viernes, 13 de enero de 2023

Mi Profesor, Parte 2


Capítulo 5

Cuando despertamos después de la siesta, mi amiga dijo que fuéramos a comprar.

Bajamos en el ascensor hasta el subterráneo. Ahí estaba la sala de lavado. Varias lavadoras y unas cuantas secadoras.

Me explicó como era el sistema si yo quería lavar ropa.

Hacia el otro lado estaba el gimnasio con máquinas y todo eso. También había un entrenado personal para ayudarte en los ejercicios.


Subimos al primer piso y salimos del edificio.

Caminamos en dirección a la estación del metro,  me mostró algunos minimarket para comprar algunas cosas más especiales y cuando estaba todo cerrado.

A las dos cuadras llegamos a un inmenso supermercado, inmenso para mí que era una provinciana.

Compramos algunas cosas, pan y algo para el pan para tomar once.

Lo encontré fabuloso.

Volvimos al departamento y los chicos estaban viendo televisión.

Dijeron que ellos prepararan la once.

Ahí me contó que casi todos cocinaban y hacían turnos para cocinar, otros lavan la loza, otros hacen el aseo.

– Yo me encargo del baño porque no lo hacen bien.

– Yo también me encargaba del baño en mi casa. Lo dejaba impecable.

– Que bueno, nos podemos turnar.

– Si, claro o podemos hacerlo juntas.

Después de la once conversamos un rato.

Ello dejaron todo limpio y no pusimos a ver una película los 4.

Esa noche dormimos juntas obviamente, yo con un pijama de verano, ella casi desnuda.

A media noche me saqué el pantalón del pijama y me quedé sólo con la polera.

A diferencia de lo que había pensado, dormí muy bien, la cama rica con doble colchón y mi amiga es muy tranquila para dormir.

Me abrazaba ella un rato y luego la abrazaba yo. Era muy suave, tanto que me encontré acariciando sus suaves brazos.

No sé qué estaría soñando.

Me di vuelta y ma abrazo ella y ma devolvió las caricias y no me molestaron.

Desde ésa noche en adelante dormimos muy bien, sólo que ella me acariciaba cada vez más.

A la mañana siguiente me fui a la universidad a ver lo de la matrícula y la malla de ramos.

Conocí compañeras y compañeros, almorcé en una ” picada ” que ellos conocían.

Recorrí toda la universidad para orientarme mejor.

En la tarde llegué al departamento.

Mi amiga me estaba esperando, tomamos once y les conté la nueva experiencia.

Ya no tenía clases hasta el próximo lunes.

La noche fue calurosa y terminé durmiendo desnuda igual que mi amiga.

En la ducha me dijo que le gustaban mis senos. Le dije que no era lesbiana y que no me interesaban las mujeres.

Pero sentí sus suaves dedos acariciando mis pezones.

Debido al calor estábamos desnudas y destapadas.

Traté de dormir, pero sus caricias no me lo permitían. Mi corazón estaba algo acelerado y yo estaba a la expectativa de qué podía pasar.

Al parecer se dió cuenta y se volvió al otro lado.

La abracé cucharita y de puro curiosa hice lo mismo con ella.

Pasé mi brazo por la cintura y mi mano quedó a la altura de se seno.

Lo acaricié suavemente con l yema de mis dedos.

Cuando iba a retirar mi mano, ella la tomo y me dijo que siguiera. Estuve un rato más acariciando un seno y luego el otro.

Me sentía rara, como avergonzada de tener esas sensaciones.

Ella se dio vuelta hacia mí, vi brillar en la oscuridad sus hermosos ojos negros.

– Yo tampoco soy lesbiana, pero ningún hombre acaricia como lo hace una mujer –

Sentí el roce des sus labios en mis labios y un beso muy suave y muy tierno.

No pude hacer otra cosa que hacer lo mismo.

Nos besamos suavemente en una semi oscuridad pero que para nosotras casi no existía. Nos veíamos claramente, nos besábamos en silencio, besos que jamás pensé que podían existir.

– Durmamos – le dije y me di vuelta.

No sabía que iba a pasar pero no quería tener sexo con una mujer.

Me abrazó cucharita y su mano fue directo a mis senos, me dió un beso en la espalda qué me pareció una descarga eléctrica.

Tome su mano y la puse en mi pierna.

Comenzó a acariciar mi muslo, sujeté su mano.

– Quiero dormir- le dije.

Me costó mas de media hora dormirme.

Capítulo 6

Desperté con calor, estaba de espaldas, completamente desnuda y con las piernas entre abiertas.

