viernes, 14 de octubre de 2022

El Sexsorcismo de Claudia


Hacían ya tres meses que mi hija Claudia estaba poseída. Por supuesto que nos llevo tiempo darnos cuenta y hacernos a la idea de que mi pequeña de 12 años estaba, realmente, siendo manipulada por una entidad ajena. Soy padre soltero, viudo, en mi familia solo somos Claudia y mi hijo mayor Gonzalo de 30 años, el ya vive con su mujer pero me ésta brindando una ayuda indispensable con Claudia. A mis casi 60 años verme envuelto en delirios esotéricos me saturó.


Los cambios de animo y comportamiento de Claudia hicieron sonar todas las alarmas. Después de tratar con todos los médicos y especialistas mi hijo sugirió recurrir al padre de su iglesia, Gonzalo es un hombre muy religioso a diferencia de mi. Accedí a su pedido. La intromisión del padre Evaristo desencadeno los sucesos paranormales en Claudia. Nunca me asustó realmente la cama moviéndose o los cambios dramáticos de temperatura que sucedían cuando estaba en presencia de ella, lo que realmente me asustaba era la influencia de ella en mi. A diferencia de a lo que nos tiene acostumbrados la cultura popular Claudia no se marchitó y no empezó a vomitar color verde, si no que todo lo contrario. A la par de los eventos sobrenaturales Claudia empezó a florecer como una rosa en primavera, a sus 12 años no llegaba a estar completamente desarrollada pero había algo nuevo en sus pequeñas curvas de mujer, su cabello, su carita que a pesar de estar posesa parecía la de un angel.

La primera noche que me alerte sobre su influencia fue cuando entre a su recamara para preguntarle si deseaba cenar.

-No papi, muchas gracias, pero me gustaría un abrazo.

Me acosté a su lado, hacia un frio inusual en su cuarto y ella estaba bajo las mantas solo con una musculosa y bombacha. Me metí a la cama con ella y la abrace.

-Papi, no quiero sentirme mas asi

-Lo sé niña, el padre Evaristo lo solucionara pronto.

-Papi, tengo frio, abrázame mas.

Permití que se pegara a mi pecho entre mis brazos, su cuerpo estaba tibio, yo estaba cansado y algo adormilado, estaba en un estado de máxima relajación, sentía a mi niña vibrar junto a mi, empecé a acariciar su espalda, sus brazos, subía y bajaba mi mano por su pequeño cuerpo.  Mi miembro empezó a endurecerse, lejos de incomodarme le reste importancia. Mi hija pasó sus brazos por mi cuello y se pegó mas a mi, subió un pierna por mi cintura mientras acercaba su cabeza en a mi oreja, empezó a susurrar una canción. Podía sentir un calorcito entre sus piernas que me llamaba. Con mis manos sobre su espalda fui bajando cada vez mas hasta llegar al borde de su bombacha, sin ningún miramiento meti una mano, recorrí sus nalguitas, la tibieza que emanaba de dentro de sus cachetes me era irresistible. Comencé a pasar un dedo por su zanja trasera, poco a poco fui introduciéndolo mas, hasta dar con su ano. Lo presione un poco y deje el dedo ahí. De a poco su asterisco empezó a contraerse, era una invitación a invadirlo. Me lleve dos dedos a la boca, los humedecí y baje de nuevo. Su ano se abrió con mucha facilidad, el contraste con el frio de la habitación y lo calentito de su culo me hacía perder la cabeza. Mientras tenía dos dedos completos dentro del ano de mi niña, ella comenzó a masejearme el pene sobre el jean que tenia puesto yo. Estaba en la gloria.

-¡NO! Rapido Gonzalo hazlo reaccionar!

Los gritos me hicieron volver a la realidad. Vi mi hijo y al padre Evaristo corriendo hacia mi. Me separaron de mi hija y caí sobre el piso. No entendía bien lo que sucedía, Claudia reía como una loca sobre la cama mientras nos sacaba la lengua.

-No te remuerdas mas, el demonio es poderoso.

–Si papá, ya no le des vuelta al asunto, no pasó a mayores

-Pero.. yo.. ni siquiera lo cuestione un segundo. Me dejé llevar por el placer…

– Es completamente entendible, el demonio sabe como accionar a los hombres, a mis 50 años vi muchos en nuestra iglesia que fueron víctimas de su influencia. Muchos padres cayeron ante los engaños de Satán, el muy pícaro actúa mediante los niños, haciéndolos imposible de resistir y uno.. al final es carne.

-Lo sé padre, lo sé. Hay que hacer algo pronto.

– Mañana por la noche comenzaremos el ritual.

Todo estaba listo, el padre Evaristo se encargo de preparar la habitación de Claudia, ella estaba atada de manos y pies boca arriba sobre la cama. Esa noche éramos tres hombres contra el demonio.

El padre Evaristo llevaba 40 minutos de recitar palabras en latín, yo y mi hijo Gonzalo estábamos parado tras de el. Claudia nos miraba como si estuviera prestando atención a un profesor, aburrida, no parecía que el ritual hiciera mella sobre ella.

-Tendré que ponerme un poco mas agresivo con el ritual. Será conveniente que me dejen solo con Claudia, no quiero que se impresionen por sus reacciones.

-Por supuesto padre, vamos Gonzalo, estaremos en el pasillo.

Cerramos la puerta al salir, nos apoyamos sobre la pared, solo podíamos escuchar los cánticos del padre Evaristo.

