martes, 27 de diciembre de 2022

En villa La Gracia


He quedado viudo hace un año, vivo en Villa La Gracia, un lugar alejado que queda en medio del monto, el pueblo es muy pequeño, no tiene más de seis o siete cuadras a la redonda, mi casa está a casi un kilómetro del pueblo, hay también otras casas que se encuentran en las afueras del poblado. En sulky o a caballo se llega en no más de diez minutos.

Hace un par de meses que unos amigos me fueron a buscar a casa y me dijeron que me legara los fines de semana para el pueblo, que bien o podríamos ir al bar del lugar o al club donde los sábados hay baile.


Fui y ahora estoy yendo todos los fines de semana. Lo interesante de todo esto es que el sábado pasado llegaron dos chicas y se sentaron a una mesa, ambas mujeres bien rellenitas, tenían un cuerpo que especialmente me agrada muchísimo, me encantan las mujeres regordetas y pulposas.

Una de ella mi miró en un momento determinado y la saqué a bailar. Lo hicimos durante casi toda la noche. Me contó que vive a unas cinco cuadras del pueblo, con su hermana menor, que tiene 16 años y ella 24. Una joven muy respetuosa, me trató toda la noche de usted, igual que su hermanita, que es de poco hablar. Así quedamos para vernos el próximo fin de semana, y así o hicimos durante unos tres meses. Ella se llama Lucila y su hermana, Juanita.

El último sábado cuando estábamos a mitad de la velada comencé a besarle el cuello hasta que llegué a su boca, una boca muy llamativa, con labios carnosos, la apreté contra mi cuerpo y ella no opuso resistencia, al estar tan juntos empezó a poner dura mi verga y ella sintió en sus pelvis mi calentura. Me dio un beso de lengua que no voy a poder olvidar, por lo extenso y por la magia y arte que tenía la joven para mover su lengua y enlazarla con la mía.

Le dije al oído que quería poseerla, ella se separó de mí y asintió con su cabeza, me dijo que tendríamos que ir a su casa, y esperar un rato a que se durmiera la hermana. Accedí a ese pedido, fuimos a su casa, yo con mi caballo y ella con su sulky. Llegamos, me invitó a pasar, su hermana se despidió de nosotros y nos dejó solo en un comedor a media luz de amplias dimensiones. Nos sentamos en un sillón y comenzamos a franelear con todo, comencé a tocarle esas enormes tetas, y a meterle la mano por debajo del vestido ajustado que llevaba puesto, le saqué un cinturón que no era más que un elemento de vista y le levanté el vestido hasta meter mi dedo en su concha, estaba muy mojada, enseguida se levantó y me tomó de la mano y me llevó a su habitación.

Allí me hizo sentar en sillón que tiene sobre unos de los vértices de la mismo y se sacó el vestido, me dijo si quería con luz o sin ella, le dije que, con luz, prendió una lámpara que dejó la estancia en penumbras, pero con la posibilidad de ver bastante bien ese cuerpo voluptuoso de esta mujer, se sacó el vestido y quedó en bombacha y corpiño, se acercó a mí, yo aún estaba sentado, me bajó los pantalones y el calzoncillo y tomó mi verga con las dos manos y comenzó a succionarla de un modo extraordinario, nunca me habían mamado al verga de ese modo, todo esto acompañado de unos movimientos de manos que aumentaban el placer de la chupada.

Le desabroché el corpiño y quedaron expuestas sus tetas, hermosas, algo caídas, con pezones muy puntudos y bellas aureolas, se paró, me tomó de la mano y me dijo, venga papi, quiero que estamos en la cama, la seguí, ella se recostó, le saqué la bombacha, por cierto bastante pequeña y quedó al descubierto su bellísima concha,  con labios pulposos y extremadamente peluda, elevó los brazos mientras estaba yo metiendo mi lengua en su agujero, al levantar la vista después de un profundo gemido, vi que se trataba de estas chicas modernas que no se depilan las axilas, por cierto que ello me puso más caliente todavía, y seguí chupándole la concha hasta que me dijo que pretendía que le pusiera la verga bien hasta el fondo, me dijo que yo era su primer hombre, lo cual me resultó un poco extraño, pero dado el lugar en donde vivimos, puede ser que sea cierto.

Le puse la verga bien adentro y comencé a serrucharla, la tomé de las manos y las coloqué detrás de su cabeza, lo cual que me quedaban sus axilas peludas a la vista, lo cual me provocó unas ganas enormes de lamerlas, pasar mi lengua por esos pelos me encantó, mientras seguía dándole pija por esa concha que chorreaba líquido a torrentes. , luego la di vuelta y la puse boca abajo, bajé hasta su culo, abrí sus glúteos y comencé a pasar la lengua pro el agujero, sentí que se retorcía de placer, le dije que se la iba a meter en el culo y me dijo que si, que le diera bien fuerte y que le rompiera bien el culo.

No me hice esperar, le puse la verga mojada de concha y entró rápidamente por ese agujero goloso, y comencé mi tarea de darle placer por ojete. Hasta que no pude más y le derramé en el interior de su culo toda la leche, no podía dejar de acabar, le llené el agujero, me quedé unos instantes dentro de ella y luego me salí, me recosté sobre mi lado y me dijo que no iba a ir a asearse porque quería tener mi semen entro de ella. Para que se queda en su interior. Una chica muy particular.

Así fue que seguimos durante unos meses yendo al baile y teniendo relaciones íntimas, tanto en su casa como en la mía.

