Aquí puedes buscar dentro de imagenobscura, si no encuentras lo que necesitas pídelo en el chat

martes, 19 de julio de 2022

¡Que acosaran a mi hermana fue el mejor de mis problemas!


Me llamo Sebastián y vengo de una familia no diría pobre, pero si de limitados recursos económicos, de clase media baja, por tanto siempre nuestras vidas han estado llenas de sacrificios. Solo termine el colegio, y posteriormente hice un curso como eléctrico y a mis 20 años salí de casa con rumbo a la capital federal.

Allí conseguí un trabajo modesto que me dio para rentar un pequeño apto y comprar unos muebles. En fin, daba para sobrevivir y ahorrar un poco. Debido a la distancia, hacía en el año 1 o máximo 2 viajes a casa para saber de los míos, así que poco veía a mis hermanos y cada vez que regresaba los encontraba cambiados respecto a la última vez.


En uno de esos viajes encontré a Alexandra ennoviada por 1era vez, a sus 20 años, con un tipo que al parecer, según mi madre, era un bueno para nada y temía porque en una de esas quedara embarazada y echara su vida a pique.

Todo daba para pensar que la convivencia entre mis padres y mi hermana no era buena por culpa del noviecito. Eso fue en diciembre, y en abril mí madre me llamo amargada porque habían descubierto que sus temores se habían hecho realidad: Alexandra tenía 2 meses de embarazo, y como era de suponerse, el noviecito apenas se enteró salió corriendo como vil cobarde.

La situación en casa se hizo más tensa, y lo pude evidenciar cunado volví en diciembre, a pasar las fiestas, y no encontré a mi hermana, que ya había tenido su bebe y había decidido pasar el fin de año en casa de un tío.
El caso es que un mes después mi hermana me cayó de sorpresa en mi apto con su bebita porque había tenido una fuerte discusión con mama y había decidido venir en busca de ayuda de su hermano.

No me quedo otra alternativa que acomodarla en mi habitación y mi dormitorio pasó a ser el sofacama de la sala. Al mes nos cambiamos de pensión, con 2 habitaciones, una para cada uno, y también logre conseguirle un trabajo en la tarde, en una cafetería que atendía a los obreros de una construcción de un gran edificio, donde le permitían llevar a la nenita.

Algo positivo con su llegada fue que alguien se hizo cargo de los quehaceres de la casa, porque siempre me costaba por la falta de tiempo. Alexandra cocinaba, lavaba mi ropa y la planchaba, arreglaba la casa y cuidaba de su bebita.

La convivencia era buena, y solo me inquietaba cuando iba a lactar, pues nada me excita tanto ni despierta mi libido que no sea ver a una mujer lactando. Esta situación siempre me ha incomodado, me pone nervioso y comienzo a temblar como un flan, de modo que cada vez que ella se disponía a esta labor, huía de su presencia para no pasar por mi sintomatología incomoda.

Además hacia algo más de un año que había terminado con mi pareja y no tenía con quien desfogar mi testosterona. Así pasaron unos días hasta que llegue una noche y encontré a Alexandra algo intranquila, como molesta. Quise saber el motivo, y después de tantas vacilaciones de su parte me dijo que había un obrero de la construcción, que quizá juzgando su apariencia provinciana y madre soltera, estaba ofreciéndole que se fuera a vivir con él, y que no perdía oportunidad para insistirle.

Al principio ella lo supo capotear, pero al parecer tanta insistencia le estaba acabando los nervios, y se lamentaba que creyendo en la buena fe del fulano, le hubiera confiado desde un comienzo que era madre soltera. Le dije que renunciara y que buscáramos otra cosa, pero ella se negó alegando que difícilmente en otro lugar le permitirían tener una bebita de pocos meses, y que además solo le permitieran trabajar medio día.

-entonces cuando te vuelva a molestar dile que le mentiste y que en realidad tienes marido, a ver si deja de fastidiar –le dije.

