viernes, 15 de marzo de 2024

Experimento Pervertido, Parte 3-5

Los lazos con Valentina cada vez eran más estrechos además era una niña muy afectuosa, cuando llegaba de trabajar me recibía con un abrazo y un besito en la mejilla, ese momento me sentía dichoso. El simple hecho de escuchar: “bendición papá o papi” me hacía feliz, el cansancio que sentía parecía esfumarse, pero un día de esos accidentalmente me dio un besito en la boca ya que gire la cara para saludar a su madre y todos nos sorprendimos y comenzamos a reírnos y comento mientras reíamos: “uy, que beso tan rico” sin embargo mi actitud cambió un poco cuando fui a darle el besito a su madre porque en vez de darle un simple pico, le di un beso rápido con lengua mostrándole en primera fila a Valentina de cómo iba un beso.

—¡Asco! —, dice Valentina.

Y Camila me da un golpecito en el pecho, dándome a entender que no debí hacerlo por el hecho que la niña estaba muy cerca. Tras eso me fui a bañar y me recosté a descansar un poco y las horas pasaron con total tranquilidad, al final de la noche cuando acosté a Valentina le di sus buenas noches y le di un besito en la boca.

—Ay, me besaste en la boca—, lo dice con un tierno susurro.

—tu empezaste—, y me rio un poco.

—no fue mi culpa—.

—¿y no te gusta? —.

—no se—, mientras recogía sus hombros y mantenía media carita oculta entre sus sabanas.

Ami sus expresiones me parecía super tierna, —te quiero mi bebé, que sueñes con los angelitos—.

Desde entonces comencé a mantener esa rutina que el besito de buenas noches me lo diese en la boca obviamente alejados de los ojos de su madre.

A veces me sentía confundido con respecto a lo que hacía porque sentía un gran aprecio por esa niña, quería que tuviese un gran futuro o sea lo típico qué pensaría un padre a pesar de que no fuera mi hija biológica, pero a su vez había momentos que mientras lo hacía con su madre me imaginaba que tipo de cosas podría hacer con valentina y ese tipo de imaginaciones perversas eran como viagra ya que dejaba completamente noqueada a Camila.

Por ende, ese tipo de momentos que tenía con su madre hacía que continuara mi plan de moldear a Valentina y también me daba curiosidad que tipo de persona resultaría con ese tipo de crianza. Porque la manera en la que la corrompía no siempre era directa, el solo hecho de que me viera besando apasionadamente a su madre era suficiente para que su inocente mentecita hiciera el resto del trabajo y dada la confianza que teníamos me terminaba preguntando por las cosas que no sabía. Cuando me preguntó del porque nos besábamos aside ese modo, mi respuesta era prácticamente la de siempre ya que le respondía que era como lo hacía el gante grande.

—¿pero no da asco?, la hermana de Paola (vecina de la misma edad) también se besa así con su novio —

—cierra los ojos—.

—¿para qué? —, pregunta ella.

—para qué veas que se siente —.

Ella se reía —ay no se—, pero yo le insistía entre juegos hasta que la tenía tumbada en su cama y por fin cerró sus ojos para mí por lo que empecé a hablar con un tono suave y dulce mientras de rodilla en el suelo besaba su cuerpo sobre su ropita. Después le pido que me sacara su lengua y le doy un pequeño chupete, ella se ríe y a mí me alegraba porque parecía disfrutarlo por lo que vuelve a sacar su lengüita. Tras unos minutos viendo que ella que ella estaba dispuesta continuar y aprovechando que estábamos solos en casa continuamos con lo mismo, pero ahora ella chupara mi lengua y sin decir nada me siguió el “juego” hasta el punto de llegar a los besos de adulto, simplemente juntábamos nuestras bocas mientras nuestras lenguas se rozaban entre ellas, aunque para mí era casi como dar un pico con lengua, pero el estímulo era mucho mayor, Valentina estaba completamente a mi merced, cada vez que nuestras bocas se separaban ella respiraba profusamente con una sonrisa tratando de recuperar el aliento mientras mi mano acariciaba su muslo hasta su entrepierna. No obstante, yo tenía un límite y no era precisamente el tiempo, sino que mi lívido estaba al tope que solo podía pensar en follar, así que le dije que se daba por terminado nuestro “juego” y cuando tenía pensado pararme e ir al baño para ya terminar este morboso encuentro Valentina mira mi verga y dice —papi, tu pipí está grande otra vez—. Eso me hizo querer bañarla en mi leche, pero a pesar de mi éxtasis no había perdido completamente la cordura, sin embargo.

