ver, entones lo acariciaba con un dedo y pasaba su lengua sobre él. Yo bajaba y subía a todo lo largo de aquella polla que me enamoraba, aquel tronco grueso y venoso al tiempo que acariciaba sus huevos con mi mano, apretándolos suavemente y pasando mi lengua por su piel para succionarlos con ternura, Memo gemía con eso y yo lo volvía a hacer, sintiendo como su verga palpitaba de lo caliente que estaba.

Memo me quitó la bikini, lamiendo otra vez todos mis huequitos y metió dos dedos dentro de mi coñito chorreante, mientras hacia eso, su lengua se pasaba por mi ano, haciendo redonditos en el y chupándolo, cosa que me enloquecía aun mas. Sentí como ponía un dedo dentro de mi culito y empujaba un poco, metiéndolo suavemente:

Te gusta esto Eli?

Si, gustar es poco, me encanta lo que me haces sentir. Soy tuya, Memo, hazme lo que quieras, que así me haces feliz.

Si Eli, te quiero coger por tu culito… quiero hacerte disfrutar

Si, Memo – gemía yo – mientras mi mano lo pajeaba – méteme esta preciosa polla en mi culito… métemela toda, que mi culito es tuyo, mi amor…

Con cuidado me puso a un lado y me indicó que me pusiera en cuatro patitas, como una perrita, cerca del borde de la cama – no les he dicho que Guillermo es mucho mas alto que yo, debe medir como 1,90 y yo apenas 1,70 – separó mis piernas y se que podía ver mi conchita y mis tetas colgantes y mi vientre abultadito desde donde le estaba. Se chupó un dedo y acarició mi hoyito, que ya palpitaba. Sacó un potecito de no se que y se untó aquello en la cabeza roja y grande de su verga (un día se la mediré pensaba yo, pero a ojo de pájaro le calculaba unos 23 cms fáciles) y luego me puso a mi un poco en mi culito – luego supe que era vaselina - acarició mi culito con su polla brillante, yo miraba todo desde abajo y entre mis piernas: podía ver como sus hermosos huevos colgaban algo contraídos y llenos de leche, como sus piernas estaba separadas y como su mano se masturbaba y la otra se enterraba en mi coñito, aprovechando para acariciar mi clítoris y darme placer.

Puso por fin, su polla en la entrada de mi ojete y empujó y nada pasó…

Eli, esto te va a doler, pero solo es un momento. Te prometo no lastimarte pero aguanta, preciosa, veras que después disfrutaras mucho

Si, Memo, lo que tu digas

Relájate Eli, quédate tranquila y no aprietes tu culito, para que pueda meterte la cabeza de mi verga

Si… hazlo… métemela ya, Memo… métemela

Si, a eso voy

Se afianzó y tomándome por las caderas, puso la cabeza de su verga magnifica en mi culo y empujó, metiéndome la mitad. Gemí y luego mordí mi labio, para no gritar pero las lágrimas salieron solas. Mi hermano se inclino un poco, alcanzando con su mano una de mis tetas y pellizcaba suavemente los pezones y con la otra me acariciaba el clítoris, hizo esto hasta que empecé a gemir y a mover mi cadera buscando meterme toda aquella polla que estaba aun la mitad fuera. Metió el resto de un solo golpe y yo me sentí en la gloria, con dolor incluido, que luego se volvió placer. Comencé a moverme haciendo que el también lo hiciera y sentía como metía y sacaba su verga de mi culo, que sentía dilatado. Yo jadeaba como una perra y me revolvía, para sentirlo mas y mas, sus huevos ya pegaban contra mi clítoris y eso me terminaba de enloquecer mas aun

Cógeme Memo, métemela toda… si… ahhhhh… encúlame… que rico, hermanito…

Si Eli, que culito tan divino.. apretadito… virgen para mi, Eli

Si, Guillermo mi culito virgen todo y solo para ti, dame duro… métemela mas… hasta el fondo, quiero sentirte todo dentro de mi

Si, Eli, te la meto… te la meto toda… los huevos te los meto también… uhff!! que rica estas… me encanta tu culito…

Sentir el placer de tener la verga de Memo dentro de mi culo, había sido una sorpresa insuperable (o eso pensaba yo en aquel momento) Empecé a mover mi cadera haciendo círculos, para que su polla me rozara mas y eso lo hizo bramar y metérmela hasta el fondo; sentí como me llenaba y eso me gustó; Memo me sujetó por la cintura, poniéndome de rodillas y sin sacarme la polla, me arrastró con él, hasta que quedó sentado en la cama y yo sobre el, mirando hacia sus pies, entonces él me dijo:

Cabálgame Eli, mete mi polla en tu culo, tu solita mientras yo miro ¿si?

