martes, 8 de noviembre de 2022

Mi sobrina


Según recuerdo, mi sobrina me comenzó a demostrar su sexualidad incipiente cuando tenía unos 9 años. Ella era la hija menor de la hermana de mi ahora exesposa (mi cuñada tenía, para ese entonces, 3 varones de 15, 13 y 12 años, y mi sobrina, la menor de 9). Mi sobrina había salido a su madre, de piel color canela y rellenita (pero sin ser obesa), tetitas pequeñas, pero culo grande; mi exesposa, en cambio, era rubia, blanca, unas tetas formidables (que eran mi calentura diaria) y culo más bien pequeño, pero firme y muy bien formado. Mi cuñada se había divorciado hacía un par de años.


Estábamos un día en la casa, en la playa de mi cuñada para una navidad, las mujeres en la cocina preparando la cena, y yo entreteniendo a los chicos (los 2 míos y mis 4 sobrinos). Mis 2 sobrinos mayores jugaban juegos de video junto con mi hijo, mientras que yo jugaba a las escondidas con mi hija, mis sobrinos menores (el de 12 y mi sobrina).

En un momento dado, me tocó buscar a mí, y entré a una de las habitaciones donde encontré a mi sobrina, a la que declaré “pillada”. Para ello, yo debía volver al punto donde había contado y gritar que la había encontrado, pero la chiquilla se coloca bloqueando la puerta e impidiendo que yo pase, abriendo los brazos y piernas y dándome la espalda. Al tratar de salir, no podía hacerlo sin rozar alguna parte de su cuerpo, y ella me lo impedía riendo y moviendo su cuerpo hacia mí. Cuando lo hacía, me comencé a fijar que cuando se movía ella miraba directamente a mi paquete. Dicho sea de paso, esto ocurría en verano del hemisferio sur, donde todos llevábamos ropas muy ligeras… Yo con unos pantalones blancos de hilo y ella un vestidito muy delgado y corto, con tirantes sobre los hombros. Entonces, cada vez que yo hacía amague de salir, por un lado, ella se movía y colocaba su trasero gordito contra mi paquete.

Al principio, no lo tomé como algo excitante, pero después de varios intentos y repegones, la verga se me empezó a parar y ella se dio cuenta, porque empezó a fijarse que no viniera nadie y restregar directamente su culito contra mi verga. Mientras lo hacía, su carita se pudo roja y a veces cerraba sus ojitos y otras me miraba directamente, pero ahora haciendo que mi verga, ya muy dura y apuntando hacia arriba, se hundiera entre sus nalgas muy grandes y duras. Al rato, mi hija y mi sobrino llegaron a “librarse” al punto donde yo había contado, y yo tuve que contar de nuevo por qué no había cumplido las reglas del juego. Y cada vez que contaba, yo procuraba encontrar primero a mi sobrina, y el juego caliente continuó hasta que nos llamaron a cenar. Jamás había cenado con la verga tan dura… y mi sobrina me miraba sobre la mesa y me sonreía muy maliciosamente. Y yo me preguntaba “¿Qué diablos estoy haciendo? ¿Cómo me ha calentado tanto una niña y más encima mi sobrina? ¿Y dónde ha aprendido tanto esta niña?”. El caso fue que esa noche la cosa se calmó y yo me desquité con mi exesposa, porque le di verga como loco y le perforé el culo con furia, lo que ella aguantó como campeona mordiéndose las manos para no gritar.

Al día siguiente, por la mañana invité a los chicos a una zona boscosa cerca de la playa para que pudieran recorrer y jugar. Como siempre, los más grandes prefirieron quedarse jugando sus juegos de video, y me llevé a los más chicos. Y en ese paseo, el asunto fue parecido… jugamos a las escondidas, yo buscaba, trataba de encontrar primero a mi sobrina, la que ahora al no poder “bloquear” mi paso, me hacía gestos de guardar silencio con el dedo, me tomaba de la mano y se volvía a esconder pero teniéndome a su espalda, lo que hacía que su culo otra vez fuera casi la funda para mi verga, pero con ropa. Luego de un rato, yo ya había perdido todo recato y la tomaba de las caderas mientras la punteaba sin miramientos. Subí a tocarle sus tetitas y sus pezones estaban durísimos, aprovechando de pellizcarlos suavemente. No me atreví a besarla porque curiosamente creo que habría sido como “traspasar un límite” (qué raros somos los seres humanos). Esto eran juegos… muy calientes, pero juegos.

Mientras sucedía todo esto, empecé a maquinar como llevar este juego a un límite más caliente aun. Por la tarde, yo iba a llevar a los chicos a la playa en la camioneta de mi cuñada. Así que se me ocurrió que como yo iba a preparar el bolso con la ropa de recambio de los chicos (las mamás y los chicos mayores iban a ir a un pueblo cercano a una feria artesanal), a mi sobrina le llevaría un vestidito de tela de toalla que tenía, pero se me iba a “olvidar” su ropa interior. Y yo me iba a llevar de recambio unos shorts que tengo con botones adelante y tampoco llevaría ropa interior. La sola idea me hizo eyacular dentro de mi ropa mientras punteaba a mi sobrina.