—nena, ¿le quieres hace un favor a tu papi?, necesito tu ayuda —. Ella asiente por lo que me siento a su lado y le pido que me agarre la verga.

—Está muy dura y está más caliente que antes—.

Y tomándole por la muñeca comienzo a mover su mano de arriba abajo para que me hiciera una paja y ella notando mis expresiones ella ajustaba los movimientos de sus manos por si sola a su vez yo acariciaba su plano pechito y medio pellizcaba sus tetillas, aunque aquello no duro mucho porque al momento que sentí que me venía use mi mano para tratar de atrapar lo que pudiera y aunque no fue Valentina la que me masturbó hasta al final ya que la sorprendí ante lo brusco que me moví, la sensación de esa venida estuvo en otro nivel.

—¿estás bien, papi? —, me pregunta ella un tanto preocupada.

—tranquila bebé, simplemente se sintió muy bien—, y le doy un besito.

Pero a pesar de que estuvo muy rico todo tuve que moverme rápido para limpiar antes de que yo fuese a ser el sorprendido y mientras limpiaba le daba a entender a la niña que no debía decirle nada a nadie y que tampoco debía hacerlo con otros niños. Ella pareció entenderlo y su madre tampoco sospechaba así que podía planear que tipo de cosas podría probar en un futuro con Valentina.

Con paciencia observaba el buen desarrollo de Valentina, era una niña inteligente que sabía ocultar sus cosillas si bien no era una pervertida que buscaba tener siempre algo dentro de su coñito sí que adoraba que se la lamieran y por supuesto a mí me encantaba comérsela sin embargo no es algo que yo tuviera permitido hacer cada vez que se me antojara.

El trabajo y el reducido tiempo a solas que tenía con ella me estaba dificultando las cosas o sea no me quejaba porque mi tiempo con Valentina era de calidad, sin ningún tipo de vergüenza disfrutábamos nuestro tiempo completamente desnudo mientras ella jugueteaba con mi verga a la vez que mi lengua ase retorcía dentro de ella. Obviamente lo recién mencionado no lo repetíamos todo el tiempo, pero básicamente era nuestra rutina o sea mi pequeña “frustración” es que no sabía cómo abordar el siguiente nivel y si bien podría instruirla directamente, prefería esperar a que ella misma se atreviera en experimentar otras cosas porque algo que deseo es que ella me considere su amigo sexual, el confidente de todas sus fantasías. Y si, Valentina me contaba muchas cosas sucias no obstante sentía que algo faltaba en esta relación, sin embargo, es algo que el tiempo me podría responder u otorgar. 

