jueves, 5 de enero de 2023

De viudo a suertudo, Capítulo 3



Después de la nefasta y brusca metida de pene que le di a Leti, me voltee para salir de dentro de ella. Al dar la vuelta y sentarme en la cama me di cuenta de que Johana estaba parada en la puerta. Al parecer lo gemidos de dolor de Leti la despertaron y vino hacia el cuarto para ver lo que estaba pasando. Su cara era de susto, con los ojos encendidos y abiertos en plenitud. Quise hablarle para explicarle lo que había pasado, pero salió corriendo y se encerró en su cuarto.


A estas alturas, ya no tenía dudas en mi cabeza si estaba bien o estaba mal lo que hice. Voltee a ver a Leti que puso las manos en la rajadita y empieza a llorar, sollozaba y bostezaba, pero no me decía nada. No me importo su dolor, sabía que pronto se le pasaría, estaba más preocupado por el celular de Johana. Corrí hacia la sala donde guardaban los móviles (no las dejaba que se los llevaran para ir a dormir) y para mi suerte allí estaba… ufff que alivio. Me dirijo al baño, Tome unas naproxeno y se las doy a Leti. – “Papi, me duele mucho todavía”- “con esta pastilla se te pasará el dolor pronto”- le di una dosis fuerte, sabía que la iba a dormir pronto… Le di un beso y la le agradecí lo que hizo por mí… –“me has hecho muy feliz… Gracias”- “te amo papi” y con un bostezo se dio la vuelta y cerro los ojos.

Johana seguía encerrada en su cuarto, imagino que por su edad ya sabía que era el sexo, pero igual era muy joven e inocente. La muerte de su madre la había obligado a madurar muy pronto, así que no grito ni dijo nada. Solo se encerró callada y apresar que no sé con certeza que pasaba por su mente, yo sabía que entendía el porqué había pasado lo de esa noche. No abrió la puerta por un buen rato. Seguí insistiendo hasta que abrió su puerta, con su rostro molesto se metió bajo las sábanas.

–“Podemos hablar?”
– ¿de qué?
– de lo que viste, quisiera explicarte lo que pasó.
– yo sé lo que pasó, Leti lo dijo ayer, que ella sería tu novia ahora.
– ¿qué piensas de eso?
– ¡que está mal! Son padre e hija, no puedes ser novio de tu hija.

Así fue la conversación, tensa, larga, quise hacerle ver qué su hermana lo había hecho por voluntad propia. Ella se negaba a entenderlo, uso la palabra “incesto” varias veces. Me cuestionaba porque son su hermana, que era muy joven. Sí … Johana era muy madura para su edad. No lo tomo tan mal, pudo haber hecho un escándalo, pero lo tomo tranquila y apresar que me cuestionaba, parecía que poco a poco iba entendiendo el porqué me cogí a su hermana menor.

La confesión de Johana:

A todo esto, yo había entrado a su cuarto desnudo, Con el pene medio flácido. Ella todo el tiempo estuvo volteada. Dándome la espalda. Ya eran casi las 3 de la mañana. El tiempo había pasado rapidísimo, Johana se escuchaba cansada. Sabía que con ella debía llevármela Despacio y con cautela. Podía hablar y meterme en grandes problemas.

– Ya es hora que te duermas, mañana continuamos hablando de esto.
– Sí, buenas noches.
Se dio la vuelta para darme un beso, y un abrazo, mientras me abrazaba le dije:
– Prométeme que no le dirás nada a nadie, nunca, no a tus tías, ni a tus amigos, ni a nadie.
– Te lo prometo…

Me levanté de la cama y como estaba desnudo mi pene quedó frente a ella, ya estaba flácido, a la mitad de su tamaño erecto. Pero Johana puso su mirada fija en mi pene. Sus ojos brillaron, se abrieron cuál niña espantada… Para mis morbosas intenciones esto era perfecto. Despertar curiosidad en ella para después convencerla de tener sexo conmigo.

– No te asustes, es un pene. Imagino que Nunca habías visto uno.
– Sí. Ya había visto el tuyo antes.

Lo tomé normal, pues pensé que alguna vez descuidado me había visto orinar o bañarme. Lo que me confesó a continuación me dejó atónito.

– Mama dejaba la puerta abierta cuando te lo chupaba, varias veces Leti y yo nos poníamos a ver desde la puerta. Tú no te dabas cuánta, pero mami nos miraba fijamente a los ojos mientras se metía tu pene en la boca.

¿Me quedé frío, mi esposa las dejaba ver como me hacía orales??

– ¿Qué más veías?
– mamá nos hacía sshh… Con el dedo. Seguía chupándotelo. Una vez nos dijo que si queríamos ver más que nos escondiéramos en el armario. Muchas veces te Vi el pene, veía como se lo metías a mamá en su vagina. Mamá nos decía que aprendiéramos porque un día tendríamos un novio y haríamos lo mismo.
Me quedé frío… No sabía qué responder. Johana jamás dejo de ver mi pene que para estas alturas ya estaba duro, grande y grueso frente a ella. Esto explicaba muchas cosas. Leti ya había visto una escena de sexo y por eso se le hizo fácil dejarse conmigo.

Tomo ventaja:

Con el pene a durísimo, me, acomode de rodillas frente a su cara. Ya no tenía dudas, pensar que mi esposa le excitaba que nuestras hijas nos vieran tener sexo, me había puesto como toro nuevamente. Ahora era el turno de Johana.

