viernes, 13 de octubre de 2023

Las niñas de mi barrio, Parte 3


¿Cómo inició todo?

Tengo que aclarar que yo solo actúo como simple narrador, no intervengo en ninguna parte como protagonista de nada. Solamente me remito a los hechos y la historia no se trata de mí, se trata de las niñas.

Pasaron varios días y no volví a ver las hermanitas. Tenía muchas preguntas y no sabía cómo preguntarles.

Las cosas se dieron naturalmente y una mañana estaba jugando en la calle con mis amigos y amigas de la cuadra y aparecieron Anita y Pili. Yo no era capaz de mirarla a los ojos, pero Anita se me acercó e intenté preguntarle por lo que yo había visto. Quería saber todo y Anita me dijo que necesitábamos tiempo y un lugar tranquilo para que ella me narrara cómo llegó a lo que vi personalmente.


La historia de Ana

La historia comienza en su casa con su padre y su madre. David, el padre de Anita es un señor de 36 años, alto, muy alto casi 1,90 de estatura, flaco, de piel blanca, barbado. Muy trabajador y casi siempre está ausente por sus compromisos y viajes nacionales e internacionales. Profesional y de buen vivir. Casi siempre está ausente. La madre de Anita, una mujer de 33 años, muy bonita y también profesional. Una mujer, Adriana, también de piel blanca, de unos 1,69 de estatura, con rasgos faciales muy finos y también muy trabajadora. Esto hacía que las niñas estuvieran a cargo de una joven que les hacía las labores domésticas todo el día. La poca presencia de sus padres y la confianza de que en la cuadra las niñas estarían bien hacía que las cosas sucedieran.

Las cosas empezaron a suceder cuando Anita cumplió los 8 años. A David, el papá, le gustaba tomar licor cuando llegaba a la casa después de días de ausencia y podía relajarse. El problema era que al señor David el alcohol lo convertía en otra persona; no era que se volviera violento, no, por el contrario se volvía demasiado cariñoso y fue así que cada vez se fue volviendo más cariñoso con Anita y Pili. Las abrazaba, las tocaba un poco más de lo normal. Obviamente las caricias no eran tan atrevidas pero abrazaba y les daba muchos besos y algún roce excesivo. Les acariciaba las nalguitas y ponía sus manos en sitios donde su mami les había dicho que nadie podía tocarlas. Pero como era su propio padre las niñas pensaron que todo era normal. Esto solo sucedía cuando su papá tenía tragos en la cabeza, nada más. Cuando no estaba así, se comportaba normalmente, cariños y abrazos normales. Este cambio también lo notó su esposa pero ella no decía nada.

Cuando estaba tomando licor en la sala de casa, la niñas corrían para sentarse en su regazo y él las dejaba. Solo era la competencia entre las dos para ver quién llegaba primero y se sentaba sobre su papá. Esta situación hizo que Anita que era la mayor siempre o casi siempre lograba sentarse primero sobre su padre. A David le gustaba ese juego pero empezó a presentarse el problema de que su verga se paraba y se apoyaba sobre el culito de las niñas. Como las niñas no decían nada pues el juego seguía. Las niñas sentían la presión de la verga del papá en sus culitos. De alguna manera ese juego se volvió rutina. Ver a su papá tomando y era la hora de subirse encima, pero era encima de la verga del padre. Claro, ellas no sabían nada de vergas o cosas por el estilo pero igual les gustaba la sensación. Alguna vez que David estaba algo pasado de copas, David empezó a acariciar las piernas de la niña y como la niña abría las piernitas, él sin pensarlo puso su mano encima de la vaginita de Anita y presionó un poco a lo que la niña solo emitió un pequeño gemido como de gusto, así siguió una buen rato, pero tuvieron que detener las caricias por la presencia de Pili. Pero Pili no era boba y le dijo a su papá que ella también quería jugar. La cosa terminó en que Adriana, la mamá, llamó a las niñas que ya era hora de acostarse.