Curiosamente aquel elemento que sentía que faltaba un día lo encontré. Mejor dicho, me enteré ya que dicho elemento al parecer estuvo presente desde un tiempo y empecé a sospechar luego de que Valentina empezara a ser más activa con las mamadas y no es porque ella no lo hiciera desde antes si no que anteriormente lo dejaba de hacer a la primera aparición de baba, pero ahora era más proactiva con mi miembro. Por lo que un día le pregunté si tenía novio o si también jugaba con algún amiguito, pero no tuve ninguna respuesta favorable. Valentina ya tenía sus 6 años así que no era de extrañar que hubiese otro aprovechado, pero no había ninguna anomalía en su horario y Camila era la típica madre que no le gustaba que su niña jugara con varones, obviamente con sus excepciones y como no pude descubrir nada me rendí. Hasta que una noche descubrí algo asombroso en mi propia casa y es que luego de ver la tv iba a salir un rato a tomar aire, pero escuché voces en la habitación de Valentina, rápidamente pensé que sería una de las amiguitas de Valentina, como Camila se pone a chismorrear con la vecina, las niñas siempre juegan juntas, pero mi mente jugaba así que quise espiar para ver que hacían sin embargo no sucedía lo que esperaba sin contar que eran cuatro niñas en total jugando al hospital hasta que les interrumpieron el juego cuando llamaron a 2.

Luego de un rato fuera, al regresar Camila me dice que ira a la casa de la vecina para revisar unos catálogos. “ten pendiente de las niñas que siguen arriba,” me dice Camila y luego se va con Emily y la vecina. Estando “solos” en casa, aunque fuera unos minutos tenía expectativas en lo que podría ver, pero al entreabrir la puerta ellas continuaban jugando al hospital. 

Johana: —oh Sra., su hijo está creciendo de maravilla —.

Valentina: —ay ya quiero que sea el día, ¿pero podrá salir por mi cosita? —.

Johana: —tranquila, ya la examino—.

Y de pronto las cosas se pusieron interesantes, Valentina abre sus piernas frente de Johana dejando y esta le echa su braguita a un lado —que bonita la tienes Sra.—. y ambas se ríen un poco. Luego empieza a acariciarle un poco su chochito hasta que le mete el dedo, —esta mojadito—, y continúa jugando con el coñito de Valentina que respiraba de manera profunda acompañada con suaves jadeos. —¿Cómo se siente Sra., está bien? —.

Valentina: —si…—.

Johana: —ay, no veo bien—, se acerca a la entre pierna y le da unas lamidas haciendo que Valentina gimiera un poco.

Por lo que rápidamente me aparté y me oculté en mi cuarto.

Y al en ese instante se asoma Johana: —¡mamá…! —, pero esta solo nota el silencio de la casa, baja las escaleras y nota que están sola así que regresa a la habitación.

Valentina: —¿y bien? —.

Johana: —menos mal que no hay nadie—.

Valentina: —¿y no vas a cerrar? —.

Johana: —abierta podemos escuchar cuando lleguen—.

Y escucho que se zumban en la cama, por lo que con cuidado me acerco para ver que sucedía y para mi sorpresa es que las niñas pasaron a formar un hermoso 69, nada de jueguito previo, ambas se estaban devorando, aunque Johana mostraba más experiencia sobre todo cuando dominaba a Valentina. En parte no era nada anormal ya que Johana era 2 años mayor que Valentina y no era la primera vez que hacían ese tipo de cosas por la manera en la que ambas se devoraban que incluso se dieron de tijerazos y si nadie las hubiera interrumpido posiblemente podrían hacerlo por horas, pero yo no pude aguantar. Mis pasos al correr al baño para correrme no pasaron inadvertidos.

Y mientras me corría como desgraciado en el baño al poco tiempo escucho que tocan la puerta, —¿papá? —.

—¿Qué pasa nena? —.

—¿viste? —.

—¿Qué cosa mi amor? —.

—no, nada—, y se va.

Mientras yo me quedé en el baño hasta relajarme.

Pasada las horas cuando me acosté a dormir aún tenía en mente lo que había visto la vez que comprendí aquel elemento que faltaba para acelerar el desarrollo sexual en Valentina y su amiga sería la mejor apuesta, aunque también sería arriesgado, pero el que no arriesga no gana. 

