viernes, 16 de junio de 2023

Esposa no atendida


Hay veces que suceden cosas muy extrañas y que uno no las había jamás pensado, soy una mujer madura de cincuenta años y algo, y mi marido ha llegado a los setenta, desafortunadamente fue operado de la próstata y perdió todo su vigor sexual. Mi esposo ya no está en grado de cumplir con sus deberes conyugales. Cada vez que yo quiero, él lo intenta, pero su pene no se pone lo bastante rígido. Lo masturbo y se lo chupo, a veces logro que se ponga medio duro y lo monto rápidamente, pero al cabo de un rato se reblandece y se sale de mi vagina, me quedo acongojada y triste. Me ayuda a masturbarme y me quedo tranquila por un par de días, pero como pareja, lo principal tanto para mí como para él, era tener sexo al menos cuatro o cinco días a la semana. Son ya casi siete años que el no tiene una verdadera erección y eyaculación en mi coño


Tengo una vecina que tiene un perro Gran Danés, enorme, somos amigas. Ese perro tiene la mala costumbre de oler el entrepierna de las personas. Hace algunos días acudí a casa de ella con mi hijo por asuntos de la vecindad. El perro se zambulló en mi entrepierna y también olfateo a mi hijo, pero con menos insistencia, cuando regresamos a casa, mi hijo me dijo:

—Parece que se está tirando al perro …

—¡Pero, hijo! … ¿estás loco? … ¡Es un perro! … ¡Un animal! …

—Sí, mamá … pero hay mujeres que follan con su perro … yo creo que ella lo hace …

—¿Lo crees? … ¿Y en que se basa tú sospecha? …

—Ven conmigo, mami … te mostraré algo …

Fuimos a su habitación, se sentó en su escritorio frente a la computadora. Yo me senté a su lado mientras el buscaba no sé qué. Casi caigo de espalda cuando me mostro algunas fotos:

—Mira, mamá … ¿Ves? … hay mujeres que lo hacen con sus perros …

Mis ojos se fueron al inmenso pene gordo y rojizo del animal. No podía creer lo que me estaba mostrando mi hijo.

—¡Hmm! … ¡Qué pervertidas! …

Miramos algunas fotos más y yo quería seguir mirando, pero mi hijo tenía que irse y quería apagar la computadora.

—¡No, Antonio! … déjalo encendido … quiero mirar un poco más tarde …

Apenas lo sentí cerrar la puerta me fui de cabeza a su computadora. ¡Guau! ¡Qué cosas qué vi allí!, pero lo que más me llamó la atención, eran las pijas gigantescas de esos perros. Inmediatamente pensé a mi vecina ¿Haría ella esas cosas?  Ella es tan pequeña ¿Podría su coño con esas pollas enormes?

Toda la semana estuve pensando en ella, luego miré a nuestro perro. Tenemos un Pastor Alemán, había visto su pene varias veces, pero era solo una cosa pequeñita de color rojizo. Cuando estaba en su camita, a veces lo lamía para limpiarlo, pero eso me resultaba del todo normal y nunca me había hecho ideas con eso. Hasta ahora.

Todos los santos días me iba a la computadora de mi hijo a mirar ese sitio de chicas con animales, pues lo hacían no solo con perros, ¡¡Con caballos!!  ¡¡Cerdos!!  ¡¡Asnos!!  Era increíble las cosas que logré ver en esos días y mi coño rebosaba de fluidos como jamás lo había estado.   ¿¿Serán reales esas pollas??  ¿¿Será la polla de un perro tan grande como muestran??

Me encontré más de una vez hablando a alta voz conmigo misma, me hacían enloquecer esas pijas enormes que chorreaban cantidades inauditas de cálido semen.Hasta que me animé a probar con Ralph, nuestro Pastor Alemán.

Ralph estaba acostadito en su cama, me arrodillé frente a él y miré su polla. No vi nada, pero estiré mi mano hacia su cosa. Ralph me miró y se giró de espalda con sus patas abiertas. Acaricie esa especie de funda peluda e inmediatamente me pareció ver una cosita, una puntita aguzada de color rosado a rojizo. Mientras le acariciaba le hablé para mantenerlo calmado, se quedó quietecito y me permitió magrearlo, entonces le dije:

—¡Qué buen perro que eres, cariño! …

La pija que apareció estaba un poco húmeda, pero se sentía ya un tanto sólida, no como la de mi esposo que siempre estaba blandengue y flácida. Con mi otra mano acaricié su cabeza y agarré su polla con toda en mi mano. Muy rápidamente se hizo muy grande y quedé asombrada de la forma en que crecía en mi mano esa esplendida pija de perro. Estaba tan ensimismada y asombrada que ni siquiera me percaté que mis bragas se habían mojado por completo. Nunca mi esposo tuvo una verga tan hermosa, grande y dura como esta.

Por un tiempo, esto se transformó para mí en una especie de droga, era excitante al máximo. Lo hice que se corriera y recogí su semilla en mis manos y una toallita que comencé a tener siempre conmigo. Después de nuestras sesiones me encerraba un cuarto de hora en el baño y toqueteaba mi coño hasta hacerme enloquecer con potentísimos orgasmos. Volvía a tener vida sexual y estaba feliz con Ralph.