La noche siguiente le pregunte como le había ido, y ella me dijo que le había dicho lo del marido, pero que él no se lo había creído, aduciendo que una mujer no anda diciendo que está sola y que luego cambie de versión tan fácilmente.

Alexandra le respondió a esto que lo había hecho porque no suele confiarle información intima a desconocidos, pero que aun así no le había creído el cuento. Le volví a insistir con el tema del cambio de trabajo, y ella volvió a rechazarlo hasta que no encontrara algo que le ofreciera la posibilidad de llevar a la bebe. Así que le dije que si él llegaba a insistir con otros métodos, me lo hiciera saber para denunciarlo. Ella estuvo de acuerdo.

Fueron días angustiantes teniendo al acecho a un tipo que quien sabe que planes tendría con mi hermana, pero sucedió un hecho que asomo en nuestro auxilio y que apareció donde menos lo esperábamos.

Paso que a los pocos días, cuando Alexandra ya llevaba 2 meses conmigo, que un compañero de trabajo me invito a la fiesta de 15 de su hija. Le dije a mi hermana que iría si me acompañaba, pues no soportaba la idea de ir solo, y ella aceptó encantada.

-pero el caso es que no tengo mucho para ponerme para una fiesta de esa clase –me dijo.

-no importa, mañana sábado vamos y compramos algo que yo tampoco tengo mucho de elegir.

Al día siguiente salimos y lo primero que compramos fue un cochecito para mi sobrina, y a ella le compre una chaqueta azul marina y una blusa blanca de tirantes con escote.
Mi hermana estaba feliz y me lo agradeció con un abrazo y un beso.

Y yo también estaba a gusto de su felicidad, que le ayudaba a olvidar en algo al depredador del trabajo.
Luego le di otros billetes y le dije que se comprara lo que le hiciera falta, intuyendo que quisiera algo más íntimo. Ella dijo que era suficiente, pero yo le insistí diciéndole que quería que estuviera como una reina. Ella sonrió y finalmente acepto y la deje sola mientras yo iba por mis compras, un pantalón y una camisa. Cuando llegamos a casa le pregunte que si al fin había comprado algo. Y ella, algo avergonzada, me enseño unas medias dentro de su empaque.

-y una braguita –agrego sonriente-.
¿Quieres verla?
-qué va.
Eso es tuyo, no mío. Ella volvió a abrazarme y me agradeció por los regalos. 

El día de la fiesta Alexandra se esmeró por arreglarse. No puedo decir que tiene un rostro de reina, ni mucho menos, pero tiene su propia belleza, sobre todo su cuerpo, que a pesar del embarazo se mantenía bien, y en conjunto sus 1.64 cms de altura armonizaban con sus curvas de madre joven.

Se había soltado y alisado el cabello que caía debajo de los hombros, un ligero brillo de labial se le veía en sus labios, y se había arreglado las uñas. Se le veía bien la ropa nueva, en especial la blusa que se ajustaba muy seductoramente a su pecho, y la minifalda negra no mostraba barriguita de madre. Solo al anfitrión de la fiesta le había hablado de ella, pero sin referirme a nuestro parentesco, por lo que a los demás éramos completos desconocidos.

La fiesta marchaba sin contratiempo, y poco después de la cena nos encontrábamos en una de las mesas viendo bailar a las parejas, cuando Alexandra de pronto se acercó para hablarme al oído debido a la bulla de la música y la gente.

-a que no adivinas quien está aquí.

Yo hice un gesto de interrogación.

-ves ese tipo de traje gris –y me indico un grupo de hombre que estaba junto al dj.

-¿el que tiene patillas de charro?
-el mismo.
Ese es el tipo del trabajo.

Vaya casualidad que el fulano que molestaba a mi hermana estuviera en la fiesta. Me lo quede mirando un poco, y más que pensar en hacerle un reclamo, se me ocurrió una idea que comenzó a dominar mi cabeza.

-parece que hoy es tu día de suerte –le dije a mi hermana, que amamantaba a su bebita.

