jueves, 12 de enero de 2023

Mi Profesor


Capítulo 1

Era de noche, el bus estaba por salir, me había despedido de mi madre y de mi padre, pero mi hermano de 15 años me tenía abrazada, llorando y no quería soltarme.

Mi padre intervino para que me soltara y así poder abordar el bus.

Me despedí con señas atraves del cristal con mis ojos llenos de lágrimas.

Mientras me secaba las lágrimas escuché la voz del señor que venía sentado a mi lado.


– Primera vez que viajas sola? Preguntó.

– Si. Le respondí, voy a estudiar a la universidad que está en la capital.

– Mira lo que son las cosas, yo vine a dejar a mi hija que entró a estudiar acá, no quiso estudiar en la ciudad.

– Porqué hizo eso?

– Talvez porque quería independencia, vivimos solos desde que falleció mi esposa, hace 8 años, ella tenía 10.

– Es su única hija?

– Si, la única, por eso me preocupo por ella y la cuido. Le rogué que no se viniera.

– Bueno, aveces resultan así las cosas.

– Tienes dónde vivir el la capital? Vivo en un departamento grande y puedes ocupar el dormitorio de mi hija.

– Muchas gracias, pero ya arrendé un departamento.

– Vas a vivir sola?

– No, es un departamento compartido con otros estudiantes.

– Bueno, aquí tienes mi tarjeta, llámame cuando quieras y para lo que necesites.

La oferta del departamento sigue en pié, no te voy a cobrar nada y podrás usar todo.

– Gracias, la voy a guardar, nunca se sabe.

– Ojalá aceptaras, para no sentirme tan sólo ahora que mi hija no va a estar.

– Creo que voy a dormir un poco, estoy algo cansada.

– Si, claro, yo también voy a dormir. Dijo el.

A poco de salir de la ciudad, el auxiliar cerró todas las cortinas y se apagaron las luces.

La oscuridad me permitió sumergirme en mis pensamientos y en los últimos acontecimientos.

Desde que supo, mi hermanito, que me iba a ir a estudiar lejos, no dejó de llorar y suplicarme que no me fuera.

Siempre fuimos muy unidos desde chicos, muchas veces dormimos juntos, especialmente las últimas noches en que se acostaba y me abrazaba llorando.

La última noche, tratando de consolarlo, le dije al oído que le regalaría mi virginidad.

Esto fue debido a la erección que tenía, me imagino por la angustia, el llanto y el estar casi desnudos.

Tomé su pene, lo acaricié suavemente y lo puse a la entrada de mi vagina. Le dije que empujara y a diferencia de lo que había pensado y escuchado, la penetración fue suave y agradable.

Lo abracé con mis piernas y le dije que no se moviera. Estuvimos así, respirando nuestra respiración y lentamente comenzó a moverse, casi por instinto.

Traté de controlarlo pero el deseo fue más fuerte y terminando teniendo un sexo prolongado, lleno de besos, amor y promesas.

Capítulo 2

Metida en mis pensamientos y recordando el pasado, no me di cuenta del momento en que me quedé dormida.

Desperté con mi cabeza en el pecho del señor que viajaba a mi lado y con mi mano abrazándolo por la cintura.

Éso creía, aunque mi mano estaba más abajo.

Tapada hasta la cintura con una mantita que entregan los buses interprovinciales, no vi la posición de mi mano, pero claramente no estaba en su cintura.

Le pedí disculpas y me enderecé en mi asiento. Tenía mucha vergüenza, especialmente al retirar la mantita, vi claramente el bulto de su erección.

No sabía si lo había tocado o simplemente tenía una erección matutina, como le ocurría a mi hermano, o él había tomado mi mano y la había puesto en su entrepierna, de cualquier manera la vergüenza era mayúsculas.

– No te preocupes, con mi hija viajamos así todo el camino cuando vinimos.

– Bueno, disculpe nuevamente, es la primera vez que viajo sola.

– Si, lo entiendo. Preferí venir en bus porque el auto cansa más y como me iba a quedar una semana, era más seguro.

– Una semana? Viviendo acá?

– La idea originalmente era ésa, mientras le encontraba alojamiento a mi hija. Mientras estuvimos viviendo en una residencia. Una especie de hotel boutique. La habitación tenía baño privado.

– Dormían juntos?

– No, la habitación tenía dos camas, claro que nos duchabamos juntos. Siempre lo hemos hecho así, desde que ella era una niña.

– Ah, lo entiendo.

– Tú nunca te duchaste con tu padre?

– No, pero siempre lo vi desnudo y el a mí, pero nunca fue un problema, siempre fue así, de que me acuerdo.