Si, mi amor… lo que tu quieras… si si si…

Yo misma me impulsaba contra aquella verga maravillosa, que me hacia sentir cosas extraordinarias que nunca pensé llegar a sentir, me la metía profundamente y echaba la pelvis hacia delante para rozarla con mi huesito al sacarla y eso parecía enloquecer a Memo; no soportó estar quieto y sentándose, con lo que hundió la verga mucho mas en mi, comenzó a pellizcar mis pezones, estirándolos, acariciando mis tetas y bajando a mi concha para acariciar mi clítoris y masturbarme, mientras se impulsaba dentro de mi:

Eli… ya… casi me… corro

No, Memo, aun no… por favor- le dije jadeando

No? – sonrió- ¿Qué mas quieres?

Mas… quiero mas, quiero abrazarte, sentirte pegado a mi pecho, que mames mis tetas mientras me culeas, Memo…

Guillermo puso sus manos en mis nalgas levantándome, hasta que su polla quedó fuera. Se veía brillante y palpitaba, como si protestara porque la sacaron de un lugar tan acogedor; las venas estaban hinchadas y su "ojito" lloraba liquido que recogí con un dedo y chupé, lo que me supo a gloria. Guillermo me acostó de espaldas en la cama, abrió mis piernas y las colocó sobre sus antebrazos, luego puso una almohada bajo mi cadera para que quedara mas alta y así, con mi cuquita expuesta y mi hoyito palpitando, teniéndome bien abierta, puso de nueva su polla en la entrada de mi culito y la metió lentamente, hasta que los vellos que rodeaban su verga rozaron mi pubis y mi clítoris, cosa que me hizo brincar, con lo que la polla terminó de entrar. Memo buscó mi boca, metiéndome la lengua en ella, los dedos en el coño y la verga en el culo… ¿Qué mas podía pedir? Lo sentía ahora… si perfecto, su peso, ayudaba a empujar y la polla se iba completa, llenándome ahora toda, comenzó a moverse mientras su boca buscó mis tetas y comenzó a succionar, mientras aceleraba el mete y saca.

Eli… ah!!!! Estas divina… eres mía… que rico tu culito… mmmm te lo cojo todo….

Memo… ahhhh… siiii que rico me coges… me encanta tener tu verga en mi culito… sigue… mas rápido…no pares, mi amor… tengo ganas de correrme… y tu… hazlo conmigo, Guillermo, córrete conmigo… anda… córrete….

Si… si… Eli… me corro… ahhhh mi leche te llenará el culito… siii ahhhhh

Cógeme… Memo, méteme toda tu verga… métemela toda hasta el fondo….

Si… te la meto… toda,… toda para ti… ahhhhh….. me corro…..

Y yo, Memo… me corro contigo… siii ahhh que rico… no pares ahhhhhhhhhh

Sentí los chorros de leche golpeando las paredes de mis tripitas y mi ano palpitando chupándolo todo, parecía que tenia vida propia y a cada palpitación, succionaba la polla de Memo, enterrándola de nuevo dentro del mismo. Sentía sus pelos frotando mi clítoris y estalle, mientras gritaba como una loca, sintiendo la polla palpitar, mi culo vibrar y la leche llenándome toda… las paredes de mi cueva se estremecían y el orgasmo que tuvimos fue grandioso… Bajó el ritmo y los espasmos de fueron distanciando, pero yo quería sentirlo así, dentro de mi siempre, por donde fuera, no importaba todos mis huequitos eran de Guillermo y el placer que él me daba era infinito…

Me tendió sobre él, acariciándome el vientre y mis tetas, me daba cuenta que le gustaban y que no podía dejar de tocarlas, besarlas, chuparlas, mamarlas… Bajaba su mano y acariciaba mi clítoris, dándole pequeños tirones, que hacían que los espasmos se repitieran y yo apretara su polla con mis músculos y hacía que él también gimiera… Yo sabía que eso le gustaba y lo dejaba hacer, me daba tanto placer como el que él sentía.

Me acostó a su lado, girando él sobre su costado, sin sacarme la verga que apenas comenzaba a bajarse. Se acomodó muy pegado a mi espalda y tomando una de mis tetas con su mano, apretaba el pezón de manera intermitente hasta que nos quedamos dormidos… unidos, el saciado y yo felizmente cogida…

Ya casi dormida, me dije a mi misma: "Felices 15 cogi-años" y me dormí con la verga de mi hermano dentro de mi pero muy, muy satisfecha, amada y feliz.

Cuarta Parte

"La visita del abuelo Sebastián…"

Pasaron los días y las semanas, mi vida al lado de Guillermo era lo mas parecido al paraíso, si es que acaso existía; no puedo quejarme, pues con su paciencia alcanzó varios logros. En primer lugar, quitó de mi cabeza que yo había sido la culpable de lo sucedido; en segundo lugar: borró todos los malos recuerdos; en tercer lugar: me mostró lo placentero y cachondo que es el sexo… a parte de muchas mas cosas.

Por las tardes-noches, me hacía el amor de todas las formas imaginadas, siempre ideando cosas nuevas, acicateando mi libido y enseñándome a ser su perrita. Las cosas habían cambiado, para mejor, según mis ojos. Aunque éramos hermanos, el era mi macho y así deseaba que fuera siempre.