Tras descubrir los juegos que tenían Johana y Valentina hacía que gran parte del día tuviese una erección y si bien el sexo con mi mujer aún era placentero tampoco era una muñeca sexual que pudiese usar cada vez que me diera la gana, si por mala suerte la encontrase con el humor equivocado o yo la cagara de algún modo en ese caso me jodo. Bueno volviendo a la situación que tenía en manos durante toda la semana estuve pensando en cómo aprovechar dicha situación ya que en definitiva Johana aceleraría el desarrollo sexual de valentina, siendo ambas de edades similares mi pequeña niña se abría de manera totalmente distinta y como esas niñas compartían un secreto mientras nadie las descubriera seguirán explorándose más y más.

Tras varias semanas había desarrollado un morbo por Johana, ya no solo quería continuar viendo, sino que también quería probar el majar que se comía Valentina, por lo que cada vez que la llevaba en el auto a la escuela me la comía con los ojos y es que también era una niña linda y dado que tenía piel blanca bien hermosa lo hacía más apetecible casi que envidiaba que no fuera Valentina esa niña de tez pálida, pero no sabía cómo acercarme a ella para tocar esos temas y aunque era algo que podría hablar frente de Valentina sin problemas no quería hacerlo, pero como que como que alguna entidad divina o maligna escucho mis oscuros deseos y un lunes Valentina amaneció enferma pro lo que no pudo ir a la escuela por lo que de tanto tiempo creo que era la primera vez que tenía tiempo a solas con Johana sin embargo gran parte del trayecto nos mantuvimos en silencio, si bien al principio traté de sacarle conversación era algo que no avanzaba de modo que se me ocurrió algo simple para tratar de romper el hielo y fue llevarla a la panadería para brindarle algo. Así que me estaciono

—compraré algo rápido, ¿quieres algo? —.

Pero ella de manera algo tímida solo encoge sus hombros por un breve momento

—ve no tengas pena—, y me la llevé, —vale, ¿entonces dime que quieres? —.

—no importa, lo que sea—, me dice con un tono bajo y dulce.

—ay, no tengas pena. ¿quieres esto? —, le señalo varias opciones para desayunar, pero parecía conforme con lo que sea no obstante cuando le señale los dulces noté el cambio de su expresión, sobre todo cuando le señale las fresas con cremas.

Tras comprarlo ella me pregunta si podría comérselo y yo le respondo:

—por supuesto, es tuyo. Anqué creí que te lo comerías en la escuela—.

—es que en la escuela me van a pedir—.

—que mala eres—, y me río con ella.

Ya en el auto por fin fluía una conversación totalmente casual donde le pregunte varias cosas sobre la escuela. Hasta que llegamos, pero antes que esta fuera a abrir la puerta le dije que si quería podría esperar con ella y esta acepto ya que le gustaba el fresco dentro del auto y en ese momento le pregunto:

—¿y el novio, está por acá? —, lo digo con un tono medio juguetón y ella se echa a reír.

—ay no, yo no tengo novio—.

su sonrisa mientras evitaba el contacto directo era encantador

—¿por qué?, alguien tan linda como tu es para que tuviera a todos los niños de la escuela persiguiéndote—.

—mi mamá dice que eso es para cuando esté grande y que solo debo estudiar—.

—tss, ni que tu mamá se fuera enterar—.

Y ella solo alza sus hombros.

—¿entonces tienes novia? —, y atentamente la observo.

—ay señor, ¿Qué está diciendo? —, y me mira con una cara extrañada.

—es que, si no te gusta ninguno de los niños, debe haber alguna niña que te guste —.

—pero dos niñas está mal, todos saben eso—.

—pero eso no evita que le andes lamiendo sus partes a Valentina—.

Johana peló sus ojos y se empalideció mientras se me queda mirando.

—me sorprendí bastante cuando las vi, ¿y desde cuando lo hacen? —.

—¿le va a decir a mi mamá? —, me lo dice con un tono ligeramente titubeante.

