martes, 18 de octubre de 2022

Mi madre madura


Mi madre y yo sufrimos el dolor de tener un esposo y padre que nos maltrataba. Afortunadamente, se consiguió el divorcio y pasaron años hasta que este se consumó. Luego el mal bicho quería seguir viéndonos y chantajeaba a mi madre hasta que gracias a Dios, conoció a una incauta que se enamoró de él y se casaron y espero que sean muy felices.


Conocí a un joven con el que salía. Llegué a acostarme con él, pero descubrí que me era infiel y lo peor es que no era la primera vez. ¡Todos los hombres son iguales!. Mi madre terminó por enterarse y me abrazó. Las dos llorábamos. Ese mismo fin de semana fuimos las dos al chalet de mi tía. Descubrí que mi madre se llenaba vasos enteros de whiskey y yo no quise ser menos. ¡Vaya trompa que cogimos!. Decíamos un montón de tonterías sin sentido. Luego nos dio por reír y terminamos llorando abrazadas las dos.

Al día siguiente no podíamos con la resaca y teníamos que ir constantemente al servicio. Mi madre preparó una bolsa de hielos que me pasaba por las sienes y a ella misma también.

Por la noche ya estábamos bastante recuperadas. Cayó una tormenta allí en lo alto de la sierra. ¡Cómo sonaban los relámpagos!. Decidimos acostarnos juntas. Nos abrazamos y nos besamos. A los diez minutos sucedió algo inesperado. Mi madre me estaba acariciando el clítoris. Y yo le dejaba hacer por el afecto que sentía por ella. Sabía que necesitaba un hombre y que no lo tenía y que quería un consuelo. Llegó a meterme un dedo por el coño. Lo sentí frío. Pero no me molestaba en absoluto, era mi madre.

Metí la mano por debajo de su bata y sus bragas y también le acaricié el clítoris. ¡Que sonrisilla puso! Y qué feliz me sentía yo de hacer disfrutar a mi madre de esa manera. También le metí un dedo y ella dio un respingo. Entonces me beso en la boca, pasando su lengua por la mía, mis dientes y mis labios. Su bata despedía un olor fuerte, pero no me importo. Le metí un dedo en su culo y esto le encantó. Se puso a besarme las tetas como una loca. Y yo luego le lamí las suyas algo más pequeñas que las mías. Si me preguntasen por lo que estaba sucediendo en aquel momento yo diría que no gozaba cono que estaba haciendo, pero sé que mi madre estaba disfrutando muchísimo y eso me recompensaba.

Le dejé hacer. Que me lamiera el clítoris. Yo me puse detrás de ella y me puse a masajearle las tetas que estaban totalmente erectas. Ella se tiró a por ni coño a lamérmelo. ¡Y cómo jadeaba! ¡Qué cara tenía de felicidad y de goce!. Le besaba y le lamía los pechos sacándole suspiros. Apoye mi cara sobre su torso para escuchar los latidos de su corazón que eran rapidísimos. Seguía lamiéndome el clítoris y la vagina. Le volvía meter el dedo en el culo. Y lo hice hasta el fondo. Note un espasmo y me dijo que se había corrido. Le lamí el clítoris y ella no dejaba de suspirar. Introduje mi lengua en su coño y le metí un dedo por el culo. “Basta, basta, no lo hagas más”, me decía. No le hice caso y metí mi lengua en su culo. La sacaba y la volvía a meter.

– He tenido una corrida rabiosa- me dijo- déjalo, ya no puedo más.

Se puso detrás de mí y me acarició las tetas. Yo le empujé y caímos en la cama, una sobre la otra. Hicimos un 69, yo le lamía la raja y ella la mía. No me dejaba en paz las tetas de tanto como me las chupaba. Y me metió un dedo en el culo. Fue en ese momento cuando mi madre tuvo una idea rara y fue consciente de lo que estaba haciendo.

Salió de mi cama y me pidió perdón.

De todas formas esto lo hemos hecho algunas veces más y a mí me encanta que mi madre disfrute con el amor de su hija.

Por MadreSex

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