Cuando Guillermo me miraba, yo me sentía feliz y si me acariciaba o besaba – cosa que hacia todo el tiempo sin importar el lugar – yo llegaba hasta el cielo, con mi conchita hecha un mar. Éramos felices.

Nuestro padre se casó y marchó a vivir con su mujer, no sin antes dejar todos los asuntos arreglados, es decir todas las propiedades y demás cosas, a nombre de Memo y mías, así que Guillermo siendo tan trabajador, acrecentaba lo que papá nos había dado. El abuelo hizo su vida en el pueblo vecino y venia muy pocas veces, ya las cosas no eran iguales, ni yo quería que fueran de otra manera.

Cuando ya estaba en mi 7° mes de embarazo, alguna maquinaria sufrió averías y Guillermo debería ir a la capital, a comprar los repuestos. No quería que me quedara sola, así que le dijo al abuelo que viniera a hacerme compañía, pues me dijo que en mi estado avanzado, el camino sería largo y cansado y prefería que me quedara en casa. El partiría el martes para regresar el viernes temprano, yo asentí, resignada.

La gente del campo tiene a los hijos a temprana edad y el abuelo no había sido la excepción, era un hombre joven aun y bien conservado, bronceado y con el cuerpo elástico por el trabajo que había realizado toda la vida. Tenia el cabello blanco, siempre bien peinado y una bonita sonrisa, aunque no sabia si los dientes que me sonreían, eran de él.

El abuelo llegó y Guillermo se marchó, aquella primera tarde fue terrible para mi; en todas partes estaba la presencia de Guillermo, sus cosas incluso su olor flotaba en la casa. Esos detalles me hacían suspirar y el abuelo, me miraba frunciendo el ceño, pero sin decir nada. Al llegar la noche y luego de haber cenado algo ligero, le dije:

Abuelo, me voy a acostar

Ya, Eli? Es temprano

Si, abuelo, lo se, pero…

Pero le hace falta el Memo – dijo él

¿A que se refiere?

Ah! Eli, no disimule conmigo, que no hace alta

Es que no se de que me habla, abuelo

Eli, niña… mire usted las cosas de Guillermo ya no están en su habitación, ahora están en la suya, eso quiere decir que ustedes están viviendo como pareja

Abuelo… yo… nosotros…

No se preocupe, siempre he pensado que esas cosas es mejor que queden en familia

Me miró de una manera diferente y se me acerco. Yo no imaginaba aun por donde venía el vejete, pero cuando con su gran mano, me acarició una de mis tetas, ya no tuve ninguna duda.

Abuelo ¿Qué hace?

Pues no es obvio

No... no… usted no

Si, Eli, ¿Por qué Memo si y yo no?

Es que a Memo lo quiero, Abuelo

¿Y a mi no? – me preguntó mirándome con cara "triste"

Si, también lo quiero, pero…

Y entonces ¿Qué tendría de malo?

Se me acercó mas aun y casi sin que me diera cuenta, ya lo tenia metiéndome su lengua en mi boca. La mano bajó levantando la falda de mi vestido y metió la mano entre los calzones para acariciar mis nalgas, pegándome a él, para que sintiera su verga que ya estaba bien parada.

La verdad es que yo no quería, pero el abuelo me estaba calentando de una manera que no me daba tregua para que yo pudiera protestar. Ya su de do se había metido entre el canal de mis nalgas y acariciaba mi agujerito, me había ido empujando poco a poco hacia el sofá y cuando estuvo detrás de mi, me empujo para que cayera, suavemente sobre el…

Eli… estas rica, mi niña…

Abuelo… no…

Si, déjeme, mire que va a estar solita tres días, deje que yo me encargue para que no le haga falta nada. Es mas, esto quedará entre nosotros y nadie mas lo sabrá

¿Ni Memo, abuelo?

Ni Memo, Elisa...

Me empujo acostándome en el sofá y levanto mi falda, dejando al descubierto mis calzones, que ya estaban húmedos, el abuelo toco la humedad y luego acerco su cara y pasó la lengua, sobre la tela, saboreando mis jugos. Yo gemí y me dejé hacer, total era mi abuelo y era como el decía, en familia todo es mejor.

Levantó un poco mi cadera y me sacó los calzoncitos y acariciando mis muslos, me dijo:

Eli… abra las piernas

Si, abuelito… ¿así? – le pregunté separándolas lo mas que podía para que mi conchita quedara expuesta

Si, mija, así mismo

El abuelo se inclinó y comenzó a lamerme la cuquita, pasando su lengua gorda a todo lo largo, apenas me lamía los labios sin intentar nada más, pero llegaba hasta mi culito y lo rozaba con su lengua, para regresar de nuevo al comienzo. Con sus manos separó los labios de mi coñito que ya chorreaba sus jugos y empezó a succionarlos para bebérselos, mientras hacia eso, jadeaba y se tocaba el bulto de su entrepierna, masturbándose. Los pelitos de su barba me raspaban pero eso me ponía mas caliente, en aquel momento, encontró mi clítoris y lo empezó a chupar… lo succionaba con deleite, mientras sus dedos entraban y salían de mis huequitos, yo suspiraba y acariciaba los cabellos del viejito, que me estaba dando tanto placer.