Una noche, mientras cenábamos en su casa con su hermana, que fue a acostarse a eso de las 23:30 horas, le dije a Lucila:

Amor, qué te parece si nos vamos a vivir juntos.

Me encantaría, me dijo con alegría en sus ojos y una gran sonrisa.

Pero tenemos un problema.

¿Cuál? Dije yo.

Vamos a tener que ir con mi hermanita Juanita.

Pero eso no es u problema. Por supuesto que ella también va a venir a vivir con nosotros.

Te quiero contar algo papi, me dijo con vos suave y bajando los ojos.

¿Qué?, pregunté.

Estoy preñada.

Pero mirá que bueno, dije con asombro, voy a ser padre a mis 62 años. Y primerizo.

¿Te gusta?, me dijo.

Claro que me gusta, aparte no sabés como me gusta cogerme una embarazada tan linda como vos y jugar con sus tetas llenas de leche.

Me encantaría, dijo con voz melosa, el solo hecho de estar preñada ya me pone caliente y con ganas de coger.

Bueno, le dije, vamos a tu habitación mi amor.

Fuimos a la habitación e hicimos el amor a lo bestia. A eso de las dos de la mañana, me dijo con voz suave:

Yo le dije que era mi primer hombre, ¿se acuerda papi?

Claro que me acuerdo, le respondí.

Bueno ahora tengo que mostrarle algo. ¿Me acompaña?

¿Adónde?, pregunte.

Sssshhhhh, dijo llevándose el dedo a la boca como para que me callara.

Hicimos unos cincuenta o sesenta metros y legamos a un pequeño granero. Allí está el caballo Indio, tal su nombre. La noche era profunda, aun cuando la luz tenue de la luna estaba a todo vapor, le dije a Lucila que no se veía nada y me dijo que volviera a buscar unos fósforos para encender un candil que había en el granero, eso hice y volví rápidamente porque estaba muy interesado en ver lo que podía ocurrir.

Encendí el candil y vi a Lucila desnuda acariciando al Indio, al que comenzó a parársele la verga, mientras ella lo seguía acariciando y en un momento dado se puso la verga en su boca y comenzó a succionarla con gran fruición, mientras seguía acariciándolo, el caballo estaba cada vez más duro, hasta que su verga se erectó toda y estaba más dura que un tronco, habrá tenido unos 30 a 33 centímetros.

A mí se me comenzó a parar la pija mientras observaba lo que no podía creer que veía, Lucila se agachó en paralelo al caballo y se colocó la verga en su concha, el caballo relinchaba y comenzó a cogerla, mientras ella gemía y gritaba como una loba en celo, se quitó al verga de la concha y se puso a mamarla nuevamente, estaba como como loca y el Indio también, volvió a ponerse la verga en la concha hasta que el caballo se acabó dentro de ella, a partir de ese momento comenzó a salir a borbotones la leche que le había derramado el animal, Lucila se arregló un poco el pelo desgreñado y vino hacía mí, yo estaba con la verga dura, la tomé del pelo y le dije:

Venía para acá puta de mierda, te gustó tener la verga del caballo en la boca y en la concha, ahora chúpame la mía puta asquerosa.

Se arrodilló y comenzó a chuparme la verga, yo estaba como loco, sobro todo mientras recordaba lo que había visto, nunca presencié una acción de zoofilia, estaba muy caliente así que me empecé a hacer una paja y le dije a Lucila que quería acabarle en la boca y que se tragara la leche, y así fue. Verdaderamente un placer enorme que jamás había sentido.

Nos quedamos en silencia unos minutos y le dije:

Luci, desde cuando cogés con el caballo, pregunté.

Desde los quince años papi. Me dijo. ¿no estás enojado?

No, para nada, respondí.

¿Querés seguir haciéndolo? Pregunté con cierta inquietud.

Si usted me deja…, me dijo con una sonrisa

Te dejo si de dejás ver, me encanta como te ponés de cachonda cuando tenés esa verga en la boca o en la concha.

Bueno, papi, así será me dijo. Y nos volvimos para la casa.

De aquí en adelante, a medida que fue creciendo su barriga, ella estaba más caliente y putona que de costumbre, lo cual no es poco cuando es habitual. Todas las noches me buscaba para que cogiéramos como dos desenfrenados, yo estaba muy excitado, diría que sobre excitado con su panzaota y le daba por todos los agujeros, y ella quería más de lo que yo podía, entonces iba a visitar a Indio, que le daba la verga que yo a esta altura de mi vida no podía satisfacer.

Cierta noche que yo estaba mirando televisión, ella vino con su hermana, a la que traía de un brazo, ya casi a tres semanas o menos de parir a nuestra hija. Me dijo.

Papi, hoy estoy muy cansado y me voy a ir a la cama, pero le he traído a mi hermana para cumpla con usted.

Me quedé mirándola y le dije: ¿para qué a tu hermana? No te entiendo, amor mío.

Para que lo satisfaga sexualmente, ella le va a dar hoy lo que yo no puedo darle por mi cansancio.

¿Y ella quiere? ¿Le preguntaste?, pregunté con tono serio.

Si, por supuesto, me dijo ella quiere. Y va a hacer todo lo que usted le diga papi.

Bueno, dijo yo, me bajé los pantalones y le dije: chúpame nena,

Ella se arrodilló y comenzó a chuparme la pija hasta que se le paró en la boca, mientras Lucila miraba con atención. Me guiñó un ojo y me dijo que su hermana era tan buena como ella. Por cierto, la pequeña mamaba la verga como buena puta igual que su hermana.

Por Holograma

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