Miré a mi amiga, ella me estaba mirando.

– Hola – me dijo sonriendo.

– Hola – le respondí.

Con sus dedos quito mis cabellos de la frente, bajó por mi nariz, acarició mis labios llegando a mi mentón ligeramente prominente y con una pequeña endidura.

– Eres hermosa  – dijo con voz suave.

– Tu también eres hermosa  – respondí.

Acarició mi cuello y bajó hasta mis senos.

No sabia si tener vergüenza, miedo o simplemente dejarme llevar.

Acarició mis pezones,  primero uno y luego el otro.

No sabia qué hacer, no quería mirarla a los ojos, pero sus dedos, sus caricias eran agradables.

Cerré los ojos y sentí sus dedos bajar hasta mi estómago y luego en mi pelvis, sentía una sensación extraña y agradable.

Mi hermano me acariciaba así, pero era mi hermano, me gustaban sus cariños pero era más ” normal “.

Casi pegué un salto cuando sentí sus dedos en mi clitoris.

Me di vuelta y la miré a los ojos.

– Disculpa si te hice algo que te molestó – dijo acariciando mi hombro.

– No, está bien, es que no estoy acostumbrada a que me toquen.

– Pero me dijiste que te bañabas con tu hermano, que tu lo jabonabas y el a ti.

– Si, pero es mi hermano, estoy acostumbrada a que el me toque.

– Y eso no te evita? –

– Si, es rico, pero son solo caricias, es mi hermano  –

– Nunca pensaste en tener sexo con él? –

– No, es decir si, pero no estaba dentro de las posibilidades, no vaginal, por lo menos.

– Te lo hizo anal? –

– Si, un par de veces –

– No te dolió? –

– No,  él era chico, tenía 12 y yo 15 –

Su mano poco a poco había llegado a mi vulva, no hice ningún intento por detenerla.

– Y como fue, te gustó? –

– No sé,  amigas me habían hablado de sexo anal, hacía tiempo, un par de años, cuando ellas tenían 12 –

– Me dijeron que les había dolido un poco pero que era rico –

-Varias veces antes había sentido la ereccion de mi hermano por atrás, pero nunca se lo permití, salvo esa vez en que me hice la dormida para ver qué pasaba –

– Ya y te gustó  –

– No sé, tal vez yo esperaba más –

– Me tienes mojada,  mira tócame  – llevando mi mano a su vuelva..

Yo me sentía mojada, más aún sintiendo sus dedos ir y venir.

La toqué lo mismo que me hacia ella, estaba realmente mojada, sus labios genitales resbalaba por mis dedos.

Ella de dio un beso y luego otro. Dejó de tocarme y se me subió, se metió entre mis piernas y con las dos manos tomó mi cara y me besó, larga y profundamente, al mismo momento que se movía, resbalaba su vuelva con la mía.

En un momento me dijo que doblara las rodillas, comenzó a hacer movimientos de penetracion. Sentía su clitoris duro por todo mi vestíbulo vaginal,  incluso tratando de entrar en mi vagina.

No sé cuánto rato duró eso. Sólo sé que tuve un orgasmo, un orgasmo sin penetrante.

Ella se bajó y nos reíamos. Fue como botar tensiones, con cosquilleos por todo el cuerpo. Ella quiso abrazarme, no la deje.

– Vamos a ducharnos – me dijo

Salimos de la pieza desnudas, rápidamente nos metimos al baño y a la ducha.

Nos jabonamos harto rato, hasta que uno de los chicos dijo que necesitaba orinar.

Ella le dijo que lo hiciera, que no lo íbamos a mirar.

Seguimos nuestro juego cuando sentimos el chorro en la taza del baño. Me tape la boca para que no se escuchara mi risa.

Después que terminó pregunto si íbamos a salir luego. Le respondímos que si.

Rápidamente nos secamos, salimos del baño y entramos  a nuestra habitación.

Después nos vestimos, preparamos el desayuno para todos y el día transcurrió con normalidad.

Así serian los días venideros.

Todas las noches, antes de acostarme, si no me había duchao, me lavaba mi cosita porque a Alicia se gustaba chuparla. Al principio me costó, pero después me gustó.

Bueno, el fin de semana llegaron los otros dos. Ahora éramos 6 en el departamento.

El lunes empezamos con las duchas en las mañanas, habían horarios, nosotras dos primero, después otros dos y los otros dos al final.

Veía a menudo 4 hombres en boxes y muchas veces desnudos.