—por dios, claro que no. Solo quiero saber así que no tengas miedo, ese será nuestro secreto — y de pronto abren el portón de la escuela, —que mala suerte, entonces me cuentas luego —.

La niña se baja mientras me lamento un poco de no haber avanzado la conversación un poco antes, sin embargo, de regreso me di cuenta de que no había manera de retomar aquella conversación, pero algo sí que cambió porque cuando la veía en mi casa le decía “cuidadito”, en tono de broma y si Camila salí yo le decía.

En un principio ella se abstenía de hacerlo como ante, pero poco a poco viendo que en realidad yo le encubría sus cosas, se fue desinhibiendo más y más con Valentina ya que teniéndome a mí como centinela, podía enfocarse completamente en el placer, además que comencé a aconsejarle a Johana para que probara cosas nuevas y ese fue la nueva dinámica. Que para cuando Johana cumplió sus 9 años le compré un pequeño rotor, pero al mismo tiempo me pregunté a mí mismo para que regalarle un juguete de ese tipo sin contar que podría ser riesgoso así que en vez dárselo, lo estrené con Valentina ese día en el que sabía que tendría la casa solo por varias horas por lo que era día para desayunarse a mi querida hijastra a la que le encantaba mis juegos, que incluso ya ni tenía que hacerle sugerencias para manipularla, sino que apenas yo le decía que: “mamá se fue”, “mamá anda en el super” o algo similar, a esa niña se le activaba la zorrita que llevaba dentro por lo que si estaba acostado en la cama ella se acostaba sobre mí y se frotaba contra mi bulto o incluso si estábamos en la sala llegaba un punto que ella se desnudaba sin más y me decía “¿jugamos papi?” y corría a su cuarto en cuatro patas y por consiguiente sucedía lo de siempre, pero en esta ocasión soy yo el que entra a su cuarto para avisarle que mamá se fue, aunque su respuesta fue inesperada “ah, está bien”.

—¿no quieres jugar conmigo? —, pregunto algo extrañado ya que era algo casi automático que a esa niña se le mojara apenas al saber que estaba sola y era que estaba sumergida en su videojuego.

—no tengo ganas, estoy ocupada con esto —.

me le acerco y mis manos con mucho morbo paso mis manos desde sus pantorrillas hasta su espalda para así volver hasta sus nalguitas y por consiguiente acariciar un poco su entrepierna que a pesar estaba sequito sí que estaba bien calentito.

—ay papi ya, no me molestes que voy a perder—.

—si eres malita nena y yo que quería probar esto—, y muestro el pequeño vibrador.

—¿y qué es eso? —, mientras mira curiosamente aquel objeto.

—algo que hace sentir muy rico a las niñas como tu—.

Agarra el vibrador y nota su peso y tras examinarlo un poco lo enciendo y esta se sorprende al notar la vibración.

—tiembla bastante—, esta lo dice mientras se ríe, — hace que me pique las manos, pero ¿Cómo se usaría en nuestro juego? —, y en el instante en que esta me preguntaba eso inconscientemente se puso el rotor sobre sus braguitas presionando en donde estaría el clítoris haciendo que se le escapara un delicioso gemido y luego se echa a reír.

—¿te gustó mi vida? —.

—fue como si me diera corriente —.

—¿y fue malo o bueno? —, y le arrimo a un lado su braguita notando que ya se le había humedecido su rajita, —parece que te gusto —.

Y acerqué mi rostro para darle un gran beso con lengua a esa boca inferior por lo que una vez que mi lengua hizo contacto con su vagina, la cachonda de Valentina aprieta mis cabellos y presionando sus caderas contra mi boca continúo lamiendo, chupando e incluso dándole leves mordidas para que en el momento que combiné todo eso con el vibrador esa niña no tardó en mostrar sus deliciosos espasmos.

Era un deleite para la vista ya que ella se esforzaba en contener su voz. Para cuando ya por fin se relajó se comienza a reír.