Se levantó y atrayéndome, me quitó el vestido, dejándome desnuda ante él, me miro el vientre y las tetas y riendo dijo:

Mija, Eli... se lo echaron todo adentro…

Ay abuelo, no diga esas cosas

Ah mija es la verdad, mire ya como esta.

Si… ya estoy el mí 7° mes…

Si y se ve tan linda y provocativa… me la voy a coger, mijita

Si, abuelito cójame bien rico

Pero ya vengo, espéreme aquí

¿A dónde va abuelo?

A bañarme, niña… estoy todo sudado

¿Para que se va a bañar, es que acaso ya no va a sudar más?

Ah, picarona… entonces no me voy y sigamos

Si, abuelito, siga…

El abuelo volvió al lugar entre mis piernas y siguió con la mamada fenomenal que me estaba dando, estiraba mi clítoris con sus labios y luego lo soplaba y eso me producía escalofríos y mi cuquita palpitaba, contrayendo los músculos; el abuelo metió dos dedos adentro y volvió a hacer aquello y luego me dijo:

Ah, mijita, tiene la cuquita tan rica como la de una burra

¿Cómo la de una burra, abuelo?

Si, cuando uno se coje a una burra, ellas le chupan la verga a uno cuando contraen los músculos, así igualito que hace usted

¿le gusta abuelo?

Me encanta, mija

Me metió la lengua en mi conchita mojada y la movió como un loco, sorbiendo todos mis juguitos, que ya le bañaban la cara. Yo me revolvía, pues sentía que me iba a correr y el abuelo aceleró los chupeteos a mi clítoris, hasta que me corrí como una perrita, grité y de mi coñito brotaron los juguitos de orgasmo, mientras el abuelo los recogía con la lengua y me metía un dedo en el culito, para sentir como se lo oprimía.

Eli, ya el Memo no te dejó hueco virgen, ¿verdad?

No, abuelo… ya Memo me cogió por mi culito también

¿Y te gustó?

Ahhhh, me encantó

Bueno, entonces yo también te cogeré así, para que goces mucho, mijita

Si, abuelito, cójame toda… hagamos todo lo que quiera

El abuelo se quitó la ropa y cuando lo vi desnudo, abrí los ojos al verle el cipote. Guillermo tenía una polla maravillosa, grande y gorda, pero la del abuelo, era descomunal. La agarré con mi mano y mis dedos no alcanzaban a cerrarse entorno a ella, además, también un poco mas larga. De inmediato mi concha se volvió a encharcar y ya me saboreaba, pensando en todas las veces que el abuelo me metería su tremenda cosota. Me levantó del sofá y me dijo que me arrodillara - apoyándome el respaldar del sofá- levantando mi colita y abriendo las piernas, así lo hice y el abuelo se puso atrás de mi y me apuntó la polla a mi coñito, en donde la empezó a meter, despacio. Yo jadeaba como una perra y me hacia atrás para que me la metiera toda.

Mija, tenga paciencia, ¿no ve que tengo la verga muy grande y la puedo lastimar?

Si, abuelito... si eso es lo que me gusta, que usted la tiene bien grande… métamela toda

Si, Eli, todita se la voy a meter, pero con cuidado, usted esta embarazada

Si, abuelo… como usted diga, pero cójame.

El abuelo me dejó ir aquella pollota hasta el fondo y sentí como topo con la pared de mi matriz, se quedó quieto un momento y luego comenzó el mete y saca, mientras con una de sus manos pellizcaba mi clítoris y con la otra me sobaba las téticas. Yo me sentí en la gloría, semejante vergota, dentro de mi y el abuelo pajeándome, mientras el bramaba como toro… aceleró el movimiento y me hizo correr, que ni tiempo de decir nada tuve, solo sentir como los espasmos le envolvían la polla y esta se clavaba mas adentro aun, las manos del abuelo se movieron mas rápido pellizcando tetas y masturbándome mi clítoris, hasta que me hizo gritar… después lo hizo mas lentamente dejando que me recuperara.

