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viernes, 25 de noviembre de 2022

Deseando a Sofia


Sofia era sencillamente exquisita, se decia Claudio cada vez que pensaba en ella. De 20 años,-cuatro años mas que Claudio – alta, de piel clara y pelo negro azabache. Encandilaba con sus ojos verde agua. Tenia una cintura estrecha, piernas largas, caderas redondeadas y un maravilloso par de senos abundantes. De hecho, los deliciosos pezones se notaban a traves de sus blusas ajustadas, haciendo que Claudio sintiera incomodas erecciones cada vez que la tenia enfrente.

Era hija de su madrastra, con quien su padre llevaba casado algo mas de un año. Y desde el momento en que ella entro en su vida, nunca mas pudo descansar tranquilo. Despertaba por las noches empapado en sudor, con el pene duro como un hierro quemante y muchas veces, bañado en palpitante semen ansioso.


Claudio la observaba calladamente mientras ella hacia cualquier movimiento, desde el peinarse hasta ponerse las cremas de belleza. Todo en ella le parecia excitante. De hecho, Sofia lo trataba con cierta cortesia, que rayaba en la indiferencia.

Una noche de verano, Claudio no podia dormir. El calor lo tenia inquieto, desesperado. Sus padres estaban de viaje en la costa hasta el domingo siguiente, y lo habian dejado en casa, con una vieja nana casi sorda, y en compañia de esa hermanastra que le robaba el sueño.

Estuvo toda la tarde encerrado en su cuarto, metido en su computadora, bajando fotografias de mujeres desnudas, exhibiendo deseosas sus pechos y la cavidad hambrienta de sus vaginas. Y por la noche, la ansiedad de lamer una de esas vulvas se hizo casi obsesiva. De hecho, la temperatura ayudo a acrecentar su apetito a niveles insoportables. En su cama, recordaba el cuerpo de Sofia, siempre con ropas ajustadas, y sintio la urgencia de la sangre llenando las cavidades de su verga.

Sediento, decidio bajar a la cocina en busca de un refresco helado, o bien algo de hielo para ponerse en la cara. Pudo escuchar el sonido lejano de la television de la nana, seguramente dormida frente a alguna vieja pelicula, como solia ocurrir.

De pronto, al pasar junto a la puerta de la habitacion de Sofia, se detuvo estupefacto. Estaba entreabierta, y la luz del fondo se veia clara. Sofia estaba en el baño, probablemente tomando una ducha. Se relamio los labios y sin pensarlo dos veces, se acerco en puntillas. Se escondio tras la puerta del baño, mirando por la breve separacion de las visagras, pero que le permitian tener un panorama claro de lo que ocurria en el interior.

Efectivamente, Sofia tomaba un baño. Ahhh, si… El agua corria deliciosa por su cuerpo, a la vista de Claudio, sin que nada lo impidiera, porque ella, oportunamente, habia dejado descorrida la cortina de la ducha.

El pudo admirarla a su antojo: La perfeccion de su piel humeda, sus hombros redondos y suaves bajo el largo cabello mojado, los pechos erectos y llenos, los pezones rosados – Claudio se lamio los labios imaginando su sabor – el vientre plano con un exquisito ombligo de tamaño justo, y abajo, la maravillosa sombra del vello pubico, ocultando los deliciosos labios de esa vagina que tanto habia soñado con saborear alguna vez.

Tuvo tiempo suficiente para admirarla, mientras sentia que su propio pene se volvia casi un volcan incontrolable, bajo los calzoncillos con que dormia.

Sofia termino de bañarse y se envolvio en una toalla. Claudio comprendio el peligro. Ella saldria en cualquier momento del baño, asi que rapidamente salto de su escondite. Miro a todas partes y finalmente se decidio por entrar al closet que estaba entreabierto. Se hundio entre la ropa colgada y junto algo mas la puerta corrediza. Permanecio en silencio, mientras el corazon le palpitaba, casi tanto como el glande humedo.