La situación se repitió varias veces con Anita y también con Pili. Se volvió una pequeña pelea entre las niñas cuando su papá estaba tomando, la que se subiera primero.

Las caricias no se subían de tono, solo caricias encima de los calzoncitos y manosea a sus vaginitas, eso les encantaba a las niñas. Cuando su papá estaba en casa Anita le decía a su papá que si le llevaba una cerveza o le servía algún trago. No siempre el papá quería beber, pero las niñas sabían que si el papá estaba tomando el juego iba a suceder.

Anita cumplió los 9 años y el papá, a ella, solo a ella ya le había tocado su vaginita por debajo de los calzoncitos. Ella amaba esa sensación tan especial. Las niñas alguna vez intentaron hacer los mismos juegos con su papá sin que este tuviera licor encima pero el juego no se producía, David las rechazaba sin violencia, pero no dejaba que las niñas jugaran de esa manera.

Ya a los 10 años de Anita, los juegos eran un poco más intensos. Pili se sentaba en el piso alrededor de una mesa de centro mientras veía TV y Anita encima de su papá abriendo de una vez las piernas para darse acceso a las manos de su padre. David ya mareado con sus tragos solo atinaba a manosear a su hija, a veces era muy brusco y ella le decía que fuera más suave, pero él no prestaba atención y trataba de meter un dedo bruscamente. Igual Anita estaba feliz, se dejaba hacer al tiempo que sentía la verga de su padre bien dura en su culito. Mientras su papá la tocaba ella se balanceaba de un lado para el otro hasta que sentía que se iba a orinar y claro se orinaba un poco. Entonces era el turno de Pili.

Sucedió que Adriana, la mamá de Anita y Pili tuvo que viajar por a otra ciudad ya que su abuelita estaba muy enferma y se iba ausentar por un mes. Acordaron que se llevaría a Pili con ella y así no le quedaba tanto trabajo a David. Pili se iría con su madre mientras Anita se quedaría en casa con su padre y al cuidado de la joven que hacía las labores domésticas. En esos días David estaba de vacaciones forzadas por un accidente laboral y estaría en casa. Anita se sentía feliz de quedarse prácticamente a solas con su padre.

El primer día solos decidieron darles unos días libres a la joven que les ayudaba en la casa y se solucionarían por si mismos. David se sentía contento de poder pasar unos días de descanso y dormir hasta tarde. Fueron de comprar al supermercado con su hijita y compraron provisiones para varias días, lo mismo que licor. La joven que les ayudaba les había dejado preparada la cena. Cenaron temprano y Anita salió a jugar con su amigos de la cuadra. Cuando ay estaba oscuro Anita decidió que ya era hora de entra a la casa. Al entrar vio a su papá sentado en el sofá de la sala tomándose un whisky. Enseguida la llamó y ella corrió hacia él y como de costumbre la niña se subió encima de su padre. Estaban solos y tenían todo el tiempo. La niña se sentó encima de la verga de su padre y empezó a moverse como acostumbraba, David las tomaba por la cintura y sonreía, se notaba que ya había tomado algunos tragos y estaba contento. Empezó el juego.

Con las piernas abiertas la niña sintió cómo su padre pasaba las manos encima de sus piernitas como acariciándolas, al notar que sus piernas estaba abiertas no dudó en pasar a tocar la vaginita de la niña por encima del calzoncito. La nena sin dudarlo se bajó de encima de su padre y por cuenta propia se quitó los calzoncitos. Trato de subirse otra vez encima de su padre pero esté le dijo que mejor se subieran a la habitación de él y allí estarían más cómodos.

Anita emocionada se levantó rápidamente y subió las escaleras de la casa directo a la habitación de sus padres. David le dijo que ya subía que iba a tomar algunas cosas y subirlas. Recogió el whisky, hielo, agua, algunas fresas, queso y algunas otras cosas.