– Agárralo, no tengas miedo.
– Pero papi…
– – shhh… agárralo

Johana temerosa tomo mi pene. Su mano pequeña no alcanzaba a envolverlo todo. Tome su mano y le enseñe el movimiento. De arriba a abajo, le enseño como tocarme. A diferencia de Leti, Johana siempre fue más tímida, siempre dudaba de sí misma. Johana es muy bonita, no creció mucho aún, es pequeña de estatura pero con un rostro hermoso. Mi pene cerca de su rostro y ella masturbándome torpemente. Estaba indecisa, pero aun así no dejo de hacerlo.

– Abre tu boca.
– -no papi, eso no.
– Abre tu boca y cierra tus ojos.

Abrió su boca, y con mi pene durísimo empiezo a sobar sus labios con el glande de mi pene. Rozaba su carita hermosa con mi pene, con mis dedos abrí más su boca, apunte mi pene y lo metí bien despacio. Al sentir mi pene en su boca hizo caras, mi pene había estado dentro de su hermana, así que no iba a saber rico. Pero aun así ella no abría sus ojos, el glande de mi pene dentro de su boca empecé a estrujar mi pene dentro de su boca. Yo estaba calientísimo.

– Enséñame lo que aprendiste viendo a tu mami.

De alguna manera parecía que sabía lo que hacía. Sus manos en mis piernas, y sus labios envolviendo sus dientes para no morderme. Su enfoque era el glande de mi pene. Le daba jalones con los labios, desde detrás del glande hasta la punta y otra vez para dentro de su boca. Su cuello se movía de adelante para atrás, so boca bien lubricada con saliva. Parecía toda una experta. La torpe niña que había empezado a mamarme el pene ahora parecía una profesional. Había adoptado el estilo de mamar de su madre, ahhh cuántas veces nos habrá visto.

– Qué rica mami, sigue así … Así mami… Así jo…

Era un momento hermoso, no pensé que tan fácil se le iba a pasar la duda, había aceptado ya el incesto como algo normal. Concentrada en lo que hacía, poco a poco lo hacía mucho mejor. Ahora, me lamía desde mis testículos hasta la punta, empezó a usar sus manos dándome una masturbada mientras me lo mamaba. Creo que empezaba a gustarle el sabor.

Ya iban 10 minutos de mamada, ahora sus manos acariciaban mis testículos. Sus labios levemente apretaban mi glande que estaba a punto de estallar. Sus ojos cerrados, y sus babas escurriendo por mis piernas, era la imagen perfecta. Desde arriba miraba su rostro hermoso tragarse mi pene. 15 minutos y ella parecía que sabía que estaba a punto de venirme. Aumentó la intensidad y ahora estaba masturbándome Al mismo ritmo que me lo mamaba. A punto de venirme, saco mi pene y ella, con su boca abierta, suelto chorros de semen que cayeron dentro de su boca y por toda su cara. Leche caliente y espesa, cierra su boca y traga, la abre de nuevo y va para adentro mi pene, otra vez.

Mi pene aún duro, seguía en su boca, ella iba por más. Sus manos nuevamente acariciando mis testículos impidieron que mi pene se pusiera flácido. No lo podía creer, iba por una segunda mamada. Saco mi pene y empiezo a limpiar su rostro bañado en semen, lo recojo con la cabeza y ella lo toma en su boca y a tragárselo. Con su rostro limpiecito, pido que abra sus ojos. Quiero ver sus ojos café claro mientras me mama el pene. Esos ojitos café que estaban dilatados, con fervor y fuego en ellos la mamada me la daba con más confianza. La niña tímida e inocente había desaparecido, su mamá le había enseñado bien. Será por qué era mi tercera eyaculación, pero no tarde en sentir que me venía. Mis testículos repegados a piel y mi pene grueso y duro a mil, puse mi mano en su cabeza y ahora era yo el que le daba puyones en la boca. 

Ella, bien sumisa, viéndome fijamente a los ojos, apretaba mi glande, sabiendo que pronto explotaría nuevamente dentro de su boca. Glup glup, era el sonido, había cogido más velocidad, tenía mi semen en la punta del pene, aguantándome hasta el final, hice durar la mamada unos segundos más. Ahhhhh… me vengo en su boca, con cada disparo de leche ella daba un trago. Aún tenía mucha leche, con mi mano en su cabeza empujé más hacia adentro asegurándome que cada gota le llegará ala garganta. No dejó caer ni una sola gota. Cada gota de semen se quedó en su boca, se tragó todo.

Con respiración agitada, y ahora sí ya cansado, saque mi pene de su boca. Johana no me dijo nada, ella también agitada, no quitaba su mirada de mis ojos.

-Qué rico mami, uff… te gustó??
– no sé, no sé qué pensar.
– ya te acostumbrarás, sé que todo esto es nuevo para ti, pero me has hecho muy feliz. Te amo bebe.

Me metí en las sábanas y me repegue a ella. La abrasé, y le pedí que me contará todo lo que su mamá le había enseñado acerca del sexo. La plática no fue larga, pero si productiva. Parece que mi esposa les había enseñado a masturbarse. Ya ambos cansados no quedamos dormidos. Abrazados como dos amantes después de una buena sesión de sexo.

Continuará…

Por El Malo

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