-¿a qué te refieres?
-a que tienes una bonita oportunidad de hacerle creer a ese patán de que evidentemente estas comprometida con alguien.

Ella se extrañó.

-¿y cómo?

Y tal vez cegado un poco por la rabia que me provocaba aquel tipo, no alcanzaba a analizar con profundidad lo que estaba a punto de proponerle a mi hermana.

-pues vamos a actuar como pareja para que se coma el cuento y deje de molestarte de una vez por todas.

-pero no creo que viéndonos juntos, sentados en una mesa, se coma el cuento que somos pareja –dijo ella algo nerviosa.

-pues si hay que besarnos, nos besamos –le dije sin considerar la dimensión de mis palabras, y sin apartar la vista del tipo. No la vi, pero sé que Alexandra me estaba mirando como si hubiera perdido el juicio.

-Sebastián… ¿estás seguro de lo que me estás diciendo?

Entonces me volví hacia ella, a un palmo de distancia.

-claro.

A menos que no te guste la idea y entonces tengamos que buscar alguien más que nos ayude y pose como tu pareja.

-en verdad, Sebastián, ¿es necesario todo esto?
-no sé, dímelo tú.
¿Quieres que ese tipo te deje de molestar?
-claro que si…
-entonces no veo de que otra forma lo puedas hacer si no aprovechas esta noche. Y sabes que los hechos son más persuasivos que las palabras. Ahora bien, si no quieres que pose como tu pareja, le decimos a alguien y ya. Así que dime si seguimos con esto o tienes otra idea.

Ella se quedó pensativa un rato, y después me dijo resuelta que siguiéramos, que era un buen plan para deshacerse de él. Le dije que si le conseguía el marido falso, y ella me dijo que de darse besos con un desconocido, a su hermano, se quedaba conmigo.

-eso sí, tendré que tomarme un trago porque no será nada fácil hacerlo.

-pero estas lactando.

-no importa, no pasara nada siempre y cuando no me tome la botella.

Por lo general no suelo beber alcohol, pero al igual que mi hermana, necesitaba de por lo menos un par de whiskys para llevar a cabo el plan. Así que cuando el mesero volvió a pasar con el trago, mi hermana le arrebato el primer vaso y yo el 2do.

Luego, cuando bajo mi rabia, me di cuenta del alcance de mi plan, pero seguía convencido que era bueno y que ya no había marcha atrás. Alexandra quiso saber cómo íbamos a actuar, y le dije que la mejor oportunidad era salir a bailar cerca de donde él estaba, y besarnos entonces, mientras tanto acercamos nuestras sillas y le eche el brazo para actuar más creíble. Ella apoyo su cabeza en mi hombro y así se quedó un buen rato, fingiendo ser una pareja unida. Además no había peligro de que alguien nos conociera, al estar lejos de nuestro pueblo y de nuestros conocidos.

-esto es lo más loco que voy a hacer en mi vida, pero estoy decidida a hacerlo –dijo Alexandra divertida.

Le dije que yo también, pero que bien valía por ella, y le dije que no podía ser tan malo pensar en algo pecaminoso como darle un beso a alguien que conoces y quieres. Ella estuvo de acuerdo y se quedó más tranquila al respecto, agarro mi mano izquierda y entrelazo mis dedos a los suyos, y su trago termino de hacer el resto.

Cuando vimos la oportunidad, le pedimos el favor a una abuela, que nos acompañaba en la mesa, que nos cuidara la bebita. Ella acepto encantada. Yo lleve a Alexandra de la mano a la pista, pues no me había soltado, y nos ubicamos de tal manera que quedáramos expuestos ante la mirada del tipo que continuaba junto donde estaba el DJ. Inmediatamente me pude dar cuenta que el fulano deparo en nosotros, y se lo hice saber a ella, quien también ya lo había notado. Comenzamos a bailar, y era evidente nuestros nervios a flor de piel, con mi corazón agitado y nuestras manos sudorosas. Alexandra permanecía con una risita nerviosa, y a veces se me quedaba mirando hasta que algo de pudor la obligaba a bajar la mirada.