Mija, que rico se corrió

Siiii, abuelito… es que usted esta bien bueno

No, yo no, Eli… mi polla

Bueno si, pero usted también, abuelo

Voltee mi cabeza y le busque la boca y le di un beso largo, metiéndole mi lengua y moviéndola sobre la de él, me hundió la polla mas fuerte y eso me gustó. El me sacó la verga despacio y la puso en la entrada de mi culito, de inmediato me empujé contra ella y la cabeza se hizo lugar, penetrándome el culito, el abuelo me sostuvo, pues no quería que me lastimara, pero yo solo quería sentir aquella polla grande, rompiéndome mi hoyito:

Mija, tenga cuidado

Ah… abuelo que cuidado ni que nada, usted deme por el culo, que yo aguanto

Pero es que tengo la verga muy grande…

Métemela ya, viejito, métamela todita

Bueno mija, pero despacio

No abuelito, de una… cójame… disfrute… yo soy su perrita, su burrita, usted deme

Ah mija, me la voy a coger como nunca

Si, cójame bien rico

Se agarró de mis caderas y me empujó la polla, metiéndomela hasta la empuñadura, vi estrellas, sentí que culito se me desgarraba y que el dolor era terrible, sin poder evitarlo, algunas lágrimas cayeron por mis mejillas; el abuelo esperó un poco y luego comenzó a meterla y sacarla, provocándome unos espasmos deliciosos que el sentía, pues mi culito se cerraba apretándole la verga y eso le encantaba:

Ah mija, que rico tiene el culito

Si, abuelito y es suyo por ahora, aproveche y cójaselo

Si, Eli, me lo voy a coger bien rico, ya va a ver que le va a gustar mucho.

Bombeo dentro de mi culito como 15 minutos y luego se salió despacio. Me cargó en sus brazos y nos fuimos a su cuarto. Allí me puso en la cama de costado y levantándome la pierna, me metió la verga por el culito de nuevo, haciéndome ver estrellas otra vez. En aquella posición, el abuelo se inclinó sobre mi y me metió la lengua en la boca, sin dejar de moverse dentro de mi culito, yo sentía su verga hinchada, que me llenaba todo. Luego bajo a mi tetita y comenzó a chuparme el pezón, de una manera tan deliciosa, que no pude evitar decirle:

Abuelito, me voy a correr otra vez

Córrase mijita, que yo también quiero

Si, abuelito, cójame mas duro, métamela mas fuerte

Ay mija, la puedo lastimar

No, abuelito usted métamela y corrámonos los dos juntos

El viejito no se hizo esperar y mordiéndome el pezón y estirándolo, comenzó a darme polla como un poseso; yo gritaba de placer, pues me hacia sentir muchas cosas y el bramaba como si se fuera a morir, me la metió todita de una sola estocada, me mordió el pezón, succionándolo con fuerza y sentí como su leche me llenó las tripitas. Me dio una palmadita con sus dedos en el clítoris y lo froto con fuerza, mientras su boca hacia su trabajo en mis tetas, eso acabó con mis defensas y gritando empecé a correrme de una manera brutal… el abuelo me soltó, pues la manera en que mi culito le succionaba la polla, había hecho que le doliera, se cerró en torno a ella de tal manera que quedamos pegados, como perros, yo jadeaba y gemía, sintiendo los espasmos del orgasmos maravilloso, mientras el abuelo seguía masturbándome y dándome golpecitos en el clítoris… la intensidad bajó, poco a poco, el abuelo seguía chupándome, mamándome y mordiéndome hasta que me escucho suspirar y le sonreí. Nos acostamos juntos, el pegado a mi espalda con la verga dentro de mi agujerito todavía:

Ahhhh, Eli… que rica, mijita… me la he cogido con un gusto!!!

Y a mi me ha dado un gusto que me haya cogido, abuelito

Descanse, mija, que aun queda mucho tiempo

Si abuelito, mucho tiempo.

Quinta Parte 

"La felicidad llegó para quedarse"

Por fin había llegado la hora del parto, la comadrona vino a la casa y sacó a Guillermo de la habitación, pues estaba tan nervioso que no podría ayudar en nada. Yo sudaba y apretaba la mandíbula, cada vez que venia una contracción y Doña Ester, que era la partera, me daba las indicaciones. Duré casi un día con aquellos dolores hasta que por in, llegada la noche, mi hijo vino al mundo.

Era un bebe grande y gordito, de tez rosada y cabello negro. Cuando por fin, se lo pasó a Guillermo, que había entrado al cuarto, este lo vio entre maravillado y triste. Se dio cuenta que no se parecía en nada a él, por supuesto mi hijo era del maldito de Luís. Guillermo me miró y me pasó al pequeño, al que vi, con ternura y revisé, para asegurarme que estaba bien, cosa que constató Doña Ester. Ella se dirigió a mí y destapándome, apretó uno de mis pezones, observando que no salía leche, pero eso me dolió muchísimo, podría decir que más que el parto y así se lo hice saber:

Eli… tienes los pezones cerrados, hija mía… así no podrás amamantar al pequeño… Don Guillermo, debe usted conseguirle un tira-leche.

Y eso que es, Doña Ester?

Pues es un aparatito con el que se saca la leche y la pueden poner en un tetero, para dársela al bebé, hay que estimularlos para que empiecen a producir la leche que necesitará el bebé. Si tuviera esposo no habría problema…

Y eso? Como así Doña Ester?

