martes, 17 de enero de 2023

Me la tiré

Hola.

Mi nombre es Carlos y ya tengo algunos relatos en esta página.

Soy un hombre normal, con pansa, cabello empezando a ponerse cano que ya pasó la barrera de los 40.

Tengo 2 hijas, una mayor y otra adolescente. Ambas con novio, pero la mayor ya no vive con nosotros.

Hace mucho que vengo viendo crecer a mis hijas con mucho orgullo, compruebo lo hermosas y sexis que se han vuelto.


Paula, mi hija menor, ha comenzado recientemente su vida sexual y claro mi esposa la llevó al ginecólogo para que le recetara un tratamiento por lo que se está cuidando, pero uno la ve tan joven y pequeña, aunque su cuerpo dice otra cosa, ya que sus pechos se han desarrollado muy bien al igual que su culito aunque solo mida 1,60.

Bueno, pasó que un día sé que venía de casa de su novio, que es casi de su misma edad, aunque unos centímetros más alto según me han contado, y a la hora de dormir voy a dejar mi ropa al lavado cuando veo una tanguita de mi hija con una pequeña mancha de semen. En ese momento me imaginé a mi pequeña siendo follada en variadas posiciones, lo que logro ponerme al palo, terminando por pajearme con la tanga de mi hijita y llenándola esta vez si, de abundante, blanco y espeso semen.

Los días pasaron y cada que veía a mi hija con ropas livianas, solo podía pensar en manosearla y me ponía muy caliente y claro, mi pene así lo demostraba.

Yo intentando ser un padre cariñoso, siempre estaba por los abrazos y sentarla en mis piernas, momento que aprovechaba para acariciar un poco su piel y sentir más de cerca sus turgentes curvas. Creo que en más de una ocasión sintió la dureza de mi pene, ya que después de juguetear siempre notaba su mirada curiosa en mi paquete.

Cierta noche, me levanto a orinar y al estar medio dormido no me preocupé de echarle cerrojo a la puerta, y mientras manipulaba mi herramienta y descargaba un buen chorro de orina, la puerta se abre y veo parada a mi hija con los ojos como plato y la boca abierta sin saber qué decir.

Yo medio sorprendido igual con el pene en la mano y aun meando le digo -hija no, que está ocupado – con lo que mi hija cierra la puerta y vuelve a su habitación.

Tras eso y por la mañana, todo cambió en nuestra relación, la notaba rara, como queriendo descifrar algo que le comía el cerebro.

Una tarde se acercó a mí y sentándose en mis piernas me pregunta:

P.- Papá? ¿No todos los penes son iguales?

Yo.- claro que no hija, como todo en la naturaleza, hay de diferentes tamaños, colores, formas y grosores.

p.- ya, pero todos sirven para lo mismo verdad?

Yo.- en teoría… Aunque no todos logran o provocan lo mismo.

p.- como así?

Yo.- Verás, todos los penes y todas las vaginas son diferentes, también hay vaginas más pequeñas que otras y algunas más apretadas que otras o más jugosas que otras, etc. y las sensaciones que el cuerpo experimenta con cada una también es diferente y puede provocarse más o menos placer al hacer el amor.

Se quedó pensando mientras comenzaba a sentir una incipiente erección rosando su culo.

Yo me estaba calentando y quería aprovechar que su guardia estaba baja para intentar algo más.
¿Por ejemplo -le dije- tú sientes cosas con tu novio cuando hacen el amor?

Los colores se le subieron al rostro y entre apenada me dice -esteee… Sí, algo.

Yo.- ¿como que algo? ¿Algo rico? ¿Algo intenso? ¿Molestia? ¿Dolor?

P.- no, ósea, como que siento una cosquillita ahí, pero al ratito desaparece cuando el… ya sabes… termina.

Claramente, mi hija no tenía buen sexo y claro, si ambos son aún muy jóvenes, pero eso lo iba a usar a mi favor.

La acomodé un poco para que sintiera la cabeza de mi verga entre sus nalgas y le pregunto.

Yo.- hija: ¿cómo es el pene de tu novio? ¿Es largo? ¿Es gordo?

Muy incómoda bajando la mirada y con vos baja me dice -no papá es delgada y creo que no muy grande.

Bingo- dije yo y la apreté un poco contra mi nabo.