-¿Papá crees que pueda salvarla?

-Espero que si Gonzalo, de otra manera tendremos que aprender a vivir con Claudia.

-Pero papá, ¿no le tienes miedo?

-No hijo, nunca intento hacerme daño alguno, ni a mi ni a nadie, solo se comporta raro, no parece ser una persona que ponga en peligro la integridad física de nadie.

Nos interrumpió el sonido de la cama, se escuchaba como si estuvieran saltando sobre ella. Con Gonzalo nos miramos fijamente. Desde que Claudia estaba poseída era común escuchar esos sonidos, yo mismo había visto como la cama se balanceaba de un lado a otro con ella arriba.

-¿Papá deberíamos entrar?

-vamos hijo.

Gonzalo abrió la puerta y pasé tras de el. Se detuvo a medio camino. Miré su nuca y corrí un poco la cabeza para ver que es lo que lo había impactado tanto. La cama se movía, pero no por obra mística, era el cuerpo del padre Evaristo que al impulsarse sobre el de mi hija hacía mover la cama. Con Gonzalo nos acercamos lentamente a la cama, el padre Evaristo tenía los pantalones bajos, mi hija debajo suyo nos miraba con cara de vicio mientras con sus piernas envolvía la cadera del párroco. La temperatura subió. Me comencé a desvestir de a poco, vi que Gonzalo también se sacaba la ropa. Ya desnudos nos subimos a la cama. El padre Evaristo gemía con los ojos en blanco. Levante la mirada y pude ver que Gonzalo también tenía los ojos en blanco, se estaba masturbando en dirección a su hermana, una presión en mi pene me hizo bajar la vista. Claudia lo tenía en su boca. Con un hambre voraz lo succionaba mientras que con la mano que tenia libre masturbaba el miembro peludo de su hermano.

El padre Evaristo salió de entre las piernas de mi hija dejando a la vista la humeante gruta de Claudia, una raya rosa con un pequeño hueco que brillaba de humedad. Claudia soltó las pijas con las que estaba jugando, se incorporó y con las manos indicó a Gonzalo que se acostara boca arriba. Una vez acostado ella solita se sentó sobre la gran verga de su hermano. Me acerque a ellos, el padre Evaristo se paró en la cama y le dio mamar huevo a mi hija. Yo estaba atónito mirando la cara de placer de Claudia, se notaba a leguas de que gozaba y era feliz con las manos de su hermano en las caderas en un vaivén infinito del que brotaban sonidos de chapoteos, producto de la humedad allí donde sus sexos se unían. Me puse detrás de ella, automáticamente pudo ver mis intenciones asique soltando la pija del párroco se inclino en un abrazo hacia su hermano, dejando a la vista su parte trasera, pude ver como la pija de mi hijo estaba ensartada en la concha de su hermanita de 12 años, mas arriba vi su ano, aquel ser con vida propia que titilaba en contracciones pidiendo consuelo. Mojé dos dedos, los mismo que ya habían explorado aquella región, hice un masaje, una presión, la misma entrega que la primera vez. Acerque mi verga al ano de mi hija. Ver tremenda pija haciendo presión para entrar entre esas nalguitas me hizo perder la cabeza. Se la dejé ir de una sola estocada. Claudia dio un grito.

-paaapii noo, por favor.. no no.. NO PARESsss

Comencé el mete y saca, pude sentir que en su concha mi hijo también se movía, la sincronización fue espontanea, no hizo falta ponerse de acuerdo, nuestros cuerpos coordinaron por instintos nuestros movimientos. Yo ya se la metía hasta los huevos, podía ver como mis pelos se pegaban y despegaban entre las nalgas de mi hija. Claudia se incorporó y volvió con la succión peneana del párroco. De reojo podía ver por el espejo de una pared la imagen que dábamos, una niña de 12 años entre los cuerpos del hermano y el padre haciéndole doble penetración y otro adulto mas dándole verga por la boca. Me busque con la mirada en el espejo y me devolvió el reflejo de mi mirada en blanco. Ahí estábamos, finalmente vencidos ante el placer y goce, garchandonos una pendeja de 12 años. Era horrible… absolutamente horrible… y fascinante! Volví la vista al ano de mi hija, la manera en que su culo estrujaba mi verga me tenia loco. En un ataque de locura saque mi verga de su culo y apunté a su concha, con la pija de mi hijo ya metida ahí fui haciendo presión. Los gemidos de mi hija se hacían cada vez mas fuertes, a medida que mi pija se hacía paso dentro de su vagina por los costados podía ver como brotaban flujos, entre mi pija y la de mi hijo corría un manantial viscoso que desprendía un aroma que invitaba a los machos a poseer una hembra.  Ya no me importó mas nada y deje ir dentro toda mi chota. El doblete de concha que le hacíamos con mi hijo a mi hija menor me tenia sacado. Con un gemino gutural se la mandamos hasta adentro, pija paterna y hermana hasta adentro. Acabamos lo que parecieran fueron litros de leche. El párroco también acabo al mismo tiempo que nosotros. Miré a mi hijo, tenía sus ojos marrones de siempre, miré al padre Evaristo y me devolvió su mirada, una mirada que revelaba vergüenza y derrota. Agarramos nuestras ropas y salimos de la habitación de mi hija Claudia.

-Gracias por la diversión chicos, están invitados siempre.

-Descansa hija.

Cerré la puerta. Era ya de mañana. Invité a mi hijo y al párroco a desayunar.

Por Monoliso

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