Pero ese no fue un gran problema, el gran problema lo tuve en la universidad, el primer día que tuve clases con mi profesor de matemáticas.

Capítulo 7

Mi universidad era distinta a la de Alicia, por lo que nos despedimos en la puerta del edificio.

Estaba nerviosa y ansiosa, era mi primer día de universidad y tenía muchas expectativas.

No estaba lejos, pero estaba como atrás mano, de cualquier forma tenía que caminar la mitad del camino y luego tomar locomoción.

Entrar a la universidad el primer día, tiene una sensación diferente, ahora es mi casa de estudios y será como mi hogar.

Bueno, después de los trámites regulares, las clases, los compañeros y los profesores. Era como el colegio sólo que con mayor libertad.

El dia pasó sin novedad, conocí muchos compañeros, almorcé en el casino y al final de la tarde devuelta al departamento.

Alicia me preguntó cómo me había ido en mi primer día. Le conté de mi nueva experiencia y estaba feliz.

Conversamos los 6, cada uno contó una anécdota actual o pasada.

Finalmente a acostarnos, estaba cansada emocionalmente más que físicamente.

Después de unas caricias y besos, hicimos el amor y nos dormimos.

El día siguiente no fue muy diferente hasta la clase de matemáticas.

Estaba sentada cuando entró el profesor.

Nunca había sentido nada parecido. No sabía qué era.

Se paró delante y se presentó.

Sentí sus ojos como dos faros que iluminaron mi alma.

Sentía su voz retumbar en mi cabeza, era como un sonido profundo pero no escuchaba lo que decía. Todos se sentaron y me quedé de pié mirándolo.

Nos miramos unos momentos, el se dió vuelta y mi compañera me dijo que me sentara.

Recién me di cuenta que era la única parada en medio de la sala.

Un calor y una vergüenza me invadió por completo.

El profesor comenzó la clase y yo no me atrevía a mirarlo, tomaba nota de todo lo que podía o entendía.

Terminada la clase se despidió y se fue.

– No escribiste nada  – me dijo mi compañera.

Miré mi cuaderno con la hoja casi en blanco.

Arriba a la izquierda había puesto la fecha antes de comenzar la clase. Después unos garabatos, rayitas y cuadraditos .

Salimos de la sala, mi compañera quiso saber qué me pasaba.

Nada  – dije. Yo tampoco entendía nada.

En el departamento le conté a Alicia lo que me había pasado.

Me tocó la frente y me reí.

– No, no tengo fiebre, estoy bien  – le dije

– Pero eso no es normal cariño  – me dijo.

– No me hagas caso  – dije.

En la noche, acostadas me dijo que le contara todo de nuevo.

Le dije que quería dormir y me di vuelta, ella me abrazó y nos pusimos a dormir.

La verdad es que me costó dormir, por más que le daba vueltas a la situación vivida, menos entendía que había pasado. Finalmente me dormí.

El día jueves otra vez tenía clases de matemática.

Cuando entró a la sala, sus ojos recorrieron a todos los estudiantes, pero se clavaron en mí.

A pesar de que estaba casi escondida detrás de otro alumno, su mirada me atrapó, me llenó toda y mi estómago dió un vuelco.

Miraba mi cuaderno y pensaba ¿ Qué me está pasando?, me preguntaba.

Trataba de no levantar la cabeza, porque cada vez que lo hacía, su mirada me llenaba entera.

La clase era un suplicio pero disfrutaba escuchar su vos y mirarlo a los ojos.

– Vos estas loca  – me dijo Alicia cuando le conté.

– He oído eso de ” amor a primera vista ” a mi no me ha pasado, pero de lo que me han contado no tiene nada que ver.

– Estás diciendo que estoy enamorada de mi profesor?

– No, enamorada no, locamente enamorada  –

– No puede ser, si ni siquiera hemos hablado  –

– Cómo se llama? ” –

– No sé  –

– Pero cómo? Me dijiste que se había presentado el primer día  –

– Si, lo oí pero no lo escuché , no sé qué pasó, ya te dije –

– Estás loca  –

Estaré volviéndome loca? Será así el amor? Yo nunca me he enamorado, amo a mi mamá, a mi papá,  a mi hermano, haría cualquier cosa por ellos. Pero esto es distinto y no sé qué es.

– Mi niña hermosa, está locamente enamorada – dijo haciéndome cariño.

La miré y me sonreí, puse mi cabeza en su pecho y la abracé. Se siente tan bien tener a alguien a quien contarle lo que a una le pasa.