Sofia se quito la toalla frente a un gran espejo de cuerpo entero. Tomo una locion humectante, y ante la vista atonita de Claudio, comenzo a aplicarse la crema por todo el cuerpo. Aquello era demasiado. Desde la oscuridad del closet, Claudio debio morderse la boca para no emitir un jadeo de excitacion. Ella frotaba con movimientos circulares, el vientre, los muslos, los gluteos duros y levantados. Acariciaba freneticamente su cuerpo, mientras aplicaba el humectante. Finalmente, llego a los senos, que apuntaban desafiantes y magnificos. Lentamente, puso locion en sus manos y con la misma calma, comenzo a aplicarla sobre los pechos, circularmente. Comenzo amasando con suavidad por sus contornos, para luego llegar a los pezones endurecidos como cerezas. Con la yema de los dedos los pellizco delicadamente, con calma desesperante. Claudio no podia cerrar la boca ni pestañear.

Sofia continuo con su masaje delirante, hasta que se le escapo un gemido. Si, aquella locion tenia un efecto placentero en ella. Ya no tenia humectante en sus dedos, pero las caricias continuaron. De hecho, se hicieron mas rapidas y prolongadas. Ahora, con sus dos manos acariciaba cada pecho, y con movimientos mas bruscos se tironeaba la punta de los pezones. Estaba respirando aceleradamente.

Ella acerco la silla del tocador hasta el espejo y se sento con un rapido gesto. Volvio a tomar la botella de locion y aplico nerviosamente una cantidad generosa en cada mano. Volvio a sus pechos. Entrecerraba los ojos, desnuda en la silla, frente al espejo, mientras masajeaba los senos y apretaba casi violentamente los pezones. El sonido del roce de la crema llego a los oidos de Claudio. Sofia gemia definitivamente. De pronto, invadida por esa sensacion creciente, comenzo a separar lentamente las piernas, hasta que ambas estuvieron casi en angulo extendido. Claudio vio como los labios vaginales se habian puesto cada vez mas rojizos, reflejados en el espejo frente a su closet-escondite, y ahora brillaban sabrosamente por los flujos de la excitacion de Sofia. Casi podia sentir la textura de ese clitoris asomandose.

Sofia se acariciaba ahora los muslos, internamente, desde las rodillas hasta las ingles. Movia sus caderas cadenciosamente, haciendo que su pelvis avanzara ritmicamente adelante y atras, mientras su vulva seguia siendo empapada por los jugos internos. Aquello era el paraiso para Claudio. Desesperadamente metio su mano entre el calzoncillo y comenzo a frotarse el pene, a punto de estallar.

De pronto, algo lo distrajo. Sofia se habia puesto de pie y habia marchado rumbo a la cama. Ahora habia otro angulo para contemplarla, aunque igualmente sin perder un solo detalle. Ella, con gestos apresurados, saco una llave de su bolso y abrio con rapidez el cajon de su mesita de noche. Claudio alzo las cejas cuando noto que Sofia extraia sonriendo un monumental pepino de tamaño generoso al que beso como si se tratara del mas suculento de los penes erectos. En seguida, ella volvio a tomar el frasco de humectante, para luego, con sus habiles manos, cubrir con la crema cada centimetro del vegetal oscuro.

Una vez que estuvo cubierto, se recosto en la cama, separando completamente las piernas, exactamente frente a los ojos de Claudio. Alli estaba de nuevo, esa ranura rosada y rojiza, humeda y brillante, palpitante, con ese clitoris que ya queria morder con desesperacion. Pero permanecio callado, mientras Sofia acariciaba con la yema de los dedos los contornos de la vagina. Ella tenia los ojos entrecerrados y se relamia los labios, dando pequeños gemidos, mientras sus dedos iban lentamente frotando los bordes, primero, y luego directamente la cabeza ardiente del clitoris. Eso la hacia estremecerse y levantar las caderas con la pelvis hasta buena altura, de la cama. En seguida, su indice exploro la empapada entrada de la vagina, siendo seguido por otros dos dedos que comenzaron a aumentar el ritmo de penetracion. Ella jadeaba abiertamente.

Repentinamente, los dedos abandonaron le hendidura de la vulva, dejando tras de si un viscoso hilo de lubricantes. Sofia lamio sus dedos, como si se tratara de la mas deliciosa de las ambrosias. A Claudio se le hizo agua al boca.