– Lo veías en su habitación?

– No, en el baño, el salía de la ducha y yo entraba. Yo me bañaba con mi hermanito, lo bañaba a él y me bañaba yo.

– A él también lo has visto desnudo de chico?

– Si, yo le enseñé a orinar cuando mi mamá le sacó los pañales.

– Entonces ustedes son muy unidos?

– Si, él es como mi hijo.

En eso nos trajeron el desayuno, estaba amaneciendo pero las luces de la ciudad aún estaban encendidas.

El bus corría suavemente por la carretera, aún faltaba media hora antes de salir de la autopista hacia el terminal.

Me contó que cuando falleció su esposa fue un duro golpe para los dos.

La niña, que en ese momento tenía 10 años, lloraba todas las noches y para consolarla ella dormía con él y así se hizo costumbre.

Aveces dormía con mi hermano y cuando despertaba, el me tenía abrazada desde atrás y muy pegado a mí. Eso no me molestaba, todo lo contrario, me gustaba sentirlo así, hasta que comenzó a tener erecciones en las mañanas y yo lo sentía fuertemente.

Varias veces tuve que retarlo, incluso prohibirle meterse a mi cama.

Pero el hacía pucheros y a mi me daba pena y lo metía a mi cama con lo que éso significaba.

– Pero usted la abrazaba cucharita?

– Si, de otra manera no se quedaba dormida.

– Y siempre fue así, digo hasta ahora?

– Bueno, ahora no tanto, pero aveces se viene a ver televisión conmigo en la cama y después nos dormimos.

Yo estaba impresionada, jamás se me ocurriría dormir con mi papá. Aunque debo decir que más de una vez lo pensé, pero rápidamente saqué esa idea de mi cabeza.

Ya suficientes problemas tenía con mi hermano en la cama  como para agregar otro.

Además que a mi mamá no le iba a parecer muy bien.  Apenas acepta que nosotros durmamos juntos.

– Hija, tu hermano ya no es un niño, es un adolescente con los cambios hormonales, cambios que ni él sabe controlar.

– Si, ya sé mamá, ya me di cuenta, pero yo lo controlo, no me dejo llevar por mis instintos.

Aunque aveces me costaba trabajo controlarme yo.

En la ducha le enseñé a masturbarse, porque de lo contrario me joteaba todo el día. Tocándome por aquí y por allá. Yo tenía 15 y el 12.

A diferencia de mis compañeras, yo tenía a mi hermano para salir de dudas y no recurrir a ” amigos con ventaja ” como ellas y que todo el colegio se enteraba de hasta el más mínimo detalle.

No nos dimos cuenta cuando el bus comenzó a entrar a la terminal.

Yo traía sólo una mochila y el un bolso.

Por lo que no necesitábamos sacar nada de abajo.

Tomamos el tren subterráneo y nos dirigimos al centro de la ciudad. Bueno, yo me bajé en el centro, el siguió en el metro.

Nos despedimos con un beso en la mejilla y el insistió en que lo llamara por su nombre de pila.

Debo decir que el era alto, estimo que 1,8 metros, buen cuerpo, se notaba el trabajo de gimnasio, bien parecido, guapo diría yo, muy caballero, de unos 40 años, poco más.

Después de salir de la estación caminé tres cuadras antes de llegar al edificio donde estaba el departamento.

Ahora viene otra etapa de mi vida que luego les contaré.

Capítulo 3

Saliendo de la estación del metro, caminé poco más de 3 calles y llegué al edificio, entré y me dirigí a la conserjería.

Después de saludar pregunté por mi amiga.

No era mi amiga propiamente tal, la había conocido por un anuncio de arriendo compartido.

– Dice su amiga que suba – me dijo el conserje. Me dio las indicaciones, pero ya había venido hacia un par de semanas.

Al salir de ascensor en el piso 20, mi amiga me estaba esperando.

Me saludó efusivamente con un abrazo y un beso en la mejilla.

Vestía un top blanco y una mini tanga roja, caminamos por el pasillo hasta el departamento cuya puerta estaba abierta.

– Oye, andas casi desnuda por el pasillo y dejas la puerta abierta?

Se rió y me dijo que no andaba nadie en los pasillos.

Me mostró el departamento que ya lo había visto antes cuando hicimos el trato.

Living-comedor y cocina. El baño en el pasillo y el dormitorio principal. Por el otro lado dos dormitorios.

En el primero, un tipo durmiendo desnudo boca abajo, tapado por una sábana que le llegaba a media nalga. En el otro dormitorio otro tipo durmiendo de espaldas y la sábana le tapaba sólo el ” paquete ” dejando todo el bello púbico a la vista.