Pues porque el esposo habría el trabajo y en una semana mas o menos ya los pezones estarían bien… pero como Eli no tiene, pues le tocará usar el tira-leche.

Me sentí muy triste por el mal comienzo, aunque el parto no había sido tan duro como decían. Si había dolido, pero el dolor no era constante, iba y venia y si respiraba pues este era menos fuerte, ya después se olvidaba una de eso, cuando le ponían al hijo entre los brazos y una lo miraba por primera vez.

Guillermo acompañó a Doña Ester a la puerta, le pagó y luego, regresó a mi lado. Me levantó y cambió la cama, acercó la cuna del pequeño y luego acostándome de nuevo, se tendió junto a mí:

No te preocupes, pequeña… yo me encargaré de tus pezones y veras como podrás alimentar al bebé.

Guillermo, no es tuyo…

Ya lo se, Eli, no se parece en nada a nosotros…

Yo guardaba la esperanza..

También yo, pero no importa. El no tiene la culpa y lo querré igual, Elisa, como si fuera mío.

Yo quiero tener tus hijos, Memo

Y yo que los tengas, Eli, ya será luego, cuando este pequeñín este mas grandecito.

Si, mi amor – respondí sonriéndole.

Guillermo fue a la farmacia del pueblo y compro algunas cosas, entre ellas una lata de leche materna, teteros, chupones y un aparato esterilizador, pañales desechables para recién nacido y otras cositas para el bebé. Pasó por casa de Doña Ester y le dijo que cuando podía ir, ella le preguntó si yo ya daba leche y Guillermo le contó que tenía las teticas a reventar, pero nada. Doña Ester busco otras hierbas y se las dio y le dijo que la mandara a avisar si con eso, la leche no salía, pues sería necesario entonces destapar los pezones. Guillermo la miró y no quiso ni preguntar, le agradeció y regreso a casa. Leyó las instrucciones de la preparación de la leche e hizo un poco para alimentar al bebe que lloraba desesperado, con aquello se tranquilizó aunque la carita la arrugaba por el disgusto de haber pasado hambre; yo lloraba de escucharlo y me desesperaba, así que continuaba con los masajes, sobre todo apretando mis pezones, tratando de hacer que la leche saliera.

Mas tarde, cuando ya el bebé se quedó dormido, cansado de tanto llorar y protestar a su manera, Guillermo se inclinó sobre mí y tomo una de mis teticas con su mano, la sopesó y luego comenzó a succionar el pezón suavemente. El dolor era insoportable y la leche no salía, succionó más fuerte y sin querer grité. El se detuvo y me miró, preguntándome:

Tanto te duele?

Si, Memo. Me duele mucho.

Pero ya escuchaste a Doña Ester, hay que hacerlo, para que puedas darle de comer a "nuestro" hijo.

Cuando escuché aquello, me estremecí y mirándolo, asentí, dispuesta a soportar lo que fuera, pues el gesto de mi hermano bien merecía cualquier sacrificio. Me ayudó a acostarme de lado y el también lo hizo, quedando de frente a mi; un poco mas abajo para quedar a la altura de mis teticas y comenzó a mamar de nuevo. Yo lo miraba y aguantaba, mordiéndome los labios mientras le acariciaba el cabello. El seguía succionando y de tanto en tanto, lamía mi pezón para relajarlo. Comenzaron a hincharse y las teticas crecían mucho, pues estaban llenas de leche que no tenía por donde salir.

Guillermo, me miraba preocupado, pues yo ya parecía una vaca de lo tetona que estaba y nada… Él fue a buscar a Doña Ester y le dijo que el tiraleche no servía, la señora meneo la cabeza en forma negativa y busco unas hierbas, que le dio a Guillermo y le dio las indicaciones que me hiciese unos fomentos con ellas; el asintió y regresó a casa. Preparó el agua y puso las hierbas y luego se fue al cuarto, en donde me encontró llorando, con las teticas tan hinchadas que tenia que sostenerlas sobre mis brazos doblados, pues pesaban demasiado. Me recostó de nuevo y con un pañito me puso el te de hierbas sobre cada tetica, alternando cada vez los pezones. Las amasaba con cuidado, haciendo que la leche se dirigiera hacia el pezón y lo pellizcaba suavemente unas veces y las otras los estiraba, buscando destapar el conducto.

Toda aquella maniobra me estaba desesperando, pues el dolor continuaba y no veía resultados. Cuando el agua se enfrió, Memo, comenzó otra vez a succionar pacientemente uno de mis pezones mientras seguía tocando y masajeando el otro. Al verlo de esa manera, dedicado a mis teticas, me comencé a calentar. Sentía como mi conchita latía adolorida y el palpitar de relejaba en mi culito que comenzaba a cerrarse y abrirse, pues si bien la leche no salía, Guillermo me mamaba las tetas de una manera maravillosa. Sin poder evitarlo, me recosté y llevé mi mano a mi entrepierna y comencé a tocarme el clítoris, tenía los ojos cerrados y gemía bajito. Guillermo se detuvo y me miro masturbarme y me dijo:

Eli… que haces?