-tú me dices cuando lo hacemos –me susurro seductoramente al oído, con su aliento cálido que parecía quemarme la oreja.

El caso fue que termino la canción y no me llene de valor para dar el siguiente paso, y entonces sonó un romántico merengue de Juan Luis Guerra, de esos para bailar muy juntos, y acudió oportuno en nuestro auxilio.

Le pedí a mi hermana que me rodeara el cuello con sus brazos mientras yo hacía lo propio extendiendo mis brazos por su delgada cintura. Fue mágico, porque al sentir su cuerpo junto al mío, mi excitación sexual se disparó como una flecha y me sentí más desinhibido. Metí mi pierna entre las de ella para estar más compenetrados, y mi hermana lanzaba breves gemidos que me indicaban su naciente excitación. Con el rabillo del ojo vi que el tipo no nos quitaba el ojo de encima, y le susurre a Alexandra que era el momento.

Y así nuestros labios se unieron en un 1er beso de algunos segundos, algo torpe, que fue mezcla de nervios, tensión y deseo. Eso termino de empalmarme, y al separar nuestras bocas Alexandra apoyo su cabeza en mi hombro y me apretó con fuerza. Antes que terminara la canción volvimos a hacerlo, y esta vez duro hasta que termino la canción.

La invite a regresar a nuestra mesa, pero me sorprendió que ella quisiera bailar otra canción, y más sorprendido aun cuando fue ella quien tomo la iniciativa al buscar mis labios, esta vez con un beso más apasionado, franco, dispuesto, y nada fingido, si se quiere. Sus labios delgados parecían un almíbar que conquistaba mi boca, y de pronto metió su lengua que fue mi locura. Tal seria el nivel de excitación que tenía, que me olvide por completo del tipo. Luego regresamos de la mano a la mesa, y cada nada volvíamos a la pista y nos dábamos unas morreadas de infarto. A esas alturas mi pene ya había botado bastante lubricante, y era inevitable que ella no sintiera mi erección, hasta que me dijo: “como que a mi amorcito se le está despertando su amiguito”.

-lo siento, Alex, pero no soy de piedra, que hago.

-no importa, hermanito –me susurro-, porque tú también me has puesto cachondita. Tus besos me prenden, pero ahora tu mujercita quiere ir al baño, ¿me acompañas?

Salimos al exterior del recinto, ante la mirada de fastidio del fulano, y cuando mi hermana salió del baño yo me quede recargado contra la pared, pensando en toda la calentura que me provocaba ella, quien al ver que no la seguía, me dijo “que esperas, vamos”. Yo estaba que ardía por sexo, y mi mirada lasciva se lo decía. Extendí mi mano y le dije “ven”, y ella sonrió nerviosa al tiempo que se mordía el labio.

-que quieres, vamos –decía provocativa.

-solo acércate.

Obedeció, y al darme la mano la atraje rápido hacia mí y le di un beso desesperado, con locura, sin importar la gente que pasaba.

-se me está saliendo esto de las manos, Alex –le dije agitado.

-a mí también.

Callamos y nos abrazamos para recuperar el aliento. Entonces al poco ella volvió a romper el silencio.

-y si nos vamos de aquí y por esta noche me sigues tratando como tu mujer, ¿te gustaría? –me abrazo más fuerte y agrego-.

Te has portado tan bien en todo este tiempo conmigo, que me gustaría bajarte esa calentura que tienes, así me condene la gente.

-¿en verdad lo quieres? –le pregunte al borde de la felicidad.

Ella asintió y volvió a besarme con deseo. Recogimos el coche con mi sobrinita, nos despedimos de mi amigo, y salimos en busca de un taxi desesperadamente.