Entramos al dormitorio principal, amplio, con una cama de dos plazas medio deshecha.

– Y eso? Le pregunté señalando hacia afuera.

– Son otros estudiantes, llegaron la semana pasada.

– Pero están desnudos…

– Así duermen, lo que pasa es que hace calor y no hay aire acondicionado.

– Por éso se tapan sólo con la sábana?

– Si, aunque casi siempre no se tapan, y si se tapan, después con los pies se destapan. De hecho, al que estaba de espaldas lo tapé yo, para que tú no lo vieras.

Y no cierran las puertas?

– No, por lo mismo, por el calor.

– Este es tu lado. Mostrándome la mitad del closet desocupado.

– Te quieres duchar?

– Si, me gustaría.

– Sácate la ropa, desnúdate – mientras comenzaba a ayudarme a desvestir.

Yo tenía una camisa de jeans y debajo una polera Blanca sin sostenes.

Comencé a desabrochar el botón de los jeans y bajar el cierre.

Me senté en la cama y ella se arrodilló en la alfombra para sacarme las zapatillas y las calcetas.

Después me paré y me bajé los pantalones junto con los calzones.

Me senté nuevamente y ella que seguía de rodillas me ayudó a sacármelo.

Después me saqué la polera y quedé totalmente desnuda.

Ella estaba con mi calzón en la mano.

Me duché anoche y me puse esos calzones nuevos, me los compró mi papá.

– Tiene buen gusto tu papá, son bien coquetos.

– Los escogí yo y el los pagó – le dije

– No los vió?

– Si, se los mostré cuando me los puse.

– Tu papá te vió desnuda, sólo con esto?

– Mi papá me ha visto desnuda de chica.

– Hasta ahora?

– Si, en las mañanas el salía de la ducha y yo entraba. Nunca nos bañamos juntos, aunque una vez, a los 14 años le pregunté si podía meterme a la ducha con él.

El se estaba duchando y yo igual con la cortina corrida.

Me miró y me dijo que no. Esperé que terminara, le pasé la toalla y me metí a la tina, de echo el me sujetó de la mano.

La distancia entre la taza del excusado es poca y cada vez que el sale yo paso de espaldas a él rozando con mis nalgas su pene.

La primera vez lo hice de frente, pero fue peor, me resbalé y me afirmé en él quedando abrazados y sintiendo su pene en mi pelvis.

No podíamos movernos y él comenzó a tener una erección.

Eso me paralizó, no sabia que iba a pasar y que yo no podía hacer nada.

Pensé en mi mamá, qué diría si supiera que mi papá me penetró.

Me tomó con una mano de la cintura y con la otra de una nalga. Y me afirmé de su cuello con los dos brazos.

Me apretó contra él, se giró y me dejó de espaldas a la ducha.

Me soltó y se hizo para atrás. Miré su pene enorme, nunca se lo había visto así.

Mi corazón palpitaba como una locomotora, sentía que se me iba a arrancar. Hasta me costaba respirar.

– Ya, dúchese – me dijo sacándome de mi estado de catarsis.

Me giré, me metí a la tina, me afirmé de la pared con una mano y me puse la otra en la boca. No se si para evitar que mi corazón se me saliera o para sujetar un grito de tensión.

Sentía algo extraño entre mis piernas, pensé que era la regla, pero no había tenido ningún aviso.

Me toqué y estaba mojada, estilando, mis dedos agotaban un líquido viscoso.

” Me mojé ” pensé,  mi vagina se preparó para la penetración, para que no sufriera daños.

Nunca antes, en mis 12 años, me había pasado algo parecido.

– Que fuerte amiga, creo que a mi me hubiera pasado lo mismo. A los 10 vi a mi papá cogiendose a mi mamá. También me impresioné, a pesar de que sabía para que era la vagina y para qué el pene. Pero otra cosa es verlo a un metro de distancia, escuchar los quejidos de mi mamá los gruñidos de mi papá y su tremendo pene entrando y saliendo.

Recién, cuando me di cuenta que habían terminado, pude irme a acostar y también me sentí húmeda.

Ella seguía con mis calzones en la mano.

– Pasé con ellos toda la noche, deben estar sucios.

Ella se llevó los calzones a la cara, los olió por todos lados, especialmente la entrepierna.

– Huelen rico – dijo

Me acordé de mi hermano, una vez lo pillé oliendo los calzones que me había sacado en la noche.

– Que haces? Le pregunté.

– Nada – dijo escondiendo mis calzones en su espalda.

– Estabas oliendo mis calzones sucios –

– No están sucios, huelen rico – restregando los calzones por su cara.