Ay Memo, es que me pones caliente… verte y sentirte como me agarras las teticas, me excita hermanito…

Pero, Elisa…

Déjame… tu sigue si? Pero espera un momento, por favor.

Me giré un poco y saque el consolador, mostrándoselo y el rió, moviendo su cabeza, para decir:

-Estas loca y eras una calentoncita

- La culpa es tuya que me lo haces tan rico, sigue Memo, si?

- Si mi pequeña, claro que si…

Guillermo volvió a concentrarse en mis teticas y en mis pezones, a sabiendas que yo me masturbaba deliciosamente sintiendo sus caricias, con ello –irremediablemente- su polla se fue levantando hasta no caberle dentro del pantalón, mientras yo me acariciaba el clítoris, pellizcándolo y tirando de él, excitándome y metiéndome el consolador, para satisfacerme… Mi hermano se detuvo, cuando vio que yo me encontraba concentrada dándome placer y se sentó a observarme, sin dejar de acariciar mis tetas que cada vez se ponían mas hinchadas y duras. Se colocó entre mis piernas y observó como me metía y sacaba el consolador, recorriendo mi cuquita y llevándolo hasta la entrada de mi culito, que ya palpitaba como si lo llamara… Mi hermano observaba todo, mientras se acariciaba la polla, había olvidado el trabajo sobre mis pezones y eso que no hacia ni siquiera 24 horas que yo había dado a luz al bebe. Se pegó de mi clítoris y comenzó a succionarlo, mientras se masturbaba, yo gemía y seguía metiéndome el consolador que cada vez entraba y salía más rápido. Guillermo me lo quitó de las manos y, separando mis labios vaginales, comenzó a pasarme la lengua a todo lo largo, suavizándola y acariciándola, pues estaba enrojecida por el parto.

Tomó el consolador y lo puso en la entrada de mi hoyito y lo metió un poquito, haciéndome gemir mas duro, mientras jadeaba como una perrita. Las últimas semanas del embarazo, no habíamos tenido sexo, limitándonos a acariciarnos lo que nos calentaba mas, nos dábamos placer con nuestras bocas, pero Memo no me penetraba, le daba miedo lastimar al niño, pero ahora ya no estaba el niño y el y yo, nos estábamos consumiendo por las ganas que teníamos de cogernos. Guillermo apartó el consolador y bajándose el pantalón se lo quitó, para luego quitarse la camiseta y quedar desnudo metido entre mis piernas, con la lengua tocándome el clítoris, metiéndose en mi cuevita húmeda y acariciándome el culito, tratando de entrar un poquito en el, pero sin hacerlo… me volvía loca. Se sentó en el sillón y me llevó con él, sentándome en sus piernas, mientras me abrazaba y yo sentí su polla en la entrada de mi conchita, que estaba ya llena de jugos y palpitando. Trate de sentarme sobre ella, pero Guillermo no me dejó:

No Eli, si cogemos ahora quedaras embarazada de nuevo y dentro de 9 meses estarás teniendo otro hijo.

Es verdad, pero es que te deseo tanto… Memo… ya no aguanto mas…

Ni yo, princesa… necesito hacerte mía, necesito hundirme en ti y meterte toda mi polla que se siente a gusto rodeada de tu calor y tus juguitos…

A mi me encanta que me la metas, Memo… te necesito tanto…

Si, Eli… te voy a coger, preciosa, veras que rico sentirás…

Me vas a coger por mi culito, Memo?

Si, pequeña… por allí no habrá peligro…

Entonces hazlo… hazlo Memo, cógeme rico… hazme tuya…

Si, Eli… mi Eli… claro que si…

Me hizo levantar un poco y puso la cabeza gorda e hinchada de su pollota en la entrada de mi agujerito y yo me fui sentando sobre aquella verga gorda y dura poco a poco. El tiempo sin hacer nada, hizo que mi hoyito se estrechara, así que costó para que entrara, produciéndome dolor, como la primera vez que me lo habia hecho. El dolor se convirtió en placer y terminé clavándome contra aquella maravilla de polla que me estaba partiendo. Memo me sujetaba por la cintura y mamaba mis teticas, mordiendo los pezones mas fuerte, con lo que me hacia gemir. El dolor se mezclaba con las ganas que tenía de estar con Guillermo, y así se lo hacía saber, moviendo mi cadera de adelante a atrás, con lo que me frotaba fuerte contra su verga que ya tenia incrustada en mi culito. Cada vez que hacia aquello, Guillermo me mordía los pezones, haciéndome gritar, pidiéndole mas

Muérdeme, Memo… si, así… que rico… me encanta lo que me haces sentir

Estas rica, como siempre Eli… me encantan tus teticas… están grandes y duras… me fascinan