—creí que me iba a ser pipí—, mientras continuaba jadeando.

—me hace feliz que te haya gustado—, me le cuesto al lado y le doy un besito en la sien y a su vez que mi verga todavía seguía erecta le estaba punteando el muslo con ella.

—aun la tienes muy dura papi—.

—es que estoy feliz de estar contigo, que no quisiera sepárame nunca—.

Y ella me sonríe, pasado un breve silencio en ese pequeño descanso notaba como Valentina con su pierna movía mi verga de lado a lado.

De pronto ella me hace una pregunta que cualquiera amaría:

—¿Quieres que te la mame? —.

Y a pesar de que el sexo oral con ella no fuera ninguna novedad me sentí muy sorprendido de que me preguntara aun conservando una tonalidad inocente.

—¿te gusta mi verga bebé? —.

Pero no me responde nada, solo veo como se comía la cabeza de mi verga

Le doy otro beso.

—Estoy tan feliz de tener una hija como tu —, estaba más excitado al punto de querer cogérmela por lo que me acosté a su lado y tras ensalivar mi miembro se lo meto entre los muslos, lo mejor era que no tenía que decirle nada ella solo apretaba sus muslos y veía como mi verga se deslizaba entre ellos. Se quedaba mirando de manera casi hipnótica y al poco tiempo ella frotaba su vagina, pero en mi mente solo pensaba en una cosa “se lo quiero meter, se lo quiero meter, se lo quiero meter”. Era lo único que pasaba por mi cabeza así que para sorpresa de Valentina de manera brusca la puse boca arriba, le cruzo las piernas y continúo masturbándome con sus muslos, pero ligeramente más brusco.

—así bebé, así. Anda apriétame más—, y con mis jadeantes palabras Valentina respondía apretando sus muslitos hasta que me vengo, dándole ese primer chorro de leche que le llega a la cara y sin asco alguno Valentina sostiene mi verga y me saca lo que queda.

—se siente rico cuando lo sueltas? —.

—sí muy rico y ¿a ti te gustó? —.

—no sé, creo que sí. Cuando me lo haces siento hormiguitas en mi cosita—

—entonces está bien, aunque no estés segura significa que te gusta, ¿pero sabes que me gustaría aún más? —.

—¿que? —.

—que me lo chupes ahora—.

Pero su carito como apenada de querer decirme que no, pero aun así todavía no me la había soltado que tanto manosear lentamente se me estaba volviendo a parar, por lo que entre juego le estaba insistiendo mientras restregaba la leche que le había caído en el cuerpo, parecía que su cuerpecito estuviera bañado en aceite hasta que se empezó a secar.

—bueno, vamos a bañarnos, antes de que mamá nos descubra—

Ya en la ducha era otro deleite, de por si estar en el baño con tu pareja desborda erotismo. Estar con una nena dispuesta a que le toquen todo era aún mucho mejor. Valentina le gustaba que jugara con su chochito e incluso le había agarrado gustito que un dedito jugara en su culito y cuando me tocaba enjabonarme a mi ella ya no solo jugueteaba con mi verga si no que, con solo ponerle mi verga erecta de frente, ella abría su boca como si le fuera a dar comidita en su boquita, ahora solo faltaba que se quisiera comer mi lechita y tras unos minutos ya estaba sintiendo que venía otra descarga por lo que al sostener su cabecita le empiezo a soltar todo en la boca sin previo aviso, obviamente ella trato de apartarse pero yo no la dejaba. —si te lo tragas te llevo a la heladería que te gusta—.

En ese instante noté que había subido otro nivel, si bien gran parte de la leche ya lo había escupido, luego de haberle hecho aquella propuesta se atrevió a chuparme la verga sin importar lo babosa que estuviera.

Ya para cuando llego Camila con Emilia, Valentina dormía en su cuarto y yo las recibí felizmente ansioso de tener otro día como este..

Por BUZUK

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