Yo.- Vaya que pena hija con un pene más grande... y la punteaba un poco- y más grueso – y la volvía a puntear- sentirías más rico, además el hombre debe prepararte, acariciarte, hacerte sentir deseada, recorrer tus formas, tu cuerpo besando cada parte hasta que tu conchita se sienta húmeda y lista, con ganas de tener y sentir un pene gordo y grande…

Todo esto se lo decía mientras restregaba mi pene acompasadamente por su hendidura, hablándole al oído y acariciando el contorno de su cuerpo delicadamente con las yemas de mis dedos. Notando como cada vez su respiración se entrecortaba y su temperatura aumentaba, su cara comenzaba a adquirir un tono rojizo y notaba como apretaba sus puños y se mordía disimuladamente el labio.

Yo.- un pene gordo que te llene completa, que te haga sentir mujer a cada arremetida, que te haga el amor por largo rato hasta acabar juntos en un éxtasis total.

P.- ¿Papá? Tu pene es más grande y más grueso que el de mi novio… lo vi la otra noche en el baño mientras orinabas e intento imaginar que se sentiría tener un pene como el tuyo metido en mi sexo.

Fue todo lo que necesite y sujetándola por las tetas le hice sentir, esta vez si, toda la dureza de mi pene descaradamente en su raja.

Soltó un suspiro mientras yo me agasajaba con su carne, sus pechos, sus pezones, acariciando y apretando mientras tallaba ya con ritmo mi pene en su conchita. La hice tenderse en el sofá donde estábamos y la despojé de su ropa, lenta y sensualmente, entre caricias, besos y lamidas.

Al llegar a su sexo aspiré su aroma y observé lo estrecho que era ese chochito que tenía ahora a solo centímetros de ser saboreado.

Hundí mi lengua desde la base al clítoris en lamidas acompasadas mientras sus gemidos se hacían más y más intensos y sus jugos comenzaban a hacerse más abundantes.

Sus gemidos se convirtieron en sonidos guturales una vez que alcanzó el orgasmo, arqueando las caderas y apretando los dedos de sus pies en una forma casi contorsionada.

Mientras ella recuperaba el aliento, me fui desnudando, dejando mi pene totalmente duro a su vista y con la punta empapada de precum.
Ella me miró y estirando las manos intentaba sobarlo mientras yo me acercaba para que ella lograra su cometido. Con ambas manos lo fue pajeando mientras permanecía con las piernas abiertas y su sexo expuesto listo para ser penetrado.

P.- de verdad que es más grueso y grande papá… lo quiero dentro. Quiero sentir que se siente tener este pene dentro.

Y acto seguido con sus propias manos lo dirigió a la entrada de su conchita restregándolo por su clítoris mientras buscaba la abertura.
 
Levantó un poco las caderas y sintió calzarse la puntita de mi verga, momento que aproveche para empujarla suave, pero firme hacia su interior, viendo como se enterraba cuál cuchillo en la mantequilla mientras sus ojos se iban abriendo como platos.

p.- huuuggg papá que riiiiiico hahahahay papito que rico.

Lentamente, comencé a bombearla sintiendo como me apretaba la verga en cada estocada. La conchita de mi hija se sentía realmente estrecha en comparación a la de su madre y el placer que me provocaba era superior, aun así agarre buen ritmo haciendo sudar y correrse a mi hija al menos un par de veces mientras la follaba y chupaba sus pechos apasionadamente.

El final estaba cerca, la acomodé levantando sus piernas abiertas entre mis brazos y clavando mi pene a fondo, rematando con fuerzas mientras me corría espesa y abundantemente en el interior de su concha. Tanto así que se rebalsó pudiendo ella notar lo blanco y espeso de mi semen.

P.- Oh papá… tu semen es muy espeso y es mucho… haagggg… Nunca sentí nada así antes, ahora entiendo cuanto cambia lo que uno siente entre un pene y otro. Lo malo es que somos padre e hija…

Yo.- tranquila hija. Esto es un secreto entre tú y yo. Mamá no tiene por qué enterarse y si en el futuro tienes alguna duda o inquietud no dudes en preguntarme.

P.- Claro que lo haré papá…


Y así fue como me tiré a mi hijita…

Si les gustó comenten y si quieren que siga esta aventura con mi hija.

Por DaddyCool


No hay comentarios:

Publicar un comentario