Se los quité de un tiro  y lo eché de mi pieza.

Estiré mi mano y mi amiga me entregó mis calzones.

Capítulo 4

Tomé mi ropa y la puse el mi lado del closet, junto con la mochila.

Ella me pasó una toalla mientras ella se desnudaba. Se envolvió en la toalla, sacó algo del clóset y me dijo que la siguiera.

Salimos al pasillo y entramos al baño. Me quité la toalla y ella hizo lo mismo.

– Te vas a duchar conmigo? – le pregunté.

– Si, porqué no?

No era que me complicará mucho,  yo me bañaba con mi hermano, pero nunca con alguien extraño.

Ella dió el agua y nos metimos al agua, echó algo de champú en mis manos y se echó ella. Mientras lavaba mi pelo, que me llegaba una cuarta más abajo de los hombros, de color castaño claro que al sol se veía como rubio cuando el viento lo levantaba.

Ahora ahí mojado se veía oscuro, me agaché ligeramente y  ella me preguntó si me jabonaba la espalda.

Mi hermano hacía eso, por lo que le respondí que si.

Sus manos suaves recorrieron mi espalda hasta mis nalgas, sus dedos recorrieron suavemente mi ano lo que me produjo un sobrrsalto.

– Qué haces?

-Te jabono la espalda  –

No crees que estas muy abajo?

– Perdona, no pensé que te molestaría.

No respondí nada, seguí abonando mi cuerpo por delante para que ella no me tocara.

Luego me enjuagué rápidamente y salí de la ducha.

Me sentía incómoda, aunque mi hermano me jabonaba igual, pero era mi hermano, sería que estaba acostumbrada a que él me jabonara, no lo sé

Después de sacarnos y cepillarme los dientes nos fuimos a la pieza.

Saqué de mi mochila una polera, calzones y un shorts.

Ella se puso una polera sin mangas, suelta tipo remera y una falda corta de jeans.

– Vamos a tomar desayuno, tengo hambre.

– Yo también – le dije

Fuimos a la cocina y preparamos huevos revueltos. Aunque el pan era del día anterior, calentado estaba rico.

– Buenos días – escucho a mis espaldas.

Me doy vuelta y había un joven alto, delgado, algo moreno totalmente desnudo.

– Rafa, cómo se te ocurre venir así, no ves que ella es nueva?

– Ah, sí, hola y perdona.

Se dio media vuelta y se fue.

Me volví para mirar a mi amiga y de paso cerrar la boca.

– Qué fue eso? –

– Es un chico buena persona, es simpático y agradable.

– Siempre se levanta así? Desnudo y con sus cosas colgando?

– Pero qué tiene, tu misma me dijiste que veías desnudo a tu hermano.

– Si, pero es mi hermano.

– Bueno, terminemos el desayuno y nos vamos a la pieza.

Así lo hicimos, dejamos la loza en el lavaplatos y nos fuimos a la pieza.

Hicimos la cama entre las dos y nos acostamos sobre la cama.

No dije nada, estaba tratando de procesar todo lo que me había ocurrido hasta llegar al departamento.

Ella se levantó, trajo una manta y me tapó.

– Duerme un rato.

Me quedé dormida en seguida.

– Gabi, levántate, está listo el almuerzo.

– Qué hora es? – pregunté restregando mis ojos.

– Las 2 de la tarde.

– Dormí harto.

– Si, no quise despertarte.

Me levanté, fui al baño a mojar mi cara y peinarme.

Salí al comedor y habían dos jóvenes sentado a la mesa en boxes.

– Él es el Rafa, ya lo viste antes – y claro que lo había visto, a un metro de distancia de sus genitales.

– El es Mario, otro estudiante llegó en la semana.

Los dos me saludaron con un beso en la mejilla.

– Ella es Gabriela, va a estudiar ingeniería.

Nos sentamos a la mesa.

– Chicos, me van a perdonar, pero no estoy acostumbrada a que se sienten a la mesa sin polera  – les dije.

– Si quieren se sientan sin boxes pero con polera –

Me miraron sorprendidos.

– Ya, vayan a ponerse una polera, ella tiene toda la razón  – les dijo.

En menos de 5 minutos estaban sentados y con polera.

Hicimos una sobremesa donde la conversación estuvo sobre nuestros orígenes.

Todos veníamos a estudiar a la capital.

Después nos levantamos de la mesa, los chicos dijeron que ellos lavaran la loza.

Nos acostamos de nuevo y luego de conversar un poco, le dije que quería dormir otro poco.

Nos tapamos con la manta, me di vuelta, ella me abrazó cucharita como mi hermano y me quedé dormida.

Continuara...

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