David ya estaba bien entonado con el licor y su cerebro ya no funcionaba correctamente. Fue subiendo y la niña le gritaba que se apurara. Al llegar a la habitación vio a su hija acostada en la cama. Se acostó al lado de ella e inmediatamente la niña se subió encima de él pero esta vez de frente, acostada encima de su papá. David la abrazó y sus manos enseguida se posaron en los glúteos de las niña. La niña se acomodaba de tal forma que su vagina quedara a la altura de la verga de su padre, se movía de manera que pudiera sentirlo bien. David le manoseaba los glúteos debajo de la faldita pero encima de los calzoncitos. Cada mano apretaba una nalga al mismo tiempo. Le dijo: “Mi amor, quítate la falda, mejor quédate solo en ropita interior”. La nena salto de la cama y se fue quitando la faldita y su camisita, quedó solamente en sus calzoncitos blancos. Se notaban sus pezoncitos rosados pequeños pero ya prominentes, como limoncitos. La chiquita se volvió a subir encima de su padre, pero esta vez David la acomodó de manera que su boca buscó los pezoncitos de la niña. Eso nunca lo había hecho. Era la primera vez que su padre la besaba ahí al tiempo que le agarraba las nalguitas. Al sentir los labios de su padre en sus pequeñas téticas sintió un placer que la hizo gemir como tampoco lo había hecho. Sintió el corrientazo e inmediatamente su vagina comenzó a humedecerse e inflamarse. David le pesaba la las manos por la colita y las apretaba mientras chupaba sus pezoncitos. Agarraba una nalguita y la separaba de la otra, todo encima del calzoncito todavía. Le pasaba unos dedos entre las piernas y tocaba su vaginita, presionaba suavemente y notó la nena estaba bastante húmeda, paso un dedo entre los calzoncitos para tocar su vaginita humedecida y comprobó los líquidos que salían incontrolablemente, luego se los llevó a la boca, se chupo el dedo que antes había estado en el lugar sagrado. David estaba ya descontrolado, el sueño de un pedófilo.

Anita, tenemos todo el tiempo del mundo, quiero comerte toda” le dijo
Si papi yo quiero, yo quiero, sigue por favor.
Mi amor me haces muy feliz.
David se hizo a una lado y le fue bajando los calzoncitos a la nena, le quitó la prenda y se la llevó a la nariz para oler el aroma de niña excitada. La niña lo miraba un poco extrañada. La colocó boca arriba en la cama y le separó completamente las piernas, la imagen no podía ser más excitante. La niña con las piernas completamente abiertas y un poco dobladas, la vaginita un poco hinchadita pero su cuevita estaba abierta, los labios separados dejaban ver una pequeña vagina húmeda. No perdió tiempo agarró una almohada y la colocó debajo de las nalgas de la niña y de esa manera quedaba más cómodo el cuerpo de la niña a su disposición. Se inclinó y acercó su boca a la cuquita de su hijita, la miró, la olió y sin perder tiempo pasó su lengua por la vaginita, involuntariamente las caderas de la nena subían un poco más como queriendo que su padre se comiera ese tesorito. Pasaba la lengua de abajo hacía arriba, pero al pasar por el lugar del clítoris inmaduro de la pequeña, la chiquita sintió una molestia y un poquito de dolor por la caricia un poco brusca de su padre. David le pidió perdón y siguió pasando la lengua, abriendo el surco vaginal, separando los labios también inmaduros de la pequeña, sin embargo la nena estaba en el placer jamás imaginado. La lengua de David trabajaba ese soñado huequito y tratando de entrar ella, lograba meter un poco, y volvía a recorrer toda la vaginita, la nena gemía y gemía.

Papá creo que me voy a orinar, papá
Hazlo mi amor, hazlo…
No papi vamos a mojar todo
Hazlo, no hay problema, limpiamos todo después…
La lengua entraba y salía y en ese recorrido hacía presión en la pared superior de la vaginita. Eso fue el detonante del mejor orgasmo infantil que la nena había tenido hasta ese momento. Sin avisar una orina salió disparada hacía la cara de su padre que sin pensarlo abrió la boca, al mismo tiempo de la vagina salía un poco de liquido blanco hacía abajo. David con la boca abierta recibió la orina de la niña e inmediatamente volvió a chupar a la niña y medir el placer que le estaba proporcionando la nena convulsionó y quedó como desmayada. La nena había tenido un multi orgasmo. David seguía chupando hasta que se dio cuenta que su hijita ya no respondía. La dejó así como estaba y se retiró un poco para que se recuperara al tiempo que observaba la escena maravillosa.