Camino a casa mi hermana volvió a lactar a la bebita, a fin de ponerla a dormir tan pronto llegáramos.
De vez en cuando volvíamos a besarnos como cualquier pareja, y eso nos provocaba risas por la osadía de nuestra propia picardía. Al llegar mi sobrinita ya había vuelto a dormirse, y tan pronto la acomodó en el coche, mi hermana se acercó a la puerta, donde me encontraba, y dándome besitos me dijo sugestivamente “como eres mi esposito, quiero que me hagas el amor y me folles toda la noche”.

Fue diciéndome eso y cerré la puerta y la apreté contra la pared, dándole tremendo morreo mientras mis manos le subían la minifalda a la cintura y le acariciaba y apretaba con furia sus bonitas nalgas, mientras ella me quitaba el saco y la camisa y me aflojaba el pantalón para acariciarme mi pene que estaba como un asta. Luego me separe un poco y le saque la blusa por encima, y fue impresionante la imagen que me tope, con esas dos hermosas tetas que amenazaban con salir del brasier blanco de encaje. Cuando veía a mi hermana con blusa o camiseta, apreciaba sus senos de cierto tamaño, pero ahora que los tenia de frente me parecían más grandes que cuando están ocultos bajo la tela.

Se le veían congestionados, y sus pezones se enfilaban bajo el encaje. Con manos temblorosas traté torpemente de zafarle el broche, pero mi hermana al ver mi ansiedad me sacó del apuro. Al quedar al descubierto sus senos enormes, me impresionó el tamaño de la areola marrón, como de 7 u 8 cms de diámetro, granular, seductora, exquisita, pero lo que más me impresionó seductoramente fueron sus pezones. Para tener 21 años mi hermana, y su 1er bebe, tenía unos pezones gordos y largos, poco habitual comparados con los de otras mujeres.

Uno de los pezones descargaba leche que ella se apresuró en tapar con la mano, pero yo se la retire y me prendí de el como un infante. Estaba alucinado mamando del pezón, sintiendo que chorros y chorros de leche llenaban mi boca a propulsión, mientras mi hermana no dejaba de sobarme el pene en medio de sus gemidos de placer.

Inconforme con uno, solté el pezón y me pegue del otro que ya goteaba y soltaba chorritos de leche producto de la excitación de mi hermana. Al poco ella se contrajo, temblándole las piernas en lo que fue un par de orgasmos seguidos. Debilitada de placer, la levanté y la dejé sobre la cama, terminé de desnudarme y me abrí campo entre sus piernas, le quité la falda, y vaya sorpresa la que me lleve.
Llevaba puestas las medias negras que se había comprado, que eran de ligas, algo inusual en una muchacha de pueblo, y también llevaba una tanga blanca de encaje, muy fina, de las que me ponen a volar, y a través de la tela se transparentaba su selva negra, cosa que me puso a mil porque siempre me han gustado bien peludas.

-te gusta la tanguita que compré con lo que me diste.
-por supuesto, te vez divina.

Le sobé la panochita por encima de la prenda, y me topé con tremenda mojada. Lleve mis dedos a la nariz y aspiré sus feromonas que despertaron del todo mi instinto animal. Alexandra reía de verme.

-vez, mi amor, como me has puesto esta noche.

Y sobando sus muslos llegue a su cintura y le arrastre la tanga, y ver esa conchita bastante peluda que me llamaba, me tiré de cabeza y comencé a mamársela con deseo lo que le provocaba prolongados gemidos y fuertes contracciones. Sus jugos eran dulces como su leche, y le abría bien su cuevita para bombearla con mi lengua.

-me vengo, papacito, me vengooo no puedo más, no pue….

Y se pegó una corrida que llenó mi cara y me tragué todo lo que aparco en mi boca, toda esa delicia de sexo. Y fue tanto su placer, que mientras ella seguía agitada por los espasmos, levante a mirarla y vi sus tetas erguidas como montañas y sus pezones erectos aventando leche como fuentes. Aquel espectáculo provoco que me tirara sobre ellos para apagar la fuente láctea, y al poco volvimos a besarnos en una mezcla de leche y fluidos, completamente embriagados de pasión. Luego ella me devolvió el favor haciéndome una mamada de lujo hasta que me hizo correrme en su boca.