Así pues, volvimos a casa, almorzamos y pasado un par de horas, bajamos a la playa en la camioneta. Como siempre, yo manejaba muy suavemente porque a los chicos les gustaba irse en el pick-up de la camioneta. Llegamos a la playa y los chicos gozaron con el agua mientras yo me estiraba calmadamente en la arena. Mi deliciosa sobrina llevaba una tanguita muy linda que me permitía ver su culazo redondo y firme, y afortunadamente no había casi gente donde nos habíamos puesto, así que yo la podía observar tranquilo, pero siempre cuidándolos a todos.

En un momento, mi sobrina me llama para que vaya al agua con ellos, y fui y nos pusimos a jugar. Lanzándonos agua, empujándonos, y luego abriendo las piernas para que los demás pasáramos por debajo. Cada vez que mi sobrina pasaba bajo mis piernas, encontraba la forma de rozar mi paquete y, a veces, colocaba directamente su mano sobre mi verga, como sopesándola. Entonces, cuando me tocaba a mí, yo hacía lo mismo con su vaginita… incluso, en una de mis pasadas, le di un besito directamente en unos de sus labios vaginales al correrle un poco su tanguita… sentí como sus manitos tomaban mi cabeza y me acariciaban bajo el agua. Pero lo mejor sería cuando volviéramos a casa…

Luego de unas 3 o 4 horas en la playa, llegó el momento de volver. A cada uno les hice una cortina sosteniendo las toallas para que se cambiaran. Y fue entonces que mi sobrina se da cuenta que no tenía calzón para ponerse, me mira y yo le cierro un ojo. Se puso roja como un tomate pero sonrió encantadora y maliciosamente y no dijo nada… esta niña era realmente algo especial. Luego, yo me puse la toalla en la cintura, me saqué el traje de baño y me puse el short con botones, muy amplio y cómodo.

Llegamos a la camioneta, mi hija y mi sobrino menor se subieron al pick-up, pero mi sobrina me pide irse conmigo para que le enseñe a conducir… esa era la ocasión que yo estaba buscando y se me presentaba en bandeja. Subí a los chicos atrás y a mi sobrina en el asiento del copiloto, y cuando voy dando la vuelta para subir, aprovecho de desabotonar 2 de los botones de mi short… el primero y el último. Y cuando subí a la camioneta, me puse la verga hacia arriba, de manera tal que cuando se me parara, todo el tronco quedaría al descubierto fácilmente.

Entonces, mi sobrina me dice “tío, recuerda que tienes que enseñarme a conducir”. Yo le contesto “por supuesto, mi amor… ven, siéntate sobre mis piernas”, sabiendo yo perfectamente que bajo su vestido ella no tenía nada más que piel. Así que ella se pasa a mi asiento, abre bien sus piernas y queda con su vaginita en contacto directo con mi paquete, que enseguida se empezó a poner duro.

¿Se imaginan ustedes? Un camino de pueblo, casi todo tierra, lleno de baches, una vaginita fresca y recién mojada por el mar ahora en contacto directo con mi verga, porque al ponérseme dura, el tronco se había abierto paso entre los botones desabotonados, y rozaba los labios vaginales de mi sobrina. Si hay algo más caliente que eso, me gustaría saberlo.

Mi sobrina se dio cuenta perfectamente, y con el pretexto de aprender a conducir, yo iba cada vez más lento para que el viaje no terminara nunca. Pasado un rato, mi sobrinita respiraba cada vez más fuerte y se restregaba a lo largo de mi verga dejándola completamente viscosa mientras yo le acariciaba las tetitas cuando no había gente o carros a la vista, o bien la tomaba de las caderas con una de mis manos para moverla a lo largo de mi verga. Hasta que, en un momento dado, ella suspiró muy fuerte levantando su carita y cerrando sus ojos, y con pequeños temblores… ¡había logrado su orgasmo! No sé si el primero, pero era su primero conmigo. Casi al mismo tiempo, y abrazándola más fuerte, eyaculé litros de leche dentro de mi short.

Te quiero mucho, tío – me dijo mi sobrina, casi entre suspiros y con voz tiernísima.
Y yo a ti, princesita – le contesté también suspirándole en su oído. Y ahí sí me atreví a morder suavemente su orejita y le di unos besos en su cuello.
Como había disminuido mucho la velocidad y los chicos en la pick-up ya empezaban a preguntar qué pasaba, reanudé la marcha mientras mi sobrina se examinaba su vagina, me miraba con una sonrisa maliciosa, y miraba también la mancha que había quedado en mi short. Menos mal que nosotros íbamos a llegar antes que el resto de la familia, así que había tiempo de limpiar las “huellas del crimen”.

Historias como esta tuvimos muchas con mi sobrina, pero nunca llegué a penetrarla sino hasta que ella cumplió los 15 años y fue porque me lo pidió. Además, en nuestros juegos y conversaciones nunca llegamos a hablar nada sexual… nada de “qué rica tu verga” o “bebe mi leche”. Todos fueron juegos y situaciones límite que nosotros (o por lo menos yo) las veíamos como nacidas de manera natural y porque aprovechábamos la oportunidad. Supongo que para ella fue un aprendizaje o nada más una fantasía con quien ella tenía confianza. Y tampoco le pregunté jamás si lo hacía con alguien más… no era mi incumbencia y sólo lo sabría si ella me quisiera haber contado.

Princesita, todavía te recuerdo y te amo muchísimo.

Por Franco Maduro

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