No podía creer lo que acababa de pasar, pero estaba fuera de si y quería más, mucho más. Se levanto de la cama, fue por unas toallas grandes y las colocó encima de la cama al tiempo que se desvistió, Su verga estaba al máximo, brotaba mucho liquido preseminal y su verga apuntaba al cielo.

La niña completamente desparramada encima de su cama se recuperaba poco a poco, con su carita enrojecida y su respiración agitada.

David de pie junto a la cama la miraba, ella lo miró y vio la verga de su padre por primera vez de esa forma, directamente y muy cerca de su rostro. Anita no había tocado la verga de su padre nunca. Pili si lo había hecho y Pili si se lo había chupado, pero Anita no sabía nada de eso, porque ellas poco hablaban de esas cosas.

Anita, ¿te gustó mi amor, estás bien?
Si, papi, estoy bien, solo que fue muy extraño lo que sentí
Tranquila mi bebe, no pasa nada, todo va estar bien y lo que pasó es que tuviste algunos orgasmos y vas a tener muchos más, ¿te gustó?
Si papi, me gusta mucho lo que haces.
Bueno mi chiquita, ahora es tu turno.
La niña no entendía pero David le señalaba su verga y le indicó que la tomara con las manos. La verga de David no era de tamaño monstruoso como se describe en la mayoría de los relatos, era una buena verga, normal, de unos 17 cms y de ancho unos 4 o 5 cms.

Las manitas de la niña se posaron alrededor de la verga de su papá. Con su propia mano la fue guiando para que la agarrara de forma adecuada. La niña estaba impresionada pero maravillada al mismo tiempo. Le fue indicando como tocarla y como manipularla, de abajo hacía arriba. La niña hacía lo que su padre le indicaba.

Papi es suavecita y está muy caliente y muy dura.
Si mi niña se pone así cada vez que la tocas y se puede poner más dura cuando le des besitos y la chupes.
Yo nunca lo he hecho papi
No te preocupes mi amor, para eso tenemos tiempo, Pili si lo ha hecho ya
Anita no lo podía creer su hermana ya se la había chupado a su papá y no le dijo nada. Para no quedarse atrás Anita empezó a darle besitos a la cabeza de la verga. David le fue indicando y la animó que metiera la punta en su boquita como si fuera una colombiana o chupeta. La nena abrió la boca todo lo que pudo y si, la punta de la verga de su papa si cabía en su boca, la sensación no era muy agradable y el sabor un poco salado pero no iba a dejar de hacerlo, su hermanita ya lo había hecho. David le fue dando instrucciones para que no usara los dientes y solamente chupara con la boca. La nena aprendía rápido y fue chupando y chupando cada vez mejor. David la tomaba de la cabeza y le decía como hacerlo.

Anita se sacó la verga de la boca y le pidió agua a su papá. David la dejó tomar un descanso aunque no quería parar pero aprovechó que la nena se levantó y tomaba agua y comía fresas, queso y chocolates. David se servía un nuevo trago de whisky y lo tomaba mirando a su hijita desnuda. La miraba y estaba de perfil luego se notaba el gran culo que su hijita tenía que contrastaba con las téticas pequeñas. Pensaba del sueño que era esa imagen. Se estaba culiando a su hijita como siempre había soñado. Su verga no se caía a pesar del alcohol que había ingerido, su libido estaba en las nubes y tenía 30 días más…

Creo que se me fue un poco larga esta parte, dejamos ahí por hoy y espero sus likes y comentarios si quieren…

Efebolicomaduro60@gmail.com

Por EFEBOLICOMADURO60

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