Luego una mañana muy temprano, mientras todos dormían me levanté de la cama y me fui a la cocina a por algo de beber. Ralph me había seguido, le vertí un poco de alimento en su escudilla y me senté en la silla después de haber rescaldado un vaso de leche en el microondas, con unos bizcochos del día anterior. Ralph vino debajo de la mesa y sentí su hocico en mis muslos y luego lo empujó hasta mi monte de venus. Lo acaricié entre sus orejas y sentí su tibio aliento sobre mis bragas, se sentía agradable y cálido, me quedé así y vinieron a mi mente las fotografías y videos del sitio porno, mi coño reaccionó con algunas contracciones y producción de fluidos. Se despertó mi libido y me sentí caliente, expectante por saber que haría mi perro, los gruesos labios de mi vagina comenzaron a pulsar y se hincharon ardientes como nunca. Puse mi mano debajo de su hocico y toqué mi coño húmedo y resbaladizo, mis vellos púbicos estaba bañados con la secreción de mi vulva que latía como si mi corazón entero se hubiera trasferido a ese lugar. Deslicé mis dedos por debajo de mis calzones y los humedecí en mis fluidos dentro de la hendidura hirviente de mi panocha, los saqué empapados de mi esencia de mujer y se los ofrecí a mi perro, él rápidamente lengüeteó mis falanges como si estuviera sedientos de esos jugos que emanaba mi chocho. Entonces me saque los calzones y volví a sentarme con las piernas abiertas.

Ralph había retrocedido algunos pasos, pero volvió entre mis piernas y sentí un corrientazo como de millones de voltios cuando su hocico se sumergió en mi coño. Empujo fuerte y comenzó a lamerme ansioso y apasionado de mi vulva encharcada. Su lengua grande y gruesa se deslizaba una y otra vez dentro de mi coño, bañó mis muslos con su saliva, era notable su entusiasmo y avidez por beberse todas mis emanaciones líquidas. Arremangué mi camisón lo más que pude y la parte superior la hice deslizar por mis hombros y metí mis tetas al aire, necesitaba rasguñarlas, pellizcarlas y amasarlas sintiendo la lengua de Ralph en la profundidad de mi ardorosa cuquita.  Me sentía desfallecer con mis piernas bien abiertas, mis glúteos al borde de la silla, mi cabeza hacia atrás y mis manos magreando como locas mis pezones endurecidos, mientras mi adorado perro se comía mi vulva a lengüeteadas exquisitas. Con una mano me sujeté a la mesa y con la otra al borde de la silla cuando me corrí lanzando chillidos de puta caliente, él seguía lamiendo cuando unos chorros salieron disparados de mi coño, por primera vez sentí esas convulsiones que hacía que mis fluidos salieran a borbotones de mi panocha enrojecida y excitada.  ¡¡¡Oh, Dios mío!!!  ¡¡¡Qué orgasmo más divino!!!

Mis tetas me dolían y mis pezones parecían el doble de grandes. Me quedé sin aliento a tragar saliva sin entender todavía las dimensiones de mi orgasmo. Me moví con la intención de levantarme y ponerme mis bragas, pero Ralph tenía otras intenciones, se abalanzó entre mis piernas, empujé mi coño hacia adelante y con mis dos manos me abrí los labios de mi conchita, así él tuvo un rápido acceso a mis rosáceas carnes, entro con su lengua hasta el fondo, ¡oh, Dios!, estaba lista para correrme otra vez, solo bastaron unos segundos y mi cuerpo se estremeció de pies a cabeza, mientras espasmódicas olas orgásmicas me remecieron por completo, no atiné a nada, su lengua barría una y otras vez mis sensibles labios excitados haciéndome dar pequeños respingos de goce.

Estaba en una especie de letargo post orgásmico, cuando sentí sus patas en mis hombros. Mi hermoso perro daba saltitos y entre mis muslos sentí algo húmedo y duro que colgaba allí, era enorme y me hizo temblar ¿Cómo se sentiría esa cosa gordita dentro de mí? Estaba tan sobre de mí que sentía su respiración y sus jadeos en mi cara, ¿¿Qué hacer Dios mío??

Estaba con su cuerpo entre mis piernas y luchaba porque su polla alcanzara mi chocho, me deslicé un poco en la silla y le presenté mi vulva abierta y receptiva, años que no sentía un miembro viril, duro y masculino en mí coño, lo agarré con mi mano y lo metí en mi hendidura mojada, eso se sintió delicioso. Empujó de golpe, sentí su pelaje en mi clítoris y una cosa gigantesca resbaló dentro de mí que casi me desmayo de la impresión. Me retorcí debajo de él y empujé mi coño famélico hacia arriba, su pija llenó toda mi vagina y la sentí profundamente en mis entrañas, su bulto enorme comenzó a crecer aún más y selló mi vulva como un globo, ya yo no podía escapar de él, ni él podía escapar de mí, estábamos pegados por nuestros sexos ¡¡Qué sensación más maravillosa esta verga gigantesca!!