-es rico tu semen, papacito –decía lasciva-, pero voy a refrescarme la boca y seguimos.

Al regresar nos dimos una modorra con lengua y luego hicimos un 69 hasta que ella consiguió otro orgasmo con regada de leche, cuando ya mi palo estaba erecto de nuevo.

-que grande lo tienes, papacito, mucho más que el que me desvirgó.

Entonces se acostó abriéndose de piernas, con esa conchita mojada e hinchada por la congestión sanguínea, y me pidió, a modo de súplica, que se la clavara, que la estaba deseando como loca. Recordé entonces que no tenía condones y se lo hice saber.

-no importa, papacito, hagámoslo así. Si fueras un desconocido me protegería, pero sabemos quiénes somos como para que no me quieras follar a pelo.

Tenía mucha razón y me sentí un poco avergonzado ante la mujer deseosa de mí que tenía al frente. De modo que me metí entre sus piernas en posición de misionero, y mientras nuestras lenguas se enredaban mi pene fue buscando su cuevita, y como no atinaba de la desesperación que me invadía, mi hermana lo agarró y se lo restregó en la entrada antes de dejarlo ir de una buena vez. Ella soltó un gemido de complacencia apenas lo sintió resbalar hasta el fondo, sin problema, ante la abundancia de nuestros fluidos.

-ayyyyyy, papacito, como deseaba tanto esto.

Yo tampoco pude reprimir un gemido de satisfacción al sentirme dentro del conducto caliente de mi hermana, que lo tenía estrecho y jugoso. La sensación era diferente a las experiencias pasadas, siendo más excitante, delirante, fogosa e inmejorable. Era evidente que lo prohibido tenía mucha más carga de placer contenido. Nuestras bocas volvieron a juntarse con desesperación al compás de las embestidas que le estaba propinando a mi hermana, dejándoselo ir hasta el fondo en cada embate a pesar del largo de mi miembro, sin presumir.

El placer era tan intenso para los dos, que sentía como su vagina se contraía apretando mi pene, y al poco Alexandra se contorció al sentir una seguidilla de orgasmos que apenas le daban tiempo para respirar, pero parecía que no era suficiente porque no dejaba de pedirme más y yo sabía que no duraría mucho.

-me vengo, mamacita, me vengo…
-hazlo, pero dentro de mí. Lléname con tu leche que quiero sentirte.

Fue dándome su aprobación y me descargue como nunca lo había hecho, algo totalmente sin igual, sintiendo que me vaciaba por completo, y era tanto el placer que seguí bombeando y pronto volví a recuperar la erección. Luego ella me pidió que la dejara encima, y semejante excitación tenia, que sus tetas volvieron a tirar leche como regaderas, lo cual aproveche para decirle que se encorvara un poco para mamar de sus tetas hermosas, alternándome sus pezones hinchados que parecían fuentes imparables.

De ese modo ella volvió a tener otro orgasmo, dejándose caer sobre mí sin que dejara de clavarla un instante, y volvimos a unir nuestras bocas con sabor a su rica leche, hasta que conseguimos un orgasmo simultáneo que nos provocó largos quejidos.

Mi hermana apenas tuvo tiempo de volver a amamantar a mi sobrina para seguir con lo nuestro hasta que nos dieron las 4 de la madrugada dándole a la cogida que siempre terminaba dentro de ella. Fue lo mejor que me paso hasta entonces, y también para ella, me dijo luego, pues nunca se había venido como lo hizo entonces.

Los días siguientes nos sentíamos mal, avergonzados, y nos dirigíamos la palabra para lo suficiente, hasta que una semana después ella me dijo que el tipo la había dejado de molestar y que nunca olvidaría lo que hice por ella. Entonces me abrazo, y al separarnos, nuestras miradas se quedaron conectadas por algunos segundos, sin decirnos nada, y en los ojos de cada uno podíamos vernos el deseo intacto, a flor de piel.