Son tuyas, hermanito… hazme lo que quieras, pero cogeme bien rico… dame duro… rómpeme el culito, gózalo…

Si… esta apretado y caliente, siento como me la succionas con tu agujerito y eso me encanta…

Se clavaba dentro de mi anito impulsando mi cadera hacia abajo, mi clítoris rozaba contra su vello púbico y eso me enloquecía mas. Subp. Mis piernas, agarrándolo con ellas, que pasé por su cintura para unir los pies a su espalda. Me apreté mas a él y sentí sus huevos duros y cargados, rozándome la conchita y eso me encantó. Memo seguía chupándome las teticas, concentrado en mis pezones que succionaba con mucha fuerza, casi parecía que me los quería arrancar, los retorcía con sus dientes y los estiraba, repitiendo aquello siempre, excitándome cada vez mas y moviéndose en mi culito, con lo que me había llevado casi a que me corriera. Se lo hice saber y empecé a moverme sobre aquella verga que parecía apunto de explotar como una poseída, solo quería sentirlo dentro de mi y quería que me llenara con su leche caliente, tenerla dentro de mi, llenándome:

Me voy a correr, Guillermo… dame más duro… mas… métemela toda… méteme tus huevos, mi amor y rómpeme el culito…

Si… me corro Elisa… estas divina, tienes un culo apretado y delicioso, te lo voy a llenar con mi leche… toda para ti…

Si, mi amor… llénamelo todo… dame tu verga Guillermo, rómpemelo, mi cielo… así… que rico

Me la metió hasta el fondo y sentí un chorro… dos chorros… tres y me llenó con su leche, yo exploté, llenado sus piernas con mis jugos que salían en grandes cantidades de mi cuquita, mojándole las piernas. Guillermo mordió mis pezones succionando duro después y su boca se llenó de una leche algo espesa y un poco amarilla, que le corrió por la barbilla. Se separó y miró, mientras yo tenia los ojos cerrados, disfrutando las sensaciones de la corrida fenomenal que estaba sintiendo, con el culito lleno de leche y la cuquita palpitándome, estremeciéndose con los orgasmos que se sucedían uno tras otro. Abrí los ojos y vi a Guillermo sonriendo y los chorros de leche saliendo de mis pezones que estaba hinchados y enrojecidos, él los lamía, pasaba su lengua sobre ellos, recogiendo la leche que manaba, empapándole el pecho. Apretaba mis teticas con sus manos, ordeñándome y recogía la leche con su boca, tragándola feliz.

Si polla estaba incrustada en mi culito, disminuyendo en tamaño, pero aun dentro de mi, yo me sostenía de él, mientras lo acariciaba y lo pegaba a mis teticas para que mamara… Suspiré y lo abracé, mientras le buscaba la boca y besándolo, sentí el sabor de mi propia leche que era algo dulzona.

Te gusta, mi amor?

Me encanta, quiero pegarme de tus teticas y dejártelas secas, mi Eli

Ah Guillermo lo harás, siempre que quieras, mi amor, pero luego de darle de comer al bebé.

Es deliciosa, me encanta…

Y a mi me encanta verte pegado de ellas.

Clavó su polla semidormida en mi culito y yo lo abracé, oprimiendo mis teticas contra su pecho, lo que hizo que saliera mas leche y nos bañara a los dos. Me levantó despacio y con sus dedos masajéo mi hoyito, que estaba abierto y del cual brotaba su leche. Lo acarició y luego nos fuimos a bañar. En el baño se prendió de mis teticas de nuevo, mamando hasta cansarse, pero no disminuían en tamaño y mientras más mamaba mas leche parecía haber, eso lo alegró y me lo dijo, mientras me besaba la boca y su polla comenzaba a levantarse de nuevo.

Nos secamos y nos fuimos a la cama, allí nos acostamos y yo me metí su polla en la boca, mamándosela, pues también quería su leche… pero el sueño nos venció y nos quedamos dormidos, él con uno de mis pezones entre sus dedos y yo con su polla dentro de mi boca, como si fuera mi chupete…

No respetamos la cuarentena, pues Guillermo no quería que mi leche se acabara, así que cuando le dije que estaba embarazada, se puso feliz. Nos cambiamos a otro pueblo, dejando al abuelo Sebastián encargado de las tierras y nosotros nos casamos. Ya tenemos 8 años viviendo como marido y mujer, tenemos 5 hijos, el último tiene 2 años. Todas las noches Guillermo llega de trabajar, juega con todos sus hijos y luego, ya en nuestra habitación, lo alimento con mi leche que desde hace ocho años, no ha dejado de salir de mis teticas. Mis hijos son grandísimos y fuertes, igual que su padre y durante el día se turnan para que su mamá los alimente… dicen que el calcio es imprescindible para el crecimiento de los niños. Por supuesto que yo me tomo mi lechita todas las noches y es deliciosa.

Hace poco nos cambiamos a la capital, por el futuro de los niños…

- Fin -

Por La Gata Golosa

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