– Te mojas ? –

– Qué? – dije levantado la cabeza y mirándola a los ojos.

– Que si te mojas cuando lo ves  –

Me pasan muchas cosas cuando lo veo, pero mojarme…

– No sé, no me he tocado en ése momento  – le respondí molesta.

– Era sólo una pregunta, porqué te enojas  –

– No, si no me enojo, pero cómo voy a estar tocándome en la sala, ni loca  –

– Pero en el baño, tontita. Después de la clase te vas al baño y te tocas  –

– Ahora tú estás loca  – me di vuelta y simulé dormir.

Cómo voy a estar tocándome. Mojada? Porqué estaría mojada? Acaso me atrae genitalmente hablando? No, no me calienta para nada.

A la semana siguiente, la clase siguiente.

Terminada la clase  fui al baño, me bajé los calzones y me senté. No me atrevía tocarme. Finalmente abrí las piernas, introduje mi mano y me toqué.

No estaba mojada, estaba estilando, así como a los curados les corre la baba, así estaba yo. Juntaba mis dedos y al abrirlos hacia hilos, estaba claro.

Ahora iba a tener que usar protectores vaginales.

Capítulo 8

– Sabes? Me mojé! –

– Qué? De qué hablas? –

Me abracé a ella en la cama. –

– Me dijiste que me tocara y eso hice –

– Mucho? –

– Más que suficiente –

– Qué voy a hacer contigo,  eres un caso muy especial  –

– No sé qué me pasa, se me acerca y todo lo demás desaparece. No sé cómo es, como piensa, cuáles son sus gustos, pero me atrae como un imán y no me puedo resistir –

– Si te pidiera hacer el amor con él, lo harías?

– Si, sin dudarlo y éso mismo me lo he preguntado yo misma  –

– Pero no sabes si es soltero o casado, si tiene una familia, si tiene hijos… –

– No, no lo sé, pero es más fuerte que yo, me entregaría a él sin importar nada más  –

– No sé qué decirte  –

– No digas nada, sólo bésame  –

Cuando llegó la primera prueba, no entendía nada, no veía nada, y cuando el caminaba por la sala,  sentía como una ola de calor que lo antecedía.

Me levanté, fui al escritorio aprovechando que el no estaba en él, dejé mi hoja en blanco y me fui.

Recuerdo que caminaba sin rumbo, por calles que no conocía. Me senté en un banco de una plaza que no había visto antes.

Finalmente, caminando empecé a encontrar calles conocidas y tomé rumbo al departamento.

No sé cuantas horas pasaron, pero fueron muchas, no quería volver a la universidad ni volver al departamento.

En el departamento me duché y  me acosté.

– No vas a comer nada? – me preguntó Alicia sentada en la cama mientras con una mano acariciaba mi espalda, yo estaba boca abajo.

– No, no tengo hambre  –

– Qué pasó ahora? – acostándose a mi lado –

– Nada  –

– Pucha amiga,  me duele verte así  –

La miré y le dije…nada, unos sollozos comenzaron a salir de mi garganta.

Ella no dijo nada más, sólo me abrazo, me besó suavemente y me llenó de caricias, como si fuera su hija.

Me abracé fuertemente a ella y la besé con pasión.

Después de unos 10 minutos de terminada la pasión, seguíamos abrazadas desnudas.

– Tengo sed  –

– Espera, te traigo bebida  – dijo levantándose poniéndose una mini bata salió de la habitación sin siquiera cerrar la puerta.

– Hola, cómo estás  – preguntó Mikel desde la puerta,

Yo estaba de espaldas en la cama completamente desnuda.

– Bien, gracias  – respondí sin hacer el intento de taparme.

Ya a estas alturas me habían visto todos desnuda en la ducha o saliendo del baño.

– Cualquier cosa que necesites, cuéntanos para ayudarte, sabes que somos una familia –

– Si lo sé gracias  –

Se dio media vuelta y se fue. Entró Alicia con un vaso de bebida que tragué con avidez.

– Estaba seca – le dije sonriendo.

– Bueno, ahora me vas a contar qué pasa? –

Nos abrazamos y le conté lo ocurrido.

A la mañana siguiente me sentía mucho mejor, con buen ánimo.

Con la segunda prueba, no pude hacer lo mismo, él estaba sentado en el escritorio y me observaba.

Esperé hasta el final y cuando todos se pararon para entregar la prueba, la dejé rápidamente y salí de la sala.