En seguida, sin mas preambulos, Sofia apunto la punta del pepino encremado hacia la entrada de su vagina y comenzo a moverlo hacia el interior con ritmo pausado. Luego, fue aumentando progresivamente la velocidad, mientras tambien el ritmo de sus gemidos crecia. El pepino penetraba deliciosamente una y otra y otra vez, cada vez mas brillante por la lubricacion de la locion y por los abundantes jugos de Sofia. Claudio se sentia embriagado, podia oir el maravilloso sonido de los lubricantes frotandose y los jadeos de Sofia, que arqueaba la espalda mientras sus ojos se entornaban.

El pepino penetraba casi por completo dentro de la vagina de Sofia, que no cesaba de moverlo freneticamente dentro de su cuerpo. Ahora se habia puesto de rodillas, mientras continuaba manipulando el vegetal con ardiente velocidad, mientras los lubricantes resbalaban entre sus muslos. Los senos, aun brillantes por la locion humectante, se alzaban al ritmo de los movimientos del juguete de Sofia.

En el closet, Claudio sacudia a la misma velocidad su ya hirviente miembro. La piel del prepucio habia retrocedido por completo, y el glande, hinchado y humedo, parecia latir desesperado por vaciar la corriente de semen fogosa.

Sofia no descansaba, mientras su velocidad se hacia casi demencial. De pronto, en medio de su delirio, cayo de espaldas en la cama, moviendo espasmodicamente la pelvis hacia delante y atras, invadida por oleadas del mas violento orgasmo jamas conseguido. El pepino, aun incrustado en sus carnes, se agitaba de arriba abajo, mientras ella sacudia su cuerpo, aullando de placer, mientras acariciaba finalmente sus pechos ahora sudorosos. En el closet, Claudio eyaculaba un chorro abundante y tibio sobre uno de los vestidos de Sofia.

Fue tal el placer de Claudio, que las rodillas le temblaron ante la sensacion de descarga, y tuvo que sostenerse de la vara que sujetaba los ganchos de la ropa, con tan mala suerte, que toda ella se vino abajo ante la presion ejercida, haciendo un ruido indiscreto.

Desesperado, trato de recoger lo que habia arruinado, cuando de pronto, la puerta del closet se abrio bruscamente. Alli estaba Sofia, desnuda y desafiante, mirando casi con sorpresiva burla a Claudio, con los calzoncillos abajo y con su pene adolescente, aun goteando semen.

Al parecer, te gusta andar observando lo que no te importa, hermanito, ¿verdad?. – Pregunto ella, sin que pareciera importarle en lo mas minimo su esplendida desnudez frente al muchacho.

Yo no sabia, vine a buscar algo… De verdad… – Trato de disculparse Claudio, subiendose los calzoncillos nerviosamente.

Sofia avanzo hasta la cama y se recosto sobre los cojines. Claudio no podia dejar de mirar alternadamente los labios vaginales de su hermanastra, aun humedos por la prolongada jornada de masturbacion, y el pepino, que yacia a su lado, sobre la almohada, brillante por los jugos que lo acariciaron, cansado, como un amante cumplidor.

¿Que diria tu papi si sabe que te vienes a esconder a mi closet para espiarme mientras duermo? – pregunto Sofia con tono malicioso, mientras meneaba una de las piernas que colgaban de la cama.

No lo se… – Balbuceo Claudio, con la vista prendida ahora en los pechos de Sofia.

Ella parecia conciente de sus ojos.

¿Te gusto, verdad? – Pregunto ella. Claudio asintio con la cabeza.- Si, lo se. Me doy cuenta de como me miras… Y te contare, hermanito, que tu tambien me gustas bastante, aunque no te lo demuestre. –Se sento en la cama, mirandolo fijamente. – Y ahora me encantaria saber si aprendiste algo interesante de lo que viste hace unos minutos, o solo te sirvio para botar tu semen en la ropa de mi closet.

¿Si aprendi algo? – Pregunto Claudio, perplejo.

Sofia lanzo una carcajada sonora mientras volvia a recostarse en la cama. Con su mano, hizo un gesto a Claudio para que se acercara, mientras ella emitia un gemido suave, casi un ronroneo. Lentamente, al ritmo de ese gemido, Sofia fue separando con suavidad las piernas, dejando ver ahora de cerca la hendidura magnifica de su vulva, que invitaba a Claudio a lamer sin contemplaciones.

Vamos, hermanito… ¿No te animas a dar una probada? . –Dijo ella, mientras alzaba la pelvis.

Continuara.

Por CALIGULA

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