En mi vejez, volví a correrme como cuando era una hembra joven, me parecía estar en un sueño, su pelaje se frotaba contra mi vientre y mis senos y se sentía esplendido, abrí más mis piernas para hacerlo entrar aún más dentro de mí si fuera posible. Me bombeaba a una vertiginosa velocidad, su pija encastrada profundamente en mi vulva, la tironeaba y a ratos me parecía morir con esa sensación de plenitud dentro de mí, después … se vino lo más grandioso.

Lo sentí detenerse y solo las pulsaciones de su verga se sentían en las paredes de mi coño, luego un rio de esperma caliente comenzó a llenar mi vagina, mi matriz, mi útero, su semen rociaba todo dentro de mí, una sopa caliente de su semilla estaba alimentando mi coño en profundidad y mi cuerpo volvió a estremecerse en un cuarto orgasmo delicioso. Yo ya estoy en la menopausia, pero me hubiera gustado recibir esta copiosa leche en mis ovarios para que fertilizara mi huevos. Después supe que nos es posible que un perro fertilizara una hembra humana.

Nos quedamos quietos, yo me abracé a su torso peludo y no quería dejarlo ir, pero la naturaleza actuó y después de una quincena de minutos su enorme pija fue expulsada de mi coño, un mar de esperma salió de mi conchita y se derramó sobre las baldosas de la cocina, con las pocas fuerzas que me quedaban me levanté y limpié todo.

Con pasos tambaleantes me fui al baño gozosa y bien follada, tomé una reponedora ducha y me coloqué mi bata sin nada debajo.Pase por nuestro dormitorio y mi esposo roncaba todavía, me dirigí a la cocina para comenzar a preparar algo para el desayuno y Ralph entró detrás de mí, me giré y le dije:

—No te atrevas a decir nada de esto …

Él olisqueó el aire y vino a mi entrepierna otra vez:

—¡Qué carajo! … ¿Quieres más? …

Pero Ralph sí quería más y empujó mi bata buscando mi coño una vez más.

—¡Oh, no! … sabes qué … seré una buena esposa y te masturbaré … así estarás tranquilo …

Le dije y me acuclillé para alcanzar su polla, jugué un poco con su verga esplendorosa y me comencé a mojar de nuevo. Me senté en las baldosas de mí cocina al lado de Ralph y le sacudí su polla atrás y adelante, con la mano libre toqueteé un poco la caliente rajita de mi panocha y me mojé más y más, y me calenté más y más. Ralph trataba de girarse a lamer mi chuchita, así que abrí mis piernas y le deje lamerme, lo hace tan rico que no podía abstraerme de sus caricias. Lo estaba haciendo tan bien que pensé: ¿Por qué no me pongo de rodillas y él puede lamer mi coño y mi culo a la vez?Así que me puse en cuatro y le ofrecí mi culo a su trabajólica lengua. Pero él hizo algo diferente, saltó sobre mi trasero y apretó sus patas delanteras alrededor de mi cintura. Su gruesa polla se encajonó entre mis glúteos y gotas tibias de su semen cayeron sobre mis nalgas.

Chocó varias veces con mis muslos, pero no lograba centrar mi panocha, lo dejé intentarlo por un rato, miré entre mis piernas y vi su garrote moverse en el aire brillando mojado, no me pude contener, metí mi mano entre mis piernas y la presenté en mi agujero anhelante. Ralph sintió la tibieza de mi coño y dio un salto en adelante y me enterró toda su pija, pero lo hizo tan violentamente que resbaló sobre las baldosas y su pene salió de mi coño resbaladizo. Rápidamente se repuso detrás de mí y otra vez me penetro fuerte con su pene duro como un hueso. Su pene presionó profundamente en mí coño, experimenté un mundo completamente diferente. Un placer desconocido recorrió todo mi cuerpo e inició en mi como una cascada de orgasmos, me corría una y otra vez sintiendo el refriegue de su enorme polla en mis paredes vaginales, me había convertido en una perrita y Ralph era mi macho, mi amante y el dueño del pene más maravilloso que hubiera podido acomodar en mi panocha.

Me embestía frenéticamente y no había ningún malestar ni dolor en mí. Mi coño era de la medida justa para él y follaba mi cueva caliente con facilidad. Sentí que Ralph aumentaba su ritmo y al rato su semen chorreó en las profundidades de mis entrañas. Chorritos de semen comenzaron a escapar de mi estrecha vagina, se detuvo y se apoyó en mi espalda, lo dejé que se recuperara y de repente salto de mí y un aluvión de semen se desparramó sobre las baldosas.

¡Guau!  Que hermoso había comenzado mi día.    Incontables orgasmos y un nuevo pene duro y grande en mi conchita, todo mío. Estaba decidida a continuar a yacer con mi nuevo amante, si es posible, todos los días. Ralph colmará mi panocha en mis últimos años y lo necesito de verdad, el sexo es importante para mí y probablemente para todos. ¿o no?

Por Juan Alberto

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