-quiero que me sigas cogiendo porque creo que me estoy enamorando de ti, y a pesar de que sé que esto carece de toda lógica, no dejo de pensar en lo rico que me hiciste pasar la otra vez –dijo luego Alexandra.
-esto es una locura, Alex, pero a mí también me pasa lo mismo y no dejo de pensar en ti a cada instante.
-entonces trátame como tu mujer mientras esté acá, que si los dos estamos de acuerdo, que nos importa lo que piense el puto mundo.

Y volvimos a coger con todo el morbo que nos producía tratarnos como esposos, que además alimentaba el fuego del deseo que nos consumía. Estábamos tan calientes que no nos importó no tener condón al alcance, y aunque eyacule las 2 primeras veces por fuera, en la 3era pudo más el deseo y lo hice dentro de ella, porque así también ella lo quería al pedírmelo con delirio.

Estar sin ella era una tortura, y todos los días no veía la hora de salir del trabajo para estar entre su sexo jugoso y dispuesto, porque también ella me decía que le pasaba lo mismo. Todos los días, sin excepción, llegábamos a coger, y siempre terminaba dentro porque ella me dijo que la lactancia le ayudaba como método anticonceptivo natural hasta los 6 meses, pero una vez se cumplió el tiempo no hubo poder que nos parara y un mes después quedó embarazada, así que por mi dosis diaria de leche materna no me quede varado por un buen tiempo.

El embarazo transcurrió muy bien, y hasta el 9º mes estuvimos follando como locos. Tuvimos una nenita sana, afortunadamente, y nos costó mucho la abstinencia postparto, pero mientras tanto ella me hacía sexo oral y yo le provocaba sus orgasmos mamándole las tetas más llenas de leche que nunca. Cuando nuevamente volvimos a estar juntos recuperamos el tiempo perdido a mañana y noche, y 8 meses después del nacimiento de nuestra bebe ella volvió a quedar preñada, esta vez de un niño que también nació saludable.

Ha sido el mejor sexo que he tenido en la vida, con unas corridas súper intensísimas que jamás nos imaginamos experimentar, porque en definitiva si lo haces con alguien con quien tienes lazos de sangre de 1er grado, esto tiene un valor extra que no se explicar, y es por eso que no dejamos de hacerlo cada vez que nos deseamos, y por eso mismo decidimos que queríamos estar juntos el resto de nuestras vidas, y ahora actuamos como la pareja que somos, y la presento como mi mujer y ella hace lo propio.

Nunca vi a mi hermana con otros ojos que no fueran diferentes de los de una relación de hermanos, jamás paso por mi cabeza incurrir en el incesto, pues ni un mal pensamiento tuve hacia ella o con cualquier otra mujer allegada a la familia, pero este inconveniente cambio mi percepción hacia ella, y de no ser por el no anduviéramos en la que andamos, amándonos con la buena carga de sexo inolvidable.

A nuestra familia aun no le hemos dicho nada por el temor que nos genera que se sepa la verdad, pero nos estamos llenando de valor para que tarde o temprano lo hagamos. Ellos siguen pensando que ella sigue conmigo porque ha conseguido trabajo y nos hacemos compañía, y cuando hemos ido a visitarlos guardamos las apariencias y les hemos hecho saber que los bebes ella los tuvo con un compañero de trabajo al que no le gusta viajar.

En estos 3 años casi no ha habido día que no estemos cogiendo porque el deseo nos mata, como si se tratase de una adicción, al punto que lo hemos hablado y entre risas nos preguntamos si es normal que esto pase. Ahora está planificando porque de haber seguido como íbamos, ya tendríamos uno más, por lo menos. Nuestro amor es intenso, nos ha unido, y estamos planeando que este planificando por 5 años porque queremos encargar por lo menos otros 3 hijos. Mientras tanto la sigo cuidando, porque son 4 bocas las que tiene que alimentar con su rica leche que desde entonces no se ha secado.

Anónimo

No hay comentarios:

Publicar un comentario