– Qué pasa contigo? Otra vez no hiciste la prueba  –

– Nada, todo bien  – le dije simulando una sonrisa.

La tercera prueba él estaba atento. Cuando dejé la prueba, se paró del escritorio y me dijo que me sentara, que tenía que hablar conmigo.

Unas ganas de salir corriendo de la sala, pero mis pies no me obedecieron.

Caminé lentamente hasta la primer silla y me senté con el codo apoyado y una mano en la frente para no mirarlo.

Después que se fueron todos, quedamos los dos, en silencio.

– Sabes que vas a reprobar? –

Asentí con la cabeza sin mirarlo.

– Qué pasa contigo? – –  En todos los demás ramos tienes buenas notas menos conmigo  –

Levanté la vista y lo miré a los ojos. Su mirada serena me llenó profundamente, mientras con mis ojos llorosos pedía piedad.

– Ayúdeme  – dije con un hilo de voz.

Se acercó a mí, me pare y me arrojé en sus brazos.

Mi corazón parecía una locomotora a todo vapor, me apretaba tanto a el que sentía su corazón latir con el mío, su cuerpo pegado al mío, más nada ya importaba.

Después de unos minutos abrazados en silencio, dijo que vería que podía hacer.

Me soltó y se fue a su escritorio, escribí mi número de teléfono en una hoja del cuaderno, la arranqué y la dejé en el escritorio.

Cuando llegué al departamento, todos me miraban.

Me miré a mí misma.

– Qué tengo? –

Alicia vino hacia mí, me abrazó, me besó suavemente en los labios.

– Cómo estás? –

– Bien  – dije dejando caer la mochila al piso.

– Voy a reprobar matemáticas  – dije

Todos se ofrecieron a ayudar,  a hacerme clases.

– Gracias, pero ya no hay nada que hacer, en las pruebas me fue mal y el profe dijo que estaba reprobando el semestre.

– No hablaste con él,  no le contaste el problema? –

– No le conté nada, pero me dio la impresión de que lo sabía  –

– Qué te dijo? –

– Que iba a ver qué se podía hacer, pero ya es muy tarde, queda un mes de clases y el examen –

Me llovieron los consejos mientras Alicia y Tito ponían la mesa para tomar once.

Después me fui a la pieza y me tiré sobre la cama.

Alicia se acostó a mí lado.

– Cuenta, qué pasó? – –  – Llegaste muy tranquila sabiendo que vas a reprobar –

– Te voy a contar todo –

Cuando terminé tenía una mano en la boca y me miraba con los ojos muy abiertos.

– Qué  – le dije

– No sé, todo me parece tan raro  –

La semana terminó normal, era viernes por la noche y los chicos había comprado cervezas.

Compartimos las cervezas, anécdotas y chistes hasta tarde.

Como no estaba acostumbrada a tomar alcohol, con la segunda cerveza ya estaba súper curada, ebria, tanto así que Alicia me desnudó entera.

Después se desnudó ella y se acostó conmigo.

– Tómame – le dije casi riendo. – Soy toda tuya –

– Estas borracha dijo subiéndose arriba mío y comenzando a besarme.

No me di cuenta cuando me dormí.

Cuando desperté fui al baño a orinar, estaba sentada cuando entra uno de los chicos.

– Perdona, no sabía que estabas aquí  –

– Pásame el jarrito con agua  –

Rápidamente tomó el jarrito, lo llenó de agua y me lo pasó.

Me lavé mi cosita y le devolví el jarrito.

El estaba desnudo con una toalla en el cuello.

Le pedí que me prestara la toalla lo que hizo solícitamente.

Me sequé con la toalla y se la devolví. Tenia una erección a medio camino.

– Disculpa por eso, pero no puedo hacer nada al respecto  – dije apuntando a su erección que no estaba a más de 50 centímetros de distancia.

Me fui al cuarto y me acosté de nuevo.

Al parecer me había quedado dormida cuando me despertó el teléfono.

– Hola, puedes venir hoy en la tarde? –

Me quedé muda, no sabía qué decir.

– Aló? Estas allí? –

– Si, claro, a qué hora? –

– En la tarde, o si prefieres podemos almorzar juntos –

– Si, me parece bien  –

– Paso a buscarte en una hora, te parece?  –

– Si, está bien. Te doy la dirección  –

– Ya la conozco, sólo que no me hagas esperar, no hay donde estacionar   –

– Ok, te espero abajo-

– Ok – y colgó

– Quien era ? – la voz soñolienta de Alicia.

– Mi profesor  –

¿Continuara?

Por Riseva

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